Antes de estar contigo

Mentiras y traición, y un juego entre un dominante y un sumiso que le da una segunda oportunidad a Yokozawa y Usagi-san.

« Older   Newer »
 
  Share  
.
  1.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Yaoizando
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    177
    Location
    Colombia

    Status
    Offline
    En un universo alterno a la realidad mostrada en Junjou Romantica y Sekaiichi Hatsukoi, con personajes fuera del canon.

    Usami Akihiko, importante abogado y heredero de Usami Jewerly sufre un accidente después de que Misaki, su pareja, rompe con él.
    Ahora, seis años han pasado, es el CEO de la casa matriz en Londres, su estilo de vida ha cambiado y sigue buscando una segunda oportunidad para amar.

    Yokozawa Takafumi, estudiante de economía se entera que Kirishima, su pareja durante un año, es casado y pronto será padre. Esa noche totalmente ebrio ayuda a un desconocido que sufrió un accidente.
    Seis años después, un contrato que vincula a los miembros masculinos del club donde trabaja en Londres, lo convierte en la imagen de la campaña otoño-invierno de la joyeria Usami.

    Los personajes no me pertenecen son de Shungiku Nakamura
    AU - Una historia de una pareja diferente.



    Paso 1. Londres.




    Sueño de Usami Akihiko.

    La reunión estaba llena de personas que para mí eran simples relaciones de conveniencia. Nadie realmente me llamaba la atención para quedarme más de lo necesario, lo demás podrían hacerlo mis asesores.

    Tome la bebida que me ofreció el mesero tratando de encontrar a alguno de mis subalternos para encargarlo finalizar con la sesión de la mejor forma. Me siento cansado y en realidad quiero marcharme. De repente alguien me golpea por la espalda, sé que es accidental, pero no puedo evitar que el vino manche mi traje.

    En una mezcla de indignación y rabia giro para encontrarme con un joven que se deshace en disculpas por el error cometido. El verlo me deja en otro escenario, estamos solos, mi ropa es limpiada como si los movimientos que realiza estuviesen calculados para excitarme, únicamente puedo ver su cabello negro cayendo sobre su frente, la piel blanca en contraste, y el cuerpo bien formado que se vislumbraba debajo del saco que lleva puesto, tratando de evitar un mayor contacto, sujeto su mano.

    La hermosa sonrisa que recibo como respuesta logra desestabilizarme, paso mi lengua por los labios saboreando lo que pienso es un elixir. Su mano libre se desliza por mi brazo haciendo que cualquier queja muera en mi cabeza, veo como se aproxima a mi boca, ruego por ese contacto...



    Actualidad.

    La voz dulzona de la auxiliar de vuelo lo despertó, otra vez él se hacía presente en sus sueños. Se preguntaba porque no podía sacarse de la cabeza la sonrisa de aquel hombre. Después del accidente lo único que podía recordar de la persona que lo ayudó a salir del maltrecho automóvil era su expresión y a duras penas la imagen de su cuerpo.

    Recogió el equipaje de mano y descendió. La fría brisa lo hizo sentir que regresaba a sus orígenes, a ese lugar del que no debió alejarse.

    Al salir de la zona de llegada, a lo lejos distinguió a Isaka, su gusto por el buen vestir y el cuidado que le daba a su apariencia, lo caracterizaban desde pequeño. Las gafas italianas y el celular al oído, le recodaron las fotografías de las revistas de moda.

    Llegó al Phantom silverado metiéndose sin importarle colocar las ruedas de la maleta sobre el elegante tapizado. El gruñido de enojo de su amigo le importo poco.

    - Oye, lo mínimo hubiese sido un abrazo.

    - Hace tres meses nos vimos, no veo porque pides tanta atención, - Isaka sonrió, le encantaba el sarcasmo de su actual jefe. Para Akihiko cualquier expresión de cariño era difícil, y hacerlas en público equivalía a una falta terrible.

    Entornando los ojos, espero la carcajada del hombre que sería su mano derecha en la empresa.

    Compañeros de universidad, Isaka Ryūichirō había entrado a cumplir una labor significativa en la joyería, tenía un especial sentido para identificar un buen negocio tan pronto como lo veía. Eso le valió el aprecio del abuelo Usami, y un lugar reconocido en la compañía.

    El recorrido hasta su destino no tuvo mucha conversación, la antigua manor se abrió paso ante sus ojos como la espléndida propiedad que era.

    Bajó del automóvil detallando la casa que ocuparía por tiempo indefinido, para él era más que un simple viaje de negocios, esta era la manera de tratar de rehacer su vida.

    La casa en piedra se veía más pequeña de lo que recordaba. Quizás la visión lejana que tenía de ella a los 10 años, unida a las amargas experiencias, le habían creado un imaginario que a sus casi cuarenta se desmoronaba.

    La gran puerta se abrió para permitirle la entrada a su actual refugio. La anciana ama de llaves al verlo le hizo una reverencia dándole la bienvenida, definitivamente el tiempo no respeta a nadie.

    - La casa está completamente habilitada para ser usada - dijo entregándole las llaves junto con un sobre. - El lugar está a su total disposición al igual que la servidumbre. Su hermano me pidió que tan pronto llegará le entregara estos documentos.

    - ¿Cuánto tiempo vas a estar aquí? - procuro ignorar la pregunta de Isaka; sin embargo, la contestó casi como pensando en voz alta.

    - Tanto como mi cordura lo permita. - Su amigo le miró haciendo un gesto de resignación. A pesar de la distancia, sabía lo que le ocurrió en Tokio y presentía que aún no lo había superado.

    Una vez se retiró la mujer, Ryūichirō lo escoltó sin interés conectado a un audífono tarareando la canción. Sus recuerdos de la casa eran muy escasos, en sus ya quince años sirviendo a los intereses de la familia Usami, había pisado la manor en tres o cuatro ocasiones, y en todas llegó hasta donde se encontraba parado. Observó la expresión de su amigo, tal vez era necesario dejarlo solo, no había afán de acompañarlo, además él ya parecía perdido en sus propios recuerdos.

    Akihiko paseó sin sorprenderse. Todo parecía igual a lo que guardaba en sus memorias. Caminó hacia la sala. Los muebles tipo colonial, el piso en madera pulida, los techos altos y los grandes ventanales. Se dirigió hacia el fondo de la habitación, a través del cristal se veía el tono marrón del Támesis. Salió a la terraza donde su abuelo acostumbraba a tomar el té, el ruido lejano de alguna que otra lancha, le hizo recordar algo de su niñez.

    Desde la solana podía acceder a la única habitación del piso. El estudio le dio la bienvenida con el fuerte olor a libros viejos y humedad. Esos textos que tantas veces lo acompañaron aún estaban ahí. Acabados de desempolvar, dispuesto como siempre lo habían estado.

    Entró y acarició el lomo de sus preciados maestros durante las tardes de castigo. Los escasos recuerdos de la mujer de su abuelo se vinculaban a insultos y menosprecio. Parecía que él fuera el bastardo y no Haruhiko, lo odiaba y trataba de repetírselo a diario.

    Ahora sentado como el dueño de la mansión, le venían a la mente aquellas tardes que paso tratando de abrir la puerta, pateándola sin cesar, ¡que estupidez¡, ¿por qué nunca rompió una ventana? Al final asumió su realidad y encontró en los libros la tranquilidad que su casa no le brindaba. Sonrió. Si esa mujer lo hubiese observado mejor, habría entendido que su castigo se convirtió en su mayor placer, y, por ende, jamás lo habría mantenido tanto tiempo en ese espacio.

    Salió cerrando con beneplácito el lugar que más amaba. Se encaminó a las brillantes escaleras contando como cuando era pequeño las escalinatas que lo pondrían en contacto con las puertas de las habitaciones que recorrió y donde se escondió en los momentos que la mujer de su abuelo quería regañarlo. Cada una de las puertas fue abierta para encontrarse con el mismo viejo panorama y sobre todo la misma sensación, una increíble soledad.

    Entró a la habitación de su abuelo, todavía guardaba algo del olor a la clásica colonia, la mezcla de bosque, madera, musgo y ese toque de aquello que no podía reconocer, pero que convertía ese espacio en una puerta al pasado que lo acercaba a la persona que fue más su padre que quien se encontraba en Japón.

    No supo cuanto estuvo ahí, tanto que cuando la mucama lo llamó a cenar, la pregunta fue si quería que pasaran sus pertenencias a ese lugar, no fue una mala idea, quería sentirse reconfortado y percibir de alguna manera al mayor, quizás eso lo ayudaría.

    Esa noche se dejó caer en la cama sin gracia, desajustó su corbata para mirar el hermoso techo de madera, sus ojos comenzaron a nublarse nuevamente, y las lágrimas volvieron a caer en silencio, limpiándolas pronunció lo que significaba rehacer su vida.

    - Adiós Misaki-kun



    Paso 2. Mentiras y Realidades.



    Recuerdo de Kirishima

    Te veo dormir, desearía tanto volver a amarte como hasta hace unas pocas horas lo hice, pero debo marcharme, regresar a mi realidad. Una que no puedo compartir contigo, una que debo mantenerte en secreto, porque un hombre como yo no debe tener este tipo de aventuras.

    Acaricio tu suave piel, es una delicia al tacto, una invitación a besarla y dejar más marcas de las que ya he hecho. Eres mío y al mismo tiempo sé que debo dejarte libre, porque no puedo privarte de conseguir a alguien que realmente te haga feliz.

    Regreso mis ojos a tu cara, veo que estas despierto y sonríes. Amo cuando te muestra como lo que eres, un pequeño consentido. Paso mis dedos por tus labios, aún un poco hinchados por los besos que con ansias y pasión te di.

    - ¿Podrías odiarme algún día? Si sabes algo mío que no te he contado ¿te alejarías?

    Te sorprendes de mis preguntas, pero antes de que me respondas ya te he dado la vuelta y te beso para demostrarte que no quiero dejarte ir, que no lo permitiría. No me importa mi traje, y tampoco que el olor a sexo impregnado en las sabanas se adhiera al mismo, porque tengo miedo a escuchar tu respuesta, miedo a saber, que no me perdonarás el engaño en que te sumergí hace un año.

    - ¡Ahhh! - mis manos ya recorren tu cuerpo... cuántas veces me has preguntado que veo en el..., si supiera te respondería, pero se me hace difícil no perderme una y otra vez entre la lujuria y el amor que me provoca.

    Desearía jamás haber ido a esa conferencia, porque no te habría conocido, no te hubiese retado y tampoco engañado para poder ganarte. Sin embargo, no me arrepiento, cada gemido me dice que hice lo correcto... lo correcto para saciar mi egoísta deseo.

    El celular suena rompiendo el momento, me separo para sacar el móvil de mi chaqueta, sé que mi expresión cambia porque entiendes que es algo que no esperaba y me dejas a solas dirigiéndote al baño.

    ¿Qué estoy haciendo? No solo le miento a él, sino que también a ella.

    - ¿Puedes amar a dos personas al mismo tiempo? - te digo cuando te aproximas ya bañado y cambiado para comenzar tu día, uno lejos de mí, con tus amigos, con aquellos que pueden mostrarte y decir que eres suyo... nuevamente me miras extrañado por el cuestionamiento, pero esta vez evitas que te calle y me respondes.

    - No, - dices con frialdad, sabes que algo sucede y el miedo es quien te hace hablar - porque la vida te obligará a elegir a una, y será la que realmente quieres.

    Te abrazo metiendo mi cabeza en tu cuello, hueles a la loción de menta y chocolate que te regale en tu cumpleaños número veinte, eres un crío comparado con mis veintiocho. Me separas consciente que debo irme porque vuelve a sonar el teléfono. Te doy un beso en la mejilla y salgo.

    Me voy y mi corazón duele, porque sé que nunca volveré a ese apartamento.



    Actualidad.

    Seis años habían pasado desde ese día, ahora recostado en esa cama, acariciando el brazo de la bella rubia que era su clienta, recordaba cada instante de su último encuentro. Observó la hora en el celular, apartándola con delicadeza para no despertarla, fue al baño para cambiarse.

    Odiaba tener sexo con sus clientas, pero indudablemente la propina adicional lo valía, más cuando estas mujeres, en su mayoría casadas y dejadas de lado por sus maridos, se encontraban tan necesitadas de halagos y cariño, que como una obra de caridad se obliga a decirles a sabiendas que nunca lo sentiría.

    Reflejándose en el espejo de tres lunas del vestidor, miró los rasguños que su amante de turno le había dejado en la espalda; gracias a Dios eran poco profundas; empero, estarían presentes por lo menos una semana. Era una de las tantas acciones que le fastidiaban, les sugestionaba marcarlo como si fuera una bestia, su "pequeña mascota". El sello de pertenencia de una quimera, porque esas noches de fingida pasión eran eso para él, y lógicamente, uno de sus trabajos.

    Nadie, aún, había logrado moverle el corazón lo suficiente para añorar estar con ella cada instante, recordar su aroma y desear fervientemente su cuerpo. En ocasiones así, extrañaba a Deane. Si las condiciones hubiesen sido distintas, habría caído irremediablemente ante la madura mujer.

    Hizo una mueca mientras se terminaba de poner la camisa blanca y acomodar su rebelde cabello. Salió encontrando a la dama con la que había estado las últimas horas recostada en el sillón tomando una copa. Quiso pensar que la triste sonrisa era la confirmación de que la blonda era consciente que solo era un sofisma de distracción.

    Se levantó ayudándolo a arreglar las solapas del saco, la corbata fue doblada con elegancia para ser metida en uno de los bolsillos.

    - Gracias, espero que pronto podamos repetirlo - a pesar de estar llegando a los cincuenta, su cuerpo y su rostro eran bastante atractivos; sintió lastima por el imbécil que la cambiaba por las jóvenes secretarias de su empresa. - Toma, en efectivo para que no tengas problema.

    Recibió el sobre y lo guardó sin siquiera revisarlo, no había necesidad, en ese negocio la palabra era importante, y más si se deseaba seguir siendo parte del selecto grupo. Antes de marcharse la besó, una vez más utilizó sus recuerdos para poder transmitirle aquello que a ambos les hacía falta: Alguien que los amara.

    Desde el corredor llamó al castaño con quien compartía apartamento para que lo recogiera, llegó al lobby del hotel despidiéndose del recepcionista y el portero. Ellos sabían a que se dedicaba así que no hubo ninguna frase despectiva.

    La moto de su compañero frenó justo cuando acaba de encender su cigarrillo. La carcajada provocada por la expresión que hizo y el tener que desechar lo único que tenía de "vicio", generó lo que más amaba Yukina de él, un ceño fruncido y la frase entre dientes de "muérete mil veces". Una vez con el casco puesto, se abrazó al conductor.

    - Te extrañe todo el día amor.

    - Vuelve a repetirlo y te aseguró que tu noviecito me matara.

    - ¡Nah! Él ya sabe de lo nuestro y me ha pedido un trío - los ojos azules giraron por la broma de mal gusto, - ¿quieres comer algo antes de ir a casa?

    - No, quiero llegar a bañarme y dormir - recostándose en la espalda del atractivo joven, sintió como el vehículo arrancaba. Deseaba pronto estar en su cama.

    En la medida que esto ocurría, la mujer que hasta hace poco poseía, lo observó en silencio desde su automóvil. Detestaba su relación con cualquiera que le robara algo del cariño que consideraba debía ofrecerle el oriental únicamente a ella. Ordenando al chófer arrancar, revisó las fotografías que le habían pasado en la tarde.

    En cada una de ellas el japonés realizaba varias actividades cotidianas de las cuales ella, por informes anteriores, tenía conocimiento. De todas una llamó su atención. Al lado del ojiazul estaba el chico con el que lo acaba de ver. Los dos eran un deleite para a la vista, y eso le hizo tener una idea. A pesar de la hora, sabía que Isaka no le reprocharía cuando oyera la propuesta, además él mismo le había preguntado donde encontrar lo que necesitaba. Después de esa oportunidad, su joven amante no podría volver a negarle la exclusividad.

    Una vez en el apartamento, Yukina metió la comida en el microondas para servirle al peliazul. Era como su hermano, aunque su diferencia de edades era de meses, en ocasiones Yokozawa adoptaba más el papel de madre que de amigo, y él disfrutaba esa sensación. Su familia "totalmente" funcional para la época, le ayudaba con algo de dinero, pero solo el hombre a su lado había compartido su deseo de ser artista y lo apoyaba ciegamente en cada una de las ideas que le planteaba para el pequeño bar-restaurante que tenían.

    Por eso, comprendía lo incomodo que era para él sentir el perfume de las mujeres con quienes ocasionalmente tenía sexo. No era la forma más digna de ganarse la vida, pero su trabajo como Host les daba el dinero que con la muerte de Deane había escaseado.

    Lo vio salir secándose el cabello, vestido con una camiseta negra y un pantalón de sudadera gris. Ambas cosas eran suyas, ¿en qué momento comenzaron a compartir ropa? Agradeció de verdad, que Kisa no lo viera, ya que él había sido quien le regaló ambas prendas, y lo que menos quería era volver a explicarle el tipo de relación que tenían con el ojiazul.

    Pasándole el plato a Takafumi, vio la expresión de regocijo que hizo cuando llevo la primera cucharada a su boca. El fuerte sabor renovó por completo su memoria gustativa, por eso siguió comiendo con total felicidad.

    - De verdad te amo, fue la mejor idea que tuve: traerte conmigo a Londres - dijo limpiando su boca con la servilleta para alzar y botar el desechable vacío en el recipiente de residuos sólidos. - Con lo que hice hoy pienso que podremos hacer los últimos arreglos al local, en serio quiero que hagas la exposición lo antes posible, y no continuar con esto.

    - ¿Tan detestable es tu labor? - pregunto el castaño contando el total de lo que estaba en el sobre, - esas mujeres siempre te paga una increíble suma por tus servicios.

    Yokozawa bebió de su té sin responderle, odiaba fingir un placer que no sentía, pero sobre todo tener que hacerlo recordando a la persona que le había mentido. Su suerte en las relaciones era un completo asco, primero fueron tres años de secundaria cuidando de un amor imposible y luego, un año viviendo con un amor falso.

    - Queenie y las otras son... especiales; pero no es lo mío, creo que no tengo que explicarte.

    - De verdad, se me olvidaba que eras gay.

    - No soy gay - Yukina soltó la carcajada para dirigirse a su habitación, antes de cerrar la puerta lo miró con toda la intención de molestarlo, el de ojos azul acero esperó la frase que siempre le repetía. Pero para su sorpresa las palabras esta vez sonaron diferentes, cargadas de una mezcla de odio y tristeza.

    - No eres gay, pero todavía recuerdas al bastardo heterosexual y casado, que te mintió durante un año, mientras te lo hacía a sabiendas de tener a su mujer preñada.

    El vaso fue a estrellarse contra la madera, el grito de "jódete" se escuchó tras la puerta.

    Como siempre le tocó recoger el producto de su mal carácter; al fin y al cabo, su amigo tenía razón, y la rabia era porque, simplemente después de tantos años, todavía le dolía reconocer la verdad.



    Paso 3. El negocio familiar.



    Actualidad.

    La cabeza le dolía. Eran demasiados números para su gusto. Normalmente se dedicaba a estudiar los contratos para su firma y no hacer cuentas.

    Echó su cabeza hacia atrás buscando descansar un poco de los documentos que parecían no acabarse. ¿Hacía cuánto que no inspeccionaban la contabilidad?

    Ahora entendía la sonrisa de satisfacción que su hermano había hecho cuando se enteró de su decisión. La muerte de la mujer de su abuelo había resentido notablemente el ritmo de trabajo la casa matriz, logrando que los inversionistas amenazaran con desmembrar la compañía y terminar con la razón social de la misma; por eso, y con el hecho de que las diferencias de opinión entre su padre y su "abuelastra", prácticamente habían dividido la empresa en dos, la junta de socios veía como única alternativa hundir el patrimonio de los Usami y salvar sus intereses.

    Asahina entró mostrándole el nuevo paquete de carpetas que debía revisar. Necesitaba encontrar un ayudante y rápido si no quería morir en el intento de cumplir con el deseo de su abuelo, y su reputación como vicepresidente de la firma.

    Usami Jewelry había sido fundada por Usami Shin después de un viaje que hizo a África, el hombre se había obsesionado por los adornos de las tribus que conoció en su recorrido de luna de miel, logrando junto con su esposa Mika, una empresa reconocida principalmente por su joyería no metálica, con prendas donde los diamantes, perlas, rubís y esmeraldas sobresalían. Así llegó a tener contactos con países y personas que abrieron su mente y espíritu.

    No obstante, cuando su mujer murió, su fuerza pareció desaparecer, dejó en manos de sus asesores la compañía para dedicarse a la búsqueda de su cónyuge a través de médium y espiritistas que casi lo llevan a la ruina. En uno de esos momentos que llegaba a cumplir las funciones del CEO casi obligado por Fuyuhiko, la conoció.

    Deane Vinstone tenía consigo una tentadora propuesta que abría un nuevo mercado: una línea de joyería metálica no solo renovaba el concepto de la empresa, sino que podía estabilizar las perdidas por los gastos innecesarios de los últimos años. El joven heredero los presentó esperando el consentimiento y la firma de su padre, lo que nunca imaginó fue que la mujer se convirtiera en su madrastra.

    Akihiko fue quien más sufrió con esa situación; sin embargo, sentado en el lugar que Deane ocupó como la segunda esposa de su abuelo, procuró verla bajo una luz diferente, la verdad era que después de tantos años ya ni siquiera le guardaba rencor.

    - Tienes que deshacerte de esta rutina que te has impuesto - dijo de manera histriónica Isaka obligándolo a mirar hacia la puerta donde abrazaba a dos hermosas chicas que le sonreían como tontas. - Deseaba que vieras una muestra de nuestras modelos para la colección de otoño - invierno.

    Usami las detalló, eran bonitas, pero les faltaba algo que impactara. Las jóvenes se sonrojaron al ver al elegante hombre dirigirse a ellas. Ambas temblaron ante el imponente aspecto de su jefe, pero también por el análisis que les realizaba. Luego como si nada, regresó a su asiento haciéndole una seña a su amigo para que se retiraran.

    - No había necesidad de ser tan cruel - dijo Ryu sentándose en el escritorio y revisando los balances, hizo una mueca y volvió a dejarlos donde estaban. - Si deseas busco quien las reemplace para el lanzamiento.

    - No hay tiempo, además - pensó mirando el calendario - si todas son como ellas, tendrías que cambiar a las 24 para el evento de pasado mañana.

    Ryūichirō mostró satisfacción, para él no era difícil mover las fichas en favor de sus intereses, así que le pidió su autorización para una idea que tenía para la campaña de esa temporada. Akihiko lo observó por encima de las gafas, los hermosos ojos violeta se clavaron en los azules de su amigo. Confiaba ciegamente en ese hombre, así que a pesar de que no quiso darle muchos detalles, le dio vía libre para que hiciera los cambios necesarios. En menos de 48 horas todo debía estar listo para el lanzamiento.

    - Es tiempo más que suficiente para mí, pero - y ahí estaba lo que iba a pedir, lo volvió a encarar - no puedes quejarte de nada de lo que tengo planeado.

    - Si fracasas me darás lo que pida.

    - Tienes un trato, siempre y cuando no te metas con mi amante.

    Usami entornó los ojos, nadie en su sano juicio pensaría en esa opción. Dándose la mano, cerraron la negociación.

    Al quedar solo, regresó a los malditos números.


    Recuerdo de Usagi-san...seis años atrás

    - ¡Oye!, ¡Vamos, despierta! - los suaves golpes en la cara me trajeron de vuelta a la realidad. Una sensación de humedad en mi cabeza y el olor a gasolina me ubicaron de inmediato. Había tenido un accidente. Instintivamente pregunté por quien siempre me acompañaba en el auto, comencé a moverme, pero la presión en mis piernas solo logró desesperarme más.

    - ¡Misaki! - mi grito fue más una queja ronca, el calor de la mano de quien se hallaba a mi lado me proporcionó una tranquilidad inesperada. Desde la incómoda posición trate de verlo, pero solo alcance a tener la sonrisa que se dibujó en sus labios. Era hermosa, pero triste. Me sentí estúpido porque, aunque estaba preocupado por el castaño que hasta hace unas horas era mi pareja, algo me incitaba a consolar a ese hombre.

    Antes de cualquier respuesta, un grito detrás de él obtuvo un asentimiento que continuó con unas preguntas que me parecieron ridículas por lo evidentes. Pude sentir como mientras hablaba con delicadeza se arrastraba por el techo de mi antes "costoso" automóvil, para acercarse y poner sus manos debajo de mi cuello palpando si tenía alguna fractura.

    - ¿Eres el dueño de este auto? - afirme con un ronco "si", me sentía mareado y con nauseas. - ¿Sabes hace cuánto estás aquí? - miré el reloj en mi muñeca izquierda, eran pasadas las dos de la madrugada.

    - Más o menos una hora. Creo. - dije tratando de entender la situación. La risa suave que soltó mi acompañante me desconcertó.

    - No me malinterpretes, me alegra que tu cabeza, después de esta experiencia, - dijo echando un vistazo a su alrededor - se encuentre bien.

    Cerré los ojos asintiendo, el dolor en mis piernas me estaba matando. Llevé una de mis manos a la frente, procuré rememorar lo ocurrido esa noche. Era mi error lo que acaba de pasar.

    - ¿Alguien salió herido? ¿Misaki? ¿Dónde está Misaki? - me sonrió nuevamente. Otra voz dio una orden y sentí sus manos moverse bajo mi espalda para sujetarme en el tórax, todo mi cuerpo tembló, fue una sensación... ¿cómo explicarlo?... ¿gratificante?

    - Aférrate a mí - esas palabras me hicieron volver al escenario en el que me hallaba, como pude pase mis brazos por su cuello. Pude percibir el tenue olor de la colonia mezclado con licor en lo húmedo de su ropa.

    Una vez más la desolada sonrisa que me regaló me distrajo del agudo dolor que sentí cuando retiraron la pieza de metal que aprisionaba mis piernas. Un rápido tirón logró liberarme de mi encierro.

    La lluvia me dio la bienvenida nuevamente a la vida. Los paramédicos me recibieron alejándolo de mi lado... las luces de las linternas hicieron que lo viera como una sombra mientras se marchaba.

    Alguien más que perdía esa noche.




    Paso 4. Anákê




    Recuerdo de Misaki

    Estoy demasiado ansioso, es mi cumpleaños dieciocho y me has citado porque quieres darme una sorpresa, por eso también invitaste a Takahiro.

    Las manos me sudan, por más que no deseo preocuparme, se que el sorprendido serás tu.

    El elegante restaurante me pone en alerta, vas a cumplir con tu promesa, pero si al menos me hubieses preguntado sabrías que no es el momento indicado. Me aproximó al cubículo reservado, te levantas para darme la bienvenida... si supieras lo que me ofende que me trates como una doncella, ¿tan poco me conoces que todavía no te das cuenta? Saludo con una reverencia evitando tu contacto, nuestras miradas se cruzan, estas tan absorto en tu felicidad que no te detienes a analizar lo que la mía refleja... estoy cansado. Agotado de llevar una doble vida, de mentir a quienes nos rodean, de sentirme como un juguete más de tu extensa colección.

    En la cena te la pasas recordando las anécdotas que tienes con mi hermano de la preparatoria y de la universidad; Manami y yo hemos sido, una vez más, excluidos. Al verlos entiendo que el intruso en esa amistad siempre he sido yo; los escuchó y veo que es imposible pretender que lo nuestro se asemeje a lo que tienes con Takahiro. Nos separan once años, y aunque al principio no fue un problema, ahora soy consciente que si quiero avanzar, no puedo seguir con esta relación... no deseo ser tu sombra... no quiero sentirme como la princesa del cuento de hadas en el que, muy a mi pesar, te has convertido en el dragón carcelero...

    - Me voy en una semana con Sumi y Todou - la mesa queda en silencio. Busco tus ojos y tomo tu mano. Está tan fría que sé que mis palabras le han robado la calidez que me brindaba; pero es mejor así, por eso debo continuar, decirlo toda para evitar que destruyas el vínculo que tienes con mi hermano... - obtuve una beca por cuatro años en el exterior para continuar con mis estudios.
    - ¡Felicidades! - grita Manami ajena a la tensión que se ha formado en la mesa.
    - Inicialmente debo aprender ... - el golpe en la mesa interrumpe mi explicación haciendo que nos fijemos en Takahiro. Su cara tiene una expresión que jamás había visto. Mi cuñada lo llama dulcemente, finalmente me sonríe con tristeza, pero es a ti a quien mira. Le escucho susurrar un "lo siento", y lo comprendo, nuevamente me has dejado de lado para decidir sobre mi vida: Le has dicho de lo nuestro.

    Terminamos sin más conversación, es el postre más amargo que he probado. Una vez hemos salido, te despides y nos dirigimos al apartamento que desde hace un año compartimos, primero como amigos, luego como amantes, y hoy...
    - ...como desconocidos - murmuras concluyendo la frase que da vueltas en mi cabeza.

    Es tiempo de la conversación que he evadido por días, tu afirmación de lo que siento por ti me hiere en el alma porque no sé qué decir. Haces una mueca y me pides que saque un sobre de la guantera, me dices que lo abra y lea el documento que contiene... ¡qué irónica es la vida!, porque lo primero que sacó de este es una cadena.

    Detienes el auto por la luz roja del semáforo, sin importarme lo que suceda abro la puerta y desciendo. Antes de cerrarla lanzó el paquete al asiento que tantas veces ocupe... en ese instante ya se las palabras exactas para tu anterior frase. Te enfrento para pronunciarlas con más odio que tristeza...
    - Te equivocas Usami-san; porque yo no te amo.



    Actualidad

    Yokozawa dejó su lugar para comunicarse con Adriano, a pesar del gran número de cámaras, era obligación de seguridad verificar los lugares que podrían estar expuestos al micro tráfico o a escenas subidas de tono. No era un mojigato, pero permitir esas acciones era desprestigiar el bar, y bastante les había costado ubicarlo en donde estaba.

    El ruido de la música era delirante. Los acordes de las mezclas realizadas por el DJ de esa noche, provocan en los bailarines una montaña rusa de emociones que se reflejan en el cambio de movimientos que van desde los frenéticos saltos, a los roces sensuales entre sus cuerpos en lapsos agónicos de tiempo, donde parecía que los instintos prevalecían sobre lo racional, y finalmente, un nuevo giro en la melodía los hace volver al punto de partida, separándose para estallar en gritos pidiendo por más.

    Realmente el chico es muy bueno, y al igual que otros, Anánkê sólo será el lugar que le ayudará a catapultarlo. En dos años se convirtieron en la plataforma para nuevos talentos, contribuyendo un poco al sueño de tantos que habían pedido una oportunidad para dar a conocer su oficio.

    Se quedó en la pequeña terraza a distancia prudente de los grupos y parejas que allí se hallaban. Amaba las noches de final de verano, la temperatura y el cielo le recordaban su ciudad natal; hoy, al igual que tantas otras veces, era embargado por un sentimiento de nostalgia que rápidamente era opacado por uno de cobardía... sentía miedo de volver, porque si se lo encontraba no sabría que hacer.

    Encendió un cigarrillo a esperas de que la velada concluyera, dos veces al mes podía disfrutar del establecimiento en su versión nocturna, ya que su labor se vinculaba más al restaurante por su trabajo como "anfitrión".

    Pronto celebrarían el aniversario de la apertura de Anánkê, en sus labios se formó una leve sonrisa al recordar cada una de las locas ideas de Kisa para la ocasión. Las sugerencias comprendían desde una fiesta de todo el día combinando las dos facetas del lugar, hasta una semana de recuerdos con todos los DJ que habían salido del mismo. Definitivamente su socio era un poco desmedido en sus pretensiones, pero amaba el dinero tanto como a Kou, así que no dudaba que lo que al final decidiera iba a ser lo correcto.

    Viéndolo en la caja moverse como un pequeño ratón, pensó en lo agradable de su compañía desde antes que Yukina llegara de Tokio. Lo había conocido en un curso especial de Economía, para esos días el ánimo de Shouta no era el mejor, de pronto eso fue lo que les unió.

    Las salidas se fueron haciendo más frecuentes y a la llegada del joven castaño, los celos entre ambos provocaron una competencia donde el "rompe corazones" de Kou cayó rendido ante la "inocente" apariencia del pecaminoso pelinegro. En su mente aún tenía grabada la escena de la tarde en que los sorprendió en el apartamento. Sería una imagen difícil de olvidar.

    El sonido del mensaje en su celular lo hizo apagar el cigarro, hasta en sus días libres debía lidiar con esto. Queenie lo vio aproximarse levantándose para recibirlo con un beso en los labios, Takafumi alcanzó a detener el gesto alejándola con sutileza. Desafortunadamente, la rubia mostró su enojo respondiendo con una pregunta que solo logró enfurecer a su interlocutor. La sonrisa de autosuficiencia del rostro de la mujer fue borrada al ver como sus objetos personales eran tomados por el peliazul, mientras ella era conducida a la salida.

    El gesto del hombre le causó algo de miedo, quizás el efecto del licor le dio la fuerza para jugar una carta que consideró su mejor estrategia: Un escándalo.

    Yokozawa la liberó del agarre llevando su mano a la frente, en medio de un suspiro, volvió a mirarla tratando de mantener la calma; sin embargo, Queenie no se la estaba dejando fácil, ya que entre lágrimas siguió balbuceando lo que para él eran estupideces.

    - Permite que te ayude - en el momento que tuvo la oportunidad de responder, una profunda voz en su oído le hizo detenerse. Por un momento pensó que Zen estaba detrás suyo. Agachando la cabeza, y totalmente dócil ante el contacto de las manos en sus hombros, se apartó.

    Casi como en un sueño, Yokozawa vio al elegante hombre dirigirse donde su clienta envuelto en el contraluz que se forma en la salida del local. La madura mujer con una sonrisa, extendió los brazos para caer profundamente dormida en los de su "salvador". El hombre giró encaminándose al coche donde Patterson, su chófer, los esperaba.

    La puerta se cerró, mientras en los altavoces Yukina informa que la velada llegaba a su fin, y con ella su oportunidad de conocer al amigo de Queenie.


    Paso 5. Diamante.



    Recuerdo de Yokozawa

    Estoy corriendo al lado de la camilla tratando de resolver preguntas de las cuales no tengo ni idea las respuestas. La mujer no suelta mi mano y ante cada nueva contracción siento mis huesos crujir. De repente, un hombre alto y con cara de total preocupación me aleja para desaparecer tras una puerta que ajustan, diciéndome que espere; me recuesto en la pared dejándome deslizar.

    Allí, procurando distraerme mientras salen con alguna noticia, pienso que la vida es una como un juego de azar, nunca sabes las cartas que te van a tocar, y la manera en que te desenvuelves es la que te va a dar la oportunidad de ganar la partida. Estar ahí en ese instante, fue cuestión de suerte, poder alcanzar a sostenerla antes de que cayera de bruces contra el piso, me tenía ahora en vilo por la posibilidad de una mala noticia.

    No entiendo para que se expuso de manera tan ridícula a un peligro como ese, por qué no pidió ayuda. Niego con la cabeza, por qué criticarla, si yo hubiese hecho lo mismo. Suspiro y sé que esa característica de fortaleza e independencia es la que más admiro en una persona. Su pareja debe sentirse afortunado de tener a alguien como ella a su lado.

    La enfermera sale, ha pasado casi una hora desde su ingreso, me indica que debo ir a una en habitación donde mi "nee-chan" me espera, aplaudo mentalmente su mentira. Al ingresar veo la máquina que muestra las dos líneas del ritmo cardíaco. Está recostada, en su brazo la jeringa me hace seguir la sonda hasta el líquido que gotea lentamente. Me llama con gentileza... se ve tranquila, su cabello castaño, sus ojos cobrizos y una sonrisa que ilumina su rostro...

    - Hiyori – no entiendo el porqué de la palabra hasta que su mano acaricia el vientre redondo – siempre comparan mi sonrisa con los rayos de sol, - acaso ¿lee la mente? – hiciste la misma expresión que tiene mi madre antes de decírmelo.

    - ¿Tu esposo? – preguntó sintiéndome furioso conmigo mismo por ser tan transparente en ocasiones; la solo mención de él le hace mostrarse inquieta, sabe que todo esto es un error.

    - Llegará pronto, estaba de viaje... - sus ojos detallan mi rostro, me hace sentir por alguna razón culpable, es como si supiera algo de mí que yo desconozco – programaron la cesárea para dentro de una semana, el 26 de agosto... - sé que evade el verdadero asunto a tratar, finalmente lo dice - esto fue por mi imprudencia, en verdad nunca pensé terminar así contigo.

    Mi expresión denota lo que mi boca no es capaz de modular, asiento; al querer hablar me detiene pidiendo que la deje continuar...

    - Cuando te reconocí en el supermercado, sentí miedo de que me dejara, porque inmediatamente entendí la fascinación que tiene contigo, Ze... - la puerta se abre de golpe, noto como un hombre castaño se aproxima para tomar su rostro y besarla. Es su esposo, sus palabras y gestos, me hacen comprender lo especial de su amor.

    No tengo nada que decir, escucho sus frases entrecortadas, él está tan preocupado que no ha advertido mi presencia. Prefiero marcharme, estoy en el lugar equivocado, cualquier oración que fuera a pronunciar, ante esa escena ha quedado sin validez, me siento estúpido. Ella sabía de mi existencia y del rol que hasta ese instante supe que cumplía. ¿Qué más bizarra puede ser la situación? El amante y la esposa juntos como amigos.

    Doy vuelta para retirarme, Sakura me mira por última vez; sus ojos no disimulan la necesidad de hacerme entender el papel que desempeño en esa relación, es difícil ignorarlo con la imagen que tengo frente a mí. Inclino la cabeza despidiéndome, y es cuando oigo su voz presentarme, solo entonces él se percata de que estoy aquí.

    Creo ver algo de sorpresa en sus ojos, pero rápidamente expresan cólera. Salgo antes de que algún reclamo escape de mi boca, pero cuando voy a llegar al ascensor soy halado a una habitación vacía, el golpe suena seco en mi cara, Zen me culpa del accidente... ¿puede ser alguien tan descarado?

    Me deja en claro que todo el amor que alguna vez dijo tenerme se ha esfumado por mis acciones, el fuerte agarre en mi cuello dejara marcas sin duda, pero estoy más pendiente de sus palabras, repite que me odia, que soy un asesino... lo veo levantar su puño, pero detengo su muñeca con fuerza, apartándolo con desprecio, limpio la sangre que sale de mi nariz, para enfrentarlo ...

    - Eres tan cínico, ¡habla con tu esposa! – sin dejar de mirarlo arreglo mi ropa, pero antes de marcharme considero justo recordarle mi posición – Zen, te lo dije: al final siempre eliges a la persona que más amas.



    Actualidad.

    La sala estaba a la expectativa de la presentación de la colección otoño de Usami Jewerly, bajo su nueva administración. Los socios fueron los primeros en llegar, estaban atentos a la demostración de poder que la familia había querido recordarles cuando decidieron acabar con lo que consideraban un mal negocio.

    Asahina siguió con la mirada a Isaka, sus movimientos eran por momentos erráticos, parecía un niño que había perdido su juguete favorito, iba y venía de la sala donde se encontraban los modelos, temblaba de pensar que, por sus locuras y caprichos, su amigo perdiera la empresa de su abuelo. Era toda una vida juntos, difícilmente no entendería sus reacciones, por eso en una de sus salidas para confirmar por enésima vez si las joyas estaban listas, lo tomó de la cintura y le besó. El ojiazul sintió que su mundo paraba, al separarse quedó con los labios entreabiertos con la esperanza de recibir un poco más. Sin embargo, la promesa en su oído le dio un nuevo impulso. Era el momento de empezar con el espectáculo.

    Takafumi llegó corriendo al lugar acordado; ese día las cosas habían iniciado de manera terrible, la visita sorpresa de salubridad retardo no solo la hora del almuerzo, sino que también desordenó lo concerniente al bar. Entró por la puerta que le señalaron para ser observado con disgusto por sus compañeros, el grito de su jefe, David Callagan, le hizo fruncir el ceño, mentalmente se preguntó cual era la necesidad de seguir con ese trabajo. Dispuesto a responder vio como Henmi le daba la ropa que debía llevar esa noche, sin reparo alguno se cambio delante del grupo, al fin y al cabo, todos eran hombres.

    Ryūichirō y Kaoru se miraron con complicidad, el contenido de la caja azul que había sido reservada para la exposición en maniquí ya tenía dueño.

    Queenie McAllister era una de las mujeres que mejor comprendía los gustos y movimientos de valores de la sociedad a la que pertenecía. La idea de Isaka en una primera instancia le pareció ilógica, pero al ver a los Host salir luciendo las hermosas prendas femeninas y masculinas, supo que no había sido mala idea secundarlo.

    El atuendo sencillo cumplía con el código de vestuario pedido para la ocasión, el color negro de las camisas resaltaba los finos dorados, los verdes de las esmeraldas, los azules de los zafiros y los rojos de los rubís; las caras de fascinación tanto en damas como en caballeros, logró que su ego creciera. Mientras los observaba, comprobó el buen gusto de Ryu, las alhajas que llevaban habían sido seleccionadas de manera precisa para los rasgos de quienes las lucían. Los atractivos hombres se mezclaron con los invitados procurando cumplir con el rol para el cual habían sido contratados, promocionar con su cuerpo la joyería.

    La rubia sonrió satisfecha, intercambiando comentarios con los socios de la empresa, aprovechó la oportunidad para alabar el trabajo de los joyeros. Compartiendo las felicitaciones recorrió la sala para ver donde se encontraba Akihiko. Desafortunadamente, lo que pudo observar en una de las esquinas del salón, fue como su esposo ya tenía en mente la compra de una de las pulseras, así como del modelo que la llevaba; hizo una mueca de fastidio y trato de ignorar la situación, continuó su camino hacia Usami quien se hallaba prácticamente escondido en la mesa que próximamente compartirían para la segunda fase de la reunión.

    El peliplata le dio la bienvenida levantándose y corriendo su asiento, Queenie se ubicó a su lado para en un poco más de confianza agradecerle y pedirle disculpas por lo de la madrugada, fue cuando cayó en cuenta que entre los modelos no estaba Yokozawa. Aunque siguió con la plática procurando no manifestar su decepción, Akihiko percibió el cambio en su semblante. Conocía lo manipuladora que su jefe de ventas podía llegar a ser, así que fue fácil comprender que algo no había salido como ella lo planeaba. Con una sonrisa fingida, los dos continuaron la conversación.

    Se miro una vez más en el espejo, no podía estar de acuerdo con cargar esa joya. Pasó con delicadeza sus dedos sobre el tejido de diamantes de la gargantilla que llevaba puesta. Todo su atuendo lo hizo tener la sensación de verse como un sumiso. Aunque su apariencia era totalmente masculina, por alguna razón el que su traje fuera diferente al de sus compañeros lo tenía exaltado. La camisa con corte renacentista en seda perlada, le hacía ver con una cintura demasiado fina y mucho más delicado de lo que era.

    Aún tenía tiempo de marcharse, hablaría con su contratista, inventaría cualquier excusa para largarse cuanto antes de ese lugar, debió hacerlo incluso antes de llegar, pero su sentido de compromiso le impedía no asumir las responsabilidades adquiridas.

    Resignado, trato de no pensar más en su cuerpo y se enfocó en el cabello, un desastre total, Kisa decía que tenía el mismo carácter rebelde de él, lo peino hacia atrás, tal vez algo de gel le ayudaría, pero detestaba la sensación pegajosa que le dejaba... de medio lado, parecía un idiota; el llamado por parte de mister Callagan fue acompañado por la mano que desordenó los mechones negro-azulados de su pupilo.

    - Así te ves más hermoso – obtuvo en respuesta un sonrojo de Takafumi que se sintió cohibido por el halago. La sonora carcajada volvió a sacar su mal humor – pero, así me gustas más, odiaría que me dijeran que mi "oso gruñón" fue cambiado por uno de felpa.

    Akihiko inclinó la cabeza ante Isaka, sentados a la mesa junto con la pareja McAllister y los nuevos proveedores de esmeraldas, rieron por los comentarios subidos de tono referentes a los "modelos" de la noche.

    - ¿Esperamos a alguien? – preguntó Larissa Leyner señalando el puesto vacío en la mesa.

    El silencio en el salón provocó que la mesa dirigiera la mirada hacia donde los otros señalaban entre murmullos al recién llegado. Usami corrió su silla sorprendido por la reacción de Queenie que tosía limpiando el liquido que había regado frente a la imagen de Takafumi.

    - Lamento la tardanza...

    Akihiko cerró los ojos transportado por la voz a su espalda, al fin lo había encontrado.
     
    Top
    .
  2.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Iniciad@

    Group
    Member
    Posts
    10

    Status
    Offline
    Es bellisimo :''D
     
    Top
    .
  3.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Yaoizando
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    177
    Location
    Colombia

    Status
    Offline
    Gracias, me alegra que te guste.
     
    Top
    .
  4.     +1   -1
     
    .
    Avatar

    Aprendiendo Yaoi
    Image and video hosting by TinyPic

    Group
    Member
    Posts
    495
    Location
    argentina

    Status
    Offline
    Exelente
     
    Top
    .
3 replies since 25/3/2019, 02:41   95 views
  Share  
.