Posts written by Her Majesty

  1. .
    Me conecto cada mes, sísoy.
    Lidio con la rinitis toda mi vida, una mañana mi amá estaba haciendo café, me puse a estornudar, y esto se me ocurrió.
    QUOTE
    Título: Doña Rinitis.
    Extensión: 338 palabras.
    Pareja: Un chico y un chico? No les puse nombres, perdón.

    QUOTE
    La rinitis vasomotora es un tipo de rinitis crónica. La congestión nasal, los estornudos y la secreción nasal, síntomas habituales de la alergia, se producen sin que exista una alergia aparente.

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    El aroma del café no hace más que irritarle las fosas nasales. La normal picazón se hace presente. Estornuda ¡Una! ¡Dos! Veces. La tercera está por venir cuando se acerca al cuerpo contrario, porque, Dios, ¿es ese aroma el Royal Regiment que le regaló en su cumpleaños? Definitivamente, tendría que buscar fragancias menos escandalosas en el futuro. Hace mueca de querer ser besado, y logra el ansiado pico de “buenos días”. Aunque, ¡ACHÚ! Se aleja del todo de su pareja. De repente todos los aromas del mundo se aglomeran en sus fosas nasales, y la implacable rinitis, ¡sálvense quien pueda!, la implacable rinitis ataca, como todas las mañanas, para toda la eternidad.

    El hombre más guapo del mundo ríe entre dientes, viéndose incluso más guapo, si eso es posible. Sirve el café, bien cargado, como manda el Señor. Qué importa que la insoportable doña Rinitis esté llamando a la puerta, cual vecina insoportable al pedir el pago del alquiler. Tienen todo el día para olerse, sentirse y saborearse entre ellos, como hace con el café, sin importar del estruendoso aroma emanando de la bebida.

    En efecto, pasa el día oliéndolo. La irritación y picazón disminuyen al igual que el paso del sol en el cielo; no obstante, cuando su bello hombre fríe ajo y cebolla para hacer el estofado, vuelve a estornudar y se aleja de la cocina. Doña Rinitis ni le deja disfrutar de esos pequeños momentos de pareja.

    Cae la noche, y con ella, él en la cama. Huele las sábanas, ¡salud!, le dicen. Tacha el Downy de su lista de compras. A su costado, yace el cuerpo del que emana el fuerte aroma de Head & Shoulders, sí, irritándolo con la misma intensidad que el jabón Palmolive. Cierra los ojos y suspira, dejando de lado los pensamientos sobre doña rinitis, más bien, dejándose llevar por besos experto con sabor, y sobre todo, olor, a Colgate. Con suerte, la doña no molestará hasta la mañana (o en su defecto, hasta que terminen de prometerse amor eterno).

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    Todo el mundo está haciendo un increíble trabajo, sus historias para el reto son preciosas gente.
  2. .

    ATENCIÓN: Como mencioné en el anterior cap, no pretendo meterles ideas políticas ni nada. Si quieren investigar sobre algo que se haya mencionado en este escrito, háganlo, no se tomen esto como un instructivo del Consejo de Seguridad (?)
    BTW, no tengo nada en contra de Israel o Palestina, no es que esté en ningún bando ni nada. Como parte de este fandom y amante de los Modelos de Naciones Unidas, sueño con la paz mundial.

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    ¿Es que justamente tenía que confesarle sus sentimientos, que cargaba desde 1950, una noche antes de la reunión del Consejo de Seguridad?

    Kiku no se puso a pensar en sus sentimientos hasta que el estadounidense se hubiera ido.

    Lo que había pasado después de la Segunda Guerra Mundial, todavía es confuso para él. Más que odio, lo que sintió en la ocupación estadounidense a su territorio, fue rencor. Por supuesto, lo superó tiempo después, y ahora, si le tenía que poner nombre a esas nuevas emociones que desarrolló allá por los 80’s, no pegaría el ojo en toda la noche. En esas épocas, no pensaba en que si quería de forma especial al chico, aun así, dio por sentado que sí, en efecto, el carácter de su relación era exclusiva, más que con cualquier otra nación.

    No obstante, el rubio había dicho que “lo planeó”, y eso no se lo quita Kiku de la cabeza. ¿Y si hubiese ido con otras naciones para convencerlas como a él? ¿Había hecho lo mismo con Egipto? Ya que, total, ese era su objetivo. Recuerda la extraña ocasión1 en la que tuvo que pedirle que “se aguantara de hacer firmar un Tratado de Paz” y que no fuera directo al grano, que sea paciente y trate de convencer a los invitados a como dé lugar. Y vaya que se tomó en serio el consejo.

    Da vueltas entre sus sábanas, como casi nunca acostumbra hacer.
    De pronto se siente tonto por echar al norteamericano de su habitación. Y la incertidumbre de si hizo bien o mal, no le deja dormir por un par de horas.

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    Las ojeras se ven mal en su rostro. Cuando Bessho-san le ve, se le escapa una ligera exclamación de los labios. Al instante, se recompone y le dedica una pequeña sonrisa.

    — ¿Ha madrugado?—Pregunta, comprensivo.

    Kiku asiente, arreglándose la corbata y cerrando la puerta detrás de él.
    El viaje desde el hotel Millennium Hilton hasta las instalaciones del Consejo de Seguridad, se le hace tan corto que no tiene tiempo de pensar en los que sea que vaya a decir frente a los demás países. Tuvo toda la noche para pensarlo, en cambio, ¿qué había hecho? Deliberar sobre su desgraciada vida amorosa. Incluso siente sus mejillas arder de repente. Se da una mirada al espejo retrovisor antes de bajar del carro y, milagrosamente, no ha enrojecido.

    Los pasos para llegar al Salón nunca se le habían hecho tan condenadamente largos, como si estuviera a la expectativa de lo que pasaría adentro. Había debatido tantas veces en su vida, ¿por qué este comité tenía que ser diferente? Aprieta el puño donde lleva su maletín, como para asegurarse que lo que le rodea, es la realidad. Koro Bessho se despide y camina hacia el Salón del Consejo de Seguridad, que en cuanto tengan una resolución aprobada, prontamente estaría lleno de gente. Antes de entrar, echa una mirada hacia el pasillo, fijándose en la presencia de Israel, quien le manda miradas asesinas a Palestina. Como quien no quiere la cosa, Palestina le voltea la cara. Kiku no está seguro de poder detener una discusión en medio del pasillo, así que se hace de la vista gorda y entra, por fin, al salón.

    Se encuentra con los azules ojos de Estados Unidos. Kiku se abstiene a asentir con la cabeza, a modo de saludo, y pasa de él. Pero el norteamericano es más rápido y le toma despacio del hombro. —Te llamé varias veces.

    Kiku le vuelve a mirar y frunce el ceño levemente. —Israel está afuera. —Aparta los ojos y decide continuar con su camino hasta llegar a su asiento entre Francia y Malasia.

    —No cambies el tema, ¡espera!

    Pero ya es tarde, porque Inglaterra aparece detrás del más alto y le posa una mano en el hombro. —Deja de ser un niño molestoso y anda a ver cómo están tus invitados. —Sisea el mayor. —Van a terminar matándose si siguen juntos allá afuera.

    —Dammit, quién les ha dejado solos…

    Y Estados Unidos sale de la escena. Inglaterra camina hasta su asiento, pasando detrás de Kiku y saludándole cordialmente, como todo un caballero. —Buenos días, Kiku. —Él siempre ha sido así con él. En cambio, a Francia le lanza una de esas agrias miradas. —Frog.

    —Yo también te quiero, mon cher.

    Malasia rueda los ojos. —Buenos días a ti también, Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte. —Dice sarcásticamente, haciendo una parodia del acento británico. —Gracias por notar mi presencia, bodoh2

    Arthur se ve algo ofendido, sus espesas cejas fundiéndose en una. —You, little…

    No termina la frase porque Malasia deja de prestarle atención. Inicia una amistosa conversación con Nueva Zelanda, que atina a saludar con la mano al Reino Unido mientras presta especial atención a lo que la nación de a su lado le recuerda. Japón no es cotilla ni nada por el estilo, pero no puede evitar sentirse satisfecho al colarse las palabras “ya presenté” y “resolución” en una misma oración. Pero hace como si no escuchara nada cuando Malasia y Nueva Zelanda se levantan de sus asientos y se acercan a Venezuela. Le dicen algo y la latina asiente, casi esbozando una sonrisa. Deja de conversar con Uruguay y van a una esquina a hablar.

    Mon Dieu, ¿tú crees que presenten la Resolución? —Le cuestiona Francis, refiriéndose a los tres países.

    Si Estados Unidos estaba así de desesperado como para andar llamando a su puerta con dos hamburguesas y coca colas, y al final tener sexo, tal vez. Claro, Kiku no dice eso. —Creo que ya lo hicieron.

    — Tendremos que esperar a que llegue Antonio y nos explique por qué nos llamó para esto y no para lo de Liberia.

    Mientras hablan, van llegando los países. Cuando China cruza la puerta, inspecciona la sala, saluda a sus aliados, y pasa de Japón. Kiku se sigue preguntando cuál es el problema del chino. No se pone a pensar más en la cuestión porque entra Senegal. La chica saluda amablemente y en cosa de segundos, camina hacia el trío que está llamando la atención de todos. La incorporan al grupo, y ahora, los 4 países dialogan. La recién llegada recibe un folder de parte de Malasia, se dicen unas palabras, y todos asienten en aprobación.

    Egipto se atora con su saliva, levantando las cejas hasta el cielo. —Alá.

    Francia y Japón voltean a mirarlo. — ¿Qué pasa? —Cuestiona el galo.

    —Lo han hecho ellos.

    — ¿Qué? —Rusia, que tiene dos asientos entre Japón y él, parece estar prestando atención también.

    —Ellos han presentado el anteproyecto que retiré… Ahora Proyecto de Resolución.

    El proyecto que Estados Unidos pidió no se presentara.

    Kiku siente satisfacción correr por su cuerpo. Pero el asunto no estaba terminado. Ahora solo era cuestión de esperar.

    La puerta se abre tan de repente que le pega un pequeño susto a todos. España entra, con el cabello algo desordenado y la sonrisa despreocupada. —Buenos días a todos. —Se dirige al asiento con la placa de “Presidente”. Le sonríe coqueto a Ucrania, quien se sienta a su lado.

    El primero en reaccionar es Arthur. —Bloody hell, llegas 3 minutos tarde.

    Antonio ríe, simpático como siempre. —Cariño, sabes por qué.

    Los hispanohablantes presentes parecen comprender lo dicho por el español y ríen entre dientes. Francis, que también sabe español, se cubre la boca para no reír.

    Al británico se le suben todos los colores a la cara. — ¡Deja de decir tonterías y comencemos de una maldita vez!

    —Lo haría, pero el estúpido de tu excolonia no aparece.

    —Lo vi con Israel. —Suelta casualmente Angola. —No creo que tarden.

    Kiku se remueve incómodo en su asiento ante la mención de Alfred en compañía de alguien más.

    Nueva Zelanda, ya en su sitio, al igual que Malasia, Venezuela y Senegal, levanta la mano. — Solo tengo una pregunta antes de comenzar la sesión. —España le cede la palabra. — ¿Van a participar Israel y Palestina en este preciso debate?

    —Tengo entendido que los representantes de ambos van a participar en el debate frente a cámaras. —Parece pensar un poco más en la respuesta, con una sonrisa incómoda en su cara. —No creo que sea buena idea dejarlos pasar a esta reunión.

    —De todas formas, nadie que no sea miembro del Consejo entra a esta sala. —Aclara Inglaterra.

    —Tú sí que te sabes todas las reglas, Angleterre.

    Cuando el inglés está apunto de responder (insultar) al francés, la puerta se abre de golpe. Estados Unidos, con la ropa desacomodada, mira a todo el mundo con el ceño fruncido y murmura algo como “perdonen la tardanza”. Antes de cerrar la puerta, se escuchan gritos en hebreo por el pasillo, cada vez acercándose más… Y Alfred no llega a cerrar la puerta a tiempo porque Israel da una patada por detrás, provocando que se dé de cara contra el suelo. Le agarra del cuello de la camisa y lo samaquea un poco, alternando el inglés y el hebreo. — ¡Júralo! ¡Tienes que jurarlo!

    Estados Unidos le espeta que hizo lo que pudo.

    No duran mucho así porque Palestina se presenta en la escena tomando bruscamente a Israel de los hombros. —¡Hombre, ya para!

    —¡No me toques!—Se deshace bruscamente del agarre, empujando al palestino. Le grita un par de cosas en hebreo mientras señala a Estados Unidos. —¡Se lo pedí, ya vas a ver!

    Palestina frunce el ceño, y cuando parece que va a golpear al más bajo, España se levanta de su sitio. —No permitiré más violencia. Como presidente, les pido que se retiren ambos.

    Kiku se pregunta por qué el español no los detuvo antes.

    —Es un asunto que me concierne, ¿¡piensas botarme de aquí!?.—Israel da unos dos pasos amenazantes, pero Palestina lo detiene.

    España agradece el gesto. —Le haremos llegar el informe en cuanto se tome una decisión.

    — ¿Ni siquiera puedo preguntarle algo a tu embajador?

    —Todos están ocupados con la agenda sobre Liberia. —Le sonríe más por cortesía que porque quiera. —Les vuelvo a pedir a ambos que se retiren.
    El más bajo dirige una mirada ácida al estadounidense, que ya se ha sentado en su sitio junto a Reino Unido. Palestina le dice algo en árabe, y se lo lleva bruscamente del brazo, cerrando la puerta detrás de él. Antonio, menos serio, se sienta y toma su martillito de madera. Se supone que no es un debate exactamente formal, es más como una Consulta de Gabinete, pero el español da un suave golpecito a la mesa. —Declaro abierta la sesión. —Revisa unos papeles.—No se los informé antes, pero sí, como todos sospechaban, tenemos en agenda la resolución presentada por Malasia, Nueva Zelanda, Senegal y Venezuela sobre los asentamientos israelíes en Palestina. Creo que todos lo veíamos venir, sino, no hubiésemos llamado a reunión, e Israel y Palestina no hubiesen sido invitados por nada ¿no creen?—Ríe entre dientes. —Bueno, unas palabras de los sponsors3 no vendrían mal, ¿sí, Malasia?

    La nación empieza a explicar la resolución.

    Kiku no presta mucha atención, porque él ya sabe de qué va la cosa. Todos lo saben. Alza la mirada para encontrarse con la de Alfred. Sí que el joven se ve en una encrucijada. De repente, siente ganas de acariciar su cabello y tranquilizarlo, pero se encuentran lejos el uno del otro. No se atrevería a hacerlo aún si estuvieran solos. Todavía no estaba listo para perdonar al estadounidense.

    Deja de pensar en eso una vez los sponsors terminan de hablar. —Entonces, vamos a someterlo a votación. —Dice España. Japón tenía claro su voto. —Aquellos a favor, levanten la mano.

    Automáticamente, 14 miembros aprueban la resolución, incluso 4 miembros permanentes, sin embargo, parece haber un aire de inseguridad al ver a Estados Unidos con las manos debajo de la mesa. Todo recae en él ahora.

    — ¿En contra?

    España mira a Estados Unidos en específico, al igual que todos en la sala. No parece tener intención de votar.

    — ¿Abstenciones? —Pregunta casi emocionado el presidente.

    Ahora sí, Alfred levanta la mano. Antes de poder aplaudir, como se suele hacer cuando se aprueba una resolución, España, rápidamente, golpea despacio su martillo contra la mesa. — Con catorce votos a favor y una abstención, la Resolución 2334 es aprobada.
    El salón se llena de aplausos, incluso Inglaterra da unas palmaditas en el hombro a Alfred, como si le premiara por su buena conducta.
    El corazón de Japón da un vuelco cuando Estados Unidos le sonríe, solo a él.

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    Redactado el informe, a la hora de salir del salón, Israel está esperando a Estados Unidos en el pasillo, recostado en la pared. Palestina seguramente ya ha ido junto a su representante a informar la decisión. —Esto es un ataque por parte de la ONU hacia Israel. —Es lo primero que dice al verlo.

    Alfred rueda los ojos. —Dude, no te hagas el dramático. Te dije que hice lo que pude para convencer a Egipto, pero no dije nada sobre vetar. Ahora, si me disculpas, voy a informarle a Sam el voto. Deberías hacer lo mismo con Danny.

    —Alto ahí. —Le toma del brazo. —Ni pienses que voy a acatar esas órdenes.

    —Rafael. —Musita su nombre. Israel siente sus rodillas temblar cuando Alfred, quien tantas veces ha llamado su nombre de diversas formas, le mira con esos ojos severos. Aligera el agarre en el brazo contrario, pero ahora acerca sus cuerpos, sosteniéndose de ambos brazos del más alto. Siente su aroma, y tiene ganas de enterrar la nariz en su pecho. No obstante, cierra los ojos y aparta esos pensamientos. Rafael levanta la cabeza, orgulloso como sabe ser.

    —No vuelvas a solicitar mi presencia en tu cama. —Susurra, como para que solo ellos dos escuchen. Le suelta y camina por el pasillo, hasta volverse solamente el recuerdo, el fantasma de lo que fue un tórrido romance para Alfred.

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    Kiku observa la escenita que arman Israel y Estados Unidos, pero decide no emitir comentario. Por supuesto que había algo especial entre esos aliados.

    Alfred se percata de la presencia del japonés una vez se ha ido Rafael. Parece apenado de lo que sea que el más bajo le haya susurrado al oído. Se recompone y le sonríe.

    —Kiku… Te debo una explicación. —Acortan la distancia entre ellos dos. Alfred toma las manos de Kiku en cuanto ambos dejan sus maletines en el piso y le mira a los ojos. —Mira, sí, fui yo quien le pidió a Egipto retirar el anteproyecto, pero lo hice porque Israel me lo pidió. Te voy a ser sincero. Tengo algo con Israel, es más que un aliado…—Al ver que Kiku no reacciona mal, sino le incita a continuar, Alfred traga saliva y sigue. —En la última década, la verdad es que no sé cómo clasificar nuestra relación. Sí, se ha ido muy molesto conmigo, así que supongo que las cosas no van a ser iguales…

    Es como si el joven norteamericano supiera todas las preguntas que rondan por su cabeza. No se siente molesto cuando le menciona la exclusividad de su relación con Rafael (a quien llama por su nombre humano con mucho cariño), más bien, se siente un poco traicionado. Pero Kiku sabe bien cómo es traicionar el corazón de uno mismo, y no duda que Alfred ha traicionado a su propio corazón. Son naciones, seres inmortales, después de todo.

    —Darling, espero que entiendas cuánto te amo, solo a ti. El hecho de planear lo de anoche, no fue solo para hacerte votar en contra. De hecho, ese ni siquiera era el propósito, solo una tonta excusa… Bueno, sabes a lo que me refiero, do you?

    El nipón asiente, sonriendo. Claro que le entiende, y por lo tanto, le besa. Que él tome la iniciativa le toma algo desprevenido al estadounidense, más tarde, Kiku le explicaría que "años conociendo a Feliciano lo habían convertido en esto".

    —Solo estoy molesto contigo porque no fuiste sincero desde el principio.— Le dice en cuanto la vergüenza le gana un poco y se aparta del beso.

    —No volverá a pasar, si me lo permites.

    —Oh, Alfred, siempre estás con el viento a tu favor.

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    REFERENCIAS:
    1. La extraña ocasión: gente, PAINT IT WHITE!, la escena donde los aliens bailan el ondo y EEUU está ansioso por hacerlos firmar un tratado de paz.
    2. Bodoh: imbécil, en malayo.
    3. Sponsors: Quienes escriben y firman la resolución. No estoy muy segura si el mismo término que usamos en MUN tenga el mismo significado que en el real UNSC.
    La Resolución 2334: S/RES/2334
    La reunión del Consejo de Seguridad donde se discute esta Resolución: UNSC on Israeli West Bank Settlements


    N/A:
    Final medio huachafo, verdad que sí.
    ¿España siendo director? Obvio, justo en ese mes le tocó ser Presidente del comité. Se rotan cada mes el puesto.
    ¿Bellos latinos? Venezuela y Uruguay aparecieron un ratoski aquí. Me los imagino con el diseño de la bella Kuraudia.
    ¿Israel y Palestina? Es difícil decir cómo me los imagino, habían un huevo de diseños. El nombre humano de Israel, Rafael, lo vi en Tumblr. A Palestina no tengo idea de cómo nombrarlo.
    ¿Título de una canción? Sí, de Camilo Sesto.

    Me parece que le pega un poquito al fanfic.

    Qué decirles, ya es julio y estoy preparando un fanfic PerúxEspaña. Ya saben, 199 años de vida republicana no se desperdician. Quiero tenerlo listo para el 28, yaaas. Y sí, va a tener una canción de Camilo Sesto o Nino Bravo de título, depende cuál de las dos canciones que tengo en mente se peguen a lo que tengo pensado.
    Dejando eso de lado, gracias si leyeron hasta aquí, los quiero mucho, aunque dudo que alguien lo haya hecho :''''c
  3. .
    No quería entrar al foro hasta que tuviera terminado esto.
    Lo tenía desde 2015, pero por supuesto, estaba todo HORRIBLE. Ahora está más o menos, pero idk, creo que el problema fue que, cada vez que buscaba más info sobre el tema, me daban ganas de agregarle esa info extra a lo que se suponía iba a ser un simple one shot. De hecho, no sabeeeen, lo que me acabo de encontrar sobre que Rusia tenía intenciones de vetar una posible resolución de EEUU, pero al final, nunca la presentó. Quedé así ira :0
    Bueno, la premisa de este ff, que no sé cómo llamarlo porque tiene como 5817 palabras y 9 páginas, era básicamente que Alfred iba a la casa de Kiku para ver películas de terror, algo taaan canon y usado en el universo de Hetalia. En 2015 no tenía mucha imaginación pe'. Cuando lo reescribí, le metí conceptos MUNers, sin querer llegar a retratar del todo el comité del Consejo de Seguridad (nunca he estado en uno), aunque al final sí me salió así, y encima, mal :'c
    Está ambientado entre el 22 de diciembre y el 23 de diciembre del 2016.

    ATENCIÓN: No pretendo que la gente forme ideas políticas a partir de esto, pueden hacerlo por cuanta propia informándose como es debido (you know, de un fanfic huachafo no se estudia). No tengo nada en contra de Israel, Palestina o Estados Unidos. Me gustaría ver un mundo pacífico.
    Also, HAY SECZO MAL ESCRITO. No es la gran cosa.



    Con el viento a tu favor



    Kiku está extenuado del día de trabajo. Habían ocurrido demasiadas cosas importantes en una sola reunión, en la cual, si bien es cierto, el veto no se hizo presente, probablemente lo haría el día siguiente, para temor de todos y sorpresa de nadie. Las cosas estaban turbias desde hace un tiempo, pero nadie se atrevía a admitir lo obvio. Estados Unidos y los otros miembros, como siempre, habían recalcado los diferentes puntos de vista sobre la situación en Medio Oriente (específicamente, sobre Israel y Palestina). Siempre buscando la conveniencia. La idea de un Consejo de Seguridad transparente, adecuado para el siglo XXI, se veía tan lejana, que ni siquiera pensaba llamar a Ludwig para contarle la situación. Hace buen tiempo, los G-4 habían presentado las reformas a la Asamblea General, de quienes recibieron apoyo. Sin embargo, los Miembros Permanentes del Consejo de Seguridad seguían haciendo de oídos sordos. Era obvio que China no le quería ahí. Aún escuchaba las voces de Francia e Inglaterra, mostrándoles “apoyo”, o como sea que se le llamara a eso.

    El hombre japonés suelta un profundo suspiro. Los años no perdonan, a pesar de ser un país. Siente la pesadez en los hombros, de años de buscar algo que él mismo ni siquiera sabe qué es. Por supuesto, buscaba la paz entre las naciones, la no proliferación de armas de destrucción masiva, y algo más que decía en su constitución, o las resoluciones que habían pasado en la Asamblea General (tampoco es que fuera indiferente). En las últimas décadas, sus logros no solo tenían que ver con cuánto financiamiento brindaba a la ONU, sino en los proyectos de ayuda humanitaria en diversos países africanos. Se trataba de eso: De ser reconocido como un miembro competente. Hace años que persigue el sueño de la ampliación del Consejo de Seguridad, de ser un Miembro Permanente junto con Alemania, Brasil e India. ¿Qué habían logrado? Una patada en el trasero. Incluso, la tensión lo había empujado a declarar la posibilidad de presentar una resolución hecha por su cuenta.

    Se sienta frustrado en el sillón del cuarto de hotel que, amablemente, Estados Unidos había escogido para él. Saca la laptop de su maletín, junto con muchos, demasiados, papeles y notas que, debajo de la mesa, había compartido con España y Egipto (ambos, irónicamente, forman parte del Club del Café1, Egipto siendo hasta miembro fundador). Un “Te ves más cansado de lo normal, ¿todo bien?” De parte de España le reconfortaba más de lo que esperaba. Tenía años de historia con él, era normal que, en esas extenuantes reuniones donde ninguno era presidente o no había un orden premeditado, ambos decidieran sentarse juntos. O el típico “Hablemos del Oriente Medio en privado, por favor. Eres más coherente que ellos” de Egipto, a quien le agradecía la confianza depositada en él. Después del comité, se acercaban a plantear sus ideas y escribirlas para una posible resolución (de hecho, Egipto había sido quien puso en mesa un importante anteproyecto, sin embargo, lo había retirado por alguna razón). Kiku siempre guarda las notas en un lugar especial de su casa, ya sea por el apego que tiene por las cosas simples o por el afán de recolectar memorias.

    En fin, estira los músculos de su espalda, escuchando un crujido. Sí que parece un anciano. Prende la laptop y su plan para toda la noche es revisar discursos que mañana presentaría en el comité. Lamentablemente, no tiene cosas interesantes que hacer en Nueva York. El frío simplemente no le dejaba salir a la calle a pasear un rato, a pesar de las terribles ganas de ver a la Ciudad que Nunca Duerme adornada y preparada para la Navidad. De hecho, echa una mirada hacia la ventana, y qué bien que el edificio es alto, porque la vista es simplemente maravillosa. Pero la ensoñación termina porque escucha un suave toque en la puerta. Cierra la laptop y apresuradamente, guarda los papeles en el maletín, temiendo que alguien pudiera descubrir todos esos proyectos y notas que compartía con las demás naciones. Era algo demasiado suyo como para permitir que alguien, incluso su jefe, le eche un ojo.

    Cansado como él sabe estar, abre la puerta de la habitación. El casual rubio está parado frente a él, con una gruesa chaqueta marrón y una bufanda negra envuelta en el cuello. Con una mano, lleva una bolsa de McDonald’s, y un par de Coca Colas en la otra. Le sonríe tan fresco como siempre (a pesar de la mucha ropa que lleva encima), como si al día siguiente no los hubiesen llamado a una importante reunión.

    —Estados Unidos. —Hace un pequeño saludo con la cabeza. Abre por completo la puerta y le deja pasar, porque no le queda de otra. La nación se tomó la molestia de ir hasta el hotel.

    —Llámame Alfred, ya te lo he dicho. —Le recuerda amistosamente. Deja lo que tiene en las manos sobre el pequeño centro de mesa y se saca la bufanda y la chaqueta. Deja sus prendas tiradas en el sofá. — ¿Está bien si subo la calefacción? Muero de frío. — Hace un puchero. Extiende las manos y toma las de Kiku. —Mis manos están heladas.

    Kiku se sobresalta. Las manos del estadounidense sí que estaban heladas. — ¿Olvidó sus guantes otra vez?—Sonríe comprensivo. El chico, más que olvidadizo, era despreocupado. A Japón no le sorprendería que saliera sin abrigo en pleno frío (por suerte, solo fueron sus guantes). De todas formas, suelta las manos contrarias y le deja manejar el aparato que Kiku no ha tocado en toda su estancia. No es que no supiera manejarlo, más bien, le parecía bien la temperatura en la que el servicio a la habitación había dejado programada la calefacción. Es más, Kiku ni siquiera estaba gran parte de su día en ese lugar, sino que hace tres días se la pasaba más en las oficinas del Consejo.

    —Sí. Tal vez los dejé en algún lugar de mi auto…

    Se quedan en silencio un buen rato.

    Si tenía que admitir algo, era que le ponía incómodo tener cerca a Estados Unidos. Por supuesto, tenían años de relaciones diplomáticas; todavía recordaba todas esas veces que el joven iba a visitarle. Sin embargo, la tensión entre ellos había crecido después de los lamentables hechos de la Segunda Guerra Mundial. Kiku no sabía con claridad si lo que quería Alfred era que volvieran a ser amigos, o tenerlo vigilado de cerca. Pero no le gusta pensarlo de esa forma. Más bien, se cuestiona qué es lo que quiere ahora el estadounidense, llegando tan campante con sus hamburguesas y sus sodas.

    —Kiku…Iré directo al grano. —Rompe la tensión el visitante. —Traje lo que ves ahí para…Compartir. —Se rasca la nuca y desvía la mirada. —He querido hablar contigo desde que terminó la reunión. Sobre los proyectos y eso. Al parecer, un grupo quiere presentar el anteproyecto que Egipto retiró, escuché algo así de España cuando acabó la reunión de hoy, y el no saber si tengo tu apoyo o no, me pone nervioso.
    No es que no le sorprenda. Solo qué… Es poco típico de él. Se hubiesen sentado a comer primero. Pero Kiku mantiene la cabeza fría antes de ceder ante su corazón, que le cuestiona si esos ojos de carnero degollado no son lo suficientemente degollados como para tomar una rápida decisión.

    —Alfred, escúchame bien. —Japón le hace tomar asiento. Le mira directo a los ojos, sin rodeos. —Sabes que cuentas con mi apoyo para diferentes proyectos… —El joven ya estaba dispuesto a abrazarle; Kiku hasta pudo ver estrellas en sus ojos. Pero pone la mano frente a él, impidiendo el contacto. —Pero no puedo asegurarte nada esta vez. Creo que tienes claro lo que pienso, más bien, de lo que 14 países miembros pensamos de la situación, de las acciones de tu gobierno en son de proteger a tu aliado.
    El muchacho se descompone en el sillón, derrotado. —Wahhh, Kikuuu, ya sé que eres serio, pero no me trates así.
    Y ahí está, el Estados Unidos que conoce. El mayor, siendo mayor, y por mayor, sabio, le da palmaditas en la cabeza. —No me apetecen tus hamburguesas, gracias.



    Después de la maravillosa labor de Alfred (comerse las dos Big Mac y beberse ambas sodas), Japón decide que es momento de dormir. Está cansado desde hace siglos, por lo menos quería aprovechar un par de horas para ordenar sus ideas antes de la medianoche, pero parece que eso no va a ser posible. Alfred sigue rondando su habitación, hablando sobre videojuegos y películas de terror, como si no tuviera nada mejor que hacer. Cuando Kiku está a punto de pedirle que se retire, el joven prende el televisor.

    —Esto tiene Netflix.

    —No le había prestado atención, y tampoco es que quiera ver alguna película ahora…

    —Perdona, ¿dijiste algo?

    Kiku se descompone en el sillón. Ya no importa.

    El invitado digita su cuenta y su contraseña. De verdad planea ver películas junto a Kiku, quien DE VERDAD aprecia sus horas de sueño. Alfred se sienta a su lado y pasa un brazo alrededor de los hombros del japonés. —Me agradas mucho, Kiku. De verdad. Let’s just…Netflix and chill.
    El ambiente lo confunde. No tiene muy claro por qué el muchacho pone esa expresión en su cara y por qué está tan cerca de su cuerpo. Pone la vista al frente, indispuesto a intentar echarlo a la calle de una patada. —Está bien… Usted elija la película, entonces.

    Alfred quita su brazo, contrariado. De todas formas, pone la vista al televisor y elige… Una película de terror. Dios. El chico es consciente del temor que le causan esas producciones y AUN ASÍ, elige películas de ese tipo, ¿para qué? Demostrar su valentía o algo. Kiku planea quedarse dormido en medio de la película. Por supuesto, no quería ser grosero. Después de todo, Estados Unidos había sido tan amable de reservar el hotel para él y su Embajador (Koro Bessho-san), además, le había proporcionado transporte y traductores (los cuales eran innecesarios, él y el embajador manejaban bien el inglés). En la reunión, le preguntaría a Malasia si había recibido el mismo trato.

    La película parecía interesante, de hecho, Kiku se queda viendo el televisor con tanta intriga, que le pega un pequeño susto el screamer. No grita como lo hace su acompañante (grito el cual sí que le pega tremendo susto y sordera). —WAHHH KIKU, ¿VISTE ESO? ERA UN FANTASMA. —El chico se apega a él, y lo abraza como si fuera un flotador en medio del océano Pacífico.

    —SÍ, LO VI, guarde compostura, por favor.

    —No puedooo. —Lloriquea el autoproclamado “héroe”. “Yare yare daze. Qué perra tan escandalosa”, diría Jotaro Kujo. Pero Kiku Honda no lo hace. Respira profundo y deja al muchacho hacer más o menos lo que se le dé la regalada gana.



    No sabía que hacer su regalada gana implicaba quedarse a dormir en su habitación. “Tendremos una junta importantísima en algunas horas” le había repetido hasta el cansancio Kiku. Alfred había argumentado con el temor hacia el fantasma que podría rondar si se encuentra solo en su casa. Y de repente, Alfred ya se estaba desvistiendo en frente suyo. Vaya, hasta tenía una almohada extra. ¿Qué era esto? ¿Un complot del staff del hotel?

    — ¿No tenías frío? —Pregunta, inquisitivo, el hombre japonés. —Puedes dormir con la ropa puesta, ¿sabías?

    Alfred le mira de reojo. —Las cosas se van a poner calientes, de todas formas.

    — ¿Disculpa?

    ¿Por qué todo se siente raro? Tiene unas gigantescas ganas de correr hasta el aeropuerto y regresar a su hogar en Japón. Sí, eso hará. Pero el muchacho le detiene.

    — ¿Qué no entendiste el Netflix and chill?—Suelta tan natural, como si hace unos momentos no hubiese estado lloriqueando y gritando por un fantasma.

    — ¿DISCULPA?

    Se lo iban a comer com-ple-ti-to a Kiku.



    Si había algo que le molestaba, era el sexo con gafas.

    — Quítatelas ya —Se queja la nación mayor, entre jadeos desesperados. Estados Unidos reclama que “noooo, deja a Texas en su lugar”, mientras Kiku estira los brazos hasta alcanzar su objetivo. Los quita de un movimiento, a la vez que acerca su cara a la de más joven y le planta un beso hasta el alma. Y él que no quería…

    Deja a Texas a un lado y disfruta de su sexualidad por una vez en muchos, muchísimos, larguísimos años.

    Entre arrumacos, Alfred, quien es joven, y por joven, desesperado, lo estrecha entre sus brazos, recostándolo contra la cama, totalmente entregado a su causa. Acaricia sus piernas, va subiendo por ellas, y aprieta su trasero, cosa que le toma por sorpresa, así que suelta un gemido en medio del beso, más por la confusión que por excitación. Se sujeta al cuello del rubio cuando a este se le ocurre levantarle las caderas.

    Requesting condoms!

    — No tenemos tiempo…

    — La calentura te cambia, precioso.

    Kiku suelta un suspiro. Le derriten esas palabras. Como le trata bonito, le recompensa contorneándose pegado a su cuerpo, frotándose con la dureza del muchacho. Exclaman cosas incoherentes, como “fuck me”, “oh my god”, de esas expresiones que probablemente se escuchan en un video porno.

    Se deshacen en cariño, cariño sexual. Japón pega un gemido cerca al oído de Alfred, cuando este, por fin, le penetra después de todo el asunto de prepararlo. Un cosquilleo baja por su espina dorsal, sobretodo, cuando le muerde salvajemente el hombro. Igual y no se queja, porque le gusta ser rudo también. Decidan su temática, por favor.

    Dale que dale, hacen cuantioso escándalo; igual y Alfred les advirtió a los del hotel que no les molestaran.
    ¿Fue este el plan de los Estados Unidos de América desde el principio? No, no, Japón no quiere pensar en eso.

    Dejando de lado ese asunto, Kiku de verdad lo está gozando. Se siente joven y querido, como pocas veces sabe sentir. A pesar de los extensos años vividos, el mayor percibe al más joven como inexperto adentro suyo, y aun así, le vuelve loco, y lo hace sentir renovado, como si fuera un diferente país por descubrir, como si cada terreno de su piel fuera explorado nuevamente, esta vez por salvajes y desesperadas caricias.
    Give me more, honey. —Le susurra al oído el rubio. Lame su lóbulo y Kiku solo puede suspirar y acariciar la espalda del fuerte estadounidense.

    ¿Y qué otra más le podía dar, más que su propia alma? Aunque fuera sexo casual (que está casi seguro que es), lo está dando todo de sí. Incluso derrama lagrimitas de lo bien que lo está pasando. “Oh, Alfred, no te detengas…” es lo poco coherente que puede decir. Alfred le sostiene el rostro dulcemente y seca sus lágrimas mientras besa sus labios. Sus ojos, azules como el cielo, le hacen temblar. —God. Eres espléndido, Kiku. —Conecta sus frentes. Kiku se siente expuesto, realmente desnudo. Despojado de su habitual templanza. —Realmente me gustas.

    Ciertamente, no sabe qué responder. El nipón queda sorprendido, helado ante la confesión. Es que es, hasta cierto punto, obvio, ¿no? Claro, si estaban haciéndolo tan apasionadamente, es porque se quieren, ¿no? Si se pone a pensar en eso ahora, el calentón se le va a bajar. Pasa de largo el comentario y continúa moviendo la cadera para que el estadounidense haga lo propio. Dios, y qué bien que se movía.
    Está perdiendo la cabeza.
    Ya se va a correr. Alfred le avisa lo propio.
    Y alcanza las estrellas.



    Se quedan un rato dándose caricias. Kiku se observa la horrible mordida que trae en el hombro, la cual no le dolía hasta hace unos minutos.

    —Le debo pedir que se controle, por favor. —Dictamina, cerrando los ojos, exhausto como para atender a algo más. Sí, se ve mal, pero no es como si alguien le vaya a ver desnudo de aquí a mucho tiempo. A menos que alguien le invite a un Onsen2 al volver.

    — ¿Eso quiere decir que habrá una próxima vez?

    Kiku abre los ojos. No quiere responder con una negativa, porque definitivamente siente que esa no debe ser la última vez.

    —Tus sentimientos, ¿van en serio?

    —No respondas a mi pregunta con otra pregunta. —Infla los mofletes cual niño pequeño. Se acomoda en las sábanas, tapándose la cara. —Ya te dije que te quiero. Inclusoplaneétodoesto.

    — ¿Qué?

    Kiku se incorpora, apoyando su espalda en la cabecera de la cama.


    —Na-nada, NAHAHAHAHA. —El rubio ríe, nervioso, destapándose la cara y descubriendo la expresión del mayor.
    Tal vez Kiku le haya mirado así una vez en su vida, cuando se vieron por primera vez después de finalizada la Segunda Guerra Mundial. No, Japón no se había aparecido cuando firmaron el Acta de Rendición, más bien, en el Tratado de Paz de San Francisco… Un minuto, él ni siquiera le había mirado a la cara, tuvo que haber sido antes. Cuando Estados Unidos se dignó a ir él mismo, en persona, a la casa de Japón…
    Ahí está, la mirada.

    “¿Cómo te atreves a venir aquí? ¿Por qué? ¿A quién quieres engañar?”

    — ¿Qué quieres decir con que “lo planeaste”?—Sisea. No le deja responder. —Por supuesto, lo debí suponer. No cambias, Estados Unidos…—Como si hubiese tenido una revelación mística, alza las cejas.—¿Acaso tienes algo que ver con que Egipto retirara el Anteproyecto?

    —Kiku, déjame explicarte…—Alfred se incorpora, decidiendo ignorar lo último y tomándole de la muñeca. El nipón se libera en un instante del agarre. —Kiku, sí me gustas de verdad, por eso quise hacer esto-

    —Alfred, entiende. Viniste para convencerme de votar en contra si es que se presenta la Resolución, ¿no es así? ¿Toda esta charla es parte de tu manipulación sentimental, acaso?

    —No me malinterpretes, piénsalo un poco. —Otra vez trata de alcanzar sus manos. El contrario las aparta de un movimiento digno de sus épocas como samurái. —Te he amado desde los años 50.

    Silencio inunda la habitación, ambos sosteniéndose las miradas por unos largos 5 segundos. Como si la cuestión le agitara, Japón respira entrecortadamente. Se lleva una mano a la cara. —Retírate, por favor. Nos vemos en la reunión.

    “¿Puedo separar al humano, de la nación?”




    Referencias:
    1 Club del Café, Coffee Club en inglés, es un apodo para “Uniting for Consensus”, movimiento de oposición a la idea de ampliación de miembros permanentes del Consejo de Seguridad. Fundado y liderado por Italia.
    2Onsen: Aguas termales japonesas.
    El Consejo de Seguridad es un órgano de las Naciones Unidas, el único comité que puede tomar acciones inmediatas, disponer y no tan solo recomendar acciones a los países, sino, llevarlas a cabo mediante las Resoluciones. Se encargan de salvaguardar la paz y evitar guerras. Tiene 5 miembros permanentes, y otros 10 que van rotando.
    Los Miembros Permanentes tienen derecho a veto. Pueden "kanselar" cualquier resolución o moción o whatever que se les dé la regalada gana(?)
    N/A:
    Ay pues, sí quedó a la mitad.
    Mañana voy a estar subiendo el segundo y último cap. El de hoy es un regalo de la mua para la mua.

    Si bien es cierto, comencé explicando cómo se siente Japón en el Consejo de Seguridad, más adelante se va a ver que no es eso a lo que va este two shot(?), y creo que ese es un error mío por andar entreverando la información. Supongo que fue la emoción, hasta me vi una sesión del Consejo de Seguridad.
  4. .
    QUOTE

    LLÉVEME A SU CASA, HÁGAME ENSALADA, CÓMPREME, LLÉVEME, WUUUUUUU


    -La Paltita Emocionada.


    www.youtube.com/watch?v=Drn9veKd9as
    Perdón gente, tenía que hacerlo. Para subir el ánimo y eso.
    Tenía muchas ganas de subir este one shot aquí, why not. El año pasado me volví una fan empedernida de los Jojo's, tengo que admitirlo. Hago poses bien mamalonas y escucho música de los 80's para abajo (esto siempre lo he hecho, en realidad). So, aquí les dejo mi bonita historia que pueden encontrar as well en Wattpad, plataforma en la cuál soy el frakaso.
    221952637-144-k577232
    Esta es la portada hecha un mamarracho porque no c hacer portadas, y porque no sé subir imágenes de la compu al forito. I mean, se vería con mejor calidad si así fuera.
    Pero bUenO, aquí les dejo con la lectura.
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    Act Naturally, parte única



    Habían pasado varias horas desde que Joseph había llegado.

    Su cuarto en la residencia universitaria no acostumbraba recibir invitados de tal género a estas horas de la noche. Caesar, quien siempre llevaba a lindas señoritas, agradecía cada que podía a la espesura de la niebla y la pálida luz de luna, que albergaba los recuerdos de obscenos momentos. No había sido descubierto, hasta el momento. De todas formas, podía hacer lo que él quisiera; después de todo, el compromiso no era lo suyo y podía romperles el corazón a todas sin terminar con lamentables moretones.

    Por supuesto, esa noche también quería a una hermosa signorina, sin embargo, Joseph Joestar había sido una molestia recurrente en las últimas horas, insistiendo en hacer juntos los trabajos de todos los cursos. No le hacía mucha gracia por dos sencillas razones: Jojo siempre era una molestia. Y nunca se sabe con un Joestar. O es lo que alguna vez el viejo Speedwagon le sugirió al contarle todas esas historias sobre el abuelo William y Jonathan Joestar. Aunque, de hecho, Jonathan parecía más un caballero, y es lo que Joseph nunca llegará a ser en su vida. De alguna u otra forma, el apellido Joestar ha estado presente en su familia, y por algún desafortunado suceso, el nieto del valiente Jonathan había terminado a parar en la Universidad Ca 'Foscari de Venecia, la misma en la que el nieto de William Zeppeli también estudia. De verdad Caesar no esperaba que, la persona quien le había sacado de la calle y había pagado sus estudios, criara como a su propio nieto a alguien como Joseph. En serio no lo soportaba. Joseph era tan infantil en situaciones serias, y en serio Caesar no soporta a quienes se comportan como bambinos, no cuando sus hermanos menores nunca le hicieron pasar por situaciones de extrema incomodidad, como Joseph.

    —Eh, Caesarino.

    —Demonios, que no me llames así.

    De alguna manera, Joseph le saca de la concentración extrema que le ponía a la redacción del trabajo que les habían dejado en Finanzas; tal vez para bromearle, molestarle o irritarle (aunque cualquier cosa que haga Joseph le irrita, en realidad). En cuestión de segundos, Caesar vuelve a poner la vista en el documento de Word y presiona teclas al azar, pretendiendo escribir.

    —Hey, puedo ver lo que haces.— Joseph se percata. Gira la pantalla de su laptop y le señala las letras. Documento compartido en Drive, por supuesto. Caesar se siente imbécil, pero no admite fácilmente una derrota. —No finjas ignorarme.

    Caesar borra lo tecleado y vuelve la mirada a Joseph, quien está frente suyo y levanta las cejas. —Sì, sì, be', ¿qué deseas?— Le cuestiona.

    —¿Puedo quedarme a dormir aquí? Es que el tío Speedwagon me mata si llego a estas horas.— Hace un puchero y juntas sus palmas. —¿Por favor?

    Al contrario de Caesar, Joseph tenía un hogar al cuál acudir después de clases. Era bien sabido que Joestar había venido de Estados Unidos a estudiar Economía, y lo había acompañado la persona de confianza de su abuela Erina: El señor Speedwagon, quien es uno de los hombres más ricos de Gran Bretaña. Hace mucho tiempo atrás, la Fundación Speedwagon contactó a Caesar y lo ayudó en sus estudios universitarios. Al comienzo no sabía por qué, luego el mismísimo Speedwagon le contó la historia del abuelo Zeppeli y lo importante que había sido. Por eso mismo, Caesar piensa dos veces antes de darle un disgusto al honorable señor Speedwagon y pretende pensarlo más.

    —No lo sé, Joseph. Hoy tenía una cita nocturna.— Caesar sonríe, vanagloriándose de su suerte con las chicas. —¿Alguna vez has tenido una cita de esas, Joestar?— Posa el codo en la mesa y sostiene su cara con su mano derecha.

    —Nunca he tenido novia.— Joseph entrecierra los ojos, fastidiado, y vuelve a mirar su pantalla. Claramente, pretendió utilizar la técnica secreta de Zeppeli, sin embargo, al instante se dan cuenta ambos y Joseph borra las letras innecesarias. Caesar le mira fijamente ahora, preguntándose de qué color son los ojos de Joseph: Si aguamarina o verde claro. Tal vez cambien por la luz azul que proyecta la pantalla.

    —No necesitas novia para hacer eso, ¿sabías? Eres todo un novato.

    —Entonces, me voy. Maldición, no soporto a los hombres como tú.— Refunfuña. Cierra su laptop de golpe y toma su mochila. Caesar, quien le escuchó, se para al instante y toma su muñeca

    —Oye, no iba en serio.— Rueda los ojos. Le cuesta decirlo. —Puedes quedarte.

    —¿De verdad?— Las gruesas cejas de Joseph se relajan.

    —De verdad. Pero primero avísale a tu tío.— Caesar le suelta, complacido de alguna forma. Hace un gesto elegante con la mano y sonríe, autosuficiente.

    —Te debo una, ah.

    Y Joseph se aleja un momento para llamar a su tío.

    Caesar se sienta otra vez frente a la laptop y apoya la cabeza en su mano derecha. Con la mirada indiferente, contempla el cuerpo bien formado de Joseph. Caesar está segurísimo de tener un cuerpo así de trabajado, tal vez porque todas las chicas se han aferrado fuertemente a él, o porque ha entrenado desde joven. De cierta forma, el sexo era como un ejercicio mensual para él; era una de las maneras para mantener su eight pack en el abdomen. Se preguntaba si Jojo no le mentía con eso de que nunca ha tenido novia. Es decir, estaba buenísimo como para estar soltero y seguir virgen a los 19 años, y Caesar sabía reconocerlo. A diferencia suya, Caesar había empezado la vida sexual desde joven, más o menos a los 16, que fue cuando su padre abandonó la casa por razones desconocidas en ese entonces. Joseph siempre había vivido con su abuela y sin madre ni padre, así que había sido algo parecido a un niño mimado. Caesar envidiaba eso, pues tuvo que ser padre y madre para sus hermanos, y la vida que llevaba no ayudaba demasiado. Había terminado varias veces con sus chicas porque no podía dedicarles tiempo, y porque tenía cierta fama en Venecia.

    —Mi tío te adora, ¿lo sabías?— Joseph termina de hablar por teléfono y Caesar deja de pensar demasiado en otros asuntos. Le sonríe, sarcástico como siempre, y cierra la laptop.

    —Es porque nuestros abuelos se conocieron hace mucho.— Caesar estira los brazos, sacando algunos conejos. Sabe que han terminado su trabajo y que es momento de descansar. Camina hasta su cama y se deja caer en ella.

    —Debe ser.— Joseph le mira hacer todo esto y se acerca a él. —¿Tienes hambre? Yo no.

    —Tampoco.— Caesar le hace espacio en la cama a Joseph y da palmaditas al colchón. —Ven.

    —Voy al baño primero.

    Después de levantar el pulgar en señal de aprobación, Caesar deja caer su cabeza en la almohada, esperando a utilizar el baño después de Joseph. Cierra los ojos, más despierto que dormido. Después de todo, había sido un día agotador y merecía su descanso, pero Caesar nunca lograba conciliar el sueño temprano, así que espera al llamado de Morfeo. Sin embargo, no llega porque escucha la puerta del baño abrirse.

    —Jojo, ¿es cierto que no has tenido novia?— Le toma desprevenido. Al no escuchar respuesta instantánea, sonríe autosuficiente y abre los ojos para encontrar a Joseph mirándole fijamente. No sabe si está molesto, receloso, irritado o solo cansado, así que prefiere sostener la mirada también. —¿No vas a responder?— Le reta.

    Joseph aparta la mirada, y Caesar analiza sus facciones. Sabe que lo ha fastidiado porque frunce el ceño y se acerca amenazante a su lugar. —Demonios, Caesar, voy a darte la lección de tu vida.

    —¿Vas a golpearme, acaso?— Siempre precavido, se incorpora de la cama y se sienta al borde. —Si te molestan tanto ese tipo de preguntas entre camaradas, debe ser por algo. —Aparta el cabello que cae en su cara con sus dedos, con el gesto más sensual que puede tener. —Anda, te espero.

    Y sabe que Joseph aguanta las ganas de pegarle, porque puede ver sus puños apretados. Pero le sorprende lo bien que se contiene, pues él sabe lo explosivo que puede ser Joestar. Mientras se acerca, puede ver su rostro sonrosado y sabe que es por la furia contenida. Pero realmente se sorprende cuando ya están frente a frente, y Joseph lo echa con brusquedad en la cama.

    —¿Quieres probarme, Zeppeli? Me gustan los retos. Puedo demostrar que soy mejor que tú en hacer estas cosas, Caesar. Ya lo vas a ver.

    Y lo besa.

    Caesar se queda quieto por la sorpresa. Ni siquiera trata de alejarlo. Después de unos segundos, asimila que Joseph no besa tan mal, pero podría mejorar, así que mejor decide ayudarlo, y así se quedan por un corto rato, porque Joseph decide echarse atrás en su reto.

    —Ah, Joestar, no está nada mal.— Sonríe socarrón. Se limpia la boca con el dorso de la mano e incita a Joseph a seguir. —Vamos, me ha gustado bastante. Continúa

    Joseph, con las mejillas más rojas que antes, retrocede a tal punto de caer de la cama. —No pensaba que seguirías. Es decir, lo hice para molestarte.

    —Santo Cielo.— Indignado, Caesar se para y va al baño, como tenía planeado desde un principio. Desde el fondo de su corazón, esperaba que las intenciones fueran reales. De alguna manera, había disfrutado el beso de un varón, principiante, considerando el hecho de que Caesar no es gay. Bueno, tal vez bisexual, pero nunca había sentido lo mismo por otro chico, así que no estaba seguro. Se apoya contra la puerta del baño cuando ya la ha cerrado, y dramáticamente, piensa en los sentimientos de Joestar. Es un imbécil, por supuesto, por tratar de molestarlo de esa forma. Y él mismo también tuvo una reacción de lo más idiota por incitarle a seguir. Como si le gustara de verdad. A fin de cuentas, Caesar jugaba con todas las chicas, pero no podía permitirle a Joseph jugar de esa forma tan irrespetuosa con él.

    Todavía ofendido, hace lo que tiene que hacer, se lava las manos, se moja la cara, y sale con el orgullo renovado hacia la trampa mortal que le espera. Caesar no dejaría que Joseph ganara, no señor.

    —Me sorprende que sigas aquí.— Encuentra a Joseph sentado al borde de la cama, con la cabeza entre las manos. Se ve como un cachorro arrepentido. De verdad espera que esté arrepentido.

    —Me voy cuando quieras.

    Caesar profiere un bufido. Este Joestar no es el mismo cachorro hiperactivo que conoció hace un mes, y a pesar de lo mucho que se pueda burlar, no le gusta verlo así. Hasta siente compasión. —Oye, no estoy molesto ni nada, así que solo échate a dormir o algo.

    —La siguiente línea que dirás es: "Me irritas estando despierto".

    —Me irritas estando despierto-QUÉ.

    Joseph se separa de un salto de la cama. Señala a Caesar y ríe en su cara. —CAÍSTE EN MI TRAMPA, ZEPPELI. TENERTE ASÍ FUE MI PLAN DESDE EL PRINCIPIO. MÍRATE, LUCES RIDÍCULO.

    Caesar siente su cara arder de la vergüenza que le está haciendo pasar este... remedo de hombre. No se había sentido tan ofendido en años, menos con alguien con capacidades inferiores a él. Joseph Joestar estaba cavando su propia tumba, y Caesar lo ayudaría con mucho gusto. Lo primero que hace es guardar compostura, no abalanzarse. Si algo había aprendido en los bajos barrios venecianos, era mantenerse tranquilo, con ataques verbales activos-pasivos. —El ridículo eres tú, Joestar. Me besaste para hacerme enojar, eso es suficientemente infantil.

    Joseph sonríe aún más. —Creer que fue solo para eso te pone en clara desventaja, Caesarino.

    Su cara no podía arder más. Piensa en alguna respuesta ingeniosa, pero es su puño el que reacciona primero, estampándolo contra la varonil mandíbula del Joestar, haciéndole tambalear y caer en la fría cerámica. Su puño duele por el impacto, pero se siente satisfecho al ver confundido y aturdido a Joseph. Se agarra la mandíbula, incrédulo, y al instante se para para seguir con la "pelea".

    —Eres un imbécil.— Declara, y se abalanza a golpearle el hermoso rostro. Caesar es capaz de esquivar al último segundo el impacto hacia su nariz, y aprovecha para meterle cabe. Aunque no sea un movimiento legal, termina por estampar la cara de Joseph con la planta del zapato derecho.

    —Muerde el polvo, Joestar.— Y con ganas, aplasta su mejilla, esperando dejar la huella del zapato como bonita marca.

    —La siguiente línea que dirás es: "Jamás podrás vencerme"

    —Jamás podrás vencerme-QUÉ.

    Sorprendido, Caesar retrocede unos 3 pasos. Joseph se incorpora casi al instante, y le asesta una patada en las piernas, haciéndole caer.

    —Ahora tú estás abajo.

    Y Caesar no se lo puede permitir. Patea a Joseph en la rodilla, y este vuelve a caer. Ágil como un gato, se sienta a horcajadas encima de la parte inferior del torso para inmovilizarlo. —Ahora yo estoy arriba.

    —Esta posición es peligrosa, Caesar. ¿Crees que no lo sé?— Joseph lanza el ataque verbal, tan típico de él. A ojos de Caesar, la verborrea es lo único que este hombre puede utilizar como recurso más bajo. —Que me miras como si quisieras comerme.

    Caesar aguanta la respiración. Ese fue un golpe bajo para su masculinidad, aunque ya desde hace rato Joseph le había atacado en ese su punto débil. No sabe con exactitud lo que está tratando de procesar su mente porque su cuerpo pide a gritos atención. Entiende por fin lo que tenía planeado desde un principio y acerca sus labios a los del Joestar, guiándole de forma más salvaje que antes. Joseph se deja llevar por el desesperado roce de lenguas y vaivén de caderas. Desean tocar sus cuerpos más allá de la vestimenta; Caesar mete las manos debajo de la camiseta de Joseph y siente que se va a volver loco con solo el tacto caliente de su piel.

    Joseph sostiene sus caderas y decide que es momento de parar. —Caesar— Le llama en un susurro, tan cerca de sus labios que Caesar siente el cosquilleo de su respiración. Tiene ganas de continuar con el juego de lenguas, así que lame los labios de Joseph. Tendría tiempo para arrepentirse de eso más tarde. —Jesus Christ, Caesarino.— El acento británico, casi olvidado entre sus palabras, hace que Caesar suelte un suave gemido. Le excita ser llamado de esa manera.

    Su cara es un poema de colores, entre avergonzado y excitado. Caesar puede ver de cerca los ojos de Joseph, y decide que son esmeraldas.

    Dio, que no me llames así.

    Joseph sonríe, tan carismático como siempre. —¿Y si mejor vamos a la cama?

    —Verás, Jojo.— Caesar se incorpora lentamente. La cama no está tan lejos, pero le agrada la vista que tiene de Joestar. —A diferencia tuya, utilizo la cama no solo para dormir.— Da dos, tres, cuatro pasos y cae sentado en la comodidad del colchón. Se desabotona la camisa, incitando a Joseph a seguirle. Termina por dejar su torso desnudo. —Así que esta noche no dormiremos.

    El chico reacciona. De un salto, se para y llega a la cama. Algo curioso, vuelve a acercar su cara a la de Caesar, tratando de iniciar el beso. Pero se queda quieto, ahí donde está, mirando deseoso lo que no puede alcanzar.

    —¿Qué pasa?— Le pregunta Caesar. Sonó demasiado preocupado para su propio gusto. Aun así, con la mano derecha, acaricia la mejilla de Joseph. Más tarde tendría tiempo para reflexionar sobre lo dulce que resultaba ese trato.

    —No lo sé, Caesar. Nunca he hecho esto.— Se encoge de hombros, aunque le mira fija e intensamente, y Caesar no tiene más opción que besarle otra vez. Empieza despacio, dejando a Joseph marcar su propio ritmo. Luego, se deja caer en la cama, y nuevamente, deja a Joseph ir por donde desea. Aunque sea un principiante, sabe bastante bien por dónde debe ir, besar, hasta marcar. A Caesar le toma por sorpresa cuando besa su cuello y le deja un succhiotto, nunca se lo hubiera imaginado.

    Claro, tampoco se hubiese imaginado dejando a Joseph tomando las riendas del sexo, ese era el trabajo de Caesar, por supuesto. Pero realmente le gusta cómo Joseph le toca. Con desasosiego, curiosidad, miedo. Le parece hasta excitante su inseguridad, tanto así que jadea y gime cuando el Joestar trata de desabotonar su jean.

    —Demonios, Caesar, hazlo tú.— Le pide, avergonzado. Caesar sonríe, sexy como siempre, y se incorpora para quitarse el pantalón. Se deja el bóxer, esperando que Joseph se quite la ropa también. Y cuando el chico capta, se saca la camiseta, pero se detiene cuando está a punto de bajarse el jean.

    —¿Qué?— Exasperado, Caesar le cuestiona. Lo quiere PERO YA.

    —No traigo ropa interior sexy, perdón.

    —Santo Cielo, por qué eres así.— Se lleva las manos a la sien, dibujando círculos imaginarios. Siente que le va a dar migraña.

    —Me voy a bajar el pantalón, pero no mires, ¿sí?

    —¿Y si mejor te quitas l'intimo junto con el pantalón, lo tiras por la habitación, y me penetras duro de una vez?— Más tarde tendría tiempo para arrepentirse de esa oración. Pero en ese momento, la vergüenza está de más.

    —Dios, Caesar, me acabas de prender.

    Y dicho y hecho. Joseph se deshace de la ropa interior mata pasiones, y Caesar ni se da cuenta. Solo puede ver una cosa.

    —Dios mío, te voy a montar como si estuviéramos filmando una película de vaqueros.

    Caesar Zeppeli lamentaría de por vida sus palabras.

    Aunque disfrutaría esa noche como ninguna otra.

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    Miren gente, yo AMO el Times New Roman oc? Ir a tanto MUN y draftear como loca me han hecho apegarme al Times 11. pErO nAdiE pReguNtÓ, por supuesto. Solo quería decir que todas mis historias están hechas para ser leídas en esa fuente. No arial, no comic sans, no nada. Times New.
    ALso, me encantaría hacer un banner todo bien perfecto, etéreo e inalcanzable, pero soy muy mala con ese tipo de cosas.
    Ah, y por cierto, ODIO la palabra "chupetón", por eso la puse en italiano, algo así de "succhiotto" or something.

    El link de mi cuenta por si les interesa apoyarme unu.

    www.wattpad.com/user/Yer_Blues

    EDIT:
    Se veía bien chiquitito, por eso le subí el tamaño unu.

    Edited by Her Majesty - 14/5/2020, 23:09
  5. .
    I loved this ;3;

    Enviado por ForumFree Mobile

  6. .
    Holi, me gustaría cambiar a 100% Sugar Daddy.

    Gracias de antemano :'^D

    Enviado por ForumFree Mobile

  7. .
    Las sonrisitas coquetas de parte de Yoohwan no paran, lo cual irrita a ambos hermanos Wang. Fei porque empareja intenso a esos dos —a Minho y Yoohwan— y ya quiere que se besen, o algo por el estilo. Jun porque... Bueno, Yoohwan seguía siendo de alguna manera, su «madre». No sí, celos de hijo, le llaman. Complejo de Edipo, según Freud. Pero y eso qué, le da una patadita a la «madre» por debajo de la mesa. Yoohwan se sobresalta y le mira, algo irritado. Ambos se miran por un corto rato, casi como un instante. De todas formas, al mayor le vale y vuelve a su hechizo con MinHo. Le coquetea a su manera, ah.

    No debería importarle, de todas formas, él tiene saliente y debería prestarle atención a él. Así que, mientras comen, no puede evitar mirarle de reojo y sonreír ante lo lindo que se le hace verlo así, achicando los ojos probando cada bocado.

    —¿Disfrutas de la comida, Taeyang?— Le pregunta, con una sonrisa de lado, enseñando ese colmillo, que a muchos se le hace atractivo. Jun no sabe por qué, pero se lo han dicho varias veces. No sonríe así a propósito, simplemente le sale natural.—¿Quieres probar el mío?—Señala su plato—Está muy bueno.

    De repente, imagina esas escenas de dorama romántico en el que el protagonista masculino le da de comer a la protagonista femenina en la boca. Se le hace gracioso por unos segundos, pero se le viene un sentimiento de vergüenza, tal vez porque sería muy lindo y romántica que hiciera algo así, pero a la vez tonto y... Ah, mejor ya no pensar en eso, porque sus mejillas se tiñen de un leve rosado, casi imperceptible. Ojalá y no lo note...

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    SPOILER (click to view)
    Te he hecho esperar tanto para esta respuesta tan corta, perdón :'v

    Por cierto, vi la ficha que publicaste, y sinceramente me encantó el Kookie, ahhh <3
    Iba a escribir otra ficha para la galletita, but luego me acordé de que ya teníamos este rol y que ya entré a clases y mi tiempo se reduce, y se me pasa alv :'''v

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  8. .
    ¡Bienvenido al foro, Red!( ´ ▽ ` )ノ

    He escuchado un par de canciones de Gorillaz y me han encantado, la verdad~

    Ojalá la pasas bien en el foro, sobretodo en la zona interactiva~

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  9. .
    Cáncer uwur

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  10. .
    Encontré tu fanfic y me llamó la atención. Espero la actualización con ansias~

    Enviado por ForumFree Mobile

  11. .

    To You.



    Se despierta con el agradable aroma de Jaebum penetrando sus fosas nasales. La sensación de sus cuerpos uniéndose la noche anterior se quedó impregnada en su piel, tanto así que le arde el cuerpo del placer de sólo recordarlo. Abre los ojos esperando encontrarse con Jaebum, sin embargo, la cama está vacía a su lado. Ese lado está frío. Pero a Jinyoung no es que le importe mucho, él sigue ilusionado. Se levanta de la cama, encontrándose de lleno con el espejo. Su imagen no es apropiada para el trabajo, piensa, porque las marcas moradas son notorias en su cuello. Se levanta el polo que trae puesto —el del pijama de Jaebum—, encontrándose con más de esas marcas en su pecho, abdomen y vientre bajo. Definitivamente nadie podía verlo así.

    Se acomoda lo único que lleva de ropa —es decir, el polo de pijama del mayor, y su bóxer slip de «Calvin Klein».— y se dirige a la cocina, con la esperanza de encontrar allí al mayor. Pero primero, decide darse una vuelta por la habitación que comparte con Youngjae. Al tocar suavemente la puerta, nadie responde. La abre despacio, y su sorpresa es encontrar la cama que comparten—porque no hay presupuesto para otra, que conste—, vacía. Las sábanas están desparramadas y desordenadas por el colchón. No encuentra a Youngjae, lo cual le sorprende, ya que el menor es difícil de despertar. Quiere pensar que su cita con Mark terminó mejor de lo que esperaba, sin embargo, ¿por qué la cama estaría hecha un desastre si nadie durmió allí? Tal vez se divirtieron un rato allí y luego fueron a la cama de Mark; quién sabe.

    Retoma su camino a la cocina. Cuando está a pocos centímetros de abrir la puerta, escucha voces.

    —Hyung....—Esa parece ser la voz de Youngjae.—¿No es muy temprano para... Uhm, eso?— Se le escapa uno que otro gemido. Jinyoung levanta las cejas, ¿y si está con Mark? Pero al instante descarta esa idea, porque la segunda voz habla.

    —Youngjae-ah, ayer no pudimos hacer nada.—

    Es Jaebum.

    Jinyoung no creía en la expresión «partir el corazón», hasta que ese momento llegó.

    Antes de hacer alguna locura, como abrir la puerta de golpe y sacarle en cara todo lo que pasó anoche a Jaebum, se queda escuchando la conversación.

    —Es que Mark hyung... Bueno, sabes, me invitó a cenar, pero no como amigos.

    —¿Quiso sobrepasarse contigo?

    Jinyoung trata de no soltar un risa sarcástica.

    —No, él nunca haría algo como eso. Sólo dijo que yo le gustaba, pero yo le respondí que no podía aceptar sus sentimientos.

    —¿Le dijiste que tú y yo...?

    —No, sólo le dije que no podía verlo de otra forma.

    El mayor parece suspirar, aliviado.—Estoy bien con tal de que nadie se entere.

    —¿Y por qué nadie se tiene que enterar? Yo creo que todos lo tomarán bien.

    Parece ser que hay una interrupción, tal vez por un beso. Desde donde está, Jinyoung puede escuchar el beso francés que se están dando esos dos.

    —Youngjae-ah, no hay que pensar en eso.— Otra interrupción por un beso húmedo.—Quiero tenerte ahora.

    Parecen besarse un largo rato, hasta que Youngjae interrumpe esta vez.

    —Hyung... Esa marca no recuerdo habértela dejado.

    Boom.

    No, fue Jinyoung quien la dejó.


    —No recuerdas, tú mismo lo dijiste.

    Mentiroso.

    Jinyoung no se aguanta más. Abre la puerta, encontrándose con la dolorosa escena. Jaebum está acorralando a Youngjae contra la pared, mientras el menor observa detenidamente la marca que dejó Jinyoung la noche anterior. Ambos voltean a mirarle, y Youngjae se sonroja.

    —Jin-Jinyoung hyung...—Titubea.—Ahm, no es lo que parece.

    No cree que Youngjae sepa algo de lo que pasó anoche. Él es tan inocente y no tiene la culpa de nada, así que sólo le dirige una sonrisa comprensiva.—No importa, Youngjae.

    Jaebum traga saliva.

    Jinyoung voltea a verlo a él, cambiando su suave expresión a una más dura.

    —¿Le contaste el por qué de esa marca?—Señala su cuello .—¿O también le mentiste?

    Youngjae, confundido, mira también a Jaebum.—¿De qué...?— Interrumpe su pregunta cuando parece notarlo. Pasa la mirada de Jaebum a Jinyoung y viceversa. Nota que el polo de Jaebum lo lleva Jinyoung, y que ambos tienen marcas en sus cuellos.—No, no puede ser.— Niega con la cabeza. Cuestiona al mayor con la mirada.—Jaebum hyung, ¿qué pasó anoche mientras yo no estaba?

    —Nada.— Toma a Younjae de los hombros.—Espérame afuera, ¿quieres?

    —Mentiroso.

    Jinyoung no se lo veía venir de Youngjae. El menor se libra del agarre y empuja a Jaebum unos pasos hacia atrás, volteando a ver a Jinyoung.

    —Hyung, ¿quiere explicarme usted, por favor?—

    No parece, pero está al borde de las lágrimas. Ambos lo están.—Él y yo tuvimos sexo.

    Y Youngjae llora.—¿Puede dejarnos un momento a solas?

    A Jinyoung le duele verlo llorar. Algo dudoso, sale de la cocina, se sienta al costado de la puerta y llora. Logra escuchar la nueva conversación que se produce.

    —¿Cómo pudiste?

    —Youngjae, escúchame...

    —¡No! ¡Basta de mentiras! ¡Basta de tener que escucharte yo a ti! Para ti siempre fui un juego, ¿no es así? Ahora me escucharás tú a mi.

    —Cállate, ¿quieres?

    —¡No! ¡No quiero!— Escucha algo de vidrio caer contra el piso y romperse en mil pedazos. Escucha varias cosas romperse.—Confié en ti. Te amé. Jinyoung hyung confió en ti. Y tú... Tú jugaste con sus sentimientos sólo por una noche de sexo. O quién sabe, tal vez pensabas que él no se iba a enterar de lo nuestro, por eso podrías tenerlo a tu antojo, ¿no es así? Por eso no querías presentarnos como enamorados ante los demás.

    —Especulas mucho.

    —Eres un sinvergüenza. No tienes sangre en la cara, Im Jaebum.

    A continuación, lo que escucha le alarma. Es una bofetada.

    La puerta se abre y Jaebum sale por ella. Mira de reojo a Jinyoung, y se va de frente a su cuarto, cerrando la puerta de un portazo.

    Preocupado, Jinyoung va a ver al menor. Cuando entra a la cocina puede ver los platos rotos esparcidos por el piso. En medio de todo, las piezas de un jarrón rojo destrozado son las más llamativas.

    Y luego ve a Youngjae, hecho bolita en una esquina, llorando como niño pequeño, agarrándose la mejilla. Jinyoung no lo puede creer. Jaebum abofeteo a Youngjae. Sin importar los vidrios rotos, pasa por la cocina hasta donde está Youngjae. Se deja caer de rodillas a su lado y le abraza fuertemente.

    —Perdón hyung...— Pide entre sollozos el menor.

    —No, no, Youngjae, no es tu culpa.—Lágrimas silenciosas caen por sus mejillas, mientras acaricia el cabello del contrario.

    —Sí, lo es, porque yo sabía.

    —¿Qué...?—Interrumpe su pregunta cuando Youngjae solloza más fuerte y posa su frente en su hombro.

    —Yo lo sabía y estuve con Jaebum, yo lo sabía, hyung. Yo... Sabía que era tu ex.

    Jinyoung suspira, frustrado. Sigue acariciando el cabello del menor y posa un beso en la coronilla de su cabeza.

    —No importa, Youngjae. En serio.

    Se abrazan más fuerte, mientras dejan escapar el llanto sin importarles si alguien más les escucha o no.

    Después de unos minutos, la puerta se vuelve a abrir, revelando a la persona menos esperada.

    —Acabo de llegar hace como 2 horas. Quería descansar pero el estruendo me despierta a las 5 de la mañana...—Parece ofuscado. Se queda callado unos momentos y analiza bien la escena.—¿Pero qué demonios pasó?— Ahora está más alarmado. —¿Están ambos bien? Voy a traer algo para limpiar, ¿okey? No se muevan.

    Y Jackson se retira, corriendo a por una escoba o algo. Youngjae y Jinyoung están más tranquilos ahora que ese hyung volvió de ese viaje que parecía interminable.

    Esta vez, Jackson vuelve a la cocina, pero junto a Mark. Barre el piso con sumo cuidado, y cuando queda libre de peligro, cruzan ambos hasta donde están los menores.

    —¿Qué pasó?— Mark le tiende las manos a ambos. Los levanta de un tirón.—Oh, God...—Murmura en inglés al ver los chupetones en el cuello de Jinyoung (y claro, las heridas en sus rodillas también), y las cortadas frescas en las manos de Youngjae.

    Ambos menores, como niños pequeños, se sientan en el sofá de la sala, mientras los dos mayores se dedican a curarles las heridas. Prefieren no contar nada de lo que pasó, hasta que Jackson mira seriamente a Jinyoung y éste cede.

    Cuando Jackson quiere ser serio, lo es.

    —Pasaron muchas cosas con Jaebum hyung.

    Entonces, les explican a ambos qué es lo que pasó. Unas cuantas lágrimas no pueden evitar mojar sus mejillas al recordar. Los ojos de Mark se abren bien grandes cuando escucha todo, y la cara de confundido de Jackson le causa gracia al menor de los cuatro. Sacarle una sonrisa a Youngjae siempre ha sido fácil para Jackson.

    —¿Cómo así que no te gustaba Mark hyung?—Pregunta el confundido Jackson. Jinyoung suspira pesadamente, algo cansado de este chico. Mark mira aún más sorprendido a Jinyoung.

    —Larga historia, hyung, larga historia.

    Al final, Jinyoung piensa que tal vez no ha sido mala idea tener algo de una noche con Jaebum. Por lo menos, tiene 3 nuevos amores (además de los otros 2 maknaes, claro), y esos son sus amigos. San Valentín no fue un fracaso del todo...


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    ¡Fin!

    ¿Fin?

    Enviado por ForumFree Mobile

  12. .
    N/A
    Khe onda prros xdxd

    Aquí la segunda parte~

    ADVERTENCIA >:V


    Contiene lemon, no es la gran cosa, pero es lemon..



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    From Me...



    From me...

    Jinyoung está decidido. Yugyeom y Mark le han dicho que era una buena idea, y él no duda en esos momentos frente a Jaebum. El mayor sólo le sonríe, volviendo a hacer la misma pregunta de antes.

    —Jinyoung-ah, ¿qué me querías decir?

    Aunque... Tal vez esté un poquito nervioso.

    Están sólos en casa. Nadie puede interrumpir en esta tarde, justo como hubiese deseado. La mayoría de veces que podía tener un tiempo con Jaebum o la maknae line interrumpía, o Mark sacaba a pasear en esos momentos a Coco, o Jackson saltaba de repente con alguna excusa para molestarle. Y ahora reza por que Youngjae y Mark entren por esa puerta –la de entrada– después de terminada la velada romántica que el mayor de todos tuvo planeado para Choi. Ruega por que Jackson regrese antes de lo provisto de China. E implora que Yugyeom y BamBam salten de repente a la sala, a molestarles como siempre suelen hacer. Porque Jinyoung necesita urgentemente que interrumpan ese momento que es, de cierta forma, incómodo.

    Jaebum se le acerca más y más al menor. Jinyoung no es ningún tonto como para no entender qué es lo que quiere hacer el contrario, la pregunta es: ¿Por qué?

    —Jinyoung-ah, ¿hasta cuándo vas a quedarte parado sin decir qué es lo que realmente quieres?—Se acerca a susurrar en su oído. Jinyoung posa sus manos en el pecho del contrario, tratando de alejarlo, sin embargo, no hace fuerzas cuando este, sin previo aviso, besa sus labios.

    Jinyoung muere por dentro. Extrañaba tanto ese contacto, rogaba por que algún día volviera a suceder... Y ahí están, besándose como en los viejos tiempos. Jaebum juguetea con su labio inferior. Baja sus manos hasta su cintura y acaricia delicadamente por encima de la ropa, intentando y logrando escapar por debajo del polo de pijama que en esos momentos lleva Jinyoung.

    Quiere algo más que un beso.

    Jinyoung busca qué hacer con sus manos, y es exactamente lo mismo que Jaebum hace. Es decir, explorar por debajo del polo de pijama del mayor.

    Siguen besándose y explorando la boca y piel del otro, hasta que necesitan recuperar el aliento y se separan.

    —Jinyoung, ¿quieres ir más lejos de lo permitido?

    Jinyoung asiente.

    Se funden en los labios del otro, con más deseo que la última vez. Entre tropezones y risas logran llegar a la habitación de Jinyoung.

    —¿Por qué no a tu cuarto?— Pregunta, mientras se acomoda en la cama.

    —Son las 9 de la noche, seguramente Youngjae llegará en cualquier momento y querrá dormir en su cama.— Jaebum se acomoda encima de Jinyoung. El menor olvidó por unos momentos ese detalle.

    Siguen con su labor de exploración. Jaebum se deshace de tan molestas ropas que sólo estorban en el cuerpo de Jinyoung. Besa su cuello y respira su perfume, recorriendo luego su cuerpo con sus labios, dejando caricias por donde pasa. A Jinyoung le vuelve loco el contacto y se limita a entrelazar sus dedos con el cabello del mayor y acallar sus gemidos con la mano libre, mientras él deja marcas a su paso.

    Jaebum llega a su zona erógena primordial, y Jinyoung no puede evitar gemir, alto. Por suerte, nadie está en casa, sino escucharían tal sinfonía proveniente de sus labios. Jaebum retira lentamente la única prenda que lleva el menor, haciendo que la espera parezca eterna como el infierno que se produce en su interior cada vez que Jaebum lo toca. Pero una vez que termina de retirar la prenda, pasándola delicadamente por sus piernas hasta sacarla del todo, Jinyoung automáticamente se tapa la cara con ambas manos, avergonzado.

    —Jinyoung.— Llama el mayor. El mencionado sólo se queda estático en su lugar, con el corazón a punto de salirse de su pecho, ya que la voz de Jaebum suena grave y provocadora.—Quiero ver tu cara, Jinyoung. Quiero que me mires.—Jaebum posa sus manos sobre las del contrario y las quita delicadamente, descubriendo así su rostro. Se miran intensamente por unos segundos y el mayor vuelve a besar sus labios. Se separa para sacarse el polo y los shorts que llevaba, quedándose en bóxer. La erección bajo la delgada tela es notoria.

    Jinyoung cierra las piernas automáticamente, dejando a Jaebum fuera del alcance de lo que quiere conseguir. Se echa de costado. El mayor se limita a acariciar desde sus rodillas hasta su cintura.

    —Jinyoung-ah...—Se echa justo detrás suyo. Besa su cuello, dejando marcas al mordisquear y succionar bruscamente en la zona, mientras sus manos escapan por el bajo vientre del menor, acariciando cerca de su miembro. A Jinyoung se le escapan gemidos cuando Jaebum frota su erección contra su ano.—Jinyoung-ah, confía en mi.

    —Jae-Jaebum-hyung.—Logra decir entrecortadamente. El placer le nubla la vista y le hace soltar cosas sin sentido.—Por favor, Dios, tómame.—Jinyoung abre las piernas. Eso era todo lo que Jaebum necesitaba.

    Ni corto ni perezoso, el mayor se coloca entre las piernas del contrario. Frota su erección contra la de Jinyoung, haciendo a ambos gemir. El menor atrae a Jaebum con sus brazos, así quedando entre el cuello del mayor. Aspira el olor del perfume combinado con sudor y descubre que le agrada el aroma. Así como Jaebum, Jinyoung deja marcas de besos en la zona.

    —¿Qué haces?— Se aleja unos segundos, juguetón. Jinyoung se encoge de hombros y acaricia las marcas que dejó en la piel contraria. «Eso va a demorar en quitarse» Piensa, mientras se lanza a besar los labios de su hyung.

    Entre tanto, Jaebum atrapa entre sus dedos los pezones del contrario, y éste no puede evitar soltar gemidos. Vuelve a hacer el recorrido de sus labios hasta su pecho, estimulando uno de los pezones con su lengua, mientras sigue haciendo lo suyo con la otra mano.

    —Ah, hyung...

    Se retuerce del placer que le produce la acción. A Jaebum le excita escuchar sus gemidos, y el dolor que lleva entre las piernas hace que tenga ganas de mucho más.

    —Jinyoung-ah.— Le llama. Se separa y acaricia sus piernas. Llega hasta sus tobillos y los coloca sobre sus hombros.—¿Tienes lubricante?— Jinyoung niega. Jaebum suspira pesadamente.—¿Te basta con el líquido pre-seminal? No quiero que te duela, Jinyoung-ah.— Se acerca a su mejilla, para acariciar con sus labios la zona. Llega a su oído y lame su lóbulo.—Pero tampoco quiero hacerte esperar.—Sururra. El aire caliente choca contra su oreja y Jinyoung se estremece.

    —Jaebum...— Jinyoung pasa sus manos por la espalda del contrario. Abraza sus caderas con sus piernas.—Cualquier cosa que venga de ti me basta. Y te daré todo de mi, Jaebum, todo.

    —Lo agradezco, pero sabes que no va a ser suficiente— Acaricia sus mejillas—¿Seguro que no tienes?

    Jinyoung parece pensarlo un poco.—Puede que esté en ese cajón.—Señala la cómoda al costado de su cama. Jaebum levanta las cejas y verifica que el objeto esté en el lugar indicado. Lo encuentra y sonríe, divertido.

    —Alguien ha estado divirtiéndose solo.

    El menor se muerde el labio inferior y desvía la mirada, avergonzado por ser descubierto. A la vez, abre mucho más las piernas, dejando más visible la entrada. Jaebum esparce el líquido viscoso en sus dedos, y los acerca a la entrada.—Relájate.—Demanda el mayor. Introduce un dedo, y el alarido de dolor de Jinyoung no se hace esperar. Muerde su labio inferior más fuertemente al sentir el segundo dedo.

    —Jae... Jaebum, ah, duele...— Lloriquea. Aprieta los ojos fuertemente, sintiendo cómo el mayor trata de mover los dedos en su interior.

    Pronto se acostumbra a Jaebum abriendo su entrada, deja de pensar en el dolor una vez que el mayor le besa. Cuando Jaebum quita sus dedos, Jinyoung siente un vacío que quiere ser rellenado. Cuando abre los ojos, Jaebum ya se quitó el bóxer, revelando su miembro.

    —¿Listo?

    Jinyoung asiente.

    Se coloca correctamente y perfila la entrada con su pene. Cuando se introduce lenta y suavemente, Jinyoung no puede evitar abrazar su espalda, dejando escapar alaridos entre dolorosos y placenteros. Jaebum espera unos momentos para que Jinyoung se acostumbre a la intromisión. Cuando cree que está listo, sigue adentrándose. Jinyoung trata de ahogar los gemidos.

    —Hyung... Duele...—Dice muy bajito. Jaebum besa sus labios mientras recorre su cuerpo con sus manos, tratando de distraerlo el dolor que siente.

    —Perdóname...

    -----------



    N/A

    ¿Se quedaron con la duda? ¿Quieren saber qué pasa?

    La verdad, me considero muy mala escribiendo lemon, por lo que dejé el capítulo en este punto. Lo que pasa después, si es que les interesa, es que terminan el acto sexual, bla bla bla, Jinyoung se pone el polo de Jaebum porque YOLO y lo demás lo leerán el próximo capítulo ;v

    Bonita mañana/tarde/noche allí donde te encuentres.

    Enviado por ForumFree Mobile

  13. .

    Saludos~



    Alguna vez en algún juego escribí que venía por una firma, pero esta primera vez pidiendo algo en un taller de diseño, es otra cosa la que quiero. Me encanta tus diseños, y sé que lo harás sensacional, porque tu estilo me parece genial <3

    QUOTE
    Nickname: En una esquina, chiquitito >v<

    Diseño: Avatar, como tipo gif.

    Medidas: Las del foro/lo que sea conveniente.

    Texto: 97 YOUNG & RICH

    Imágenes:

    1.-https://pbs.twimg.com/media/ChtLfF9XIAAqUxq.jpg:large

    2.-https://data.whicdn.com/images/215403989/original.jpg

    3.-http://pm1.narvii.com/6538/0b7a38221a5a79ff048dac5a3881b198a774b6ac_00.jpg

    Detalles: Me gustaría que las dos primeras imágenes se vieran aesthetic, pero la tercera se vea ruda y con algunos símbolos de money Bv. Lo dejo a tu criterio *v* (por cierto, las 3 imágenes juntas como un gif, una tras otra, no sé si me dejo entender, ay)

    Si tienes dudas, pregúntame xdxd Pero confío en tu ingenio uvu

    Muchísimas gracias de antemano, y me dices qué grupos en específico de gustan para traerte los regalitos~

    Enviado por ForumFree Mobile

  14. .
    giphy

    Mi corazón, bastah :'''v
  15. .
    N/A:

    Hola~

    Es mi primera vez publicando un fanfic de Got7, y con primera vez, me refiero a primera vez ;u; Nunca me he atrevido, pero con la ayuda de beta reader, puedo decir que me salió bonito :^D

    Esto salió gracias a una canción de Los Beatles, aunque no tenga mucho que ver la letra de la canción con la trama xdxd

    Publico hoy 14 de febrero, a las 5 de la mañana (en Perú) porque no c, quiero publicar las partes en las horas en las cuales se desarrolla. Además, no participa en el reto literario porque no cumple con las pautas alv :'v

    Así que... ¡Los dejo con su lectura! Ojalá disfruten~

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    With Love,



    Al levantarse esta mañana, se dirige a la cocina abriendo la puerta de ésta, la primera imagen que encuentra es la del menor de todos, moviendo el contenido de un bowl. Jinyoung se soba los ojos, para ver si no se equivoca, porque tiene media nublada la vista, pero no, Yugyeom sigue removiendo el contenido y ahora nota su presencia.

    —Buenos días, Jinyoung hyung.— Saluda. Jinyoung sólo puede responder de la misma manera, algo ofuscado todavía. Camina hacia la pequeña mesa que se puede encontrar allí, cogiendo la jarra de agua, para vaciar algo del contenido en un vaso. Toma todo de un trago y deja el vaso en el fregadero. Hoy no tiene ganas de lavar.

    Retomando su reciente misión de averiguar qué está haciendo el menor, se acerca a abrazarle por la espalda. Huele su perfume y puede adivinar con sólo eso que Yugyeom se ha levantado horas antes. Hace cosquillas en el cuello del maknae con su nariz. En respuesta, éste sólo trata de sacarse de encima a tan cariñoso hyung que tiene ahora.

    —Jinyoung hyung, ¿quiere algo?—Pregunta algo fastidiado, dejando de remover el contenido.

    —Saber qué haces.

    —Chocolates, ¿por?

    El mayor no sabe qué decir por unos segundos.—Se supone que son las chicas quienes deben regalarte los chocolates, no tú a ellas.*—Dice algo confundido—

    Yugyeom niega levemente con la cabeza, suspirando pesadamente.—Hyung, me gusta que me abrace, pero en esta ocasión, ¿podría soltarme, por favor? Además usted no se ha bañado todavía, y como puede ver, yo ya estoy aseado.— Reclama el más alto. Jinyoung aprieta más el agarre, y luego de unos segundos de las quejas infantiles, le deja ir.

    —Está bien, está bien.— El mayor se recuesta contra la pared más cercana.—Pero no me has contestado como usualmente lo haces cuando te molesto.

    —¿Sobre qué o qué?— Yugyeom se hace el loco. Busca en los armarios de cocina moldes apropiados para el chocolate. Cuando los encuentra, los pone al lado de la mezcla.

    —Sobre los chocolates.— Jinyoung no puede evitar acercarse a probar la mezcla. Si sabe mal, tendría algo más con qué molestar al más alto, pero para su mala suerte no es así. Yugyeom reclama con un breve: «hyuuung, no toque la mezcla».

    —Ah, prefiero no hablar de eso. Quiero que sea un secreto, la verdad.

    Jinyoung suspira frustrado. Rueda los ojos, pensando que el niño sí que es muy cursi para guardar el secreto hasta entregar los dulces a su amada. —Soy mayor que tú, tienes que hacerme caso.

    Esta vez es Yugyeom el frustrado. Cuando termina de vaciar la mezcla en los moldes en forma de corazones y demás, voltea a ver al más bajo.—¿Qué quiere saber?

    —Si te vas a declarar a una chica.

    —No, no es una chica.—Niega con la cabeza.— Es BamBam.—Y sigue haciendo lo suyo. Pone los moldes en el refrigerador, al lado de lo que parece ser una jarra de jugo de naranja.

    Jinyoung no esperaba tal respuesta específica. Estaba seguro que el menor iba a responder algo como: «Sí, me gusta una chica, pero no sé si le gusto; así que decidí confesárselo yo a ella». Supuso, porque la situación se había dado en el pasado, cuando Yugyeom todavía iba al colegio y le habían roto el corazón en múltiples ocasiones. Pero no. Al parecer, su maknae gustaba también de los varones, en específico, gustaba de BamBam. No dudaba que el otro también gustara de él, sólo hacía falta darle un empujoncito a esa rara relación de amistad que se traían esos dos.

    —Así que, ¿BamBam?... ¿Por qué?

    —Jinyoung hyung, ¿alguien le preguntó a usted «por qué Jaebum hyung»?

    La respuesta de Jinyoung fue un golpe en el hombro del menor. Yugyeom sólo profiere un quejido de dolor, sobándose la zona golpeada.

    —Lo siento, hyung.—Se lamenta. Se quita el mandil que traía puesto, del cual Jinyoung no se percató.

    —La situación es delicada, ¿sabes? Él piensa que me gusta Jisoo, y ella piensa que me gusta Jackson...

    —Y Jackson hyung piensa que te gusta Mark hyung.

    Qué gran drama es la vida amorosa de Park Jinyoung. Es por eso que el 14 de febrero, no espera chocolates ni dulces; tampoco él prepara unos, así como Yugyeom hace. No espera que ninguna chica se le confiese, ni espera confesar sus sentimientos a un chico.

    —¿No piensas confesarle tus sentimientos?

    —No.— Niega con la cabeza suspirando—No estaría listo para que rompan mi corazón...

    —Ay, hyung.—El maknae rueda los ojos.—¿Usted cree que yo espero un «sí, me gustas tú también»?

    Jinyoung vuelve a golpear su hombro.—Más respeto, niño.

    —Ayayay, ya, entiendo, pero en serio hyung, ¿no prefiere arriesgar antes que nunca intentar?

    Jinyoung niega con la cabeza. Está harto de hablar sobre el amor, en la fecha del amor. Prefiere pasarla bien el 14 de abril* junto con todos sus amigos, aunque para esta ocasión, Yugyeom y BamBam no estén presentes por lo ya obvio.

    —¿Y por qué tú arriesgas sin saber si puedes perderlo todo?

    —En primer lugar, esto no es un juego de póker.—Cuenta con el dedo índice.—En segundo lugar—Levanta el dedo medio, ahora contando con 2 dedos.—Amo a BamBam, y estoy seguro de mis sentimientos. Hago estos chocolates porque quiero demostrarle cuanto me importa, sin utilizar palabras vacías o canciones con indirectas que no comprenderá.

    —Aww.— Qué tierno, piensa Jinyoung. Ojalá él fuera así de seguro como Yugyeom.—¿Desde hace cuanto estás despierto para demostrarle tu amor a Mook?

    —Desde las 3 de la madrugada. También hice galletas a esa hora.

    —¿Y no se dio cuenta cuando salías del cuarto a esas horas?

    —Tiene un sueño muy profundo cuando está cansado de verdad; nos quedamos jugando videojuegos hasta tarde.

    Ambos ríen. Jinyoung admira al menor a su manera.

    Cuando menos se lo esperan, se vuelve a abrir la puerta de la cocina. Sorprendidos, ambos voltean a ver al nuevo invitado. Resulta ser Mark.

    —Buenos días.— Saluda. Se acerca a dar un beso en la frente de Jinyoung y palmea la espalda de Yugyeom. Ninguno de los dos protesta. El mayor se acerca al lavadero, a sacar el vaso de cristal que allí se encuentra.—¿Alguien lo usó?— Jinyoung asiente y se señala. Mark se encoge de hombros y abre el refrigerador, sacando la jarra de jugo de naranja y vertiendo el contenido en su vaso. Cuando termina, lo lava.

    —¿Qué tienen allí en el refrigerador?—Pregunta, señalando el artefacto mencionado.

    —Chocolates.—Responde el menor.

    —¿Te vas a confesar a una chica, Yugyeom-ah?— La cara de sorpresa de Mark no se hace esperar.

    Yugyeom niega con la cabeza.—Es BamBam~

    —¿Te refieres a que los chocolates son de BamBam para alguien más? ¿Es eso?

    —No, hyung.— Yugyeom ríe, negando otra vez con la cabeza.—Yo se los voy a dar a BamBam. Me voy a confesar.

    Mark abre bien grande los ojos. Él tampoco se esperaba esa respuesta.—No sabía eso, Gyeom-ah. Que te gustaban los varones.

    —Ya era hora de que se lo dijera a ambos.

    Es cierto, ya era hora. Yugyeom nunca duda en decirle a sus dos hyungs favoritos acerca de sus amores. El menor confía en esos dos más que en nadie. Y no es como si pensara que Jackson, Youngjae o Jaebum fueran a decir algo, sino que—sobretodo con Mark hyung— con ellos dos era diferente. Jinyoung es como una madre y Mark es como un hermano mayor, ese que no te juzga cuando le cuentas tu más vergonzoso secreto. Entre ellos tres, saben quién le gusta al otro, saben sus secretos más profundos; en fin, se cuentan de todo.

    —Suerte con Bam.—Vuelve a palmear su hombro.—Ahora, voy a ocupar la ducha antes que los demás despierten, aunque creo que va a ser a las 9 o 10.

    —De aquí a unas 4 horas.—Jinyoung suspira. Siempre ha tenido esa costumbre de levantarse antes que nadie.—Somos madrugadores.

    —Jinyoung-ah, ¿no quieres ocupar la ducha antes? Es lo justo.

    Jinyoung asiente. Sale de la cocina, prometiendo volver cuando termine.

    Se dirige a su cuarto, para sacar toallas. Luego, va a el baño principal. Prende la ducha, se desviste y entra. Reflexiona acerca de lo que Yugyeom hace, y es que el agua sobre su piel es un gran elemento de reflexión. Sería bueno que aceptara sus sentimientos de una vez. Sería bueno y sano decir lo que siente de una vez.
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    *Sobre los chocolates, en Corea del Sur, para la fecha de San Valentín, las mujeres son las preparan los chocolates u otros dulces hechos en casa.

    *El 14 de abril, más conocido como «El día negro», se acostumbra salir con amigos si es que nadie se te ha declarado :'v Suelen salir a comer un tipo de frijol negro (o algo por el estilo), de ahí el nombre.
    N/A:

    Bueno, ¿qué tal la primera parte de tres? Déjenlo en sus comentarios ;v

    Si es la primera vez que lees un fanfic acerca de idols surcoreanos, hay términos que debes entender.

    Hyung se utiliza de varón a varón mayor que el hablante.

    -Ah, la verdad, no sé si es de confianza o porque el hablante es mayor que la persona a la cual se dirige *c pega un tiro*

    Bonita mañana/tarde/noche allí donde te encuentres. Esperen por la segunda parte 7u7.
147 replies since 10/6/2015
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