25avo Reto Literario "Song of Our Souls" || There for you. 19 days (Tianshan)

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    ¡Buenas~!

    Mi esfuerzo me ha costado pero aquí traigo por fin mi pequeña aportación para el reto. Admito que si en un principio pensé que la temática sería bastante fácil de tratar en la práctica se me ha atragantado un poco, aun así estoy contenta con el resultado. Es la primera vez que participo en un reto del foro y sin duda tenía que hacerlo con mis nenes favoritos. He Tian y Guan Shan tienen una dinámica que si bien resulta difícil de tratar en ocasiones es muy entretenida de escribir, además llevaba bastante tiempo con la espinita clavada por escribir algo de estos dos. Así que sin más tonterías os dejo con el fic en cuestión.

    QUOTE
    Disclaimer: Estos personajes no me pertenecen a mi sino a su autora, Old Xian.
    Pareja: He Tian / Mo Guan Shan.
    Fandom: 19 days.
    Género: Romance, Fluff, humor, ¿leve angst?.
    Advertencias: Lenguaje vulgar.
    Recuento de palabras: 9675.
    Canción recomendada: La canción principal es "Say you won't let go" pero se hace mención a una playlist que dejo por aquí.

    AnIzBzW

    There for You.


    La primera vez que escuchó la dichosa melodía fue durante una de sus sesiones de estudio. Verdaderamente solo un cuarto del tiempo de esta se dedicaba al estudio en sí, la gran mayoría de la jornada consistía en He Tian tratando de sacarle de quicio y él cayendo irremediablemente en sus provocaciones. El continúo tamborileo de los dedos del más alto contra la superficie de la mesa junto al suave y casi inaudible cantar del mismo estaban comenzando a crisparle los nervios y acabar con su ya de por si ínfima paciencia. No ayudaba que el libro que se encontraba frente suya no llamaba precisamente su atención, ¿acaso debería importarle la reproducción de las células, como si el funcionamiento de las mitocondrias fuese a conseguirle algún empleo en el futuro?

    — Para de una puta vez con los jodidos golpes, no me dejas concentrarme en esta mierda. — Murmuró tratando de no elevar el volumen de su voz, lo último que necesitaba era que le echasen de la biblioteca por culpa del cabronazo de He Tian.

    — ¿Acaso el qué yo cante es lo que te está distrayendo o es que no entiendes una mierda de la mitosis? — Sus palabras habían acertado de lleno y la sonrisa divertida en su rostro confirmaba que sin duda sabía que ese era el caso. — Te distraigo, quizás trata de dejar de mirarme tanto y centrarte en llenar ese cerebro de mono. Sé que soy atractivo pero si quieres cuando terminemos nos podemos tomar una foto, así podrás verme antes de dormir. — Irritante. No había otra forma de describir a He Tian y lo peor es que el cabrón era consciente de ello y lo aprovechaba a su favor.

    — ¿¡Quién cojones quiere ver tu puta cara desgraciado?! — Cualquier previo intento por no alzar la voz fue tirado a la basura. Pocos segundos tardaron en llegar las malas miradas y las ordenes de guardar silencio. De repente la completa atención de la biblioteca parecía puesta en el pelirrojo cuya vergüenza se veía reflejada en el intenso sonrojo que se apoderaba de su rostro. Por el contrario, el más alto se limitaba a mostrar su casi permanente sonrisa felina, ningún rastro de bochorno en su expresión, solo una profunda e infantil diversión.

    — Deja de armar escándalo pequeño Mo. — Susurró el pelinegro con el dedo índice sobre sus labios más que divertido por el sobresalto que había causado en el menor. — Supongo que tendré que gastar mi valioso tiempo en intentar de meter algo de conocimiento en esa cabeza hueca tuya. No te preocupes, soy un buen tutor y seguramente el único que está dispuesto a soportar tus rabietas. —Seguidamente dejó el asiento que tenía en frente suya para sentarse a su lado, haciendo caso omiso a su espacio personal, de modo que sus rodillas entrasen en contacto y pudiese sentir su respiración golpeando su hombro.

    Quiso volver a gritar ante la osadía del más alto a sabiendas de que no se trataba de un acto inconsciente. No, el cabrón sabía exactamente lo que estaba haciendo y vaya que lo disfrutaba. Pero si volvía a alzar la voz le echarían del lugar y tendría que soportar las interminables burlas de He tian de nuevo.

    Aun cuando se obligó a sí mismo a mantenerse en silencio, ignorando como la cercanía de He Tian le ponía los pelos de punta, golpeó el costado del chico con su codo. El gesto solo consiguió hacer aparecer de nuevo su característica sonrisa traviesa, ni un centímetro de distancia más entre ellos. Tras dedicarle una última mirada al rostro levemente sonrojado de su compañero comenzó con su explicación.

    Mo no negó la ayuda, aun cuando dañaba su débil orgullo necesitaba de forma desesperada ayuda con la materia. Tampoco comentó nuevamente sobre la innecesaria cercanía, cualquier queja caería en oídos sordos además de que los meses pasados junto al pelinegro le habían hecho ganar cierta familiaridad con su nula capacidad para mantener sus manos alejadas de su cuerpo. He Tian era como una babosa, igual de pegajosa e igual de asquerosa.

    Aun con todos los defectos que podía sacarle al más alto la estupidez no se encontraba entre ellos y su nombre coronando siempre los primeros puestos en la lista de calificaciones lo corroboraban. Explicado por He Tian todo parecía más sencillo de entender, los conceptos a los que apenas podía encontrar lógica simplificados de forma que pudiesen ser fácilmente asimilados. Ahora contaba con una mínima esperanza de poder aprobar su próximo examen gracias al chino, claro que no era algo que fuese a poner en su conocimiento.

    Un par de horas y habían terminado con la unidad didáctica, técnicamente solo le había pedido ayuda sobre el proceso de la mitosis pero el pelinegro se había empeñado en cubrir por completo el tema. Si bien se sentía satisfecho al por fin haber avanzado con una de las asignaturas que más se le atragantaba una mirada a los apuntes en blanco del más alto borró esa alegría. Por mucho que el contrario no se viese ofuscado por aquello Mo Guan Shan sentía que se estaba aprovechando de él, aun cuando técnicamente no había solicitado su ayuda.

    — No pienses que estoy en deuda contigo, te pagaré con un estofado. — Desde luego el pelirrojo no era el mismo sin aquel orgullo suyo. Compensarle en dinero era imposible teniendo en cuenta su situación, y dudaba seriamente el poder darle a He Tian algo que su riqueza y fama no pudiese conseguirle con apenas un chasquido de dedos pero conocía la debilidad de este por su comida. Sin esperar una respuesta por parte del pelinegro recogió sus útiles y marchó hacia la salida de la biblioteca. Poco tardó en escuchar unos pasos tras de él.

    — Estaré esperando entonces. — El brazo de He Tian volvió a envolverse sobre sus hombros, hábito que permanecía impasible a pesar de los constantes manotazos que se ganaba por parte del menor. Solo por esa vez ignoró aquella muestra de cariño para nada influenciado por la brillante sonrisa que adoraba el rostro del chino. Y para nada dicha sonrisa se le contagio.

    AnIzBzW


    Si no era suficiente el tener que soportar a He Tian durante el instituto, en sus múltiples trabajos a medio tiempo e incluso en su propia habitación (en definitiva cuando al menor de los He le viniese en gana) en aquellos últimos días el más alto se presentaba día sí y día también en la puerta de su casa para para acompañarle de camino a la escuela. Justo lo que necesitaba para empeorar su humor en las mañanas. Según él su condición de lacayo auto proclamado le obligaba a cuidar de su “jefe”, lo único que evitaba que le estampase el puño en su cara era la felicidad que inundaba el rostro de su madre ante la vista de He Tian.

    “Me alegro de que por fin estés haciendo amigos, hijo.”

    Casi podía asegurar que la mujer había derramado una lágrima o dos al ver al pelinegro en su puerta. Los 4, porque no le quedaba duda alguna de que tras su estancia en el hospital Jian Yi y Zheng Xi se habían ganado la aprobación de su madre, formaban cuanto menos un grupo variopinto. No sabía si las circunstancias que les habían llevado a conocerse eran las propias. Joder, había golpeado al pobre de Zheng Xi con una roca en la cabeza nada más conocerle, lo último que había esperado era ganarse la amistad de este y su inseparable mejor amigo, todo lo sucedido quedando en el pasado. Y difícilmente podía describir la relación que tenía con He Tian, lo que fuese que hubiese entre ello sabía que el pelinegro le tenía cubiertas las espaldas.

    Sospechaba que la vuelta de She Li tenía algo que ver con las repentinas visitas del chico pero sabía que el preguntar por este solo lograría despertar el enfado del pelinegro. Al menos sabía que mientras se encontrase acompañado del menor de los He no tendría que preocuparse por tener que lidiar con aquella serpiente albina.

    — Hoy pareces estar de buen humor Momo, ¿puede que yo sea el motivo del cambio? — Incluso a tan tempranas horas de la mañana el chino contaba con las ganas de molestarle a como diese manera.

    — Ya te gustaría cabronazo, de lo único que eres motivo es de crisparme los nervios. —Respondió el pelirrojo, sus palabras solo obtuvieron una risa por parte del contrario antes de que este se colocase los auriculares desviando por completo su atención a la música y comenzando su habitual caminata.

    El constante parloteo del pelinegro y el sentir su profunda mirada clavada en su figura se habían convertido en parte esencial de su rutina por lo que aquel silencio le hacía sentir ansioso, a la espera del más mínima interacción con el contrario. Y aquello era tan impropio de él, cuya principal actividad física consistía en tratar de escapar de las intrusivas manos de He Tian. ¿Quizás se había ofuscado por su último comentario? No, aquello no era posible, ni sus palabras contaban con su habitual veneno ni He Tian era alguien tan sensible como para salir herido por algún comentario (de hecho a veces dudaba de que este tuviese corazón, ¿los demonios contaban con uno?).

    Ni una mirada era lanzada en su dirección, casi como si su presencia no fuese reconocida, lo que le hizo rechinar sus dientes. ¿Para eso había insistido en recogerle a pesar de sus constantes negativas, para ignorarle por completo? Tan acostumbrado estaba a ser el receptor exclusivo de la atención del popular estudiante que ahora que no contaba con esta no podía sino ansiarla de vuelta, aun cuando se tratase solo de su conocida sonrisa colmada de travesuras y malas intenciones para nada encubiertas. Joder, unos minutos y ya estaba actuando como una de esas estúpidas admiradoras del mayor.

    Se negaba a rebuscar seriamente el motivo tras aquel engorro, aceptando la siempre confiable excusa de que He Tian le sacaba de sus casillas, pero incluso para alguien tan emocionalmente ciego como él le quedaba claro que lo que el chino despertaba en él se trataba de algo más que una marcada molestia, algo que le dificultaba dormir por las noches y que le tenía en las nubes durante gran parte del día. Oh no, era plenamente consciente del embrollo de emociones que el contrario provocaba en él pero se negaba a ponerle un nombre a esos sentimientos ante el miedo de que aquello solo complicase su ya de por si su intrincada amistad.

    Por segunda vez el murmullo de una melodía que le resultaba conocida llego a sus oídos, con un poco más de volumen pero todavía siendo difícil de escuchar de no encontrarse cerca de él. El estudiante se encontraba tarareando de nuevo esa canción. La curiosidad sustituyó a la molestia, ¿aquello era lo que le había llevado a ignorarle olímpicamente durante el camino? ¿Desde cuándo había despertado aquel interés musical en He Tian?

    — ¿Qué escuchas? — Preguntó, quizás movido por mero interés o por la imperante necesidad de contar con la atención del contrario de nuevo en su persona.

    Aun con el volumen de la música el más alto miró en su dirección con una sonrisa divertida para a continuación, y sin mediar palabra alguna, le acercó a él por la muñeca para colocarle uno de sus auriculares en su oído. Para cuando su cerebro se dignó a responder por el repentino gesto He Tian había afianzado su brazo alrededor de sus hombros con la suficiente fuerza para cualquiera de sus intentos por establecer distancia entre ellos resultase completamente inútil.

    — No te hagas el arisco ahora, Mo. No me has quitado el ojo de encima desde que salimos de tu casa. — Si su vergüenza no era suficiente sus palabras lograron con facilidad aumentar su ya de por si proliferante sonrojo, incluso sus orejas se encontraban teñidas de carmín. Sus previos gritos debido al nerviosismo cesaron en segundos a sabiendas de que sus protestas solo lograrían aumentar la satisfacción que podía notar en el más alto. Sí, He Tian parecía contar con un sádico gusto por verle humillado. —Ahora déjame disfrutar de la música. — Eso era fácil de decir para él pero para el pelirrojo el concentrarse en la melodía resultaba una tarea titánica cuando el más mero roce entre sus manos enviaba una pequeña descarga eléctrica por todo su cuerpo. Debería estar más que acostumbrado a que el estudiante invadiese su espacio personal más no lo estaba y lo íntimo de la situación no le ayudaba precisamente. Joder, casi los podían confundir con una pareja, algo que desde luego no eran sin importar las insinuaciones del chino.

    Trató sin mucho éxito centrarse en la música y en su pegadizo ritmo, notando ahora el tono relajado e incluso melancólico de la canción. Había intuido que el gusto musical de He Tian se inclinaría a un estilo más moderno y ruidoso, por así decirlo pero aquello destrozaba por completo dicha suposición. Aquella canción se caracterizaba por su carácter armonioso y sus suaves vocales. Desprendía un romanticismo que difícilmente podía haber relacionado con el contrario pero ahora que pensaba en ello podía identificar con esos pocos momentos en los que la máscara de perfección que cubría por completo al heredero, esa debilidad que Mo quería creer que solo él había presenciado.

    Terminada la canción otra ocupó su lugar, bastante más animada que la última y aunque su dominio del inglés no sobrepasaba lo básico el mensaje romántico de la primera canción se encontraba de igual manera presente. La música parecía calmar los nervios que le asediaban cuando se encontraba junto a He Tian hasta el punto donde comenzaba a disfrutar del constante roce de sus manos y del calor que el pelinegro le trasmitía con tan efímero toque, rindiéndose aunque solo fuese durante unos minutos a simplemente dejar de fingir que le repugnaba la cercanía del más alto. En realidad era todo lo contrario, y eso era lo que le aterraba.

    — Eh, al menos tu gusto musical no es una mierda como tu personalidad. — Musitó retirándose el auricular nada más divisar la puerta del instituto, antes muerto que permitir que algún alumno le viese compartiendo los auriculares con el más alto, no iba a alargar la ya enorme lista de momentos vergonzosos que He Tian le había hecho pasar.

    — Pequeño Mo deberías aprender a dejar de meterte con la gente. — Camuflando su molestia con una sonrisa forzada la mano del más alto se desvió de sus hombros a su cuello tomando un pedazo de piel entre sus dedos para retorcerlo, provocando que dejase salir un quejido de dolor. Determinado en hacerle probar de su propia medicina mímico la acción del estudiante pellizcando su cuello con toda su fuerza. Poco más hizo falta para comenzar una pelea de pellizcos entre ellos con He Tian tratando por todos los medios retorcer los pezones del pelirrojo y este lleno directamente a por la entrepierna del mayor. La mirada de los estudiantes que estaban llegando al instituto centrada en el extraño espectáculo que estaban ofreciendo a tan tempranas horas de la mañana.

    — Ni siquiera han empezado las clases y ya estáis peleándoos, esto tiene que ser un nuevo record. — La risueña voz de Jian Yi interrumpió su disputa, quien divertido se acercó a la pareja acompañado de su inseparable amigo. Zheng Xi veía con aburrimiento al par, los cuales si bien habían parado de pelear no soltaban al contrario ante la posibilidad de que el otro decidiese reanudar con su ataque, no era la primera vez que veía el actuar infantil de ambos y sin duda no sería la última. Al fin y al cabo se trataba de un juego de niños que les provocaba más diversión que dolor.

    — Entremos antes de que llegue la señorita Yi, como lleguemos tarde nos va a tener en el pasillo toda la hora. —Habló el moreno arrastrado al rubio hacia el interior de la escuela y siendo seguidos por el otro par que con su pelea parecían haber perdido conciencia del inicio de las clases.

    — ¡Joder, me olvidé de hacer la tarea de matemáticas! — Gritó Jian Yi enterrando las manos entre sus cabellos en un gesto de desesperación. — Pelirrojo, seguro que tú la has hecho, deja que me copie. — Si no tenía suficiente con el brazo de He Tian alrededor de sus hombros ahora tenía al rubio pegado a su cuerpo.

    — ¡Los cojones te voy a dejar mi tarea, gilipollas! — Bravo de camino al aula, ignorando los reclamos del contrario a lo que Zheng Xi rodó los ojos ofreciéndole a su amigo copiar su tarea a pesar de sus pasadas negativas. Una vez en la entrada de clase se deshizo del agarre del pelinegro con un manotazo, lo que no esperaba es que este a modo de despedida antes de dirigirse a su respectiva aula dejase una suave caricia en su mano. El toque se alargó un segundo más del necesario para poder pasar por un simpe accidente antes de desaparecer al igual que la figura de He Tian por los pasillos de la escuela dejando a Mo hecho un completo revoltijo de emociones por un gesto tan simple y aun así tan significativo.

    Por ahora iba a ignorar aquellas sensaciones, al igual que iba a ignorar el deseo de escuchar al pelinegro cantar aquella canción de nuevo, quizás en algún lugar con mayor privacidad donde pudiese apreciar en mayor detalle la peculiar voz del menor de los He. No, no se trataba de un cantante prodigioso pero Guan Shan elegiría escuchar su voz por encima de la de cualquier artista del panorama musical actual. Ese anhelo sería fácilmente cumplido de simplemente comunicárselo al mayor como un halago camuflado en un insulto, al fin y al cabo He Tian nunca le había negado nada de lo que le había pedido, pero la vergüenza le llevaba a interiorizar dichos deseos.

    Sabía que solo era cuestión de tiempo antes de que el contener sus sentimientos se volviese imposible y las acciones del más alto aceleraban ese irremediable desenlace. Su corazón se trataba de una bomba de relojería y por alguna razón He Tian parecía decidido a hacerlo explotar.

    AnIzBzW


    Al día siguiente He Tian volvió a ofrecerle uno de sus auriculares y aun con las iniciales negativas e insultos lanzados el pelirrojo terminó por aceptar la propuesta, esta vez tratando de mantener la mayor distancia que los auriculares le permitían del contrario. El mismo escenario se repitió al día siguiente. Y el siguiente a este. Y el siguiente, hasta que se convirtió en una especie de tradición para ellos.

    Nada más salir por la puerta de su casa tenía al pelinegro esperándole con solo uno de los auriculares colocados, listo para que el menor tomase el otro. Tras el consiguiente saludo la música se encargaba de hablar por ellos. Difícilmente podría describir el gusto musical del menor de los He ya que este parecía abarcar desde el pop más moderno a sonatas clásicas pero entre toda su galería predominaba el ritmo tranquilo y acústico.

    La música se había convertido en un nexo entre ellos hasta el punto donde sus mensajes de texto se habían convertido en un método para recomendarle alguna canción que otra al contrario. Aunque no hablaban de ello sabía que sus recomendaciones no caían en oídos sordos pues al día siguiente el mayor incluía estas en su lista de reproducción haciéndole imposible el esconder una sonrisa avergonzaba que aun sin mirar sabía que sería correspondida por el otro. Poco a poco esos minutos de camino junto a He Tian se volvieron una especie de desahogo para el pelirrojo, un remanso de tranquilidad donde no tenía por qué mantener sus defensas en alto y donde las miradas inquisidoras no podían dañarle.

    El paso de los días hizo que sus intentos por distanciarse del contrario fuesen abandonados por completo, al fin y al cabo sus manos siempre terminaban por rozarse y el intentar convencerse de que aquel contacto le asqueaba había perdido ya todo su efecto. No lo admitiría en alto pero aquellos discretos roces junto a sus caminatas conseguían levantarle de la cama con un ánimo impropio de él por las mañanas. Podía asegurar que no se trataban de interacciones accidentadas, no cuando se repetían de forma tan seguida y cuando esos toques iban ganado confianza progresivamente. Nunca llegando a coger su mano pero ejerciendo un leve agarre sobre alguno de sus dedos, tan delicado que dudaba de que procediese de alguien tan agresivo como He Tian.

    — Es cierto el dicho. — Dijo el chico interrumpiendo el silencio entre ellos que únicamente llenaba la música. Guan Shan elevó una de sus cejas inquiriéndole a qué se refería. — Es verdad que la música amansa a las fieras. — Ni esos minutos de tranquilidad acabarían con su enorme gusto de sacarle de sus casillas a la más mínima oportunidad.

    — ¿¡Tú te crees que soy un puto mono!? — Gritó el pelirrojo, un notorio sonrojo a causa del enfado llenando sus mejillas. Hizo el intento de estampar su puño contra la cara del más alto pero su golpe fue rápidamente detenido por la mano de este.

    — Tienes que aprender a soportar una broma, Mo. — Rio el pelinegro batallando por controlar el explosivo humor del menor, claro que no había esperado una respuesta diferente de su parte. — Ven esta noche a mi casa, quiero que me prepares tu estofado de carne. —

    —Los cojones, tu a mí no me das órdenes. — Respondió tratando de alejarse de He Tian el cual poco tardó en tomarle de la muñeca para acercarle a su persona.

    — Me lo debes, ¿recuerdas? ~ — Canturreó alegremente con un marcado brillo de malicia mientras apoyaba su rostro en el hombro del menor. El pelirrojo se limitó a soltar un suave tsk para retornar su atención de nuevo a la música, lo que fuese para ignorar el irritante rostro de He Tian y la siguiente canción le proporcionó dicha distracción. Todos los días consistía en una nueva lista de reproducción, distintos artistas; distintos géneros pero esa canción estaba presente en todas ellas casi como si se estuviese burlando de que a pesar del tiempo transcurrido todavía no lograba ponerle nombre.

    La canción permanecía incrustada en su cabeza durante semanas aun cuando no tenía idea alguna del título o de quién era su autor y con su nefasto nivel de inglés no esperaba sacar algún verso en claro con la que lograr identificarla. Se había topado con un muro infranqueable y de seguir así la jodida canción le seguiría hacia su propia tumba. Incluso le había preguntado al pelinegro por esta y simplemente se le había contestado con un “Te diré el nombre cuando llegue el momento”, como si se tratase de su secreto mejor guardado.

    Nada más llegó el coro de la canción noto como la mano de He Tian dejaba una suave caricia en el dorso de su mano. El contacto demasiado efímero como para podérselo echar en cara pero lo suficiente duradero como para sembrar en Mo un anhelo por algo más. En un efímero arranque de valentía que no sabía de donde había salido envolvió con su meñique el del contrario, suavemente pero sin permitirle romper el agarre.

    Si el pelinegro se encontraba sorprendido ante el repentino gesto por parte de Guan Shan nada en su rostro lo denotaba. La forma en la que segundos después afianzó dicho agarre como único indicio de que el gesto era bien recibido.

    AnIzBzW


    — ¿Se puede saber por qué lo único que tienes en la cocina son fideos instantáneos? —Preguntó tras rebuscar en las alacenas confirmando sus sospechas de que no había nada comestible que pudiese usar. Anticipándose a ello había hecho una corta parada en el supermercado para comprar los ingredientes de su estofado, ya le reclamaría al pelinegro el dinero de estos pues lo último que podía hacer con su nefasta situación económica era ir tirando el dinero.

    — No sé cocinar, creía que eso te había quedado claro. Es o comida precocinada o arriesgarme a prenderle fuego a la cocina. — Musitó He Tian a sus espaldas como si se tratase de la mayor obviedad del mundo. A pesar de la amplitud de la casa desde que había llegado al lugar el contrario no se había separado de él, limitándose a observar a Guan Shan mientras este cocinaba. Ni siquiera se habría ofrecido a prestarle una mano, aunque teniendo en cuentas sus habilidades culinarias debería de estar agradecido de su falta de iniciativa. —Ya te tengo a ti para que me hagas un poco de comida casera. Te debería de contratar como mi criada personal, seguro que te verías adorable con una faldita pequeño Mo. —

    —¡Atrévete a repetir eso y te abro en canal! — Amenazó alzando el cuchillo que estaba utilizando para cortar las zanahorias. No, sin duda no había sido buena idea provocarle cuando tenía un potencial arma en las manos pero la sonrisa de malicia en el rostro de He Tian no hacía más que aumentar al ver su respuesta, ni la menor pizca de miedo en él.

    — Venga, venga baja el cuchillo que no es para tanto. — El chico alzó ambas manos sobre su cabeza en un gesto de derrota sin poder evitar reír ante el panorama que se había montado en apenas unos minutos. Tratando de tranquilizarse el pelirrojo volvió a su labor de cortar las verduras, evitando siquiera mirar al menor de los He.

    — Te voy a envenenar el puto estofado, bastardo. — Aseguró tomando la carne para dorarla mientras terminaba de preparar el resto de ingredientes.

    — No lo harás, ¿quién te haría rabiar si yo muero? — En eso al menos tenía razón, quitando a Jian Yi dudaba de que cualquier otra persona se propusiese jugar con su ínfima paciencia pero eso no significaba que Guan Shan lo disfrutase. Ante la falta de respuesta del pelirrojo el mayor siguió hablando. —Has venido bastante tarde. —

    — Al contrario que un mantenido como tú estaba trabajando. — Ignoró por completo el comentario soltado a continuación por He Tian “El pequeño Mo trabaja tan duro para traer un poco de dinero a casa”.

    — Para cuando termines de preparar el estofado será ya muy tarde. Deberías quedarte a dormir aquí. — Cuando quiso darse cuenta el pelinegro se encontraba detrás suya, sus brazos rápidamente envolviéndose alrededor de su abdomen para que no pudiese alejarse, claro que eso no evitó que forcejeara.

    Debería de haberlo presentido, las pocas veces que había visitado el apartamento del menor de los He este siempre le había insistido el pasar la noche recibiendo siempre una inmediata y rotunda negativa. La misma que pensaba darle en esos momentos si conseguía deshacerse del pequeño nudo que se había formado en su garganta. Una parte de él no quería dejar al pelinegro solo en un departamento que era claramente demasiado grande para una sola persona y no le era difícil ver que dicha soledad y vacío afectaba al menor de los He. Aquello no parecía una casa, estaba demasiado vacía para parecer una y se encontraba desprovista del más mínimo rastro de calidez. Sí, sin duda se trataba de una vivienda lujosa pero hacía tiempo que había aprendido que aquello (el lujo, la riqueza, la reputación) no podía importarle menos a He Tian y que este evitaba pasar más tiempo en el departamento del estrictamente necesario, invadiendo la casa del pelirrojo o simplemente pasando el tiempo por algunas de las calles de la ciudad.

    No quería dejar a He Tian solo en un lugar que no podía considerar su hogar.

    — Solo por hoy, no te hagas ninguna idea extraña. — Sus palabras no encontraron respuesta alguna, el silencio llenando la habitación a excepción del ruido de la olla al entrar en ebullición. Extrañado por la falta de reacción del mayor trató de deshacerse de su agarre para voltearse al verlo, solo que al tratar de hacerlo el pelinegro afianza el abrazo con tal fuerza que el darse la vuelta para mirarle le resultaba imposible. He Tian escondió el rostro en la curvatura de su cuello, privando al cocinero de tratar de echar un vistazo a la felicidad que inundaba hasta la última de sus facciones. — Dúchate de una vez, hueles a perro mojado. — Ordenó tratando de ignorar como la suave respiración del contrario contra su cuello hacía que el vello se le erizasen y cualquier pensamiento coherente abandonase su mente.

    — A sus órdenes jefe. — Una vez se dignó a separarse de Guan Shan este pudo notar la sonrisa genuina que portaba, tan diferente a la que estaba habituada a ver. Ahora sí que el cerebro del pelirrojo había decidido dejar de trabajar, solo procesando aquella jodida sonrisa que para su disgusto no tardó en desaparecer junto con la presencia del más alto de la cocina. — Hazme un favor, coge mi móvil y pon un poco de música, tanto silencio me deprime. — Gritó desde el baño. Una vez escuchó el sonido de la regadera el pelirrojo apoyó el rostro contra la encimera de la cocina viendo imposible el seguir ocultando la vergüenza que le invadía.

    He Tian no estaba contento al molestarle diariamente y tenerle agarrado por las pelotas para que hiciese todo lo que este quisiese, sino que ahora parecía capaz de manipular su corazón y mente como le venía en ganas. Lo peor es que había sembrado en él una sensación agradable que no lograba llegar a identificar, la gratitud que pudo observar de manera escueta en el contrario había logrado crear un remolino de mariposas en su estómago. Oh no, las putas mariposas que toda adolescente enamorada soñaba con sentir. El pelirrojo estaba jodido, ni él era una niñita prepuberal ni estaba enamorado, no, eso debía deberse a algo en mal estado que hubiese comido en el almuerzo.

    El chino podía tener todo lo que quisiese frente a él con solo pedirlo y sin embargo lo que conseguía sembrar en él tan felicidad había sido el que Guan Shan aceptase pasar la noche junto a él. ¿Cómo iba a mantener la calma ante aquello?

    En un intento por tranquilizar el tsunami de preguntas que He Tian había sembrado en él en apenas unos segundos golpeó sus mejillas un par de veces decidiendo seguir el consejo del contrario y poner un poco de música, quizás aquello le ayudaría a sacarle de su mente. Ya contaría con tiempo para lidiar con el más alto cuando este saliese del baño, el pensamiento bastó para volver a hacerle sentir un tímido cosquilleo en Guan Shan y se maldijo a si mismo por verse tan fácilmente influenciado por la mera presencia del chino.

    No fue complicado el encontrar el teléfono del contrario y con suerte conocía la contraseña de este tras las incontables veces que le había visto introducir los números. De por si no se trataba de una combinación complicada, 0001, no podía esperarse más de un idiota de la talla del más alto.

    Por un momento la idea de pasarse por la galería del contrario y borrar todas esas fotos que había tomado de él cuando se encontraba distraído se le paso por la cabeza, rápidamente desistió en ello. No solo despertaría la ira del pelinegro al haber acabado con semejante “tesoro” sino que además no sabía si estaba preparado para presenciar las monstruosidades que podían llegar a haber en la galería de su teléfono.

    Abriendo la biblioteca músical se paseó durante unos minutos en busca de alguna canción que le resultase familiar pasando por curiosidad a las listas de reproducciones creadas. En un primer vistazo no vio nada que le llamase la atención, solo un par de listas de reproducciones para estudiar o hacer ejercicio pero descendiendo un poco más vio algo que le hizo alzar una ceja. Una playlist llamada (Don’t Close Mountain).

    ¿Por qué tenía He Tian una playlist con aquel molesto mote suyo? Sin pensar demasiado en ello le dio al play, una más que conocida melodía llegó a sus oídos. “Say you won’t let go”, con que ese el título que el pelinegro se había negado a desvelarle. Curioso por saber la letra de la canción realizó una pequeña búsqueda en internet, lo que encontró bastó para hacerle abrir los ojos como platos. “Di que no me te irás”, si el título no le bastaba el resto de la letra le confirmaba que el amor se trataba del tema principal de la canción. Tratando de buscar alguna excusa para aquello, pasó a la siguiente canción y la siguiente a ella. Unas cuantas búsquedas en Google le bastaron para cada descubrir el significado que estas guardaba, cada traducción aumentaba aquel nudo que se le había formado en la boca del estómago.

    No solo se trataban de canciones románticas, además reflejaban un anhelo y vulnerabilidad que pocas veces había podido percibir en el contrario y esas canciones iban dirigidas a él. Poco le costó sumar uno más uno y sacar sus propias conclusiones. He Tian le quería, no había manera de negarlo con una prueba tan sólida como ella frente a él y eso le asustaba. Reconocer los sentimientos de He Tian significaba tener que hacerle frente a sus propias emociones, las mismas que llevaba tanto tiempo ocultando en el fondo de su pecho y las que no creía encontrarse listo para reconocer.

    — Estaba esperando a que vinieses a ducharte conmigo, eres un aburrido. — Tan abstraído estaba en sus propios pensamientos que no notó el regreso del pelinegro quien en un intento por despertar otro de sus enfados pegó su cabeza mojada contra la espalda del contrario. Al ver la falta de reacción alzó en rostro tratando de ver que era lo que le tenía tan distraído no esperando encontrarse al pelirrojo con la mirada fija en su móvil. Poco tardó en atar cabos y arrebatarle el aparato de las manos consciente de que su secreto había sido descubierto. — Mo, te lo puedo explicar. — Cualquier intento por ofrecer una explicación fue cortado por el menor.

    — Me tengo que ir. — Esperaba su furia o negación pero en el rostro del pelirrojo no se apreciaba ninguna emoción. Neutro, completamente desprovisto de algún indicador de cómo se sentía.

    Antes de que el más alto pudiese realizar pregunta alguna Guan Shan corrió del lugar con toda la fuerza que sus piernas le permitían. Era un cobarde que no podía hacerle frente al más alto, no al menos por ahora. Solo se detuvo cuando perdió de vista el bloque de apartamentos con la respiración alterada y las piernas luchando por mantener su peso ante tan repentino esfuerzo. Sentía una opresión en el pecho que sabía no era causa de la carrera, no, incluso cuando su corazón retornó a su ritmo normal seguía ahí. Se apoyó en la primera pared que vio volteando la vista hacia la dirección de la que había venido.

    Parte de él deseando que He Tian hubiese ido tras él, de que en cuestión de segundo distinguiría su figura en la lejanía. El paso de los minutos le confirmó que ese no era el caso. No había ni rastro del contrario.

    Y eso estaba bien, pensó. Eso era justo lo que quería.

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    Era extraño, el no contar con la presencia del pelinegro junto a él. Ningún brazo alrededor de sus hombros que apartar, ningún comentario subido de tono que refutar, ninguna persona que irrumpiese en su clase durante los descansos.

    Tras lo sucedido el día anterior había tratado de evitarle a como diese manera, empezando por salir un cuarto de hora antes de su casa para no tener que cruzarse con él y evitarle como si de la peste se tratase durante el horario escolar. Al contrario de lo que había esperado el pelinegro había mantenido la distancia, normalmente rodeado de su sequito de fans, aun cuando a veces podía notar la mirada del menor de los He clavada en él. Le quedaba claro que si quería solucionar lo ocurrido tendría que ser él quien diese el primer paso.

    Pero qué iba a hacer. He Tian estaba enamorado de él, quizás eso era lo único que tenía claro sobre la situación, pero al tratar de aclarar sus propios sentimientos hacia el contrario lo único que conseguía era un dolor de cabeza que no se marchaba en todo el día. No, el pelinegro no le era indiferente, su cuerpo parecía reaccionar ante el más mínimo de sus roces y de manera inconsciente tendía a buscarlo entre la multitud. Tampoco podía ignorar el sonrojo que se apoderaba de su rostro ante su cercanía. Su amistad no había empezado en los mejores términos y hubo momentos en los que de verdad llegó a temer al pelinegro pero con el paso de los meses la cantidad de momentos agradables superaba con creces a los malos recuerdos.

    Ok, en el caso de aceptar que quería a He Tian, ¿ahora qué? Eso no quitaba las barreras que había establecido alrededor de su persona y las propias de He Tian, y su completa inexperiencia en el campo amoroso. Sus personalidades chocaban de manera constante y sus vidas no podían ser más dispares, una relación entre ellos sería una bomba de relojería que tarde o temprano terminaría por estallarle en la cara.

    Había una parte de él que no se creía merecedor de He Tian. Mo no idealizaba al chico como lo hacían el resto de estudiantes, lo cierto es que el chino era más sombras que luces y su lista de defecto no se encontraba precisamente vacía. Eso no eliminaba sus cualidades, su valentía, su desinterés y lo protector que era con los que eran cercanos a él. Incluso con todas sus imperfecciones el pelinegro se encontraba muy fuera de su liga, podía elegir a quien quisiese y sin embargo había elegido a Guan Shan sin dudarlo.

    Y de nuevo volvía al punto de inicio sin sacar nada en claro, su propia mente iba a acabar con él. El pelirrojo no se caracterizaba por darle demasiadas vueltas a las cosas, seguía a su instinto antes que a su parte racional, pero actuar guiado por su impulsividad no le iba a conseguir nada bueno, nunca lo hacía cuando se trataba de He Tian y había algo en él que le hacía querer contemplar todas sus opciones con recelo. El chico era demasiado importante para él como para arriesgarse a hacerle daño por una decisión temeraria.

    — Deberías hablar con He Tian. — Creía que había imaginado aquella voz pero al alzar el rostro se encontró con Jian Yi observándole en las escaleras. Frunció el ceño ante sus palabras, ¿acaso se creía que no lo sabía? De ser tan simple ya lo habría hecho pero su orgullo e inseguridades constituían unos obstáculos difíciles de sortear.

    — No me digas que hacer. — Murmuró ignorando la mirada del rubio subiendo las escaleras en dirección a su salón. En cuanto pasó por el lado del contrario este comenzó a seguirle el paso negándose a dar su conversación por terminada.

    — ¿Entonces vas a seguir evitando a He Tian? Y Zheng Xi me llama a mi infantil. — Tenía que admitir que las palabras del rubio acertaron de lleno dañando su, ya de por sí, malherido orgullo. — Así que hay problemas en el paraíso. —

    — Para de incordiarme, tú no sabes nada de mí y el bastardo. — Terminó por saltar, aquella semana sin tener contacto alguno ya había hecho mella en su explosivo carácter y el escuchar al rubio recordarle lo inmaduro que estaba siendo no ayudaba en nada.

    — Sé que tú le quieres y él te quiere a ti. —Dijo sin un ápice de la duda que llenaba el corazón de Guan Shan en sus palabras. Por primera vez no se molestó en tratar de negar su afirmación, si alguien tan despistado como Jian Yi se había dado cuenta de sus sentimientos el tratar de seguir ocultándolos era en vano.

    — No es así de simple. — Musitó deteniendo su caminar y enfocando su mirada en el suelo. Pues claro que no era simple, nada que concernía al pelinegro era sencillo de tratar y al añadir al pelirrojo a esa ecuación solo aumentaba la dificultad. Había demasiada variables que considerar y Guan Shan nunca había sido un prodigio en las matemáticas.

    —No, quizás no lo es pero es un buen punto en el que empezar. — Cuando más pensaba en esas palabras más sentido veía tras de ellas. Se estaba centrando tanto en todos los obstáculos y dificultades que podría haber en su relación hasta el punto de que casi no tenía en cuenta los sentimientos de ambos como prioridad. Fuera de cualquier etiqueta o definición que se le pudiese asignar a lo que había entre ellos, He Tian quería a Mo y el sentimiento era correspondido. —Mira, somos adolescentes, es normal tener duda sobre básicamente todo pero huir de He Tian no va a solucionar nada. — Le sorprendía la seriedad que mostraba el rubio, ya acostumbrado a su personalidad jocosa e infantil.

    —¿Por qué me estás diciendo todo esto? — Cuestionó.

    —Porque eres mi amigo. — De nuevo sus palabras contaban con una convicción que hacía que el corazón del pelirrojo se estrujase. Hace unos meses casi le pega una paliza y ahí se encuentra diciendo ser su amigo sin pizca alguna de rencor en su voz. Jian Yi era demasiado bueno para su propio bien. — Y porque no quiero que He Tian vuelva a interrumpir mis momentos con Zheng Xi. — Retiraba lo dicho, Jian Yi era tan perverso como el propio He Tian.

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    Nada. Por mucho que no desviase la atención del móvil no se le ocurría que escribirle al pelinegro. ¿Debería disculparse directamente? ¿Romper el hielo primero? ¿Saludarlo como si nada hubiese pasado? Sus manos no paraban de escribir para a los pocos segundos borrar lo escrito, descontento con el contenido del mensaje. Aceptando que no llegaría a ninguna parte tiró el móvil a la cama antes de acostarse de seguido en esta. Tenía que hablar con He Tian, de eso no le quedaba duda pero el hablar por teléfono le hacía darle más vueltas de las necesarias a sus palabras. Quizás debía simplemente presentarse en casa del más alto y esperar que su cerebro formase algún pensamiento coherente. Llegados a aquel punto cualquier alternativa le parecía valida si con ello conseguía con aquella guerra fría entre ambos.

    El sonido de una notificación le hizo recuperar su teléfono del borde de su cama esperando encontrarse con algún mensaje de su madre o Jian Yi para su sorpresa el remitente del mensaje no se trataba de otro que el chico que no había abandonado su cabeza a lo largo de la semana. El mensaje era corto y simple:

    “Ven a mi apartamento, es una emergencia.”

    Si estaba esperando por una excusa para ir a visitar al pelinegro aquella era la ocasión perfecta.

    El sol se había escondido en el suelo para cuando llegó al departamento del mayor, con la respiración agitada de correr hasta el lugar por la supuesta llamada de auxilio emitida por el contrario. No era la primera vez que este había fingido estar en apuros para llamar su atención pero no iba a arriesgarse a que por primera vez no fuese así y He Tian le necesitase sin él estar ahí.

    Al llegar la puerta del lugar se encontraba abierta, ningún seguro que le impidiese entrar y las luces del salón estaban apagadas dificultándole el ver. Al prender estas pudo apreciar la figura del chino en el sofá cubierta casi en su totalidad por una manta. Dejo salir un suspiro de puro alivio al ver su figura, si estaba en el apartamento nada malo podía haberle pasado. Con rapidez se acercó a él.

    — Has venido. — Habló el pelinegro una vez se encontrada frente a él su mirada clavada en su persona. He Tian no estaba bien, quizás aquella falsa sonrisa podía engañar a cualquiera de las chicas que se dedicaba a suspirar por él en el instituto pero la falta de aquel característico brillo de malicia en la mirada del más alto hacía sonar todas las alarmas. Observándole de cerca no había marca de daño físico pero sentía que algo estaba jodidamente mal, ¿quizás otra pesadilla del tipo que había tenido en su casa? Esperaba que ese no fuese el caso pero las marcadas ojeras en el rostro del mayor apoyaban esa teoría.

    — Me has llamado. — Se limitó a responder arrodillándose frente al sofá para ponerse a la altura del contrario.

    — De saber que con un mensaje dejarías de ignorarme lo habría hecho mucho antes. — Incluso con un aspecto tan derrotado seguía sabiendo darle donde más le dolía, pero no iba a contradecirle, al fin y al cabo estaba en lo cierto respecto a que le había evitado a como diese forma. — No me siento bien, pequeño Mo. Cuida de mí. — Explicó bajando del sofá para envolver sus brazos alrededor del cuello del pelirrojo, dejando reposar su cabeza contra el pecho de este, la cobija todavía cubriendo parte de su cuerpo.

    Podía notar como la temperatura del otro era un tanto elevada, no hasta el punto de tratarse de una fiebre pero si una pequeña destemplanza. Por como todas las ventanas de la residencia se encontraban abiertas de par en par y la tendencia del contrario de andar sin camisa por casa presentía que se trataba de un simple resfriado mal tratado.

    No le sorprendía ser la primera persona a la que avisase de su mal estado al fin y al cabo poco contacto había visto entre He Tian y su familia y por lo que sabía la relación entre ellos no era precisamente utópica.

    — Es solo un simple resfriado, deja de actuar como si estuvieses a punto de morirte. — Se burló tratando de ocultar lo avergonzado que estaba por tan repentina cercanía, tras una semana entera sin el más mínimo toque por su parte las mariposas que se habían instalado en su estómago parecía haberse vuelto locas por la ansiada cercanía.

    —Es una emergencia, ¿y si la cosa va a peor? No puedes dejar a un moribundo solo, eso es bajo incluso para ti. — Razonó casi como si de un niño regañado se tratase enterrando todavía más su cabeza en el pecho del pelirrojo como si aquello le diese fuerza a su argumento. — Me sigues debiendo un estofado. —

    —Lo sé. — Se limitó a decir dejando que el silencio se adueñase de la habitación, simplemente disfrutando de la presencia del contrario. Sabía que el estado del pelinegro no se podía deber únicamente a un simple resfriado (por favor, incluso con su mano sangrando no había expresado signo alguno de molestia), había algo más que le había quitado el sueño en las noches y que no le dejaba de darle vueltas en la cabeza. — Te pasa algo. ¿Quieres hablar de ello? — Ofreció un tanto incómodo, si bien quería ser el hombro en el que He Tian pudiese apoyarse no sabía cómo ofrecer aquella ayuda.

    — No, estoy bien así. Contigo. — De nuevo sus palabras parecían convertirse en golpes que trataban de destruirle por completo, aunque esta vez de un modo completamente distinto a su habitual tira y afloja. De tratarse de otra situación, y de no tener conocimiento alguno de la jodida playlist, hubiese tomado las palabras del más alto como una de sus continuas bromas (otro de sus interminables intentos de avergonzar al pelirrojo) pero la calidez que inundaba su voz al pronunciar aquel “contigo” era innegable incluso para sus sordos oídos. No había ni un deje de mentira en sus palabras y aquello despertaba en él un remolino de emociones con el que no estaba preparado para lidiar, por una parte quería acurrucar todavía más cerca al pelinegro contra su pecho y de igual manera quería zafarle de encima suya y salir por la puerta de aquel departamento.

    — Apestas. — El contrario dejó salir un gruñido ante su comentario, indicando que le había escuchado pero que no pretendía hacer nada para remediarlo. Con cierta dificultad se alejó de He Tian a pesar del forcejeo de este para no perder la cercanía teniendo que conformarse con sujetar la muñeca de este con más fuerza de la necesaria, casi en un intento por cerciorarse de que Mo estaba ahí, de que su pesadilla se trataba solamente de un tonto sueño.

    — No te vayas, te pagaré si te quedas. — Aquellas palabras le hicieron rechinar los dientes, como si estas hubiesen sido como una puñalada directa al corazón. ¿De verdad He Tian le creía tan ruin como para dejarle en semejante estado? ¿Acaso pensaba que solo aguantaba su compañía por su dinero? Guan Shan sabía que era alguien difícil de tratar, si su apariencia y reputación no eran suficiente para alejar a cualquier potencial amigo su rudo vocabulario y personalidad tosca cumplían con el objetivo sin demorarse demasiado. Pero el más alto era diferente a cualquier otra persona que hubiese conocido antes. Joder, no iba a decirlo ni aunque le pusiesen un arma contra la sien pero He Tian era importante para él.

    La verdad le golpeó con una fuerza mayor que el mayor puñetazo que He Tian pudiera haberle propinado. Todo eso era su culpa, había huido del contrario como si la peste se tratase por la incertidumbre de qué hacer con sus recién identificados sentimientos y el pelinegro había interpretado aquello como un rechazo, porque era lógicamente lo que parecía pero Mo no se trataba precisamente de alguien movido por la lógica (todo lo contrario de hecho). El más alto le había compartido el más profundo de sus miedos, el ser abandonado, el que el pelirrojo se fuese de su lado para ser más precisos. ¿Y qué había hecho el de orbes rojizos? Alimentar dicho miedo hasta derrumbar por completo la fuerte fachada de He Tian.

    — No necesito tu puto dinero, He Tian. Si me quedo es porque me da la gana. — Espero una respuesta jocosa más el menor de los He se limitó a aflojar progresivamente su amarre, todavía dudando de si Guan Shan abandonaría el apartamento de nuevo. —Ve a darte una ducha, yo veré que puedo prepararte de comer, es un milagro que no te hayas muerto de hambre. — Con cierta reticencia el pelinegro terminó por dejarle ir un tanto molesto por la distancia que volvía haber entre ellos pero tranquilo una vez se cercioró de que el pelirrojo no repetiría su huida.

    Al rebuscar en la cocina encontró lo mismo que la vez pasada, puros fideos instantáneos. Sin duda no se trataba de la mejor comida para contrarrestar un resfriado pero con ello tendría que conformarse por el momento. De vuelta al salón no había ni rastro del dueño del apartamento, unos pocos minutos y ya le perdía de vista. Poco tuvo que buscar para encontrarle en el balcón del apartamento, sentado en el suelo de este y admirando las vistas que la ciudad le ofrecía. Mo frunció el ceño ante aquello, ¿con un resfriado y se iba a exponer al frío de la noche? A veces se le olvidaba lo idiota que era el más alto, al menos tenía una manta que le cubría, ese era su único consuelo.

    Observando la figura del contrario respiró profundamente una última vez, tenía que sacar todo aquello que había permanecido escondido en su pecho durante tanto tiempo y de no encontrar el valor en ese momento no lo haría en ningún otro.

    — ¿La playlist va en serio? — Se atrevió a preguntar por fin tomando asiento junto al más alto en el balcón. No tenía sentido seguir aplazando una conversación que debían de tener más pronto que tarde.

    — Sí. —Dijo seriamente, sin rastro alguno de diversión en sus palabras o rostro. Ni el mismo lo creía pero comenzaba a echar de menos esa sonrisa cargaba de malicia y travesura que el más alto solía portar, si bien apreciaba el poder observa a He Tian en sus momentos más vulnerables dicha vulnerabilidad no iba con él. Quería de vuelta al He Tian que buscaba la más mínima excusa para molestarle, ese que establecía contacto físico cuando era completamente innecesario, el de los comentarios salidos de tono.

    — ¿Por qué no dijiste nada? —

    — Pequeño Mo…todo este tema de los sentimientos me supera, supongo que en eso estamos a la par. — Rio suavemente antes de seguir hablando. — No sé expresarme en palabras así que supuse que la mejor manera era a través de la música, pero se me olvido que eres un idiota que no se entera de las cosas hasta que se las gritan a la cara. — Tras ello se estableció un nuevo silencio entre ellos. Desde luego He Tian tenía razón cualquier intento de este por revelarle sus sentimientos habría sido tomado como una broma. — Momo, de verdad me gus…—

    — Cállate y escucha. — Interrumpió el pelirrojo sacando del bolsillo de su pantalón su móvil junto a sus auriculares, todo bajo la atenta y confundida mirada del más alto. Le entregó uno de los auriculares al contrario y tras rebuscar un poco le dio al play a la canción.

    No, Mo tampoco contaba con la soltura suficiente para proclamar su amor a los siente vientos, pero no necesitaba hacer eso. La única persona que debía estar enterado de sus sentimientos era el pelinegro. Y tal y como había dicho las palabras no eran su mayor fuerte por lo que había decidido usar el mismo método que el menor de los He, transmitir con una canción lo que se negaba a salir por su boca. “There for you” era la canción que sonaba y la que había elegido para hacerle saber al pelinegro que sin importar el qué quería permanecer a su lado, que el miedo de que Guan Shan le abandonase era completamente irracional.

    Quería hacerle comprender el terremoto de emociones que le estaba sacudiendo, todas ellas provocadas por él. A medida que la canción avanzaba encontró el valor de tomar la mano del mayor, no un roce discreto, envolvió su mano en la del contrario sintiendo como los colores se le subían al rostro. Se sentía bien, la calidez que llenaba su cuerpo al sostener su mano, Guan Shan no habituaba a ser quien comenzase con el contacto físico pero podía llegar a acostumbrarse a ello, a esa agradable sensación que le nublaba la mente.

    — ¿Y esa canción, que tratas de decirme? — Molestó el pelinegro una vez la canción dio por terminado comprendiendo por completo lo que Guan Shan quería trasmitirle pero ansiando molestar un poco al pobre chico.

    — No me hagas tener que decirlo en voz alta, bastardo. — Dijo evitando la mirada del contrario solo volteando a verle una vez notó la mano del más alto posándose suavemente en su pómulo reduciendo la distancia hasta el punto donde podía notar hasta la más mínima imperfección de su rostro. Se sonrojó ante la cercanía mas no hizo intento alguno por separarse. Quería acabar con los pocos centímetros que los separaban, el sentir esos labios que habían ocupado de forma involuntaria tantos de sus sueños. Esperó a que He Tian se lanzase hacia él pero la distancia que los separaba se mantuvo con el paso de los segundos.

    — ¿Puedo besarte? — Preguntó. Aun sin palabras de por medio sabía lo que pasaba en esos momentos por la cabeza del azabache, su primer beso tras la cancha de baloncesto. He Tian no quería que algo así se repitiese de nuevo, no quería que Guan Shan se sintiese asqueado de él al rebasar sin permisos esas barreras que con tanto aferro había construido alrededor suyo. En definitiva, no quería aprovecharse de él.

    Atrayendo con sus manos el rostro de He Tian posó sus labios sobre los del contrario a modo de respuesta. No tenía mucho con lo que comparar los labios de He Tian, su experiencia en el campo amoroso era nula, pero podía afirmar con certeza que aquel beso se sentía como el paraíso que llevaba tanto tiempo negándose a sí mismo. Sentía como todas las mariposas en su estómago explotaban de manera simultánea sembrando en él un cosquilleo que se extendía hasta la propia planta de sus pies. No podía creer como un gesto tan simple era capaz de sembrar en él tanta felicidad.

    El beso no se prolongó más que un par de segundo y aun así la respiración del menor se encontraba alterada y su rostro enrojecido como si hubiese corrido un maratón. He Tian sonrió ante aquello enternecido por la vista. Quería recortar de nuevo la distancia y capturar esos labios un cientos de besos más pero por el momento trataría de contenerse, ya tendría tiempo para colmar al pelirrojo de sus besos.

    — Entonces no me vas a abandonar. — Murmuró el pelinegro afianzando el agarre que ejercía sobre su mano.

    — Idiota, no tengo forma alguna de librarme de ti, tú te has asegurado de ello. Y aunque la hubiese no lo haría. — Las últimas palabras no fueron más que un susurro que de no tratarse de la cercanía que compartían se habrían perdido en el viento. No, no estaba preparado para soltar esas dos famosas palabras pero poco a poco esperaba poder hacer caer esas barreras que había creado alrededor de su corazón y poder poner en palabras lo que solo podía expresar a través de la música.

    — ¿Es eso una declaración, pequeño Mo? — Murmuró el menor de los He alzando el rostro de su hombro para mirar, tan cerca de él que podía sentir su respiración golpeando su rostro. Su sonrisa traviesa haciendo por primera vez acto de aparición esa noche.

    — Cállate de una vez y vuelve a poner la música. — Ordenó mientras un suave sonrojo comenzaba a extenderse por su rostro. El contrario no tardó en seguir dicho comando guardando silencio y dejando que fuese la música la que hablase por ellos.

    Oh no, sin duda les quedaba mucho de lo que hablar y discutir, demasiados problemas que todavía no contaban con solución alguna y un enredo de sentimientos que no terminaban por ser expresados. Pero por ahora aquel idioma entre ellos era más que suficiente para comunicar todo lo que se les atragantaban a ambos. Por una vez tenía que darle la razón al dicho, la música se trataba del lenguaje del alma.
     
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    Pídeme solo un deseo, amo....

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    100% activa en roles, si se quiere un rol conmigo mandame mp y lo hablamos :3

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    Una gran historia, me encanta esta pareja y poder leer algo de ellos tan bien redactado y hermoso me encanta, además sin perder el toque de esta hermosa pareja en ningún momento.

    Felicidades por tan buen fic, el esfuerzo ha merecido la pena enormemente.
     
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    ¡Oh! Bonito, muy bonito, cielo.

    Amo a esta pareja con locura, y me ha encantado tu narración. El escrito es adorable, y déjame decirte que las canciones escogidas son geniales (no me lo estás preguntando, pero "There For You" es una de mis canciones favoritas).

    Leer de esta forma es todo un placer. Muchas gracias por tomarte el tiempo de redactar este tierno fic.
     
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2 replies since 29/8/2019, 17:51   577 views
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