Posts written by › petrov.

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    Tras el anuncio todavía le quedan cosas por hacer, así que no es hasta que hubo asignado los turnos de sus subordinados que pudo devolverse al corazón del palacio. Por otra parte, mientras más temprano es que llega menos dignificado a este punto de su rutina y, a pesar de que el sol observa la capital con su brillo, no puede evitar que el cansancio arrastre sus pies.

    En otros tiempos habría ido a la pista del recién difunto sin esperanza alguna de un descanso. Esta y otras prácticas similares lo introdujeron a un aclamado producto local: la infusión de girasol. Un remedio común y asequible para el insomnio, directo desde las plantaciones rurales de la variedad endémica de esta flor imperial. Veinte semillas machacadas y hierbas afines infusionadas suelen mezclarse para producir este calmante, aunque su consumo suele traer una enfermedad estomacal oportunista gracias a la insalubridad de los pozos para enfermos.

    Incluso cuando ya no tiene razón para consumir la mezcla, sus años de servicio han reordenado sus rutinas al punto de que el cuerpo se la exige para encontrar descanso. De este modo una cosa lleva a la otra, dos sorbos de una concentración dudosa y apenas se encuentra en la privacidad del salón del trono es que se derrumba.

    El sabor le adormece la lengua y hedor de la mezcla parece nublarle la mente, no obstante, se resiste y hace el amago de mantener las apariencias al acomodar su postura para arrodillarse contra el reposabrazos. La secuencia que le causa este remedio le es bien conocida: Primero se le van a caer los párpados, después va a dejar caer sus extremidades y, si llega a pasar cualquier cosa, también tiene el sueño liviano.

    Dicho y hecho, Cedric cae pesado como un bloque, inconsciente y casi roncando.

    Para suerte suya duerme en ausencia de sueños por la duración del fármaco, aunque por esta misma razón encuentra insufrible el despertar. Con la garganta seca y los ojos llenos de lagañas, pestañea con dificultad antes de desperezarse. Ya sea desde sus piernas adormecidas hasta el gruñido voraz de su estómago vacío, cualquier cosa que el somnífero no sea capaz de aplacar vuelve a él.

    Adormilado, pero no menos cuidadoso, apenas afloja el agarre de su mano izquierda sobre el mandoble a medida que un bostezo mudo se escapa entre los dientes; luego van sus piernas hormigueando después de tantas horas inmóviles y, finalmente, su mano derecha enterrada en el reposabrazos del trono es la que sirve de soporte apenas reúne las fuerzas para ponerse en pie.

    Un silencio solemne permea el salón y abraza los contornos de la secuencia, sin embargo, a pesar de que está hambriento como ninguno, Cedric no se aleja del trono aún vacío sin dirigirle una reverencia acotada. Luego echa una mirada floja a los últimos escalones, pues allí suele reposar su ración diaria. Así salta a la vista una masa amorfa y grisácea sobre un pedazo de loza quebrada, apropiada para uno que no es digno de comer lo mismo que su señor.

    Se le hace agua la boca, mas, avergonzado de su hambre es que escurre una mirada furtiva por el rabillo del ojo, zigzagueando hacia la tribuna del escriba imperial. Este debe de estar haciendo lo mismo por su lado, por lo que no es difícil atraparlo en el acto… y ahí lo ve, agachado de tal manera que apenas puede reconocer su cabeza. Será menos de un instante en que se ven a los ojos, por un lado, un hombre extirpado del nombre dado por su madre y del trabajo de su padre, del otro un pobre bastardo.

    Tienen varias cosas en común, pero lo único que los distingue es la manera en la que cada uno está atado y obligado a cumplir con su función. En cualquier caso, tienen cosas más importantes que tenerse miseria mutuamente.

    Haces del tono caramelo del ocaso se diluyen sobre la piedra opaca que rodea al trono, alargando el silencio chicloso hasta el inevitable quiebre de las puertas que separan la estancia del resto del mundo. Dos guardias reales se asoman por el otro lado, uno claramente más nervioso por interrumpir a su capitán y el otro con una mirada distante que delata su cansancio.

    El primero es Umfrey, un muchacho suave y el más cobarde de sus hombres, mientras que el segundo es Lear, su lugarteniente templado por los años y el único tuerto en la compañía. Desde la noche en el que este último perdió el ojo derecho por un zarpazo de un vampiro se le asignó al joven escudero que, ignorando la esencia de su puesto, prefiere esconderse tras su superior cuando se complican las cosas.

    A pesar de sus varios altibajos, esta dupla es incomparable una vez apostados en un turno de guardia. Es notable de que hayan abandonado sus puestos para reportarle directamente.

    Capitán — Lear suspira con su voz cansada, entornándole la mirada. —, tenemos tres diligencias acercándose al palacio por la avenida.

    Umfrey no pierde el momento para precisar: —Hemos avistado las cotas de Filomena Sigwald y los Zavala, pero no pudimos adivinar la afiliación del tercer convoy. Ahora mismo Gernot y Lyolf nos están cubriendo a la entrada mientras llegan, ¿los hacemos pasar o…?

    Ya tiene una buena idea de quiénes van en los primeros dos, ya que eran de los fanáticos más apasionados del anterior régimen por razones distintas.

    La primera es la única sobreviviente del ducado de los Sigwald tras una revuelta de sirvientes vampiros que cobró la vida de sus herederos directos, mientras que los últimos son unos parásitos que controlan la diplomacia desde tiempos inmemoriales. Debe tener en cuenta de que ella está dispuesta a prenderle fuego a la capital con tal de quemar hasta el último vampiro, siempre ayudada por los Zavala más que dispuestos a traerle leña y bailar frente al incendio.

    Otros poderes fácticos terminan respondiendo de alguna manera a estos dos, así que de cierta manera se ahorran problemas, sin embargo, no puede evitar sospechar sobre el último carruaje. Incluso el gremio de mercaderes se anuncia de una manera u otra, así que, ¿acaso puede asegurar de que haya alguien adentro? Sería contraproducente acompañar a un convoy con invitados de honor para entregar una carta, ¿no? Bueno, sólo hay una forma de averiguarlo.

    Asiente en silencio, dejando de lado la loza de su ración antes de dirigirse a los dos guardias.

    No estamos bajo ley marcial, así que sólo los representantes oficiales pueden entrar… —Ante esto Lear da un suspiro pesado, como si se hubiese esperado esa respuesta. —, aun así, intenten acomodar los carruajes. Que pase primero el desconocido y luego los nobles. Supongo que ellos tienen cosas más importantes que darse una vuelta por el palacio.

    Sin una verdadera razón con la que debatir su orden así sucedió. La diligencia extraña apenas hizo presencia en el palacio, dejándolo con una sorpresa bien redactada y posiblemente a mano del sujeto que tanto ha esperado.

    Un nudo aplasta su garganta a medida que relee por tercera vez la misiva que lo convoca a un consejo de vampiros y humanos. Hay euforia en su silencio, aquella de haber dado con un verdadero heredero de su señor, mas, la ansiedad que acompaña esta hazaña no es menor. En cualquier caso, debe tragarse sus inseguridades, pues apenas se proyectan unas sombras extrañas al otro lado del corredor cae en cuenta que sus invitados deben de haber recibido una copia idéntica del mensaje.

    Apenas reconoce el rostro de la matriarca Sigwald, algo dentro de sí jura que el cielo tiembla con su ira.

    Ella prácticamente ladra: —¡Sucio traidor!, ¡esbirro de los vampiros! Siempre supe que ibas a morder la mano que te da de comer… — Basta una mirada suya sobre la compañía para que la acidez de sus palabras cale en los soldados —, y ahora te das el lujo de mostrar la cara. Si fuera por mí, yo misma te habría ejecutado.

    En su momento, empatizó con la ahora desposeída matrona, pero cuando se reconocen las malas juntas a sus espaldas es imposible hacer la vista gorda.

    Igual que las aves carroñeras esperando el momento preciso, así se encuentra toda la línea de los Zavala, desde el viejo desgraciado del duque hasta el recién iniciado vizconde. Toda una familia dedicada a corroer el estamento superior de Grahil con sus prácticas bestiales e incestuosas, masacrando otras casas nobles para su beneficio y hallándose apenas por debajo de la influencia de la familia imperial en poder.

    Mientras Su Gracia, la Señora de Sigwald, despotrica contra sus hombres, los Zavala están a punto de lanzarse a apoyarla. Lo ve en la disposición de las mujeres, quienes intercambian muecas a punto de hacer un escándalo para llamar a su propio cuerpo de seguridad, y también en los hombres rodeando a la duquesa como su preciado ariete.

    Será un plan mezquino y todo lo que quiera, pero es cierto que en otros tiempos habría funcionado, mas, dada la experiencia del capitán las cosas dieron otra vuelta.

    El trono es uno, Su Gracia, y reposa en la línea que separa el subsuelo de la superficie. Es justo que la llamada de su autoridad llegue a los confines de su territorio.

    Y así es como muestran los colmillos, cada uno prácticamente abalanzándose hacia el trono.

    No les quedó nada más que hacer un cordón frente al salón y cerrar sus puertas para evitar el ingreso de los dignatarios, quienes respondieron cada vez más acalorados a la negativa de la guardia. Bastó resistir una buena sarta de gritos, golpes y escupos sin su debida retribución hasta el cansancio para que la conmoción decayera.

    Cedric llegó a pensar que esto sólo era la paz antes del anochecer, mas, para su sorpresa, esta pequeña demostración se hizo cada vez más patética con el paso de las horas. A medida que el firmamento perdía su color, los mismos dignatarios que pretendían abrir el salón del trono a la fuerza prefirieron asumir pérdidas y asentarse en sus respectivos rincones de la galería y sus pilares.

    Claro, si uno es capaz de ignorar la acidez de sus miradas y el eventual gruñido de sus estómagos, ya que, si la comida escasea para el ciudadano común, las raciones entre los servidores del palacio apenas cubren sus propias necesidades.

    Así pasaron horas y horas de montar guardia, a veces rotando el turno con aquellos cuidando el perímetro exterior, hasta que el manto nocturno llenó el cielo con estrellas y la luz lunar tenue.

    En medio de estos turnos flojos es que llegó el aviso de la llegada del último invitado al consejo. Fue el mismo Umfrey quien llegó a reportarle con discreción, llevándoselo de su puesto a base de murmullos para desviar la atención de los otros invitados en el corredor. De todas maneras, no pudieron evitar que estos fuesen a su pista, pero al menos lo suficientemente lejos como para evitar otro evento desagradable.

    Sin embargo, nada de lo que el joven escudero fue capaz de decirle le hace justicia al panorama. Una vez al borde del portón Cedric no puede evitar abrir los ojos como platos.

    Desde el pie de la avenida hasta el horizonte, toda esa extensión que puede cubrir con el brazo desde el mirador frente al palacio brilla como un río metálico bajo la luna. En cualquier otra situación habría hecho una mueca ante esta demostración como un acto de mal gusto. No le cabe duda de que habría mirado en menos el metal oscuro que reviste a la procesión oscura, asociándolo a aquellos caballeros indecentes que esconden su afiliación, mas, ni siquiera quiere estimar el número de estos contra el total de la guardia real.

    Derrama los ojos sobre una variedad inmensa de bestias cosidas en los estandartes, luego sobre sus monturas que apenas reconoce como caballos y, finalmente, a quien lidera al ejército.

    Alto, posiblemente armado, oscuro o pálido dependiendo de dónde mire. No hay humano que se vea así…, en fin, una luna falsa. Esto es lo primero que se le viene a la mente tras mirarlo de arriba abajo, claro, a parte de la angustia complicada que se revuelve en su pecho al reconocer algunos rasgos del difunto emperador vampiro.

    Las palabras de aquel que se declara heredero de su señor retumban en la noche fría. Cedric contiene el aliento, vuelve a mirar a la cohorte tras el señor oscuro y se muerde la lengua. Esto también podría ser un engaño, así que no pierde nada con jugar a la imparcialidad y, en estricto rigor, no necesita reconocerlo como su señor si no lo han coronado en el trono al que sirve.

    Frunce el ceño y se aclara la garganta, disimulando que está reuniendo el coraje para bajar por las mismas escaleras por las que rebotó la cabeza del usurpador en la mañana.

    Para la sorpresa de sus subordinados hace un ademán discreto para que enfunden sus armas.

    No le extraña el silencio que sigue a esta orden, ya que va en contra de la caza apenas confirman la presencia de un vampiro en las premisas. Por otra parte, la decisión no requiere más que dos dedos de frente para admitir de que no sólo se encuentran superados en número, sino que cada hombre en su mismo uniforme está obligado a obedecer a quien porte la reliquia imperial. Aún así hay una duda implícita en estos soldados de blanco, pero esta se disipa cuando su capitán echa a andar apenas el último filo es contenido en su funda.

    Una vez que la guardia real se pone en movimiento no hay marcha atrás, incluso cuando cada paso se le hace más pesado que el anterior. Treinta pares de pisadas descienden los escalones completamente sincronizadas.

    Con el corazón en la garganta y los oídos tapados, Cedric es el más concentrado del grupo, prácticamente incapaz de quitarle la mirada al líder con tal de no perderse ningún movimiento. Ya sea que esté atento a las manos del vampiro o la cascada de pelo que debe esconder sus colmillos todos sus instintos le advierten que este es distinto. Ahora, ¿cuán distinto de los que han muerto a su mano? No lo sabe a ciencia cierta, pero este es el primero que ve comandando un ejército a su espalda.

    La humedad fría acompaña el descenso de la procesión alba, revolviendo sus capas con brisas afiladas y ahondando el silencio de este punto muerto.

    Entrecierra los ojos una vez a mitad de camino, siguiendo los movimientos del señor de la cripta al desmontar de su abominación cuadrúpeda. Tensa el cuello y la mandíbula, aguantándose el rechazo que le produce esta criatura. Ciertamente conoce cómo se ven los equinos, pero si esa criatura es la misma que ha visto por toda su vida, esto sólo es testamento del terror que infunde la armadura excéntrica de los habitantes del subsuelo.

    Por mucho que haya volcado la atención de todos sus sentidos no puede prolongar más la espera hacia lo inevitable, además, el primer paso debe ser suyo.

    Ahora con un ademán más sutil indica a sus subordinados que se queden atrás y en formación. Una vez al borde del último escalón y por su cuenta, finalmente busca los ojos del vampiro para enfrentarlo. Esta tarea resulta ser bastante engorrosa gracias al tenue brillo lunar, por lo que termina desechando la idea.

    Sir Killian, de un grael1 a otro — Tantea, escaqueando los oídos extremistas de los nobles humanos. —, y en mi calidad de sirviente imperial os recibo.

    Cedric contiene la tentación de escurrir la mirada hacia el ejército, en cambio, en su cabeza hila cuidadosamente su siguiente frase.

    Adoptando una breve reverencia, continúa: — El trono imperial aguarda el consejo, pero sólo aquellos dignos de poder deben entrar. Traed a vuestros mandos, que yo seré su escolta ante el salón.

    Levanta la vista y entorna la mirada, pues ahora toca esperar si el señor oscuro en verdad está dispuesto a negociar o, algo no menor, se las arregló para orquestar el asedio más violento en la historia del imperio.




    1 Gentilicio para cualquier ciudadano de Grahil.

    SPOILER (click to view)
    ¡Hola!

    En estos meses en los que daba vuelta esta respuesta releí varias veces la tuya, pues quedé enganchada con el mundo vampírico que me mostraste. En fin, tengo algunas cosas nuevas desde el starter y, una que me acompañó durante la escritura fue este mix de Vampire Killer de un tributo a Castlevania. Buenísimo, te digo altiro.

    Yendo más hacia el contenido de esta respuesta, quería introducirte algunos nombres de la sociedad de la superficie. Una parte se fue entre los subordinados de Cedric y sus dinámicas, pero también traje otras fuentes de tensión ante el eventual acuerdo por el trono, la duquesa Sigwald y la inmensa familia Zavala. Entre estos dos apellidos, Filomena será la primera en oponerse al acuerdo porque según ella todos los vampiros son como aquellos que masacraron a sus hijos y nietos (... ¿justificadamente o no? Ahí veremos hohoho), mas, los Zavala los veo más oportunistas y son bastante capaces de separarse y echar al agua a la duquesa si necesitan sacrificar a alguien (¿y entre sí?). Bué, que incluso otros guardias están un poco desconfiados de todo el asunto, pero son más leales a Cedric y al trono como para interferir.

    Antes de pasar a Cedric, en ambas respuestas he dejado tácticamente su impresión sobre el escriba y su posición especial en el palacio/salón del trono (dw). Es completamente intencional que no se refieran entre sí por nombre, que de paso te digo que le veo cara de Mydecus, pero te prometo que apenas empiece el consejo va a tener sentido.

    Pasando a Cedric..., que tuviese una leve adicción a un somnífero fue, en palabras de Bob Ross, un accidente feliz. Y'see, no encontraba la manera de explicar cómo tenía el ciclo del sueño tan destruído para cazar vampiros de noche hasta que me fui a investigar un poco más sobre los girasoles y me enteré de que existen falsos girasoles (del género Heliopsis en vez del Helianthus) que han sido utilizados como anelgésico y, en ciertos casos, como somníferos y calmantes. No sólo explica de una manera más plausible una característica de mi querido guardia, sino que deja una implicancia más o menos ominosa si consideramos que esta es la flor imperial.

    Sobre su impresión muy confiable de los dignatarios humanos (totalmente un narrador confiable del asunto dw) y de la de Killian, bueno, que tu muchacho se va a tener que ganar su lealtad está demás decirlo. Por el momento, según él, está jugando a ambos bandos para estabilizar el palacio acéfalo, pero de ahí a como se lleguen a dar las cosas es que podrá mostrar preferencia a un lado u otro c:

    Para ir terminando me gusta la idea de que existan más criaturas sobrenaturales, ¡conversemos más! También me llama la atención lo que propones para darle nombre a la capital, pero ahí tendremos que ponernos más de acuerdo para ir escribiendo la historia de Grahil previo a 1497.

    Eso es todo, ¡te leo más tarde!


    Edited by › petrov. - 5/5/2024, 21:36
  2. .
    ¡Hola, hola!

    Perdón por pasarme más de un mes después, la vida no me ha dado descanso. En fin, te respondo tus preguntas:

    1. Mehrzad en este momento está en el trono, pero con un poder político muy limitado. Después del asesinato no tiene el apoyo de una buena parte del consejo, sin embargo, su opinión pública es lo suficientemente buena como para que no puedan sacarlo sin causar un escándalo y por eso es que está "alargando el chicle" con el acertijo. A lo que quería apuntar al mencionarte el cargo de gran visir era para dar un contexto más de la jerarquía que me imagino en el palacio, ya que este título se le daba a las personas de confianza y es un equivalente al primer ministro del faraón, por lo que históricamente recaía en hermanos o tíos del regente y su dinastía.

    2. Mm, creo que entiendo a donde vas. El tema es que con la idea que tengo de Mehrzad y lo que ya has contado en la ficha de Kareth no hay más... ¿biografía? Por así decirlo. Quizá a lo que apuntes es más a otros aspectos psicológicos que no sean que es eficiente como rey y previamente gran visir o astuto para mantenerse con la cabeza sobre los hombros, pero es algo difícil de transmitir fuera de la narración. TLDR: Veo a Mehrzad como una persona que aprecia ir lento y seguro, pero que está a la nada de convertirse en un extremista (ya sea para vengar a Dara, proteger Kuth o, en algún punto, Kareth de nuevo).

    3. Para serte súper sincera ya me imaginaba que planear el punto de encuentro iba a ser complicado y no tuve mucho en cuenta de que la trama sólo se dé en Kuth. Dado que el decreto real propone la liberación de todos los prisioneros de Kuth tenía pensado que Mehrzad dejase a un 'doble' en la ciudad para perseguir a uno de los prisioneros que considera sospechoso del asesinato de Dara, por ende, saliendo de Kuth bajo otra identidad y facilitando que se encuentre con Kareth. ¿Qué piensas sobre esta idea?

    4. Oof, qué lata. Era un post con cuatro gifs, te los dejo uno a uno (a. b. c. d.)


    Espero haber respondido tus dudas, pero si quedan más no te las guardes c:

    ¡Te leo después!
  3. .


    QUOTE
    Over the Wall, into the Fire de › petrov.
    Written for the 39avo. Reto Literario: "Disastrous Date".

    ❥ Pairing
    ORIGINAL (rp) » ZhaoJin.
    ¿BL? Y | N


    ❥ [ONE-SHOT] 2.319 palabras.

    ❥ Terminado.

    ❥ Rating & Advertencias.
    M ; Violencia

    ❥ Comentarios del autor.
      [In the Eric Andre voice]: What if the two morons piloted mechas!

      Ayo, Juu, time happened and its not as memey as intended

    ❥ ¡Buena lectura!



    Over the Wall, into the Fire



    El humo carmesí envuelve al comodín de Rubicón.

    Armado con partes exclusivamente nacionales, el AC “SECRET KEEPER” reposa en el hangar con su mantención a medias. Esta máquina usa gran parte del kit Firmeza de Elcano, aunque con las piernas inversas de RaD, también caracterizado por su pintura blanca, detalles amarillos y armas negras.

    Su cabina no es la única que apesta a Coral quemado, ya que en ella opera uno de los tantos que consumen el codiciado recurso de su planeta. Pensando en ahorrarse los servicios mecánicos, el ermitaño que tiene como piloto se encuentra hundido entre las conexiones.

    Al tratarse de uno de los pocos pilotos hiperadaptados también representa la cúspide del avance en la cirugía de aumentación: No sólo necesita consumir menos que el resto de su unidad, sino que su porcentaje de éxito mantiene a flote la reputación de su servicio efectivo en el campo de batalla.

    Sin embargo, cuando llega el momento de calcular los costos contra sus ingresos, C8-932 ‘Zhao’ es sólo un ingeniero más bajo los Dosers y tiene metas que cumplir.

    En el backstage ya van seis meses sin poder volver al desarrollo de un FCS para RaD gracias a las cruzadas de las corporaciones en el continente Belius y, por otra parte, ha estado coqueteando con el riesgo de una invasión directa a la Grilla 086 cada vez que sale de la base a cumplir los contratos de Carla.

    No ayuda el hecho de que su sección dependa económicamente de él y su controladora como pilotos, más aún cuando escucha una notificación. Frunce el ceño antes de cerrar los procesos de mantención, haciéndose a la idea que, a falta de más información, este es un indicio muy fuerte de que ella ya ha tomado otra misión y quiere que la acompañe.

    Titiritado por la costumbre, se acomoda en el asiento y conecta los electrodos al puerto occipital.

    —SISTEMA: Activando modo estándar. — La máquina emana una voz sintetizada.

    El OS lo reconoce rápidamente, parpadeando hasta mostrar el menú con notificación de Stella al centro. Ni siquiera piensa la secuencia, pues hace clic en el aire y mueve la ventana para abrir el informe en la pantalla principal de la cabina.

    La voz de Stella se proyecta con un tono alegre: —¡Oye, computín! Entre lo que Carla se aburre de nosotros y nos echa me encontré algo más interesante — Zhao se sonríe y menea la cabeza. La gráfica cambia al Muro controlado por los Frentistas. —. Un pajarito me contó que los imbéciles de Balam quedaron a medio camino, así que Arquebus está aprovechando la inercia para desestabilizar el bastión. Los del RLF me contactaron de emergencia para que eliminar a la retaguardia mientras neutralizan a otros dos pilotos que se colaron.

    Entrecierra los ojos, pensativo, antes de seguir la gráfica del mapa con la mirada. Con lo miope que es, prefiere el combate de cerca y así lo prioriza su equipo, pero un lugar tan abierto es pedir que un buen tirador le dé un buen susto.

    —Si quieres ganarte un poco de COAM fácil y rápido ven ahora mismo a las coordenadas que dejé encriptadas, porque para cuando te haya llegado este mensaje voy de camino, ¡chao!

    Zhao se agarra la cabeza apenas la transmisión se corta, barajando los costos de la munición y el presupuesto para el desarrollo del chip. Los números no le dan sin este trabajo. Gruñe y sigue dándole vueltas al asunto, pero siempre llega a la conclusión de que si los del RLF están tan desesperados también le van a pagar cualquier precio por sus servicios.

    En fin, no hay mucho que pensar. Llama al resto de la sección para desconectar el meca y echar a andar al famoso Muro.




    —SISTEMA: Activando modo de combate. — El texto a voz retumba en la cabina del meca mientras termina de ajustar sus partes.

    Zhao pasea la mirada por la nieve que cubre la explanada, activando el escáner mientras se esfuerza en distinguir unas figuras oscuras a la lejanía. Según tiene entendido, ella quería encontrarse a la entrada después de asegurar el área al este, en el fondo para que él se encargue de la otra en el entretanto. Como no le llegan lecturas hostiles en el radar, tampoco demora en adentrarse a las ruinas del Muro.

    Todo lo que ve es destrucción. Portones fuera de sus rieles, revestimientos quemados, escuadrones completos de MTs descuartizados por el asalto frontal, en fin, la fosa a la falda del Muro está llena de escombros.

    Nada que él pueda arreglar, pero no puede evitar estremecerse al pensar en el proceso.

    El peso de SECRET KEEPER se bambolea de un lado a otro, sin embargo, también se mimetiza fácilmente entre esta desolación gracias a su paleta limitada, luciendo dos Etsujins, un recambio Ludlow para la mano derecha y un Ashmead para la izquierda.

    Esta combinación de armamento lo obliga a perseguir a su enemigo con tal de asegurar el golpe de gracia, algo que resulta bastante conveniente para alguien con mala puntería. Por esta razón no suele tomar misiones de reconocimiento para privilegiar los datos de combate, aunque tampoco mira en menos la experiencia de escoger sus batallas y emboscar a su enemigo.

    Ahora sólo tiene que encontrar un buen lugar que limpiar de cualquier sobreviviente y montar guardia ya sea hasta que los frentistas controlen la situación o caigan con el Muro.

    Mientras más se adentra logra eliminar a algunos rezagados del primer asalto, efectivamente silenciando cada señal rebelde en el radar hasta obtener un silencio frío y casi perfecto. En su gran mayoría eran unidades MT muy dañadas como para continuar las hostilidades, quedándose a medio camino para morir naturalmente. Es por ello que no le cuesta nada sacarlos de su miseria en vez de dejarlos a descomponerse en una máquina.

    Pronto llegan las primeras hordas de refuerzo, las cuales se deshacen bajo el fuego concentrado de dos armas automáticas directamente a la cabina, por lo que el proceso se repite varias veces hasta vaciar su munición a tres cuartos. No quiere cantar victoria muy pronto a pesar de que tiene una sensación bastante sólida de que se deshizo de gran parte de la flota, aunque aún le quedan otros rezagados de su propio grupo a cubrir la situación.

    Al tratarse de un AC contra cientos de MTs uno puede comprender la diferencia en el poder de fuego equipado en cada uno. Por otra parte, algo que no es entendible es que uno de ellos posea un rifle de plasma que pesa lo mismo que la unidad completa y le haya disparado.

    Una vez es sorpresa, la segunda es coincidencia y la tercera es la certeza de que una mira enemiga zumba al lado de la cabeza de su mecha al ejecutar las maniobras evasivas, sin embargo, la computadora interna nota una discrepancia en la dirección del proyectil con la de los francotiradores enemigos.

    Se muerde el labio, tragándose una intuición agria hasta que la siente revolverse en su pecho.

    Rápidamente se acerca y neutraliza al equipo enemigo, mas, así se hace más patente de que tiene a un asesino hecho y derecho buscando cualquier oportunidad para encontrarlo en el aire. Al menos así lo siente al encontrarse tirando de un lado a otro los controles de estabilidad para evitar los haces de energía que taladran una estela detrás de él.

    Mantenerse evadiendo es una estrategia poco viable, por lo que Zhao pronto recurre a los blocks de edificios para perder la vista de su enemigo. Lo que no alcanza a pensar es que no está tratando con un piloto cualquiera.

    Uno de sus canales de comunicación interrumpe como una especie de tos artificial.

    Oye a un desconocido sisear a su oído: —Eres bueno, mucho mejor que el resto, pero sólo uno de los dos podrá subir el Muro.

    Ni siquiera alcanza a maldecir cuando Stella logra conectarse a su frecuencia.

    —¡No se te ocurra! Ese es AC SAWTOOTH, pilotado por el loco que por poco mata a V.VIII — Aprieta aún más los controles de su máquina al oír esto. —. No te puedo cubrir ahora. Le estoy dando caza a otro perro de Arquebus con el cliente, una tal Hwamin del RLF.

    Frente a él aparece una breve descripción de la máquina y su piloto, C6-197 ‘Jin’, otro maniático más perteneciente a una brigada de emergencia de Arquebus. Según el informe en pantalla, se lo ha visto cubriendo la retaguardia de varias operaciones, siempre caracterizado por su preferencia a las armas con mayor rango y precisión.

    Eso sólo puede significar que Jin también es un especialista, en su caso a largas distancias. Bastaría con acorralarlo para igualar el campo.

    —Entiendo, me las voy a arreglar.

    Lo que dice es una cosa, pero después respira hondo, ojos cerrados y todo, antes de echarle una última mirada al tablero antes de lanzarse de nuevo a la explanada.

    Cuatro terminaciones pesadas se deslizan en la nieve, preparándose para patear la superficie con toda la fuerza del mecanismo y tomar vuelo. La secuencia la siente en cámara lenta, pues el generador ruge a su espalda cuando activa todos los propulsores y la aceleración lo aplasta contra las paredes de la cabina, lanzándose ya sea a una muerte segura o el mejor gambito de su vida.

    En fin, una jugada audaz donde todo está en contra y que no pasa desapercibida para el enemigo.

    —Me gusta tu estilo. Directo al grano, de los pocos que llegan a mi corazón.

    Jura que ese comentario no va con la admiración que sienten muchos pilotos al presenciar las habilidades de otros, sino que el tono le sugiere un deseo bastante alejado de la camarería.

    Hace una mueca complicada para guardarse su opinión. No es que sea algo útil cuando necesita esquivar un haz de energía con la suficiente potencia como para desconectar de cuajo uno de sus brazos mecánicos.

    El radar logra detectar al AC enemigo apostado entre varias pilas de escombro, aunque para ese entonces también puede ver que tiene el disparo del rifle a su espalda ya cargado…, que sólo conecta contra su arma de repuesto.

    Para ese entonces también se encuentra en el rango aceptable para descargar su munición de vuelta.

    De este modo intercambian disparos, encuentran cubierto para recargar y vuelven a encontrarse, orbitando al otro a una distancia prudente como para ver un daño decente. Ya no importan las especificaciones del FCS de cada uno, pues tanto el VP como el Talbot de Balam no destacan para la corrección de disparos a media distancia.

    El tiempo se alarga como un chicle mientras esto se repite, al menos hasta que ambas máquinas se acercan a su límite, pero la única diferencia después de asestar el golpe con el Ashmead es que una sólo sigue en una pieza porque tiene la ampliación de armadura terminal, mientras que la otra ya no tiene munición para seguir.

    En este impasse, el piloto de SAWTOOTH reacciona rápido y se deshace de sus rifles para acceder al torso de su enemigo a puñetazos, tan sólo detenido por un abrazo brutal que termina de destruir las cabinas de cada máquina hasta casi fusionarlas con la presión.

    C6-197 ‘Jin’ y C8-932 ‘Zhao’ se encuentran cara a cara por primera vez, al menos para el deleite del primero. Aún atados a sus respectivas cabinas no pueden hacer mucho más que mirarse, pero la cercanía de la posición es ciertamente incómoda si uno piensa que estaban a punto de matarse entre sí.

    —Claramente no estás con Arquebus — Tantea e interrumpe primero, no sin haberlo mirado de arriba abajo un par de veces. —, pero tampoco creo que trabajes con Balam, ¿cierto?

    Zhao frunce el ceño, respondiendo: —No tengo nada que decirte.

    —Haciéndote el difícil hasta el final, ¿eh? Debe ser un gusto adquirido.

    Mira de un lado a otro, buscando desesperadamente la palanca de eyección, pero parece que también fue aplastada con el resto. El enemigo está al frente y no tiene un arma con el que neutralizarlo, así que puede pasar cualquier cosa a esta distancia. Zhao empieza a sudar frío.

    El piloto de SAWTOOTH vuelve a intervenir: —Sí, con esa actitud no hay otra. Los independientes tienen más ganas de vivir que otros empleados.

    A estas alturas ya siente la bilis subiendo por su garganta.

    Por una parte, quizá pueda soltarse de las amarras y arriesgarse a caer los diez metros desde su cabina a la superficie, pero la otra es rogar que este lunático no le dé una muerte peor.

    —Si vuelvo a HQ me van a ejecutar por fraternizar con un enemigo — El tono cambia un poco, quizá pensativo. Parece que es mejor morir gracias a la gravedad que con este imbécil. —. Si es que me dejar ir vivo para empezar, claro.

    Siente el metal de una pistola contra una de sus costillas, al menos haciendo la presión suficiente para recordarle de su existencia en vez de asfixiarlo.

    En todo caso, ya es muy tarde como para tirarse al vacío, pero todavía puede apostar por otra cosa.

    —Déjate de estupideces — Esto llama la atención del otro piloto. —. Me podrías haber matado desde el primer momento, pero te distrajiste y quedamos en un empate. No me extraña que por eso no estés entre los Vespers.

    Jin, por alguna razón, queda mudo.

    —Cosa tuya si te dejas matar, pero si yo te tuviera de mercenario ni siquiera te habría visto llegar.

    —Oh, ¿acaso te vas a encargar de eso?, ¿de corregirme hasta que sangre? Me gusta tu actitud.

    Los casquillos del revólver caen a la nada. Deja caer los hombros con el suspiro, aunque las implicancias y su eventual realización demoran en llegarle al cerebro.

    —Menuda primera cita, ¿todos los rubiconios son así?

    Para bien o para mal, así es como Zhao cae en el desastre en el que se ha metido. Al menos está vivo para contarlo.
  4. .


    Uf, el bloqueo se comió la mitad de la ficha original



    ¡Hola, hola!

    Ya te había comentado de pasada que tengo a Kareth en la mira y, para serte sincera, estuve dándole vueltas al tipo de rey que quería traerte. Esto resultó en una ficha bastante pequeña, pues gran parte de lo que tengo planeado mostrarte es mediante la narración que tengo pensada en caso de que quieras saber más.

    No te entretengo más y te dejo con mi chico.

    Mehrzad Saheed, el Falso Rey Sol






    FACECLAIM?
    I. II. III.



    Woohoo, ahora el contexto

    ¿Cuál es su tema con la muerte de su hermano? En resumen: Él no lo mató y lo único que sabe es que Kareth se dio a la fuga.

    Además de resentir a Kareth por huir de la escena, ensangrentado y bastante culpable con la evidencia que tiene a mano, también se pegó el síndrome del sobreviviente así que este maestro espía lo último que tiene es de perdonar y olvidar. Todo este drama tipo..., ¿dónde estábamos cuando él nos necesitaba? Pues al menos él estaba en el balcón para recibir un mensaje de inteligencia al momento del asesinato. Por otra parte, en cierto sentido quedó obsesionado con la tragedia y gracias a esto se ha dedicado a la prosperidad de Kuth, conquistando silenciosamente la extensión del desierto y fuentes de agua mediante normativas para los mercaderes con tal de hacer de la ciudad un punto de referencia más atractivo para los viajeros. Y'know, para honrar el último deseo de Dara a su manera.

    Otro aspecto que tengo claro de Mehrzad es que su poder político nace de sus maquinaciones, las cuales suelen incluir al menos una dosis de veneno o, en el mejor caso, delicadas secuencias para asustar a sus detractores. Así como la ficha de Kareth da a entender que la década que lleva fuera de Kuth ha tamplado su carácter en cierta manera, con esto te explico parte del proceso de este joven rey convertido, al menos simbólicamente, en una víbora.

    Lo último antes de irme: estuve investigando sobre Balduino IV de Jerusalén (específicamente en esta representación) como inspiración de los varios objetos que usará para cubrirse el rostro mientras siga en luto por Dara (que, bueno, hasta que se arreglen bien las cosas con Kareth...)

    En fin, ¡te leo más tarde!

    Edited by › petrov. - 4/3/2024, 12:24
  5. .
    ¿Oh?, ¿una actividad sorpresa? Don't mind if I do!

    Me costó desenterrar tracks vocales entre mis álbumes guardados, pero al final se pudo. Acá van mis recomendaciones:

    1. Mi Capitán de Kiltro [link]

    2. Old Friend de Mitski [link]

    3. I Hear a Symphony de Cody Fry [link]
  6. .
    El ambiente se le hace más soportable que los talleres, ya que entre escuchar el berreo constante de maquinaria o una capa de ruido blanco no le toma mucho cerebro preferir la última. A pesar de todo, la verdad inescapable es que el viejo Maynard es el único que tiene la infraestructura para darle mantención a las prótesis que lo mantienen andando, así que más le vale acostumbrarse a la realidad. En cualquier caso, con su temperamento es mejor que sea su compañero el que trabaje en este local porque con estas opciones es sorprendente de que no vaya de mal en peor.

    Con este arreglo puede relajarse o, en términos más adecuados, disociar hasta reaccionar instintivamente. Por ejemplo, de reojo se fija de que el otro mueve un brazo y entorna los ojos para seguir la secuencia, sobre todo por si aparece un arma, pero esta tensión se disuelve cuando lo ve revelar su rostro. Su brazo libre cuelga a su costado y ahora lo mira más pensativo, ya que le parece bastante moreno como para tener ojos rojos. Raro el asunto. Quizás así se vean los republicanos que se crían con sol que les queme la piel y, en cualquier caso, no es que él mismo sepa de eso.

    Le queda un sabor raro que no quiere sacar a colación, pero respeta su decisión de dejar de lado su anonimato, ahora bien, el problema viene cuando siente un peso tirando de la mano que tiene extendida. Los modales sólo existen para los hombres libres y en su situación actual no podría decir eso de sí mismo, pero estaba demasiado seguro de que igual que su antiguo superior iba a dejarlo en el aire…, un evidente paso en falso de su parte.

    La situación lo devuelve a la realidad como un chapuzón en agua fría, pues un escalofrío se derrama por su espalda, pronto hormiguea en los puertos donde iban sus alas metálicas y, echando púas de ansiedad, lo sacude una marea de vértigo en la boca de su estómago. Nadie con la cabeza bien puesta entre los hombros no le repugna la idea de tocar a un soldado artificial. Ajusta su peso con movimientos leves y tensos como ningún otro. Envuelto en un pánico frío es que estudia el rostro de CRAN1, buscando algún indicio que le haga cuestionar su autoridad, pero si tiene las agallas para retar su farol no hay manera.

    Se arriesgó mucho, pues en estricto rigor ni siquiera debería haber ofrecido el gesto a uno que debe ser de mayor jerarquía.

    Para alivio suyo después le da una sorpresa menos impactante que saltarse todo el código implícito, porque no hay manera de que ese nombre sea gyanarí, lo cual también significa que los juegos mentales de la sociedad republicana no aplican a él. Por el contrario, casi puede escuchar el sermón si intenta pronunciar ese trabalenguas de corrido asumiendo de que se lo aprenda de alguna manera. Sería contraproducente dirigirse a su superior con un insulto. Al final de todos estos altibajos decide que no se va a hacer problema; le guste o no sólo lo llamará por su distintivo.

    Sube las cejas y asiente distraídamente. Ya de vuelta a su actitud despreocupada cae en que le importa menos de lo que debería que su compañero sea un imperial, al menos tomando en cuenta que su comando anterior lo enviaba a masacrar a su gente. En lo personal, esto ya es parte del pasado, ahora tiene otros problemas y ninguna razón para desobedecer, e incluso si la tuviera no importaría mucho para cumplir su objetivo.

    En su defensa casi no recordaba la sensación de responderle a un capitán porque hasta hace poco tenía línea directa con escalones más altos dentro de la jerarquía militar. Si CRAN1 decide disciplinarlo por eso, bueno, no va a discutirle un criterio suyo.

    Cuando se calman las aguas el otro sigue siendo su capitán, pero esta vez asume un riesgo más moderado.

    Está claro que estamos hechos de telas distintas. En fin, no me cabe duda de que eres mejor de lo que sé para operar de encubierto aquí — Tuerce una sonrisa y se encoge de hombros antes de retirar su mano, dejándose llevar por la familiar espera entre asignaciones. A falta de otro tema, prefiere ir al grano: —. Escuché que este es un escuadrón de caza para algo grande y vuela tan alto que no lo vemos…, con un objetivo así no me extraña que nos asignen al subsuelo para dar con su pista.

    Suelta sus músculos tensos y se reclina en el asiento para darle una segunda mirada a la estancia, ya que no deja de llamarle la atención de que se les haya reservado un lugar tan espacioso como mero punto de encuentro, pues a la rápida cuenta varios sets de mesas y sillas sin duda para recibir a una gran cantidad de clientes, ahora vacío con tal de darles un momento privado como escuadrón. Bueno, para ser honesto consigo mismo, da la sensación de espacio si uno lo compara con el resto de la laberíntica capital, a pesar de la abundante iluminación artificial común en ambos ambientes.

    Pisa con el talón ligeramente, probando el ruido del impacto en el piso, inquieto y convencido de que nada bueno sale de cuatro paredes por mucho que sea territorio aliado y conocido por su capitán.

    Cuando mira al maletín recuerda que todavía le queda algo que hacer para matar el tiempo. Hunde una mano en el bolsillo de su chaqueta y, tras revolver el interior en busca del dispositivo, una vez seguro en su palma lo extrae y reposa en la mesa antes de arrastrarlo hasta media distancia para no arriesgar más contacto físico. En un pestañeo su mano ya está de vuelta a su escondite de tela aislante.

    No ve para qué disimular, es más, ojalá que se note que adora ese cacharro porque funciona y lo hizo él mismo. Por otra parte, tampoco quiere entretener mucho a su capitán, así que se traga parte del orgullo antes de hablar.

    Primero mirando al dispositivo y después a CRAN1, señala: —Una imitación del sistema de emergencia que debería ser capaz de mantenerse en línea si nuestros AWACS quedan desconectados. Auspiciado por mi contacto.

    Hace un gesto como que se está amarrando una soga al cuello para dar a entender el modo de uso, algo no muy alejado de la realidad de sus propios implantes que en mejores tiempos eran la tecnología de punta. Para este caso tuvo que hacer tripas corazón con los recursos, pero por muy morboso que pueda parecer ya es cosa suya si queda visible o no.

    Ya tengo instalada mi parte, así que cuando lo necesites ajusta la frecuencia al dos punto ciento quince.

    Así se queda sin nada más que hacer a parte de seguir esperando, aunque no se puede quejar del lugar ni de su compañía, tarareando para sí mismo porque prefiere no arriesgarse en hablar de más. Ya tendrán varias misiones para conocerse mejor y, en verdad, vaya que le interesa saber cómo este tipo llegó a ser su capitán.

    Con la idea de que pronto va a llegar alguna autoridad para justificar la reunión poco a poco vuelve su rutina de marcar un tiempo artificial con el talón, a la cual también se suman unas miradas rápidas a los puntos críticos que se ven desde el asiento.



    SPOILER (click to view)
    ¡Hola, hola!

    Me alegra mucho leerte de nuevo y, para serte súper sincera, quedé muy interesada con los aspectos de Yureya que dejaste ver en tu respuesta. No te mentiría si te digo que su perspectiva me hizo darme cuenta lo descabellado que se ve Raphail sin contexto previo, algo que estuve pensando en cómo matizar para que fuese coherente con la idea que tengo para su desarrollo y terminó siendo relativamente simple. Ya estaba en la ficha, sólo no había visto cómo aplicarlo sfdgh.

    Cuando escribí el pequeño informe de las unidades Nilotica había pensado la despersonalización como un instrumento para asegurar que las unidades fuesen leales al régimen hasta la muerte, pero no había pensado en cómo retratar su conducta, así que la primera parte de la respuesta es un breve subidón de ansiedad porque a percepción de Raphail tu muchacho está rompiendo todo el esquema y jerarquía que le apalearon en su carrera militar. Por otra parte, también preferí dejar la exposición de lado para dar a entender la disposición de mi chico en el asunto, conformista por decirlo menos, pero mientras reciban las mismas órdenes no se va a fijar mucho en los detalles para cumplirlas.

    Bueno, al menos hasta que alguno saque a colación el por qué cada uno quiere asesinar al Lord, no biggie.

    En fin, sé que el contenido de esta respuesta no avanza mucho en la trama y prefiero darle carta blanca en el cómo asignan el seek and destroy para este nuevo escuadrón.

    ¡Te leo después!
  7. .
    SPOILER (click to view)



    ¡Hola, hola!

    Me alegra que la presencia de Alfred haya picado tu curiosidad, ahora podemos fangirlear sobre Bloodborne a como dé lugar adghjk. Ya lo había dejado en el masterpost, pero la estética no lo es todo en una ficha, que nada te corte la inspiración para el muchacho que estás escribiendo uvu.

    Si te han gustado las ilustraciones de Raquel Cornejo, otros artistas para la saga Soulsborne que me fascinan son Anato Finnstark, l_aciel, qvarr (¡su fanart de Firekeeper!) y Redgonist. La forma en que tienen para dibujar a Lady Maria siempre me deja marcando ocupado lmao.

    Gracias por mostrar interés en mi personaje, ojalá que vuelvas a pasarte pronto por acá (!)







    DOS GENIOS, ALQUIMIA O CLARIVIDENCIA
    ¿a dónde los llevarán?


    _____

    2 personajes libres.
    [ VAEMERNITAS | fantasía, pseudohistórico: era victoriana, lies of p inspired? ]
    [ ¿GLENN? GRAFFUNDER | fantasía, elven kingdom ]

    --- * ---

    HIATUS INDEFINIDO
    [ sólo para nuevas fichas en este tema
    estaré mirando otros temas de inscripciones tho
    ]



    Edited by › petrov. - 16/1/2024, 01:55
  8. .



    Ascension Is A Blood Oath
    rol privado con Volkov.


    El Quejío
    Carlos Viola

    00:00 ❙──────── 05:17
    ......|| ......




    In this starter:
    Used to the Darkness (Des Rocs),
    The Young Elites (Marie Lu),
    Start Here (Caitlil Siehl)





    Killian Sanguinius Grahil


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    Sir Cedric de la Hoy



    SPOILER (click to view)











    Las primeras horas de la mañana siempre son las más peligrosas en Grahil.

    Cuando escasea el sol, la poca visibilidad depende la niebla y las ventoleras que sacuden la capital con tal fuerza que incluso las piedras retuercen sus grietas, por otra parte, la humedad acompaña a los vientos que aúllan por los contornos de una ciudad que ha mutado para promover la ventilación entre distritos enfermos y afectados por distintos estados de ruina.

    Gracias a los años de segregación ya saltan a la vista las zonas exclusivamente humanas, las cuales contienen a los que prefieren encerrarse igual que las ratas para escaquear a la otra mitad de la población, pues cualquiera puede contagiarse de vampirismo y unirse en el alcantarillado donde el hedor a putrefacción sólo crece. Esta mitad es la que contiene el aliento y presta especial atención a sus emblemáticos girasoles, pues sólo cuando se inclinan hacia la luz que se derrama por las arterias principales es que se atreven a salir, esquivando cuerpos secos y tiesos, para así reunirse en el mercado central.

    La obsesión con el cálido abrazo del sol no es reciente porque la inmensa plaza central también se inspira en el patrón de estas flores, además, dentro de sus divisiones exquisitamente calculadas en nombre de la eficiencia se esconden mercaderes que reúnen los cadáveres para la faena, tomando toda medida para que no se quemen con los primeros rayos de sol antes de llegar a la venta. La carne animal es un recurso delicado que sólo las esferas altas de la sociedad pueden permitirse, pero, para el resto de la población que no produce sus recursos el horror de consumir vampiros ajusticiados por un ejecutor ya es cosa del pasado.

    Si los restos no alcanzan el paladar humano ni animal son reducidos a materia prima para así aparentar la idea de crecimiento perpetuo, fomentando la construcción cíclica con este granito falso a base de cadáveres vampíricos y, como si fuera poco, ni siquiera se consideran un peligro a la salud cuando pasan a formar parte de los cimientos.

    Como causa directa de su inclusión al panorama y también como hijo de cantero reconoce instantáneamente que, a pesar de que poseen la tendencia a incendiarse, los ladrillos de granito falso sufrieron varios cambios en la formulación hasta que las llamaradas pasaron a ser una capa de polvo gracias a la erosión durante el día y que reposa constantemente en el paisaje urbano. Para un extranjero que no tiene idea de esta atrocidad silenciosa, la capital de Grahil siempre está cubierta de polvo, o quizá de cenizas, sin embargo, para Cedric es una molestia culposa en su rutina.

    Una buena parte de este cae desde el palacio imperial, también víctima de este material que se pulveriza bajo el sol, pues su extensión es como las raíces de un árbol que se enredan entre la tierra, extendiéndose con una telaraña de corredores que se derraman desde la inmensa galería central. Mil doscientos pilares unen el portón principal en un extremo con el salón semicircular con capas de asientos ordenados de tal manera en el que la audiencia se concentra en una adición tardía: el cepo responsable innumerables ejecuciones, ahora vacío y hediondo gracias a sus capas de sangre oscurecida por el tiempo.

    Si el resto de la capital se descompone con la humedad y el rocío, el salón del trono destaca por su aire inusualmente seco que esparce el hedor que desprende Cedric y sus guantes que brillan con las vísceras envueltas entre el cuero. Su uniforme brilla entre los tonos parcos de la piedra y madera seca, sin embargo, se mantiene ocupado, aunque con la mirada perdida en el aparato de madera mientras recuerda tiempos peores.

    Tras la sentencia final el acto en sí siempre era simple, pero la reacción de las víctimas no necesariamente. Gracias a esta disonancia se daba el espectáculo, porque mientras más resistencia, mayor histeria para los sobrevivientes…, al menos hasta que su caudillo terminó al lado equivocado de las cosas.

    Su lealtad fue demandada con cada vez que levantó el hacha al lado del cepo, pero la cabeza seca sobre el trono fue degollada con el mandoble con el que lo nombró capitán de la nueva guardia real. Al menos debe admitir que se fue con su orgullo intacto, pues en sus últimos momentos no rogó ni lloró, dejando una mueca de horror petrificada para la posteridad, sin embargo, desde el primer instante supo que sus tendencias violentas sólo demoraron el fin natural de su reinado al haber dado con la pista más sólida del paradero de los herederos de Sanguinius.

    Por más que se esfuerza en disociar el acto no puede evitar ver su reflejo distorsionado en la mirada pálida del ahora difunto usurpador, más, lo único que interrumpe el silencio es el ruido húmedo de cada corte con un filo que se pierde al chocar con los huesos tiesos.

    Ya no hay nada que pueda sangrar un rojo vivo, sino que lleva lo suficiente como para derramar un carmín oxidado.

    Si uno se esfuerza en ignorar el uso indigno de la reliquia se puede entrever una cierta belleza en la guarda de acero trabajado con la cota de armas de la casa Grahil o en el pomo de seis kilos que recuerda a una daga matrimonial, ambos símbolos que marcan al portador como propiedad del trono, pero no de aquel que se sienta en él.

    Cedric termina de descuartizar los restos y enfunda el arma ceremonial con una cierta devoción en sus manos ensangrentadas, pero el mundo sigue su curso y lo oye en la forma de una pluma rascando el papel poroso típico de los documentos oficiales. El escriba imperial debe estar atrincherado tras su podio, ya que está literalmente atado a su propósito de documentar todo lo que sucede en el hemiciclo, pero, a pesar de que al ejecutor no se le permite hablar, debería al menos causarle catarsis de que el tirano yace deshonrado.

    Como instrumento del trono es que nace en él una convicción férrea por hallar a un señor digno de su servicio y es bajo este decreto tácito que la espada fiel aguarda la nueva era de Grahil, ya sea que el mundo caiga o que se tiña de sangre.

    Como Cedric el Justo es que convoca a los suyos para mostrar el triunfo de la justicia ante su pueblo.

    Largos halos de luz abrazan a la guardia real mientras avanza en formación solemne por el gran corredor, encabezados por un escudero que los guía con su bandera en alto; después, a los flancos de observan los pares de extremidades ensartados en estacas; finalmente, a la retaguardia se encuentra el capitán, sosteniendo en ambas manos la cabeza que inmortaliza el horror del difunto emperador. El camino parece largo sólo por el eco que devuelven las paredes huecas, pero eventualmente el escuadrón llega al otro lado del umbral que los separa del resto del imperio.

    Sus capas blancas son bien conocidas, más aún con su estricto protocolo para presentarse con la bandera en alto como mensajeros. Así no hace falta esperar para encontrarse con un mar humano acomodándose bajo los parches iluminados, que con sus formas irregulares terminan apretujando a aquellos que se han atrevido a desafiar las primeras horas de la mañana hasta que no se puede reconocer dónde empieza un rostro y termina el siguiente, cada uno revuelto con su propia expresión.

    Tan fría como la mañana que se asoma por el horizonte es la disposición de estos soldados a medida que se despliegan por la extensión de las escaleras a la falda del palacio, abriéndole paso a quien fue las manos del Terror Blanco con el responsable de esta tragedia en ellas. La multitud queda helada al observar con atención esta escena.

    Lleva días sin hablar, por tanto, Cedric se aclara la garganta antes de anunciar: —¡Verdadero Señor de Grahil, he aquí la muestra de mi lealtad: el usurpador ha muerto!

    No es de extrañar que declarar este ultimátum con la cabeza del hombre capaz de sumir al imperio en terror en alto haya causado una impresión fuerte, sin embargo, la desesperación de la turba al no encontrar más autoridad que la guardia real se hace presente.

    Seguramente han de pensar que la nobleza los ha abandonado y, al menos en este momento, no se equivocan en hacerlo.

    El capitán pasa una mirada indiferente antes de dejar caer la cabeza seca por los escalones, provocando una reacción visceral en aquellos que rodean el borde, quienes intentan alejarse a medida que los restos rebotan por la piedra vieja. Aprovechando la distracción es que extrae el mandoble ceremonial de su vaina para ir raspando la línea de su andar tras los restos del decapitado y finalmente ensartarlo con fuerza bruta en la hoja desafilada.

    Algunos miran insistentes a los guardias que delimitan el perímetro hacia el palacio imperial, quizá demandando una explicación, mas, la escena parece congelada en el tiempo.

    Frente a los restos se encuentra un pueblo sin líder y atrás se encuentra un palacio sin señor, pero aquel que sostiene la línea imaginaria que separa estas dos realidades no dice palabras que aplaquen su miedo, sino que ordena a sus subordinados de colgar el cuerpo en la inmensa fuente frente a las escaleras que llevan al palacio. Tiene claro que no es digno de tomar esta decisión y, en estricto rigor, tampoco de tocar el cadáver de uno que haya ejercido el poder del trono, pero tampoco está dispuesto a cremar al traidor y dignificarlo en muerte junto al resto de sus ancestros que reposan en las catacumbas del palacio.

    La cabeza de Claud Pallavi Grahil flota junto a sus extremidades, las cuales todavía sangran desde sus músculos tiesos, esparciendo manchas oscuras que enturbian el agua de la fuente hasta teñirse del mismo rosado pálido del granito falso.

    A pesar de la desensibilización que ha traído la epidemia esta vista inspira asco en los plebeyos, los cuales tuercen sus rostros en muecas de disgusto y apartan la mirada de los ojos deshechos del degollado. Ninguno se atrevería a consumir este cadáver, menos beber del agua contaminada por este, de modo que cuando todo está dicho y hecho su pueblo lo considera incluso bajo los vampiros débiles y faenados que se venden al final de la vía imperial. Esta humillación sólo es posible tras su muerte.

    Cedric vuelve a intervenir con una orden que provoca una reacción instantánea en aquellos que visten su mismo uniforme albo, tintineando las espuelas de sus botas al saludarlo para luego dirigiéndose a sus labores como una tropa de títeres. Tras toda esta demostración pública, la guardia real sólo se limita a volver a sus deberes.

    La turba ahonda su silencio, cada uno estupefacto y siguiéndolos con la mirada a tomar su puesto de guardia. Temen que si llegan al descontrol también los dejarán a descomponerse junto al antiguo emperador, así que la impresión va quedando de lado, la vida sigue y la gran mayoría intenta seguir el ejemplo, devolviéndose sobre sus pasos para seguir con relativo orden la rutina de la última década, aunque con un deje de ansiedad palpable en el aire.

    Por el momento podrán resistir de alguna forma, ya sea indiferencia o simplemente autoengaño, pero si ha de pasar mucho tiempo sin una cabeza al mando no cabe duda de que estos mismos plebeyos sucumbirán a la presión.

    Él solo no puede cambiar esta situación, su deber es mucho más acotado, pero con un señor excepcional sentado en el trono que le pertenece está seguro de que sus habilidades serán puestas a buen uso y así devolver al imperio a su antigua gloria. Cedric el Justo se devuelve sin compañía al trono vacío, arrodillándose de espaldas a la entrada y ante los escalones que separan este asiento de la superficie que tocan el resto de los mortales.

    Ahora le queda esperar que este pequeño gambito sea efectivo para sacar, figurativamente, a la luz a tal individuo.




    SPOILER (click to view)
    ¡Hola!
    Primero: perdón por demorarme tanto en traerte el starter. Te taparía el resto de la página con cosas que me han pasado antes de publicar estas dos mil palabras y las varias ediciones que pasaron en ese tiempo, además, estuve dándole vueltas a uno de los títulos que me mandaste ("Blood Pacts") antes de terminar en lo que sentí como un término medio (?).

    En fin, pasando a otras cosas, el mandoble ceremonial que Cedric usa para descuartizar a Claud fue algo que salió entre cada edición para constrastar la crudeza del hacha ejecutora, puesto que era una costumbre del Altomedievo delegar reliquias/armas ceremoniales a ciertos cargos dentro del staff del palacio imperial como muestra de riqueza y lealtad. Al momento en el que te escribo esto sólo tengo claro que es una flamberge (lee acá si quieres saber más), pero no tengo del todo claro si la extensión con la que la imagino la califica como un sable o zweihander, ah, ojalá que para la próxima respuesta ya te pueda confirmar. Lo otro que probablemente ya has notado es que me pasé un sólido tercio describiendo la capital de Grahil (sin darle nombre aún, ¡conversemos esto!) en tema de arquitectura y costumbres para darte algunas referencias antes que sorprendas con la realidad alterna que tienen los Apóstoles de Sangre, pero me temo haber dejado un poco de lado la jerarquía de los sirvientes dentro del palacio. Esto pretendo profundizarlo cuando nuestros muchachos ya se hayan encontrado y Killian asuma el trono.

    Buf, no te entretenego más, pero me voy a estar dando vueltas por este tema por el resto de la semana para ir corrigiendo cualquier typo o pulir más la redacción.

    ¡Te leo más tarde!
  9. .


    QUOTE
    HILF MIR de › petrov.
    Written for the 38avo. Reto Literario: "Till the World Ends".

    ❥ Pairing
    SIGNALIS » Ariane/Falke/Elster.
    ¿BL? Y | N


    ❥ [ONE-SHOT] 12.014 palabras.

    ❥ Terminado.

    ❥ Rating & Advertencias.
    M ; ¿Unreality?, violencia (menciones de daño físico y mental)

    ❥ Comentarios del autor.
      Después de el susto que me pegó el fic de Bloodborne con el límite de caracteres en un post hice todo lo posible por mantener la trama más o menos breve. Ooh boy, eso fue difícil, pero para ser un fic que (de nuevo) recrea la narrativa de un juego y al mismo tiempo es un estudio de sus personajes no está tan mal i guess?

      Ayo, Juu, 'tis the signalis fic. do look up the morse code i prommy it's nothing bad.

    ❥ ¡Buena lectura!



    HILF MIR




    Un frío inexplicable se impregna en su patrón neural, abriéndose paso en la forma de un millar de manos microscópicas invadiendo su infraestructura con un tic en la articulación de su mandíbula, luego buceando por largos nervios de cobre hasta asentarse en las sesenta y cuatro tuercas que sostienen los complejos de placas madre detrás de sus ojos artificiales.

    Un poco más arriba, sí, arriba y en la superficie, justo en su frente, el frío se arremolina en dos trazos finos.

    La Replika se sacude entre las sábanas plásticas, incapaz de abrir los ojos y de conseguir el alivio del calor desechado por sus ventiladores circulando en el nido improvisado. Hay un problema con la interfaz de bioresonancia y una cascada de errores derivados la mantienen muy ocupada como para resistir la interferencia que rebota en su cabeza.

    Ella ya ha conocido un frío así, pero eso fue hace mucho tiempo, es más, diría que fue poco después de salir de producción y antes de ajustarse al pecho la placa de protección roja…, ¿o blanca? No, la primera fue roja… ¿la primera? Desecha rápidamente ese pensamiento al sentir un sabor ácido quemando las conexiones a su mandíbula. La sustancia disuelve el metal a cada gota derramada y oxida lo que no puede deshacer.

    Intenta gritar, mas, su módulo de voz no recibe su orden, así que ahora grita por la red bioresonante. Trémulos y visibles, los bordes del recuerdo vuelven a formarse.

    Nunca ha usado las placas aislantes que usan las unidades técnicas, ah, espera, ¿cómo era de nuevo?, ¿comandante? No encuentra músculos de los cuales tirar para hacer una mueca. En el entretanto, el asistente interno le presenta los siguientes datos: Führungskommando-Leiteinheit-Replika, Controladora de Replikas modelo FKLR ‘Falke’. Otro mensaje flota por su mente: FKLR S-23, comandante del Complejo Sierpinski en el planeta Leng, propiedad de la Nación. Eso le hace más sentido, mas, ninguna de sus articulaciones le responde cuando quiere levantarse, al menos no de la manera de la que ella quisiera, en cambio contrayéndose a intervalos irregulares como una hormiga infectada.

    Una cascada de ácido burbujeante carcome el tejido artificial que compone la efigie de propaganda que le han dado por rostro, pero el sitio vulnerado pronto se resbala y cae carbonizado entre largos mechones de un negro artificial gracias a la rutina de amputación. Falke resiste el avance de la enfermedad y busca cómo acelerar los pocos programas saturados con tareas de desinfección. Sus procesadores zumban violentamente, demandando más capacidad de procesamiento con una llamarada que ondula por recubrimiento de silicona y después hacia el chasis de su espalda, produciendo un hedor característico de la maquinaria sin mantención.

    Falke para en seco. Ella no tiene sensores odoríferos. Algo está mal. Alguien le está transmitiendo datos que no tendría cómo entender y no puede a ver más que estremecerse ante esta sensación desconocida, exhalando las llamaradas de su sistema por los dos tubos de escape modelados mediante el símil que tienen los Gestalt para su intercambio gaseoso, sin embargo, nada la prepara para que el frío le dé paso a una sensación peor.

    La silueta de una mano ajena encuentra a la suya por un breve instante, pero eso es todo lo que necesita para saber que fue otra Replika y también estimar sus características. Por ejemplo, por la forma de los dedos adivina que no es Adler ni una de las Kolibri; segundo, puede descartar inmediatamente a las unidades Ara, Eule y Minah por el simple hecho de que ninguna puede soportar su presencia y menos aventurarse más allá de su oficina; por último, al conocer todos los tipos de unidades en S-23 y no esta mano extraña, sólo puede imaginar que sea otro tipo de Replika ajena a la jerarquía de este complejo y que se haya atrevido entrar a pesar de los guardias apostados en cada pasillo.

    Quiere levantarse para reeducar a la irregular, pues, al fin y al cabo, esa es su función como herramienta de comando para AEON. Ganas no le faltan a pesar de la compulsión de ejercer su autoridad, mas, Falke se mantiene inmóvil, amortajada en sus aposentos y ahora al son de una melodía familiar mientras los pasos de la irregular desaparecen entre el silencio de cada nota.

    La comandante bucea en su impotencia por un rato antes de ahogarla con el audio que viene de la radio decorada como un búho con la que se había ido a dormir quizá hace cuánto tiempo.

    El aparato tararea en un registro bajo con algunas notas altas salpicadas en una melodía irregular, guiando inconscientemente la guerra interna contra la infección a una tregua. Falke flota en una especie de limbo en el cual no tiene órdenes que dar ni mantención que realizar, sin embargo, su programación naturalmente le hace guerra a este estado e intenta diagnosticar de nuevo la infección que la ha forzado a quedarse en coma mientras su código intenta preservarse y sobrevivir al parásito que se revuelve entre sus recuerdos. Las notas altas titubean por un instante, interrumpidas por el cambio de dirección del ronroneo de las frecuencias bajas para luego seguirlas, cambiando la sensación de la música a un ambiente sereno, atento, pero gentil en la modulación del sonido. Suspira y se deja hundir en la marea que reverbera por su complejo metálico.

    A pesar de que se encuentra plácida, la Replika no puede evitar sentir que algo le falta. No se trata de ningún componente ni combustible, pues ahora siente el sistema de termorregulación murmurando entre sus costillas de titanio y los scervos al interior de cada articulación ronronean bajo la presión de su cuerpo metálico.

    Tras unos instantes puede reconocer el registro alto como las notas de un piano, cada una resbalándose lentamente tras su oído, tentándola, tirando de ella hacia lo desconocido. Cierra los ojos apretando los párpados de silicona con toda la fuerza que puede producir, inmóvil hasta que sus pies pierden la superficie.

    La Replika se siente flotar, pero también va perdiendo la recepción de la música. Mientras la compulsión se deshace en el vacío ella actúa confiada al dejarse llevar por las órdenes encriptadas que mueven sus manos para abrir su traje protector y rápidamente activar la radio. El código morse canta en su procesador y se derrama por los parlantes que reposan en la base de su cuello. Vuelve a registrar el frío capaz de congelar sus nervios por apenas un pestañeo antes de cerrar el traje, ahora concentrada en arrastrar sus pies por capas de nieve hacia el origen de la transmisión.

    Habrá pasado un instante o quizá una eternidad, no importa, pues cuando abre los ojos ni siquiera se sorprende al encontrarse en una recámara de presión. La estancia está pintada de un blanco perfecto, por lo que debe ajustar la vista para diferenciarla del mundo exterior. Su mano, o la mano de alguien más, produce una tarjeta de identificación desde uno de los bolsillos del traje.

    Fue apenas un vistazo, pero sobre la barra magnética envuelta en el pedazo plástico puede reconocer la siguiente inscripción: Schiff-Techniker Replika modelo LSTR, después, cuando pasa la tarjeta por el lector ve la otra parte que tiene el código de la unidad y una foto de mala calidad impresa al lado izquierdo. Se parece mucho a ella…, ¿a quién? Bueno, tendrá que pensar en eso en otro momento. La puerta metálica al otro lado se sacude gracias a la activación del mecanismo, sacudiendo el polvo que cubre su reflejo. Ahí ve a LSRT-512, una Replika de estatura promedio, con chasis del mismo azabache de la melena plástica y un pectoral bermellón estándar. Mientras más mira los detalles de su reflejo más crece la sensación de que un extraño la mira de vuelta en este espejo improvisado.

    La puerta metálica se abre y revela una nave compacta al otro lado. Sus oídos se destapan. Pronto pierde rastro de la melodía para luego concentrarse en las dos cápsulas para trajes de alta resistencia que reposan a cada lado del panel y su lector de tarjetas. Sólo hay una con su traje, así que presume que la otra está vacía porque debería tener el que ahora mismo tiene puesto. Al menos esto es todo lo que piensa bajo este contexto, pues todo lo que tiene es la perspectiva de la técnica mientras se desviste del uniforme, corre diagnósticos en sus partes y calibra sus instrumentos para seguir cumpliendo sus labores.

    Inscrito en las letras claras del panel de control puede ver un dato interesante, ignorando las distintas mediciones y gráficos con respecto a otros cuerpos celestes hay un contador que tiene su propia casilla dentro del menú que lee “ciclos”. Elster entorna la mirada e intenta hacer memoria de qué significa el número 888 en este parámetro. La memoria la elude por un buen rato, es más, llega a sentarse en su silla de comando para no sobre exigir la capacidad de sus piernas mientras la nave realiza una maniobra para evitar la atmósfera del planeta que pretenden pasar.

    El silencio en la cabina resalta cada uno de sus pensamientos, pero al otro lado del vidrio se encuentra la mancha roja de Rotfront enfrentando su mirada perdida, juzgándola en silencio hasta que su atención se dispara al encontrarle significado al número en la pantalla. Bah, cómo pasa el tiempo… ya casi van para los dos años y medio en la Penrose.

    Algo más la separa de su ensimismamiento, similar en algunas partes al tarareo que la trajo aquí en primer lugar. Elster frunce un poco el ceño aprovechando de que no hay otras Replikas que puedan corregirle este gesto, prestando atención al tarareo lejano.

    Una curiosidad por saber el origen la carcome por dentro. No basta ni esperar dos pestañeos prudentes para que ya se encuentre en camino.

    Su búsqueda es lo más cautelosa que puede ser en una nave donde todas las piezas metálicas requieren mantención constante para que no se desarme con las turbulencias, posando la terminación metálica que tiene como pie en las uniones con amortiguamiento plástico para ahogar el sonido de sus pisadas fuertes. Gracias a su sistema de audio integrado tiene un excelente sentido auditivo que le permite encontrar al origen de ese sonido novedoso en la estancia común de la Penrose.

    La técnica asoma la cabeza hasta que sus ojos dejan de ver el marco metálico que separa la encrucijada de las otras estancias de la nave, encontrándose con una Gestalt desparramada de una manera poco aconsejable sobre tres sillas una al lado de la otra. No se supone que sienta frustración porque ya le ha dicho varias veces que no haga eso porque esta habitación no tiene todos los filtros de radiación de la cabina y se puede caer con las turbulencias…, bah, pero qué va a saber ella, su programación y el sentido común si Ariane quiere leer una y otra vez esos documentos ilegales que logró contrabandear. Hela ahí con la cara enterrada entre las páginas y los mechones pálidos levantándose con la estática. Ojalá que tengan un sacudón fuerte para que aprenda bien.

    Ariane murmura versos extraños que no puede evitar escuchar.

    —Rompen las olas neblinosas a lo largo de la costa, — Elster se tambalea como embriagada con la cadencia de la voz de Ariane. Quinientos doce nodos sobre su nuca pestañean simultáneamente para devolverse el canal visual. — Los soles gemelos se hunden tras el lago. Se prolongan las sombras…

    Dicho y hecho. Antes que la Gestalt pueda terminar la estrofa toda la Penrose se sacude como una caja de fósforos entre la tormenta solar y el campo magnético alterado de Rotfront. Ariane cae, rebota en las latas que esconden la cablería y no logra trepar de vuelta a las sillas hasta que el zarandeo llega a su fin natural, algo que habrá tomado entre cinco a diez minutos acompañados con una cacofonía de distintos metales resistiendo el oleaje invisible que viene del espacio.

    Sólo después de asegurarse de que no van a tener otro evento es que Elster anuncia su presencia en la sala común.

    No es ni un saludo ni una disculpa lo que la recibe: —Ay, uf, mis piernas… ah, ¡no lo digas! No lo digas, ¿ya? Sé que no debería leer de cabeza, no tienes para qué recordármelo, — Elster intenta mantenerse estoica, pero esto no significa que no esté convencida y levante una ceja. — ¡oye!, ¡no me pongas esa cara! Todos los días se ven igual en el espacio, ¿no?... ¿NO? Mira tú, qué envidia te tengo si ni sabes lo que es tener que acostumbrarte a la vida cotidiana en una nave como la Penrose.

    Hay algo que siempre la ha sorprendido de la capacidad de expresar emociones en algunos Gestalt, bueno, de la única que ha conocido desde su partida de producción. Elster nunca ha tenido la necesidad de contorsionar su rostro para expresar sus intenciones y, si Ariane fuese otra Replika, no dudaría en reportarla para que la desmantelen. Para suerte de ella no tiene cómo pedir que la disciplinen, además, su comportamiento cae dentro de los parámetros aceptables.

    Conoce todo lo que debe gracias a que su base de datos la provee con información básica de sus necesidades y un manual para llevar a cabo procedimientos médicos, o al menos lo que la Nación considera fundamental. Gran parte de esa información no suele ser necesaria, sin embargo, en estos momentos le gusta hacer memoria de las pocas líneas que le dan a entender que deben ser reeducados para no exhibir muestras de individualismo que puedan ser considerada ofensa contra el régimen, pero su condición de Gestalts significa que impulso siempre va a estar presente. En caso de unidades como la suya le basta mantener rutinas con las que ejercitar su patrón neural con tal de no enloquecer, pero estas criaturas tienen el único propósito de crecer para cosechar patrones neuronales más estables con los que después crear nuevas Replikas.

    Ya se hace una idea de por qué Ariane terminó con ella en la Penrose en vez de cumplir su propósito como Gestalt. Y no le importa. No sólo porque no afecta en nada a la misión, sino que toda relación con ella debe ser a base de órdenes hasta que lleguen a la coordenada encriptada a la que las han enviado.

    La humana sigue hablando.

    —Para qué te digo lo difícil que es tener el autocontrol para no tragarme la reserva de pastillas… — Una pausa incómoda corta la oración. Elster entorna los ojos y se prepara para encontrarse con los de Ariane. —, ah, ¿que ya no hacen a tu modelo con un modelo neuronal más empático? Ah, no, no me respondas.

    Todos los procesos de la unidad LSTR paran en seco, aguardando la siguiente orden de la humana al mando. El tiempo se tropieza sobre sí mismo, alargando el error hasta que la escena termina de congelarse.

    —Ahora vas a ver que yo te voy a enseñar empatía, ¿mm? — Elster se prepara para las consecuencias. — Prende esa radio, te voy a enseñar a bailar y más te vale aprender bien.

    Titubea antes de responder: —¿Es una orden?

    —¡Por supuesto que es una orden! — Ariane ríe. — Has estado todo este ciclo allá afuera arreglando las antenas. Lo mínimo que puedo hacer es enseñarte algo que la Nación no puede, ¿no?

    Aprieta la mandíbula instintivamente, pues nada en su programación la ha preparado para un momento así. En cualquier otro lugar la Gestalt estaría bajo su autoridad y cualquier testimonio suyo sería inferior a la palabra de una unidad designada como Protektor, por lo que no sólo es ilógico que intente sobrescribir una orden en su sistema de prioridades, sino que bordea una arrogancia común en los humanos que debe ser disciplinada hasta que ese entramado asqueroso de neuronas ni siquiera lo considere una opción.

    Todo esto sería cierto si tan sólo fuese Elster quien experimenta este recuerdo, sin embargo, la consciencia de la comandante es más que suficiente para tomar control de esta unidad inferior y llevar a cabo la función por la que fue creada. Ni siquiera duda en tomar posesión de este cuerpo, pronto adaptándose a las dimensiones y partes de la unidad LSTR-512 como si fueran propias.

    Una vez que su patrón neuronal encuentra homólogos, Falke proyecta su voz: —Gestalt Ariane Yeong, código PKZ: YNGARN-L-5921D. Usted ha demostrado actitudes que comprometen el orden según el manual de conducta — El comando hace un eco ácido en la sala metálica. Ariane la mira con una expresión complicada. —. Para el bien de nuestra nación el proceso disciplinario es inminente. Cualquier acción u palabra que interfiera con el proceso será considerada un agravante para su hoja de vida y será tratada a discreción por la unidad presente.

    Este cuerpo insignificante no puede demostrar el poder de la comandante pues, por ejemplo, con una estatura de menos de dos metros no puede instigar miedo en el subconsciente de la Gestalt y carece de los módulos bioresonantes que le permiten ejercer su autoridad. Lo único útil de la Elster es que su composición es lo suficientemente versátil como para reproducir su postura hostil gracias a un modo de combate predeterminado.

    Falke está confiada que con un poco de intimidación será suficiente, sin embargo, no espera verse abrumada por su propio truco.

    Bastó que la Elster poseída pestañease para que cada hilo de cobre que compone su complejo neural fuese comprimido por una mano invisible, así interrumpiendo todos sus procesos para reemplazarlos por un dolor que sólo una máquina puede tener. A pesar de que conoce el término, su diseño neural le impide manifestar la sensación con un grito. Tanto la estructura mecánica como las placas metálicas con circuitos delicadamente dibujados para su mayor eficiencia se quejan bajo la presión y después intentan no quemarse con un escalofrío que la azota como un rayo, desconectando varias regiones del control de la comandante en el proceso.

    No es necesario decir que ella ha quedado sin palabras, pues la posibilidad de que esta Gestalt pueda ejercer las mismas ondas de bioresonancia nunca se le podría haber pasado por la cabeza. Gracias a sus cortafuegos que no llega a sentir el daño, mas, por un milagro la unidad técnica sigue viva y también se tambalea sobre sus pies mientras se recupera del impacto.

    Arianne se pone de pie y aprovecha que Falke aún no puede recuperar el control del cuerpo ajeno.

    —Tú no eres mi Elster — Bajo los seis mechones pálidos se asoman dos ojos que intentan ver lo que hay atrás de los suyos. —, ella siempre fue más tiesa para estas cosas, pero nunca una escoria para Eusan.

    La mirada ajena se entorna para ver mejor, no, mejor dicho, floreciendo con una curiosidad mórbida antes de tomar el rostro de silicona y examinarlo. Un terror indescriptible se pasea por su sistema junto a la posibilidad de que la humana sea capaz de verla, pues, si uno puede ver a su enemigo también puede neutralizarlo. No puede permitirlo. Si antes era una unidad orgullosa, ahora la comandante tiene la certeza de que va a perder y quisiera gritar en el canal de contacto hacia AEON para que envíen refuerzos a toda costa.

    —¿Por qué sigues buscando respuestas donde sólo hay preguntas? — Ariane entorna los ojos cuando parece encontrar a la intrusa que titiritera a Elster. — Al final sólo vas a encontrar sufrimiento.

    Se estremece bajo la mirada atenta de la Gestalt. Si tuviese un corazón, no le cabe duda de que estaría latiendo desaforado para mantenerla consciente a base de adrenalina, pero en el caso de las Replikas no existe nada parecido, por lo que su consciencia sobria es capaz de recolectar el basural de datos que viene después. Así es como la Elster se libera de su control y sigue el curso natural de esta tragedia, tomando la mano de carbón de Ariane para aprender a bailar, luego tropezándose una y otra vez en sus primeras prácticas y después adquiriendo una maestría similar a la de su instructora.

    Falke observa en silencio las innumerables veces que practican una pirueta. Simultáneamente piensa dos cosas: ella debería estar en lugar de la Elster y también debe de haber una forma de escapar de este purgatorio.

    La pareja da vueltas en las habitaciones compactas de la Penrose. A veces se equivocan o se emocionan demasiado, tiran muy fuerte del brazo de la otra o Elster pisa sin querer uno de los pies de Ariane, en fin, errores menores y que pasan desapercibidos en una actividad a la que no le encuentra sentido alguno.

    Una señal interfiere la escena, cortando la visual como un cuchillo al rojo vivo para mostrarle un cuadro distinto en los mismos colores. Le toma un segundo ajustar los parámetros en su sistema para reconocer la explanada llena de Replikas que hicieron cortocircuito reciben a la nueva audiencia, pues sus sensores gritan al detectar el punto que la irradia.

    En medio de esta escena mórbida hay una sola que camina entre las ruinas, sin duda también afectada por la radiación que permea el ambiente.

    Se demoró mucho en reconocer las intenciones de esta unidad extraña, al menos hasta que un tirón violento la hizo jurar que el brazo que salió volando fue el suyo. Una respuesta de huida automática la revuelve entre las sábanas mientras intenta recuperar los momentos antes de que sus sensores dejaran de recibir respuesta de esta extremidad, ahora sorprendiéndose porque el contexto que le muestran sus sentidos se encuentra afuera de la Penrose con la misma unidad Elster…, o una de la misma línea, pues lo último que registra es verla deshecha en medio de la nada. Tiene la impresión de que esa no es LSTR-512, pero, en cualquier caso, todo lo que queda de ella es su cadáver con los ojos perdidos en algún punto del cielo carmín.

    No tiene palabras para describir la sensación que retumba en todo su complejo. La disonancia cognitiva de haber visto a la misma unidad Elster con la placa estándar bermellón bailando con una Gestalt e inmediatamente después verla intentar entrar a la misma nave y fallar en el intento es suficiente para darle náuseas. O, bueno, lo más cercano a eso, porque su boca sólo se extiende hasta el módulo de voz y sus sintetizadores subordinados, imposibilitándole el vómito.

    Una consciencia afuera del tiempo observa la trayectoria indefinida para no perderse en el abismo. Esta existencia es simultánea a muchos fenómenos que tanto un Gestalt como una Replika son capaces de percibir, aunque el primer grupo es más cercano a las tradiciones supersticiosas para entenderla.

    Para la tragedia de sus profetas este ser no puede ser encapsulado del todo, ni siquiera la noción de omnipresencia logra comprender la razón de su simultaneidad, pero, a pesar de esto, la consciencia afuera del tiempo no es un dios ni una aparición. Estoy hablando del ojo de Rotfront, del respirar de la interferencia pasando por una radio, una nave a la deriva, una moneda deslavada y el hedor de tejidos vivos e irradiados. Se lo habían presentado como otra cámara de la Nación vigilándola. Ahora ella mira a través de este.

    Los colores se derriten en una retina que va perdiendo su lustre, pronto mezclándose en una gota que no encuentra dónde derramarse. A pesar de que cae en un medio extraño aún se puede apreciar el efecto del roce en la caída de esta partícula, la cual va dejando una línea perfecta en la misma forma en la que un asteroide raya la noche del espacio al quemar los materiales de su superficie. No puede percibir la verdadera esencia de ese rastro que pinta el espacio, sin embargo, lo que sus sensores pueden interpretar se convierte en un rojo bien saturado.

    Esta es su primera vez en el limbo y, al mismo tiempo, una de las cuantas que ya ni siquiera quiere contar.

    Incorpórea y un poco inconsciente es como aguza la mirada entre el color visceral de este líquido para ver al otro lado. Una foto en donde se veía a Alina Seo pierde su color y la tinta que deletrea su nombre encuentra una forma ligeramente similar a la primera, completando de este modo el rostro de Ariane Yeong recién enlistada para el proyecto Penrose. Por un momento llega a pensar que es ella misma la que está viendo esa foto, pero la mano metálica que la sostiene es más pequeña que la suya. Incluso si pudiera hablar o producir algún sonido para manifestar su confusión, el resto del mundo se le va abajo cuando la Replika desconocida levanta la vista y se ve al espejo. El reflejo le muestra ni más ni menos que otra unidad tipo LSTR.

    De esta manera todo un ciclo ocurre frente a sus ojos, incluso cuando intenta apartar la mirada la realidad al otro lado del rojo grita, se sacude y destroza otros modelos de Replikas bajo la violencia más eficiente que puede producir la unidad técnica. Ya no puede tener simpatía por las unidades infectadas, de hecho, que esta Elster se pasee por las instalaciones de Sierpinski e incapacite los tumores que mueven sus cuerpos es la única piedad a la que pueden aspirar. Lo único que le revuelve, figurativamente, el estómago es que no puede decir lo mismo de su asesina.

    Hay una pequeña incertidumbre que acompaña a esta unidad taciturna, pues si ella también terminarse infectada no tendría cómo saberlo. Al menos no se tiene que preocupar por su mantención, pues cuando uno de sus brazos termina siendo dañado no haya nada mejor que encontrar otro, insertarlo en el vacío de su scervo dañado y cerrar su caja torácica con la pechera antibalas blanca que es típica de su modelo.

    Todo lo que puede hacer es confiar en la Elster que se abre paso por esta pesadilla, pero eventualmente eso también termina siendo una gran falla de cálculo por parte de la comandante. A pesar de que en esta vuelta hizo las cosas un poco mejor, después de asesinar a la diosa al final de la pesadilla en Sierpinski, la técnica vuelve a arrastrarse al umbral que divide el final del mundo, sin embargo, los restos de Adler aún animados por la enfermedad logran cortar una de las arterias detrás del ojo derecho antes de que Elster descargue su último cartucho en su cráneo.

    La herida va a ser eventualmente mortal, eso está claro, pero la Replika sigue avanzando a pesar del desangrado.

    Tan cerca, sólo un poco más para llegar a la silueta de la Penrose-512 que corta el horizonte. Gracias a la pérdida crítica del oxidante dejan de ver el rojo visceral, en cambio, un azul frío con un millar de estrellas corcheteadas en el firmamento observa a la Replika tirando de las manillas de emergencia. Iba tan bien…, pero ¿qué la espera al otro lado de la salida de emergencia?

    Esa Elster decide que no es nada de importancia. Al final las va a dejar atrás, incapaz de hacerse responsable.

    La consciencia al otro lado del mundo grita de ira, pero incluso su voz se pierde como una radiación que hace hervir el oxidante que corre por las venas artificiales de la otra unidad. A pesar de que se está friendo viva encuentra la manera de darse una muerte más agradable al deshacerse de la pechera blanca, pronto sucumbiendo a la falla de sus ventiladores y cayendo sobre uno de sus costados.

    Digno de una cobarde.

    Falke no habría hecho eso, o al menos se quiere convencer de que no lo habría hecho. A fin de cuentas, le sale mejor mentirse antes de admitir que también le habría gustado intentarlo, quizá por esa misma curiosidad mórbida que la mantiene atrapada en un lugar que nunca va a llegar a comprender.

    Una vez más vuelven al inicio.

    A estas alturas ya conoce mejor que nunca las instalaciones de Sierpinski-23, pues si antes fue informada mediante documentos y fotos del sitio, ahora tiene la experiencia práctica de observar cómo una nueva unidad Elster tiene que arreglárselas para solucionar distintos problemas que interrumpen su proceso. Después de ver las mismas habitaciones por tantos bucles no puede evitar sentirse un poco celosa de la habilidad de la ingeniera, pues, a pesar de que las piezas faltantes siempre son las mismas, tarde o temprano logra solucionar las fallas en el sistema.

    Quizá en una de esas también podría haber solucionado la falla del generador principal de la Penrose antes de que empezara la fuga radioactiva o, de lo contrario, haber tenido un poco de humanidad para sacar al personal Gestalt de su eventual sufrimiento…, ah, eso último suena más plausible. Puede que las dos tripulantes ya supieran el final obvio. La comandante empieza a entender un poco mejor la situación.

    Se le va la sensación del tiempo en este ciclo específico, pero sí sabe que por alguna razón la Elster ha perdido su cautela al enfrentarse a las Replikas infectadas una vez que baja al complejo minero. Al igual que en otros ciclos la pistola parece que la hubieran soldado a su mano, mas, los otros seis espacios solían tener al menos dos kits de reparación en caso de que la situación escalase demasiado, no obstante, ahora con suerte lleva uno, prefiriendo guardar el resto en las habitaciones seguras como si estuviese segura de que puede sobrevivir una bala loca sin un escudo.

    No le entra en la cabeza que sea tan osada e intenta encontrarle una explicación, algo que no es tan difícil si uno piensa que en esas caídas inmensas se le hayan aplastado algunos de sus cables y por eso su patrón neural permite que sea tan irresponsable consigo misma.

    Cuando menos se lo espera la imagen de la unidad Elster desaparece. Falke se retuerce a pesar de no tener forma física en este espacio, buscando algún punto de referencia entre las cortinas de oscuridad que la envuelven, mas, lo que primero cree que son luces después se acercan más a ella para transformarse en letras. Con un poco más de atención es evidente que el texto no fue impreso por una máquina, no, ningún componente de la nación podría soportar los errores redundantes que tiene la caligrafía típica de los Gestalt, aunque el trabajo por reconocer al autor de estas palabras es relativamente rápido.

    Adler también hacía esta estupidez de escribir el diario a mano, pero la caligrafía del coordinador se asemeja más a la de una imprenta recién calibrada, mientras que los trazos que tiene frente a ella parecen hechos por un pincel tembloroso. Por otra parte, Adler tenía la necesidad de documentar la hora de su diario en la misma manera en la que se envían reportes para otras partes del complejo, mientras que este sólo menciona un cierto número de ciclos.

    Revuelve sus circuitos para encontrarle sentido y eventualmente se le ocurre que ese es el protocolo para redactar el historial de un viaje espacial.

    A pesar de la situación, no puede evitar sentirse orgullosa de sí misma por encontrar la respuesta, así que no tiene apuro para leer los contenidos. Ojea rápidamente el inicio de la página, el cual indica que es del Ciclo 2503 y que lee lo siguiente: “Creo que perdí más pelo. Me siento aquí y me hago un día más vieja. Cada vez que me levanto me siento más vieja, débil y enferma. Cada vez me falta el aliento más rápido y me duele la espalda cuando me siento. ¿Cuánto más puedo seguir? Al final del día siento que me estoy muriendo.”

    Sus circuitos desarman cada frase cuidadosamente, corriendo distintos procesos cognitivos por su infraestructura para dar con el posible autor de estas palabras. Al final no es necesario porque resulta obvio que debe ser una parte del diario de Ariane Yeong. El texto desaparece poco después. Por alguna razón esperaba que después de llegar a la respuesta correcta podría volver a vigilar a la Elster, en cambio, la oscuridad la mira de vuelta y sigue mostrándole más fragmentos del diario.

    Sin duda esta fue su transferencia de datos más larga hasta la fecha, pero aún así siente que le faltan más datos. Esta compulsión casi es suficiente para sacarla de su ensoñación, mas, un dolor que corta desde su ojo hasta su nuca explota en medio de sus circuitos antes de devolverle la imagen de la unidad Elster enfrentándose a Adler al borde del mundo.

    Esta vez escucha un poco mejor la breve conversación. Él está cansado de estos ciclos y decidió sucumbir a la infección, sin embargo, su configuración no lo prepara para combate y vuelve a caer como un gusano después de que Elster le arregla la nariz a balazos. Para mala suerte suya, su patrón neural es el más eficiente para redistribuir recursos, por lo que le toca agonizar mientras ella desaparece al otro lado del umbral.

    Qué vergüenza debe ser un malgasto de metal y silicona si ni siquiera puede ser una verdadera amenaza contra otra Replika inferior.

    La siguiente secuencia es muy similar al final del ciclo anterior, pero cuando intenta aguzar el oído a la conversación, su canal de audio termina de freírse. En alguna parte su cuerpo convaleciente frunce el ceño. No importa, puede que no tenga uno de sus sentidos funcionales, pero todavía puede verlas, así que ajusta su programación para decodificar la conversación según los movimientos de los labios. Al menos tiene el placer de decir que al menos lo intentó, pues como otras veces que intenta sobreponerse a la descomposición de sus componentes ya es muy tarde como para saber lo que se dijo.

    Incluso su canal de video empieza a ceder cuando la unidad Elster encierra el cuello de la Gestalt con ambas manos. Los miles de nanómetros de circuito que forman su patrón gritan bajo esta presión.

    Su sistema le advierte del horrible porcentaje de su posibilidad de muerte, después vienen sus programas auxiliares para reducir ese número y finalmente el gestor de tareas congela la mitad de todos los procesos para privilegiar algunos y compensar el uso de recursos con la activación de sus ventiladores. Algunas de sus extremidades se desconectan para no sufrir daños ante una eventual descarga en el sistema.

    Gracias a la fiebre siente que el mundo lo que pasa muy rápido para ella, pero basta que Ariane quede inconsciente por un segundo para que su módulo de bioresonancia pueda ejecutar el cortafuegos. Un montón de código basura intenta reconectarla al campo bioresonante, pero las rutinas antivirales logran purgar al invasor. Se hace silencio en su cabeza por un instante, luego, las notas del piano titubean antes de devolverse sobre sí mismas.

    Da gracias a que su programación dejó su consciencia en un estado quiescente antes de devolverla a la realidad, sin embargo, esta maniobrita la ha devuelto al siguiente ciclo.

    Falke espera con el corazón, figurativamente, en la garganta. Lo que escucha a la distancia no pueden ser otra cosa más que un par de pasos, pero no suenan con el mismo ritmo que usan los Gestalt para maniobrar su peso, sino que la manera en la que la pisada aplasta el metal con acentos delata que se trata de una Replika. Su programa descarta a Adler inmediatamente. Ese pobre bastardo no está hecho para sobrevivir a largas exposiciones de bioresonancia, así que habrá enloquecido o ya ha encontrado una manera de suicidarse en cada ciclo, dejando sólo una unidad en la lista.

    La unidad LSTR irregular que en su primer ciclo falló y en todos los siguientes siguió fallando hasta que en un intento de autodeterminarse decidió irse de la Penrose como si nada de esto fuese su culpa. Afuera, en el frío de Leng, también murió. Eso le da un poco de satisfacción, pero ahora no tiene cómo saber lo que pretende hacer. Entonces todo lo que puede hacer es esperar.

    Su paciencia es recompensada con la pronta llegada de la irregular a pocos pasos de la cama en la que ha estado en coma para este momento, ambas atrapadas en el centro de la gran herida y la infección que carcome este espejismo de Sierpinski. Una marea invisible se estrella contra el complejo industrial y el impacto revuelve sus sesos de cobre para echar a andar el dominó de energía que abre y cierra las suturas del bucle, arrastrando un grito metálico de sus componentes estructurales y otro más de la tierra se sacude como un animal herido. En las profundidades del aparato minero se escucha un largo quejido de una bestia incomprensible, arrastrando consigo las mentes de las unidades inferiores hasta quemarle sus circuitos.

    Pero aquí la comandante traza con la mirada la estática detrás de sus ojos, imaginándose a la figura de blanco y negro al otro lado de la habitación.

    —¿Por qué volviste? Ya no queda nada para ti. — Falke habla con gravedad, pero la otra se mantiene inmóvil. Una mueca de disgusto se extiende por su rostro de silicona. — No importa lo que hagamos, nunca bailaremos de nuevo. Ella ya ni siquiera nos quiere.

    Una ira justificada empieza a arder en su módulo de voz, derramándose como lava por su espina y así sucesivamente hasta que toda su estructura se queja bajo la presión. Nunca se habría creído capaz de manifestar un odio tan vicioso que le dificulta la tarea de comandarse a sí misma. Sus ventiladores se activan en múltiplos de a seis para hacerle frente al aumento de temperatura en el sistema.

    FKLR-23 pega un grito ensordecedor, ahora atormentada con imágenes sin sentido que le son transmitidas mediante la bioresonancia. Si tan sólo Elster no hubiese fallado no habría pasado nada de esto. Tras los ojos azules puede entender mejor, ahora lo ve más claro, porque si Elster no le hubiese prometido algo imposible ella tampoco se habría hecho ilusiones. Un vestigio de su programa original tartamudea el comando para conectarse con las instalaciones de este Sierpinski falso y manejar sus piezas a voluntad, acelerando la infección que arrasa las últimas barreras en su cerebro.

    Falke deja de resistirse contra la marea, sintiéndose cada vez más ligera hasta que ya no hay interferencia en la interfaz de su cuerpo con la del monstruo que se retuerce en las profundidades. Lo que llegue a quedar de la comandante levita sobre las sábanas plásticas, ahora coronada con un halo dorado y envuelta entre una cortina corrosiva que disuelve lo que haya quedado de su piel sintética.

    —Las dos estamos incompletas — La voz de la Replika distorsiona el espacio. Esta diosa no pretende perdonarla. —. Volvamos a ser una.

    El ácido se contrae al centro del halo que flota sobre la cabeza expuesta de la comandante hasta estabilizarse en una gota más pequeña que una uña, sin embargo, ambas Replikas notan que el hedor se hace más intenso poco antes que vuelva a explotar. Falke separa su mandíbula, pronunciando una palabra silenciosa que retumba por la red bioresonante y, por ese breve instante, sólo puede registrar un zumbido doloroso. Elster instintivamente se encoge y cierra los ojos.

    La sustancia no sólo destruyó estructuras metálicas, ojalá hubiera sido eso, pues el inconfundible quejido húmedo de un tejido vivo y retorciéndose a los pies de Elster acompaña a la estática en su nuevo canal de sonido.

    La técnica abre los ojos como si le hubieran dado una patada en la espalda. Su sistema operativo corre distintos análisis para asegurarse que el agente tóxico no llegó a colarse a su sistema y, al final de la secuencia, su programación de combate mueve sus manos para que desenfunde su pistola. Los ventiladores de las dos máquinas silban de lo rápido que tienen que trabajar.

    Al centro de la habitación levita la única Replika capaz de tener su propia apoteosis, irónicamente coronada con oro tras ser reducida a sus partes mínimas, mirando al horizonte. Se ve más deplorable que divina. Tiene la idea de que su patrón neural tomó gran parte del daño que conlleva ascender, tanto así que ni siquiera puede coordinar los seis proyectiles. En ese sentido la recuerda a ella misma. Elster ve una oportunidad.

    De este modo lleva a cabo un plan improvisado. Primero pisa con la suficiente fuerza como para abrir una herida con la terminación de su pierna y así estabilizar tres tiros seguidos a su enemiga, la cual brama de dolor con cada bala que se incrusta entre sus placas metálicas. Las varillas doradas a cada lado de Falke salen disparadas. Elster se confía demasiado, incapaz de escuchar el pitido de las lanzas cortando el aire antes de atraparla en un círculo.

    Una interferencia parecida a la de las Kolibri tuerce su vista, pero no es suficiente para perder el ángulo de tiro. Su programa la ayuda para identificar la trayectoria y marca el objetivo con un cuadrado, el cual se hace cada vez más pequeño al corregir su postura.

    ¡Lo ve! Ahí, justo ahí, un tornillo minúsculo entre las clavículas artificiales. Ni siquiera lo piensa. Su dedo índice encuentra el gatillo y lo aplasta.

    Este último impacto logra aplastar el punto específico al que estaba apuntando y derrumba a la comandante, confirmando simultáneamente su hipótesis. Las unidades LSTR tienen distintos giroscopios para la retroalimentación de distintos sensores, pero aquel que se encuentra detrás de lo que sería el esternón en un Gestalt regula la postura de la unidad con respecto a su centro de gravedad. De este modo, cualquier daño que afecte su función puede desequilibrar a la Replika y, por muy morboso que sea gracias al hecho de que comparten algunos detalles de diseño, Elster llega a la conclusión de que podría matarla con el mismo conocimiento que tiene para llevar a cabo su propia mantención.

    Mientras Falke se encuentra vulnerable la interferencia que resuena desde las lanzas disminuye un poco. Entrecierra los ojos por un instante, pero no tiene tiempo como para preguntarse si su idea es factible, así que hace acopio de sus fuerzas para desenterrar una.

    Elster se acerca a la otra Replika, muda, pero con una mirada de mil palabras. Mira brevemente la punta de la lanza y después a la cabeza grotesca de la comandante, la cual consiste en una boca desgarrada y un casco sin ojos. Al menos esto último lo puede arreglar.

    Cuando ella intenta detenerla ya es muy tarde, pues la mitad del arma ya ha pasado por su cráneo y se ve la punta que gotea líquido refrigerante.

    La interferencia tira de su canal de audio. Un símbolo familiar ‘pestañea’ en su campo visual antes de cambiar la escenografía a otra zona del complejo Sierpinski, en específico, una parte que conoce bastante bien gracias a los lindos recuerdos de su primer encuentro con una unidad MNHR. En este caso goza de la compañía de dos unidades ARAR y una Falke inestable en su vuelo.

    Los gritos de las unidades menores devuelven a su programa de combate a la realidad, provocando que la Elster vuelva a configurarse con su pistola en ambas manos para enfrentarse al dúo. Más interferencia florece a la esquina de sus ojos y, a pesar de ello, la técnica no se distrae. La primera Ara cae fácilmente, pero la segunda la hace perder un par de tiros al esconderse detrás de unos tanques de oxígeno, de modo que cuando quiere dar el siguiente disparo hacia la comandante ya no le quedan balas en el cartucho.

    Aún desconcertada, tira del gatillo un par de veces hasta convencerse que tiene que buscar munición. Su lista de prioridades titubea cuando el programa de combate debe ser enviado a segundo plano por el de búsqueda activa, el cual rápidamente reconfigura su postura para examinar el ambiente. Mientras no recibe respuesta en su radar interno hace todo lo que puede por evitar la mirada de la comandante, mas, justo cuando su programa termina de escanear, Falke se voltea hacia ella y vuelve a manejar las cinco lanzas que todavía le quedan en su contra. Elster frunce el ceño. Al lado de la comandante puede ver las cajas de munición, pero va a tener que ingeniárselas para esquivar cinco proyectiles y a la Replika que los controla al mismo tiempo…, o simplemente ignorar el peligro.

    Este pequeño gambito resulta más favorable de lo que uno podría pensar porque sólo termina con una lanza enterrada en su hombro, con un daño sustancial gracias a la subsecuente explosión, a cambio de cuatro cartuchos llenos, además, el programa de combate se invita a sí mismo de vuelta a la lista de prioridades apenas recarga la pistola con el brazo que le queda bueno.

    Ni siquiera cuenta con cuántos disparos fueron para dejar a la comandante en el piso de nuevo, pero lo que sí sabe es que se tuvo que desenterrar la lanza en su hombro para hacerle compañía a la primera que dejó en su cabeza.

    El escenario vuelve a cambiar, ahora imitando la habitación de Falke antes de que llegase la infección. A pesar de tener dos lanzas ensartadas en su complejo de placas madre, esta vuelve a levitar, pero también va dejando un rastro de interferencia que afecta al canal visual de Elster.

    Una duda flota entre la cascada de comandos que intenta mantenerla viva. No tiene tiempo para pensarla cuando la otra Replika toma una de las lanzas aún fuera de su cabeza y la apunta hacia ella, algo que al inicio ni siquiera considera como un acto hostil y…, oh, pero no pasa ni un minuto para que no se arrepienta de haber subestimado las habilidades de bioresonancia de Falke, pues toda su consciencia se sacude como un barco en la tormenta. Una señal sin sentido plaga su canal de audio.

    Elster convulsiona porque su programación le impide expresar el dolor que late en su cerebro de silicona, además, si hubiese más palabras para describir la sensación quizá le daría cierto alivio para darle nombre a la manera en que sus circuitos se resisten al control de la comandante.

    Por un segundo los píxeles de su resolución se reorganizan para mostrar distintos términos en medio de su campo visual. Algunos los reconoce como parte del manual de conducta, sin embargo, otros extractos tienen una redacción tan ajena al estilo parco de los documentos de la nación que ni siquiera sus módulos de lógica logran decodificar el mensaje. Elster aprieta los labios e intenta esconderse detrás de la cama al centro de la habitación para recuperar el aliento.

    Sabe que algo atrás de sus ojos se está quemando, ya sea figurativamente o no, pero de igual forma se agarra las sienes para asegurarse de que los ventiladores secundarios siguen funcionando. Elster se agacha aún más, escondiendo la cabeza entre sus brazos. Otro grito ensordecedor rebota en la estancia, causando que una plaga de rojo brote al centro de su visión. Este pequeño problema técnico se esparce como largos gusanos del rojo más saturado que puede mostrar su interfaz para escribir “ACHTUNG” en sus retinas. Al menos mientras más presión hace en sus sienes, el mensaje pierde opacidad y le permite ver un poco mejor.

    El scervo de su hombro herido da un quejido largo al funcionar sin la capa protectora, cosa que le hace perder un poco de movilidad fina en todo el brazo comprometido. Aprieta la mandíbula antes de probar movimientos cíclicos a intervalos regulares para diagnosticar la movilidad de la articulación. Pronto concluye que no se le va a caer en los próximos cinco minutos, pero tampoco se puede dar el lujo de sacrificar el único brazo compatible y no infectado que pudo encontrar en esta pesadilla.

    De este modo, el siguiente plan depende de encontrar ya sea un inyector o una reserva de espray sintético. Ah, si sólo hubiese traído alguno de esos dos…, para eso sí maldice rápidamente la regla de seis que le hizo dejar el último que se había encontrado en la última caja fuerte. Su lista de prioridades pestañea frente a ella para conjurar otro plan de acción. Mira a su alrededor y una idea brota de la nada: Teniendo en cuenta de que Falke estaba en coma en esta habitación no suena muy descabellado que pueda haber algo así en alguna de las mesas, pero toma toda su valentía levantarse para buscar.

    Hace todo lo posible para evitar el contacto visual con la otra Replika, arrastrándose con cada músculo contraído y apoyando el brazo herido primero en una mesa metálica y después en un sitial de tapiz rojo. Por mucho que no tenga el rango de movimiento en ese brazo, sí le sirve al empujar un pack de espray sintético hasta hacerlo caer a sus pies.

    Falke vuelve a emitir un berreo en el espectro de radio, mas, está más concentrada en el programa de búsqueda que canta victoria entre sus circuitos, ahora urgiéndola a patear el objeto al lado de la cama al centro de la habitación para realizar la mantención a cubierto.

    La maniobra ocurre en un pestañeo y, en este mismo intervalo, Elster se halla a sí misma esquivando cuatro lanzas a poca distancia de su escondite. Una vez a cubierto y llenando la zona herida con la mezcla de polímeros también tiene el placer de ver cómo el metal parece absorber algún tipo de energía hasta el punto crítico en el que empieza a resplandecer en un tono bermellón agresivo para la vista. Instintivamente cierra los ojos para redirigir recursos a su reparación, pero le basta sentir cuatro explosiones simultáneas para imaginarse lo que pasó al otro lado de sus párpados artificiales.

    Todos sus circuitos rebozan de confianza cuando vuelve a tomar la pistola con ambas manos, reduciendo los disparos a una secuencia que no necesita de su pensamiento para ejecutarla. El lugar a donde han llegado sus tiros brilla bajo la luz ambiental y resalta entre el resto del metal negro que compone a la comandante, facilitándole la tarea de apuntar a tal punto en que Elster sólo tiene que esperar a que el cuadrado de su mira termine de estabilizarse para tirar del gatillo.

    Cuatro disparos para que caiga sobre sus rodillas y, por tercera vez, Elster entierre una de sus propias armas en su cabeza.

    Siente una pesadez indescriptible en las extremidades del lado izquierdo. Falke puede jurar bajo su nombre que no se trata de un daño de las piezas que las componen, sino que las varas de metal que atraviesan el hemisferio derecho de sus placas madre crea una redundancia en sus circuitos que de a poco va desconectando las conexiones al resto del sistema. Por otra parte, la interferencia en la red bioresonante no encuentra cómo desgarrarla más, así que ahora se manifiesta como un hormigueo frío que le va drenando las fuerzas.

    Ella grita de impotencia e intenta retomar el control a como dé lugar. Tres pedazos de metal salen disparados desde distintos puntos a su comando, doblándose hasta tomar la forma de escudos y así orbitar a la diosa malherida.

    Los colores de su antigua habitación se diluyen, luego mezclándose en un color que no llega a ser ni rojo ni café y luego ordenándose en un patrón que parece ser una alfombra con puntos. Su sistema registra dos impactos de bala, pero el dolor se hace nada cuando algo que no puede llegar a comprender del todo baña su visión.

    En un intento por procesar la información frente a ella termina confundiendo unos círculos oscuros en la alfombra como ojos. Así los cuenta. Cientos, no, miles de ojos bajo olas tranquilas se fijan en ella por un segundo o una eternidad.

    La comandante le devuelve la mirada a la cosa al otro lado del mar.

    Falke está aterrada y es gracias a este miedo que se fuerza levitar a pesar de que apenas se puede su propio peso y termina balanceándose de un lado a otro. La sábana de interferencias se sacude, teje y desarma la realidad, hasta que en un momento muestra el rostro incorrupto de la comandante con una expresión de terror constante. Bastó ese momento para que la comandante se diese cuenta que su existencia simultáneamente no tiene sentido y también es parte de un mensaje codificado, pero le falla el entendimiento para reconocer el significado o destinatario. Tampoco es su culpa, pues su programación no está hecha para soportar una verdad así.

    Largos gusanos rojos dibujan un comando conocido para ella. ‘STIRB’. En otra ocasión habría tenido a su escuadrón de Kolibris para llevarlo a cabo, pero ahora debe hacerlo ella misma, así que aún poseída por el terror de esa visión desata ataques en patrones sin sentido, alternando con las lanzas y proyectiles mediante bioresonancia.

    Su aluvión sin sentido llega a su fin cuando siente tres impactos certeros en su giroscopio que reinician el sistema de suspensión. La comandante frunce el ceño y muestra los dientes, aguardando con certeza la siguiente vara que va a empalar su cerebro.

    Algo que debe sentirse como el peor dolor concebible se transforma, por apenas un instante, en una sensación suave. Es un tacto rápido, hecho por dos puntos de contacto largos y finos. El término la elude por un momento. Falke suaviza su expresión y abre los ojos. Ariane Yeong la mira de vuelta como si le hubiera dado un beso a la herida, mas, cuando extiende una mano para que no se vaya, ella desaparece entre la interferencia y se transforma de nuevo en la Elster irregular que está haciendo todo lo posible por matarla. El contraste entre los ojos cálidos de la primera con los pragmáticos y mecánicos de la otra reavivan su ira.

    El mundo a su alrededor se retuerce para darle forma a una imitación de la prisión de Sierpinski, donde en mejores tiempos su autoridad sobre Replikas y Gestalts era suprema e incuestionable. Al igual que las otras veces antes de esta, la comandante levanta un brazo y grita una orden que sale en forma de un grito desgarrador, sin embargo, en esta ocasión sus palabras llegan a oídos capaces de obedecerle. Cuatro unidades ARAR patean las placas metálicas del piso hasta encontrar las salidas de los túneles que ellas mismas crearon.

    Mientras la unidad con mejor bioresonancia tenga soldados a los que controlar su victoria es un hecho.

    Ambas unidades están conscientes de la realidad, es más, es correcto afirmar que ya han calculado cada detalle del único final posible e inminente que puede ocurrir. Este enfrentamiento tiene un rumbo simple si uno ignora el proceso físico con el que tiene que llevarse a cabo, pues, sin excepción, las consciencias artificiales del régimen fueron creadas para admitir derrota y asimilarse al oponente que les es superior. El concepto de resistencia sólo existe para los enemigos o traidores del orden que les es codificado en lo más fundamental de su existencia. Así es como esta Elster irregular se eleva sobre otras unidades de su modelo y también de otras Replikas incapaces de desafiar la autoridad de la existencia creada para ejercer control sobre ella.

    Debe haber un mensaje más complejo en esa futilidad de su rebeldía, pues unos ojos al final del tiempo las observan. La entidad desconocida no se mueve al horizonte de la existencia no porque no pueda, sino porque está esperando el resultado del baño de sangre que se está llevando a cabo en la prisión, cómoda en el frío limbo antes de morir como si estuviese disfrutando su última película. En ella, ambas protagonistas tienen la capacidad de parar la destrucción mutua que se han creado y específicamente se rehúsan a hacerlo porque de un modo u otro son el reflejo perfecto de alguien que ya no existe.

    La calamidad encerrada en un futuro entorna la mirada para no perderse nada. Tras sus ojos nublados por el mármol cuenta a las Replikas subordinadas a Falke que eventualmente son abatidas por una mancha blanca. Por un momento su mirada se estanca en los cuerpos que rodean a las combatientes, rígidos, secos, pero no lo suficiente como para matar a la infección y convertirse en cadáveres. Esta es la oportunidad para dar el golpe de timón y abrumar a la comandante.

    Aguza aún más la mirada para diferenciar las siluetas que ejecutan un combate perfecto, pronto hallando fuerzas para proyectar su mente en el océano de interferencia al otro lado de su prisión.

    Falke brama de dolor e intenta arrancarse los ojos que no tiene. Flores de bioresonancia bailan a sus pies y se escurren por un eje imaginario donde pueden diluirse mientras que los tres escudos la orbitan con pereza. Según ella está haciendo todo lo que debe hacer, sin embargo, a pesar de todos sus esfuerzos para mantenerse a la ofensiva, su capacidad de ataque depende de las señales que puedan escapar las varillas que atraviesan su cerebro. Gracias a este error de procesamiento es que la unidad Elster encuentra oportunidades para descargar cartucho tras cartucho entre sus costillas.

    Repite el mismo error y se gana otro tiro limpio al giroscopio, pero ahora conoce bien lo que la espera después de la caída. Esto le pasa porque ella es débil e insuficiente. Su patrón neural no está hecho para soportar esta humillación.

    Una alerta grita para advertirle que tiene una fuga de oxidante. Este compuesto actúa como la sangre humana en su respectivo sistema. Ahora entiende la estrategia de la otra Replika, porque si llegó a darle en este componente crítico sólo le queda desgastarla para salir victoriosa de un encuentro mortal contra una herramienta de control.

    Bien, que así sea, que haga lo que quiera y a ver quién cae primero.

    Tres escudos más se unen a los anteriores en una órbita exterior, completando la formación de seis piezas y la última lanza que le queda bajo su comando. Este es el último esfuerzo, también la última escena para una de las dos. Una tercera existencia presta atención, concentrando su existencia en el ojo en el horizonte que pestañea al otro lado de la aguja, sobre el mar al final del mundo, entre un millar de partículas, por el centro de cada copo de nieve y a través de la puerta hacia el fin. Así las observa en un silencio catatónico.

    Para ser un par de máquinas de última generación es sorprendente que recurran a tácticas de guerrilla Gestalt, echando claramente en falta las limitaciones por diseño de estos en favor de maniobras inhumanas para dominar al oponente.

    A pesar de sus esfuerzos la conclusión depende de una tirada de moneda. La Replika con el porcentaje más alto de victoria se deshace con un final anticlimático.

    Falke cae por última vez.

    El tiempo huye de ella cuando intenta moverse y todas las sensaciones se resbalan de sus últimos circuitos intactos, dejándola atrás. Ruge como un animal herido, haciendo de la venganza la base de su existencia y así resistirse al curso natural. Pierde la sensación del mundo exterior, sin embargo, el dolor de los seis arpones incrustados en su consciencia reverbera con el zumbido del final de las cosas, el cual se amplifica por los kilómetros de circuito que componen su sistema.

    Su resistencia sería loable para los altos mandos de AEON que la crearon así, pero cuando no tiene cómo demostrarse a sí misma que hay un mundo tangible fuera de su última capa de silicona es que empieza la descomposición de su ser. Para estas cosas incluso los dioses son esclavos de las reglas.

    Así como el orden se pasea con una máscara de caos, una existencia a la que se le llama dios sólo puede serlo al haber comprendido que lo incomprensible es su propio orden, por tanto, el caos es aparente. La conclusión lógica de su vida como FKLR S-23 está por ser escrita, pero para que esto sea real algo de ella debe dejar de existir. La pantalla se va a rojo. Una escena violenta y digna de su caída desde la gracia cae en el desangrado de la herida paradójica.

    La comandante Falke ha muerto, ciertamente el cadáver que reposa en la carne expuesta del monstruo fue algo de ella, pero lo que ella significa ha encontrado un nuevo lugar.

    A pesar de hallarse incorpórea, por lo que entiende, cierra los ojos.

    Cuando los abre, LSTR-512 se halla de nuevo mirando al otro lado del umbral. Alguna vez eso ocurrió, está segurísima de que eso fue real, pues el cuerpo de Adler se enreda entre sus pies. Él ya ha muerto, incapaz de hacerle sentido a la escena detrás de la piedra oscura, pero ella sí puede comprender la extensión indescriptible de olas tan claras que parecen dejar pasar toda la luz en el más allá. Aún más lejos, pero más cerca que el horizonte mismo, hay una isla, y antes de la isla hay una nave espacial naufragada.

    Ahora recuerda un poco mejor: Ella hizo una promesa en esa nave y cumplirla es su única prioridad. Es por eso que da el primer paso y Adler la maldice con su último aliento.

    Según ella había cumplido con su promesa. Despertó al monstruo de su prisión de mármol frío, es más, esos ojos que han visto el inicio y el fin entendieron a lo que venía. Tuvo sus manos en el cuello de la criatura masquereando como una soldado Gestalt y extinguió personalmente el aliento que le daba vida. La radiación junto con los restos de bioresonancia se la llevaron poco después. Ambas yacieron muertas en la cámara criogénica de la Penrose.

    Había hecho todo bien, entonces, ¿por qué se encuentra mirando su reflejo en un espejo de Sierpinski?

    Elster aprieta las manos apoyadas en la estructura de cerámica y no se da cuenta que el material cede por la fuerza hasta que se encuentra haciendo dos puños.

    Gracias a esta frustración es que apenas se da cuenta de una frecuencia en el ambiente que en otros ciclos no había notado. A falta de otras cosas que puedan sorprenderla en esta iteración del mundo, LSTR-512 recorre las secciones de Sierpinski, los recuerdos y los sueños de Ariane Yeong cazando las frecuencias extrañas.

    La primera frecuencia es un ronroneo grave de 96.000 que deja de existir apenas tiene en su posesión una llave piedra. Al examinarla mejor experimenta de las escenas descritas en el diario de dos ciclos distintos de un punto de vista extraño, pues es simultáneamente ella misma, Ariane y una intrusa mirando la misma escena de una Replika aprendiendo a bailar.

    Después ve la misma mirada de extraña en un cuadro grotesco en la habitación de los altos mandos. Cree conocerla mejor porque cree que está juzgándola tras morir antes de poder entrar a la Penrose, sin embargo, la pista se encuentra en un resquicio del óleo que responde a la frecuencia 65.000. No puede entender cómo una llave que se supone que simboliza la eternidad puede estar en los dormitorios de las unidades STCR, bien conocidas por su inflexibilidad en la cadena de comando.

    Al final de este ciclo encuentra la última llave tras la frecuencia 240.000 y muy mal escondida entre las cajas de almacenamiento. Elster no puede evitar la curiosidad a los distintos símbolos grabados en las llaves de piedra, pero no tiene cómo interpretarlos.

    Resuelve una vez más el mural de Rotfront y entre a la habitación al otro lado con las tres llaves colgando de su cinturón.

    Ahí están todos los implementos típicos de una funcionaria de radio junto con varias pilas de literatura censurada, pero ahora lo que le llama la atención es una caja fuerte que intenta pasar desapercibida en una de las esquinas. Además de estar cerrada alguien la aseguró aún más con una cadena y tres candados sobre la unión que la mantiene segura. Elster se sienta al lado de la caja y va probando con las llaves hasta que esta primera medida de seguridad cae por sí misma.

    Por el diseño de la caja se imagina que debe haber sido codificada con una de las contraseñas emitidas mediante radio.

    Elster no tiene idea de la combinación que debería recordar, pero el ojo que vio más allá del tiempo sí recuerda la primera vez en la que estuvieron en esta misma habitación. Para ese entonces ninguna de las dos sabía el error que fue tomar el libro del Rey de Amarillo, mas, cuando empezaron a leer también anotaron una transmisión de la misma pantalla que ahora se encuentra apagada.

    La Replika cierra los ojos para recordar el hilo numérico de esa vez. Su memoria magnética dañada intenta reproducir el recuerdo desde el inicio, pero la imagen se hace más clara una vez que ve su reflejo en la pantalla…, poco después, el dispositivo de audio recibe una señal. “ACHTUNG, ACHTUNG”. El comando para directo a su sistema operativo para obedecer las órdenes.

    La voz sintetizada dicta la siguiente secuencia: 39486 60170 24326 01064. Ahí está su código. Mientras inserta los números no puede evitar pensar en lo que debe haber al otro lado.

    Habrá sido mucho tiempo desde la última vez que se abrió esta caja fuerte, pero la planta en el macetero parece estar suspendida en stasis, apenas ladeando los seis pétalos pálidos que florecen al centro del bulbo. Frunce el ceño, casi esperando que esta forma de vida inferior pueda responder a la indignación que la carcome por sólo encontrar una planta tras todo este esfuerzo.

    Irritada, cuando intenta llevársela nota que hay un olor suave en el aire que le hace pensar en el color blanco. El olor permea por su sistema y poco a poco va congelando sus funciones, como si quisiera conservar este momento. Ah, ahora se acuerda mejor. Ya se lo habían advertido antes: Grandes agujeros son cavados secretamente donde los poros de la tierra deberían ser suficientes, y cosas han aprendido a caminar que deberían arrastrarse.

    Siente que un refrigerante corre por sus ojos antes de que su patrón neural la desconecte a la fuerza.

    Después de un tiempo indefinido oye el rechinar de partes moviéndose, quizá un gran mecanismo a cargo para derramar una luz fría que baña la escena. Elster pestañea rápidamente para ajustarse a la iluminación.

    Algo la debe estar sosteniendo porque se hace a la idea de que está acostada, pero no sabe dónde está, así que extiende los brazos y tantea a la nada. Los bordes de sus dedos se encuentran con la estructura metálica de una estación de cargado tapada con distintas telas plásticas al tacto. El recuerdo cae de cuajo en su sistema. Está de vuelta en la Penrose. En su hastío por salir, su sistema operativo apenas la salva de tropezarse con sus propios cables al intentar desconectarse. La Replika se sacude entre el líquido regulador con manos y piernas todavía atrapados en sus puertos de contención, mas, no por mucho con esta unidad hiperventilando por saber si este ciclo va a ser otra falla.

    Presiente que esta vez es diferente de las otras, pues pudo encontrar tres llaves tras frecuencias extrañas que en otros ciclos quedaron ocultas, después pudo abrir los tres candados y, gracias a los recuerdos de Falke, el lirio blanco que puede ver al otro lado de su estación la trajo aquí.

    La Penrose está hecha pedazos cuando logra ver sus alrededores, sin embargo, eso no puede explicar por qué puede sentir olores a falta del sensor correspondiente. Elster se encoge de hombros. Ojalá la hubieran programado para sentir resignación. Por mientras tiene la esperanza de que en algún momento hará sentido porque a estas alturas ya ha aprendido a no cuestionarse esas cosas y seguir adelante.

    El halo de luz que pinta los metales destrozados por un aterrizaje de emergencia parpadea inestable y sobre su cabeza, antes de apagarse por completo. Su programación le grita que vaya a intentar arreglar los generadores por muy inútil que sea. A falta de otra idea de qué hacer, la Replika sacude los cables que le hayan quedado conectados antes de ponerse en marcha, también gratamente sorprendida por encontrarse con el revolver en su cinturón.

    Por el momento echa en falta su caja de herramientas, pero, conociéndose, hay un lugar donde tiene que revisar primero.

    La unidad sostiene el arma con su mano derecha y con la izquierda opera el panel para abrir la puerta, encontrándose con la familiar escalera al final del pasillo principal, mas, a diferencia de los días dorados de la Penrose, el polvo se ha hecho de los peldaños aún funcionales. «Ariane se habría caído con esto.» El pensamiento flota en su circuito antes de ahogarse con la necesidad de salir de ahí.

    Gracias a las varias pistas del paso del tiempo se hace a la idea de que este lugar ha estado descomponiéndose, no obstante, no puede evitar fijarse en detalles discordantes mientras se adentra por la arteria principal. En concreto se trata de las irregularidades del polvo que sugieren que la embarcación no puede estar completamente abandonada, entre las que incluye el relieve de pies humanos y manchas pegajosas salpicadas sobre el metal corroído. Elster frunce el ceño y avanza con ambas manos en el arma. Pasa de largo de la habitación común y empieza a alargar zancadas cuidadosas hacia la puerta de la sala del personal. Si no le falla la memoria ahí debería encontrar su caja de herramientas, pero no puede dejar de ser cuidadosa antes de siquiera entrar.

    Un menú muy conocido pestañea sobre el sello hermético de la puerta. En su pequeña pantalla holográfica se lee ‘abrir’ en kanji, ahorrando caracteres y también la poca energía que queda en la Penrose. Dibuja con la mirada cada detalle del símbolo antes de apretarlo y activar el mecanismo. La puerta tiembla antes de abrirse, suspirando por el cambio de aire y presión.

    Con convicción, aprieta la mandíbula antes de dar el primer paso. La cámara del pasillo intenta seguirla para grabar, pero su único ojo fue destrozado a fuerza bruta, dejando al motor en su interior sin propósito.

    Aquel rojo circular y saturado apunta al otro lado de la puerta y se distorsiona sobre la silueta blanca al final de la habitación, rodeada de un collage del pasado sobrepuesto en las actuales ruinas de la Penrose. La mano que sostiene el arma tiembla junto al puntero láser. No cabe duda de que la silueta dándole la espalda es Ariane. Piel pálida, seis mechones gruesos tan blancos como el vestido. Un lirio al revés.

    Siente que el aire se hace más pesado en el preciso momento que la reconoce, pero LSTR-512 no encuentra las palabras.

    Ella se da la vuelta primero. Siempre es ella primero. Ni siquiera necesita hablar para saber lo que va a decir: «¿Te acuerdas de nuestra promesa?». También sabe lo que le va a responder.

    Elster baja los brazos y suelta el arma. Nada en su expresión ha cambiado, pero para el ojo observador nada pasa desapercibido en el brillo de sus ojos. Los vistazos del pasado se marchitan antes de volver a cerrar la flor detrás de la Gestalt, devolviendo el curso del tiempo natural. Ariane le sonríe y se acerca para que se encuentren en el medio de la habitación.

    Todo esto también podría ser otro bucle, pero ya no importa. Ahora tiene a Ariane. Y así una mano encuentra a la otra, el otro par cayendo por inercia en su lugar. Dos pares de pies se deslizan de un lado a otro.

    Cero, cero. Un pequeño algoritmo para las dos, bailando, dando vueltas en la habitación, enredándose al son de esa canción nacionalista con la que empezaba la transmisión encriptada de la tercera fase del viaje.

    Cero, uno, cero, cero. Ya no hay pasión fiera ni miradas de lado ni risillas inocentes cuando bailan.

    Uno, uno, uno. Dos ojos rojos, piel de carbón.

    Cero, cero, cero, uno. Ojos azules, piel de silicona.

    Cero de nuevo. Ariane sonríe. Elster también.

    Uno, cero, uno, uno. Este no es su final feliz.

    Uno, uno, uno. A las dos les empieza a fallar el cuerpo.

    Cero, cero, uno. Ninguna quiere irse.

      cero, cero, uno… uno uno uno…

      cerounocero… cero… cerocerocerounocerocerouno

      cero.



    Edited by › petrov. - 29/11/2023, 21:54
  10. .
    Aprovecha sus últimos momentos de tranquilidad rodeado de componentes obsoletos.

    Con una mirada rápida puede reconocer que algunos fueron suyos, en parte por los rastros de balas y porque el metal está deformado sobre sí mismo, pero otros se arremolinan alrededor de un dispositivo que debería estar en un museo en comparación con la última tecnología.

    Es uno de sus inventos favoritos de todos los tiempos: un dúo de radiotransmisor y receptor diseñado para acoplarse como un audífono y un transductor escondido entre un par de cables alrededor del cuello. Su diseño sigue siendo muy apreciado en caso de fallas masivas de los sistemas de comunicación, pero este dispositivo está siendo modificado para tomar una frecuencia específica con el símil que él mismo tiene instalado entre sus huesos.

    No puede operar este dispositivo con sus manos metálicas al aire, mas, evita el problema al cubrirlas con los guantes más baratos que pudo encontrar. A estas alturas ya se quedó con la mala costumbre de la comunicación remota y está dispuesto a pasar un poco de incomodidad para tenerla.

    Podrá decir varias cosas sobre la actitud del Gestor, pero tiene que admitir que le está tomando gusto a esta identidad gracias a las varias comodidades que vienen con el privilegio de un nombre. Raphail Lampridi fue un alcohólico que se electrocutó después de una mala resaca, mas, gracias al vacío legal de sus circunstancias pudieron organizar los papeles de tal manera que su jefe y actual contacto, Leslie Maynard, sólo le dio un golpe en la mano antes de devolverlo a trabajar.

    Gran parte del tiempo viste con el uniforme de los mecánicos Maynard, un conjunto negro que consiste de una polera de algodón, pantalones tipo cargo y unas botas de trabajo a la altura del tobillo. Cuando tiene que cumplir turnos simbólicos se suma un overol azul parco que lo mimetiza entre los trabajadores, sin embargo, ahora debe circular al aire libre como un técnico, por lo que al uniforme básico se suma un arnés dieléctrico de un rojo intenso que contrasta con la chaqueta blanca aislante que le envió el Gestor.

    Antes de salir se preocupa de dar las últimas pruebas al dispositivo, conectándolo y desconectándolo de su frecuencia un par de veces antes de echárselo al bolsillo. Ningún error obvio, todo bien, la línea dos punto ciento quince está al aire. Ese va a ser el nuevo número para hablar con su compañero o, si las cosas van mal, reenviar las órdenes del canal con su superior común.

    Después de un último apagado le cae la culpa de que le gustaría usar un encriptado más moderno como el de cuatro dígitos. Este tiene acceso a más canales con distintas jerarquías como los que usa el Gestor, por ejemplo, doble cero al inicio para comunicación directa, doble uno para referirse a todo el escuadrón y quizá cuantos más. Con las partes que tiene hasta la fecha ni siquiera puede soñar con eso, pero el hardware actual va a ser suficiente para las emergencias.

    Deja de lado su estación de trabajo y pestañea un par de veces antes de volver a conectarse a su terminal de mantención en el taller, sorprendido por encontrarse un mensaje de un relé desconocido. Entorna la mirada con desconfianza, pero termina abriéndolo de todos modos, pronto leyendo las líneas más insípidas para que se reúna con su compañero en una coordenada especial para recibir nuevas órdenes, en fin, nada nuevo.

    Revisa la hora un par de veces para mentalizarse. Le quedan algunos minutos para quemar y los justifica al volver a correr un análisis en sus partes metálicas del cual recibe una larga cascada respuestas afirmativas. Antes de desconectarse le reenvía el informe y el mensaje anterior a su jefe para justificar su salida del complejo.

    Gracias a su situación especial tiene la autorización para llevarse sus implementos en una maleta, escurrirse por la puerta trasera y evitar contacto con el resto de los trabajadores, sin embargo, esta salida lo lleva derechito a una de las arterias de los distritos bajos. Apenas tiene un pie en la calle se ve inundado por el ruido suburbano.

    Frunce el ceño y camina cabizbajo para no llamar la atención entre los transeúntes, mas, a falta de un gorro, en un par de ocasiones le llegan unos rayos de luz que se apretujaron entre los edificios ilegales para encandilarlo.

    No maldice a nada porque hace un buen rato que no veía un rastro de sol, es más, en otra ocasión se habría quedado mirando este pequeño milagro moderno. Bueno, eso ya es algo del pasado, ahora tiene cosas que hacer y lugares a los que llegar, por lo que se las arregla como puede mientras se abre paso por el laberinto.

    Con cada paso le da la sensación de que el tiempo se está derritiendo al son del ciclo regular con el que camina, todo en nombre de cuidar sus partes reparadas, marcando un repiqueteo perfecto para hundirse en el murmullo constante de motores, pisadas y ruidos misceláneos; por otra parte, el hecho de pasar la mirada por miles de fachadas idénticas entre sí tira de sus nervios quemados con una compulsión terrible por encontrar algo nuevo.

    En uno de los cuantos cruces, justo antes de que Raphail empiece a enloquecer con el paisaje redundante, un cacharro que apenas se sostiene sobre sus ruedas pega un frenazo y se asegura de hacer sonar el claxon directo a su cerebro. El berreo de la máquina rebota por sus sesos de tal modo que cada bote va reemplazando la ansiedad con una irritación sin parangón. De alguna manera se lo habrá transmitido al conductor del vehículo, ya sea con la mirada ácida o con la mueca de desprecio que tuerce su rostro quebrado, porque apenas se encuentra en la otra vereda puede escuchar cómo el motor se esfuerza para desaparecer de la escena.

    Tras varias vueltas para encontrar el lugar detrás de las coordinadas lo último que se esperaba un antro. Ni siquiera conecta el siguiente pensamiento, sólo se queda congelado, estupefacto, mientras la marea de gente sigue pasando a su lado. Debe de verse como un imbécil de marca mayor ahí plantado, mirando entre el personal de seguridad a la entrada.

    Quizá sea cosa suya o simplemente no está acostumbrado a las técnicas de espionaje en tierra firme, pero de cualquier forma le toma un par de instantes el recomponer su expresión neutral, arreglarse los listones de pelo para disimular su rostro poco estético y dar los primeros pasos al local.

    Ni siquiera necesita mentirle a los dos hombres apostados a la entrada, quienes le echan una mirada rápida, pero le cuesta hilar las palabras.

    Talleres Maynard — Raphail levanta el maletín para mostrar el logo de la empresa. El dúo entrecierra los ojos al unísono. —, vengo a darle mantención a unos focos de interior.

    Los hombres se miran entre sí antes de confirmar su llegada con el sistema, luego separándose discretamente para darle espacio para entrar. Raphail toma una bocanada de aire, recién dándose cuenta de que estuvo conteniendo la respiración en todo ese momento, antes de avanzar a zancadas y colarse a la realidad alterna que se da al interior del local.

    Pocas veces se había sentido tan fuera de lugar como en ese momento. De no ser por la chaqueta y el arnés habría tenido una posibilidad más plausible de pasar desapercibido, pero estos accesorios son los que lo hacen destacar entre clientes vestidos a la última moda y todo tipo de empleados que se enredan en el ecosistema del local. Por alguna razón se esperaba que alguien lo estuviera esperando..., o puede que lo estén poniendo a prueba.

    De cualquier forma, se muerde la lengua y busca con la mirada algo o alguien con lo que sacarse las miradas curiosas de otros clientes, avanzando tentativamente a una de las mesas. Algunos ojos curiosos se van de él apenas toma asiento, quizá asumiendo que viene por una entretención barata en medio de su turno.

    Escucha un par de pasos acercándose a sus espaldas. Aprieta el mango del maletín, haciéndose el desentendido.

    Una voz cansada se refiere a él: —¿Señor Lampridi? — Ah, debe ser un empleado más. Raphail voltea la cabeza para encarar a su interlocutor. — Acompáñeme, por favor. Los arreglos no están en la zona comercial.

    ¿En verdad lo van a llevar a arreglar focos? Ojalá que sólo sea para matar tiempo. Raphail se levanta del asiento para seguir al empleado.

    En el camino se pregunta si también lo tendrían parchando la infraestructura si hubiera dicho otro tipo de trabajo.



    . . .





    A falta de un reloj no tiene idea de cuánto tiempo lo tuvieron de un lado a otro arreglando problemas menores, ya fuese cambiar focos o cables para el sistema de audio. En cualquier caso, el dueño del local tuvo la suerte de no encontrárselo después de pasar por al menos tres áreas distintas, además, no le cabe duda de que el viejo Maynard se va a llevar unos billetes extra por las molestias.

    Bien por ellos, pero no hay dinero que pague las atrocidades en la cablería para bajar los costos.

    Eventualmente se quedan sin cosas que pedirle en el entretanto y lo envían a una habitación de espera, o al menos eso es lo que se imagina cuando lo dejan a su suerte en un pasillo bien iluminado. No dice nada al respecto, de verdad no quiere seguir cavando su tumba, y espera un tiempo prudente antes de asegurarse que sus articulaciones sigan en su lugar. Al menos tuvo suerte de que no fue nada de trabajo pesado.

    Como no quiere dar una mala impresión en el territorio de otro aliado no se va a husmear, en cambio tomando el camino directo a donde se le fue indicado.

    La puerta al final del pasillo no tiene nada especial. Fue pintada de blanco, adornada con un pomo común con un recubrimiento dorado y, a falta de otras cualidades, un diseño ad hoc con el resto del local. Nada de esto lo preocupa, sino que es el silencio al otro lado lo que lo tiene de pelos en punta. En su humilde experiencia, en situaciones como esta puede pasar cualquier cosa.

    Raphail detesta las incertidumbres como a cualquier soldado, pero él fue entrenado para otra cosa, así que de haber sido otro hombre se habría dado la vuelta para evitarlo. Su mano enguantada encuentra el pomo y lo tuerce con cuidado para abrir la puerta. Si en algún momento se esperó haber sido engañado, el hecho de que el salón se encuentra casi vacío lo habría alarmado aún más.

    Con una mirada rápida se hace evidente que el espacio es más amplio de lo que delata la entrada y por eso mismo no es difícil notar que tiene compañía. A simple vista asume que debe ser un peón cualquiera, sin embargo, basta con adentrarse un poco más para que el contexto de la situación se haga aparente.

    Tras la primera mirada tiene claro que algo le sienta mal con su actitud y la manera en la que está vestido. La discordancia entre una postura de alguien acostumbrado a liderar en un traje que sugiere que no tiene ni un pedazo de metal en el cuerpo es, por decirlo de alguna manera, desconcertante. No puede adivinar si lo tiene a prueba, si ha tenido mucha suerte hasta ahora o, algo que no parece disparatado, que el jefe de este tipo es peor que Maynard. La única ventaja que le ve a esa tenida es que oculta gran parte del rostro, dificultándole las intenciones del otro.

    Entrecierra los ojos, taciturno, y avanza prácticamente acechando al hombre al otro lado de la barra principal.

    Siente el ambiente más ácido, pero todo lo que hace al respecto es apretar la mandíbula, mantenerle la mirada y sentarse con una silla de distancia de quien presume que es su capitán. El maletín cae con un clic a su lado.

    Mm, menudo punto de encuentro. Supongo que hay una primera vez para todo — Levanta una ceja y ladea la cabeza, probando las aguas. —. No te tomaba por un apostador, cap'n, ¿y tan temprano? No me vayas a malcriar así.

    Los modales nunca fueron lo suyo, pero Raphail lo intenta. Arrastra los guantes hasta que se resbalan del metal, los deja caer en el asiento que los separa, apoya un brazo en el respaldo y le extiende la mano al otro.

    Devuelve su cabeza a su sitio antes de volver a hablar: —Raphail Lampridi en público, CRAN2 para el resto. Espero que una mano amiga ya te haya puesto al día.



    SPOILER (click to view)
    ¡Hola!

    Quedé encantada con el starter. Muchas gracias por dejarme esas imágenes, me sirvieron bastante para imaginarme la escena.

    Antes de irme te dejo las referencias que estuve buscando para la primera parte de esta respuesta. Este es un arnés dieléctrico, parte del uniforme de un técnico eléctrico en el campo en caso de que Raphail deba encaramarse a la arquitectura de la República. Me costó encontrar un personaje que se pareciera a la imagen que tengo de Maynard, pero la forma en la que este artista dibuja al Handler Walter (AC6) (I, II) me quedó dando vueltas. Una característica que no pude transmitir en la ficha es que Raphail tiene el mismo tipo de respeto a la autoridad que el Gestor, es decir, falta que esté a punto de morirse para que deje de tirarle los nervios hehe; la expresión que usa en su primer diálogo (cap'n) es una contracción más informal para 'captain', pero si necesita expresar más seriedad va a ir cambiando el término según la situación.

    Por último, tuve esta canción en loop mientras escribía. Creo que las letras se van a acercar a la primera impresión que van a tener del otro.

    ¡Te leo después!


    Edited by › petrov. - 23/9/2023, 20:46
  11. .
    Mmm, no había pensando en una formación de anillos. Me hace más sentido. Ojalá que nuestros muchachos puedan verla y turistear en tiempos de paz en algún momento.

    Me gusta la idea para el starter, hace más sentido encontrarse manteniendo las apariencias en el contexto. Para darle continuidad a la trama preferiría que lo abrieras tú, porque en este momento tengo más que nada impresiones que cosas concretas del mundo que vamos a escribir.

    Nada que ver, pero antes de cerrar el mensaje te deseo un feliz cumpleaños ;w;. Recién vi la fecha en tu perfil. Que lo pases súper (!)

    ¡Te leo después!
  12. .
    QUOTE
    Night Shift de › petrov.
    Written for the 37avo. Reto Literario: "I Need A Hero".

    ❥ Pairing
    ORIGINAL (rp) » Cissatlas.

    ❥ [ONE-SHOT] ? palabras.

    ❥ Terminado.

    ❥ Rating & Advertencias.
    E ; —.

    ❥ Comentarios del autor.
      Otro fic más de estos dos Juu, más corto de lo usual porque muchas escenas originales no quedaban buen con el tono. Ah. Y lo de siempre publicando al filo y pasándome de la fecha, ¡perdón ;w;!

    ❥ ¡Buena lectura!



    Night Shift



    —¿Te he dicho lo mucho que odio este trabajo? — Una mopa da vueltas sobre grandes cerámicas marmoleadas, pintando una estela de detergente que brilla con las luces auxiliares. — Por último me gustaba trabajar como jinete auxiliar en las carreras, pero acá me tienen como hormiga haciendo de todo y no tengo idea de cómo mantener un maldito museo sin staff.

    Cisseus aprieta el mango de la mopa hasta que cruje en sus manos, pero no se permite romperla porque la descontarían de su miserable sueldo, así que se contenta con refunfuñar como ninguno antes de devolverse para limpiar el trapo. Avanza cabizbajo y a zancadas, cubriendo terreno rápidamente, por lo que no le cuesta escuchar a Ingaretta en el pasillo de al lado arañando las exposiciones de armas con un trapo y un espray limpiavidrios en el cinturón.

    Lo que sigue es simple: hunde la mopa en las lavazas y la lleva en la cubeta al pasillo donde está ella para intercambiar el lugar. Ella lo recibe apenas borra la última línea de detergente en el vidrio.

    —Yo también quisiera estar verdaderamente de vacaciones aquí en Vyalezran, pero si no cubrimos el primer turno no creo que nos dejen ir en el mismo avión. — Ingaretta se encoge de hombros antes de desaparecer por el otro lado.

    A pesar de que ambos están usando el mismo uniforme beige a ella no le dieron ni guantes ni jockey porque tiene rasgos exóticos para el público, pero, para suerte de los pocos interesados en la época previa a la unificación de Ematosia e Ithumia, tiene la paciencia suficiente para soportar las miradas. Además, al menos para su hermano, es más ameno aprender historia si la cuenta ella.

    Después de la limpieza general tienen que esconderse en el backstage para vestirse con millones de capas para disfrazarse de dos figuras que aparecen en el espectáculo. A Ingaretta le toca maquillarse mientras Cisseus se ajusta la capa.
    Entre que afinan detalles llegan las diez en punto con los primeros visitantes, aunque a esas alturas ya se encuentran estratégicamente repartidos para circularlos por el espacio que la grandísima colección Lessanin en el ex palacio real de Ematosia.

    Ingaretta sonríe como si nada. Cisseus agradece que el Grotesco haya usado un velo. Aun así, se miran de reojo con un entendimiento mudo, pues ahora les queda resistir hasta las doce, tomarse la hora de almuerzo, y después vigilar a los guías que vienen en camino por cortesía del socio de Gisla.

    La experiencia se divide en dos partes: distintos objetos de la época con sus respectivas placas informativas y un escenario frente al trono con las reliquias y unas réplicas para el público, pero las vueltas guiadas son parte del precio también. Ingaretta es la que circula más veces por la exposición, ya que ella puede explicar los distintos acontecimientos históricos de los cuadros firmados por la duquesa Sieglinde; por parte de Cisseus, vestido con una réplica del Grotesco, se aparece para repartir el material promocional y tomar fotos de los visitantes con las cuatro réplicas de las reliquias.

    Varias tandas de visitantes pululan por la exposición mientras los dos hermanos cubren el turno matutino, arrastrándolos de un lado a otro, desde o hacia el escenario con las réplicas o para sacarse fotos con ellos mientras Ingaretta no está dando la misma charla envasada que la hicieron memorizar.

    Algo que no pasa desapercibido para ninguno son dos visitantes en específico que se devolvieron en dos ocasiones para preguntar sobre el cuadro al centro de la exposición y, cero vergüenza, a pedirles el número. Cisseus sólo se recuerda de ese dúo porque el tipo tenía la habilidad milimétrica para estar a una distancia decente de él y echarle el ojo, aunque en el caso de Ingaretta fue más la chica que la anduvo persiguiendo para preguntarle detalles técnicos de las obras de arte en exposición.

    Sin otros detalles notables, poco después de las doce suspiran aliviados cuando aparecen más uniformes beige en la puerta principal para el cambio de turno, ahora contando los minutos para salir disparados a tomar su hora de almuerzo. Entre lo que el flujo de visitantes va a la baja y aparecen más guías auxiliares en la exposición, los dos hermanos desaparecen por una de las puertas laterales como si les estuvieran disparando a los pies, prácticamente escurriéndose al primer local que se encuentran a la salida del museo.

    Se tienen que arreglar con un combo de comida rápida para ahorrarse lo que gastaron en transporte, mas, para suerte ellos pueden llevarse la comida en bolsas y las bebidas en vasos plásticos para aprovechar el sol de la tarde en la plaza. Más de un transeúnte quedó mirándolos por un rato.

    Algunos conectaron los puntos al compararlos con los afiches pegados en las calles y más de uno les sacó una foto, ya que a la vuelta de su hora libre se encontraron con la sorpresa de que una foto de ellos sentados en una banca, Cisseus tomándose la bebida al seco e Ingaretta mirando al horizonte con la hamburguesa en la mano, tuvo más efecto que la campaña de marketing. Ambos fruncen el ceño. Si esa cosa se hace viral no habrá cómo escapar de hacer un turno por día.

    En fin, nada que no les haya pasado antes. Cada uno vuelve a la rutina hasta la hora de cierre, aunque ahora Ingaretta no llega a insistir a tiempo para que se vaya al hotel para prender la calefacción, así que Cisseus es el que se queda atrás para anotar la asistencia de los otros empleados y dar la última limpieza antes de cerrar.

    A diferencia de la mañana ya tiene una idea clara de cómo ahorrar tiempo en las pasadas, por lo que prácticamente va trotando entre los pasillos. Todo va bien hasta que sin querer empuja el cuadro al centro de la instalación, el cual se balancea casi con burla en el andamio antes de que las cuerdas se corten y lo hagan caer con un estruendo. Al menos no alcanzó a romper las cerámicas ni a levantar alarmas, pero la escena parece recortada de un atraco de película.
    Cisseus maldice por un buen rato, pateando el aire, agarrándose el pelo con puro pensar sobre el corte a su miseria de sueldo, todo esto en orden antes de agacharse para levantarlo desde el marco, porque si llegan a encontrar sus huellas digitales en el óleo se puede considerar hombre muerto. Excepto que eso no llega a pasar, pues cuando tiene el marco en las manos se da cuenta que está húmedo.

    Frunce el ceño y cierra los ojos. Apenas Gisla sepa de esto le va a dar una llamada y va gritar de tal manera que no le va quedar cerebro con qué responderle. Ni siquiera sabe qué rezar en este momento, sólo sabe que si mira cómo está esa pintura va a tener toda certeza de que cayó en un parche recién trapeado y ahora está deshecho por el cloro en la mezcla. Le toma un poco de valentía, pero lo hace de todas maneras.

    Para sorpresa suya, el cuadro sigue igual que siempre, al menos a simple vista no ve desperfectos y como mucho lo van a asustar porque una de las esquinas se astilló. El tema es que tiene que asegurarse de que en verdad no pasó nada. Eso requiere tocar la superficie del lienzo y arriesgarse a otros problemas.

    «Si me pagaran por cada susto de cárcel que he tenido esta noche…» El pensamiento sale solo, no obstante, por su salud mental prefiere dejarlo inconcluso, apagar su raciocinio y pasar la mano por el lienzo.

    No siente nada. Bien. Bien. Excelente. Bueno, a parte de que se cortó un dedo con el relieve, pero está seguro que no va a afectar al cuadro que tiene más tonos rojos en la colección.

    El problema viene cuando intenta separar la mano y no sólo no puede, sino que siente se está hundiendo en una especie de barro cada vez que tira del brazo. Cisseus blanquea los ojos y se muerde el labio antes de apoyar la rodilla contra el lienzo para apoyarse mejor, llevándose la sorpresa que esta también se empezó a hundir.

    Un pánico indescriptible lo sacude hasta los huesos a medida que su cuerpo va colapsando contra la pintura sin siquiera rasgarla, esparciendo un escalofrío por la incertidumbre de lo que le va a pasar si el cuadro termina de consumirlo. Más que gritos, Cisseus aletea con la mano libre para agarrar la mopa e intentar palanquearse fuera de esta cosa que intenta atraparlo, mas, sólo consigue que este barro invisible se abra y avance más rápido.

    Cuando sólo le queda la cabeza y la mano libre afuera siente que su teléfono empieza a sonar en su bolsillo, dejándolo helado. Si intenta tomar esa llamada, que probablemente es de Ingaretta porque no ha llegado al hotel, sólo le va a quedar la cabeza afuera, pero si no lo hace al menos puede intentar arrastrarse con el cuadro para alejarlo de la exposición.

    Al menos alcanzó a considerar sus opciones, pero cuando intenta realizar una ya es muy tarde para él.

    Una niebla le cubre la vista y cae indefinidamente.

    En algún momento habrá despertado, aunque con la niebla que lo rodea es difícil reconocer sus alrededores como la escena del cuadro. Un hedor putrefacto pesa en el aire húmedo que se revuelve con una brisa lenta, arrastrando hojas lacias de un jardín antiguo, sin embargo, lo que más llama la atención es el eco metálico que viene de un punto lejano.

    Pestañea un par de veces para asegurarse que está viendo bien y después se le ocurre sacar su teléfono para iluminar el camino. Al menos así puede ver lo que tiene delante, pero tampoco es mucho.

    Cisseus avanza con el cuidado que puede tener con un traje incómodo encima, aunque agradece la capa para aislarlo del frío, adentrándose en una oscuridad hecha de nubadas que parecen pintadas en acuarela. Su curiosidad lo lleva a un lugar familiar. El eco se escucha más fuerte.

    Arrastra los pies y aguza la mirada, ahora reconociendo un par de siluetas enzarzadas en combate. Una es más alta y ágil que la otra, pero claramente llegaron a un punto muerto, porque puede contar con los dedos las veces que los ha visto darse un verdadero corte con las armas.

    El sonido deja de existir cuando la otra sombra asesta el golpe, cambiándole la perspectiva de repente. Ahora se ve con una lanza en la mano y manteniendo al otro contra el suelo.
    Un pánico frío lo separa del arma, dándole tiempo al otro de levantarse.
    La misma mano toma la suya de vuelta y tira de él.

    Cisseus no cierra los ojos. El sueño se quiebra. Los colores intentan volver a atraparlo, zumbando de lado a lado en su cabeza. El dolor lo obliga a cubrise la cara.

    Para sorpresa suya se despierta en una camilla con un rostro desconocido.

    —Te dieron un golpe feo en la nuca, menos mal que te despertaste solo.

    Frunce el ceño instintivamente. Ingaretta también es rubia, pero su pelo no se ve así.

    —Ah, está bien si no me reconoces. Nos conocimos en la mañana. Cuento corto: mi amiga y la tuya compartieron números, y como no llegabas a casa me mandaron a verte. — El extraño lo toma de la mano. — Llegué justo cuando habían entrado al museo. Llamé al número de emergencia y te estuve acompañando. Por el momento dime Atlas, ¿mm?
  13. .
    ¡Hey! Me gusta mucho la idea de sectorizar las naciones y el símil que me diste en tu primer post con las fronteras de Grecia y Turquía, pues, haciendo memoria con el mapa de Panem, la relación de la ubicación capital en las zonas más altas del país es prácticamente igual (acá dejo un mapa de elevación de la misma zona geográfica).

    Más allá de eso me quedan dos preguntas, pero partamos con la más simple: ¿Los seis distritos del Imperio tienen el mismo orden? En el sentido si se arremolinan a reloj o contrarreloj de la capital u otro orden estratégico. La segunda va más orientada al worldbuilding de la República, porque entre mis referencias para escribir a Raphail estuve releyendo Blame! y te había guardado este link a la última película (desde 1:17 al 11:40 puedes ver los elementos más importantes) para proponerte esta idea: ¿Estarías dispuesta a una República con más estructuras subterráneas? Digo, a parte de complejos militares y almacenes, un entorno en donde se dé literalmente una vida baja a dos bombardeos de inundarse, pero muchísimo más barata para gran parte de la población. Independiente de la respuesta me imagino que el punto de inicio va a ser en el antro, pero con esto me gustaría saber si nuestros muchachos van a empezar su viaje a la capital en la superficie o no.

    Y, bueno, ya casi puedo verlos entrenando en el tiempo muerto entre cada parada. La especialización de cada uno es distinta, uno más acostumbrado al combate en tierra que el otro, pero demás que coinciden con técnicas de artes marciales. En este detalle, a Raphail lo veo más acercado al jiu-jitsu por las técnicas de inmovilización, ya haya sido para disciplinar a las otras Nilotica u ahogar al enemigo en el campo.

    Terminando con los títulos..., ah, no son mi fuerte, pero te dejo algunos que me quedaron dando vueltas.
    1. If I Lead (would you follow?)

    2. Sea Shanty for a Duo

    3. Typhoon's Embrace

    ¡Te leo más tarde!

    Edited by › petrov. - 17/9/2023, 04:10
  14. .
    ¡Hola, hola! Me alegro que Raphail se haya robado tu corazón con todos sus detalles que probablemente ya has inferido de su ficha. Parte de la esencia que quería transmitir era que tuviera más de un punto en común con Yureya, pero que el contexto de cada uno nos dé la opción de crear unas fricciones bastante temáticas. hehehe

    Me voy a salir un poco del tema para recomendarte distintas canciones que escuché mientras escribía a mi chico, así para que tengamos una referencia común. [Contact With You (CthulhuSeeker) | Deep Blue (Heaven Pierce Her) | Ruler of Everything (Tally Hall) | Flight of the Crows + DEBT COLLECTOR (Jhariah) | Limbo + Oblivion (Royal Blood) | Divine Loser (Clem Turner)]

    Ahora volviendo a la idea que me preguntabas, tenía pensado que el Gestor enviase a Raphail a reunirse con Yureya en el antro para que sigan una pista del círculo del Lord. Este puede ser un cliente, proveedor..., ahí veremos. La idea que me dejó la ficha de tu muchacho es que la jerarquía de la República es lo suficientemente densa como para que el líder no sea aparente y, contando el hecho de que ninguno de nuestros muchachos conoce el rostro del Lord, deben contentarse con investigar a la antigüa y guiarse con el hecho de que Raphail reconoce a algunos por la voz.

    Antes de responderte estaba pensando en la República como una especie de complejo distópico, es más, que la segregación entre los mismos republicanos no tenga nada que envidiarle a la manera en la que tratan a los Maghnib. La primera cosa que se me vino a la mente fue este pequeño documental sobre Kowloon, una ciudad tan densa que en ciertas partes no entraba el sol (e inspiración a tantísimas obras de ciencia ficción); también pensé en cómo se verían los barrios ricos con edificios y rascacielos, el Palacio de la República inmenso y al centro, y distritos inhabitados ya sea por desastres naturales o por daño de guerrillas. Entre las ideas que dejé de lado ya podía ver a nuestros dos muchachos manteniendo sus habilidades de combate o sorprendiendo a oficiales para chantajearlos (específicamente por este video).

    En fin, te leo pronto (!)
  15. .


    La ficha casi se me va de las manos



    ¡Hola!

    No te entretengo más, vengo a dejarte la ficha de mi personaje.

    SPOILER (click to view)

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    Comentario post-ficha

    Parto disculpándome porque no me he visto la última película de Avatar y todo lo que sé viene por osmosis de memes y fanarts que he visto a la pasada.

    Bueno, dejando eso de lado, Raphail tiene una cabeza y un torso humano funcional, un par de detallitos como la radio (recepción y grabación) detrás de la garganta, pero lo más invasivo es que cada extremidad fue reemplazada por prótesis para hacerlo más compatible con el traje de las Nilotica (que sólo se me ocurrió usar el arte conceptual de Raging Raven de MSG4 para darte una idea). La imagen que usé para su aspecto vino de un picrew de catadioptric porque no pude pensar en un personaje que se acercase a la imagen que tengo de él.

    La primera idea que tuve para crear a este personaje fue que hiciera esto con Yureya, que lo único que tengan en común es que trabajen para el mismo jefe. Resultó que no quedó ahí y ahora comparten el mismo objetivo de asesinar a un mando alto de la República, además de darle una razón por la que el Gestor los dejase en el mismo equipo

    Otro detalle es que me caí en el tremendo rabbit hole para investigar aves migratorias for fun plot reasons que terminé con dos: Gelocheidon nilotica (Pagaza piconegra/Gaviotín Pico Grueso) y Grus Virgo (Grulla Damisela), la primera es un ave costera corriente mientras que la grulla tiene casi la misma paleta de colores que describes para la República (ojos rojos, plumas blancas y negras). Además de que encuentro que son aves preciosas quería dar la impresión que como NIL1 era desechable, pero ahora como CRAN2 tiene más oportunidades a pesar de verse forzado a mantenerse en tierra.

    En fin, antes de contarte más cosas espero tu respuesta.
6686 replies since 11/7/2015
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