Posts written by Alpha Dia

  1. .
    —Fue completamente distinto a lo que proponías tú. —Soltó Liu Wen, un poco desesperado por la “excentricidad” –más bien consideró “insensatez”– de Shaojok. —Nosotros en ningún momento quisimos entrar en detalles sobre nuestros objetivos; el plan era pasar desapercibido. Así era como tenía que llevarse a cabo.

    —No salió como esperábamos… —interrumpió Tiger —Nos vimos emboscados y…

    —Y no tuvieron otra opción que decírmelo todo. —Los tres maestros giraron casi sincronizadamente para ver a Runtown. — ¿O en serio querías que cumpliera mi amenaza de atacarlos?, también omites que excavaron prácticamente a pocos metros de mi campamento, con más maestros agua. ¿Querías arriesgarte de verdad a ponerlos todos en alerta?. Tal vez nosotros los sanadores no te intimidemos, pero aquí tienes a las fuerzas del ejército del consigliere.

    —¿Nos tienen rodeados? —preguntó Tiger.

    —Hay soldados en los campamentos de los sanadores; nos cuidan. —respondió Runtown sin contestar directamente la pregunta de Tiger. —Deben proteger a los que los mantienen con vida, ¿no?. Sin embargo, yo sé pelear. Así que me temo que no tienen opción; si no me quieren a mí y a los soldados cerca de mi campamento encima suyo tendrán que decirme qué hacen aquí.

    Tiger la vio con una mirada decidida; estaba sopesando las opciones y posibles consecuencias. Era obvia la razón por la que Runtown no dijo exactamente el número de soldados en el campamento. Quería mantenerlos al margen; podían arriesgarse a atacarla, pensando que probablemente sean pocos los soldados por la zona. Pero también existía la posibilidad de que fueran demasiados; lo suficiente como para contenerlos. ¿Qué tan valioso era un sanador en las fuerzas militares?, demasiado. La vida de uno de ellos valía la de cien soldados. Cualquiera podría convertirse en un hábil maestro agua para pelear; pero incluso él sabía que sólo los maestros con más dominio se convierten en sanadores.

    —¿Qué nos garantiza que nos dejarás libres si es que te decimos?. Mi amigo tiene razón, ¿sabes? al final, tú desconfías en nosotros tanto como nosotros de ti. ¿Qué puedes darme como garantía de que nos dejarás ir intactos?

    —Y yo creo recordar que tu otro compañero dijo que no estaban en condiciones de exigir nada. —Contestó Runtown. Inmediatamente Tiger respondió.

    —Eso suponiendo que los soldados que te cuidan nos superan en número, pero… ¿y si no es así?. Temo decírtelo, pero te estarías enfrentando a tres maestros de distintos elementos…

    —Dos. No creo que tu amigo “chispita” ayude mucho. El agua le gana al fuego, ¿o es que no sabías ese pequeño pero importante detalle?

    Escuchó a Liu Wen reír por lo bajo. Shaojok no compartió el sentimiento; pudo oírlo refunfuñar a sus espaldas por el mote que le puso Runtown.

    La maestra agua desvió su mirada de Tiger para ver directamente a Shaojok.

    —Chispita… Esa misión que tienen, ¿es la misma misión que la de mi consigliere? —Runtown se quedó callada por unos segundos; parecía que estaba pensando las palabras que diría a continuación. No pasó mucho tiempo antes de que volviera a hablar. —¿Ustedes también buscan al avatar?
    SPOILER (click to view)
    He regresao! Usualmente me desaparezco los fines de semana, así que por eso no te vayas a sorprender xD toda mi rutina de vida laboral y de rolear se retoma cada lunes jajaja.

    Ahora sí. Runtown no es ningúna inocente ;} que para ella es inusual tener a tres maestros de diferentes elementos juntos. Sólo una misión especial reuniría a gente con esas características y qué situación más especial podría ser un avatar nuevito en busca de maestros de los distintos elementos ;D

    También Runtown se hace la interesante jajajaja, es parte de su estrategia para protegerse. Desde ya te digo que no son varios los soldados alrededor de ella; pensaba en sólo unos dos, fáciles de vencer jijiji. Pero obvio no puede decirle eso a nuestros chicos, no al menos ahora.

    La hice revelar la información que ella poseé para que los chicos se sientan en confianza de hablar c: ella sabe del asunto del avatar por mera coincidencia; pienso que de una plática que tuvo Watatsumi con el jefe de sanadores y de ahí Runtown oyó, pero obvio eso es lo único que sabe. No sabe cuál es el motivo para encontrarlo.

    Recuerda que Runtown también es libre para ti de manejarla c: recuerda, es nuestra aliada también así que ella no dudará en ayudar a los chicos con la misión de salvar al avatar.

    También ya puse un pequeño guiño de Liu Wen desesperandose con Shaojok; él quiere sentirse todo un maestro aire paciente, pero la realidad le gana jajaja.

    Pd: Sí, le puse "chispita" jajajaja. Sientete libre de ponerle un nombrecito a Runtown también jajaja, si es que quieres, claro. Se me hace divertida la idea que se lleven super bien pese a ser elementos opuestos.
  2. .
    Lo primero que hizo al instante que llegó a Hogwarts fue escribir una carta. Garabateó en un pedazo de pergamino lo bien que se encontraba y las perfectas condiciones en las que había llegado al castillo. Magnus le relataba a su tío Fletcher –como solía hacerlo cuando era apenas un adolescente– que había llegado con bien; el viaje corto desde Portree a la escuela fue como se esperaba; tranquilo y sin contratiempos. En la carta, prometió –como siempre– escribirle cada dos semanas, mejor dicho, tan pronto tuviera tiempo libre de hacerlo (como ahora profesor de Hogwarts no creía que pudiese hacerlo con tanta regularidad). También le pidió al tío Fletcher cuidarse. No, no era decirle que era un anciano, pero su fuerza de joven alfa se iba debilitando con el pasar de los años; le pedía que ya no se peleara con los hipogrifos de su vivario y que si necesitaba sus plumas, él se las conseguiría de los que vivían en los alrededores del castillo. Por último, le pidió cuidar del tío Wallace. Con el paso de los años, Magnus formó una relación cercana con la pareja de su tío biológico y, para él, el tío Wallace ya era miembro de su familia.

    Dobló el pergamino y la metió en un sobre firmado con su nombre. Se la extendió a su querida lechuza y la mandó a volar para que la carta llegara hasta la pintoresca y pequeña casa de sus tíos. Luego de eso, Magnus se dedicó a desempacar sus cosas y acomodar su habitación con sus pertenencias; ropa, libros y cientos de pergaminos. Él decidió llegar una semana antes del inicio a clases al castillo. No había significado un problema en absoluto; Dumbledore ni lento ni perezoso le aceptó llegar antes y, dado que la escuela estaba bastante cerca del pueblo donde residía con sus tíos, tampoco le causó ningún conflicto la distancia a recorrer.

    Lo último que hizo aquella noche antes de irse a dormir fue alistarse frente a su tocador. Ya no vestía la gruesa túnica de pana café con la que llegó a Hogwarts, tampoco tenía su conjunto de pantalones, camisa y chaleco. Ahora vestía una sencilla bata de dormir de algodón color blanco. Los anillos que llevaba en casi cada uno de sus dedos terminaron en su alhajero de madera y su cabello rubio, tan brillante que hasta el mismo sol lo podría envidiar, estaba siendo cepillado cuidadosamente. Luego de eso, quedó rendido entre las mullidas y cálidas sábanas de su cama.



    – – –





    Las semanas pasaron; los alumnos de primer año habían sido asignados a sus casas. Un evento que siempre lo ponía contento y le hacía rememorar los viejos tiempos de cuando él era estudiante.

    Tuvo dos encuentros demasiado extraños con el pajarraco de Ravenclaw. Admitía que se le hacía incómodo trabajar junto con un profesor que solía ser su compañero –puede que no hayan sido de la misma casa, pero eran de la misma generación– sin embargo, su incomodidad fue desplazada por lo que parecía ser mala memoria de MacMurtagh; lucía como si no lo recordara de aquellos tiempos de escuela. La verdad, le pareció mejor así. No tenía ánimos para que ese presumido lo recordara. Quizás alguien debería decirle a Magnus que los años han pasado, y que ya no estaría tratando con el mismo adolescente jactancioso sino con un adulto maduro.



    – – –





    Tenía devuelta a los chicos de tercero de Ravenclaw y Gryffindor esperando en las afueras del castillo. Sus dedos picaban de la emoción; se quitó velozmente sus anillos y muy rápidamente anudó su cabello en una coleta descuidada.

    Reunió a todos los alumnos en un gran círculo, sentados sobre la tierra. Él simplemente se colocó en medio del círculo, a la vista de los estudiantes.

    —Presten atención, les enseñaré una criatura sumamente fascinante. —ordenó Magnus, haciendo aparecer un frasco de vidrio con unos cinco animalitos con apariencia entre garrapata y cangrejo.

    —Que mi hechizo agrandador no los confunda, estos pequeñitos se llaman “Chizpurfles” y son en realidad parásitos de apenas medio centímetro de alto; no serían capaces de verlos a menos que usen una lupa.

    Con un “levioso”, Magnus hizo levitar el frasco lleno de aquellos pequeños bichos. Algunos alumnos de Gryffindor hacían muecas de asco al ver los ojos negros y saltones de los chizpurfles; otros más sentían repulsión al ver el buen par de colmillos filosos que poseían aquellos parásitos. Los alumnos de Ravenclaw, por su parte, tomaban apuntes ávidos de conocimiento –sólo unos cuantos, otros veían extrañados las tenazas de los animales–.

    —Estos pequeñitos habitan en otros animales; pueden infestar el pelaje o plumaje de otras criaturas como los crups y los augureys. Son principalmente atraídos por la magia; pueden atacar cualquier objeto mágico que se les cruce.

    Cuando Magnus terminó de hablar, una pequeña alumna de Ravenclaw levantó la mano y se atrevió a preguntar.

    —Profesor, entonces ¿es correcto suponer que los chizpurfles podrían sentirse atraídos por nuestras varitas?

    Muchos alumnos de Ravenclaw, junto con los de Gryffindor, se soltaron a reír en carcajadas llenas de incredulidad. La pobre se sintió muy cohibida al ser el centro de burlas de la clase.

    —¡Muy bien señorita Jones!, una hipótesis muy acertada, ¡10 puntos para Ravenclaw!

    Las risas cesaron por parte de los rojos leoncitos, que quedaron con rostros rojos de coraje y vergüenza. Por otro lado, todos los alumnos de Ravenclaw siguieron riendo pero esta vez llenos de júbilo y orgullo por el buen atino de su compañera; Amelia Jones estaba sintiéndose la gran estrella de la clase por su gran acierto y por los puntos obtenidos para su casa.

    —Tal como dijo la señorita Jones, las varitas pueden ser uno de los objetivos de los chizpurfles. Recuerden que sus varitas tienen un núcleo poderoso de magia; si no se tiene cuidado, una diminuta chizpurfle puede roer la madera de su varita hasta llegar al núcleo y comerlo. También los pueden encontrar en calderos sucios, devorando los restos de poción que olvidaron limpiar.

    —¿Qué pasa si comen mucha… eh, magia? —se animó a preguntar otro chico Ravenclaw.

    —Se vuelven difíciles de combatir. Por lo general son inofensivos y se pueden erradicar con una simple poción, pero si consumen grandes cantidades de magia se reproducen más rápido y se vuelven más resistentes. Hay que llamar a control de plagas para que se deshaga de ellos.

    —¿Y si no tienen magia que comer? —esta vez fue una alumna de Gryffindor que preguntó.

    —Muy buena pregunta. Cuando no hay magia que puedan consumir, entonces optan por ir a otras fuentes de poder. La electricidad es su segundo alimento favorito.

    —¿La qué-cosa? —preguntó otro chico Gryffindor.

    —La electricidad… Vamos, dónde están esos chiquillos que están tomando estudios muggles como optativa. Ilustrenos.

    —La electricidad es una fuente de energía que los muggles descubrieron para hacer funcionar distintos objetos. —respondió esta vez Charlie García, un Ravenclaw. Magnus asintió con la cabeza ante su respuesta, pero siguió pidiéndole con la mirada que continuara. —Ahm… objetos como ¿el foco de luz?.

    —Muy bien, otros 10 puntos para Ravenclaw.

    Los cuervitos azules celebraron en silencio, los leones de Gryffindor gruñeron molestos. Podría parecer que Magnus estaba favoreciendo sólo a una casa a propósito, pero la realidad era distinta. Fue simple casualidad –tal vez no tanto, considerando que los jóvenes de Ravenclaw eran participativos en su mayoría y por naturaleza– que todos los puntos que otorgaba se los terminaran llevando Ravenclaw.

    Era una pequeña manía de Magnus; le encantaba que sus alumnos dieran la clase con él. Detestaba a los estudiantes que simplemente se sentaban a oír. Por eso trataba de estimular a los chicos de su clase con puntos para sus casas cada vez que aportaban conocimiento propio a la clase.

    —Los muggles creen que cuando un objeto que funciona con electricidad, deja de responder o muestra problemas para hacerlo, es por fallo del propio objeto. La realidad es que los chizpurfles están haciendo de las suyas; están dentro de ese “foco de luz” devorando toda la energía eléctrica, haciéndola titilar.

    Magnus desapareció el frasco de vidrio con los cinco chizpurfles dentro. Después, se dirigió a los corrales de la escuela y ahí llamó con un silbido a un augurey para que se posara en su brazo.

    —Chicos, vengan. Por 20 puntos, ¿quién se anima?

    Estaba claro en los rostros del alumnado que estaban escépticos a lo que les pudiera pedir su profesor. No estaban seguros de lo que pasaría, y entre cuchicheos, se miraron extrañados e indecisos.

    —Vamos muchachos. Creo recordar por ahí que a unos valientes leones les hacen falta algunos puntos. Mis cuervitos ya tienen demasiados.

    Los Gryffindor temblaron, mientras que los chicos de Ravenclaw simplemente rieron y señalaron en son de burla.

    Una chica, Linda Li, de la casa de Gryffindor se ofreció para la prueba de Magnus. Se acercó a él y al augurey; estaba un poco temerosa, pero avanzaba firme.

    —Muy bien señorita Li. Póngase esos anteojos, le ayudarán a ver mejor. Ahora, varita en mano. No se asuste, Iggy no le hará nada.

    —¿”Iggy” profesor?

    —Sí, el augurey. Ahora, vea directamente a su plumaje, si es necesario que mueva algunas plumas para poder localizar el chizpurfle, hágalo.

    —Veo una, profesor.

    —Levante la varita, sujetela bien. Apunte y conjure un “Wingardium Leviosa”, luego deje el chizpurfle dentro de ese otro frasco.

    La pequeña Linda enfocó su atención en el parásito, y con un bien ejecutado hechizo, llevó flotando el diminuto animal al frasco.

    —¡Muy bien señorita Li!, lo hizo extraordinariamente. Iggy, tú también te portaste muy bien, amigo. Toma.

    Magnus hizo levitar con su propia varita un escarabajo tan grande como la palma de su mano y se la dio de comer a Iggy que feliz la devoró. Todos los alumnos hicieron gestos y gemidos de repulsión.

    —Señorita Li, le felicito nuevamente por su increíble trabajo con el chizpurfle. ¡25 puntos para Gryffindor!

    —¡¿Qué?!

    —¡Usted dijo que 20!

    —Sí, pero ella hizo honor a la gran virtud de los Gryffindor, la valentía. Eso merece 5 puntos más de premio.

    —¡PROFESOR!

    Todos los chicos de Ravenclaw estaban echando humo por las orejas –otros más bien por la nariz–. Los Gryffindor, por su parte, hacían un pequeño baile de victoria.

    —Calma clase, calma. Iggy es un augurey que un amigo mío me dejó encargado. El pobrecito está infestado de chizpurfles… tal vez, y sólo tal vez, considere dar 5 puntos por cada chizpurfle que logren quitarle a Iggy.

    No fue necesario decir más. Magnus tuvo delante suyo una hilera de alumnos formados –Gryffindors y Ravenclaws entremezclados– listos para acabar con los molestos parásitos.

    Al final de la clase, ambas casas se fueron con un empate de puntos. Iggy quedó contento y tranquilo descansando en su nido, libre ya de los insoportables chizpurfles y Magnus también terminó su clase feliz porque él no tuvo que hacer todo el trabajo de quitarle uno por uno los parásitos a Iggy.

    La rivalidad entre casas era efectiva siempre y cuando se aplicara bien.



    – – –





    —¡Hey!, ¡¿qué haces?!

    Magnus se había escabullido a aquella parte del bosque que era más brumosa. Los thestrals preferían esa clase de ecosistema para vivir y agruparse, y Magnus había ido para visitarlos y supervisar que estuvieran bien.

    Lo estaban. Grande fue su sorpresa cuando vio a una cría de thestral ya siendo parte del grupo de equinos. Fue en ese momento de distracción, de admirar al inocente animal, que MacMurtagh aprovechó para colarse e ir a molestar a las criaturas.

    —Deja a mis thestrals en paz. —dijo de forma amenazante —Sí, míos. Por si no lo sabías, o directamente lo ignoras, soy el profesor de cuidado de criaturas mágicas; todos los animales de Hogwarts son mi responsabilidad… Qué pregunta tan tonta, obvio que los del bosque prohibido también lo son…

    MacMurtagh le vio con ojos de “no te creo nada”. Desde ya, Magnus podía decir que odiaba esa mirada. Se declaraba odiador número uno de esa mirada llena de soberbia.

    —Yo tengo más razón de estar aquí que tú. ¿Qué hace un jugador de quidditch cerca de thestrals?, vete a volar con tu escobita, anda. Vete y deja a mis thestrals en paz.

    Una vez más estaba ahí esa actitud necia de Magnus. Lo admitía, tan pronto vio a MacMurtagh, varios de los viejos prejuicios que tenía sobre él regresaron. Si se tomara un tiempo para reflexionar, encontraría tonto molestarse con el ex Ravenclaw por cosas que hizo cuando joven. Ahora era un adulto hecho y derecho, con otras maneras de ver el mundo y otra forma de pensar.

    Magnus lo sabía, pero no podía dejar de pensar que MacMurtagh podría ser el mismo bárbaro del quidditch, y él no quiere bárbaros que lastimen a los animales que ama.

    Su tren de pensamientos se vio interrumpido cuando el viejo thestral se acercó a MacMurtagh dócilmente, llevando su nariz al cabello del profesor para olfatearlo juguetonamente, y eso sólo lo hizo sorprenderse. Era obvio que no era una reacción que esperaba del thestral; que lo tratara con tanta confianza y cercanía.

    Magnus se puso colorado del enojo al ver la risa presuntuosa de MacMurtagh; el muy desgraciado se estaba burlando de él luego de que el thestral lo había defendido.

    Rodó los ojos, y se giró hacia el thestral para verlo directamente.

    —Yo venía a cepillarte, pero ya que tanto prefieres a este, que lo haga él. Da por terminada nuestra amistad, Mista… Sí, Mista, ese era su nombre. Yo se lo puse porque según éramos amigos; pero ya que me traicionó, puedes decirle como quieras, rebautizalo.

    Sacó de su bolso de piel la botella de zumo de calabaza que llevaba siempre en sus excursiones al bosque prohibido. Con su varita, Magnus la transfiguró a un cepillo.

    —Ya que estás aquí; ayúdame a cepillar a los thestrals. Ten mucho cuidado, las cerdas del cepillo no son tan gruesas, pero su pelo es tan delgado que podrías lastimarlo si cepillas muy agresivamente. Pasa el cepillo como si lo estuvieras acariciando, verás que su pelo se quedará en las cerdas sin problema. Cuando tengas el pelo, guárdalo aquí… —le extendió un frasquito de vidrio— no tienes idea de lo útil que es. Adelante.

    Luego de esa conversación, ninguno de los dos volvió a hablar. Estaban en silencio cepillando a los thestrals, y lo único que se oía por el lugar eran los relinchos de los animales.

    Magnus se acuclilló frente a la cría de thestral. Con cuidado extendió los brazos hacia la criatura, con la atenta mirada de su madre sobre él.

    —Sabes que no le haré daño, Jolyne. Déjame conocerlo, ¿sí?. Eso es, ven tesoro.

    Magnus acariciaba la pequeña cabeza de la cría. Inspeccionó que todo estuviera en orden con el potrillo; alas, lomo y pezuñas.

    —¡Oh Jolyne! tuviste un macho, es bellísimo. Muchas felicidades, nueva mamá.

    Paró de hablar cuando sintió una mirada sobre él. Una mirada incesante que ya había sentido con anterioridad, dos veces; una en la ceremonia de selección de los de primer grado, y la segunda cuando se encontró al director Dumbledore en aquel pasillo. En serio, MacMurtagh debía considerar ser más discreto cada que lo quisiera ver. Realmente lo ponía incómodo tener los ojos oscuros del tipo encima suyo, siguiendo cada uno de sus movimientos.

    —¿Ya terminaste? —le preguntó, y vio a MacMurtagh asentir. —Realmente te gustan los thestrals, ¿no es así? —se animó a preguntar. La familiaridad que éste tenía con Mista realmente lo había dejado atónito, simplemente porque no esperaba que hubiese alguien, aparte de él, que le gustaran. Los thestrals eran criaturas increíbles y maravillosas, pero tenían mala fama por su relación tan macabra con la muerte.

    Le había sorprendido genuinamente que MacMurtagh los pudiera ver y sobre todo, que hubiese formado una relación estrecha con uno de ellos.

    Magnus no confía en los magos y brujas cuando se trata de animales fantásticos. Se volvió arisco a verlos cerca de cualquier criatura y automáticamente piensa lo peor de ellos; se imagina el sin fin de malas intenciones que estos puedan tener con las criaturas. No, no cree en los magos, pero sí cree en los animales, y si su amigo Mista confía en MacMurtagh, bueno… puede quedarse tranquilo en que las intenciones del hombre son honestas.

    —¿Quieres conocer al potrillo?... ¿sí?. Está bien, ven. Despacio, no te apresures. Extiende tu mano… Traje estos como bocadillos para los thestrals, pero ahora que conocemos a este pequeñín, creo que le vendrán mucho mejor a él. Ya está lo suficientemente grande para comenzar a ingerir carne.

    Magnus sacó de su bolso dos ratoncitos de campo muertos. Colocó uno sobre la mano de MacMurtagh. El segundo ratoncillo se lo quedó él.

    —Sólo acerca tu mano bien abierta y deja que el potrillo olfatee, así… ¿Lo ves?, él solito lo comerá. Mantén bien abierta la mano si no quieres que se coma un dedo tuyo.

    La cría de thestral engullía los ratones muy feliz; su cola se movía de un lado a otro y batía sus alas ligeramente, todo en señal de que estaba disfrutando el sabor de la carne del par de ratones.

    —Bien hecho, encanto… Le digo a él. —mencionó señalando al potrillo —No a ti. Mis alumnos de cuarto tiemblan menos cuando los pongo a alimentar hipogrifos.

    La verdad es que sólo lo estaba molestando. Era cierto que este no era el primer contacto de MacMurtagh con thestrals. En ningún momento lo vio titubear, tampoco mostró ningún atisbo de miedo cuando alimentó a la cría. Era verdad que para MacMurtagh era natural estar en compañía de aquellos equinos alados; sus acciones simplemente lo confirmaron. Pero eso no era algo que le diría Magnus.

    —¿Me das mi frasquito con pelos?, gracias. Como ya habrás visto, todos mis thestrals tienen nombre. Porque soy generoso, y porque al chiquitín terminaste agradandole… —el pequeño thestral estaba restregando su cabeza contra el hombro de MacMurtagh en esos momentos —te dejaré nombrarlo. Más te vale hacerme saber su nombre antes de que vuelva a visitar a los thestrals.

    >>Yo debo irme. Debo ir a visitar a F.F. antes de regresar al castillo… “F.F” es mi sapo gigante; necesito visitarlo para quitarle las verrugas que le hayan salido durante las vacaciones… Oh, ¿no te gustan los sapos? —se burló cuando vio la cara de asco de MacMurtagh —En serio que eres gracioso, Ravenclaw. Me retiro, ¡ah!, con respecto a lo que dijo Dumbledore… Ni se te ocurra ser jefe de los azules. Como jefe de la casa Hufflepuff, me “dolería bastante” quitarte la copa de las casas a fin de año; ahórrate la fatiga, ¿quieres?.



    – – –





    Para la siguiente semana, las cosas habían transcurrido con normalidad. La profesora de pociones le dio una cajita llena de infusiones de té como detalle por haberle provisto de aquellas verrugas de sapo gigante morado que recolectó días atrás. Ahora mismo, estaba disfrutando su tarde libre con una taza de té con leche mientras releía la carta que su viejo amigo de casa, Newt Scamander, le había envíado. Era una dicha leer las aventuras de su amigo por el mundo, descubriendo nuevos especímenes de animales y manteniéndolo al tanto sobre ellos.

    No fue una ofensa cuando se enteró que el puesto de profesor de cuidado de criaturas mágicas estaba pensado más para Newt que para él, pero su amigo, como siempre, tenía ese espíritu de explorador; desde sus tiempos en Hogwarts era así. Magnus incluso llegó a unirsele a una que otra excursión en horas de clase.

    Sintió un increíble halago cuando su amigo lo recomendó a él para ser el nuevo profesor en Hogwarts. De acuerdo a las palabras de Newt, Magnus era mucho mejor que él para el puesto. “Magnus siente el mismo cariño y fascinación que yo por las criaturas mágicas, pero sólo él tiene el don de abrir mentes. Yo puedo tratar con la más feroz de las criaturas, pero los niños y adolescentes me petrifican al instante, Magnus no. Si queremos formar magos y brujas que empaticen con la vida animal, entonces Magnus es el único capaz de llegar y cambiar a sus alumnos.”

    Ahora mismo, estaba leyendo uno de los tantos descubrimientos de Newt. Se encontraba en África en estos momentos, y en sus viajes por Burkina Faso, halló una runespoor; la serpiente de tres cabezas.

    “Ten mucho cuidado con ella, mi amigo. Especialmente con la cabeza derecha; los colmillos de esa cabeza en específico son mortal y extremadamente venenosos. El otro día vi como ésta mordió la cabeza de enmedio; no sobrevivió. La clasifico como “peligrosa”, sólo magos experimentados pueden manejarla… ¿Sabías que la runespoor deja sus huevos por la boca?, ¡fascinante!.”

    Magnus leía con una sonrisa en el rostro; amaba las cartas de Newt. Las guardaba todas en su alhajero, y en estos momentos se le antojaba tanto escribirle de vuelta.

    No pudo hacerlo, pues alguien había venido a su oficina a tocar la puerta. Dejó su taza de té sobre su escritorio, y guardó cuidadosamente su carta en uno de los cajones por el momento. Se dirigió a la puerta y descubrió a la profesora McGonagall esperando del otro lado, con un grupo pequeño de alumnos de primer grado; todos gryffindor.

    —Buenas tardes, profesor Boyle. Lamento mucho importunarlo.

    —Pierda cuidado profesora. ¿En qué puedo servirle?

    —Le traigo a este grupo de chiquillos que encontraron divertido robar las escobas de la escuela para ponerse a volar sin autorización por todo el campo de quidditch. Cumplirán su castigo con usted, profesor. Será durante toda la hora del almuerzo.

    Bajó la vista a los alumnos, estos le regresaron la mirada con ojos arrepentidos y vergüenza. Ahí lo reconoció; tenía la misma cara y complexión que MacMurtagh a esa edad. Magnus se rió mentalmente; hace una semana había estado con el padre y ahora estaba con el hijo. Era una broma del destino graciosa, sí, pero de mal gusto.

    Asintió con la cabeza, y McGonagall se retiró, dejando a los gryffindor bajo su vigilancia. Adiós a la idea de escribirle a Newt y a su delicioso té de manzana.

    —Bueno, leoncitos, tengo la tarea perfecta para ustedes. Acompañenme.

    Cerró tras de él su oficina con un sencillo hechizo de su varita, y guió a los de primero hacia los corrales de los mooncalf.

    No era de su agrado tener que sacrificar su hora de almuerzo por una de castigo. Pero su positivo espíritu –y su aprovechada mente– le hizo pensar en la reprimenda perfecta para aquellos traviesos.

    —Su profesor de herbología me ha pedido que le proporcione ciertos materiales para ustedes y sus plantas. La verdad, es que vinieron en el momento apropiado, porque si soy honesto, esta no es de mis tareas favoritas. Vamos a ver… ponganse todos estos guantes; les quedarán grandes porque bueno… los de primero no toman mi materia sino hasta tercero, pero les servirán. No creo que para lo que tienen que hacer ahora quieran hacerlo directamente con las manos.

    Los pequeños se vieron entre ellos extrañados. ¿Qué quería decir el profesor?, ¿qué pensaba ponerlos hacer?

    —Prohibido usar la magia en su castigo, así que denme sus varitas. Vamos, eso es. Muy bien chicos, pues listo. Su castigo consiste en recoger todo el excremento de mooncalf; tengan cuidado, es algo oloroso.

    Los alumnos hicieron arcadas y se quejaron con genuino asco. Se les hizo de lo peor y no los culpaba, Magnus amaba a sus queridos mooncalf, pero recoger sus heces era fastidioso y repugnante. Cuando el profesor de herbología le pidió varios costalitos con los desechos de los pequeños animales, Magnus lloró internamente.

    Tal vez para cuando el hijo de MacMurtagh cursara su materia, se volvería loco con su personalidad traviesa, por mientras, agradecía que el niño fuera un latoso y tuviera unos cuantos amigos con la misma personalidad de busca problemas, pues le habían ahorrado el trabajo de hacer los costalitos para el profesor de herbología.

    —Pueden quejarse todo lo que quieran leoncitos, pero este castigo les vino como anillo al dedo. —Magnus había transfigurado una calabaza que había por ahí en una silla. Estaba sentado, viendo a los pequeños quejarse y queriendo vomitar— Esas plantitas suyas crecerán bien altotas y bien nutridas; el excremento de mooncalf es un maravilloso fertilizante.
    QUOTE
    Ya sabes mi hermosa que mis respuestas siempre vienen con referencias, ahí te van:


    1. Chizpurfle
    2. Apariencia

    3. Crup
    4. Apariencia . Que este no te engañe, parece perrito bonito pero es extremadamente agresivo con muggles; de hecho, para tener uno como mascota, debes tener certificado expedido por el departamento de regulación y control de animales mágicos.

    5. Sapo gigante morado
    6. Apariencia El nombre completo que Magnus le puso al sapito es "Foo Fighters" (sí, como la banda lol) pero para corto le dice así, "efe, efe" (F.F) jiji.

    7. Augurey
    8. Apariencia

    9. Mooncalf
    10. Apariencia

    11. Runespoor
    12. Apariencia

    SPOILER (click to view)
    Varias cosar que decir, y yo sólo espero que nada se me pase.

    Primero, si tu te tardaste en iniciarlo, yo me demoré más en contestarlo, juas. Oficialmente no te debo ningún rol jajaja ♥ pero tú tranqui, que ya sabes que puedes tomarte todo el tiempo que necesites en responder.

    Segundo, venga a mis brazos, pequeño Rhys ♥ que como gryffindor misma, es mi deber cuidarte (???) prometo ser buena compañera de casa y cualquier bromita que quieras hacer, yo me hago de la vista gorda (??) jajajaja que lo fuiste a poner mero mi casa (de acuerdo a la página oficial de Harry Potter, soy leona :v) Ya puse al pobrecito a recoger popo .3. jajajaja, yo dije que Magnus no tenía problemas con ensuciarse, y es cierto... pero vamos, a absolutamente nadie le gusta recoger popis :vvvvv

    Hablando de Magnus; ¿me estaré reflejando como docente en él? sí, no me oculto. ODIO hablarle a alumnos paredes, alumnos muebles. Conmigo participan, les guste o no 👊👊

    Ya mi hermoso tuvo su momento a solas con tu poderoso macho *wink* pero Magnus sólo fue a hacer las cosas inecesariamente tensas. Jajajaja, y puso a padre e hijo a trabajar por él xD el poder que tendrá mi omega sobre esos dos, ya estás advertida.

    Tercero, no pude no agregar a Newt. Es que tenía que hacerlo; dado que nuestro rol es por esas fechas de guerra con el Grindelwald, pues se me hizo correcto. Aparte cómo no sentirlo apropiado, él también era Hufflepuff como mi Magnus; ambos unos nerds, apasionados por los animales. CÓMO no iba a formar una amistad con esos dos ♥ es que simplemente no me pude resistir. Lo siento no lo siento.

    ¿Se enterará Cianán que su pequeño se metió en problemas?, ¿pensará en ese nombre para la cría de thestral?, ¿será el jefe de Ravenclaw después de enterarse que Magnus es el de Hufflepuff? 😏😏 lo reconozco, eso último me lo saqué de la manga, juas

    Espero te haya gustado la respuesta, mi encanto. No te sofoques con las responsabilidades de la vida adulta, date un respiro de vez en cuando ;}
  3. .
    Tiger pudo notar los temblores recorriendo el cuerpo de Shaojok, producto del agua y del frío. Liu Wen no estaba en mejores condiciones y él tampoco; aunque Shaojok fuese el maestro fuego del grupo, Liu Wen y él seguían siendo humanos, y realmente las condiciones del clima estaban consumiendo poco a poco su calor corporal.

    Escuchó a Shaojok tratando de calmar a la maestra agua. Puede que el tacto en sus palabras fuera casi imperceptible; Shaojok era bastante directo y siempre decía las cosas sin filtros, con tinte de sarcasmo o ironía en su voz. Sin embargo, la intención estaba ahí, y Tiger realmente apreciaba que su amigo se mantuviera fiel al plan inicial, en lugar de prenderle fuego a lo que tuviera enfrente.

    —Escuchanos por favor, estamos diciéndote la verdad. No estamos aquí para atacarte a ti o a tu comunidad, sino para pedirte ayuda; estamos buscando a alguien y creemos que aquí podríamos encontrar una pista sobre su paradero. —aclaró Tiger.

    La chica tenía una mirada escéptica, aunque parecía que deseaba creerles.

    —¿Quién es esa persona? —preguntó ella.

    —No podemos decírtelo… no aquí al menos. —respondió Tiger. Luego de él, habló Liu Wen.

    —Si nos llevas a un lugar privado, te contaremos… Aunque no suelo estar de acuerdo con Shaojok, esta vez he de darle la razón. Como forasteros, no estamos en condiciones de exigir… pero agradeceríamos mucho tu hospitalidad si nos llevaras a un lugar un poco más cálido que aquí afuera. —terminó de hablar Liu Wen. Como siempre, tan diplomático.

    La maestra los continuó viendo, y parece que se compadeció de ellos al verlos temblando incesantemente. Con un simple “de acuerdo”, hizo desaparecer las estacas de hielo, volviéndolas a su estado líquido.

    —Caminen los tres enfrente de mí. Disculpen que sea así pero no confío lo suficiente en ustedes como para darles la espalda. No se preocupen por el camino, yo les iré guiando. —sentenció la chica, y en silencio avanzaron.



    – – –





    —Mi nombre es Runtown, soy sanadora aquí en la tribu del norte.

    —¿Eres parte del cuerpo militar de las tribus? —preguntó Tiger con genuina curiosidad.

    —No en realidad… —contestó ella —puedo llegar a trabajar para ellos pero mis servicios, como los de otros sanadores, son también para nuestra gente. Sólo estamos a las órdenes de los soldados cuando la general o el consigliere así lo piden.

    —¡Increíble!, realmente me sorprendiste. Para ser una sanadora, tienes reflejos de soldado muy buenos. —halagó Tiger a Runtown, sin ninguna intención de sonar déspota. Su comentario era genuino y de corazón. Ella, por su parte, le contestó el cumplido con una sonrisa.

    Su conversación se vio interrumpida por, nuevamente, los comentarios sarcásticos y bromistas de Shaojok.

    —Discúlpalo, es que se pone celoso cuando me ve ponerle atención a cualquiera que no sea él… ¡Ah!, también está refunfuñando porque lo mojaste. —finalizó Tiger mientras soltaba unas sutiles carcajadas.

    Tiger agarró una de las tantas pieles que Runtown les había ofrecido para secarse. Se acercó a Shaojok y tiró la piel encima de su cabeza. Sus manos toscas, pero gentiles, frotaron el cabello húmedo de Shaojok.

    —Gracias por seguir con mi plan, amigo mío. —dijo sonriendo.
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    Creeme, soy una madre cruel jajaja, me encanta hacer sufrir a mis personajes ♥ porque de eso vivo, del drama (?)

    Los mimos a Shaojok tendrán que esperar, pero calma, ya no tarda en aparecer Watatsumi y ahora sí Shaojok podrá pelear todo lo que quiera. Por mientras, que le eche en cara a Runtown por haberlo dejado escurriendo agua xD A ella la imagino una chica amable y gentil, siempre dispuesta a ayudar al más débil :} pero ya te diste cuenta que tampoco es una tibia jaja, cuando toca pelear, le entra duro y macizo a las peleas juas.

    Con ">>" represento que el diálogo de mi personaje continúa en un párrafo nuevo :} lo pongo para distinguir que sigue hablando él y no yo, narradora jiji. Solamente cuando sí lo cierro "<< texto aquí >>" es cuando sí están pensando c:
  4. .
    Estaba concentrado en seguir abriendo el paso para que él y sus amigos continuaran caminando, sin embargo, eso no evitaba que escuchara la conversación –pelea amistosa– entre Shaojok y Liu Wen.

    —No nos des ideas Shaojok. Tal vez no dudemos en dejarte en un combate a solas contra Watatsumi si es que llega a encontrarnos. —siguió el juego Tiger. Por supuesto, lo decía únicamente para continuar con la broma de Shaojok; Tiger no dejaría atrás a sus amigos. Pelearía junto con ellos hasta el final, y haría lo posible para mantenerlos a salvo.

    Continuó excavando el túnel por el que transitaban. Las peroratas de Shaojok no tenían efecto alguno en Liu Wen. Aún así, éste se atrevió a lanzar un comentario a Shaojok.

    —No te preocupes Liu Wen. Nadie nos podrá oír, estamos a una buena profundidad. A menos que Long Wang y Watatsumi tengan algunos maestros tierra con ellos, nada ni nadie dará con nosotros… Deténganse un momento. —ordenó extendiendo sus brazos a los lados para evitar que Shaojok y Liu Wen dieran un paso más. —Por la distancia que hemos caminado, creo que ya hemos pasado las puertas de entrada a la tribu del norte.

    >>Liu Wen, súbete a mis hombros. No salgas del túnel, sólo asómate y verifica los alrededores. Si no hay moros en la costa, saldremos. Shaojok, sigue alumbrando.

    Liu Wen hizo caso y caminó hacia Tiger, pasando a Shaojok. Subió con el impulso que Tiger le había brindado con sus manos.

    —¿Ves algo? —susurró Tiger —¿Liu Wen?

    —Shh. —calló el maestro aire.

    —¿Cuántos más tienes ahí abajo? —dijo una voz misteriosa, una que no recordaban haber escuchado antes. Tiger se tensó, quiso bajar inmediatamente a Liu Wen, pero sopesó, pensando también que esta podría ser una oportunidad de conseguir información del exterior.

    Vio a Shaojok apagar lo más pronto que pudo sus llamas, para que la luz de su fuego no fuera un delator.

    —No hay nadie más debajo mío, sólo soy yo.

    —Qué terrible mentiroso eres. Claramente escuché a alguien preguntandote algo.

    —Te lo juro, no es nadie. Habrás escuchado mal. —Liu Wen hacía lo posible para que sus mentiras sonaran convincentes.

    —De acuerdo, si no quieren mostrarse por las buenas, que sea por las malas.

    La voz desconocida no dijo nada más después de eso. Tan pronto la chica –pues se oía que la voz era femenina– terminó de hablar, el túnel comenzó a llenarse de agua; era obvio que estaban frente a una maestra agua.

    La maestra derretía la nieve de su alrededor y con presión llenó el túnel que había creado Tiger. Los tres quedaron inundados y sin poder respirar. No tuvieron tiempo para reaccionar; la maestra agua hizo movimientos con sus brazos para ahora hacerlos salir del túnel al expulsar todo el agua de forma explosiva.

    Tiger, Liu Wen y Shaojok estaban terriblemente empapados, chorreando agua y tosiendo, tratando de recuperar un poco el aire y normalizar sus respiraciones.

    —Ni se les ocurra hacer una locura o lo lamentarán… —amenazó la maestra agua. Con su agua control, había ahora materializado estacas de hielo, hechas con la misma agua que había derretido de la nieve. Las estacas estaban apuntando a ellos, flotando en el aire y esperando por un movimiento en falso de su parte para reaccionar al comando de la maestra.

    —Ahora sí, ¿quiénes son y qué hacen aquí?, ¿qué quieren?
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    Para nada jajaja creo que esta personalidad de Shaojok es perfecta ♥ aparte que creo que creará perfecto la pantalla de que es "amigo" de todos; será fácil engañar a todos los compas y, cuando ocurra la traición, a todos les dolerá y afectará 😈😈😈 muajaja ♥

    ¡Listísimo! ya salió Runtown jaja, sin querer, dieron con su campamento de sanación juasjuas.
  5. .
    Habían llegado sin contratiempo alguno al Templo del Aire del norte; allí, sabía que sería posible encontrar a Liu Wen, un viejo amigo que hizo durante sus cruzadas a las tierras de los nómadas aire. Sabía que contar con su ayuda no supondría un problema, pues conocía los motivos por los que Liu Wen estaría dispuesto a “traicionar” las fuerzas armadas de la tierra del aire.

    Su amigo era sabio, lleno de conocimiento como todo buen nómada y maestro aire. Ir con él en un principio no había sido una equivocación. Liu Wen advirtió que el siguiente avatar no era un objetivo fácil de encontrar; no por nada Xiao Sui He –consigliere de los Templos del Aire– no había dado todavía con su identidad. “Probablemente el mismo avatar no sepa que lo es; no es consciente de sí mismo y por tanto Sui He no tiene una identidad clara que ver.”, fueron las palabras de Liu Wen. Asimismo, el joven maestro aire sugirió pasar a la nación más cercana a ellos: la Tribu del Agua del norte. Las probabilidades de encontrar al avatar en aquella región eran altas, eso siguiendo el orden de reencarnación.

    Cuando llegaron a la tribu, no supieron cuál sería su siguiente paso a dar. Tiger escuchaba a sus compañeros discutir por el mejor plan de acción a seguir. Por un momento, le pareció graciosa la situación; Liu Wen, tan prudente y calmo como el viento que sopla contra las hojas de los árboles con cuidado para no maltratarlas; Shaojok tan espontáneo e inquieto como las chispeantes llamas que brincan salvajes queriéndolo encender todo a su paso.

    —No creo que extender la voz sobre el avatar sea buena idea. Debemos ser lo más discretos posibles con respecto a ese tema… No te enojes, Shaojok… —Tiger picó el entrecejo fruncido de Shaojok con su dedo índice. —Mira allá…

    Tiger apuntó en dirección opuesta a ellos. Liu Wen giró su vista a donde señalaba Tiger y notó a la general de las Tribus del Agua; Watatsumi, una poderosa y temible maestra agua. Estaba acompañada de varios soldados, subordinados de ella.

    —Si ella está aquí, probablemente su consigliere también. —dijo Liu Wen.

    —Tal vez. Quizás sólo esté ella, pero no podemos tomarnos la libertad de correr riesgos. No nos conviene ponerla sobre aviso y, por tanto, a Long Wang.

    >>Sólo se me ocurre entrar por debajo. Vengan, nos haré camino de manera subterránea con mi tierra control. Shaojok, ve entre Liu Wen y yo para que nos puedas iluminar a ambos por igual… ¿Qué?, ¿tienes frío?, no ahora amigo mío…

    Tiger tomó entre sus palmas las manos de Shaojok, y comenzó a frotarlas entre sí para calentarlas.

    —Necesitamos tu luz, Shaojok. —finalizó Tiger, viéndolo directamente a los ojos. Sólo la voz de Liu Wen lo hizo desviar su mirada.

    —Lo que sea que estén haciendo o diciéndose con los ojos, paren. Haz el túnel ya, Tiger. —comentó exasperado Liu Wen.

    Tiger sólo sonrió. Tomó la suficiente distancia para que nadie lo notara haciendo tierra control y, con enfoque y concentración, formó un hoyo en el piso. Se lanzó a este aterrizando firmemente, luego con un puñetazo hacia el frente, abrió un camino lo suficientemente ancho para que sus amigos cupieran, y hondo para que ni los más curiosos los escucharan.
    SPOILER (click to view)
    Me encanta la personalidad de Liu Wen jajajaja; así me lo proyectaba de por sí. No pienso hacerlo como Aang, siento que él sería más como los verdaderos nómadas; calmados pero siempre inteligentes y meticulosos. Todo lo opuesto a lo que es Shaojok que prefiere actuar antes que seguir perdiendo el tiempo en un plan jaja ♥ por eso quise escribir esa comparación entre los dos.

    ¡Listo!, ya están dentro de la tribu ;} ahora a buscar a esa maestra agua que los pueda ayudar con pistas. Vayamos por Runtown 👊
  6. .
    El día había comenzado, por decir, tranquilo. Nada parecido a lo que suelen ser sus días de escuela; por lo general, siempre movidas y excitantes por la nueva broma o jugarreta a preparar para los pobres alumnos de grados inferiores, o los profesores más fáciles de timar como el pobre y cegatón profesor de pociones. Su pandilla de amigos trató de subirle los ánimos, pero sabía que nada que pudieran decir o hacer podría alegrar su malestar.

    Lucky siempre se jactaba de ser un chico con suerte, y una muy buena. Pensaba que la razón de su buena suerte era por su nombre; tal vez era cosa de su fecha de nacimiento que, de acuerdo a su profesor de aritmancia, era una combinación numérica que profesaba el éxito y la dicha. ¿Felix Felicis?, no gracias. Lucky no necesitaba de aquella pócima para que todo saliera como él quería, no; él había nacido bendecido con la suerte misma.

    Sólo por eso se encontraba, precisamente, en la clase de pociones pensando cómo es que su fortuna parecía estar rota desde aquella clase de encantamientos con el profesor Hancock. Primero, ese muy desafortunado accidente que dejó ver las horribles cicatrices de sus manos que sólo le hacían recordar sus complejos e inseguridades; su pasado amargo. Tuvo que aguantar los instintos de golpear los rostros de los alumnos cual bludgers asesinas, cada que querían pasarse de burlones con su accidente. Ya tenía bastantes castigos como para agregar uno más cubriendo ahora sus fines de semana, todo por mandar a la enfermería a algún gracioso cuenta chistes.

    Pensar en sus castigos también le causaba jaqueca, más específicamente, aquel que tenía con Viet y que justo empezaba terminando la clase de pociones. Él era el culpable de todo lo que pasó en encantamientos, de su castigo y de todo. Desde la mañana, Lucky no ha podido dejar de pedir a Merlín que las clases de ese día jamás acabasen, ni siquiera la del profesor más aburrido de toda la escuela. Prefería tener que tomar pociones con el profesor Weeks durante toda la semana sin parar, que ir al castigo con él.

    El zumo de mandrágora que tenía sobre su mesa de trabajo seguía ahí intacto. El profesor Weeks se acercó a su lugar y comenzó a olfatear el aire.

    —¿Qué espera que no agrega esa botella de zumo?, señor Smith.

    Lucky lo veía incrédulo. Abraham Weeks era el mago con la peor vista de todo el mundo mágico. Aunque este usara anteojos –unos de lentes con tanta graduación que le hacían parecer sus ojos como los de un mooncalf– apenas era capaz de ver las cosas que estaban enfrente de él. Siendo tan cegatón, ¿cómo había notado ese ingrediente faltante en su caldero?

    —No profesor, ya la he echado. —mintió.

    —Por favor Señor Smith, ahorrese los intentos de querer engañarme. Si ya leyó la receta de su libro, sabrá que el antídoto de veritaserum debería adquirir un olor a raíz podrida y eso sólo pasa cuando agrega el zumo de mandrágora. Apúrese a agregarla, a su poción no le falta mucho para echarse a perder.

    Rápidamente, Lucky vació toda la botellita de zumo dentro de su caldero, omitiendo que el libro de pociones mencionaba que el zumo debía ponerse a hervir a punto de ebullición antes de agregarla con el resto de ingredientes. Su poción se volvió de repente bastante rígida, siendo muy difícil mezclarla; parecía más una masa que un líquido.

    Definitivamente no era su día de más suerte, y tuvo que hacerse un tiempo libre en su calendario para ir, con permiso del profesor Weeks, nuevamente al aula para re-hacer la poción.



    – – –





    Se encontraba exhausto. Pensó en un principio que el castigo con el profesor Ramsbottom no sería tan complicado. “¿Qué tan difícil sería ayudar al profesor de estudios muggles?”, había pensado. Pero cambió de opinión cuando Ramsbottom los puso a él y a sus amigos a pulir el cañón y balas que tenía preparado para su clase sobre guerra y armas de fuego muggles. Si pulir los calderos de Weeks y los premios de la sala de trofeos de la escuela lo dejaban cansado, esto con el profesor de Ramsbottom lo dejó con todas sus energías drenadas.

    Ahora mismo se dirigía a las afueras de la escuela para cumplir su segundo castigo con el despreciable de Viet. No se encontraba con la mejor actitud; estaba cansado, las manos le dolían de tanto tallar, y su humor a punto de explotar de irritación.

    Vio de lejos a Viet frente al aula del profesor de cuidado de criaturas mágicas. Le pareció extraño que sólo se encontrara él. Se acercó, y tan pronto llegó al lado de Viet, éste le ordenó hacerse cargo del excremento de los animales. Sintió sus cejas fruncirse; de verdad, ¿qué se creía este para mandarle?. ¿Por qué tenía que ser él quien limpiara la porquería de los animales?.

    Viet no se detuvo ahí y siguió ordenándole y gritándole con ese tono de superioridad y grosería que siempre se cargaba.

    Quiso responderle de vuelta, pero éste ya se había dado la vuelta y dado la espalda. Siendo honestos, tan sólo por esa última falta de respeto, Lucky ya lo hubiera jalado por la parte trasera de su capa para asestarle otro golpe; o hecho lo que Viet le dijo, agarrar un poco de ese asqueroso pedazo de excremento para lanzarlo directamente a su cabello o rostro (lo que le pareciera a Viet más repugnante). La única razón por la que no lo hizo fue por un aroma en especial que llegó hasta sus fosas nasales, inundándolas de una fragancia bastante agradable.

    Olfateó fuerte, tratando de capturar más de ese delicioso aroma en el aire. Movía como loco su nariz, adicto ya al aroma que olía. Sus pies, como posesos, comenzaron a moverse por vida propia, haciéndolo perseguir el olor. Cuando su cerebro percibió que sus piernas habían dejado de caminar, notó por fin que enfrente de él estaba Viet, acalorado y débil en contra del establo de thestrals. Volvió a respirar fuerte, notando ahora que el aroma que venía siguiendo hace unos momentos, se volvía más fuerte cuando se acercaba a Viet.

    No hizo caso a los reclamos del rubio, cualquier cosa que estuviese berreando lo ignoraba olímpicamente. Se acercó, y gracias a la diferencia de altura que existía entre los dos, posó su nariz en los rubios cabellos de Viet, luego olió y lo distinguió. Era la misma fragancia de hace un rato. ¿Era su shampoo?, quizás. Movió como loco su nariz por las hebras doradas, tan sedosas que le hacían suaves caricias a su rostro. Lucky deseaba oler más, pero Viet se removía como si fuese una lombriz, haciendo difícil la tarea de olfatearlo.

    —Quédate quieto.

    Gruñó cerca de su oreja, justo encima de su cuello –en su glándula de olor–. <<por fin>>, pensó Lucky, y aspiró más fuerte en esa zona. ¿Qué carajos estaba haciendo Viet?, no lo sabía, pero sea lo que fuese, que siguiera haciéndolo. Olía delicioso, adictivo. Ese aroma que desprendía, más el de su sudor, estaban alterando a Lucky. Lo sabía, sabía que se estaba poniendo duro con sólo olerle.

    Tenía a Viet entre sus musculosos brazos, impidiéndole huir. Lo tenía a su merced y le encantaba.

    Abrió su boca y con su lengua lamió por sobre su glándula de olor. Lamió y saboreó cada gota de sudor. Sentía a Viet temblar y eso, por algún motivo que su parte racional seguía sin comprender, le pareció emocionante. Su brazo derecho se ciñó a su delgada cintura, mientras que con su mano izquierda, de un solo intento, abrió la camisa de Viet, haciendo volar los botones de ésta.

    Los ojos de Lucky brillaron; su nariz se movió gustosa por sobre las marcadas clavículas de Viet y aspiró fuerte.

    —Qué bien hueles. Eres toda una delicia. —dijo fuera de sí, siguiendo con la vista una gotita de sudor que recorría traviesa el lechoso pecho de Viet. La gota traviesa quedó colgando en su pezón derecho, y Lucky, motivado por sus instintos, atrapó la juguetona gotita en sus labios. Sintió a Viet tensarse tan pronto sus labios se encerraron alrededor de su pezón, y eso sólo lo motivó a succionar, y mover su lengua por todo el derredor del pezón, marcando la areola.

    Sintió unos delgados dedos jalarle el cabello, logrando separarlo apenas del botoncito rosado que lamía con ahínco. Lucky vio con pupilas dilatadas a Nico; con su lengua lamió sus labios propios, y su nariz siguió moviéndose para atrapar en sus fosas el embriagante olor que desprendía Viet. Sus ojos dejaron de ver las mejillas rojas de Nico y descendieron devorando con ellos todo el cuerpo del rubio, deteniéndose en su entrepierna. Se quedó ahí por varios segundos y luego vio directamente a Viet.

    —Escúchame, no te haré nada, sólo… quiero oler. Déjame oler.

    Lucky, con el juicio casi nublado en su totalidad, vio apenas a Viet asentir. Se puso de cuclillas y, con cuidado, acercó su rostro al miembro de Nico. Respiró fuerte, pero Lucky sentía que la tela del pantalón era demasiado estorboso, por lo que desesperado desabrochó el cinturón de Viet; no bajó todo su pantalón, sólo dejó libre el espacio necesario para que él pudiera enterrar su nariz y olió, olió fuerte. Lucky estaba durísimo, el aroma entre las piernas del omega era embriagante. Sintió que estaba salivando con la fuerte fragancia de la entrepierna de su rival.

    Sintió como el miembro de Viet se levantaba contra su nariz, y le fascinó. Sus gruesos dedos tomaron los pliegues de su ropa interior y lo bajaron apenas dejando ver los rubios vellos púbicos de Viet. Lucky salivó más pensando que quería dejarlo libre de toda prenda; bajarle la ropa interior y enterrar su nariz en aquella mata de vello; tocar con su rostro directamente la polla de Viet. <<qué delicia>>, pensaba jadeando. Iba a hacerlo, con o sin permiso de Viet iba a devorarle la polla y aspirar su fuerte aroma. <<lo haré>>, pensó jadeo tras jadeo.

    Un fuerte jalón de su capa lo alejó del delicioso omega. Gruñó cuando se sintió obligado a separarse de ese maravilloso cuerpo y aroma. Enseñó los colmillos con ira y salvajismo en su mirada al ver al profesor de cuidado de criaturas; antes de que pudiera reaccionar, sintió su cuerpo inmovilizarse por un “petrificus totalus”. Cuando finalmente se vio con su consciencia cien por ciento recobrada, el personal de enfermería le había dicho que le dieron supresores; su celo se había “activado” por las fuertes feromonas de un omega. Eso, y que el profesor de criaturas le dio un castigo extra por querer “aprovecharse” de dicho omega. Sí, ahora él solo se encargaría de recoger los excrementos de hipogrifos y demás animales.
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    Pasamos de resetearle el windows a puro madrazo, a querer soplarle el clarinete. Parkour.jpg.


    Ya sé, ya sé que debí hacer que Lucky ayudara a Nico con su celo, con este despertar de hormonas que tiene. Pero tampoco pude evitar pensar como un alfa adolescente (?) y se me ocurrió más lógico hacer que Lucky también perdiera el control como vil aborasado. Sí, el profesor ya mejor puso a Lucky a recoger los cositas que hagan los animales jajaja, pero Nico no puede dejar de cumplir su castigo, ¿no?. Yo sugiero así muy sutilmente 😏😏 cof cof, que cumpla su castigo en pociones, donde Lucky casualmente tendrá que repetir el antídoto de veritaserum que le salió mal 😏😏 digo, son ideas Nycto juasjuas *wink* *wink*.

    Haré todo lo posible para que Lucky no se deje llevar así a lo bruto. pero pues si también quieres que sea así de bruto, pues bueno... tampoco te negaré el gusto 😏😏😏😏😏😏😏😏😏😏😏😏

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  7. .
    Hola 👋

    Ya sabes lo que opino de tu fic en general y de esta nueva actualización que nos traes, mi tejoncita amarilla <3. Eres tan pro que, sin o con querer, estás haciendo del foro tu propio Singapur *wink*. Eres arte, eres diosa...
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    Pero no estoy aquí para tirarte rosas bueno, en parte, sino para reclamar a tu hermoso y pelearme con cualquiera que me lo quiera quitar.
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    Ylva, verás que soy mejor partido que Krum. JAJAJAJAJAJAJA, ni me lo creí yo.


    Pd: DRACO DURMIENDO CON EL ABRIGO DE HARRY, ABRAZANDO SU CARTA DE AMOR. NO ME TOQUEN, ME SIENTO ROMÁNTICA.
  8. .

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    Para mí lo dulce de esta ship es que aunque Severus jure odiar a James, igual le dio 10 hijos <3 uno de ellos, el Jarras Harry.



    Si hubiese tenido mis dulces 16 de antes, habría venido a leer tu one-shot en la madrugada y adjuntado mi comentario. Pero a mis 27 ya me duermo a toda hora y en todo lugar como abuelita y no soporté. Tuve que aguantarme toda mi jornada laboral pensando en ti <3 en tu fic <3 en la ship <3

    Lo único en que te haré berrinche "papito" mío es que pusiste la letra más pequeña del mundo ignorando que tu baby es ciega ;3;
    SPOILER (click to view)
    Así me tuviste daddy ;3;

    abuelita-viendo-su-computadora-meme

    pERO, te lo perdonaré porque hiciste un one-shot bien hermoso!!! ;3; continuación plis; un long-fic donde los veamos haciendose novios, esposos, padres y abuelos <3 Pobrecito Snape, ni él sabe cómo terminó dandole tres besos a James xD pero ya fue por el cuarto y amo <3
    SPOILER (click to view)
    F0YBQ8AXsAAiUXM
    Alcancemos el quinto beso 😘


    Dios, necesito más fics de estos dos. Mi sistema ya me los pide como vil adicta para vivir. Agradezco muchísimo que hayas participado en el reto con estos dos como ship.
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    Yo creo que sí me animaré y escribiré la idea que yo tenía para ellos también juasjuas.

    Besitos daddy 😘😘😘 amé la lectura <3
  9. .
    Algo muy dentro de él se emocionó. Algo que no podía nombrar se encendió como chispas dentro de sí; de esas que saltan de forma arrebatada para originar un calor más grande, un fuego más calamitoso.

    Se sintió rodeado de brazos fuertes y varoniles. Nada que ver con sus delgados y largos miembros; Andreas era más grande que él, incluso más grande que cualquier otro hombre que se encontrara en ese momento en el estudio. Su pecho era igual de impresionante que sus brazos; masculino y firme, muy diferente al suyo propio que era totalmente plano en comparación a los bien desarrollados pectorales de su manager.

    Andreas olfateó su larga melena. Sintió como ligeramente el hombre restregaba su nariz en su cabello como cachorrito olfateando en la espesura de flores en el campo. ¿Le gusta?, ¿será la suavidad de su cabello o el aroma de éste?, ¿ambos?, y antes de que Víctor pudiera hacerse respuestas imaginarias para sus preguntas, Andreas le atacó directamente al corazón con la más dulce de las promesas jamás hechas.

    “A salvo”. Sí, justo así se sentía en esos instantes; a salvo gracias a la atenta protección de Andreas.

    “Estoy bien”, fue lo que torpemente sus labios fueron capaces de verbalizar, y Andreas sólo le respondió elegante y bastante encantador. Tan exquisito que deseó quedarse en sus brazos para siempre. Sólo fue consciente del resto del mundo cuando sintió una sustancia húmeda en sus dedos. Bajó la vista del guapo rostro de Andreas y vió que sus manos tocaban la camisa empapada de su representante.

    —Oh lo siento, lo siento mucho. Perdóname Andreas, no fue mi intención ensuciarte.

    Su estrepitoso intento de compensarlo todo quedó en el aire con las gentiles palabras de Andreas para calmarlo. Las manos de Victor terminaron arrugando las servilletas que había tomado segundos antes para tratar de secar la mancha de café.

    Se quedó parado impotente de no poder hacer nada, siendo sólo capaz de asentir cual obediente cachorro cuando escuchó a Andreas pedirle calma. Absorto e hipnotizado por lo resplandeciente de su sonrisa, Victor se vio consciente del lugar donde estaba y de quienes lo rodeaban cuando Andreas lo comenzó a llevar de la muñeca a su oficina.



    – – –





    La vista de Victor se perdió en la figura bien esculpida de Andreas; sus pupilas totalmente dilatadas no se apartaban de ver con atención la fornida espalda, y los pectorales apenas cubiertos por la delicada tela de la camisa nueva.

    Sus manos apretaron fuerte la carpeta que sostenían; era el reflejo del deseo contenido que sentía en esos momentos. Sintió tragar seco y apretar fuerte –lo más que se pudiera sin llegar a doler– las piernas. ¿Sus mejillas? no había notado que se habían puesto coloradas hasta que Andreas lo mencionó.

    No era justo. No era justo que Andreas se portara así con él; paseándose y pavoneándose con galanura sin ninguna pizca de pudor. Sabía que no lo hacía a propósito, pues era evidente que para Andreas no era extraordinario estar desnudo de cintura para arriba. No había mensajes ocultos o intenciones escondidas detrás de sus actos; simplemente estaba cambiándose de camisa; aún así, Victor no pudo evitar sentirse seducido, “acalorado” como había descrito Andreas, pues era como ver uno de sus más ansiados y desesperados deseos materializarse enfrente de él. Deseaba probar el líbido de un hombre.

    Se había divertido –bastante– con mujeres bellas en su pasado. Había besado los labios más rojizos y carnosos de varias compañeras de pasarela; jovencitas al igual que él que estaban en el negocio de la moda. Acarició y lamió los suaves y tentadores senos de las mujeres –más mayores que él– apenas un año después de haber cumplido su mayoría de edad.

    Había sido satisfactorio; cada encuentro que tuvo lo gozó, tal vez unos más que otros. Pero todos los atesoró; ya fuese como “un orgasmo exquisito”, cuando llegaba a correrse por la cálida estrechez del coño de su experimentada amante; o “un aprendizaje para el futuro”, cuando su compañera de sesión le instruía cómo meterle los dedos para hacerla venir. Sin embargo, su curiosidad no se quedó quieta luego de probar los cuerpos sofisticados de las más bellas mujeres del mundo. Le quemaba por dentro experimentar más, esta vez con alguien mucho más agresivo que una mujer; menos delicado y más tosco.

    Victor se preguntaba qué se sentiría o cómo sería dejarle el total control a su pareja, y dejarse a él mismo sumiso ante sus deseos; que lo tomara y manejara a su completo gusto.

    No todo era actitud y comportamiento; también deseaba sentir una diferencia física entre él y su amante. Su propio cuerpo era largo y delgado, fino y estilizado. A excepción de las curvas naturales de sus antiguas compañeras, su cuerpo y el de ellas no guardaban mucha diferencia, y probar con sus compañeros de trabajo –modelos, por supuesto– sería exactamente lo mismo. No era culpa de nadie, eran los cánones de belleza que todos debían cubrir para estar en el negocio.

    A Victor se le antojaba más un hombre que físicamente fuese muy diferente a él. Se le antojaba besar una boca que estuviese rodeada de una barba tupida, como la del electricista que preparaba los reflectores para sus sesiones de fotos; o ser acariciado en cada parte de su cuerpo por las manos anchas y callosas del señor de utilería y escenario; u oler hasta el delirio el fuerte sudor de su entrenador personal del gimnasio.

    Aquel día deseó sentirse asfixiado en el pecho y abdominales de Andreas, cuando lo vio cambiarse la camisa con total libertad ante él. Aquel día, pero en la tarde, deseó sentirse ahogado con el miembro de Asam enterrado hasta su garganta cuando lo vió acomodarselo sin siquiera ser consciente de que lo estaba mirando.

    Aquella noche, cuando por fin terminó de estar con Andreas y visitar a Asam, llamó a una de sus antiguas amantes, Wiktoria; una rusa supermodelo de Prada con quien tuvo la oportunidad de compartir pasarela en la presentación de colección de invierno. Le llevaba años de experiencia y edad y, de todas sus amantes, ella era la más agresiva y ardiente de todas. Por lo que ahora, tal como pasó en la noche en la que cumplió veinte años, tenía a Wiktoria cabalgando encima suyo como posesa. El elegante y seductor labial rojo carmín de la mujer lo tenía esparcido por toda su boca tras los arrebatadores besos que ambos compartieron bajo el marco de la puerta a medio abrir de su apartamento.

    La penetraba con salvaje ímpetu, queriendo más alcanzar su propio orgasmo que el de ella. Quería terminar, desfogar toda la excitación contenida de aquellos dos íntimos momentos con Andreas y Asam.

    Victor mantenía sus ojos cerrados, no queriendo romper la fantasía del momento. Wiktoria tenía sus manos en sus clavículas, usando su pecho como soporte para seguir moviendo sus caderas de arriba hacia abajo, engullendo entre sus paredes el miembro de Victor. Sus bien arregladas uñas marcaban con desesperación su piel con rojos rasguños. Sus largos dedos fueron a parar a su cuello y se ciñeron a este, aumentando el agarre con cada corriente de emoción que sentía Wiktoria, producto de su inminente orgasmo.

    Wiktoria no emitía ningún sonido más que el de sus gemidos. Agradecía que no hablara, pues esos no eran los gemidos que deseaba oír. Quería una voz más ronca o grave; gruñidos en lugar de chillidos.

    Los dedos de ella –el índice y medio– subieron de su cuello hasta sus labios, y Victor gustoso los recibió dentro.

    Imaginó que era Asam. Estaba seguro que ese par de dedos no podían compararse a él, pero igual fantaseó. Imaginó que el grosor de esos blancos dedos era más ancho, tanto como para ocupar todo el espacio de su boca. Tras sus párpados cerrados, las imágenes de Asam usando su boca para satisfacer su dura erección se materializaban tal que parecían memorias de un encuentro pasado; se veía real para él.

    Lamió con más ahínco, deseando hacerlo bien para que Asam se terminara corriendo en su boca. ¿Cómo se sentiría su corrida en su lengua?, él la imaginaba abundante y melosa. Victor no estaba seguro, pero juraba que se encontraba gimiendo amortiguado por los dedos en su boca.

    Elevó sus piernas haciendo que las plantas de sus pies tocaran las colchas de su cama, dándose a sí mismo soporte. Abrió más sus piernas y pensó en Andreas; en su imaginación era él quien abría sus piernas con completa libertad, como sabiéndose que tenía todo su permiso para tomarlo como y cuando quisiera.

    Victor succionaba “el miembro” pesado de Asam, y su nariz se enterraba con cada embestida en sus oscuros vellos. Mientras tanto, y de soslayo, veía a Andreas acomodarse entre sus piernas; sus abdominales marcados rozaban sus nalgas mientras éste le agarraba el pene con sus grandes manos para masturbarlo.

    Estaba a punto de venirse. Victor sentía que estaba a punto y deseaba con ansia que llegara ese momento culminante; quería correrse en las manos de Andreas, ensuciar sus manos con su corrida, y que Asam manchara su boca con la suya propia.

    Gimió sonoro cuando se vino en el condón de látex. Wiktoria también había terminado, pero Victor no logró enfocarse en ella, sólo pudo pensar en lo bien que había sido su fantasía, en lo “malo” que había sido desearlos a los dos, y en la duda que cruzó por su mente “¿grité sus nombres? Dios, espero que no.”

    Wiktoria se marchó de su apartamento satisfecha, luego de una rápida ducha en su baño. Victor también entró al baño a refrescarse y ver en el espejo de su tocador las marcas y rasguños que la mujer le había hecho en cuello y clavículas. ¿Cómo lo explicaría mañana en el trabajo?. No quiso pensar más; la euforia de hace unos minutos se había esfumado rápidamente, logrando poco a poco recuperar su lucidez.

    Se fue a la cama, pero no durmió. El sexo con Wiktoria había sido bueno, pero por alguna razón se sentía insatisfecho. Dieron las dos y media de la mañana, y Victor se había vuelto a correr, esta vez ensuciando las sábanas con su semilla. Nuevamente tenía las piernas abiertas, con cuatro dedos suyos totalmente enterrados en su agujero sensible, y chupando otros cuatro bañados en su semen. Sus pezones estaban expuestos al aire, duros y doloridos por los pellizcos del juego previo, y sus ojos llorosos al no soportar el éxtasis.

    Andreas.

    Asam.


    Estaba perdiendo la cordura, y Victor no supo qué hacer con el deseo que estaba sintiendo por los dos.



    – – –





    La estilista estaba planchando cuidadosamente su largo cabello; estaba peinándolo para filmar unos videos promocionales para el show de despedida del diseñador de modas, Tom Ford. Compartiría pantalla con la igualmente famosa modelo Xiao Wen Ju; ahora mismo, a ella la estarían preparando en el camerino pegado al suyo.

    Andreas estaba ahí mismo, sentado al fondo de la habitación observando cómo la maquillista aplicaba un poco de base a las marcas que los dedos de Wiktoria habían dejado en su cuello; aparentemente no los había cubierto suficientemente bien antes de venir al estudio.

    Evidentemente, varios del personal le preguntaron si le había ocurrido algo: “¿estás bien?”, “¿qué te ocurrió?”. Victor era un pésimo mentiroso; sencillamente las excusas no le llegaban a la cabeza por mucho que intentara. No supo responder a todos los cuestionamientos que el equipo de maquillaje hacía, sólo les pudo contestar con la verdad a medias: “todo bien, realmente no pasa nada”. Andreas, por otra parte, no le apartaba la mirada de encima, y eso sólo hizo sentir a Victor nervioso. Su corazón se aceleró más cuando le vió acercarse; temía que lo regañara. Alcee solía hacerlo cuando veía las marcas o chupetones de sus amantes en su piel; decía que “era inconcebible” pues él debía verse perfecto ante las cámaras.

    —No me ocurrió nada grave, en serio. Yo sé, y lo siento, pero tampoco es para hacer un show, sabes. Usaré cuello alto para la grabación así que qué importa, nadie lo verá.

    Ante la intensa mirada de Andreas, Victor decidió escabullirse del momento sin darle oportunidad a su representante de responder de vuelta. <<¡Espléndido!>> pensaba Victor mientras se alejaba. <<ahora pensará que soy un malcriado>>.

    Se encontró con el camarógrafo encargado del vídeo promocional y con Xiao Wen Ju, listos para comenzar a filmar.



    – – –





    —Tuve sexo. Nadie me ahorco… bueno, no para lastimarme al menos… —Victor se encontraba nuevamente en el camerino, esta vez solamente con Andreas en el lugar. Estaba quitándose el conjunto de ropa que había usado para el promocional.

    —Es por eso que tengo las marcas en mi cuello y ah… mi pecho —dijo haciendo notar los rasguños de sus clavículas. —De verdad no pienses que soy un raro, o un loco. Realmente no me gustan esas cosas… mordiscos y arañazos, tú sabes.

    Victor se encontraba desnudo de cintura para arriba. Sus manos estaban muy ocupadas y enfocadas en descolgar la camisa que había traído puesta antes de grabar el vídeo del gancho de madera. ¿Lo hacía con alguna intención oculta?, tal vez no, o quizás sí; en ese momento se le ocurría que podía vengarse –por así decir– de la vergüenza que Andreas le hizo pasar aquel día en su oficina.

    —¿Por qué será que a la gente le gusta?. Yo una vez salí con alguien; era una fotógrafa, creo que trabajaba para Vogue o Marie Claire…

    Se estaba colocando la camisa de vuelta; sólo la tenía puesta mas no abrochada. El color crema de la prenda, y su blanca piel, hacían contraste contra lo oscuro de su cabello que caía lacio a sus costados.

    —Ella decía tampoco ser una fanática de eso, pero igual no dejaba de dejarme chupetones por todo mi cuello. Según decía le gustaba tener “posesión” de alguien tan atractivo como yo. Incluso me pidió permiso para tomarme fotos…

    Victor no se abrochaba la camisa, sólo estaba ahí parado, sosteniéndole la mirada a Andreas mientras continuaba narrando su anécdota.

    —Le dije que sí siempre y cuando no publicara esas fotos. Alcee, mi anterior representante, se enojó mucho conmigo y también me regañó, pero ella jamás publicó nada. No sé qué habrá sido de esas fotos, sólo sé seguro que ahora las tiene ella para cuando quiera verme; desnudo, y marcado; justo como le gustaba.

    No supo en qué momento había subido su mano hasta su cuello; fue consciente de ello cuando sintió sus dedos acariciar su piel. Rompió el contacto visual que sostenía con Andreas y llevó sus manos a su camisa, abotonandola por fin.

    —Perdóname… No ocurrirá de nuevo, Andreas. Para el show de Tom Ford ya se habrán borrado.



    – – –





    Ellen se encontraba conduciendo sin prisa ni apuro. Victor, con unas costosas gafas de sol cubriendo sus ojos, recibía el fresco viento que entraba por la ventana del lado del copiloto del automóvil acariciando su rostro.

    La señora Moore tenía la costumbre de ir a cenar con sus hijos a cualquier restaurante costoso y bien reputado de la ciudad, al menos dos veces a la semana. Para esa ocasión, sólo Victor acompañaba a su madre a la cotidiana cena; Alcee, por otra parte, tuvo que negarse a asistir dado a unos asuntos que se habían suscitado con la estrella nueva que se encontraba representando, luego de su trabajo con Victor.

    Dentro del auto nadie hacía un mínimo de ruido; lo único que se podía apreciar era a “La Roux” sonando por la radio. No era del gusto de Ellen ni de Victor, sino una elección que había llegado por pura suerte; de forma aleatoria en el momento que Ellen encendió la radio. Ninguno de los dos cambió la estación, pues era preferible que eso hiciera ruido que alguno de ellos dos en un intento de generar conversación.

    Su madre no era muy cariñosa, eso lo supo Victor desde muy joven; sin embargo, nunca sintió resentimiento hacia ella por eso. Mejor dicho, aprendió a entender a su madre; entendió que de ella no podía esperar ademanes cariñosos o palabras muy afectivas. Los “Te amo, tesoro” eran siempre “bien hecho, Victor”, cada vez que conseguía un logro en su escuela o en su carrera. Pero a lo largo de los años, cuando se encerraba en su recámara para jugar la decimotercera entrega de Final Fantasy, vio que su madre demostraba amor de una manera muy parecida a la heroína de su videojuego; ambas eran duras de carácter, nadie se anteponía ante ellas y eso las hacía ver secas con las personas que querían. Ellen era así con él y con Alcee –siendo incluso que se hablaba un poco más con él que con Victor–, pero lo que no podía expresarles con palabras o abrazos, se los demostraba con su dinero y contactos.

    Su madre jamás se opuso a extenderles su American Express Black para comprarse hasta el más insignificante capricho que ambos quisieran. Ellen impulsó las carreras de ambos sin objeción alguna, acercándolos a círculos íntimos con gente poderosa y prestigiosa que les ayudarían a escalar hasta el punto más alto de sus carreras.

    Ellen no les decía –a ninguno– en sus caras que los amaba, pero esa cena a la que Victor estaba yendo en ese mismo instante era la clara prueba de que su madre lo mimaba a su propia manera; la única que Ellen conocía para expresar su amor. Victor no podía reclamar, no cuando su madre gustosa pagaba casi mil dólares sólo por su cena.

    Victor alejó su vista de las transitadas calles para ver rápidamente a su madre cuando esta le habló.

    —Platícame, ¿cómo será ese tal evento?. Por lo que recuerdo, jamás habías trabajado para Tom Ford.

    Victor se quitó las gafas y respondió.

    —Es cierto, no he trabajado nunca para su empresa, pero mi agente dijo que era una oportunidad única. Tom Ford hace su retiro definitivo de la moda y la colección que presentará en su show de retiro es, pues eso, el último diseñado y supervisado por él. Será algo grande y sólo los mejores supermodelos fuimos invitados a su evento especial. O al menos eso dijo él.

    —¿Te cuesta creer que eres de los mejores?

    —Me cuesta creer que fui invitado. Tú misma lo dijiste, no había trabajado para Tom Ford antes así que no esperaba que tuvieran referencia mía.

    —Bueno, ese es su trabajo. Me da gusto oír que Aagaard te tenga ante los ojos de los que verdaderamente valen la pena… No me mires así Victor, tu nuevo representante es bastante más conocido de lo que crees, no necesito de Alcee para estar al tanto de ese hombre.

    —¿Lo conoces?... ¿Conocías?

    —Su nombre me sonó cuando Alcee me comentó. Uno de mis socios en el bufete solía trabajar para él; se encargó de su divorcio.

    Victor tragó, sorprendido de aquel detalle de Andreas. Había estado casado, vaya.

    Volvió a tragar esperando realmente que su madre jamás supiera nada de Andreas que no fuesen asuntos laborales. No es como que tuvieran realmente algo que ocultar, al menos, no él. Victor, por otra parte, se moriría si su madre se enterara de esa extraña adrenalina que siente en su pecho –y entre sus piernas– cada que siente los ojos de Andreas sobre su figura. Sin mencionar que, de pasar, Ellen haría un gran escándalo y ya tendría a Alcee de vuelta representándolo.

    Ellen estacionó haciendo maniobras expertas frente al restaurante. Victor salió del auto primero y rápidamente fue hacia el lado del conductor para esperar con el brazo extendido para que su madre lo tomara. Ambos pasaron al interior del lugar y ordenaron una vez ubicados en su mesa.

    —Hoy no tengo que regresar a la oficina. ¿Quieres que te lleve a tu apartamento? —dijo Ellen llevándose un poco de ensalada césar a la boca.

    —¡No!... —Ellen vio extrañada a Victor por aquella reacción. Incómoda vio como otros comensales se les quedaron viendo por breves segundos. —Quiero decir… no es necesario, no tenía planeado ir a casa, tengo… cosas que hacer.

    —¿Qué “cosas” Victor?

    —”Cosas” mamá, tengo ya un compromiso con alguien, es todo.

    —De acuerdo, no era necesario tanto secretismo, ¿o sí?

    Victor bajó la mirada hacia su carne tártara perfectamente emplatada. No le dio ni un mordisco, prefirió tomar un trago de su copa de vino tinto. Su madre, sin embargo, no se quedó callada y continuó con sus preguntas.

    —¿Qué clase de compromiso tienes?

    —Es una fiesta nada más. No es gran cosa, pero quiero ir.

    —De acuerdo… —Ellen tomó su vaso con agua y hielos para beber un poco y luego continuó —¿Quieres que te lleve?

    —Mamá… —se quejó Victor —No quiero sonar grosero pero, no se ve bien eso que tu madre te deje en tus fiestas…

    —Creo que no entendiste Victor; no estaba ofreciendo llevarte, estaba diciendo que así haré; a no ser que tengas una manera de ir que no sea transporte público o Uber.

    —Será bastante bochornoso…

    —Tranquilo, no es necesario dejarte en la puerta del lugar; puedo hacerlo algunas calles antes.

    —Mamá, yo puedo ir sólo… —decía ya exasperado Victor, necio a aceptar lo que Ellen proponía. —No me pasará nada, ya soy un adulto y quiero salir con mis amigos.

    —¿Acaso se te olvida quién eres?

    —No soy una estrella de pop, mamá.

    —No, sólo eres la cara de varias grandes empresas millonarias. ¿En serio crees que no hay paparazzis siguiéndonos a mí y a tu hermano cada que te llevamos a donde tus caprichos mandan?

    >>En el momento que se te presentó el debut como supermodelo te lo pregunté. Te pregunté si era algo que realmente querías hacer y me contestaste que sí. En ese momento aceptaste todo lo que conlleva tu profesión; ser supermodelo no significa andar siempre de fiestas locas a que te hagan esas marcas que pavoneas vulgarmente…

    Victor llevó sus manos con coraje a su cuello, recordando perfectamente la reacción de su madre cuando lo vio salir del edificio donde había realizado el vídeo promocional de Tom Ford. No le había hecho gracia a Ellen y, molesta, le enredó su bufanda negra al cuello.

    —Acepta también tu responsabilidad; piensa antes de hacer las cosas, Victor. Te jactas de ser mayor, pero sigues comportándote como si tuvieras 15.

    En ese punto Victor no tenía ninguna otra excusa para convencer a su madre de dejarlo. Se mordía los labios, impotente por no poder sacar algunas palabras de su boca y contestar de vuelta.

    —No llores Victor, no hagas un berrinche por una tontería. Deberías agradecer que si quiera acepto que vayas a otra fiestecita tuya; luego de ver esas marcas en tu cuello ni debería permitirte andar libre haciendo lo que imagino que hiciste para terminar con el cuello así.

    Mantenía la cabeza gacha, con la mirada directamente en la carne tártara sin probar. Sus largas y negras pestañas acumulaban sus lágrimas como lo hacían las hierbas de un jardín atrapando gotas de rocío. Una bella comparación para alguien tan bello como Victor; incluso triste, Victor era hermoso.

    No era una fiesta lo que lo tenía “haciendo berrinche”, como decía Ellen. Era su papá. Era la cita que tenía con Asam esa noche para seguir sabiendo sobre el paradero de su amado y adorado padre. Obviamente no podía permitir que su madre se enterase que lo estaba buscando en secreto; que hacía todo lo que su dinero podía pagar para encontrarse con él.

    —No llores Victor… —ordenó Ellen una vez más, con el mismo tono de voz de siempre; directo y sin ápice de ternura. Victor alcanzó su servilleta de tela y con cuidado secó sus lágrimas. —Llama a tu hermano. Si él puede llevarte, irás.



    – – –





    —En serio, ¿tanto por una fiesta?, y hasta lloras por eso.

    —¡Cállate Alcee!. ¡A mí tampoco me hace gracia!, ¡¿de acuerdo?!

    Alcee sólo viró los ojos en señal de desesperación.

    —¿Dónde te dejo?

    —Aquí…
    Alcee frunció sus cejas en son de confusión. Estaba conduciendo a velocidad lenta mientras observaba los alrededores; la zona por la que pasaban no se veía como si estuviese siendo lugar para un evento ruidoso y aglomerado como lo eran las fiestas a las que Víctor asistía. Sólo veía cientos de edificios muy altos que parecían tocar las nubes del cielo.

    —Tiene que ser una broma. —Alcee vio a Víctor negar con la cabeza, sin dirigirle la mirada; rehuía a sus ojos, sin decirle una sola palabra.

    —Explícate.

    Victor se encontraba mudo de nerviosismo. Alcee, por otra parte, lo miraba sin siquiera parpadear, fijando sus pupilas en los labios de Victor listo para percibir cualquier movimiento de ellos. Vio que Victor se movía demasiado en su asiento y, rápidamente, notó que se estaba desabrochando el cinturón de pasajero con el deseo de salir corriendo por la puerta. Alcee no se lo permitió, y ágilmente presionó el botón que activaba el seguro de la puerta.

    —No te dejaré salir hasta que me cuentes qué estás tramando, y más te vale decirme, si sabes lo que te conviene. Ahora mismo puedo dar vuelta y regresarnos a casa.

    El cabello de Victor caía por los costados de su rostro, cubriendo su rostro como cortinas. Pero aunque Alcee no podía ver la cara compungida de Victor, podía notarlo triste y desesperado en sus sollozos ahogados.

    —Yo sólo quiero ver a mi papá…

    —¿Te encuentras con él en secreto? —mencionó Alcee con voz sorprendida y con los ojos bien abiertos por la inesperada confesión.

    —No. Sigo sin saber dónde está. Voy a reunirme con la persona que contraté para buscarlo.

    Alcee suspiró cansado, parecía incluso harto. Se retiró las gafas de su rostro y con sus dedos libres pellizcó el puente de su nariz.

    —¿Cuándo dejarás de ser tan ingenuo?

    Un manotazo fuerte impactó contra el brazo de Alcee. Inmediatamente después, un segundo golpe siguió al primero y los reflejos de Alcee apenas reaccionaron para hacerlo defenderse de las manotadas de Victor.

    —¡¿Qué mierda Victor?!, ¡¿qué jodidos te pasa?!

    —¡Eres el hermano más horrible del mundo!, ¡¿cuándo empezarás a intentar entenderme?!

    Para ese momento de la discusión, Alcee ya había logrado tener las manos de Víctor quietas, pues tenía sujetas sus muñecas fuertemente.

    —¡¿Debo entender y dejar que te expongas ante un tipo que ni sabes quién es?!. ¡¿Qué pasa si es un estafador?!, ¡¿qué sucede si te saca todo el dinero?!, ¡¿te has puesto a pensar en eso?!

    >>Te expones a peligros a lo imbécil, sin considerar las consecuencias. ¡Le haces pasar molestias a mamá y todo por un tipo que te abandonó!

    Cuando vio a Victor tensarse, parando súbitamente sus desesperados forcejeos, se dio cuenta del impacto de sus palabras. Palabras que se sentían demasiado crueles para el sensible corazón de Victor. La contestación de este vino tan pronto que apenas lo notó.

    —Al menos yo busco respuestas, no espero a que “el que me abandonó” le dé la gana venir a dármelas. No me gustaría llegar a mis 33 años sin saber todavía quién es.

    Esta vez fue el turno de Alcee enojarse. Entendió perfectamente que Victor quería herirlo con la misma moneda.

    —No tengo por qué rogarle amor a un desgraciado que ni siquiera recuerda que tiene un hijo regado por ahí. Pero si tú quieres seguir dando lástima, adelante.

    Alcee abrió el seguro de la puerta del auto; Victor era libre de irse. Este mismo tomó su abrigo y salió rápidamente hacia la calle, sin dirigirle una mirada a Alcee. Este sólo encendió un cigarrillo y arrancó el auto tan pronto vio a Victor dejar el auto.



    – – –





    Estaba frente a la figura de Asam. Sus ojos dolían y ardían de tanto llorar; seguramente los tenía rojos. Se sentía cansado; corrió las últimas calles que quedaban entre la oficina de Asam y el lugar donde lo dejó Alcee. Tenía frío a pesar de estar llevando un abrigo de piel de oveja, y se sentía infeliz. Quería llorar; llorar hasta que de sus ojos ya no pudiesen salir lágrimas.

    Ni siquiera entendía por qué se había esforzado tanto en presentarse en aquel lugar; había llegado tarde a su cita con Asam, y Victor había jurado que sería imposible verlo esa noche. Sin embargo, por suerte o divinidad, Asam estaba ahí, le abrió la puerta y lo invitó a pasar a su oficina.

    —Buenas noches. Venía a preguntarte si habías encontrado algo más sobre mi padre…

    “... Te abandonó.”

    “Sólo haces pasar molestias a mamá por un tipo que te abandonó”.

    <<no es cierto. Es mentira…>>


    —... Y a decirte que si necesitas ayuda con algo… lo que sea, puedo hacerlo…

    “Yo no tengo que rogarle amor a un desgraciado que ni siquiera recuerda que tiene un hijo regado por ahí.”

    <<no, él me extraña, me busca. Lo sé…>>


    —... También venía a entregarte esto… Ahm, espera…

    <<¿Dónde están?, los certificados de papá… los de su universidad. ¿Los dejé con Alcee?. ¿con mamá?. Debo encontrarlos, tal vez están en mis bolsillos… ¿en los de mi abrigo?... ¿en mi bolso?... ¿y mi bolso?>>

    —¡Victor!

    La vibrante voz de Asam, con algo que parecía sonar como preocupación en su voz, despabiló a Victor de sus apresurados pensamientos. Sintió las morenas y fuertes manos de Asam sujetar cuidadosamente sus mejillas, teniendo delicadeza con su rostro. ¿Cómo alguien tan grande como Asam podía tocar tan dulcemente?, ¿tan suave y gentil?.

    Victor se sintió agotado y expuesto ante él.

    —Abrázame…

    Victor se dio cuenta de la sorpresa en los ojos de Asam. Vio al hombre congelarse frente a él pero no pudo descifrar por qué. Tal vez había sido una petición demasiado brusca –apenas se conocían, por favor– y eso sólo hizo temblar a Victor de miedo; miedo al rechazo y verse como Alcee le había dicho hace unos minutos: “Rogando por un poquito de amor”.

    Con voz temblorosa, y con el cuerpo temblando, juntó lo poco que le quedaba de valentía y volvió a pedir.

    —Abrázame…

    Asam se movió como poseso. Tan pronto terminó de hablar se vio cobijado, envuelto y protegido por los fuertes brazos de Asam. Escondió su rostro empapado nuevamente de lágrimas entre el cuello y el hombro del investigador, y sus manos se aferraron fuerte a la espalda de Asam.

    —No me hagas regresar, te lo imploro. Hoy no, no quiero regresar a mi casa solo.
    SPOILER (click to view)

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    ¿Me extrañaste? Pues no más, aquí está tu alfa para darte tus respuestas bien merecidas <3



    Me tardé 1500 años y toda la culpa es mía de mí. Estoy empezando un nuevo proyecto y evidentemente me consume más tiempo; el poco que me queda libre lo trato de destinar a hacer todas las cosas que me gustan y obvio no me alcanza el tiempo :'u culpa mía entera porque SÍ que sabía qué incluír en mi respuesta, pero la cochina pereza (mi más grande pecado) me venció.

    Anyways; ahí tienes a mi dulce delicioso Victor. ¿Qué hará Asam? 👀 es lo único que me pregunto, ¿qué hará?. No espero setso sensual y apasionado (no todavía *wink*) pero no sé, se me ocurrió que podría ser buena idea de empezar a darle pistas a Victor sobre qué tan estrecha es la relación de Andreas y Asam :}

    Que no se note que proyecto mis fantasías en mi Victor (??) que siempre sueño en tus muchachotes y ¡uf! <3 yo también quiero dos novios ;3;

    Por ahora es todo mi omega bella, que me debo ir a dar clase lol. Sigamos con la búsqueda del maldito Han Dong Sun y con ese show de colección de Tom Ford ;)

    Pd: Ya me pongo también con nuestro rol mágico <3
  10. .
    Nemu, por fin tengo tiempo para responderte~ Primero, muchas gracias por interesarte en la ficha; yo encantada te la reservo para que tomes el tiempo que necesites para hacer tu ficha :>

    ¡Por supuesto!, la ideas es ambas (?) al principio tu personaje no sabrá que es el avatar; durante la búsqueda de éste se comenzarían a presentar pistas que le hagan recordar sus vidas pasadas. Una vez quede confirmada su identidad como avatar, tendríamos que mantenerlo oculto, pues los consiglieres y los generales están en su búsqueda también para matarlo.

    No hay realmente un requisito que ponga para tu personaje con respecto a su personalidad o características físicas (digamos que es capricho mío ? pues me gusta realmente sorprenderme con los personajes que me dejan c:). Realmente lo único que pediría es que tenga un sentido de complicidad y lealtad con Tiger; evidentemente todos en el equipo son amigos y se volverán cercanos; pero tu personaje debe ser una persona mucho más especial para Tiger, pues tu personaje lo será para él también.

    Estaré en espera de tu ficha <: saluditos~
  11. .

    doble post, sorry.

    Fichas libres: 1. I want a dream lover (so I don't have to dream alone) | 2. Peace between worlds - Reservada



    Edited by Alpha Dia - 3/3/2024, 18:07
  12. .
    QUOTE

    Eres Ares

    Si fueras un dios griego, serías Ares, el dios de la Guerra. El peligro es su segundo nombre. Los desafíos son habituales en su búsqueda del éxito. Este dios terrible también es hijo de Zeus y Hera. Como curiosidad, Ares también cayó en los brazos de Afrodita.


    Já, qué interesante resultado. Amé lml

  13. .
    He llegado B) quiero que esa playlist sea larga así que vengo a dejar mis canciones ♥ yo les prometo sólo lo más sensual ¿? espero se derritan al escucharlas. yo les dejo pedacitos de lo que dicen porque son en coreano, juas.

    1. i wish | Jimmy Brown & Sweet The Kid [Link]
    QUOTE
    It's a never-ending day, even if the night goes by I be alright.
    Please say my name one more, I cannot let you go.

    2. show me up | Dut2 [Link]
    QUOTE
    Your body line from your waist to your hips
    I take deeper breaths
    My throat gets dry when I see your lips

    3. same | Yelloasis [Link]
    QUOTE
    My eyes are swollen red, I can't see clearly
    You have already left me, after you left
    I vomited out my remaining emotions, In the place where love was.
  14. .
    Estaba sintiendo cómo el alma se le escapaba del cuerpo tan pronto notó la ausencia de Sven. Apenas pudo escuchar las explicaciones que la señorita secretaría le estaba dando a Dawson, cosa que lo tenía al borde de la histeria.

    Hans era de un temple tranquilo; no solía armar problemas y escenarios bochornosos en público. Tampoco era de los que subía el tono de voz para hacer saber su inconformidad con alguien sobre algo. Pero su usual calma a veces se solía perder cuando se trataba de su pequeño Sven y es que, siendo su más preciado tesoro, Hans solía entrar más fácilmente en pánico cuando algo malo le ocurría o su pequeño.

    En estos momentos, le estaba molestando que su hijo no estuviera con la persona a quien se lo había encargado, y que dicha persona no le estuviera dando las respectivas explicaciones a él. Oportunamente, Dawson se giró hacia él para excusarse con un rostro compungido, al mismo tiempo que le daba explicaciones que, el abogado creía, lo calmarían.

    Hans estaba muy alejado de sentirse tranquilo; sentía incredulidad por la confianza de aquella señorita “Alice” de llevarse a su hijo sin permiso; coraje con la secretaria que no hizo algo en absoluto para evitarlo –ni siquiera haber irrumpido en la junta que estaban teniendo para avisarles de la situación–; miedo porque sólo quería tener a Sven en brazos y sólo así confirmar que estaba sano y salvo. Era un torbellino de emociones internas, que ni siquiera prestó atención a las disculpas de Benjamín.

    Una vez llegaron al parque, visualizó a su pequeño en los columpios. La jovencita a su lado –asumió que era la famosa Alice– le enseñaba a su hijo como impulsarse en los juegos doblando y flexionando sus piernas.

    Tan pronto se acercaron, Sven se bajó como pudo del columpio para salir corriendo hacia su papá. Hans se hincó y, con los brazos abiertos, lo recibió aliviado; sintiendo por fin el oxígeno llegarle a los pulmones al comprobar que nada malo le había pasado a Sven.

    Hans se levantó tan pronto escuchó la voz de Alice. Trató de tener compostura y, aunque no sonó grosero, tampoco pudo evitar ser tajante con la muchacha.

    —Le agradecería por favor que no lo vuelva hacer. Menos sin haberle dado primero mi permiso. Vámonos.

    Aquella última orden había sido para Sven, a quien tomó de su pequeña mano para irse lejos de ahí.

    Antes de alejarse por completo, Hans volteó a ver a Dawson.

    —Le haré saber cuándo puede ir a la universidad, gracias.



    – – –





    El pequeño Sven se lavaba sus manitas con abundante agua y jabón en el baño del segundo piso, mientras que Hans calentaba la deliciosa sopa de pollo y tallarines que había esa tarde para la comida.

    Sven había puesto los cubiertos y platos sobre la mesa, por lo que cuando terminó de lavarse, pasó directamente a sentarse y esperar a que su padre le llevara su comida.

    Hans le acercó cuidadosamente un plato humeante de sopa, y el delicioso aroma viajó hacia la nariz de Sven, deleitandolo con el sabroso olor. Hans, luego de servirle, tomó su propio plato y se sentó a la mesa junto a su hijo.

    —Sven, no quiero que vuelvas a hacer lo de hoy en la tarde.

    —¿Por qué papi?, sólo estábamos jugando.

    —Pero era una persona extraña. Te he dicho que no debes seguir a la gente extraña; personas que no conoces. Pueden ser personas malas y algo malo te puede pasar si les haces caso.

    —Pero estaba aburrido, papi…

    —No importa, tú debes esperar donde y con quien te digo que esperes. No puedes hacer otra cosa sin haberme pedido permiso primero. Te castigaré si vuelves a desobedecerme, ¿entendido?

    —Sí papi… —dijo cabizbajo. Sven había dejado de comer y en su mirada se podía ver la tristeza al darse cuenta que se había portado mal.

    —Es por tu bien, Sven; para que no te lastimen, mi pequeño. Prométeme que no lo volverás a hacer.

    Hans había dejado de lado su comida para poder tomar la mejilla pintada de chapas rosadas de su bebé. Sven sólo asintió efusivamente con la cabeza, prometiendo silenciosa pero genuinamente no volver a desobedecer a su papá.



    – – –





    El fin de semana había pasado fugaz como un parpadeo. Hans había alistado aquella mañana la mochila de Sven con sus útiles escolares mientras este terminaba de cepillarse sus dientes. El pequeño Sven ya estaba bien limpito y arreglado para el lunes de escuela.

    Después de un agradable recorrido de treinta minutos –y con el estéreo del auto tocando un poco de blues de Sam Cooke– Hans y Sven salieron del auto para despedirse con un abrazo muy fuerte. Hans besó la mejilla de Sven como último, y el niño regresó el gesto con un beso en la bien afeitada y suave barbilla de su papá. Sven tomó su lonchera de las manos de Hans y entró trotando a su escuela. Luego de que su hijo desapareció de su vista gracias a las enormes puertas del edificio, Hans subió nuevamente a su automóvil y, en tan sólo unos quince minutos más, llegó a la universidad de Saint Joseph.



    – – –





    Hans golpeó la puerta de la dirección antes de pasar dentro. La señorita Martínez, secretaría de recepción, le había comunicado previamente que el director, Oliver James, estaba disponible para recibirlo. Pese a eso, Hans igualmente tocó para no parecer imprudente.

    —Buenos días señor director. ¿Me permite?

    —Claro, adelante profesor Roos. Tome asiento. Dígame, ¿cómo está?, ¿qué se le ofrece?

    —Bien, gracias. Perdone que venga a decirle lo siguiente; es un asunto personal y realmente me apena la situación… Es un asunto personal y legal.

    El anciano director abrió sus ojos cual pescado fuera del agua; los lentes que usaba le quedaban chicos de lo abiertos que tenía los ojos.

    —¡Oh! no, no director. No es algo que tenga que ver con la universidad —aclaró Hans. Por otra parte, el director James exhaló con alivio el aire de sus pulmones.

    —Menos mal profesor, me estaba dando un susto de los fuertes. Por favor profesor, no me vuelva a tener así.

    —Disculpe. No tiene que ver con la universidad; es enteramente personal. Verá, acabo de divorciarme de mi ex-mujer y me temo que las negociaciones entre nosotros no han terminado. Mi abogado quiere ver si es posible una cita con usted para evaluar si podemos contar con su apoyo para ser uno de mis testigos.

    >>Estoy tratando de conseguir la custodia de mi hijo, y mi abogado considera que usted podría ayudar a la causa.

    —Ya veo. No profesor, no se apene. Entiendo la importancia de la situación y lo mucho que significa para usted. Sepa que no tengo ningún inconveniente en apoyarlo; ha sido una espléndida adición a nuestra universidad como profesor e investigador. Puede contar conmigo si eso significa que puedo retribuir el trabajo que ha hecho por los alumnos de esta institución.

    >>Dígame, ¿cuándo puedo esperar a su abogado?



    – – –





    Hans había mandado un simple mensaje de texto a Dawson. Decía simplemente “¿Es posible que pueda comunicarme con usted por llamada?”. De eso ya habían pasado veinte minutos.

    Hans estaba terminando de comer su postre de gelatina de limón en la cafetería estudiantil que se encontraba cruzando el campus de la universidad. Todas los días, en su hora de almuerzo, iba a ese mismo lugar para pedir el menú del día.

    Había comido la última cucharada de gelatina cuando su celular comenzó a vibrar. En la pantalla se mostraba el nombre de “Benjamín Dawson” y casi inmediatamente contestó la llamada.

    —¿Diga?... No, no me encuentro ocupado por el momento. Sí, quería comentarle que puede pasar cualquier día que disponga para hablar con el director de mi universidad… Es la universidad de Saint Joseph… Sí, entendido. Hágame saber cuando haya llegado para poder recibirlo. De acuerdo.

    >>¡Señor Dawson!, espere… Antes de que cuelgue, me gustaría disculparme con usted; por mi cortante comportamiento en nuestra última reunión. Realmente fue muy grosero de mi parte. Me gustaría que cuando viniera, y si no es mucho mi atrevimiento, me aceptara ¿un café? para compensar mi ruda despedida de aquel día.
    SPOILER (click to view)
    No pasa nada que yo también tomo tiempito para responder jiji x3 yo también te deseo un bonito (y lleno de logros) año 2024 lml
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    Conti, plis 🙏🏽
416 replies since 24/7/2014
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