Pensamientos de una demente.

A veces pensamos que todo está perdido, que de nosotros sólo podrá emerger una tenue y fúnebre oscuridad que nos irá carcomiendo hasta hacer que nuestros cuerpos acaben por desaparecer.

¿Sabes? a veces es cierto.

Incluso así, incluso con todo, aquí estoy, aquí estás, leyendo lo que escribo... Si soy sincero, sólo soy un humano más, una especie de híbrido que nació mujer pero se dio cuenta de que mentalmente no pertenecía a ningún lugar... ni era hombre, ni era mujer... No era nada.

Con el tiempo me di cuenta de que yo era yo y lo demás no importaba.

Si te animas a seguir leyendo te daré a conocer mi interior, todo aquello que no me atrevo a expresar de otra manera que no sea escribiendo. Tal vez te guste, tal vez no, tal vez me aprecies después de leerlo, tal vez me odies... pero si algo he aprendido en la vida es que hay que ser valiente, y en mi caso intento desahogarme a la vez que ayudo a alguien más.

Sólo espero que alguien, quien sea, en cualquier lugar, en cualquier momento... pueda sentir lo que transmito con ello.

Tú eres tú, seas quien seas, estés donde estés, y eres maravilloso, nunca lo olvides.



Pensamientos cortos.

Tentadoras cicatrices que adornan mi blanquecina piel y mi demacrada alma,
leves curvaturas que perturban la indudable suavidad de una tez principesca,
no son tangibles, no son visibles, no se aprecian a simple vista,
la verdad, ni siquiera había pensado en ese tipo de marcas.
Dejaré que la sangre fluya en un mar de emociones inexistentes.

Recuerdo el olor de mis días de niñez, un aterciopelado tacto que me envolvía en su cálido manto,
ah~, ¿qué habrá sido de ese apacible perfume que erizaba el bello de mi piel?
Sólo huelo la más recóndita putrefacción de mis entrañas,
mis manos sólo perciben un tacto áspero y desagradable de un tapiz de dudosa calidad
que me lleva con un deje glorioso ante las puertas de la desesperación.

- "¿Con quién hablas?".- Cuestionó la mente,
el corazón no pudo responder.
Sería vergonzoso admitir que el demonio había ganado una batalla más,
dícese del caballero de excéntricos y tenebrosos ideales
del que no pude más que dejarme a su merced.

- "Me he cansado de luchar...".- Musité, con un deje adormecido.
Estaba cansado, cansado de luchar contra mí mismo.
Rebusqué y saqué mi corazón a través de la tráquea y se lo mostré a la vida, aún palpitante.
- "¿Ves?, ya no podrán hacer daño a un corazón inexistente".- Declaré.
Me convertí en no más que un pequeño muñeco que se mecería allá donde la marea lo llevara.

Muecas indiferentes y ataques a un castillo ya abandonado,
un leve humo que intoxicaba mis pulmones poco a poco,
convirtiéndolo en una bolsa de negro azabache que adornaba mis entrañas.
- "No te necesito".- Susurré, escondiendo mi inexpresivo rostro entre las piernas,
dejando que algunos mechones de mi cabello taparan parcialmente mi rostro.

Cuento una a una las pecas que decoran mi tez,
repasándolas con las puntas de mis dedos.- "Es agradable".
Acomodado en el gélido asiento trasero de un tren me entretengo observando mi entorno.
Sonrisas, lágrimas y muecas.- "Se ve divertido".- Dije, abrazándome a mi mismo,
aislándome del frío inexistente que conquistaba mi corazón.

Entre cuatro escuetas paredes susurra una voz muda:

"Sal amarga recorriendo tu paladar, un nudo que aprieta más de lo que debería en tu cuello y corazón, mente al borde del quiebre total. Palabras que dicen mucho pero expresan nada, orbes tambaleantes, alma agitada por la incertidumbre. La sombra de tu propio miedo tapa tus últimos rayos de luz, pasas a ser la sombra de tu propia sombra. Vista que, pese a capaz, no ve nada, oídos que, pese a pudientes, no oyen, corazón que, pese a latir, inerte se halla.

Casi inaudibles son los quejidos del alma, pues la fuerza se marchó con la esperanza. Miedo, todo es miedo, todo es...

Nada."