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.Diciembre
Odio diciembre, porque siempre que llega parece que no puedo fingir más la sonrisa que cargue todo el año con tanto éxito, simplemente me derrumbo en la soledad de mi habitación. Noviembre es la última meta, el mes que más debo disfrutar, pero sé que las cosas ya van mal desde finales de octubre, cuando faltan las ideas para escribir y sobran las horas para pensar.
Dicen que los piscis somos sensibles a las demás personas, sensibles a los cambios, sensibles a los sentimientos. Yo no creo en esas mieras de los horóscopos, pero puede que en mi caso se cumpla, odio ver a las personas tristes, pero es como si la tristeza de todas las personas se concentrara este mes y dispersaran su dolor por el aire, aire que lleva consigo la fragancia de las galletas y el poche navideño.
Es triste como mueren personas este mes, porque les falto tan poco para ver un próximo año, lleno de nuevas oportunidades, y lleno de cosas por ver, personas por conocer, lugares por visitar, demasiados sentimientos que nunca experimentaran.
Y es difícil, sentarte en una mesa, con todos tus seres queridos y fingir una sonrisa, fingir que estas bien, porque si les muestras un poco de dolor sentirán lastima por ti, y arruinaras su noche donde se supone todo deberían sonreír. Pero a veces, es tan difícil deshacerte ese nudo en la garganta y respirar.
Y es difícil permanecer sentada cuando lo que quieres hacer es salir y respirar el viento invernal, y contar las miles de estrellas en el firmamento, y ver un amanecer rosado mientras ríes a carcajadas acompañadas de lágrimas te queman las mejillas.
Es difícil no temblar cuando todos a tu alrededor ríen y tú lo único que quieres es una cama y sus brazos. Es difícil no llorar pensando que haría esa persona si todavía estuviera ahí, tal vez contaría unos chistes de mal gusto, o molestaría a todos, pero tu reirías por eso, y lo aplaudirías. O tal vez se sentaría a tu lado y te contaría lo mucho que odia los villancicos además de lo malos que son los especiales navideños en la televisión.
Hay mucho tiempo para pensar, y a veces eso no es bueno. Te pones a pensar en toda la gente que confió en ti y decepcionaste, en todos los sueños que tenías y no se volvieron realidad, en las oportunidades perdidas y las horas gastadas, las personas que se fueron, las palabras que no se dijeron, los textos que nunca escribiste, los trabajos que nunca realizaste.
¿Cuantas veces te sentiste de verdad libre? Libre de reír, de cantar y de llorar. Y cuánto tiempo pasaste dentro de una jaula, que tú mismo te pusiste encima.
Creo que no me gusta diciembre porque me hace pensar demasiado, la mayoría del tiempo no lo hago, me dejo llevar por la marea, por las olas altas y bajas, pero cuando el mar es pacífico y silencioso todo se vuelve aterrador. Porque te das cuenta de lo que hay más al fondo, criaturas terribles que parecen extintas y de repente te toman los tobillos y te arrastran de nuevo al fondo.
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Diciembre |
