♡ 𝓣𝓱𝓮 𝓸𝓽𝓱𝓮𝓻 𝓼𝓲𝓭𝓮 𝓸𝓯 𝔂𝓸𝓾 ♡

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    Yo lo miraba...
    y puedo jurar que no me quedaban ganas de mirar a nadie más.
    En ese preciso momento, comprendí que los ojos; siempre,
    siempre le pertenecen a la persona que los hace brillar.



    Yoshio Okuma
    SPOILER (click to view)
    Datos Generales
    Nombre: Yoshio Okuma
    Edad: 17 años
    Cumpleaños: 02 de enero / Capricornio
    Orientación sexual: Homosexual / Versátil
    Nacionalidad: Japonesa con ascendencia china.
    Ocupación: Estudiante
    Lugar de residencia actual: Tokio, Japón. Apenas se acaba de mudar de Osaka.

    Historia
    Nació como el hijo único de Hazuki Okuma y Sakura Luo (Yinghua, su nombre chino). Sus padres se casaron jóvenes, en un romance juvenil que se pensó que duraría a pesar de las adversidades. La familia de Sakura no quería que se fuera de China con aquel extranjero que no les daba buena espina, pero ella, como la enamoradiza que siempre fue, creyó que su amor duraría toda la vida.

    Hazuki al inicio fue un amor, pero cuando económicamente las cosas comenzaron a ir mal, su entrenamiento militar fue usado para violentar a su esposa. Las cosas mejoraron cuando quedó embarazada, creyendo que un hijo ayudaría a calmar a su esposo, puesto que estaba feliz al enterarse de que tendrían un varón.

    Sakura recibió ayuda de sus hermanos y puso una florería ya que su afición eran las plantas. Hazuki no hizo gran escandalo porque tenían un buen ingreso con el trabajo de su mujer. Al nacer Yoshio, las cosas fueron bien por un tiempo, pero cuando Hazuki comenzó a ver conductas extrañas en el pequeño osito de cuatro años, conductas que catalogaba como afeminadas.

    El maltrato volvió.

    Hazuki se volvió un alcohólico para lidiar con los trabajos de mierda que conseguía y perdía por su malhumor, ¿por qué Sakura continuó allí? Ingenuamente pensó que lograría que ese hombre cambiara, pero estaba equivocada. Hazuki era una planta que no importaba cuanto regaran, estaba marchita. Ella intentó proteger a su hijo de los abusos del padre, pero a veces terminaban los dos algo golpeados. Disfrutaban cuando Hazuki se marchaba a buscar trabajos fuera de Osaka y así Yoshio ayudaba a su madre con la florería.

    El pequeño Yoshio aprendió a reprimir sus emociones ya que su padre se enojaba si lloraba, si sonreía mucho, si actuaba lindo, si mostraba interés por cosas que hacían las mujeres, así que intentó ocultar sus pasatiempos.

    A los 10 años, su madre cayó enferma y le detectaron un problema en los riñones. Desgraciadamente su condición empeoró y terminó falleciendo. Allí su tortura comenzó. Hazuki lo usaba como saco de boxeo casi todos los días. Se ocupó de las tareas domésticas, volviéndose muy bueno para cocinar los platillos que le enseño su madre y los que le exigía su padre, aprendió a remendar ropa porque su padre no le compraba ropa nueva o arreglaba su uniforme, se volvió prácticamente un sirviente que se preocupaba por un hombre borracho que lo golpeaba casi todos los días.

    Incluso para ganarse dinero extra a veces aceptaba trabajos como ayudante en una constructora o en un restaurante de ramen, aunque la paga fuera mínima. Al regresar a casa, ocultaba parte del dinero en sus zapatillas para que su padre no se lo arrebatara todo.

    Reprobó un año en la preparatoria Abeno porque los chicos comenzaron a buscarle pelea ya que las féminas se sentían atraídas por él y aprendió a pelear. Ya estaba harto, tenía que soportar a un alcohólico en su casa, tenía que trabajar como un maldito burro y ahora la escuela era un infierno también. Los directivos decidieron que era un chico problemático y se deshicieron de él ya que sus calificaciones no eran las mejores.

    La paliza de ese día, lo dejó tirado en cama por dos días. Su padre casi le rompe el brazo.

    A los meses le llegó una oferta de trabajo a Hazuki, pero sería en Tokio. Las cosas iban a cambiar para mejor, eso pensó inocentemente Yoshio. Su padre lo inscribió en Kudan, después de todo, una basura como su hijo, solo podía rodearse de más basuras.

    «Esta escuela tiene más chicos, maricón de mierda. Si tienes pensamientos graciosos, te mataré.»

    Sí, esas fueron sus palabras días antes de entrar a su nuevo colegio. Si actuaba rudo y serio, alejaría a los chicos y no podrían ver a través de él. Nadie debía descubrir su maldito secreto.

    Nadie.

    Extras
    🐻Sangre O+
    🐻Horóscopo chino: Cabra/Cabra de metal.
    🐻Su color favorito es el verde.
    🐻Sus flores favoritas son las camelias rojas o las flores rojas en general.
    🐻Sabe coser y tejer.
    🐻Ama cocinar, pero los postres se le dan fatal. No todos saben culero, pero en presentación es un desastre.
    🐻Aprendió algunas técnicas de pelea gracias al entrenamiento militar de su padre, pero principalmente fue para defenderse de las palizas que le metía.
    🐻Su deporte favorito ahora mismo es el béisbol. Le relaja lanzar la pelota. En la primera y segunda línea, debido a su fracaso amoroso, lo odió y por eso escogió natación. Es un gran atleta.
    🐻 Es muy malo memorizando teoría. Se le dan las cosas prácticas, pero no se le graban las fórmulas o teoría.
    🐻Le encantan los postres o dulces de miel.
    🐻Sabe hablar chino mandarín y cantones fluidamente.
    🐻 Atrae mucho a los animales, sobre todo a las aves. Cuando está tranquilo, es normal que los pájaros descansen encima de su cabeza.
    🐻Le tiene miedo a las inyecciones o vacunas.
    🐻Odia las cosas amargas, es el primero en detestar la medicina china tradicional.
    🐻Es MUY sensible de las orejas, es la razón de que nunca se las perforara.
    🐻Mantiene contacto con Miko, quien fue su novia falsa en Abeno, pero en esta línea no hicieron esto y quedaron como buenos amigos.
    🐻Es sensible también en la parte baja de su espalda, por encima del trasero.
    🐻Tiene hoyuelos de Venus.
    🐻Le gustan las películas de Disney.
    🐻A veces se queda a dormir en cybercafes cuando sabe que su padre está muy ebrio.
    🐻Cree mucho en el destino. Es de los que adora ver la compatibilidad en signos, cree en las almas gemelas y es un cursi de primera.
    🐻Debería usar lentes, pero no le gusta. Por eso en el futuro no alcanza a ver de lejos, pero ha evitado que descubran su secreto.
    🐻Le gustan los chicos fuertes.
    🐻Una vez descargó grindr en su celular, pero le asustó perder su virginidad con un desconocido. Yoshio, a pesar de estar traumado con el amor y terminar como su madre, quiere creer que si existe.
    🐻Le gusta la carpintería. Muchos muebles de su casa fueron hechos por él.
    🐻Es muy bueno bailando, pero le da pena en esta línea.
    🐻Mide 1.78 c.m.

    Apariencia
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    I
    II
    III
    IV (su corte en la secu)

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    No sabía qué es lo que esperaba de parte de su padre, Hazuki, pero ciertamente Kudan era una nueva forma de castigarlo por ser una deshonra como hijo. Abeno era una escuela que tenía mejor prestigio que Kudan, pero su padre fue muy sincero.

    «Eres un estudiante basura, así que mereces una escuela de esta categoría. Recuerda Yoshio, si me entero que estás teniendo pensamientos torcidos, voy a enderezarte a punta de golpes.»

    No había dulzura en su voz, ni siquiera una palmada en su hombro dándole algo de apoyo. Apenas se estaba curando de la golpiza de hace unos días, su cuerpo estaba adolorido, pero la medicina natural que aprendió a hacer, funcionaba todo el tiempo.

    Mañana comenzaría una nueva etapa y esperaba que le fuera mejor en este bachillerato. Había reprobado un año, así que tendría más edad que sus compañeros. Ya suficiente tenía con que su padre lo tachara de fracasado, no deseaba que los demás hicieran lo mismo. El trabajo que le ofrecieron a su padre como guardia de seguridad en un centro comercial, lo mantenía ocupado. Esperaba que no lo corrieran tan pronto.

    Comenzó a recoger las botellas de cerveza y vino del suelo. Su padre estaba desmayado sobre el sofá mientras roncaba fuertemente. Kuma se acercó sigilosamente y con miedo, lo abrazó torpemente. Era la única forma de tener algo de cariño de parte de ese hombre duro.

    —Ojalá me quisieras, papá.

    No podía llorar.

    No tenía permitido llorar.

    Lo soltó antes de que se despertara y le diera otra paliza peor. Barrió el departamento y lo trapeó, hizo la colada y luego se fue a preparar la comida para que su padre comiera algo de sopa y no le diera resaca cuando se fuera a trabajar a la mañana siguiente. Tapó aquel plato con plástico y se fue a su habitación a planchar su uniforme para mañana.

    Era la primera vez que usaría un gakuran. En su anterior escuela el uniforme era muy distinto. Sonrió al verlo, tenía un broche de toro dorado en el cuello. Después de todo, Kudan era un youkai japonés que tenía rasgos de vaca o toro.

    Era una pena que no pudiera adornar su habitación como lo deseaba, si su padre veía una planta o flor la haría pedazos y le lanzaría la maceta en la cabeza. Las detestaba. Le recordaban a Sakura. Se recostó en su cama, evitando agravar su dolor, acomodándose para que los moretones no dolieran en su cuerpo.

    Mañana sería mejor.

    Sí, mañana sería mejor.

    aDiHUWx



    Despertó cuando escuchó algo rompiéndose. Se alarmó y fue corriendo a la sala donde estaba quejándose de la resaca. Había lanzado una botella que se hizo añicos en la pared.

    —¡Tráeme la puta comida de una vez! —se apresuró a obedecer y calentó la sopa en el microondas mientras se la llevaba a su padre. Estaba muy irritado. Okuma permanecía en silencio hasta que su padre terminaba de comer.

    Si no se movía, no existiría.

    —¿Qué esperas, pequeña mierda? Ya alístate para largarte a la puñetera escuela. —se quejó mientras obedecía y se largaba a vestir su uniforme. Tomó su mochila con los libros y algunas carpetas y se fue corriendo a la escuela.

    Siempre fue su escape, aunque no fuera un excelente alumno.

    Kudan no quedaba lejos de su dormitorio. En el camino podía sentir la mirada de los transeúntes. Tenía una buena altura para alguien de su edad, pero su familia china y su padre eran altos. Lo tenía en los genes. Cuando comenzó a llegar a la escuela, la cual lucía algo deteriorada. Notó que tenía mucha vegetación. Había un bosque cerca de ella y al recargarse sobre las rejas de alambre que rodeaban el campus, notó que había una especie de jardín con muchas flores. Resaltaban los girasoles, tan amarillos y grandes. Sonrió ligeramente.

    Al menos aquí podría cuidar de sus amigas las plantas sin que su padre lo golpeara. Entró a la escuela y sintió miradas encima, pero las ignoró. Debía ir a la sala de profesores para que la tutora le indicara su aula. Se dirigió hasta allá y un profesor de alrededor de 40 años lo miró de arriba abajo.

    —Eres muy alto, ¿práctica algún deporte? —pregunto curioso.

    —Béisbol. —dijo con simpleza.

    —Mmm, podrías intentarlo. El equipo es un asco, pero tal vez ayudes a que mejoren. —no sonaba entusiasmado. Sacó una carpeta con papeles de su escritorio desordenado y la hojeó un poco hasta dar con el informe de Yoshio.

    Suspiró pesadamente.

    —Yoshio Okuma, ¿reprobaste un año? Vaya, qué lastre. —frunció el ceño al oír cómo ese adulto lo menospreciaba. Tenía que calmarse, no podía arrastrar más problemas o su padre lo apalearía. El profesor parecía fastidiado.

    ¿Serían todos así?

    —Tu aula es la 2-A, no ocasiones problemas grandulón. —advirtió mientras le señalaba la puerta para que se marchara. Ni siquiera le indicó dónde estaba, lo dejó por su cuenta. Se retiró antes de tirarle los dientes a ese hombre y caminó en búsqueda de su aula.

    No podía dejar de lado la sensación de ser acosado por las miradas, ¡era una pena que estaba en una escuela llena de su tipo ideal! Joder, adoraba a los yankees, eran tan atractivos.

    «Controla tu homosexualidad, Yoshio» pensó apretando los ojos, pero fue una mala señal porque chocó con un tipo con el cabello teñido de rojo y un enorme pendiente en la oreja. Era más chaparro que él, quizá de 1.70.

    —Fíjate por donde vas, mierda. —se quejó, pero al ver a Okuma se quedó petrificado, ¿de dónde salió ese oso gigante?

    —Tú fíjate, chocaste conmigo. —se quejó de mala gana.

    —¡Respeta, pedazo de basura!

    El pelirrojo intentó darle un puñetazo, pero Okuma lo esquivó con facilidad. Había aprendido más defensa que ataque en las clases de supervivencia con su padre. El tipo intentó acertarle un golpe, pero no pudo. Finalmente, Okuma se hartó y le hizo una rápida llave que lo derribó en el suelo mientras se sentaba en su espalda y este se removía debajo.

    —¡Bájate animal!

    —¿No tenías ganas de golpearme? No me provoques, estúpido. —
    dijo con voz grave que paralizó a ese delincuente. Sonaba amenazante. —Te dejaré libre, pero no me busques pelea, ¿comprendes?

    Se levantó y el chico se sacudió el polvo de su uniforme. Okuma lo miró con fastidio.

    —Bien, oye… ¿eres nuevo?

    —Sí, me llamo Yoshio Okuma.

    —¿Okuma? Te queda bien tu apellido, eres como un jodido oso, Kuma-san.

    Quien diría que en esta línea su apodo predilecto se lo dirían el primer tipo que le buscó pelea.

    —¿Y tú?

    —Hinata Yamamoto. —
    mencionó con simpleza metiendo las manos en sus bolsillos.

    —Hinata, ¿dónde está el 2-C? —preguntó dejando de lado los honoríficos y llamándolo por su nombre, una mala costumbre que siempre conservó, pero parecía no importarle a ese chico.

    —Esa es mi aula, te llevo. —comentó con simpleza mientras los dos caminaban tranquilamente. Su día no iba tan mal.

    SPOILER (click to view)
    Te dejó personaje secundario. Quizá sea relevante como amigo del Kuma.

    QUOTE
    Hinata Yamamoto | 16 años | 2-C | Soltero | Aries
    Japonés. Es hijo de madre soltera, nunca conoció a su padre y tiene su apellido materno. Desde pequeño buscó problemas para llamar la atención ya que recibía bullying por no tener papá. Le gusta teñirse de pelirrojo y vestirse con prendas llamativas. Está en el club de basquetbol, pero se salta las prácticas. No tiene grandes aspiraciones, solo quiere su certificado de bachillerato para ponerse a trabajar y ganar dinero para que su mamá no se parta el lomo.
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    Edited by Misery. - 28/4/2024, 20:02
     
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    Datos Generales
    Nombre: Kazuma Shibata.
    Edad: 16 años
    Cumpleaños: 26 de septiembre / Libra
    Orientación sexual: Cree que es heterosexual. Bisexual / Versátil
    Nacionalidad: Japonesa con ascendencia inglesa.
    Ocupación: Estudiante/Ayudante de bodega/Mesero en una casa de té.
    Lugar de residencia actual: Barrio Kamagasaki (Tokio, Japón).

    Historia
    Kazuma es el hijo mayor de Ritsu Shibata y Nora Lewis. Sus padres se casaron cuando apenas empezaban la universidad, debido a que él ya había sido concebido.

    Pese a todo lo que pueda esperarse, la verdad era que su familia japonesa no quería que su padre se casara con una extranjera. Eran bastante conservadores en ese aspecto, en especial porque Nora no estaba dispuesta a seguir un estilo de vida que complaciera a sus suegros en lo más mínimo (aún si estando en Japón, a ojos públicos, lo hiciera). Ritsu, como cualquier enamorado, se mudó con Nora a Inglaterra después de que naciera su segundo hijo (Katsuhiro) y su esposa lo convenciera de que sería mejor irse.

    En sus años tempranos, Kazuma apenas recuerda cómo era el trato de su madre. Hasta que cumplió cinco años, su madre era cuando menos considerada. No obstante, apenas dejó de recibir tanta atención y visitas por parte de sus padres (los padres de Nora), su madre se distanció terriblemente de él. Mientras su padre estaba fuera de casa, trabajando la mayor parte del día, Nora hacía cada vez más diferencias en su trato con Katsuhiro y con Kazuma.

    Era una situación injusta y conflictiva para cualquier niño. Sin embargo, Kazuma nunca llegó a resentirse con Katsuhiro, porque su hermanito era un niño dulce que no quería dejarlo solo ni a sol ni a sombra. Era su mayor compañía y, pese a ser más pequeño, también fue su compañero de travesuras.

    Durante su estadía en Inglaterra, en un pequeño pueblo pintoresco y lleno de mucha vegetación, Kazuma estudió en la escuela multigrado local. Lastimosamente, no habían niños de su edad. La mayoría eran niños mayores que le sacaban unos cuatro años o más; o eran niños de la edad de su hermano, o más pequeños.


    Era difícil congeniar con los demás, la brecha de edad ocasionaba que lo excluyeran de las actividades “porque era demasiado pequeño o demasiado mayor” para jugar con los demás. Y, para colmo, tener el cabello pelirrojo y esponjado provocó que se burlaran de él. Al punto, que empezó a usar un gorro al recibir tantos apodos como “tomate”, “fosforito”, “zanahoria”, “cabeza de ladrillo”, “fresita”, “ricitos de cobre”, “cabeza de óxido”.

    Su convivencia con los otros niños también era complicada porque las profesoras mostraban cierto favoritismo por él, era un niño tranquilo y muy inteligente, sus padres, solían recibir halagos por el desempeño de su hijo mayor. Lamentablemente, pronto las burlas verbales se volvieron agresiones físicas; empujones, meterle el pie y, muchas veces, acosarlo en grupo hasta hacerlo llorar.

    Tenía apenas 5 años cuando su madre decidió meterlo en clases de muay thai, boxeo y judo. Ante los ojos de cualquiera, podría parecer que lo hacía para que su hijo aprendiera a defenderse. En realidad, lo hacía para verlo menos tiempo. En el fondo, Kazuma lo sabía, pero pretendía no darse cuenta. Ignoraba los desplantes de su madre, hasta que regresaron a Japón.

    A sus 10 años, la ignorancia dejó de ser una opción. Ver como los otros padres trataban a sus hijos, comprender cómo su padre lo trataba a él, hizo que se diera cuenta de lo indiferente que era su madre en su trato. Como si nada que proviniera de Kazuma la hiciera feliz.

    Un día, cuando tenía 12 años, escuchó a sus padres discutiendo. Hablaban sobre muchas mierdas. Sobre su divorcio. Su madre hablaba sobre él, y no le importó que sus palabras de esa noche fueran a romperlos: tanto a él como a su padre.

    Kazuma se quedó bajo la tutela de su madre. Fue capricho de la mujer. Honestamente, no comprendió por qué hasta que se hizo lo suficientemente mayor. En los dos años que vivió con ella, atestiguó la capacidad de su madre para desechar todo lo que alguna vez pasó con Ritsu y, con rapidez tan indignante, pronto se volvía a casar con un hombre adinerado.

    Kazuma era el boletito de oro de Nora. Su nuevo esposo, de forma aterradora, compartía varias características físicas que, a simple vista, podrían hacer parecer que tenían parentesco. Aquel hombre no podía tener hijos, Nora lo había engatusado con una personalidad falsa tan dulce que daba náuseas, con la premisa de tener un hijo tan inteligente que iba al prestigioso instituto Nishimachi, en el cual Kazuma adelantó dos años.

    Todo su esfuerzo en la secundaria de ese instituto, sus últimos intentos por hacer feliz a esa bruja y que finalmente lo mirase, reventaron cuando se enteró de que su madre no dudó en tomarlos y exhibirlos en un puto aparador para atrapar a un pobre estúpido al cual sacarle todo lo que pueda. Le pareció tan repulsivo, que no dudó en destrozar el asqueroso teatro de su madre y, sin previa consulta, hacer todo cuanto pudo para ser transferido al instituto Kudan.

    Fue más fácil de lo que pensó: bastó con falsificar la firma de su madre y golpear al estúpido y fastidioso hijo del director del instituto. ¡Voilá! Su transferencia fue aprobada como pan caliente, aun si quisieron convencerlo de lo contrario y ubicarlo en cualquier otra preparatoria que no fuese tan jodida en reputación como Kudan.

    Tenía apenas 13 años cuando ingresó a ese instituto endemoniado y “arruinó” su vida rodeándose de escorias y basura humana. ¿Qué más da? Kudan estaba llena de delincuentes y tipos rudos, sin ningún respeto a los profesores o personal escolar. Era una puta jungla. Por supuesto que intentaron intimidarlo y darle una golpiza como “tradición de bienvenida”. Sin embargo, Kazuma ya no estaba de humor para nada y le rompió la cara a todos los que lo intentaron.

    La verdad, es que no lo planeó, pero apalizó a sus compañeros de grado (primero de bachiller) y a sus seniors de los dos grados superiores al suyo. Su malhumor hizo que luciera como un perro callejero y rabioso, amargado con la vida y enojado hasta con el aire. ¿Quién diría que todos le tendrían miedo? Porque era un puto demonio que se ha peleado a golpes con los profesores, al que vienen a buscar por otras escuelas en clara desventaja numérica para él y aun así los apalizó, uno al que se han llevado tantas veces a la comisaría por los policías que dan rondines.

    Uno al que temen incluso despertar cuando se queda dormido en clases. Uno al que ya no le dicen absolutamente nada y dejan que haga lo que quiera. Uno que solamente Liv y Feng se atreven a confrontar y convivir cercanamente con él, aunque lo primero implique recibir un patadón. A veces metafórico, pero muchas veces literal.

    Ser alguien desalmado, en una escuela así, nunca impediría que otros de los descarriados de Kudan se le acercaran. Ya sea porque Kazuma era fuerte, o quizá porque podría haber algo en común, quizá seguirlo como su “banchou”. Y eso le daba igual. Pero cuando intentaban conectar con Kazuma, establecer un vínculo de amistad con él, este los repelía violentamente. Siempre lo ha hecho, solamente que con los meses, cuando menos, los maldice y golpea menos cuando quieren cruzar su línea.

    Kazuma Shibata, a sus 14 años, volvió Kudan su infierno. Y, por supuesto, era su puto trasero el que estaba sentado en el jodido trono. Sin embargo, no lo hizo completamente como delincuente. Su apuesta contra Liv a las pocas semanas de llegar, causó que ella lo obligara a tomar el puesto de monitor escolar y poner un poco de orden en todo ese maldito caos.

    Si bien, Kazuma sigue siendo un perro hostil, ya no es jodidamente imprudente como su primer año ahí. Los dos años que lleva en Kudan, de una u otra forma, le hicieron permitirse que Liv y Feng estuvieran cerca de él.

    Un ser tan arisco al que parece que no le importa nadie ni nada, en realidad todavía tiene algo que lo sostiene de caer a un pozo sin fondo. La presencia de su padre y su hermano menor le han permitido conservar el mínimo de decencia cuando está en el instituto. Sin embargo, esa misma “decencia” le ha causado problemas en los últimos dos años, porque terminó convirtiendo sus noviazgos en un secreto muy bochornoso: porque el “sangriento demonio rojo” termina herido por las chicas con las que sale.

    Entre agresividad, se asegura de enterrar esa parte tan vergonzosa de él. Porque una vez que se enamora de alguien, es incapaz de dañarle; se vuelve tan complicado defenderse… No suelta hasta que finalmente lo rompen y todo lo que queda es la amarga desilusión.


    Extras
    🏐 Sangre “A”
    🏐 Horóscopo chino: Gallo/Gallo de agua.
    🏐 Su color favorito es el rojo.
    🏐 Libra. 26 de septiembre de 1993.
    🏐 Nació y vivió sus primeros tres años en Japón, pero de ahí hasta los 10 años vivió en inglaterra, hasta que sus padres regresaron a Japón.
    🏐 Tiene un hermano menor (Katsuhiro) y ya. No tiene primos por parte de su padre ni de su madre.
    🏐 Recién acaba de terminar una relación.
    🏐 Le encantan las patatas con lo que sea y de la forma que sea. Especialmente las patatas fritas.
    🏐 Tiene miedo a volar en avión. Solo lo hizo cuando era muy pequeño (no lo recuerda) y cuando regresó a Japón (hace 6 años).
    🏐 Tenía 12 años cuando sus padres se divorciaron.
    🏐 Su madre se quedó con su custodia, pero eso no impide que Kazuma (en esta línea) visite frecuentemente a su padre y hermanito.
    🏐 Era practicante de muay thai, box y judo, hasta que en su adolescencia (14 años) su padre decidió sacarlo de dichas clases después de que notara que en las prácticas estaba más agresivo e irritado de lo normal.
    🏐 Practica Aikido desde entonces. También fue su “boom” por la afición que tiene al voleibol.
    🏐 Le encanta leer. Tiene muchos libros, mayormente de fantasía/aventura (con algo de romance de por medio).
    🏐 Es monitor estudiantil (contra su voluntad) desde hace 2 años.
    🏐 Tiene 3 perforaciones en la parte superior del hélix de su oreja izquierda, siempre coloca su cabello tras su oreja para que pueda apreciarse.
    🏐 Tiene una cicatriz en el lateral del muslo izquierdo, justo donde no se ve la cicatriz debido a la ropa (en esta línea no la tiene, porque no ha ocurrido el suceso donde le pasa. Y, si yisus quiere, no tendrá que pasar por eso aquí).
    🏐 En secundaria adelantó dos años, pero en prepa tuvo que tomarse un “tiempo sabático” del mismo tiempo. En esta línea solamente adelantó y concluyó la secundaria en Nishimachi (porque no le tocó su evento canónico con la vieja culera de Suzume).
    🏐 Básicamente puede solicitar su certificado e ir de una vez a la universidad, pero decidió aplazarlo para esperar a Liv y Feng con tal de graduarse juntos.
    🏐 Tiene un perro llamado Winston. Winston es un pastor inglés.
    🏐 Se tiñe el cabello de rubio. Es pelirrojo natural.
    🏐 Sus relaciones sentimentales son una mierda. Las mujeres que atrae siempre resultan ser personas muy tóxicas, agresivas y posesivas. La mayoría de sus inseguridades provienen de esas relaciones.
    🏐 Otra razón de que se tiña el cabello es para no escuchar los comentarios de su padre con ser pelirrojo. Realmente su padre es muy cariñoso y solamente bromea con él, lo sabe, pero Kazuma por su inseguridad no puede evitar tomárselo personal. Tampoco le ha dicho nada al respecto.
    🏐 A diferencia de sus compañeros que tienen su época chuunibyou, se jactan de lucir rudos y se meten en las típicas riñas escolares entre ellos, Kazuma está en la posición de lo que se espera de Kudan. Ha mandado tanta gente al hospital y pisado tantas veces la comisaría, que ya todos los policías de ahí lo conocen. Esas últimas dos cosas, claro, su padre no lo sabe.
    🏐 Su padre no sabe que ya no asiste a Nishimachi. Kazuma le mintió e hizo creer que sí.
    🏐 Obviamente, su padre no sabe que asiste a Kudan. No quiere decirle, porque le daría un infarto al pobre hombre. Ya que está en un barrio peligroso, cercano a los barrios rojos.
    🏐 Pese a su pinta de delincuente, con la cual nunca lleva el saco del gakuran y se dobla los pantalones, cuando visita a su padre se viste “como un niño bueno y decente” (un aspecto que es muy parecido a cómo se viste en la segunda línea).
    🏐 Todo el tiempo está de malhumor. Muchas veces se olvida de comer y sufre de insomnio. Por eso suele dormirse en clases o salir al jardín a dormir.
    🏐 Tiene un sitio especial en el jardín de la escuela. Un escondite donde se duerme casi todo el día ya que le relaja.
    🏐 Debido a que suele pasársela en el jardín, casi nadie suele ir más allá de los que están en el club de jardinería. Y es que nadie, NADIE, quiere correr el riesgo de despertar a Kazuma ni tener al perro observándolos con una mirada agresiva mientras ellos hacen sus labores.
    🏐 Además de japonés e inglés, también sabe francés.
    🏐 Es muy inteligente y su capacidad para aprender es abrumadora. Pero actualmente es muy vago porque solamente tiene que “hacer acto de presencia” y ya.
    🏐 Cuando se exaspera, es capaz de faltar a clases por un tiempo. Su enojo es proporcional a su tiempo de ausencia. Mayormente es unos días, una o dos semanas. Cuando se enoja en serio, ha sido capaz de no asistir por un mes completo, casi dos.
    🏐 Pese a su pésimo humor, lo siguen los perros callejeros. Suele alimentar a los que se encuentra en el parque cercano a donde vive.
    🏐 Después de la pelea que tuvo con su madre, se escapó de ella y vivió unos días como un “toyoko kid”. Al menos, hasta que su profesora de Aikido (quien también lo instruyó anteriormente en las otras disciplinas) se lo encontró una noche y le dio una digna tunda.
    🏐 Vive solo desde los 14 años. Dado que se rehusaba a regresar a casa de su madre, encontró donde vivir por su cuenta. Un anciano hizo un trato con él, le dejaría ocupar el departamento de su hijo si trabajaba unas horas como bodeguero por las noches.
    🏐 Pese a eso, visita regularmente a su padre siempre que Kazuma no tenga heridas en el cuerpo.
    🏐 Perdió su virginidad con su primera novia. La verdad es que se arrepiente, porque fue de sus relaciones más efímeras. Fue duro saber que solamente lo usaron para eso y ya.
    🏐 Puede tolerar que le digan “perro callejero”, “perro”, “demonio” y una otra cosa más sin enojarse. Oh, pero le querrá tirar los dientes a quien insinúe que es amable o considerado con la gente.
    🏐 Rehuye a los gestos de cariño o las palabras/discursos dulces. Su respuesta es simplemente: “Que asco”.
    🏐 No llama a nadie (excepto a Liv y Feng) por su nombre. Siempre les pone apodos o, si les llama por el apellido, les dice un apellido equivocado. O se confunde de persona. Es su forma de decir “me importas una mierda”.
    🏐 Mide 1.60cm. Todavía no da el estirón, pero lo hará pronto…


    Apariencia
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    (cuando pasa las vacaciones con su padre)
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    (como "niño bueno")
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    En Nishimachi:
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    aDiHUWx



    Liv y Feng siempre cuchicheaban. Siendo la presidenta de su grado y el monitor derecho, era común que ellos hablaran entre sí. Es más, que hablaran entre ellos junto con el resto del consejo escolar; consistía en los 6 presidentes de grado, porque nadie quería joderse siendo un “presidente de clase”, junto con los 3 monitores escolares.

    Sí, debían estar en la sala del consejo escolar, pero Kazuma nunca había pisado la jodida sala. Se rehusaba rotundamente desde que era, por obligación y chantaje, monitor escolar. Él era el monitor central, pese a que empezó como monitor izquierdo; porque el monitor central estaba por encima de los otros dos y él no iba a recibir órdenes del estúpido de “Tokei”*.

    Así que, por su reticencia a ir y participar en las reuniones, a Liv y Feng no le quedaba más opción que ir hacia él y hablar sobre los temas tratados mientras él escuchaba.

    Oh, también…—Liv sonrió mientras se estiraba— Tendremos un alumno nuevo con nosotros, ¿saben?

    Oh, ya…—Feng asintió, bebiendo de su agua— Estará en nuestro salón. Kazushiba, no lo asustes en su primer día aquí. Trata de tenerle paciencia.

    Sí, aunque sea un poquito —pidió Liv.

    No prometo nada —bufó— Si no me busca, no tendré que tirarle los dientes.

    ¡Oh, por el…! —Liv infló las mejillas y suspiró— Bien. Si así lo quieres, así lo haremos. «Por la autoridad que me compete»: No vas a tirarle los dientes al alumno nuevo.

    ¿No sería mejor decirle que no lo golpee? —preguntó Feng.

    No —aseveró Liv— Si le digo eso, Kazuma sería capaz de botarlo desde las escaleras. Sé que lo golpearás, perro terco. ¡Pero no lo estropees tanto! Al menos, no durante su primer mes en Kudan. ¿Entendiste?

    Jódete.

    Era un "tal vez te haga caso".

    El rodó los ojos y continuó echado sobre las bancas. Ese día llegó temprano por la mañana, antes del inicio de la primera clase, porque no se fijó en qué hora era.

    Llegaría un alumno expulsado de Abeno. ¿Así que de ahí provenía el pobre infeliz que cayó en Kudan? Pobre miserable… Muchos alumnos que ingresan a Kudan, es porque sus padres, alcanzado el grado de bachillerato, los envían ahí por “volverse una desgracia sin futuro”. Otros tantos, en su gran mayoría, los envían ahí desde secundaria porque “no tienen cerebro”.

    Son comentarios muy despectivos e hirientes. Sin embargo, ¿qué más da?

    Inició la primera clase, en la que el “profesor de Japonés” inició su explicación del día. En Kudan no procedían a las presentaciones y el maldito rollo de intentar llevarse bien. A los profesores ya les daba igual, porque tarde o temprano conocerán a cada uno de los hijos de perra e hijas de puta de esa maldita jungla de inadaptados.

    Tras la primera hora, Kazuma se levantó y se estiró. El profesor le vio de reojo y continuó con su clase, ¿qué más da? Ese profesor llegó hace tres años, justo cuando Kazuma ingresó a Kudan y, como era de esperarse, en su primera semana intentó corregir el comportamiento de Kazuma. No lo logró y ambos terminaron en una pelea física… Una que el desgraciado perro ganó, por supuesto.

    Liv y Feng le dieron un sermón que ignoró por completo. Daba igual, ese profesor, tras unas semanas, comprendió que Kazuma Shibata era un perro odioso e incorregible. Lo más sensato era enfocarse en los otros alumnos, los cuales le hacían caso, y enseñarles cuanto pudieran aprender sus duras cabezas.

    Kazuma abandonó el aula y caminó tranquilamente por los pasillos. Se fue hacia el jardín que había en Kudan, ocupando de inmediato su escondite entre flores y vegetación verde. Ah, como amaba ese lugar. Tenía una sombra agradable y fresca. Podía escuchar, incluso, algunos pájaros cerca. Y el silencio pacífico… Oh, como lo amaba.

    ¿Qué más? Se durmió ahí mismo. Era lo mismo de siempre. Y ya ni debería preocuparle. Prácticamente, ha concluido todos sus exámenes. Solo tiene que hacer la solicitud para que le expidan el estúpido certificado y podría haber aplicado ese mismo año para la universidad… Pero no quiso.

    Eso haría feliz a Nora y se negaba. Además, le prometió a esos dos estúpidos que los esperaría y se graduarían juntos. Solamente entraría a los salones para hacer acto de presencia y, si acaso, apalizar a algún imbécil de turno. Que supieran los malditos infelices que él seguía rondando el maldito instituto.

    A Feng y a Tokei* no les tenían miedo. A ellos les respondían e incluso trataban de negociar con ellos, aunque ambos monitores podían defenderse. Todos en Kudan debían saber defenderse. Estaban en el barrio de Kamagasaki, cerca de los putos barrios rojos, en una zona con calles peligrosas y con escuelas aledañas que también tenían delincuentes. Oh, pero ninguna tenía tan mala reputación como Kudan.

    Eran un pozo de desesperación, miseria y desesperanza. De perdición y blah blah.

    Y, bueno. Esos idiotas no temían palizas. Al menos, no la mayoría. Intentaban no doblegarse aunque recibieran una golpiza. Excepto uno que otro chuunibyou, esos estúpidos se quebraban enseguida. Por supuesto, no importa quien estuviese en Kudan, cuando Kazuma iba por ellos… Bueno, solamente les quedaba rogar una misericordia que jamás les tenía.

    No quiere gastar energías rondando el puto edificio. Si algo ocurre dentro de las instalaciones, Feng o Liv, incluso Tokei, bien pueden llamarle… Sí, sí. Si ocurre algo que vengan a decirle. No es ningún jodido adivino ni la niñera de nadie para estar al tanto de lo que hagan esos descerebrados.

    Si supiera lo que le deparó en otras líneas temporales, siendo presidente de facultad…

    aDiHUWx



    Kazuma, como siempre, se salió del aula a mitad de las clases. Liv ya ni siquiera suspiraba, se resignó a que Kazuma era así. Si bien, la ayudaba, también era un perro rebelde que le daba dolor en las pelotas que no tenía. Sabe que se habrá ido al jardín a dormir, y está bien. Estará tranquilito ahí.

    Profesor, ¿puedo salir un momento? —preguntó Liv, tras levantar la mano, a mitad de la clase— Necesito atender un asuntito.

    Sí, claro.

    El profesor Kenta Kujo, de la materia de Japonés, permitió que ella saliera. Feng se encargaría de tomar apuntes por ella. Liv caminó hacia la sala de profesores y saludó al profesor de álgebra: Hisao Fukuyoshi. Un hombre amargado de unos 40 años. Fue de los primeros en rendirse con Shibata y, por supuesto, nadie le reclamó nada por el carácter insoportable de aquel perro indomable.

    Buenos días, profesor —saludó ella, con una sonrisa— Disculpe, se supone que hoy debería llegar un alumno nuevo a mi aula. El salón 2-A.

    Sí, lo sé —dijo desinteresadamente el profesor— Ese grandulón…—murmuró rebuscando entre los expedientes— Sí, Yoshio Okuma de la preparatoria Abeno. ¿No llegó a su salón de clases?

    No —admitió ella— No le he visto, por eso vine para cerciorarme. Tal vez se perdió…

    Las aulas no tenían los letreros correspondientes a los salones. Y las que lo tenían, no pertenecían a la clase que decían. Sí, era bastante confuso y todo estaba desorganizado. Liv, en esos dos años, hizo cuanto ha podido para mejorar las cosas ahí. Y vaya que la transición ha sido razonable, ha logrado que los alumnos presten más atención y hagan menos bulla en clases. Sin embargo, podría ser mejor si tan solo su monitor central cooperase…

    Muchas gracias, profesor —ella hizo una pequeña reverencia— Será mejor que vaya por él.

    Como sea. Nakamori-san, necesito hablar contigo —pidió el profesor— Buscar a ese alumno podrás encargárselo a alguno de los monitores escolares.

    Bueno… —ella se sujetó las manos— ¿De qué quiere hablar conmigo?

    Queremos, de hecho —intervino una profesora.

    La profesora Michiru Takahashi, que imparte ética, se acercó hasta ellos. Era una mujer en sus treintas, con ojeras debajo de sus ojos cansados. También tenía canas prematuras… Canas que empezaron desde el año pasado, justo cuando ella llegó a esa escuela del demonio.

    ¿Puedo saber de qué se trata…? —preguntó con resignación.

    Ella ya sabía la respuesta sin que se la digan. Pero el profesor tuvo la decencia de responderle.

    De ese perro callejero.

    Y no, no estaban hablando de un perro callejero de verdad.

    ¿Qué hizo ahora?

    Qué no hizo —suspiró la profesora.

    Era de Kazuma. Ella intuía que se trataba de, como usualmente pasaba, alguna pelea que él tuvo con delincuentes de otro instituto. Era pan de todos los días que se peleara, porque venían a buscarlo en grupitos, y los profesores no hacían nada. Sin embargo, la diferencia era que esas veces él iba hacia la escuela y les partía la cara “a domicilio”.

    aDiHUWx



    El sonido de un mensaje por parte de Liv fue lo que hizo que abriera los ojos y leyera perezosamente el mensaje. ¿Qué? ¿Por qué mierda tenía que ir él? Quiso escribirle eso, pero ella agregó que era debido a que es el desgraciado monitor central. Kazuma se levantó con mucha flojera y salió de su escondite.

    Ah, tendría que dejar su amado paraíso por un estúpido que se equivocó de salón.

    Su ceño se frunció y caminó hacia el edificio. Los estudiantes le miraron con curiosidad. No le veían cuando se largaba de clase y se retiraba del edificio escolar, porque era lo de todos los días. ¿Pero verle regresar tras poco tiempo de haberse ido por ahí? Eso sí era muy poco frecuente.

    ¿Cuánto a que le tirará los dientes a alguien? —murmuró uno.

    No hay otra razón para que esté aquí…—murmuró otro.

    Kazuma los ignoró. Hay 3 salones por grado. Su aula queda fuera por descarte. Echó un vistazo en el aula del 2-B. Los alumnos pelaron los ojos cuando le vieron asomarse, incluso el profesor que estaba ahí. Miró rápidamente los rostros de cada uno, pero la verdad es que ni siquiera se ha molestado en recordar los rostros de sus propios “compañeros” de salón.

    No hay nadie nuevo aquí, ¿o sí? —preguntó con un gruñido irritado.

    Todos negaron. Kazuma cerró la puerta sin mediar palabra. Avanzó hacia el salón del 2-C y abrió la puerta de imprevisto. El profesor de turno dio un respingo al verlo con esa cara de pocos amigos. La bulla en ese salón se detuvo por completo cuando los ojos de los estudiantes se posaron en él. Era como si todos, bueno, casi todos, intentaran el maldito “si no me muevo, no me ve”.

    Honestamente, no recordaba ni los nombres ni los rostros de esos idiotas. Y tampoco prestó atención al nombre que le anotó Liv en el mensaje. Pero sí sabía una cosa: quien buscaba se encontraba ahí.

    Bien, pequeñas mierdas…—les insultó, no estaba de humor— ¿Quién de ustedes es el estúpido que se equivocó de salón?

    Desde luego, nadie quiso contestarle. No verbalmente. La mayoría miró hacia el único chico que se integró a ese salón esa mañana. Casi como si le desearan suerte al pobre infeliz que mandaron a recoger por el monitor central: nada bueno salía cuando enviaban a Kazuma Shibata. NADA.

    Ni siquiera el profesor quería mediar palabra innecesariamente con él. Era simple: no se podía. Así que esperaba a que terminara y fuese posible reanudar, en lo que cabe, la clase.

    Kazuma siguió la dirección hacia la que veían y obtuvo su respuesta: Debe ser ese imbécil que, a simple vista, destaca por su altura y tener bien puesto el uniforme.

    Ah, sí. Debía venir de la jodida Abeno. Vamos, resaltaba entre los demás: ellos tenían perforaciones, el cabello teñido, el uniforme incompleto y, en el caso de las mujeres, faldas cortas, las uñas pintadas, peinados igual de estrafalarios o maquillaje digno de una gyaru.

    Así que eres tú…—bufó, sin nada de amabilidad en su trato— Muévete, pedazo de mierda. Antes de que sea yo quien te obligue a caminar a punta de golpes.

    Todo lo que quería ese perro huraño era estar durmiendo entre sus flores, con el olor del pasto y la tierra bajo sombra arrullándolo. Y eso se arruinó porque le mandaron por ese maldito pedido de mierda.

    Siendo justos, Kazuma estaba siendo muy hostil con el chico nuevo. Pero, ¿qué más da? Ese perro agresivo le tiraba mordiscos a todo mundo. Ya es costumbre.


    SPOILER (click to view)
    Tokei*: En realidad, se apellida Tokita. Pero a Kazuma no le dio importancia aprenderse su apellido, pese a que han pasado dos años de conocerlo.


    Edited by Señorita Calabaza - 28/4/2024, 19:25
     
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    Okuma acompañó a Hinata de camino al aula y descubrió algo interesante sobre ese pelirrojo falso: hablaba mucho. En esa época, conviviendo con su padre, Kuma estaba habituado a mantenerse callado para evitar golpizas, así que ese aspecto se trasladó a su personalidad. Hasta que fue capaz de mudarse a Tokio y probar la libertad que tanto buscó, su personalidad se modificó a una más extrovertida.

    No le desagradaba que hablara, de hecho, era un alivio, esta persona era muy brillante como su nombre que significaba soleado, ¿por eso el cabello rojo? Siendo honestos, le gustaban los pelirrojos, era una pena que ya necesitara teñirse el cabello porque se estaba apagando el color.

    —¿Me estás oyendo, Kuma-san? —parpadeó sorprendido tras haberse perdido en sus pensamientos y sacudió la cabeza, viendo la expresión de fastidio de Hinata. Si tan siquiera hubiera puesto atención a sus advertencias sobre Kazuma, no se desataría el desastre después.

    Entraron al aula y todos los delincuentes voltearon a verle con interés. Okuma imponía respeto por su altura y su rostro serio, a pesar de no tener perforaciones o el cabello teñido. Las chicas parecían realmente interesadas en él y pudo sentir sus miradas sugerentes, aquello le dio escalofríos.

    No quería repetir lo mismo que Abeno.

    —¿Puedes sentarte conmigo, guapo? —mencionó una chica que tenía sus cosas de maquillaje en el lado vacío de la mesa compartida. La chica era bonita, a pesar de que el maquillaje cargado la hacía verse mayor y como una prostituta de alta calidad de la zona roja.

    Hinata miró a Yoshio con interés, pero este negó con la cabeza y miró al pelirrojo.

    —¿Dónde te sientas? —preguntó. Sí, estaba siendo tajante y por eso en Abeno su reputación con las chicas era de un pedante y egocéntrico. Cuando estaba con Miko, al menos las chicas no le miraban con odio puesto que le temían a su amiga y creían, equivocadamente, que era su novia.

    Realmente imponía cuando se enfadaba.

    —Por allá. —indicó con su mano y caminaron hasta el fondo, se sentó del lado de la ventana y notó que muchas de las instalaciones escolares estaban dañadas. Definitivamente, pasar de Abeno a esto, era una patada en las bolas de parte de su padre.

    Pero no le importaba. Al observar por la ventana pudo ver los jardines del instituto y notó que tenían un pequeño huerto y muchas platas silvestres creciendo. En su anterior escuela no tenían un club de jardinería, ¿aquí habría?

    No es como si fuera a inscribirse, si su padre se enteraba… lo mataba.

    —¿Qué miras, Kuma-san? —preguntó Hinata con interés mientras se asomaba por su hombro y miraba el huerto.

    —¿Te gustan esas cosas? El club de jardinería es pequeño, tiene como cuatro miembros. Creo que te darás cuenta que aquí muy apenas cuidamos de nosotros mismos como para preocuparnos por una planta.

    —A mí no me interesan esas cosas. —
    respondió sintiendo que se le aceleraba el corazón. Nadie debía descubrir su secreto, pero Hinata no indagó más, solamente se encogió de hombros y se acercó a susurrarle al oído.

    —¿Sabes? Rechazaste a la chica linda de la clase. Debes tener una novia muy guapa, ¿eh? Se llama Chisa Kuramochi. Le gusta que le digan Chii-chan.

    —No tengo novia, pero no estoy interesado. —
    aclaró.

    —Wow, tus gustos deben ser muy especiales. Bueno, un chico atractivo siempre aspira a la mejor calidad, ¿no?

    Quizá fue un comentario inofensivo de Hinata, pero le descontroló un poco. Debía permanecer tranquilo, no podía mostrar nerviosismo porque un chico le daba un halago. Solo asintió y volvió su vista a la clase cuando entró el profesor de literatura.

    Mierda, empezaban fuerte, esta era la clase que más odiaba.

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    Okuma creía tontamente en el destino. Como fiel chino, su madre le contaba historias de los amores predestinados o las almas gemelas y tan inocente como aún en esa época era, creía firmemente que había una persona destinada para él.

    ¿Quién diría que su alma gemela venía tamaño bolsillo, pero con mucha furia adentro?

    Estaba concentrado leyendo un poema que venía en el libro, verdaderamente no comprendía la teoría, pero los sentimientos de aquel escrito eran interesantes.

    Junto a mi habitación
    No plantaré el ciruelo,
    Para decepción mía,
    Confundo su fragancia con el olor de la persona que espero.


    Tristeza, ese poema transmitía un sentimiento que reconocía bien y con el que se sentía identificado. No importaba cuántos arboles de cerezo florecieran en abril, tal como ahora, su mamá no volvería. Si supiera que en un futuro pensaría nuevamente en ese poema, pero con una persona diferente.

    La puerta se abrió de golpe y los delincuentes que parecían entretenidos en otra cosa menos en su libro de texto, voltearon a ver al perro rabioso que parecía molesto. El profesor no había prestado atención a Yoshio, aunque este resaltaba de entre la bola de idiotas de su clase.

    ¡Qué más daba! Un alumno más o uno menos.

    Cuando Kazuma hizo su pregunta, sintió todas las miradas encima suyo, espera, ¿era él? Frunció el ceño ante el tono demandante de ese chico que estaba echando espuma por la boca, ¿quién se creía que era? Cuando caminó hasta él, se miraron fijamente.

    Sus ojos mostraban mucho enfado. Conocía bien esa emoción, la vivía diario. Se levantó de golpe de la mesa y fue entonces que Hinata reaccionó y le tomó de la mano para tranquilizarlo. Eso sacó de su estabilidad al enorme oso, ¿le había tocado la mano?

    ¡Ah!

    ¡Un chico le había tocado la mano!

    Alejó rápidamente la mano y miró inquisitivamente a Hinata que le negó con la cabeza.

    —Con él no. —le advirtió con miedo en su voz. Volteó nuevamente a mirar al enano que estaba frente a él, ¿por qué le tenían tanto miedo?

    —¿Qué esperas, estudiante nuevo? Están interrumpiendo mi clase por tu error, sal de la puñetera clase de una buena vez y hazle caso al monitor de la escuela. —se quejó el maestro, no quería que Kazuma le tirara los putos dientes en el aula.

    Chasqueó y a regañadientes tomó su maldita mochila verde. Salió del aula siendo seguido por el rabioso de Kazuma, pero se sentía humillado por la forma en la que lo trataron así que cuando estuvieron fuera del salón y avanzaron cerca de las escaleras para ir al otro salón, se detuvo.

    —¿Quién carajos eres para hablarme así? —le preguntó irritado. —¿Tienes algún problema conmigo o qué?

    Oh Okuma, si supieras que literalmente estabas enfrentándote a alguien que claramente no te dejaría ir limpiamente sin dejarte una herida en tu cuerpo malherido. Okuma era bueno defendiéndose más que otra cosa, pero nunca usaba toda su fuerza cuando peleaba.

    Conocía el dolor y la pena de ser golpeado por una persona, así que inconscientemente de adolescente, de joven y hasta de adulto, nunca usó toda su fuerza. Ni siquiera cuando estuvo en peligro, es decir, cuando Aoi apareció en su vida.

    —¿Y bien? ¿Cuál es tu nombre, monitor escolar? —se quitó a mochila y a dejó de lado acorralado a Kazuma como era habitual en todos los Okuma de cada línea temporal, usado su altura para imponer y decirle, “aquí estoy, enano”.

    Claramente hoy conocería no solo su verdadero salón, sino también la efermería.

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    Vio muchas caras asustadas. Chicos y chicas que, por igual, desviaban la mirada para no verlo a los ojos. ¡Vamos! El 70% de cada salón, en esos 3 años, ya ha recibido un patadón de su parte. Solamente los primeros dos grados actuales de secundaria se han salvado, porque no han sido tan estúpidos para creer que pueden con el monitor central. Y porque las clases apenas están iniciando.

    Kazuma tenía el ceño fruncido, pero no hace falta. Su mirada ya delata todo su enojo. No es novedad que esté de un humor terrible. Sin embargo, esto aumenta cuando lo despiertan a mitad de su siesta. Cuando duerme durante todo el día, está más tranquilo e incluso es amable. Claro, siempre que no la caguen diciéndoselo.

    El estilo de vida que ha llevado en los últimos dos años ha contribuido mucho a su mal carácter. Trabajando por las tardes en la casa de té de su instructora de Aikido. Atendiendo su trato con el anciano Ogata, ordenando y limpiando las bodegas por la noche. A veces, corriendo de madrugada para cansarse y conciliar el sueño. Sueño que, para desgracia de todo el maldito infierno, llegaba justo en sus horas de clase.

    Puta mierda…

    Está siendo muy hostil con el chico nuevo, pero no le importa. ¿Para qué ser gentil cuando posiblemente vayan a escupirte a la cara? ¿Para qué jugar a ser su amiguito, cuando todo lo que quiere es largarse a dormir? No le interesa cómo se llama, de dónde viene ni ninguna de esas estupideces. Solo quiere arrastrar su trasero al salón del 2-A y retirarse nuevamente al jardín.

    Su mirada enojada y dura se clavó sobre él, esperando que se pusiera de pie. ¡Vamos! Que se levante de una puta vez.

    «Tiene agallas, pero seguramente con una patada en la boca se le quita», pensó desinteresado.

    El alumno nuevo se levantó bruscamente, totalmente incauto de la persona con la que trata. La expresión de Kazuma no cambió en absoluto. Ese maldito idiota le sacaba 18 centímetros de altura, pero le valía mierda.

    Su instinto le decía que es perfectamente capaz de apalizarlo. Y su instinto nunca miente ni se equivoca. Aun en el estado que Kazuma está el día de hoy…

    El peliteñido junto al “idiota nuevo” trató de tranquilizarlo. Escuchó bien ese «con él no». Perfecto, que Yamagata* se encargue de eso. Así será más fácil cumplir la puta orden de “no tirarle los dientes”.

    Muévete ya —le ordenó.

    El profesor de turno, ¿de filosofía quizá? Bah, da igual. Ese hombre también presionó a ese chico para que saliera del salón.

    Chico nuevo, si quieres un consejo evita el contacto visual y el perro no te morderá…—susurró bajito una de las chicas.

    No le importan algunos apodos despectivos. ¿Qué le digan “perro”? Puede seguir como si nada. Pero si lo tachan de amable, inevitablemente se sulfura. Los ojos de Kazuma siguieron atentamente a ese muchacho, dejando que saliera primero. Les echó un rápido vistazo a los alumnos de ese salón, como una advertencia silenciosa de que mejor se mantuvieran tranquilos o no se tentaría en corazón para mandar a varios a la enfermería en el primer día.

    Caminaron lentamente por el pasillo, jodidamente silencioso. La razón es sencilla, los demás vieron a Kazuma por las ventanas y, como una idea muy acertada, fingían prestar atención a sus clases y estar bien portados antes de que a ese perro se le ocurra pegarles un mordisco.

    Apresúrate, no tengo todo tu jodido tiempo —le gruñó.

    Sí, quería que caminara más rápido, ver que entre al maldito salón y largarse. Aunque, debería conformarse con que caminara. Kazuma no estaba en la mejor condición para exigirse demasiado ese día. Ha terminado su relación con su última novia, y lejos de estar “tan deprimido” como para no querer moverse, lo cierto es que está muy adolorido. Le duele la espalda, en la zona cercana al omoplato. Y uno de sus muslos sigue picando en dolor, lo recomendable sería no pelearse por unos días más. Y si tiene que patear alguna escoria, limitarse a terminar con todo rápidamente.

    QUOTE

    «¡Muérete, infeliz!»


    Le dio repelús escuchar su voz. De la chica que ahora era una más de sus ex novias locas. ¿Por qué carajos siempre le tocaban hijas de puta con tornillos faltantes? Esa maldita tenía demasiada buena puntería. Dejó sus cavilaciones cuando Okuma se detuvo. ¿Qué? Enarcó una ceja.

    ¿Ah? ¿Por qué mierda te detienes? —preguntó con un tono igual de hostil que al principio— Camina, imbécil.

    No está de humor. No lo está. Y más vale que ese idiota no haga lo que cree que hará. Las pocas y míseras esperanzas se van al escucharle hablar. Hijo de perra, ¿qué te cuesta bajar la cabeza, obedecer y hacer más fácil su puto trabajo?

    Los estúpidos me irritan de por sí —le respondió de mala gana— Y si no quieres ser un estúpido golpeado, deja de hacer preguntas ridículas y cierra el puto hocico. Te dije que camines.

    Solo tiene que darse la vuelta y caminar unos metros más. Una vez lo haga, será problema de Feng. ¡Carajo, muévete! Pero otra decepción llegó a su mañana, ese idiota hizo todo lo contrario. Abandonó su mochila a un lado y, como su idea más brillante en su estúpida cabeza, creyó que podría probar su suerte acorralando a Kazuma Shibata.

    «Este hijo de perra…», ese pensamiento flotó de inmediato por su cabeza.

    No le dijo enano. No con palabras.

    «Pero lo pensó», fue lo que pasó por su mente irritada.

    Sí, seguramente fue lo que pensó ese gran imbécil que creyó que acorralarlo sería buena idea. Lo notaba en su mirada, en su forma de pararse y creer que su altura de mierda le serviría para intimidarlo. Kazuma sonrió, pero es de esas sonrisas que te presagian que el infierno se abre bajo tus malditos pies.

    La sonrisa del diablo en persona.

    Tres segundos. Aléjate de mí —le ordenó y dejó la advertencia por cumplir, en lo posible, con lo pedido por Liv— O conocerás la enfermería en tu primer día aquí.

    De esa forma, Liv no podrá reclamarle que no lo intentó. Le dio opciones a este enorme imbécil. Si no quiso tomarlas, será su problema. No suyo.

    Y lleva tu jodido trasero al aula 2-A antes de que te rompa la cara y sea yo quien te arrastre hacia ahí del maldito pelo —añadió con un gruñido.

    Era una amenaza. Por supuesto que sí. Kazuma solamente quería largarse a su cómodo escondrijo en el jardín. ¿¡Qué es eso mucho pedir!? Su sonrisa cayó al comprobar que ese muchacho tenía aserrín en la cabeza. Adivinará, ya que viene de Abeno y es tan alto a su edad, ¿cree que eso es suficiente para sobrevivir en Kudan? ¿Para pasar sobre él, especialmente? Pobre infeliz.

    La sonrisa de Kazuma cambió. Se desvaneció, antes volver con más sutileza. Como una promesa de dolor.

    Dile a la enfermera que Kazuma Shibata, el monitor central, te mandó —respondió con simpleza— Ya pasaron los tres segundos, estúpido.

    Y es que se aguantó cuanto pudo. ¡Como odiaba que la gente lo acorrale! ¡Aún más si son descerebrados sin el menor sentido común! Lo primero fue darle un puñetazo agresivamente a Okuma, lo suficiente para crear distancia entre ellos y, consecuente romperle el labio; le dolería mascar al estúpido. Las diferencias entre su tamaño harían pensar a cualquiera que no podría moverlo, pero algo es cierto: Shibata es pequeño, pero tiene mucha más fuerza. Lo segundo, fue que alzó de inmediato la pierna y no dudó en patearle la cara con tal de que cayese al suelo.

    Le dio en la mejilla con fuerza. Normalmente le daría directamente en el centro de la cara, justo en la nariz, pero el dolor en su muslo era suficiente como para permitirle solamente patadas laterales y no patadas de frente. Ese idiota tuvo suerte de que Kazuma no le rompiera la puta nariz.

    Y, como prometió, se acercó de inmediato a él. Su mano se posó en la cabeza de Okuma y sus dedos se enredaron fuertemente en su cabello. Tiró del pobre muchacho, cumpliéndole la promesa de arrastrarlo al salón tirando de sus greñas. Debería estar atontado por los dos golpes, por la patada más que nada, no le dio tan fuerte como para sacarle un diente; respetaba el pedido de Liv. De todos modos, aunque cumpliera su palabra, bien que le metería otra si intentaba forcejear con él.

    Abrió la maldita puerta del aula, llamando la atención de todos sus compañeros de salón. Tiró de Okuma para hacerlo pasar y, no conforme con eso, le pateó el trasero para hacerlo caer. No le importó botarlo encima de uno de los escritorios ni el hecho de que se golpeara con eso o no.

    ¡Aquí está la puta basura que se equivocó de salón! —gruñó con toda la rabia que llevaba dentro— Ahora es tu problema, «monitor derecho».

    Feng había saltado en su asiento cuando la puerta se abrió de golpe, peló los ojos cuando el pobre muchacho fue traído y botado así. El grito enojado de Kazuma, en cambio, fue algo más normal para él. En esos tres años, ya se acostumbró.

    Ay, Dios…—se lamentó Feng— ¡Kazushiba, te dijimos que…!

    Pero Kazuma cerró la puerta con la misma agresividad. Dejó a Feng con la palabra en la boca y se largó del edificio escolar. Su jodido trabajo ya estaba hecho, ahora podía regresarse al sitio del que no debió salir esa mañana.

    Por su parte, Feng se levantó de su pupitre. Todos los demás alumnos, en lugar de reírse como pasaría en otras escuelas, se quedaron totalmente callados. Y es que la mayoría sabe cuanto duele una patada de ese maldito perro.

    Oh, hermano…—dijo uno cuando lo vio— ¿Qué nadie le advirtió del jodido perro?

    No lo veían con burla, lo veían con una rara empatía. Y quizá un poco de lástima por encontrarse en su primer día con el monitor central.

    Feng los ignoró y se acercó hasta Okuma, tendiéndole la mano para ayudarlo a levantarse.

    Lamento esto. Pese a lo que se dice de nosotros, definitivamente esto no era nuestra idea de “bienvenida” —dijo Feng, bueno. Al menos ya no era el concepto actual de “bienvenida” desde que Liv ingresó— ¿Te duele mucho? No me respondas, ya sé: Pregunta estúpida.

    Feng miró al profesor, quien por fin reaccionó. Y es que seguía sin creerse que ese muchacho rubio, tan bajito y de cara inofensiva cuando se dormía, fuese un puto diablo tiránico que hacía todo lo que quería en esa jodida escuela abandonada por Dios.

    Profe Kujo, ¿puedo llevar a Okuma-kun a la…?

    Sí, llévalo a la enfermería —el profesor se masajeó el puente de la nariz con mucho estrés— Y si ves a Nakamori-san de paso, dile de una vez lo que hizo el maldito perro.

    Claro, yo le digo. Vamos, Okuma-kun.

    Sí, Feng y Tokita, los monitores derecho e izquierdo, solían ser más formales y amables al referirse a la gente. Por eso los alumnos preferían ser amonestados por ellos, ya que incluso se atrevían a negociar sus castigos con Feng y con Tokita. Sin embargo, encontrarse a Kazuma era sinónimo de estar muerto.

    Shibata no hacía preguntas, solamente les rompía la cara y les pateaba el trasero sin miramientos. Después de enviarlos a la enfermería es cuando los interrogaba.


    SPOILER (click to view)
    Como Kazuma nunca se aprendía las caras o los apellidos porque la gente no le importaba, usualmente les decía por apellidos equivocados. En el caso de Hinata, como se apellida Yamamoto, pensé que Kazuma siempre se confunde y le dice "Yamagata".

    No quise que le pegara mucho al osito. Así que aproveché que también Kazuma tuvo sus propios pedos D:

    Así los vi:
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    Hostilidad.

    Podría respirar la animosidad que desprendía Kazuma Shibata, ¿por qué estaba tan iracundo? Okuma no lo sabía, pero su estado de ánimo se contagiaba. Estaba llegando a su límite, por eso lo arrinconó y lo miro hacia abajo. Era su forma de decirle «estate quieto.»

    Estaba acostumbrado a bajar la cabeza o evitar hacer ruido para que su padre no notara su existencia, pero ya vivía ese infierno en casa, no dejaría que este demonio lo subyugara, no importaba si le metía grandes palizas. Le miraría a los ojos como un jodido guerrero o un suicida. Había un brillo de rabia en esa mirada.

    Mucho odio acumulado, ¿qué clase de vida tuvo que vivir una persona como esta para terminar de esta forma? Tenía curiosidad.

    Estaba muy curioso de ver cómo a pesar de que le sacaba diez centímetros aproximadamente, ese perro rabioso no mostraba temor. Era alguien que confiaba mucho en su fuerza, eso le agradaba, aunque claramente estaba enfadado con él. Le dio una clara amenaza, pero no la iba a cumplir, si tanto quería que se alejara, ¡que lo obligara!

    No le importaba ir a la enfermería, no se iba a doblegar contra ese maldito monitor.

    Seguía amenazándolo y de verdad le hubiera obedecido, pero Kazuma decidió ser un bastardo grosero desde el inicio, así que este oso terco y estúpido, obtuvo una mala impresión que le costaría que le reventaran la cara una y otra vez hasta que ya no pudiera confrontar a aquel can gruñón.

    —Oblígame. —le retó y con eso selló su destino. Okuma creía que Kazuma daba promesas vacías, pero se daría cuenta prontamente que no decía cosas en balde. Aquel perro rabioso se presentó y alzó una ceja cuando aquel monitor mencionó cómo se llamaba.

    «Kazuma: Paz, armonía y originalidad» vaya, nombre para un delincuente, pensó el enorme oso. Por distraerse con aquello, ya ni pudo defenderse. Kazuma le dio de lleno en la mejilla y eso rápidamente cortó su labio. Estaba acostumbrado a que le pegaran en la cara, pero vaya que se aturdió. Luego no pudo reaccionar y protegerse la zona adolorida de aquella patada que lo tiró al suelo. Todo le estaba dado vueltas y solo pudo sostenerse la mejilla en estado de shock. Estaba intentando procesar todo lo que pasó en pocos segundos. Cuando sintió el tirón en su cabello, rápidamente movió sus manos para sujetar la mano de ese demonio y evitar que ejerciera demasiada fuerza para arrancarle el cabello.

    Era surreal verse arrastrado por todo el pasillo de esa forma… ¡tan humillante!

    Era más la vergüenza que el dolor en su cara.

    Cuando llegaron al 2-A lo levantó y lo lanzó después de meterle tremenda patada mientras daba de lleno con el escritorio de un chico castaño con un tatuaje en el cuello. Se mordió el labio inferior mientras intentaba controlar la pena que se generaba en su interior. Escuchó cómo se cerraba la puerta y apretó lo dientes.

    Si alguno de esos bastardos comenzaba a burlarse de él. Era capaz de pelearse con los veinte estudiantes que compartían aula, pero nadie se rió, ¿qué mierda con ese tal Kazuma? ¿Gobernaba al maldito Kudan o qué? Escuchó al compañero donde estaba recargado para estabilizarse y frunció el ceño mirándolo agresivamente.

    El delincuente tragó saliva y giró el rostro, le daba miedo ese gran oso. No quería meterse con él.

    Cuando Feng le tendió la mano para que se levantara, se la golpeó como indicación de que no la necesitaba. No quería ir a la puta enfermería. No quería la empatía de nadie, solo deseaba meter la cabeza bajo el agua fría del grifo. Prefería sus medicinas que las de la enfermería.

    —No me duele una mierda, aléjate. —dijo con voz grave que paraba los vellos de punta a los demás. El profesor se había mantenido ajeno a la situación, ya estaba acostumbrado como docente de aquella aula infernal.

    Pero ese chico insistió en llevarlo a la enfermería.

    No iba a hacer una escena, decidió salir del aula siendo seguido por él y cuando avanzaron unos pasos se detuvo.

    —No quiero ir a la enfermería. Llévame a los grifos para meter mi cabeza allí. —le pidió.

    —Creo que será mejor que vayas a la…

    —¡No te estoy pidiendo tu opinión! —
    alzó la voz alterado y Feng suspiró. Al parecer este muchacho enorme era demasiado orgulloso para su bien. No dijo más y comenzó a caminar rumbo al patio trasero, eran los grifos más cercanos, justo donde estaban los jardines con grandes girasoles.

    Llegaron a la pileta y la abrió para meter la cabeza bajo el agua helada. Sintió que de poco a poco el calor del enfado iba bajando. Cerró los ojos y recordó la expresión de ese perro rabioso, apretando los dientes con furia.

    No importaba si terminaba hecho machacado, no se iba a poner de rodillas frente a él, al menos no por voluntad propia.

    —Volvamos al aula, Okuma-san…

    —No, déjame solo. —
    sentenció de forma seria.

    —Creo que no deberías saltarte las clases, en tu condición actual eso es… —Kuma se giró y lo miró con el ceño fruncido. Feng no le temía del todo, pero su instinto decía que no debía picarle con un palo. Volvió a suspirar y asintió. —No vuelvas a perderte.

    Y sin más lo dejó solo.

    Cuando se dio cuenta que todos estaban en clase y nadie lo estaba observando sacó la medicina natural que usaba para las cortadas. Odiaba su sabor amargo, pero ayudaba a cerrar las heridas rápidamente y desinflamaba en un abrir y cerrar de ojos. Cuando al fin terminó volteó a ver los girasoles brillantes y sonrió, aunque le dolía.

    Se alzaban mirando al Sol, como aquella leyenda que les dio su nombre. Caminó viendo su condición, no estaban tan mal cuidados, pero tenían algunas hierbas que lucían difíciles de arrancar si no se tenía suficiente fuerza. Notó que el huerto de al lado comenzaba a producir tomates, pero debían fertilizar mejor la tierra con abono. Lucía algo seca. Observó una regadera vieja en una esquina y la tomó mientras iba a rellenarla de agua, pero se daba cuenta que estaba rota de una esquina. Sacó algo de cinta impermeable de su bolso y la selló para evitar fugas de agua. Caminó nuevamente a los girasoles y comenzó a regarlas sonriendo en el proceso.

    Era doloroso, pero esto le daba la alegría que no ha tenido en años.

    —Luego te pondré un buen nombre, pequeño. —comentó acariciando los pétalos de una de las flores. Terminó de cuidar esas flores y dejó la regadera en el mismo lugar mientras tomaba su mochila y regresaba para la clase antes del receso.

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    Kuma se sentó en el único pupitre de dos que estaba vacío. Todos le miraban con cautela y no entendía la razón de sus miradas, pero ya estaba cansado para lidiar con más mierda. El timbre sonó y sacó su bento. Había preparado la sopa de miso de ayer, un poco de pescado a la parrilla que había sazonado, fideos al estilo chino y la manzana que cortó estaba en forma de conejito.

    El chico que estaba en el pupitre del frente se giró y sus ojos casi se le salen. La mayoría compraba porquerías en la máquina expendedora, se lo pedía a la novia o se formaba para comprar en la tiendita de la escuela, pero todo tenía un sabor medianamente decente.

    Pero la comida de Okuma… ¡lucía tan apetitosa y linda!

    —Disculpa, ¿te lo hizo tu novia? —preguntó el chico de cabello verde y grandes lentes llamativos.

    —No.

    —¿Tu mamá?

    —No.

    —¿Lo hiciste tú? —
    comentó con sorpresa y Okuma alzó la vista y lo miró fieramente. El chico levantó las manos y se quedó mirando el bento con interés al igual que su compañero, un chico que se veía más grande que los demás por sus pintas y su cabello largo y rojo brillante.

    Okuma comenzó a sentirse fastidiado y suspiró pesadamente. Tomó la sopa de miso y luego les acercó su lonchera.

    —Cómanlo, no puedo comer cosas duras o me dolerá el labio. —comentó con simpleza mientras los dos chicos se miraban entre sí, ¡¿no era demasiado amable para las pintas de oso que tenía?! Pero prefirieron no decir nada, quizá era como Kazuma y los golpeaba por decirle amable.

    —Por cierto, grandulón. —mencionó el de cabello verde. —¿Cuál es tu nombre?

    —Yoshio Okuma.

    —¡Wow! ¡Te queda el nombre! Okuma como con los kanjis de gran oso. —
    dijo el pelirrojo divertido.

    —Kuma-san. —dijo el peliverde y asintió probando su sopa y notando que los chicos la miraban con interés. Suspiró pesadamente y movió su plato para que le dieran una probada también. Sonrió al escuchar los sonidos de emoción de esos dos idiotas.

    —¿Cómo se llaman?

    —Yo me llamo Midori Toudou y mi amigo que está devorando tus fideos se llama Akamaru Usui. —
    asintió y sonrió al pensar que su cabello quedaba bien con sus nombres.

    —Midori y Akamaru, entendido.

    Los chicos se miraron entre sí, pero no dijeron nada, no les importaba que se dirigieran a ellos con sus nombres de pila. Sintió la mirada de curiosidad de Aka encima suyo y sorbió el resto de su sopa y alzó una ceja.

    —¿Qué?

    —Kuma-san, ¿eres mestizo? Tienes facciones muy bonitas.

    Mierda.

    Mierda.

    ¡Mierda! ¡Otro pelirrojo le había dado un cumplido! Torció la boca, intentando contener la sonrisa tímida que iba a aparecer en su cara.

    —Mi madre era china.

    —¡Oh, con razón! ¡Eres muy varonil, pero también eres muy lindo!

    —¡Sí, sobre todo con tu cabello sin teñir, las orejas sin perforaciones e incluso con esa cortada en la…!

    Escucharon que la silla hacía un ruido al ser arrastrada por Okuma y este se fue directamente de allí. Necesitaba volver a meter la cabeza bajo el grifo. Tenía que controlar su jodida homosexualidad, no podía dejar que se le notara.

    Nadie debía saber su secreto.


    SPOILER (click to view)
    Estos nuevos serán la versión idiota de Takeshi y Kotaro JAJAJAJA

    QUOTE
    Midori Toudou (Mido) | 16 años | Géminis | 2-A | Club de béisbol
    Es extrovertido y parrandero. Siempre lo verán usando gafas, estampados y aretes estrafalarios, claramente cuado Kazuma no lo ve, intenta ocultar lo que no está permitido en el uniforme. Adicto a los videojuegos de arcade. Tiene novia, pero se ven poco porque su familia no quiere que salga con él. Le gusta la clase de educación física.
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    QUOTE
    Akamaru Usui | 18 años | Leo | 2-A | Club de béisbol
    Es el mayor de la clase. Estuvo trabajando por su cuenta en una tienda de artesanías para apoyar a su madre soltera. Hasta hace poco decidió volver a estudiar para tener su certificado de bachillerato y ganar mejor. Le encanta hacer jugarretas y a veces actúa infantilmente. A veces se salta las prácticas de béisbol si le piden trabajar en la tienda de artesanías. Es bueno con la cerámica. Está soltero.
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    Agresivo.

    Era un maldito perro agresivo. Pero a Kazuma no le importaba en absoluto. Llegó al jardín y fue directamente hacia su escondite. Era un sitio donde cabía cómodamente una persona. Ayudaba mucho que Kazuma fuese pequeño, porque se podía estirar a placer.

    Era un perro muy huraño.

    Da igual. No le interesaba ser amable con la gente, odiaba a morir que le evidenciaran cuando tenía momentos en los cuales aplacaba su malhumor y hacía algo considerado por esa bola de estúpidos.

    Y, mucho menos, le importaba lastimar a los demás. Él les daba la advertencia y la amenaza. No era su problema que los imbéciles no hicieran caso por las buenas y tuviese que llevarlos a rastras. Frunció el ceño cuando miró su mano. Tenía uno que otro cabello negro, perteneciendo a ese idiota que lo acorraló y desafió.

    QUOTE

    «Oblígame»


    Recordó su mirada obstinada y gruñó con rabia. Era un maldito estúpido que solamente dificultaba su trabajo. Retiró las pocas hebras de cabello que se enredaron entre sus dedos. La mirada de Kazuma se desvió de su mano, hacia su antebrazo. Tenía la silueta de los dedos de ese idiota marcados en la piel. Esa marca roja formaría un moretón.

    Mierda, ni siquiera sintió cuando lo agarró. Kazuma apretó los dientes, tampoco es que le agarrase con una fuerza excesiva, no cómo el tiró de Kuma hacia el salón. Sin embargo, su jodida piel era tan pálida que le salían moretones con mucha facilidad. La piel se le enrojecía por nada… Joder.

    Hurgó en su bolsillo, hasta que encontró unas vendas. La envolvió en esa zona. Puta mierda, ahora tenía los dos brazos vendados. Era lo único que se veía a simple vista, pero debajo de la ropa también tenía más vendas, solamente por eso, ese día, no traía los pantalones doblados como siempre.

    Se recostó con cuidado, le dolía cerca del omoplato derecho. El ardor en su muslo empeoró después de exigirse tanto y patear a ese tonto. Mierda, ¿por qué simplemente no le hizo caso y ya? Como sea, más le vale aprender con eso y seguir sus instrucciones al pie de la letra.

    Cerró los ojos, queriendo conciliar el sueño, pero mantuvo las cejas fruncidas. ¡PUTA MADRE! El dolor no lo dejaba en paz. Suspiró, ¿cuánto tiempo pasaría hasta poder tomar su siesta? La última vez estuvo casi una hora así hasta que finalmente cedió.

    Escuchó unos pasos cerca. Echó la cabeza hacia un lado, para ver entre la cortina de vegetación y flores que lo escondía. Desde donde estaba, nadie le notaba ni sabía que estaba ahí. Pero él sí que podía observarlos. De esa forma descubrió a quienes pisaban las flores hace dos años y fue por ellos para apalizarlos. Y, también, por eso creían que Kazuma realmente era el diablo por observarlos cuando no se encontraba cerca.

    El estúpido que apaleó hace unos 20 minutos estaba ahí. ¿Qué mierda hace en ese sitio? ¡Recién lo llevó al salón! Joder, era el único idiota que estaba fuera de clases. Kazuma ni loco revelaría su cómodo escondite. Juró que le daría una golpiza cuando se largara de ahí.

    Los ojos agresivos del perro siguieron cada uno de los movimientos de Okuma. ¡Si a ese imbécil se le ocurría arrancar los putos girasoles que él consiguió para el estúpido club de jardinería juraba que…!

    La expresión colérica del perro rabioso se relajó cuando vio a Okuma reparando la regadera y llenándola de agua. ¿Qué mierda estaba haciendo? Sus cejas se fruncieron, pero esta vez fue por desconcierto. Su mirada agresiva se suavizó, ¿qué hace este imbécil?

    Regaba las plantas mientras sonreía…

    QUOTE

    «No lo sé. Quizá es porque pienso que una persona que ama y cuida las flores no puede ser mala persona, mi niño. ¿No lo crees así? Que si cuida de algo así con esmero, tiene que ser buena persona»


    Escuchó la voz de su padre. Recordaba cuando lo dijo, mientras su madre hacía el intento inútil de aprender jardinería aun cuando todas las plantas se le morían. Todas, menos las hortensias.

    Y, definitivamente, una vez que se divorciaron pensó que era una estupidez. Una idea idiota, una creencia estúpida; una piedra con la que él no tropezaría nunca.

    Oh, si supiera que en otras líneas cayó en la misma mierda cuando conoció a Hinami Shinohara.

    Alguna vez quiso creer en eso. Aún quiere creer en eso. Todavía puede creer en ello…

    Sin embargo, lo cierto es que ha tenido una capacidad terrible para escoger a sus parejas. Ha tenido una suerte maldita de conocer chicas con máscaras tan buenas, que parecen dulces y unas santas, pero no van a dudar en hacerle mucho daño hasta quebrarlo una y otra vez.

    Okuma sonreía dulcemente mientras regaba las flores. Lucía muy distinto a minutos atrás. Ahora no le daban tantas ganas de patearle la cara. Así que Kazuma, en su mente, se dijo que olvidaría que lo vio fuera de su salón durante sus clases. Porque sí, por eso nadie más estaba fuera: Kazuma les patearía el culo si se salían sin permiso del profesor.

    Vio la amplia espalda de ese muchacho cuando este se fue. El perro gruñón se quedó en silencio, con el rostro en blanco. Esto ha sido raro, pero ¿qué más da? Cerró los ojos y suspiró. Extrañamente, fue cuando concilió el sueño.

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    La actividad favorita de Feng no es echar de cabeza a Kazuma. Ya no le tiene miedo, como pasaba antes de que Liv se transfiriera. Porque sí, ser monitor y lidiar con Kazuma cuando este era un simple estudiante era un dolor de huevos. Lo patearon varias veces, tantas, que incluso aprendió a meter las manos a tiempo. ¡Ese maldito demonio pateaba demasiado rápido, carajo!

    A día de hoy, tras tres años, ese perro tolera tanto su presencia. Y, como un raro logro, Feng puede decir que es de los pocos a quien Kazuma prefiere darle un puñetazo en el brazo que patearlo. Y eso es porque Kazuma, alguna vez, de forma indirecta, dijo que pensaba tener menos fuerza dando un puñetazo que una patada. En la actualidad, es raro que golpee a Feng o Liv.

    Como sea, pese a eso y que Feng está constantemente tentando su suerte con ese perro inestable y temperamental, tampoco es que esté emocionado por contarle a Liv sobre sus destrozos. Suspiró. Feng regresó a sus clases después de dejar a Okuma en el jardín, pero casi se dio una palmada en la cara cuando recordó que olvidó advertirle que no se acercara demasiado a las peonías.

    Entre los arbustos de las hermosas peonías blancas, las únicas que habían. Ahí estaba su escondrijo del perro. Estaban en abril y estaban floreciendo, podría ser una gran tentación para Okuma… Bueno, en el caso de que le gustaran las flores, claro. Esperaba que sí y no fuese como uno de los chicos que se graduó de la preparatoria el año pasado: un día pisó las flores y para la tarde ya estaba en el hospital.

    Pasó un rato hasta que vio a Okuma regresar. No dijo nada cuando vio que se sentó en el único banco disponible: uno que tendría que compartir con Kazuma. Por supuesto, cuando este entrara a clases. En ningún momento pensó si sería buena idea intercambiar lugar con él para que no tenga problemas con Kazuma. Es un perro grosero, pero no lo golpeará mientras Okuma no lo provoque.

    Feng suspiró y salió del salón para verse con Liv. Antes de eso, se llevó su bento y el de su novia. En algún momento, hace dos años, empezaron a prepararlo porque a Liv no le gustaba la comida de la cafetería. Y Feng estaba harto de comer bocadillos de la jodida máquina expendedora. Fue un alivio para sus lenguas y estómago cuando empezaron a traer comida casera.

    Intentaron convencer a Kazuma de que les dejara prepararle un bento, con tal de que el perro no se saltara el almuerzo. Feng una vez revisó, por chismoso, el expediente de Kazuma. Ya tiene suficientes problemas como para agregarse una posibilidad de contraer anemia. De hecho, fue la razón por la que quisieron empezar a traer bento.

    Sin embargo, Kazuma se los prohibió. Apenas ellos le preguntaron sobre lo que solía comer para prepararlo y no agregar nada que odiase ingerir o si era alérgico a algo, ese perro no dudó en declinar la oferta. Y él y su novia tuvieron que respetar su decisión. Ah, demonios…

    En esos tres años ya se acostumbró a su carácter difícil. Pero, ¿por qué Kazuma tenía que ser así? Ojalá fuese un poco menos tosco. Más dado a sonreír o ser amable sin sulfurarse ante el cariño de la gente.

    A veces Feng creía que Kazuma era un «tsundere». Una vez se lo dijo y recibió una patada como premio.

    No se arrepiente.

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    En cuanto se refiere al instituto Kudan, hay 3 sitios donde puede estar Kazuma Shibata: en el salón de clases del «monitor derecho» (Feng) y la «presidenta lunática» (Liv), apodo el cual proviene porque es tan temeraria para lidiar con Shibata sin sufrir mayores consecuencias; en la azotea y, por último y algo que solamente ambos conocían: en la zona del jardín que ha proclamado como suya.

    Su escondite. Entre las peonias blancas. Ambos sabían que, como no estaba en su salón, probablemente estaría durmiendo ahí. Acertaron, pero también tuvieron que lidiar con un perro jodidamente terco.

    ¿Qué? ¿Por qué no quieres? —preguntó Feng.

    Sí, ¿Por qué no? —dijo ella, cruzándose de brazos— ¿Por qué desprecias nuestro afecto ahora? ¡Toda la semana pasada no tuviste problemas en tragarte el almuerzo de Feng! ¡Y el mío! Deberías aprovechar.

    Liv tiene razón. Kazuma, por puro capricho, había hurgado en sus mochilas. Como si fuera un verdadero perro callejero y problemático, por flojera de caminar a la cafetería, saqueó sus bentos y solamente dejó los trastes vacíos cuando ellos volvían de gimnasia o atender asuntos en el consejo.

    Porque no quiero comer. La vez pasada sí se me antojo, ya no me molesten.

    ¿Y qué tiene de diferente? —insistió Feng— ¿Es porque mi comida tiene verduras? ¿Es eso? ¿No te gustan las verduras?

    Oh, como un niño pequeño…—murmuró Liv— Entonces, ¿qué te gusta comer? Dinos y armaremos un buen menú para los tres.

    Ya basta.

    Si nos dices, podemos organizarnos para prepararlo —dijo Feng.

    ¡Basta, dije!

    No, tú ya basta. Deja de ser berrinchudo, responde y come.

    Ella le acercó los bocadillos de la cafetería. Solían comer ahí, pero en los últimos días Liv y Feng han intentado ponerse de acuerdo para prepararse el almuerzo, incluyendo el de Kazuma. Si fuese por ellos, seguirían con sus hábitos alimenticios de siempre. Pero después de que Feng revisara, sin querer, algunos de los documentos de ese perro terco cuando fue a la dirección…

    ¡Jódanse y váyanse a la mierda! —se sulfuró Kazuma.

    Kazuma se dio la vuelta, con la mirada clavada en el fuerte tronco del enorme arbusto de flores bajo el que se escondía. Pasaron alrededor de 30 minutos, antes de que Liv suspirara y metiera la mano a través de la cortina de enredaderas. Kazuma frunció el ceño, preparado para maldecirla, pero ella solamente dejó la bolsa de bocadillos junto a él.

    Ya sea que lo comas o se lo dés a uno de los perritos callejeros del barrio, asegúrate de llevar la basura a los botes—dijo ella— ¿Entendiste?

    Feng y Liv se marcharon. Debían regresar a clases. Saben que Kazuma, si no le apetece, no entrará a ninguno de los salones. No pueden obligarlo, es demasiado testarudo e intentarlo implica salir apaleados y derrotados. Se quedó solo.

    Así que es comerlo o dárselo a los perros callejeros…

    Una vez, cuando recién se conocieron, Liv le había llamado «Nora Inu» debido a su comportamiento desastroso y tendencia a retirarse del instituto si se irritaba demasiado. «Nora Inu» significa «perro callejero». Pero también «perro abandonado». Ese segundo significado es el que le retuerce las tripas, aunque sepa que es verdad.

    Bueno, dicen que las verdades duelen.

    Abrió uno de los panes y dio un mordisco. Incluso le dejaron una lata de jugo, ¿eh? Comió en silencio, dándole un trozo de las salchichas que tenía uno a un gato callejero que bajó de la barda cercana al oler la comida. Se quedó dormido durante el resto de la tarde y, como de costumbre, se iba con esos dos tórtolos idiotas.

    Para su mala suerte, los tres vivían hacia la misma dirección y las preguntas de Liv y Feng llovieron como balas. ¡Que fastidiosos!

    Ya, dinos la razón —pidió Liv— ¿Por qué no quieres aceptar la comida?

    Porque no me da la gana. Ni siquiera me da hambre a la hora del almuerzo, será un desperdicio.

    Entonces, ¿por qué te comiste los bocadillos que te dejamos?

    No me lo comí, se la di a un gato que había por ahí. Lo tiré.

    Si es así, ¿por qué tienes restos de mostaza aquí? —preguntó Feng, señalando la comisura de su propia boca.

    Aquel chico astuto mintió, pero logró su cometido cuando Kazuma se talló la boca con el dorso de la mano.

    ¡Sí te lo comiste! —sonrió Liv— Y si comiste eso, con más razón podrías con un bento. Ahora, la verdad. No quiero usar “la autoridad que me compete” para obligarte a decirlo.

    «La autoridad que me compete». Fue el nombre que le dio Liv a esa capacidad de darle ciertas órdenes por perder su jodida apuesta. Cada día, cuando surgían esas situaciones, odiaba cada vez más subestimar a Liv y apostar contra ella. Pero su orgullo le impedía reconocerlo. Tal vez, por eso, pese a sus sospechas de que le hicieron trampa, no dijo nada al respecto. No quiere ensuciar la victoria de alguien ni ser mal perdedor, aun si ese orgullo lo jode.

    Kazuma rodó los ojos con mucho fastidio y suspiró. Se quedó callado, Liv y Feng también. Llegaron al cruce de calles donde sus caminos hacia su hogar se separaban, y antes de escuchar réplicas, tuvo que hablar.

    No deben dármelo —dijo él.

    ¿Cómo? —Liv parpadeó— Creo que no te entiendo.

    Kazuma apretó los dientes del coraje, pero evitó gritar. Tranquilo, debe estar tranquilo.

    No deben darme eso…—repitió lentamente.

    ¿Por qué? —preguntó Feng.

    Porque solamente deberían dárselo a alguien que sea cercano a ustedes… Dárselos entre ustedes mismos —murmuró y rodó los ojos ante las expresiones de esos dos, ¿y así eran los primeros de su curso? Bueno, tampoco es que Kudan tuviera muchos alumnos de alto rendimiento— Son pareja, par de estúpidos. Eso se supone que se haga, que se lo den en parejas.

    No hay una regla escrita o no escrita que nos impida darle uno a nuestro amigo —dijo Liv con una sonrisa.

    Como sea. No lo hagan.

    ¿¡Pero por qué no!? —estalló ella.

    ¡Ese estúpido perro les lamía la mano, los mordía y se iba corriendo! Feng la sujetó de los hombros, impidiendo que fuese tras Kazuma. El muchacho rebelde caminó varios pasos y se detuvo. No volteó a verlos, pero respondió:

    Porque si lo hacen, harán que me acostumbre.

    Y, cuando lo dejen de hacer, será un tiro de gracia sumado a su lista inmensa.

    Kazuma no esperó una respuesta antes de continuar su camino y perderse entre las calles oscuras, debido a las escasas farolas en buen estado. No quiso ver sus caras, no quiso enfrentarse a la expresión que habían puesto. Mucho menos a sus miradas.

    No quería aceptarles esos bentos, porque sabe que si lo hace se acostumbrará. Y una vez que ya no los tenga más, será difícil no sentirse nuevamente abandonado. No necesita ese sentimiento estúpido jodiéndole otra vez. No lo quiere en absoluto.


    aDiHUWx



    Durmió alrededor de una hora. Más o menos. Cuando abrió los ojos otra vez, escuchó pasos apresurados yendo hacia el jardín. ¿Quién se salió del jodido salón? Oh, bueno. Debe ser hora del almuerzo. Lo ignorará por ahora.

    Con mucha pereza, echó un vistazo entre la cortina de enredadera, oculto entre las peonias blancas. Le gustaba tanto su escondite, desde que puso un pie en Kudan, porque recordaba que su hogar solía tenerlas. Que su padre cuida peonias en su jardín…

    Quizá debería conseguir otras plantas más. La mitad de las que habían las consiguió hace dos años, después de que los delincuentes de otra escuela fueran a Kudan, un día que Kazuma no asistió, y destrozaron parte del jardín. Kazuma fue por ellos y, aprovechando el viaje a otra escuela, no dudó en traer las putas macetas sin plantar del club de jardinería de ese instituto hasta Kudan. Sería la reposición de lo que rompieron.

    Obviamente, las plantas que trajo fueron al azar. No supo que eran hasta que el club de jardinería de Kudan vio florecer las plantitas. Entre ellos, se trajo unos girasoles y una planta de tomates. También recordaba que había un geranio y unas hortensias…

    Hortensias azules. Como las que cuidaba Nora. Azules como los ojos de su madre. Y la casa de Nora, la que alguna vez fue la casa familiar donde vivían antes de que sus padres se divorciaran, tiene el patio repleta de ellas. Porque desechó todas las peonías que plantó Ritsu y dejó el patio como una puta jungla de hortensias azules.

    QUOTE

    «Si al menos fueras tan vibrante como una hortensia azul en primavera, pero ni siquiera puedes destacar en una habitación vacía»


    «Perra», bufó en su mente.

    No quería la voz de su madre acosándolo. Vamos, suficiente tenía con encontrarse con ella en sitios aleatorios y tener la misma discusión estúpida. Primero, sobre transferirse de Kudan hacia cualquier otra preparatoria con suficiente prestigio. Y, ahora, presionarlo para pedir su certificado y comenzar la universidad en la UT-Tokio a sus 16 años.

    No, no le cumpliría sus caprichos. Que se joda. Se estiró mientras veía la silueta de ese idiota acercándose otra vez al jardín. ¿Qué? ¿Ahora qué? Kazuma se negaba a salir de su escondrijo, ni quería levantarse. Bien, solamente lo observaría. ¿Qué demonios hace ese idiota?

    Desde ahí podría escucharlo. Y si hablaba demasiado bajo… Bueno, para algo aprendió a leer los labios.


    SPOILER (click to view)
    Dejo por aquí las fichitas de Liv y Feng.

    QUOTE
    Liv Nakamori | 16 años | 2-A (Presidenta del 2° grado) | Virgo | Club de jardinería

    En su segundo año de secundaria, se transfirió del instituto Nishimachi hacia el instituto Kudan. Muchos pensaron que era un suicidio social, debido a que era una excelente alumna con un futuro prometedor que terminó yéndose hacia un sitio de mala muerte por temas familiares. Fue la única persona que, pese a tenerle miedo al "demonio sangriento de Kudan", no dudaba en reprenderlo aunque este la mandara mil veces a la mierda. Hasta que logró joderlo al ganarle en una competencia.

    El "perro endemoniado" de Kudan tuvo que adquirir responsabilidades cuando ella lo nombró como monitor estudiantil. Y, contra todo pronóstico, ella ha sido una de las primeras y únicas personas que Kazuma Shibata alguna vez alude por su nombre. O simplemente la alude como "presidenta".

    En los tres años que lleva en Kudan, ha hecho lo que ha podido para demostrar que es más que un pozo de desesperación y miseria. Que sus estudiantes no son basura, como la sociedad piensa que son. Poco a poco ha logrado mejoras para bien en aquel instituto. Pero aspira a mucho más, a mejorar la reputación del instituto. Sí, vale que sea una escuela de gente con pintas estrafalarias y llamativas, ¿por qué ellos tendrían que ser vagos sin futuro?

    Su familia es dueña de una librería. Una que, casualmente, es la única en traer libros importados en otros idiomas. Así como manejan una biblioteca. Y ha sorprendido a varios estudiantes de Kudan yendo a hurtadillas hacia ahí para leer. Incluso para estudiar. ¡Ja! Y ese perro creía que esos chicos y chicas realmente estaban resignados a ser "basura". Liv sabe que todavía tienen sueños, metas y aspiraciones: ella está decidida a darles el empujón que necesitan.

    🏵️ Para su sorpresa, le perro rabioso es un cliente habitual de la librería Nakamori. ¡Vaya que no esperaba verlo vestido decentemente!
    🏵️ Aspira a estudiar psicología forense en la Universidad Metropolitana de Yokohama.
    🏵️ Está haciendo lo posible para reintegran a Kudan a los interescolares.
    🏵️ Es novia de Feng desde hace 4 años.

    Liv (16 años)
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    Liv (21 años)
    200629455543e38c41aa769d8e27b58b

    QUOTE
    Feng Kajiyashiki | 16 años | 2-A (Monitor derecho) | Acuario | Club de voleyball

    Desde su primer año estudió en Kudan, aunque eso no impidió que conociera a Liv y se volviera su novio antes de que ella terminara transfiriéndose a Kudan por cuestiones personales. Tenerla ahí, desde el inicio, requirió que Feng estuviese totalmente al pendiente de su temeraria novia y su mal hábito a encarar a los delincuentes que rondaban esos barrios. Empezando por el más inestable: Kazuma Shibata.

    Siendo monitor estudiantil, tuvo que enseñarle a Kazuma todo lo que este se dignó en hacerle caso de aprender. En realidad, al inicio, Feng sentía que un ladrillo le hacía más caso que aquel perro terrible. Al menos, hasta que de una forma sorpresiva, se convirtió en una de las primeras y únicas personas que Kazuma Shibata alguna vez alude por su nombre. Aunque, por lo general, es aludido como "Kashiki" o "Monitor derecho".

    En los tres años que ha convivido con Kazuma, aprendió a tenerle mucha paciencia a ese perro. Incluso, poco a poco, ha comprendido y descifrado algunas cosillas del "lenguaje extraño" que reina la cabeza de ese perro huraño.

    🌵 Conoce en persona al hermano menor de Kazuma: Katsuhiro. Ese día, Kazuma casi lo mata cuando estuvo por contar, sin malicia, una anecdóta del instituto Kudan.
    🌵 Aspira a estudiar en una academia de policía en Yokohama. Ya que Liv piensa trabajar en Kudan cuando sea mayor, como psicologa y orientadora, Feng tiene en mente graduarse como oficial y dar rondines en aquel sitio. Sí, quizá ya tienen demasiado claro lo que quieren hacer con sus vidas.
    🌵 Domina bien el chino mandarín, gracias a su abuelo por parte de su madre. Sin embargo, tiene problemas con el cantonés: simple y sencillamente aunque entienda, es complicado hablarlo.
    🌵 Le pidió a Kazuma que le enseñe francés, y el perro lo hace... Cuando está de buen humor para enseñar.
    🌵 Tiene un libro de apuntes donde anota el "lenguaje" y otras cosas para entender lo que Kazuma dice entre líneas. Básicamente Feng hizo un diccionario.

    Feng (16 años)
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    Feng (21 años)
    add037a60547fefd89f2a38a3738e944

    El diccionario en el que trabaja Feng:
    14a17937a3215320ce237fde34c1d46a
    El interior tiene apuntes y marcadores como estos:
    98c929098d193f5bcc82830c3d286708
    a7a24cd95874a668d211e9606cb4c12b
    2bf71216192a9151f446a63d9446d97b
    785ebaca9d022bee926ff3784489c879
    ebaa0ebb7f3a86508f6b8ff38bde7fbe
    4dcf96e6ffcd5d5f88b98657dd9c3468
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    Su técnica infalible era siempre huir de los problemas, sobre todo si estos intentaban sacar una reacción de su parte. En el futuro, gracias a sus experiencias con muchos chicos, podía controlar su vergüenza mucho mejor porque se había vuelto un verdadero playboy, pero ahora mismo, era un adolescente hormonal que reaccionaba ante el halago de un chico guapo.

    ¡Tan idiota!

    No es como que Midori, Akamaru o Hinata le interesaran, pero si alguien le decía bonito, lindo o kawaii, simplemente no podía manejarlo. No eran cosas varoniles, para nada, pero a Kuma le gustaba tener esas cualidades, aunque su padre no las aprobara. Así que sí, le gustaba que pudieran ver más allá de su exterior, pero no podía manejar los halagos.

    «Gracias mamá por darme esta cara»

    Pensó metiendo su cabeza nuevamente en la pileta cercana al huerto y las flores. Caminó nuevamente a las flores y volteó a todos lados para ver si no había delincuentes alrededor. Era hora del receso y podían estar jugando o comiendo por allí, pero casi todos estaban en sus aulas o las canchas, casi nadie se daba la vuelta por esos lados. Desde que Kazuma les dio una reverenda paliza a los que destrozaron las flores, la pusieron como su zona prohibida, quizá era el único suicida que iba a tocar esas plantas.

    Se acercó a los girasoles y les sonrió mientras acariciaba los pétalos de cada uno de ellos. Le gustaba como brillaban con el sol. En la mañana solo pudo observar la planta de tomates y los girasoles, pero había hortensias, geranios y peonias blancas. Se acercó a ellos, estando muy cerca de Kazuma, pero sin notar su presencia.

    —Ustedes serán MeiMei. —allí iba nuevamente su manía por ponerle nombre a las flores. Siempre escogía nombres de chica, no sé, quizá era su mecanismo para recordar a su madre y no clavarse con el nombre de un chico.

    Un mecanismo para que no se notara su homosexualidad.

    —Están muy bonitas, pero veo que les está quemando el sol, están perdiendo color sus hojas. —torció la boca y miró su ubicación, si ponía una especie de techo no les pegaría tan directo. Camino a su casa estaba el barrio rojo, a veces los locales tiraban madera o algo cerca de los basureros, recolectaría algunas cosas.

    Se alejó de las peonias y vio las hortensias azules, estas no necesitaban tanto cuidado, lucían de un azul muy bonito.

    —Yihua. —las apodó. Caminó hasta la planta de tomates y sonrió divertido. —A ti te llamaré Yuqi.

    Y finalmente regresó a los girasoles, pero no se le ocurrió nada. Le hacían muy feliz, pero no tenía un nombre para ellos.

    —A ustedes les pondré un nombre luego, debo pensármelo bien. —les explicó y escuchó el timbre sonar. En la salida volvería con ellas, al fin podría estar con su afición. En Abeno no había club de jardinería y solo había pocas plantas, pero las cuidaban jardineros contratados. No deseaba volver temprano a una casa vacía o donde quizá estuviera su padre ebrio. Quería volver tarde, estar unas tres horas cuidando a sus amigas, no era una mala idea.

    Se dio la vuelta y caminó al aula.

    aDiHUWx



    Al termino de las clases Akamaru y Midori se despidieron de él. Se saltarían nuevamente el club de beisbol para irse a meter al arcade todo el día. Invitaron a Okuma, pero este se negó diciendo que tenía que volver a casa. Se fue a meter al baño de hombres en un cubículo y esperó una media hora hasta que posiblemente todos se fueran a sus clubs o casas.

    Caminó nuevamente a aquel jardín y sonrió al saber que los del club de jardinería no estaban rondando. Eran pocos como le dijeron y no siempre estaban al tanto de las plantas, se podía notar en algunas cosas que detectó Kuma. Dejó su mochila al lado y fue quitar las malas hierbas alrededor de los girasoles. En estos días intentaría hacer un buen abono orgánico con residuos para abonar la tierra y buscaría material para el techito de las peonias.

    Estaba feliz haciendo aquello, aunque se lastimara un poco las manos al no usar guantes.

    Tenía la manía de cantar cuando estaba contento y al creer que nadie lo escuchaba, comenzó a cantar una canción de su cantante favorita: Lexie Liu. Kuma era un maldito romántico perdido, al menos en esa línea temporal que su corazón no se había hecho pedazos aún.

    Comenzó a cantar una canción en chino, se podía escuchar algo nostálgica y su voz se agravaba cuando hablaba ese idioma. Era imposible que Kazuma entendiera la letra, pero había partes de la canción, sobre todo el coro que eran en inglés.

    QUOTE

    «Quiero amarte porque no puedo evitarlo.
    Quiero besarte, ¿pero será eso un problema?
    Porque ya he escuchado suficiente de esto.
    Porque ya has escuchado suficiente de esto.
    Quiero contarte cuánto te extraño.
    Quiero contarte todo, pero te extraño.»


    Su voz en inglés se ablandaba mucho más. Era más suave, más tierna.

    QUOTE

    «Amor, ¿es un crimen?
    Matas mi orgullo tan suavemente.»


    Y de esa forma continuó cantando con una linda sonrisa en su boca. Aquella canción que mezclaba inglés y chino era tan dulce para un amor que se guardaba en secreto. El cual posiblemente, en un futuro sería entre aquel perro huraño y ese oso de peluche. Estuvo allí alrededor de dos horas y cuando finalmente terminó de arrancar todas las hierbas, no le importó que sus manos ardieran. Comenzó a llevar los montones al basurero, sin importarle si daba varios recorridos, y cuando finalmente terminó, tomó su mochila y se marchó.

    aDiHUWx



    En lugar de irse a la casa fue al barrio rojo a buscar algunos pedazos de madera o tarimas para realizar el techito o alguna otra cosa. Fue grandioso que pudo hallar unas cuantas tarimas. Las llevó a casa y las ocultó en su cuarto para cuando su padre volviera no se diera cuenta de ellas. Preparó la cena, volvió a limpiar la casa y cuando su padre volvió se ocupó de darle de cenar, servirle alcohol y esperar que no lo golpeara. Mañana sería otro día.

    Esperaba que mejor.

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    A la mañana siguiente le preparó el desayuno a su padre. Se lo dejó y se preparó una doble porción de comida por su nuevamente le quitaban. Hizo bollos de carne, congee, ensalada, cortó mas manzanas e hizo carne de hamburguesa, arroz blanco y pure de papas para almorzar ya que planeaba quedarse más tiempo en la escuela haciendo cosas con la madera que consiguió. Tomó los taburetes y ese día se fue mucho más temprano a la escuela.

    Fue una gran odisea no ser visto, pero no había nadie en el camino a las jardineras. Acomodó las tarimas para que no estorbaran. En la mochila cargaba con todo el material para lograr su propósito. Tenía otras cosas en mente el día de hoy. No importa el buen humor que tenía, no podía olvidar a aquel monitor enano que le derrumbó.

    Okuma era demasiado terco para su bien, y si iba a perder los dientes… lo haría con la frente en alto.

    Caminó hasta los salones y fue al 2-C. Hinata ya estaba sentado en su pupitre y se sorprendió de ver a Kuma allí.

    —Hermano, volviste a equivocarte, tu salón no es…

    —No me equivoqué. —
    sonrió de lado, pero no era esa sonrisa dulce, era una maliciosa. —Sé lo que estoy haciendo.

    Caminó hasta sentarse al lado de Hinata y todos lo miraron como un jodido suicida. Los delincuentes se habían enterado que Kazuma ayer lo había jalado de las greñas hasta el 2-A. Los chismes corrían en ese lugar como si fueran FLASH.

    —Kuma-san, no seas terco. Nadie te juzgara, todos hemos sido apaleados por Shibata-san. Nadie soporta más de dos palizas, no tienes que demostrar lo fuerte que…

    —No es para demostrar que soy fuerte. —
    aclaró. —Simplemente, no le voy a dar la razón y ver que me tiene doblegado.

    —Vas a perder un diente hermano.

    —Tengo varios, puedo darme ese lujo.

    Oh mierda, esto se iba a poner feo.

    SPOILER (click to view)
    Esta es la canción que canta Kuma♥
    Lo que puse es lo que si entendera Kazuma porque es lo que está en inglés.
     
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    Aquel muchacho metió su cabeza bajo el grifo. ¿Qué? Hoy no hace demasiado calor. Si lo hiciera, Kazuma no habría puesto un pie en Kudan ese día. Con mucha pereza, sus ojos observaron su actitud extraña. ¿Revisaba que nadie se acercara al jardín?

    Los únicos que iban eran los integrantes del club de jardinería, entre ellos estaba Liv. Así que descartándola a ella y Feng, solamente 3 personas acudían a ese sitio. Todos los demás se mantenían alejados porque no querían hacer un estropicio por error y que Shibata los mandara derechito al hospital.

    Entonces, ¿qué hace ese imbécil ahí? Quizá nadie le advirtió. Tal vez fue igual que lo ocurrido rato atrás. Como sea, ahora no quiere moverse de su escondrijo. Si no estropea nada, Kazuma no tendrá motivos para golpearlo.

    «¿Qué mierda haces?», pensó ladeando la cabeza.

    Ese imbécil tenía una sonrisa adorable en el rostro. Su expresión era muy distinta a esa odiosa mirada de reto que tuvo rato atrás. Normalmente, Kazuma admiraría que tuviesen huevos para confrontarlo, pero siempre que fuese fuera del instituto. Carajo, en su tiempo como monitor eso lo irritaba porque dificultaban su puto trabajo.

    Ese oso enorme se acercó a las peonias y Kazuma frunció el ceño. No hizo ruido, pero era como ver a un perro rabioso levantar los labios para enseñar los dientes en advertencia. No delataría su ubicación, pero no le sacaría la mirada de encima.

    «¿Está nombrando las plantas?», pensó y enarcó una ceja, «Más bien, ¿está hablando con ellas?»

    Bueno, Kazuma no puede quejarse. Katsuhiro hace lo mismo con los gatos y con casi cualquier ser vivo que se encuentra. Kazuma, una que otra vez, se ha puesto a conversar con los perros callejeros que alimenta. Pero, ¿hablar con las plantas? Ellas no podían responderle, como los maullidos de un gato o los ladridos de un perro.

    «A lo mejor lo dejé más estúpido al patearlo…», pensó ahora y frunció el ceño con disgusto, «Hey, no lo pateé muy fuerte. Ni siquiera le rompí la nariz o le tiré un diente. ¡No le di tan fuerte! Seguro ya estaba así de estúpido cuando llegó.»

    Interrumpió su discusión consigo mismo cuando escuchó el resto de los nombres. Así que le puso uno a cada una de las plantas… Ah, como sea. El timbre sonó y aquel chico se fue. Kazuma cerró los ojos otra vez.

    Necesitaba descansar.

    giphy



    Abrió los ojos varias horas después. Escuchó a lo lejos el timbre. Seguramente finalizaban las clases y todos irían a sus clubes. Probablemente Liv no podría venir, porque estaría con Feng en el consejo, como ocurría casi siempre. Y los demás integrantes de jardinería no vendrían, porque le tenían miedo y seguro creen que está de malísimo humor.

    Bueno, siempre que le toca apalizar a un idiota en inicio de curso, casi siempre está de mal humor. No se equivocan. Ni él mismo sabe cuánta paciencia tiene, ya suficiente será con interactuar con personas en su trabajo.

    «¿Qué hora será?», pensó despreocupadamente.

    Ha pasado como media hora desde que el timbre sonó. Miró el cielo a través de las enredaderas. ¿Qué hora era? Probablemente las 3:30 de la tarde. Pensó en salir de su escondite, pero los pasos a distancia le hicieron desistir. ¿Ahora qué? Enarcó una ceja al ver otra vez a ese oso idiota.

    «¿Qué demonios haces ahora…?», pensó, acomodándose sobre el fresco césped de su escondrijo.

    ¿Quitaba la maleza de los girasoles? Resopló en silencio, el imbécil estaba lastimándose las manos por no usar guantes. ¿Qué Shikuro* no le mostró dónde están guardadas las cosas? Honestamente, pensó que lo hacía por alguna clase de castigo por meterse en problemas con alguien más. Pero no era su asunto si no lo habían llamado…

    Esperaría unos minutos, porque estaba seguro de que ese oso se largaría abandonando su castigo a medias, apenas “hiciera lo suficiente para decir que hizo algo”. Vamos, Kazuma ni siquiera cumplía los castigos que le daba Liv, a menos que hubiese una apuesta o una deuda de honor de por medio.

    Se equivocó.

    «¿Está cantando?», fue lo siguiente que pensó.

    Una canción en chino. No sabe qué mierda dice, pero el tono nostálgico de la letra es suficiente para él. Su única maldita pregunta, es… ¿por qué mierda sintió un escalofrío lamiéndole la piel cuando escuchó la voz de ese estúpido agravándose al hablar en chino?

    QUOTE

    «Porque ya has escuchado suficiente de esto»


    Hay partes en inglés que puede entender. ¿Por qué su voz es tan dulce al cantar en inglés? ¿Por qué sonríe así al cumplir un castigo en el jardín?

    QUOTE

    «Amor, ¿es un crimen?
    Matas mi orgullo tan suavemente.»


    Él ha perdido su orgullo muchas veces, sin querer aceptar que sus relaciones lleguen al mismo final fatídico e irresoluble al que llegó el matrimonio de sus padres. Pero todavía le queda suficiente dignidad para cortar la mala raíz de tajo, cuando su corazón ya está roto y no queda nada más por hacer. Cuando le dan la promesa de cambiar al ver que ya no está dispuesto a aguantar más desplantes…

    Kazuma observó a Okuma trabajar por unos 40 minutos. Después de eso, entendió que aquel muchacho parecía dispuesto a cumplir a rajatabla el castigo que le hayan puesto… Pero, ¿en serio alguien puede lucir tan alegre pagando una amonestación? Cerró los ojos y, mientras escuchaba los trozos de esa canción, volvió a dormirse.

    La voz de Okuma lo arrulló.

    giphy



    Cuando abrió los ojos, la posición hizo que quisiera levantarse de golpe. Resistió el impulso y, al ver que ya no hay nadie, salió de su escondrijo. Joder, estaba atardeciendo ya. El cielo ya no estaba anaranjado, era más bien un tono de violeta que presagiaba lo poco que falta para que oscurezca.

    Bostezó y se estiró. Buscó su mochila, que había usado como una especie de almohada. Porque, de hecho, era lo único que tenía dentro de ella: una discreta almohada que rellenaba la mochila.

    Se retiró del instituto, bostezando cada tanto. Recorrió las calles del barrio rojo, pasando por el atajo que se sabía. Caminó entre una que otra intersección, con los locales de letreros neón y la gente deambulando por ahí: Gente ebria, hombres viejos o asalariados coqueteando con las prostitutas que se acercaban a ellos con palabras que les endulzaban el oído.

    Hola, niño, ¿te perdiste? —escuchó de una mujer, con ropas sospechosamente caras.

    No soy un niño —respondió de malhumor— Tengo 16.

    Mentira no es. No del todo. Ya está por cumplirlos. Esa señora se rió.

    Como sea. Deberías irte ya a tu casa. Ya sabes, las cosas se encienden por aquí después de las 6. No es un sitio para el que un adolescente esté deambulando —mencionó ella y sonrió— A menos de que estés buscando trabajo.

    Kazuma enarcó una ceja y entrecerró los ojos, pero la sonrisa de esa mujer no se borró. No le dijo lo que cree que le dijo, ¿o sí?

    Todavía eres joven, pero tienes una linda cara —prosiguió ella— Sí, es cuestión de saber vestirte. Pagarían bien. Muchos tienen…

    Oye, bruja —escuchó otra voz, del local del frente, al otro lado de la angosta calle— Deja de molestarlo.

    Kazuma observó como el rostro de la mujer demostraba mucho disgusto. Miró hacia el otro lado de la calle, observando a una chica de unos 25 años. Como era de esperarse, no llevaba demasiada ropa encima debido a su trabajo.

    ¿Y a ti qué te importa, puta barata? —le gruñó la mujer.

    Baratas serán tus bragas, vaca vieja —respondió ella— Hablo en serio, bruja. En la Casa Ogimoto conocemos a este muchacho, ni pienses en ponerle tus garras.

    Kazuma se quedó callado, dejando que discutan, no pretendía meterse en la pelea de esas dos idiotas. Solamente quería que los empleados de esa calle terminaran de mover sus cajas y le dejaran el paso libre para irse.

    La mujer que lo había “defendido”, aunque ni falta le hacía, entró de nuevo al burdel y salió con una pequeña caja envuelta en un bonito pañuelo de seda. Kazuma quiso ignorarla, pero sus carraspeos insistentes le hicieron voltear.

    ¿Qué?

    ¿Acabas de salir del instituto, pequeño Shiba? —preguntó ella con seriedad, todo lo contrario al tono meloso que usaba con sus clientes— ¿Sabes la hora que es como para que deambules por aquí?

    No lo regañaba por pasar tarde cerca del barrio rojo. O por el barrio rojo. Sino por pasar precisamente por esas calles: el corazón del barrio rojo. Sí, su infalible atajo era cruzar por ahí, ahorrándose el tiempo de rodear esas calles. No era buena idea hacerlo siendo un adulto, mucho menos siendo un adolescente catalogado como “lindo”.

    Ya, deja el puto sermón y dame tu maldito encargo —bufó, extendiendo las manos.

    ¿Dónde estabas? Ya deberías haberte ido al trabajo —insistió saber ella.

    ¿A ti qué te importa?

    Esa respuesta no le gustó a Rena, como se hacía llamar en el burdel. Ella frunció el ceño, antes de fingir que esa respuesta fue una auténtica pena, poniendo una mano en su pecho.

    Oh, tienes razón…—dijo ella— Entonces, como a mi no me incumbe esto, mejor debería llamarle a Ritsu-san para que él se encargue de esto.

    A Kazuma casi se le salen los ojos cuando fue amenazado de esa forma.

    No te atreverías, zorra de…

    Entonces responde mi pregunta —le interrumpió ella.

    En la escuela. Salí tarde, tenía cosas que hacer —mintió sin titubear y, por si ella no le creía, le mostró la banda de monitor que olvidó quitarse esa tarde— Mira, soy un maldito monitor en mi colegio. Salgo tarde, estúpida.

    Bueno…—cedió ella— No vayas a meterte en las peleas clandestinas del barrio rojo, eh. Si me entero, no te echaré a los polis…

    Aun si me los mandaras, sabemos que ya me conocen —se jactó él, en una clara muestra de burla— Me soltarán a las 3 horas.

    No te los echaré —ella ignoró su grosera interrupción— Pero sí llamaré a tu padre.

    Hija de puta.

    Siempre, querido —admitió ella— Puta, pero de las caras. Que no se te olvide.

    Kazuma apretó los dientes, metió la caja en su mochila y se fue de ahí antes de irritarse más. Las veces que coincidía con esa mujer, siempre lo utilizaba de mandadero para llevar algún paquete hacia la casa de té en la que Kazuma estaba trabajando.

    «¿Qué se cree?», rabió en su mente.

    Le enfadaba que ella se tomara tantas libertades con él, tratándolo como si fuese un niño pequeño que no puede sonarse los mocos. Lo cierto, es que Rena simplemente estaba tratándolo como lo que veía que era: un niño enrabiado. ¡Esa maldita siempre lo amenazaba con llamar a su papá si Kazuma no le hacía caso! Se aprovechaba de que su padre era un hombre gentil que claramente no sabe las mierdas que está haciendo su hijo.

    Kazuma maldijo el día en el que su papá tuvo que dar clases en el mismo centro comunitario donde asistía Rena, o formalmente conocida como Megumi Shima. Porque desde la primera vez que tuvo el infortunio de cruzarse con ella en la calle, reconociéndola bajo sus pintas de puta y ella sabiendo quien era bajo sus pintas de gamberro, ambos se agarraron de las bolas.

    Él mantendría el hocico cerrado sobre la profesión nocturna de Shima, siempre que ella no dijera nada sobre las estupideces que hacía. De hecho, siempre era Shima quien iba a buscarlo a la comisaría en el primer año, aprovechando que Nora la autorizó para ello. Todo con tal de no admitirle a su papá que Kazuma se descarrió bajo su cuidado…

    Llegó a las 6 en punto a la casa de té. Dejó su mochila en el locker y se cambió la ropa. Sacó el paquete que le dieron y buscó a su jefa. La mujer estaba tomando una taza de té. Se veía relajada, pese a que su mirada lo vio con reproche.

    Creía haberte enseñado más disciplina, mocoso.

    Entro a las 6 y son las 6. ¿Qué más quieres? —respondió él y le tendió el paquete— Por cierto, Shima me dio esto.

    Su jefa, quien también es su instructora, asintió y tomó el paquete. Kazuma abandonó la cocina para ir hacia la zona principal del local. Tenía que atender un par de mesas que recién se ocuparon. Bien, puede con esto.

    Mientras no le toque atender a un estúpido que no le saque de quicio, no tendrá que golpear con la charola a nadie.

    Si no fuese porque estaban cerca del barrio rojo y llegaba cada gente impertinente a hacer un escándalo, gente a quien podía y debía sacar a patadas, Kazuma probablemente hacía mucho habría perdido su trabajo ahí.

    giphy



    Entraba a las 6 de la tarde y salía a la medianoche. Su instructora y jefa, Minato Shima, le pedía que esperase que termine de acomodar todo para acompañarlo a su casa. Pero Kazuma nunca la esperaba, se iba solo a medianoche hacia las bodegas que le pertenecían al anciano “Matsu”. Kazuma, pese a lo que se puede pensar, siempre regresaba con gestos los saludos al celador.

    El señor Osamu Yamagawa era mudo, pero también se hacía pasar por sordo para poder ignorar a la gente. Y Kazuma era muy necio. Al inicio, su única motivación fue aprender lenguaje de señas para insultar y molestar al hombre cascarrabias. Pero el tiro le salió por la culata. No hay mucha gente que sepa lenguaje de señas, menos de forma tan fluida. Sin querer, Kazuma le dio a Osamu Yamagawa una persona con la que mantener conversaciones que entendiese a la perfección.

    Kazuma se sintió ofendido cuando se dio cuenta. Pero le duró muy poco, cuando aquel hombre le compraba bocadillos para tomar un break juntos mientras le contaba chismes de los que se enteraba. Porque, como la gente pensaba que es sordo también, no dudaba en hablar sobre todos los detalles de las cosas que hacían o escuchaban de sus conocidos.

    Kazuma siempre organizaba todas las cosas en las bodegas y, como corresponde, tenía que hacer los malditos inventarios que siempre le daban tanto dolor de cabeza. Siempre tenía cara de enojado cuando hacía esa parte, ¡porque lo estaba! Aunque también influía tener que entrecerrar los ojos para enfocar las letras pequeñas. ¿¡Por qué carajos no les ponen un puntaje de letra más alto!?

    «Deberías usar lentes, niño» —gesticuló el señor “Yama”«Te dolería menos la cabeza».

    Y usted debería de dejar de fingir ser sordo —le dijo Kazuma, alzando una ceja— Pero ni usted ni yo le haremos caso al otro, ¿no?

    El señor Yama hizo un gesto, dándole la razón. Sí, así era todas las madrugadas donde tenían que aguantarse uno al otro.

    giphy



    Terminaba sus labores a las cinco de la mañana. Y eso significaba que su mente dejaba de tener cosas con las cuales ocuparse.

    QUOTE

    «Tu hermano menor te admira, ¿sabías? Él quiere ser como tú, pero no puede seguirte si te pierdes en este camino lleno de mediocridad. ¿Realmente estás dispuesto a decepcionar a Katsuhiro?»


    Agitó su cabeza con fuerza. Tanta, que se mareó. Ese fue el chantaje más reciente de su madre, cuando lo llamó por teléfono la noche anterior. ¡Joder! No quiere escuchar más su voz odiosa en su cabeza.

    Como todas las mañanas, tan temprano, echó a correr. Correría un buen rato hasta quemar todas sus energías, hasta agotarse lo suficiente para poder conciliar el sueño un rato.

    Para aplacar el insomnio que estaba torturándolo desde que tenía 12.

    Con la clase de vida que tenía, no es de extrañar que llegase a Kudan, a la hora que tuviese que llegar, de un humor terrible. Quizá, si tuviese un mejor estilo de vida; si durmiese las horas que corresponde, si comiese como debiera y si dejase que los demás le demostraran su cariño y camaradería, posiblemente no habría reaccionado tan mal con Okuma. Quizá, podría haber sido más paciente y amable, sin perder la firmeza como monitor.

    Era un “podría”. Y, curiosamente, era uno en el que acertaba por completo. Si no hubiese sido tan grosero y tuviese más amabilidad y paciencia con ese oso…

    QUOTE

    “— «Deja de meterte en problemas, Kuma-san» —”


    Las cosas pudieron ser muy distintas.

    09b0170a7f177af25bccb4f7f8ad9845



    Desde que se le rompió una taza esa mañana, Feng debió saber que algo malo pasaría ese día. Acertó, de cierta forma. Liv pasó directamente hacia la sala del consejo y Feng inició el pase de lista, ya que ella estaba ausente. No le sorprendió que Kazuma todavía no llegase, de todos modos, los profesores previamente rellenaban todas sus casillas de asistencia.

    Sin embargo, ver que Okuma no estaba era… Un mal presagio. Los otros maestros no se daban cuenta porque no solían pasar lista, solamente los del 2–A, por insistencia de Liv, lo hacían. Feng dio un largo suspiro y pidió permiso para asomarse por la ventana, justo cuando vio a Tokita deambulando por el pasillo porque ya había salido de la sala del consejo.

    Siempre debía quedarse un monitor fuera de la sala del consejo, para estar pendientes de cualquier cosa que ocurra. Como Kazuma no llega todavía, Feng debía estar ahí y Tokita sería el encargado de ponerlos al tanto por el grupo.

    Oye, Tokita-kun —le habló Feng— ¿Puedes hacerme el favor de buscar a Yoshio Okuma-kun?

    ¿El chico nuevo de nuestro salón? —preguntó enarcando una ceja.

    Sí, ese.

    ¿Qué mierda…? —Tokita frunció el ceño— Espera, ¿qué no ese chico fue apaleado por Kazuma el día de ayer?

    Feng asintió. Fue él mismo quien le contó al «monitor izquierdo», Gin Tokita, lo que ocurrió el día de ayer. El muchacho de pelo con las puntas teñidas de plateado se enfermó la semana antes de comenzar clases, y apenas hasta hoy se recuperó para asistir. Porque, claro. Si asistes a Kudan, es mejor venir cuando ya te sientes al 100% o podría ocurrir una desgracia.

    Bien, iré por él —murmuró Tokita— Tiene suerte de que Kazuma no haya llegado todavía.

    Digamos que sí —se rió Feng— Esperemos que no se ponga difícil. Noté que es algo terco.

    Cielos, espero que no sea tan terco…—suspiró Tokita— Mira que pasar de Abeno hacia aquí ya es suficientemente complicado de digerir. No necesita que el maldito perro lo lastime de verdad.

    Lo sé. Pero bueno, ve a buscarlo, Tokita-kun —pidió Feng— Y si no quiere hacerte caso, está bien. Si contigo no funciona, iré a buscarlo yo mismo.

    ¿Y si no funciona que vayas tú? —preguntó Tokita, resignado.

    Feng frunció la boca con tristeza.

    Si no le hace caso a ninguno de los dos…—dijo Feng, haciendo un puchero por lo que seguía— No vamos a tener más remedio que decirle a Kazuma.

    Preferiría decirle a la presidenta Nakamori que vaya por él que mandarle al jodido perro —se sinceró Tokita.

    Pero ella está en junta y no saldrá pronto —suspiró Feng y sonrió con emoción, reduciendo el volumen de su voz— Está haciendo algo muy importante, y confío que mi cariñito que podría lograrlo.

    Tokita enarcó una ceja, pero ya después de pasarían el chisme completo. Se alejó de Feng y, por lo tanto, de su salón. Echó un vistazo al salón 2-B, por si acaso. Abrió la puerta del 2-C, con paciencia y tranquilidad, muy distinto a como Kazuma lo hizo el día de ayer.

    Hola, profe —saludó Tokita, viendo cada uno de los rostros en aquel salón, hasta que encontró a Okuma— Siento interrumpir su clase, pero vine por uno de mis compañeros. Entonces, si no es molestia.

    No, adelante —murmuró el profesor.

    El profesorado ya estaba resignado con Kazuma. No se le puede llevar la contraria al perro sin que esté se empute y, en el peor de los casos, los apalice a ellos también. Pero con Tokita y con Feng era distinto.

    Con Tokita tenían un trato más tranquilo. Porque Gin Tokita, pese a verse como si le diera pereza hasta respirar, todo porque poseía una “mirada triste” pese a no estarlo en absoluto. Tenía una voz calmada y algo rasposa, porque le daba flojera hablar; pese a eso, era lo suficientemente amable y considerado en su trato.

    Con Feng, pese a que no deberían decirlo, sí que era su monitor favorito. Era el más cordial, alegre y sonriente de los tres. Un chico amable, gentil y que trataba de verle la cara buena. Por supuesto, eso no quería decir que no estuviese siempre en alerta. No le temía a los alumnos (exceptuando a Kazuma, en su momento), pero sí que sabía cuando no era buena idea picar a una persona con un palo.

    Si tuviesen que describir a los tres monitores, podría decirse que representaban «tres máscaras» teatrales: enojo, tristeza y risa.

    El muchacho se retiró de la puerta e ingresó al salón, bajo la mirada curiosa de los otros estudiantes. Y, desde luego, escuchando los murmullos sobre lo afortunado que era Okuma porque Tokita fue por él; porque evidentemente el perro no ha llegado. En su mente, Tokita les dio la razón, pero no lo demostró.

    Caminó hasta que llegó junto a Okuma, saludando en silencio a Hinata Yamamoto. Estaban en el mismo club, después de todo.

    Hola, tú debes ser Yoshio Okuma —Gin le sonrió sutilmente— Soy Gin Tokita, estamos en la misma clase. Entonces, si pudieras ir conmigo a nuestro salón, te lo agradecería mucho.

    Y ahora, a Okuma le tocaba lidiar con Gin Tokita, el «monitor izquierdo»: «La máscara triste».


    SPOILER (click to view)
    Al muchacho que Kazuma llama "Shikuro" es en realidad "Shimabukuro". Ese chico, en teoría, es el líder del club de jardinería (porque Liv no podía tomar la responsabilidad, además eso le beneficiaba a Shimabukuro xD)

    El cielo cuando Kazuma se iba al trabajo:
    0581798913f6dd8561d26e3b8328be44

    A estas máscaras me refería (?
    b68b5e006cf78c785b9ff3d44fcaae0f

    Si omitimos al "too much energy", los tres monitores ser como:
    c1bc5b8e605cce4e37d00798476275ea

    Callecita por la que pasó Kazuma:
    golden-gai-shinjuku-tokio-japonismo
    golden-gai-shinjuku-1

    La casa de té:
    80e0df9c27b0d2e70cfe6dee54809265
    image

    Algo así es la zona por la cual están las bodegas donde trabaja el perrito:
    7864527d7038435a901c30330320493e

    Apenas pueda, pondré las fichas de Gin y los demás c: Pero algo así luce:
    4496dd171d7f735cc5d836a1fa85fe2b
    Solo que, al chile, si tiene una expresión tranquila que lo hace lucir tipo "wey, ¿por qué andas triste?" jajajaja

    Una expresión más así:
    d2973653593229b49b6960e3015a5525
    Solo que ese corte de cabello lo tendrá cuando a Kazuma le dé por hacer cumplir el reglamento a rajatabla XD


    Edited by Señorita Calabaza - 2/5/2024, 23:12
     
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    Okuma sentía a Hinata nervioso, por lo que solo rodó los ojos y palmeó ligeramente su hombro. Si se lo madreaba, solo sería a él, no tenía que ponerse tan nervioso. El profesor entró para dar su clase con normalidad y lo miró con sorpresa.

    —Muchacho, este no es tu salón. —le indicó con un suspiro. No quería lidiar con ese perro rabioso.

    —¿En serio, sensei? —dijo con un tono burlón mientras se metía las manos en los bolsillos. —Si estoy equivocado que venga el monitor a sacarme.

    Todos los delincuentes lo miraron como si se le hubiera metido el demonio y comenzaron a murmurar, pero Okuma no les prestó atención. El profesor negó con la cabeza y se encogió de hombros, bueno, ¡qué le tirara un diente! Siguió escribiendo en el pizarrón y a los minutos apareció Tokita en el salón. Se miraba cansado, con un aura nostálgica a su alrededor.

    Okuma lo miró fijamente mientras se acercaba a su pupitre.

    Debía admitir que cuando Gin se presentó con él fue amable, si tan solo así hubiera sido Kazuma, las cosas hubieran sido diferentes, pero no, ahora sería completamente terco. No iba a ceder y dejar que ese demonio ganara. Iría hasta las últimas consecuencias.

    —Gin. —lo llamó. —No insistas, te veas algo cansado hombre. No pienso pelearme contigo, siento que si te doy un puñetazo te noquearé. No pienso irme contigo al aula, así que vete por donde viniste.

    Tokita suspiró, este chico no era terco, era un maldito suicida. Gin se preguntó si sería buena idea hablarle a Shibata; no obstante, no quería lidiar con él, mejor que Feng se ocupara de esta situación de mierda.

    —Te lo aconsejo, Okuma-san. Es mejor que vengas conmigo a las buenas o…

    —¿O qué? —
    dijo amenazadoramente levantándose del pupitre y encarándolo para imponerse frente a él. Gin apretó ligeramente la boca y se dio la vuelta para ir por Feng. No quería que le dieran un maldito zarpazo. Si Feng no lo conseguía, ¡pues a la mierda! Que fuera él a decirle a Kazuma que se encargara de él.

    Se iba a lavar las manos.

    Gin fue con Feng y no hubo necesidad de decirle nada, al verlo de regreso sin Yoshio, era más que obvio que no le obedeció. Suspiró y se encaminó al 2-C para intentar sacar a ese oso terco del aula. Él era más calmado y diplomático.

    Posiblemente, lo convencería.

    Tocó la puerta y le pidió permiso al profesor para entrar, este lo dejó y caminó hasta Yoshio quien miraba por la ventana con aburrimiento. Desvió la mirada y rodó nuevamente los ojos, ¿ahora mandaban a otro monitor? ¿Cuántos tenía la puñetera escuela?

    —Hola, Yoshio Okuma. Nos vemos nuevamente. —le sonrió ligeramente. —Me presento, mi nombre es Feng Kajiyashiki y soy el monitor derecho. Creo que sería buena idea que me acompañaras a nuestro salón, Okuma-san, espero que no estes haciendo esto a propósito para que Kazushiba…

    —Oh, claro que lo hago a propósito. —declaró sinceramente. —Así que déjate de sermones y mándalo a llamar.

    —No lo recomiendo, Okuma-san, no es prudente. Si dos veces tiene que venir por ti, es provocar a que pase una desgracia mayor.

    —Eso es mi asunto.

    —Okuma-san, razonemos esto en el aula, no seas tan terco.

    —¿Vas a seguir con lo mismo, Feng?
    mencionó pronunciando su nombre con un perfecto acento chino. Allí fue donde el monitor quizá supo que su familia era de esa nacionalidad, ¿tal vez su madre? Porque claramente por su apellido era japonés.

    —Bien, no me culpes. Te lo advertí.

    A veces a la gente terca, era necesario pegarles con un palo. Era una pena que este palo fuera un jodido garrote, no más bien, una espada. Pobre oso grandulón, perder un diente sería el menor de sus problemas.

    Feng se retiró del salón en busca de Kazuma.

    Hinata sacudió la cabeza y miró a Okuma como si fuera un jodido loco.

    —Hermano, ya no hay vuelta atrás. No entiendes, si a Shibata-san lo despierta el más mínimo ruido, se pone de un humor infernal, ¡te va a matar!

    —Bien, es un buen día para morir. —
    dijo con simpleza.

    —¡Estás loco!

    Sí, estaba loco, pero no daría su brazo a torcer. Prefería que Kazuma le diera una paliza, pero lo desafiaría de ahora en adelante hasta que no pudiera hacerlo.
     
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    Feng tenía la pequeña esperanza de que Tokita tuviese suerte, pero suspiró cuando no la hubo y tuvo que ser él quien fuese a lidiar con el oso terco.

    Cuatro toques. Era lo que, sin duda, distinguía a Feng cuando iba a las aulas: Primero tocar, luego abrir. ¿Quién diría que eso, en otras líneas, fue un gesto que, de cierta forma, le pegó a Kazuma?

    Feng tenía fé de convencerlo y evitar un charco de sangre. Pero todo se derrumbó cuando ese muchacho le confirmó que su maldita terquedad era a propósito. No tuvo más remedio que regresar a su salón y comprobar que, lamentablemente, Kazuma no estaba ahí.

    ¿Aún no llega? —preguntó.

    Son las 7:20. A lo mejor hoy llega tarde —dijo Gin.

    Feng suspiró y revisó su celular, viendo un mensaje de Liv. Tenía que alcanzarle algunas cosas de su mochila, así que pidió permiso para salir y fue directamente a la sala del consejo.

    Kazushiba no estará nada feliz…—murmuró.

    Sabe que Okuma no se moverá por su cuenta del 2-C. Sabe que tendrá que decirle a Kazuma apenas este llegue. Sabe que se enojará porque, inevitablemente, hay mucha probabilidad de que Feng tenga que despertarlo una vez que este llegue. Por el bien de Okuma, esperaba que Kazushiba llegara después de que Feng regrese al salón.

    aDiHUWx



    Llegó a las 7:20. No quería ir al salón, tenía la tentación de ir directamente al jardín para dormir. Pero sabe que debe hacer acto de presencia en el aula o Liv le dará un jodido sermón que no quiere escuchar. Ya se lo sabe de memoria.

    Llegó justamente cuando Feng se marchó. Abrió con brusquedad la puerta y, en completo silencio, casi arrastró los pies hasta su maldito pupitre. Los demás se mantuvieron totalmente callados. Incluso el profesor. Kazuma acomodó su mochila para usarla como almohada y, sin más, se acomodó para dormir.

    Solamente tenía que quedarse hasta las 8 y podría largarse hacia el jardín. Ese era el trato que tenía con Liv Nakamori. Mínimo tenía que pasar 20 minutos en el salón.

    Bueno, como les decía…—el tono de su profesor se suavizó— Si vamos a la página 20…

    Era curioso como todos intentaban no hacer ruido ni siquiera al abrir el libro.

    Gin miró de reojo a Kazuma. No, ni loco sería él quien le diga a ese maldito perro sobre la obstinación del alumno nuevo. Feng se encargaría de hacerlo. Él tenía menos probabilidades de ser apalizado por despertar al perro rabioso.

    Sí, se lavaría las manos como corresponde.

    Pasaron otros 20 minutos, cuando Feng finalmente volvió. El muchacho suspiró cuando vio a Kazuma dormido en el pupitre. Oh, la santa mierda. Nada bueno le espera a la pobre alma por la cual vaya el diablo que hay en Kudan…

    Se resignó cuando, ante la mirada asustada del profesor, quien negaba en silencio con la cabeza, Feng se alzó de hombros: sí, hubo un idiota que les llevó a estos extremos.

    Kazushiba…—le llamó.

    Pero Kazuma trató de ignorarlo.

    Kazushiba…—le habló un poco más fuerte.

    Kazuma frunció las cejas. Ah, maldita sea, ¿qué quiere el idiota de Feng?

    Kazushiba, te requiero para algo —pidió Feng.

    Kazuma frunció más el ceño. Algunos alumnos mejor se alejaron del pupitre cercano. Aquel demonio fue obstinado, fingiendo que lo ignoraba.

    Kazushiba —insisitió Feng— ¡KAZUSHIBA!

    ¿¡QUÉ MIERDA QUIERES!? —estalló de golpe.

    Kazuma, al gritar, había golpeado su pupitre con el puño.

    Kazuma puso una mano en el respaldo de la silla y se incorporó, con los ojos entreabiertos. ¡Cuando odiaba que lo despierten cuando está conciliando el sueño! Feng tenía suerte de que Kazuma ya tuviera “pereza” de patearlo. Porque el perro se rehusaba a admitir que era su amigo.

    Espero que sea bueno o juro que te…

    Es por un motivo importante —le prometió Feng, alzando las manos frente a él.

    Que no lo pateara no significaba que no pudiese soltarle un puñetazo. Sabe que Kazuma prefiere eso, porque, según el perro rabioso, tiene menos fuerza en un puñetazo que en un patadón. Kazuma tenía el mal humor anunciado en la expresión. Un perro por morder…

    Habla.

    Bueno, ¿te acuerdas del estudiante nuevo de ayer? —preguntó, y Kazuma frunció aún más el ceño— Se llama Yoshio Okuma-kun.

    ¿Por qué crees que me importa saber su puto nombre? —preguntó de regreso, pero imaginaba a donde iba todo eso.

    Y por el bien de ese maldito estúpido, esperaba equivocarse. Feng sonrió y jugueteó con sus manos. Mierda, ¿cómo se lo decía sin que saliera del salón hecho una furia? Feng suspiró. No, no hay manera.

    Bueno, pues otra vez se equivocó de salón y…

    Feng dio un respingo ante el segundo golpe de Kazuma al pupitre. Vio al muchacho levantarse y caminar hacia la puerta, azotándola de malhumor cuando salió. Sí, estaba demasiado enojado.

    Sus pasos fueron rápidos por el pasillo. Sabe que si Feng le dijo eso, y si Tokei* le evitó el contacto visual, fue porque los dos idiotas ya fueron a hablar con ese grandísimo estúpido. ¿¡Qué se cree ese malnacido!? ¡Por sus idioteces le habían despertado! ¿¡Acaso tiene un cerebro tan diminuto!?

    Como el día de ayer, la puerta se abrió con brusquedad. Sin embargo, la mirada enrabiada de Shibata no recorrió el salón entero: directamente miró a Okuma.

    —fue que lo llamó.

    Porque no. A diferencia de los otros dos monitores, ni siquiera se ha molestado en aprenderse su nombre, ni su apellido. El simple hecho que destaque entre los demás fue lo único que ayuda a que Kazuma no se haya olvidado de él. Recuerda esa maldita mirada. Claro, no admitirá que es por lo de ayer…

    El maldito estúpido que siempre se pierde —bufó.

    Si era un reto de su parte, Kazuma no lo reconocería. Se rehusaba a reconocerlo, porque eso, desde luego, hacía exasperar a la gente: porque duele al ego, al orgullo.

    Caminó hacia él y, sin previo aviso, pateó el maldito escritorio para hacerlo a un lado. A la fuerza. Y todos trataron de alejarse de inmediato: se nota que estaba durmiendo por cómo está su cabello. Oh, no.

    Hinata era el más cercano a Kazuma, estaba del lado derecho, del lado de la puerta. Antes de que el pobre muchacho pudiese huir, Kazuma pateó su silla hacia atrás. Hinata tuvo suerte de que sus compañeros de los asientos traseros alcanzaran a atraparlo y jalarlo con todo y silla.

    Y, cumpliendo su jodida promesa a Liv sobre dar una advertencia, cuando menos, fue que Kazuma le gruñó:

    Muévete.

    Sí, por eso Hinata y todos los demás estaban nerviosos. A Kazuma no le importaba quién estuviera en medio, también se los llevaba de corbata.

    Ahora estaba de muy mal humor. Lo último que necesitaba era un idiota que se pierde de maldito salón. No estaba dispuesto a ser tan amable como lo fue el día anterior.


    SPOILER (click to view)
    Aquí vengo a dejar las mini fichas (?

    QUOTE
    Gin Tokita | 16 años | 2-A (Monitor Izquierdo) | Tauro | Club de Basketball

    Siempre se ha dicho que Gin parece que nació cansado. O que tiene un rostro así. Lo cierto, es que es su cara y ya.
    Solía ser el “Monitor central” hasta que llegó Kazuma Shibata. Una vez que Liv Nakamori integró al perro con los monitores, Gin tuvo que desplazarse a “Monitor izquierdo”.

    Estando en una escuela como Kudan, cualquiera pensaría que Kazuma lo obligó a ceder a pura fuerza bruta. Bueno, algo así sucedió. Pero diferente.
    Lo cierto es que, para ser monitor o presidente de grado, el requisito es tener buena calificación y ser el puntaje más alto respectivamente (cosa que, en Kudan, tampoco es que sea tan difícil de lograr)

    En el caso de los monitores, es indispensable que se tengan buenas calificaciones, porque, en teoría, les da cierto derecho de ser quienes manden a los demás a sus salones. Así que, pese a su comportamiento violento, Kazuma tenía mucho mejor puntaje de Gin y técnicamente era su senior.

    De Gin no se puede decir gran cosa. Es un buen estudiante que terminó estudiando en Kudan, ya que es la escuela más cercana. Debido a que tiene que atender el negocio familiar con su padre, no puede permitirse el tiempo de transporte y otras cosas que requieren los institutos con mejor reputación.

    Es de los pocos, junto con Kazuma Shibata, Liv Nakamori y Feng Kajiyashiki, que están en Kudan porque “así lo eligieron”. Podrían hacer solicitudes de transferencia a otras preparatorias muy buenas, porque aprobarían el examen de ingreso, pero las cuestiones de tiempo se lo impiden.
    Su única esperanza, junto con la de uno que otro más, es postularse a una beca universitaria cuando llegue ese momento. Ser monitor, valga la redundancia, le será útil en cuestión de “disciplina” y tener “la carta de buena conducta”.

    🌴 Es amigo de Feng desde primer año.
    🌴 No odia a Kazuma, como muchos piensan. Pero sí le fastidia que sea tan malhumorado y suelte golpes a cuestión de nada.
    🌴 En contraparte, ha pensado que Kazuma puede ser linda persona cuando está calmado (cuando ha dormido y comido bien).
    🌴 Ser “buen estudiante” no quita que Gin no quiera responsabilidades o simplemente no quiera estresarse de más. Así que, si él no puede, manda a Feng. Y si Feng no puede, ¡pues que mande a Shibata!
    🌴 Pese a ser un monitor, ni loco despertaría a Kazuma. Solo lo hace cuando Feng no asistió a clases. Solamente una vez ha pasado eso y no fue nada bonito. Así que prefiere que Feng o Liv sean sus intermediarios.
    🌴 Kazuma le dice “Tokei”. No se molestó en aprenderse, en 3 años, su maldito nombre. Al menos recuerda bien su cara…
    🌴 Durante vacaciones consiguió novio.
    🌴 Pese a lo que se piensa de Kudan, en ese instituto no suelen fastidiarse en serio por ese tipo de cosas. Son inadaptados y parias sociales, chicos considerados “basura”, no se preocupan por las mismas cosas que los “chicos buenos de escuelas que valen la pena”.
    🌴 Hace unos dos años, una vez le dieron una paliza viciosa por chicos de otra escuela solamente por sus preferencias. Gin no esperaba nada, en absoluto nada, así que fue una sorpresa genuina cuando Kazuma Shibata regresó con los dientes de esos estúpidos: «Te tiraron un diente, así que les tiré un diente a cada uno»
    🌴 Hasta la fecha sigue sin saber porque Shibata tuvo ese “gesto amable” con él. ¿Quizá porque es amigo de Feng?
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    🌴 La mitad de su cabello está teñido de plateado.

    QUOTE
    Osamu Yamagawa | 40 años | Celador de bodegas | Aries | Casado

    Pese a que solamente es mudo, aprovecha que la gente inmediatamente piensa que es sordo. De esa forma, siempre se entera de buenos chismes, además de que así puede ignorar a la gente cuando le conviene.

    Ha trabajado por mucho tiempo en las bodegas Suntory. Nunca se acercaba a los bodegueros, porque era casi imposible poder conversar con ellos, pues solamente podía escucharlos y escribir todo lo que quería decirles era complicado.

    Cuando Kazuma Shibata entró a trabajar, siendo tan grosero y de poca paciencia, Osamu aprovechó fingir que es sordo para ignorar los berreos del irritado adolescente. ¿Cuál fue su sorpresa? Ese muchacho aprendió a la perfección el lenguaje de señas para, con todo gusto, mandarlo al diablo. Curiosamente así nació una extraña camaradería de “te tolero si me toleras”.

    Kazuma no se dio cuenta de esto hasta mucho después, puesto que no creyó que el mundo fuese tan jodidamente pequeño. Pero Osamu Yamagawa es el padre de Renzo Yamagawa.

    En la primera línea/segunda línea, al saber de su parentesco con Renzo, fue cuando Kazuma aceptó ser presidente de facultad. Porque pensó que “se lo debía”.

    ☀️ A veces, ha notado que Kazuma le "roba" una o dos latas de cerveza, pero nunca le dice nada. Y es que borracho, el muchacho es bastante tranquilo y risueño. Hasta le llama "Yamagawa-san".
    ☀️ Desde luego, Osamu no sabe que Kazuma realmente no está borracho.
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    QUOTE
    Megumi Shima | 25 años | Prostituta y escort de la Casa Ogimoto // Ayudante en el centro comunitario | Aries | Soltera

    No hay mucho que decir de Megumi. Es buena persona, pero tomó malas decisiones. Entre ellas, enamorarse de un idiota que la metió en muchas problemas (deudas, sobre todo). Conoció la Casa Ogimoto al huir de uno de los cobradores de su novio de ese entonces. Y, bueno, siendo bonita se le ofreció trabajo ahí. Uno que no pudo rechazar.

    El dinero le sirvió para pagarle a los cobradores, lo suficiente para que dejaran de joderla a ella y únicamente buscaran a su ex novio. Además, también necesitaba dinero para concluir sus estudios y poder costear los de Minato.

    Lleva unos cuatro años trabajando en la Casa Ogimoto. Y piensa dejarlo, cuando encuentre un buen trabajo y su hermanita concluya sus estudios.
    Aunque sea una trabajadora del barrio rojo, ella nunca duda en espantar a los adolescentes de ahí. Porque piensa que son demasiado jóvenes para involucrarse en todo eso, y porque esas calles se ponen peligrosas después de las 6 de la tarde.

    Si cuida tanto a Kazuma Shibata, es porque siempre estará agradecida con Ritsu Shibata por toda la ayuda que les ha dado a Minato y ella. Por eso mismo, y porque Kazuma sabe de su empleo nocturno, no le ha dicho nada sobre las cosas arriesgadas que hace su hijo. Su única forma de mantener un ojo encima sobre él, fue aceptar ser la tapadera de Nora Lewis (quien alguna vez fue su niñera, vaya giro de la vida).

    💎 No quiere tener pareja hasta dejar su trabajo en los barrios rojos.
    💎 Sueña con formar una familia con dos niños y una casa en el mar.
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    QUOTE
    Minato Shima | 22 años | Jefa de una Casa de Té | Piscis | En una relación

    Es instructora en una escuela de artes marciales. Ahí fue donde conoció a Kazuma Shibata cuando este tenía 10 años y recién se mudó de Inglaterra hacia su natal Japón.

    Notó muchas cosas en Kazuma, como su desborde de emociones desde que cumplió 12 años y su aumento de ira a los 14 años. Fue ella quien, tras comentárselo a Ritsu Shibata, le sugirió moverlo a otra disciplina como el aikido.

    Ella siempre ha creído que lo primordial en la práctica del aikido es experimentar la derrota, en lugar de cultivar la violencia o la agresividad. Y pensó que justamente eso es lo que necesitaba Kazuma: porque ser tan bueno en boxeo, judo y muay thai, cuando estaba a pocos pasos del precipicio, era todo menos buena idea.

    Gracias a su amistad con Ritsu Shiba, este le ayudó a poner su propia Casa de Té. Quizá, en agradecimiento por cuidar de Kazuma durante los años que ha sido su instructora.

    Fue ella quien se encontró una noche a Kazuma, hace dos años, cuando este huyó de la casa de su madre. Estuvo por darle migraña cuando vio a ese muchachito estúpido, a sus 14 años, casi empezar una vida como un “toyoko kid”.

    Sacarle información fue equivalente a jurar que no le diría nada a Ritsu. Sin embargo, pese a que es un trabajo pago, hizo que Kazuma trabajara para ella en la Casa de Té. Minato pensó que, de esa forma, no le dejaría tiempo de ocio para acercarse de nuevo a esas zonas por la noche.

    🍵 El horario de 6 a 12 que le dio fue precisamente para mantenerlo ocupado. Minato sabe que trabaja de madrugada en una bodega.
    🍵 Siempre se ofrece a llevarlo hacia su casa, o acompañarlo hacia su otro trabajo, pero Kazuma siempre se le escapa.
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    Si las cosas hubieran sucedido diferentes en su primer día, todo esto no ocurriría. Kuma-san, a diferencia de lo que los demás pensaban, no iba por allí buscando peleas, lo que quería era volverse invisible para los demás, pero con una estatura y cara como las suyas, eso era imposible.

    Los chicos en Abeno lo detestaban porque las chicas estaban muy interesadas en él, pero había algo que les llamaba la atención, era la forma en la que Okuma no parecía atraído a ellas, lo que les preocupaba. Nadie se atrevía a decírselo en voz alta porque eran unos miedosos, pero sentían que algo era muy diferente en Kuma y eso era que le gustaban los chicos.

    No podrían decirlo con palabras, pero la forma en la que los miraba… era muy dulce.

    Bueno, pero ese no era su problema ahora, el problema era que estaba ofendido por aquel monitor central que lo trató tan groseramente. Okuma era un resentido y orgulloso de primera, de verdad no desistiría hasta que le rompieran una pierna o viera una actitud diferente en Kazuma Shibata, y era más probable que sucediera lo primero.

    Ya eran las 7:30 cuando el segundo round comenzó. Kazuma Shibata entró por la puerta y parecía que Hinata no se había equivocado, ¡estaba de un humor de los mil diablos! Pero no importaba si todos los vellos de su cuerpo se levantaban en señal de peligro, prefería ser comido por este lobo que dar su brazo a torcer.

    Cuando no tienes nada que perder, no existe la prudencia.

    Se dio cuenta desde ayer que esta jodida persona no se dirigía a él por su nombre, es más, ni parecía interesársele aprenderlo. Eso le daba más rabia, ¡perfecto, las cosas iban a ser así! No le diría por su puto nombre tampoco, no lo reconocería hasta que su corazón dejara de tener este mal sentimiento que le hacía un agujero en su corazón.

    Clavó nuevamente su mirada en Kazuma, mirándolo desafiante mientras este avanzaba. Incluso si lo apaleaba, no dejaría de verle directamente a la cara. No bajaría su cabeza a menos que lo obligaran y aun así, se opondría.

    Notó que su escritorio salía disparado a un lado, pero solo alzó la ceja como diciendo: “¿sí?” sin inmutarse en lo más mínimo. Hinata parecía una gelatina a su lado, verdaderamente no olvidaba la primera paliza que le dio Kazuma y desde allí evitó hacerlo enojar.

    ¡Okuma, no seas tan estúpido! Pensaba mientras Kazuma atacaba su silla y gracias a los Dioses era rescatado por los compañeros de la parte trasera. Se levantó de su asiento y dejó el espacio para que el monitor se encargara de ese oso terco.

    Cuando Kazuma le dio la orden, su sangre hirvió, pero al mirar la expresión asustada de los chicos del 2-C, se dio cuenta que no quería perjudicarlos con su pelea contra este demonio. Llevaría la discusión afuera. Se levantó de la silla mientras tomaba su mochila de una de sus agarraderas. Pasó por un lado de Kazuma y le miró fijamente deteniéndose unos segundos, pero luego sonrió ligeramente.

    Sí, era una sonrisa burlona que seguramente se ganaría un golpe afuera.

    Caminó hasta la puerta del aula siendo seguido unos pasos atrás por Kazuma. Lo apalearía, le daría una tunda que no lo dejaría volver a retarlo, pero justo cuando Yoshio cruzó la puerta, dejó caer su mochila y se echó a correr por los pasillos dispuesto a hacer correr a este perro.

    Se dio cuenta que estaba cansado y tenía ojeras en sus ojos. En cualquier otro momento, no lo fastidiaría, pero Kazuma le había fastidiado, le haría que se cansara, aunque luego le diera una tremenda putiza. Sí, le complicaría las cosas. Toda su vida había sido atleta, por eso había terminado en Abeno por la beca deportiva, aunque quiso meterse al equipo de beisbol, prefirieron que estuviera en atletismo ya que ese era el deporte donde eran más débiles.

    Así que allí estaba, corriendo por su vida hasta cansar al perro.

    Kazuma no era nada lento, prácticamente le estaba pisando los talones y ni quería voltear a ver su expresión que seguramente era del mismo Diablo. Corrió por las canchas, seguramente todos los delincuentes estaban mirando aquello desde las ventanas de sus salones, ¡a la mierda las clases! ¡Hoy presenciarían un homicidio!

    ¡Q.E.P.D. Kuma-san!

    Llegó hasta la zona de los jardines del club de jardinería y se detuvo de golpe al ver que casi choca con los girasoles, pero ese pequeño lapso de duda fue decisivo para que lo alcanzara este perro rabioso. Kazuma no le tuvo piedad y se lanzó contra él mientras rodaban por el suelo de tierra.

    Kuma se cubrió la cara cuando Kazuma le iba a dar de lleno en la cara, pero ese perro estaba furioso. Le dolió el golpe, pero estaba acostumbrado a protegerse de Hazuki, su padre, no le romperían tan fácilmente el brazo. Estuvo resistiendo hasta que vio una abertura en Kazuma e intentó detenerlo de las muñecas, pero fue imposible.

    Ese maldito demonio era más fuerte, pero no se daría por vencido.

    Estuvo intentando detener sus manos, sin lograrlo, incluso intento entrelazar sus dedos con sus manos para evitar que los hiciera puño, pero el apretón de Kazuma era tan fuerte que retiró la mano antes de que le rompiera los dedos. Finalmente, Kazuma harto, le sujetó de las muñecas y lo retuvo en el suelo. Kuma estaba expuesto a que Kazuma moviera su cuerpo encima de el y le ahogara con la rodilla o algo. Así que aprovechó que Kazuma estaba entre sus piernas y apretó el agarre allí, si le soltaba las muñecas usaría su brazo para cubrir los golpes, pero no le dejaría usar sus piernas. Sabía que eran fuertes.

    —N-No voy a soltarte… —jadeó cansado mientras intentaba zafar sus muñecas, sintiendo que luego tendría marcas rojas o moretones en las mismas, pero no le importaba. Miraba desafiante a Kazuma, prefería morir a soltarlo. Kuma también tenía una parte baja solida por todos los entrenamientos, así que al menos lo tenía bien afianzado.

    Cualquier extraño que no supiera de la situación creería que andaban teniendo sexo o algo detrás del edificio del club de jardinería, pero no, Kuma estaba luchando por no ser masacrado.

    SPOILER (click to view)
    Pues bueno, solo me toca rezar porque o el perro se canse o Dios me salve al oso, pero pues #pray
    Dejo este meme para el recuerdo.
    orE2vqt

    Y pues mas o menos están en una posición al estilo misionero, pero con Kuma siendo sometido por las muñecas.
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    A Kazuma le importaba muy poco si le temían. Cada acción suya no está diseñada para infundir miedo ni intimidar. Simplemente vuelca todo su malhumor y toda su ira; deja que todo explote sin tener consideraciones en cuánto pueda incendiarse el infierno.

    La mirada indiferente de Okuma le irritó. Sabe que hay quienes le tienen simple prudencia, que hay quienes le tienen resentimiento porque es un violento y gruñón de primera. No le irrita que no le tenga miedo aparente. Le irrita que su estupidez complicará su trabajo.

    La mirada de Kazuma lo dijo todo: «Muévete antes de que te rompa algo.»

    Okuma se puso de pie, pero esa maldita sonrisita hizo que Kazuma frunciera el ceño. El diablo sabe más por viejo que por diablo, ¿eh? Bueno, en su caso era a través de las jodidas experiencias. Esa sonrisa burlona es el presagio de una idiotez.

    Dejó que el estúpido saliera primero. Todo lo que tenía que hacer era caminar unos 10 metros. No tomaría ni un minuto. Poner su puto trasero en el salón 2-A y todo ese martirio terminaría. Pero ese imbécil tenía otros planes que hicieron a Kazuma querer arrancarle la cabeza.

    Se arrepintió de haber pateado el escritorio en lugar de su maldita cara de idiota.

    Okuma salió corriendo apenas puso un pie en el pasillo. Los primeros dos segundos, Kazuma frunció aún más las cejas y apretó con mucha fuerza la mandíbula. La nueva basura de Kudan era tan descarada para retarlo a ir por él.

    Onigokko. ONIGOKKO. ¡LO RETABA AL PUTO ONIGOKKO!

    ¡TÚ! —le gruñó con toda la furia en su alma, echándose a correr tras la pobre alma que sufriría en el infierno que ha abierto— ¡PEQUEÑA MIERDA! ¡ESTÁS MUERTO!

    ¡AL PUTO ONIGOKKO! ¿¡QUÉ MIERDA!? ¿¡ACASO TIENE CINCO AÑOS O QUÉ MIERDA!?

    Okuma ahora tenía que correr como alma que se la lleva el diablo. Y es que justamente tiene a un demonio pisándole los talones. Lamentablemente para ese enorme e imprudente oso, no es el único en tener una envidiable condición física.

    ¡EN CUANTO TE ATRAPE TE VOY A MATAR, IMBÉCIL! —le ladró.

    En un giro de pasillo, los dedos de Kazuma rozaron su jodido cabello. ¡JODER! Si no le doliera el muslo, ya habría podido alcanzar y taclear a ese imbécil de mierda. Sus pies derraparon y se impulsó pisando la maldita pared. ¡LE SACARÁ LOS OJOS A ESE INÚTIL!

    La rabia se expresaba en todo su rostro, incluso en lo rojas que estaban sus mejillas. ¡LO MATA! ¡QUE LO MATA APENAS LO ALCANCE! La única salvación de la pobre alma de Okuma, es que el dolor en su muslo es suficiente para alentarlo, y también para pensar dos veces si realmente necesitaba patearlo. Tiene más fuerza en las piernas, es un hecho innegable. Y usa patadas, principalmente porque al tener más fuerza en las piernas, le garantiza lastimar a la gente. Pero, ¿realmente tenía que esforzarse con tal de patear a ese estúpido? Correr tras él como estaba lograría que, efectivamente, tuviese una segunda razón para no querer lanzarle un patadón.

    El sueño y el cansancio potenciaban de sobre manera su horrible mal humor. Pero también disminuían hasta cierto punto sus reflejos, la somnolencia lo volvía ligeramente más lento. Se cansaba más rápido… Y, por eso mismo, en esas ocasiones, siempre buscaba la forma de terminar con rapidez con el jodido problema.

    Salieron del edificio y corrieron como dos tarados por casi todo el terreno del instituto con las zapatillas de interior. ¡HIJO DE PERRA! ¡LAS JODIDAS ZAPATILLAS DE INTERIOR! ¡MIERDA!

    Todos los estudiantes se asomaban por las ventanas, observando el espectáculo. Porque, como cada tantos días, tenían la oportunidad de ver una “ejecución”. Lástima que fuera justamente al chico nuevo y en su segundo día. Pero bien sabían que el perro huraño no mordía de esa forma a menos de que lo provocaran. No quieren decir que esté bien que Kazuma sea tan grosero y violento…

    ¿Crees que le tire un diente? —preguntó Tokita— Es una lástima, tiene una linda cara. A lo mejor tiene un poco de suerte y le tiran una muela.

    Kazushiba no puede tirarle los dientes a nadie por esta semana —dijo Feng, suspirando pena— Pero Liv olvidó decirle que tampoco puede romperle nada. Supongo que no pensó que Okuma-kun fuera un suicida.

    Sí…—murmuró Tokita y se alzó de hombros— Bueno, fue un placer conocer a Yoshio Okuma. Solamente traté con él como unos cinco minutos, pero quizá era un buen tipo. Como sea, a lo mejor le llevo flores después de que ese perro lo despedace.

    Yo espero que esto no acabe como siempre —suspiró Feng— Pero estoy considerando llamar una ambulancia de una vez.

    Los peores casos siempre se daban cuando los delincuentes de otros institutos venían a Kudan para retar a Kazuma. Siempre venían en grupos de cinco personas, creyendo que la ventaja numérica permitirían que sometieran al perro rebelde. Pero ese perro era difícil de aplacar, demostraba siempre su superioridad al ser él quien les diese una paliza que les mande al hospital. Y, por consiguiente, que eso llame la atención de los policías que hacen sus rondines en el barrio.

    Exceptuando su primera semana de su primer año en Kudan y algunos casos MUY especiales, Kazuma no ha mandado a nadie del instituto al hospital. Solamente los manda a la enfermería, en el peor de los casos. Y, claro, siempre que el problema sea dentro de Kudan. Una vez que pisan la calle que sale del rango de instituto, intentar meterse con Kazuma es casi como pedir que les den un boleto al hospital más cercano.

    Consideraron a Yoshio Okuma como hombre muerto cuando el perro finalmente lo tacleó con brusquedad y la inercia los hizo rodar por el suelo de tierra. Kazuma siempre buscó posicionarse sobre el cuerpo de ese imbécil para poder golpearlo a gusto.

    Cerró el puño con fuerza, tanto que sus nudillos pálidos estaban blancos, y no dudó en dejar caer un golpe tras otro. Ese cretino se cubrió la cara con los brazos, en otro momento, le habría entusiasmado y dado un subidón de adrenalina encontrar a una persona que supiera levantar bien su guardia. No como los imbéciles que cedían después del primer golpe. ¡PERO JUSTO AHORA LE LLENABA DE TANTA RABIA!

    Tanta como para dejar una abertura y ser tomado de las muñecas. Y eso lo enojó muchísimo más. ¿¡Qué se creía ese estúpido animal!? Pese a todo, fue una abertura que pudo permitir darle un golpe a Kazuma y dejarlo atontado para levantarse, ¿¡y escogía tomarlo de las muñecas en una puta justa de fuerza que iba a perder!? ¡O ERA MUY ESTÚPIDO O LO ESTABA SUBESTIMANDO! ¿¡Qué mierda se creía!? ¡¿Acaso era su forma de decirle que creía que Kazuma no aguantaría ni un golpe?!

    ¡HIJO DE PERRA!

    ¡APRETA BIEN TUS PUTOS DIENTES! —le gruñó.

    Sintió sus dedos entrelazándose con los suyos. Kazuma, por puro coraje, no dudó en apretar con fuerza. ¡Que bien si le rompía un dedo! Pero ese gran imbécil no era tan idiota, porque pronto se dio cuenta de que era mala idea. Pero daba igual, ¡YA ESTABA HARTO DE JUEGUITOS TONTOS! Ahora fue Kazuma quien cazó sus muñecas y, sin dudar, lo aprisionó contra el suelo.

    No dejaría que suelte sus manos, Kazuma apretaba su agarre cuanto fuera necesario, valiéndole una mierda si dejaba marcas. Después de todo, él tendría los putos moretones de sus jodidos agarres. ¡POR SU CULPA TENDRÍA QUE USAR MÁS VENDAS DEL CARAJO! Cualquier idea que pasara por su mente sobre cortarle el aire y temporalmente apagarle las luces se fue al caño cuando las piernas de Okuma se cerraron contra las suyas.

    ¡PUTA MIERDA! La presión era muy cercana a la zona donde le dolía. Sin embargo, el dolor no se mostró en su rostro. Fue solamente un acelerador de su creciente y desbordante ira que amenazaba con incendiar todo el maldito jardín. Porque, para colmo, ¡ESTABAN PELEANDO EN EL PUTO JARDÍN! ¡JURA QUE SI APLASTARON ALGÚN GERANIO SE LO IBA A…!

    Escuchó su temeraria declaración. Y eso fue como el tercer reto directo al maldito diablo.

    Yo soy quien no va a soltarte, maldito —le garantizó.

    Jadeaba por el esfuerzo y su rostro estaba ruborizado por algo más que la ira: el cansancio. Pero la sonrisa de Kazuma fue terrorífica cuando logró sostener las muñecas de Okuma con una sola mano y apretó con fuerza el puño libre.

    ¡PÚDRETE, CABRÓN! —le gritó.

    No se tentó el corazón en soltarle el primer puñetazo de la mañana. Se lo dio directamente en la mejilla que ya tenía lastimada. Por puro capricho del enojo, cambió de mano para darle el segundo puñetazo en la mejilla opuesta, ¡QUE LE QUEDEN LOS MORETONES PAREJOS A ESTE GRANDÍSIMO IMBÉCIL! Estaba más que dispuesto a que el tercer golpe fuese en el centro de su cara, justamente para romperle la nariz.

    Sin embargo, sus planes maliciosos de viciosa venganza se vieron inconclusos cuando unos brazos se metieron bajo los brazos de Kazuma y esté fue alzado. Tal cual si fuera un cachorro gruñón a punto de morder a alguien.

    ¡SUÉLTAME CON UN CARAJO! —gruñó, pataleando— ¡QUE VOY A MATAR A ESE IMBÉCIL!

    Precisamente por eso no te voy a soltar —respondió un oficial.

    Reconoció la voz del oficial “Matsu”. Pero eso no aplacó su coraje. Patalear no le servía de mucho, ese pobre hombre llevaba aguantando su mal humor, “arrestándolo” y llevándolo a la comisaría durante los tres años que Kazuma ha asistido a Kudan. Ya sabía cómo lidiar con él para evitar que Kazuma pudiera asestarle un golpe. Bueno, un golpe que doliese demasiado.

    ¡BÁJAME, MIERDA! —le gritó.

    Primero cálmate, mocoso del infierno —suspiró el oficial, lejos de ser un apodo cariñoso, era todo lo contrario— Lo que menos quiero hacer hoy es arrastrar tu trasero a la comisaría.

    ¿Honestamente? A Kazuma se le olvidó por completo la hora que era. Todas las mañanas, con puntualidad, a esa hora los oficiales hacían su rondín por Kudan.

    La verdad, le importaba un carajo. No les tenía miedo a los oficiales ni a sus amenazas, bien cumplidas, de llevar a cualquier estudiante a la comisaría por “desacato a la ley” o “disturbios públicos”, requiriendo a sus padres si no querían pasar ahí 3 días o más . Él ya es un cliente tan frecuente, que después del primer año teniendo a Megumi Shima yendo a buscarle sin falta, ya ni llamaban a la mujer y lo dejaban ir tras unas tres horas. Porque, de otra forma, ¡el maldito mocoso se ponía a hablar con los criminales de otras celdas!

    Kazuma pataleó otro poco, para sacar el coraje que tenía atorado en la garganta, cuando ese oficial finalmente dejó que sus pies tocaran el suelo. Una vez que regresó al piso, Kazuma se arrebató y bufó, casi gruñendo. El oficial ni siquiera se inmutó: costumbre.

    ¿Y qué es lo que…?

    No te incumbe —le cortó Kazuma.

    El oficial alzó una ceja.

    Me incumbe si parece que estabas a punto de cometer un homicidio.

    Solo iba a tirarle un par de dientes —resopló.

    Bueno, lo cierto es que no debería tirarle ningún diente. Si lo hacía, rompería el trato que hizo con Liv. Mierda. Tenía el ceño fruncido cuando miró a Okuma. Ojalá hubiese podido darle ese jodido golpe antes de que llegase el oficial. Kazuma miró a ese hombre, quien ya ni estaba asombrado de sus arranques.

    ¿Y qué? —resopló el muchacho— ¿No tienes trabajo o algo?

    Sí, lo estaba echando. De la forma más amable en la que podía en ese momento donde tanto coraje. El oficial no le dio importancia.

    Justo por eso estoy aquí —dijo con simpleza— Hay algo que necesito hablar con su director.

    El ceño fruncido de Kazuma se deshizo ante su curiosidad, tan arraigada, que le intuía que había alguna clase de chisme de por medio.

    ¿Qué cosa?

    No seas chismoso, Shibata.

    ¡ENTONCES NO DIGAS ESAS PUTAS COSAS! —le reclamó.

    Como sea —se alzó de hombros y el oficial continuó su camino hacia el edificio— Deja de pelearte con tu amigo, mocoso. O me los llevaré a ambos a la comisaría.

    ¡ESTE IMBÉCIL NO ES MI AMIGO! —le gritó.

    No le hicieron caso, el oficial hizo un gesto dándole la razón como a los locos.

    Ahora se sulfuraba por un asunto distinto. No, se rehusaba a que fuese igual a las ocasiones en las que renegaba de su amistad con Liv y Feng. Porque, en esos momentos de su vida, todavía seguía rehuyendo de que la gente se acercara demasiado a él. Pero con esos dos tórtolos ya era tarde, Kazuma muy raramente les soltaba un golpe o una patada lo suficientemente lenta que ellos podían esquivar.

    Apretó la mandíbula con mucha fuerza. Hizo un gesto con la cabeza, señalando la escuela.

    Mueve tu maldito trasero hacia el salón del 2-A. Ya —le gruñó a Kuma— A menos que quieras que te lleve de los pelos como ayer.

    Al menos cumplió con darle una opción a escoger.

    Era lo más amable que puede ser ahora. Porque bien pudo llevárselo a patadones en el culo, haciéndolo caer cada pocos pasos. No sonaría mal, si no le doliera el maldito muslo y la estúpida carrera no hubiese mermado la poca energía que tenía. Joder, y eso que ya había corrido antes de venir al instituto.

    Kazuma echó un vistazo rápido al jardín. Mierda… Después tendría que revisar si esos geranios solamente habían pasado un mal rato o si necesitaría conseguir un repuesto para las pobres flores. A lo mejor no se morían, no fueron propiamente aplastadas. Pero tampoco es experto, algunas plantas son sensibles y capaz que se mueren ante vibras hostiles o gritos.

    Ahora mismo, él tenía las dos.

    Pobre geranio.

    «Pobre como te llames», pensó su inconsciente.

    En el fondo, se ha resignado a que escuchará un nombre estúpido para esa planta.


    SPOILER (click to view)
    Jajaja ay, ver ese meme me da mucha risa xd

    Y yo sé que esa posición será luego una maskeherramienta que nos servirá más adelante
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    No podía dejar de mirar con fiereza a Kazuma. Algo que tenía Yoshio es que a la única persona que le temía era a su padre, después de él, podía mostrar ese lado terco y orgulloso que lo caracterizaba. Le dolían las muñecas con ese característico ardor que uno tiene cuando sabe que le dejaran marca, pero no se doblegó. Apretó fuertemente la mandíbula ante la advertencia de Kazuma sobre sus dientes y afianzó más fuerte el agarre de sus piernas.

    La voz de Kazuma reflejaba todo su enfado. Y vaya que iba a cumplir su promesa de no soltarlo. Notaba que estaba colorado por el calor y el esfuerzo de perseguirlo. Ese perro rabioso era muy pálido, incluso más que él, y eso que naturalmente era de tez clara, pero debido a todos los deportes que practicó, se bronceó ligeramente.

    Finalmente, su suerte se murió. Sus dos muñecas fueron sujetadas por encima de su cabeza y por más que se removió, Kazuma cumplió su promesa de no soltarlo. Luego, sintió su cabeza dar unas cuantas vueltas cuando le dieron un puñetazo en una mejilla, sintiendo el dolor porque allí había sido golpeado ayer, parpadeó varias veces procesando el dolor y luego sintió el otro golpe que le acomodó sus pensamientos. En efecto, le dolían más las patadas de Kazuma, pero no es como si esos golpes fueran menos dolorosos.

    Desorbitado estuvo preparado para que le rompieran la nariz, simplemente frunció el ceño y esperó que le pegara en el centro de la cara, pero una especie de divinidad lo salvó. Un oficial de policía agarró a Shibata de las axilas y se lo quitaron de encima. Por inercia aflojó el agarre de sus piernas y se tragó la sangre que llenó ligeramente su boca.

    Mierda, habían atraído a la policía. Okuma nunca había ido a parar a una comisaría, pero si su padre se enteraba, ¡estaba jodidisimo! Se reincorporó del suelo sentándose cuando el oficial se encargó de ese perro rabioso y miró la interacción entre ellos, por la forma en cómo se comportaban, posiblemente no era la primera vez que se veían.

    Así que incluso los policías conocían a este monitor, vaya que era grosero con todos. Tocó con la punta de su lengua el interior de sus mejillas y probó el sabor férreo de su sangre. Su cara se iba a inflamar horrible. Al menos podía mentirle a su padre que se metió en una pelea y ganó, no estaba tan apaleado. Notó que intercambiaba palabras con el oficial y frunció los labios.

    ¡Que intentara tirarle los putos dientes! Bueno, cuando el oficial se fuera. Se sorprendió cuando el policía aseguró que debía hablar algo con el director de su escuela, ¿qué podría ser? La curiosidad de Kuma era grande, pero era claro que ese oficial no les respondería. Bueno, tarde o temprano se enterarían de sus motivos para venir a la escuela. Luego, ese maldito hombre les confundió con un par de amigos, ¿cómo se le ocurría? ¿O qué clase de amigos tenía ese poli?

    ¡Al menos él no les tiraría los dientes a los suyos! ¡O intentaría romperles la nariz!

    —No es mi amigo… —murmuró en voz baja con el ceño fruncido mientras se levantaba del suelo y se sacudía la tierra del uniforme. Solo tenía ese gakuran, si lo rasgaba tendría que remendarlo o arreglarlo por su cuenta, su padre ni loco le compraría otro.

    Observó como ese idiota le señalaba el edificio principal de la escuela y suspiró. Volteó a darle un rápido vistazo a las flores y gracias a los Dioses no le habían hecho daño a ninguna, pero en la tarde revisaría los geranios para asegurarse. No les había puesto nombre, así que en camino al aula pensaría en ello, ¿qué nombre estaría bien?

    Fang, sí, se llamaría Fang. Significaba dulce aroma.

    Caminó hasta el aula perdido en sus pensamientos siendo seguido por detrás del rabioso perro que no quería volver a perseguirlo y darle su maldito merecido. Estuvo maquinando en su mente cómo pondría el techo o en qué usaría las tarimas restantes. Pensó que sería bueno hacer una silla, ¿y si cosía un cojín o almohada para descansar?

    No estaría nada mal.

    Le estaba molestando un poco lo de sus mejillas así que tendría que usar la medicina de su mochila para que las heridas no empeoraran, cuando llegó al pasillo de la escuela vio su mochila verde y la tomó rebuscando en sus bolsillos. Sacó el frasco con una pomada y se la untó rápidamente en el interior de sus mejillas.

    ¡A la mierda! Odiaba el sabor amargo de la medicina china. Entró al aula y todos lo miraron con los ojos pelados, ¡¿estaba vivo?! ¡¿Cómo era eso posible?! Se fue hasta su pupitre y se sentó mientras todos giraban la cabeza y veían a Kazuma entrar al aula.

    Mierda, ¿se iba a quedar allí? El profesor suspiró y siguió escribiendo en la pizarra, al menos sería una clase tranquila con ese puto demonio allí. Kuma se sentó del lado de la ventana y comenzó a sacar su libreta para intentar comprender el tema.

    ¡Era puta teoría, se le complicaban las cosas con inglés! Podía hablarlo a la perfección, pero cuando las reglas gramaticales comenzaban a explicarse, prefería pegarse en la cabeza con el pupitre. Estaba metido de lleno cuando vio que Kazuma se acercaba a su banco.

    Alzó una ceja.

    —¿Qué? ¿Qué quieres? Este el 2-A, ¿no? —no tenía ni idea que ese era el pupitre compartido de ese lobo solitario.
     
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    La curiosidad mató al gato, sí. Pero Kazuma era más como un perro, de esos que te orinan la llanta por malicia y te muerden el trasero por diversión. En su infinita curiosidad y tendencia al cotilleo, se cuestionó que trataría el oficial con el director. Pensó que podría ser lo que sucedía cada tanto: que un alumno de Kudan se metió o fue visto cerca de un disturbio… ¡CON EL PUTO UNIFORME PUESTO! ¡MIERDA!

    En el mejor de los casos, sería por otra cosa. Algo que no involucrara que Kazuma se desgaste apaleando a unos imbéciles.

    Como fuese. Finalmente, ese grandísimo imbécil se puso de pie y le hizo caso. El oficial “Matsu” lo salvó una vez, pero no lo haría dos veces si Okuma hacía una estupidez justo ahora. Kazuma lo despedazaría antes de que el policía les diera alcance.

    Siguió a ese idiota hasta el salón, con el ceño fruncido debido a su mal humor, al calor y al dolor. Le ardía la piel… Mierda, tenía que asegurarse de que ese cretino llegase al salón correcto, pero no era la única razón por la que caminaba tras Okuma, esperando a que este buscara su estúpida mochila e ingresara al salón.

    Kazuma no podía largarse al jardín, porque estaba seguro de que el desgraciado oficial vendría a dar un vistazo a su salón. Se aseguraría de que estuviese en clases y después se iría. No es que Kazuma le temiera, para nada. Y le daba igual que se lo llevaran a la comisaría, si eso pasaba, en tres horas estaría libre. Sin embargo, ¿qué necesidad de ir hoy? Cuando está haciendo calor y lo más probable es que no haya nadie con quien hablar en la comisaría…

    Atestiguó la sorpresa en los rostros de todos sus compañeros del salón al ver a Okuma entrando al salón, incluso del profesor. Vamos, ninguno esperaba que ese estúpido, estúpido, muchacho regresara con unos cuantos golpes y ya.

    Cielos, hermano…—dijo uno— Pensamos que para ahora ya estarías muerto.

    Y la lluvia de preguntas que deseaban hacerle se murió cuando vieron que Kazuma también estaba entrando al salón. Los que se pusieron de pie, queriendo acercarse a Okuma, inmediatamente dieron media vuelta y regresaron hacia sus pupitres. Tokita evitó el contacto visual con el perro, porque notoriamente estaba jodidamente molesto. Feng parecía el único ajeno al ceño fruncido de ese demonio.

    Solo lo golpeaste un poco…—dijo Feng, sonriendo— Es un nuevo récord de tolerancia.

    Porque el poli me detuvo de tirarle los putos dientes —le gruñó.

    Y ninguno se extrañó. Saben que Kazuma odia que le digan que es amable o cosas similares. Y decirle que tuvo más tolerancia de la usual es una forma indirecta de decirle eso.

    Eso lo explica todo —Feng simplemente se rió.

    A diferencia del resto, Kazuma ni ganas tuvo de cerrar el puño y golpearlo. Feng podría ser muy listo academicamente, pero era un estúpido con un extraño sentido de supervivencia. Da igual. Se dijo a sí mismo que golpearlo sería un gasto inútil de energía.

    Caminó hasta su pupitre, viendo que Okuma se sentaba en el asiento opuesto al que ocupó Kazuma rato atrás. Ah, da igual. Además, es el único pupitre disponible. El perro temperamental no es tan irracional como la gente cree. Kazuma se sentó y echó el cuerpo hacia adelante, encimándose sobre su cómoda mochila.

    Lo es. Yo no soy tan estúpido para equivocarme dos veces —le gruñó.

    SÍ, POR SUPUESTO QUE SEGUÍA EMPUTADO CON ESTE ESTÚPIDO.

    No solamente le había retado. Provocó que Kazuma tuviese que perseguirlo justo cuando una persecución no era buena idea en su estado. No paró hasta que Kazuma tuvo que taclearlo, haciendo que su camisa blanca, la que se usaba bajo el Gakuran, se ensuciara un poco por rodar. Todo eso, en un día donde su humor no es el mejor, donde ya venía irritado y, como cereza del pastel, había puto calor. Ese día era una mierda.

    Ya que Kazuma no le iba a responder, Feng, que estaba en el pupitre compartido del centro, que les quedaba justo al lado suyo, suspiró y se apiadó de Okuma.

    Kazushiba siempre se sienta en el pupitre de enfrente, a la izquierda —le dijo aquel muchacho— Por el número de estudiantes que somos, como comprenderás, no había tenido compañero. Así que te toca sentarte junto a él…—y Feng miró a Okuma con resignación, como la que se le da a alguien que ha caído en un pozo sin fondo— Yo te dije que no era prudente, pero ¿le hacen caso al pobre “monitor derecho”? No, nunca le-...

    Feng, cállate —le gruñó Kazuma.

    El muchacho, contrario a todos los demás, sonrió y felizmente se quedó callado. A veces pasaba: Kazuma solía llamarlo “monitor derecho” para casi todo, otras lo aludía como “Kashiki” porque no diría todo su apellido, y algunas veces sucedía eso… Lo llamaba por su nombre. Generalmente pasaba cuando estaba llegando al límite y lo usaba como una especie de “haz lo que te digo, en serio no quiero explotar contra ti”.

    Eso lo había apuntado en su diccionario.

    El profesor pasó de ellos, aprovechando el inmenso silencio en el aula ahora que Kazuma estaba ahí. Por eso y otras cosas, al profesor le importaba una mierda que Kazuma estuviese intentando dormirse en el aula. Por supuesto, si otro lo intentaba, era cuando el profesor le echaría la bronca… Se la echaría tanto como fuese posible, intentando que el ruido no irritara a ese perro imposible.

    Kazuma, por su parte, se dijo a sí mismo que esperaría para largarse del salón. Lo haría apenas viese que el policía se marche de Kudan. Una vez pasara eso, se iría al jardín. Verificaría si los geranios estaban bien y, después de eso, se dormiría hasta la tarde.

    Sí, eso haría. Se mentalizó mientras trataba de ignorar a Okuma. En el fondo de su enrabiado corazón, intentaba tener la más mínima piedad por ese grandísimo imbécil. Fue el pobre diablo que tuvo la suerte de sentarse junto a Kazuma. Y, claro, no tendría al perro justo al lado SI NO HUBIESE CORRIDO Y HECHO QUE TUVIESE QUE SEGUIRLO.

    Dejó de pensar en eso y mejor se enfocó en pensar opciones para la plática del poli con el director.

    A sus trece años recién cumplidos, Kazuma conoció al oficial Ryusei Matsunaga. Aquel hombre le sacaba alrededor de 6 años y era quien solía ser mandado al patrullaje de esa zona. Aun lo hace, a día de hoy. Mierda, si no fuese porque era el novio de su jefa e instructora, poco le importaría lo que piense. No quiere que esa mujer le eche el sermón en el trabajo.

    Ah, da igual.

    Pasaremos a resolver los ejercicios —dijo el profesor— El primer ejercicio… Veamos…

    Si quiere, paso yo —se ofreció Feng.

    Tú no, Kajiyashiki. Ya sé que responderás bien —mencionó el hombre— Por otro lado, tus compañeros…

    Kazuma quería ignorarlos, pero es imposible no escuchar. No tiene que mirarlos para saber que nadie quería pasar. Las clases de inglés es una de las materias que más suele complicarse a la mayoría. Y siendo que estaban en Kudan… Bueno, se entiende por sí solo.

    Primero pasará Okuma. Después Toudou y de último Usui —sentenció el profesor.

    Ya valí mierda…—se quejó Toudou.

    Kazuma escuchó que Toihatsu* se queje, pero continuó echado sobre su mochila. Carajo, el dolor y el calor no lo dejaban dormir… ¿Cuánto tiempo se tardará el oficial en Kudan? ¡APÚRATE, CARAJO!



    QUOTE
    Toihatsu es como apodó Kazuma a Midori Toudou, ya que deliberadamente nunca le presta atención al apellido de nadie. Toihatsu se supone que significa “pelo de musgo”
     
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    Se dio cuenta que sus compañeros parecían curiosos de por qué Kazuma no lo masacró, pero al ver a ese demonio entrando al aula, todas sus intenciones chismosas se murieron, todos se preguntaron por cuánto tiempo estaría allí.

    Midori y Akamaru estaba en el pupitre frente a Kuma, pero no podían girarse a preguntarle, ¿qué demonios pasó? Cuando Fen fue el único valiente que cuestionó a Kazuma, todos asintieron para sus adentros, ¡ahora todo tenía sentido! ¡Un policía lo había detenido!

    Okuma debía tener una suerte grandiosa para que ocurriera aquello. Debería valorar su vida y no ser un maldito suicida. Por otro lado, Okuma solo rodó los ojos, hubiera preferido que le sacara la mierda, pero no bajar su cabeza, mañana lo intentaría nuevamente.

    ¡Qué más daba!

    Estaba confundido al ver a ese monitor frente a él y luego sentándose en el asiento contiguo, ¡¿eran compañeros de asiento?! ¡El destino sí que era extraño! Y todas sus dudas se aclararon cuando Feng habló. Maldita sea, menos mal que Kazuma lo había callado, ya suficiente tenía con darse cuenta que la vida se empeñaba en unirlo a ese demonio de la cadera. Frunció la nariz y prefirió girar la cara para no prestarle atención a ese perro. No podía creerlo, ¿ayer dónde se metió? No estuvo en clase todo el día, ¿por qué ahora no hacía lo mismo?

    El profesor continuó explicando y decidió mejor concentrarse en el pizarrón. Estaban viendo el tiempo en pasado y se estaba revolviendo, ¿qué era eso de verbos regulares e irregulares? Carajo, él sabía hablar inglés, pero la gramática era una puta mentada de huevos.

    Desvió la mirada y notó el perfil de ese idiota. Kazuma Shibata era pálido y su piel se coloreaba de rojo por distintos motivos, pero podía notar que estaba enrojecido en algunas partes, ¿no usaba protector solar? Eso debía doler, ¡idiota que no se cuida! Notó las ojeras en sus ojos, eran pronunciadas, ¿no podía dormir bien?

    ¿Por qué le importaba?

    Okuma tenía ese lado protector que desarrolló gracias a la vida negligente que tuvo al lado de Hazuki. Cuidar a otras personas le daba un sentido de pertenencia e importancia que no conseguía en otro lado; sin embargo, no podía preocuparse por su enemigo, no importaba que fuera un bastardo descuidado consigo mismo.

    Continuó haciendo notas en su cuaderno y vio que el profesor pediría ayuda para que pasaran al pizarrón a resolver algunos ejercicios de pasado simple. Usó la técnica infalible de intentar hacerse pequeño en su asiento mientras el monitor derecho se ofrecía para ello, pero mierda, el maestro se negaba y cuando sus ojos se enfocaron en él… supo que estaba perdido.

    Primero lo pasaría a él y luego a Toudou y Usui. Genial, la humillación sería lo segundo que tendría durante ese día.

    —Pasa Okuma-san. —sintió escalofríos al oír su nombre y miró su cuaderno, como si hubiera contestado los ejercicios, pero claramente estaban en blanco. Todos los delincuentes estaban expectantes, Yoshio venía de una escuela como Abeno, llena de chicos y chicas con dinero, ¡el inglés se le daría de maravilla! Es más, en sus cabezas, Okuma era el más inteligente de la clase ahora.

    Sin contar a Kazuma quien, obviamente, no les ayudaría ni con un milagro.

    ¡Ya tendrían a quién robarle los apuntes y tareas!

    —Empieza con la primera oración. —indicó el profesor y Okuma torció la boca, ¿qué mierda de verbo era el “be”? ¿Regular? ¿Irregular? ¿Pasado participio? Carajo, ¡seguramente el profesor lo explicó cuando se fue a pelear con Shibata!

    Apretó los labios y rayó en la pizarra y ciertamente lo hizo mal, en el segundo tenía que poner una expresión de tiempo en pasado y puso una en futuro y en otra oración escribió mal la palabra. Todos estaban expectantes, solamente Gin y Feng sabían que estaba MUY mal y parpadearon con sorpresa, ¡tenían a otro idiota!

    El profesor Uzumaki rodó los ojos, ¡otro idiota! ¡Qué podían esperar de un reprobado! El adulto se apretó el puente de la nariz y miró con fastidio a Okuma.

    —Está mal. —comentó con fastidio. —¿No vienes de una escuela privada? Tu nivel está del asco, Okuma-san. —si los alumnos eran un “asco”, los profesores no se quedaban atrás, necesitaban demasiado amor pedagógico y ya ni les importaba ser decentes.

    Eran groseros a la medida que podían. Okuma sintió pena y trató de no demostrar lo apenado que estaba.

    —You’re a deception, boy. —le mencionó en inglés y se irritó.

    —Well, I’m not good at grammar or maybe doing sentences and that bullshit, sensei, but I think I’m not a deception, you can see by yourself that I can speak English decently, maybe if I say the sentences in the oral way, I can demonstrate you the otherwise. *

    Todos se quedaron con la mandíbula abierta, incluso el profesor Uzumaki, ¿qué mierda? Siendo honestos, solo había sido contratado sin tener aún el título en mano y porque veía una que otra serie en inglés, a veces tenía incluso errores, ¡pero estos chicos no eran tan inteligentes y podía cubrirlo! Feng y Gin eran amables en no delatar su incompetencia, ¡pero este mocoso se las pagaría…!

    —¿Te crees tan especial, Okuma-san? —sentía la vena de su cuello a punto de reventar.

    —What are you talking about? —alzó una ceja.

    —Bueno, si eres tan especial, ¿por qué no nos demuestras tu talento? No pasaré a tus compañeros Usui y Toudou y contestaré todos los ejercicios, ¡es más no dejaré tarea toda la semana! Si te pones a cantar una canción en inglés por un minuto.

    Sonrió triunfante. Lo iba a humillar, ¡sabía que ese perro intentaba dormirse y se enojaría! Si tenía suerte, capaz y le terminaba de dar la paliza que debió darle. Kuma apretó los dientes y no pudo creer que esto le estuviera pasando esto.

    —¡T-Tú puedes, Kuma-san! —alentó Toudou y luego reaccionó al ver que Kazuma estaba atrás de él, ¡mierda había gritado! Bueno, esperaba que lo dejara pasar por Okuma. Este enorme oso sintió que las orejas se le teñían de rojo junto a sus mejillas. Veía las miradas interesadas de todos en la clase y bueno, siendo honestos quería darle una puta lección a ese profesor. Suspiró, dejando toda su frustración irse en ese momento, colocó las manos detrás de su espalda y cerró los ojos. Si no veía a los demás, no sentiría esa pena ajena. Solo podía pensar en una canción y lo más penoso es que solo se sabía canciones de amor, ¡qué vergüenza! Para una voz tan ronca como la suya, ¡esto sería potente!

    Empezó con el inicio y desde allí dejó a todos atónitos ya que su voz retumbaba en toda el aula. La voz de Okuma era diferente dependiendo de qué idioma hablara: en chino era grave, en japonés tenía una especie de ronquera, pero en inglés era un poco más dulce.

    QUOTE
    I keep on fallin' in and out of love with you
    Sometimes I love ya, sometimes you make me blue
    Sometimes I feel good, at times I feel used
    Lovin' you darlin' makes me so confused

    Todos escucharon atentamente, aunque no comprendieran del todo lo que decía, pero a veces la música era así, transmitía sentimientos, aunque no los entendiéramos. Okuma siguió cantando, sin instrumentos, siendo su voz la única que retumbaba en esa aula, cuando llegó a la parte donde llegaba al breakdown, no lo hacía como la cantante original, sino de una manera mucho más a su estilo, pero igual de cautivante.

    QUOTE
    Oh, baby
    I, I, I, I'm fallin'
    I, I, I, I'm fallin'
    Fall, fall, fall (sing)
    Fall

    Terminó de cantar y abrió los ojos sintiendo su rostro arder en vergüenza, pero lo que vio, es que todos estaban atontados mirándolo, incluso tenían brillitos en sus ojos, ¡querían aplaudirle y hacer bulla, pero estaba allí Kazuma!

    —¡Bien hecho, Okuma-san! —felicitó Feng, el único que no le temía tanto a Kazuma y el gran oso torció la boca en pena mientras asentía. El profesor estaba super enojado, pero no podía negar lo imposible, ¡ese niñato lo había dejado como estúpido!

    —¡Da igual, siéntate Okuma-san! Contestaré estos ejercicios y no tendrán tarea, ¡como si la hicieran! —se quejó empezando a borrar las malas respuestas y escribiendo en la pizarra. Regresó a su pupitre y cuando se sentó, Midori se giró y acercó su puño para que lo chocaran. Yoshio se sorprendió y reaccionó lo golpeó mientras veía la sonrisa de sus demás compañeros.

    Wow, era la primera vez que se sentía cómodo en una escuela.

    Quizá Kudan no era el pozo de mierda que todos creían.

    Al menos no para él.

    Desvió la mirada a Kazuma y se le quedó mirando unos segundos y ligeramente le sonrió, ¿por qué lo hizo? Ni él lo supo, pero incluso este perro… no era tan malo.

    Sí, tal vez su vida comenzaría a cambiar para mejor.

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    El oficial Matsu no pasó en las siguientes dos horas al aula y Okuma sintió estrés al estar copiando teoría tras teoría, solo quería comer algo y ya. Cuando sonó el timbre del receso, todos se largaron como si el aula quemara.

    —¿No vienes con nosotros? —preguntó Usui, desviando su mirada a Kazuma que parecía dormido sobre su mochila. Kuma miró de reojo a Kazuma y negó con la cabeza. Este demonio se veía muy tranquilo cuando dormía, ¿quién diría que era especialista en tirar dientes?

    —Yo comeré aquí. —pregonó con su terquedad y sus compañeros negaron con la cabeza, ¡era un suicida que sabía cantar bonito!

    —No te mueras, ¿sí? —dijo Midori mientras tomaba su dinero y se iban a comprar comida.

    Okuma rebuscó sus bentos en la mochila y prefirió sacar aquel que tenía carne de hamburguesa y puré de papas. Dejaría el otro para más tarde. Lo abrió y prefirió probar el puré, le dolía aún la boca para comer algo más elaborado.

    ¡Maldito perro!

    SPOILER (click to view)
    Te dejo la canci[on original por si no la conoces y como suena mas o menos con Okuma.

    original


    Version de Yoshio

    Lo que dijo en ingles el profe y el en inglés.

    *Eres una decepción chico
    *Bueno, no soy tan bueno en gramática y quizá haciendo enunciados y esa mierda, sensei, pero creo que no soy una decepción, puede verificarlo por tu cuenta que soy bueno en hablar inglés decentemente, quiza si le digo los enunciados de una forma oral, le puedo demostrar lo contrario.
    *¿De qué está hablando?
     
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