Posts written by Tem-chan

  1. .

    Extra


    Habían pasado unos años, y nuestros protagonistas trabajaban en sus respectivos trabajos. Chiaki había conseguido su objetivo y se había vuelto un psicólogo ayudaba a los Omega a aceptarse, también ayudaba a los Alpha a entender que los Omegas. Era una tarea ardua y se hacían terapias para ello. Había varios psicólogos con quien Chiaki colaboraba e intentaban educar a las personas para que entendieran que las diferencias entre personas no eran más que cosas positivas y no cosas negativas. Pero era más bien difícil de entender el hecho de que los Omega al generar vida son especiales en vez de inferiores. Y eso le daba mucho trabajo al pobre castaño, a quien le tocaba hacer algunas horas extra, más a menudo de lo que querría.
    Por otro lado Kai trabajaba como ingeniero y aunque tenía sus problemas por culpa de su genero Omega, al tener la marca, y algunos compañeros Beta, le ayudaba bastante a poder trabajar sin demasiadas preocupaciones. Era bastante bueno con su trabajo y tenía una buena relación con los demás. Siempre se le habían dado bien las relaciones sociales y aquí no era una excepción. Ciertamente, había siempre alguno que no estaba de acuerdo con que un Omega trabajase en la misma empresa, pero no sé podía gustar a todo el mundo.
    Habían podido ahorrar algo y vivían felices en un piso de la ciudad, así que se podía decir que estaban bastante felices. Sólo había algo que quizás… les molestaba un poco. Y era el tema de los niños. Los padres querían tener nietos. Estaban deseando ser abuelos. Y cada vez que se veían con alguno de ellos, salía la misma conversación. Ellos siempre respondían que aún no había llegado el momento. Ambos estaban bien como estaban, tenían sus trabajos, tenían su piso y se podían ver por las noches, fines de semana y cuando coincidía que tenían vacaciones o descansos. Se querían y eso para ellos era lo único importante. No veían porque tener la necesidad de complicarse la vida con unos hijos que, les cambiarían por completo el ritmo de vida.
    Ninguno de los dos tenía la necesidad de dar ese paso y no entendían porque los mayores estaban tan pesados con el tema. Los padres de Kai eran un buen ejemplo, lo habían tenido y luego tampoco habían estado mucho por él. No eran unos padres despreocupados que hubiesen pasado de él, pero tampoco habían sido unos padres entregados a la causa. Chiaki pensaba que para hacer lo que habían hecho ellos, era mejor no tener hijos. Total, ninguno de los dos cambiaría sus horarios o su ritmo de vida, por ellos. Lo habían hablado, Kai tampoco tenía el instinto paternal muy elevado. Como Omega, obviamente no estaba en contra de tener un hijo en algún momento, pero no le corría prisa.
    En resumen, si a ellos dos de momento no les interesaba el tema, sus padres deberían dejarlo así. Si Kai en algún momento decidía que quería tener un hijo, Chiaki no diría que no. Sabía que el moreno se comprometería a cuidarlo y él como su compañero lo ayudaría en las cosas que pudiera. Eso sí, debía ser Kai quien decidiera que había llegado el momento de tenerlos y él se sentía preparado. No quería que fuese por presión de sus padres. Le preocupaba un poco el tema.
    ―Pero Chiaki, teniendo la suerte que tienes de que siendo gay tu pareja sea Omega y pueda darte hijos… no sé porque no la deberías aprovechar.
    ―Eso sería si yo quisiera tener hijos.
    ―No quieres…
    ―Si Kai quisiera, yo podría hacer el esfuerzo de tenerlos, solo que no me interesa mucho.
    ―Dan mucha alegría… No entiendo como has podido salir tan amargado, los hijos son maravillosos.
    ―Mama… Entonces, haz tú otro hijo. Son maravillosos, son maravillosos. Claro y por eso tú solo tuviste uno.
    ―Yo quería tener más, pero tuve un problema durante tu embarazo y perdí la oportunidad de tener otro.
    ―¿E-en serio?
    ―Sí, de verdad, estuve triste un tiempo. Aunque ya lo he superado no me gusta recordarlo.
    ―Ya veo, perdona, nunca me lo habíais contado.
    ―No es algo agradable de que hablar.
    ―Es cierto…
    ―Por eso me hacía ilusión tener nietos y poder disfrutar de ellos…
    ―Jolines, mama, si me lo dices así me haces sentir culpable.
    Chio se rio un poco y decidió dejar el tema, tampoco quería hacer sentir mal a su hijo. Lo único que no quería era que se perdiera algo tan bonito como el tener hijos. Aunque si él no quería, no era nadie para obligarle. Sería triste para ella, eso sí. Sabía que Chiaki no accedería a no ser que fuese Kai quien se lo dijera. Su hijo era un mandado y siempre acababa haciendo lo que quería el moreno. Lo tenía aceptado desde que eran pequeños. Kai siempre había llevado los pantalones. No los podía cambiar. Tampoco podía intentar convencer a Kai de que tuviera hijos si él no quería. Que complicado era el camino de una abuela que no tenía nietos, pero los quería.
    ―Hola, Kai ―lo saludó al encontrárselo por las escaleras mientras salía del apartamento que los chicos compartían.
    ―Buenas, Chio, ¿Qué haces por aquí?
    ―He venido a ver a Chiaki, tenía algo de tiempo.
    ―Ya veo… ¿Estás triste por algo?
    ―¿Tanto se me nota? No tienes de que preocuparte, no pasa nada.
    ―¿Estás segura?
    ―Sí. De todos modos es algo que por el momento tampoco se puede solucionar así que es mejor no darle vueltas al tema.
    ―Entiendo, supongo. Si puedo hacer algo por ayudar.
    ―Está bien, hijo, no te preocupes. Por el momento me voy para casa. Adiós, Kai.
    ―Adiós.
    Al llegar a casa el moreno se dio cuenta de algo, su pareja también estaba triste. Eso le hizo preguntarse que había pasado allí. ¿De que habrían estado hablando para ambos estuvieran así? Quizás si hablaba con Chiaki este se lo contaría. ¿Estaría bien preguntar? Cuando el castaño se dio cuenta de su presencia sonrió y lo miró feliz. Bueno, eso era algo, quizás no era tan grave si podía sonreír al verlo. Igualmente sentía la necesidad de preguntar.
    ―Amor, ¿Qué ha pasado? ¿Por qué estáis tristes, Chio y tú?
    ―¿Mi madre?
    ―La acabo de ver, estaba yéndose justo cuando yo llegaba.
    ―Ya veo, se hace la fuerte…
    ―¿Ha pasado algo?
    ―Mi madre me ha contado que ella quería tener más hijos, pero que en el parto tuvo complicaciones y luego ya no pudo tener más hijos… Tiene ganas de tener nietos, porque no pudo tener hijos.
    ―Entonces, eso significa que está triste porqué no queremos tener hijos, ¿no?
    ―Exacto.
    ―¿Y tú?
    ―Yo estoy triste porque me siento culpable de que no pudiese tener más hijos.
    ―Pero no fue tu culpa.
    ―No tiene porque serlo para que me sienta culpable. Y ella está triste.
    ―¿Entonces quieres tener un hijo?
    ―Yo... La verdad es que no soy muy fan de los niños. Si hay que tenerlos porque tú quieras, no sería un problema, ¿Tú quieres tener hijos?
    ―A ver, querer… creo que tener uno o dos no estaría mal, aunque de momento estoy bien con mi trabajo y la vida en general. No digo que no a tenerlos en un futuro, por eso.
    ―Supongo que mi madre podrá esperar un poco para tener a sus nietos. No tiene por qué ser ahora, supongo.
    ―Sí, ya lo tendré en cuenta. Puedes decirle eso a tu madre la próxima vez, que tendremos un hijo cuando llegue el momento.
    ―Está bien. Gracias.
    FIN

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    Y hasta aquí este fic, espero que os haya gustado a quien lo haya leído y que nos veamos en algún otro que escriba en un futuro!

    Has otra!!
  2. .

    Capítulo 17


    Pasadas las vacaciones de invierno, con su Navidad y su año nuevo, empezó de nuevo el curso. Ambos chicos volvían a ir a la universidad en el tren de la mañana. Habían cambiado sus horarios, pero las clases aún eran por la mañana. Algunos días coincidían en hora de entrada y podían ir juntos sin ningún problema y otros días tenían que quedar expresamente para poder verse. Todo igual que el semestre anterior. La única diferencia era que ya no debían preocuparse por los celos de Kai.
    El moreno estaba llegando a su clase cuando vio un cabello de color rojizo que le hizo salir un tic en el ojo. ¿Por qué estaba él allí? No podía ser que lo estuviese acosando o algo así, ¿no? Se preparó mentalmente para lo que vendría y se acercó a la puerta de su clase, donde estaba el hombre. Este al verlo puso mala cara. Antes de decir algo se acercó a su cuello y miró la zona donde estaba la mordida de Chiaki. Lo había notado al verlo. Algo estaba diferente en el moreno.
    ―Ese hijo de…
    ―Eiden, cállate, yo le di mi permiso y mi padre también accedió. Fue él quien me quitó el collar para ello. Tenemos su bendición.
    ―Pero no es tu predestinado.
    ―Déjate de tonterías. Esto de los predestinados no tiene ninguna lógica ni nada. A parte yo no podría ser feliz contigo.
    ―¿Y eso por qué?
    ―Porque yo soy seme.
    ―Venga ya, menuda excusa más mala.
    ―Es cierto, soy seme. Des del inicio yo he sido el seme de la relación con Chiaki. En realidad, he tenido pocas experiencias como uke. Me gusta dominar a mi pareja y jugar con ella, en el sentido sexual. Chiaki lo acepta y le gusta ser el uke, pero tú no podrías. Así que solo podrías forzarme a ser tu uke y me harías infeliz.
    ―Un omega siendo seme… Eso es imposible.
    ―No lo es. Por eso tú y yo no habríamos podido tener nada serio, nunca. Tienes demasiados prejuicios.
    ―¿Me estás diciendo que para ser tu Alpha tendría que dejarme ukear por ti?
    ―En parte, ya que tampoco quiero hacerle el amor a nadie que no sea Chiaki. Entiéndelo.
    ―Muchas palabras, pero a pesar de que estás marcado sigues soltando feromonas para mí. Por algo será.
    ―Es cierto que sigo notando algo al verte, algo mucho menor que lo que sentía antes. Pero queda un algo… Me gustaría que aceptarás de una vez que no voy a ser tu omega ni tu uke. Puedes buscarte a alguien más. Hay muchos omegas en el mundo.
    ―Tú eres el predestinado para mí. Y ese desalmado te ha marcado importándole poco nuestro destino.
    ―¿No puedes entender que no hay destino entre nosotros?
    ―Eres mío.
    Eiden no pudo resistir más sus impulsos y empujó a Kai contra la pared antes de besarlo. Le mordió el labio para conseguir que abriese la boca y metió su lengua en su interior. El moreno sintió cosas contradictorias. Asco por ser besado por alguien que no era su Alpha, rechazo por lo mismo, pero también calentura en su entrepierna. Su cuerpo había reaccionado al beso de Eiden. De acuerdo que era su predestinado y al parecer tenían una especie de conexión, pero su cuerpo y su mente en esos momentos no estaban de acuerdo el uno con el otro.
    ―Lo ves… tu cuerpo reacciona a mí.
    ―Te odio, desgraciado ―le gritó Kai perdiendo la paciencia como pocas veces había perdido, y le dio un puñetazo en el estómago que dejó a Eiden de rodillas al suelo.
    Kai entró rápidamente al aula y se sentó en su sitio, junto con algunos compañeros que habían llegado hacía rato y otros que habían visto la escena. El moreno estaba muy agitado, y de repente se puso a llorar. A pesar de ser omega no solía llorar por este tipo de cosas. Era fuerte, no se dejaba intimidar. No podía hacer tal cosa… no había podido evitar ese beso. Había mantenido su guardia baja, al pensar que Eiden al verle marcado se rendiría. Había sido un poco iluso y por culpa de eso le había fallado a Chiaki.
    ―Mierda… odio a ese hombre…
    ―Kai ―le llamó uno de sus compañeros― es el chico de la conferencia, ¿no?
    ―Sí. Está obsesionado conmigo… Se supone que somos predestinados y él se lo toma al pie de la letra. No acepta que yo amo a Chiaki y que le pertenezco, al igual que él me pertenece a mí.
    ―¿Es cierto que eres el seme?
    ―Sí, lo es.
    ―¿Quieres que te ayudemos? Podríamos evitar que estés solo junto a él.
    ―No quiero molestaros.
    ―Los amigos estamos para eso, tampoco queremos que ese hombre te haga cosas que no quieras ―siguió comentando el chico mirando a sus compañeros― ¿Verdad?
    ―Si ―respondieron los demás chicos del grupo.
    ―Gracias. La verdad es que no lo había visto hasta hoy. Parece que no le ha sentado bien que Chiaki me marcara.
    ―Lo hemos visto, pero menudo puñetazo le has dado.
    ―Uno merecido, también te digo ―comentó otro chico.
    ―La verdad es que sí, y más le habría dado yo en tu lugar ―comentó otro.
    Kai se sintió aliviado al tener a sus amigos a su lado. Hacía poco que se conocían, eso era cierto, al igual que era cierto que eran mucho mejores que sus compañeros de la escuela. Es cierto que dicen que en la universidad es donde se encuentran los amigos de verdad, pensaba Kai viendo como los chicos estaban pensando estrategias para alejar a ese pelirrojo de su vida.
    Unos meses pasaron, en los que realmente lo consiguieron. Chiaki también estaba en alerta, después de saber que había besado a Kai. No lo dejaba solo hasta que no se encontraban con alguno de los amigos de Kai para que le hiciera de escolta. Desde que le habían explicado lo ocurrido a su novio había perdido algo de libertad de movimientos. Por una parte, lo agradecía y por otra estaba algo harto de todo eso. Él podía defenderse solo y ya no volvería a bajar la guardia después de lo sucedido.
    ―En serio Chiaki, no hace falta que vengas a recogerme a la puerta de la clase.
    ―Claro que sí. No quiero que estés solo por la universidad.
    ―Sólo fue un beso…
    ―¿Solo? ¿A ti te gustaría que a mí me besara otra persona?
    ―No, la verdad.
    ―Entonces… no tienes nada que decir.
    Kai suspiró y ambos se fueron hacia el tren de regreso a casa. El castaño lo había esperado en la puerta de la clase durante más de una hora solo para que no fuese solo. Agradecía el detalle, pero le sabía mal. Chiaki había sacado su faceta de guardaespaldas sobreprotector. El moreno no podía replicar. Entendía perfectamente los sentimientos del castaño y estaba casi seguro de que él haría lo mismo en su lugar.
    Al llegar a casa de Chiaki, vieron algo fuera de lo normal. La puerta estaba abierta, y parecía que la habían forzado. Ambos se miraron un momento, pero antes de decir algo o poder reaccionar, apareció un chico de cabellos rojizos, que venía desde dentro. Atacó con un cuchillo al castaño, quien fue empujado por su novio. Ambos miraron al chico que aún llevaba el cuchillo. Por el susto Chiaki había caído al suelo, no había podido reaccionar al empujón. Kai vio eso y se puso entre los dos Alphas.
    ―Eiden, ¿Qué coño estás haciendo? ―le preguntó gritando intentando ganar tiempo o que algún vecino saliese.
    ―Intento recuperar lo que es mío. Si mato a Chiaki desaparecerá la marca de tu nuca y podrás ser mío.
    ―Tú… Estás completamente loco. No puedes matarlo.
    ―Sí puedo, obviamente que puedo, es mi deber matarlo para recuperarte.
    ―¿Recuperarme? Nunca he sido tuyo y nunca lo seré.
    ―Todo por culpa de este desgraciado. Debo matarlo.
    ―No voy a permitir que lo mates. Eso tenlo por seguro.
    ―¿Porqué lo defiendes? Tú eres mío.
    ―Porque lo amo. Yo le amo más a que a nada, y nunca te amare a ti.
    ―Si lo mato… todo será diferente, él no te nublará más la mente… Lo podrás ver todo claro, y veras que realmente me amas a mí.
    ―Mi mente no está nublada.
    ―No sé como lo ha hecho, pero te ha hipnotizado de alguna forma, y con su muerte todo se resolverá.
    ―Tú estás loco ―respondió Chiaki, quien ya se había levantado― ¿Cómo se supone que vaya a hacer algo así? ¿Crees que estamos en una película o algo por el estilo?
    ―No, sé que esto es real y sé que tu intención es robarme a mí Omega.
    ―No intento robarte nada, él no es un objeto. Hemos estado juntos des de hace años.
    En esos momentos el pelirrojo se abalanzó hacia el chico castaño, que estaba al lado del moreno. Estaba decidido a matarlo para conseguir al moreno, era su predestinado y tenía que ser suyo. No podía dejar que nadie se lo robara. Él creía firmemente en el destino y en el amor entre Alphas y Omegas, siempre lo había buscado y ahora que lo había encontrado no iba a dejar que alguien más se lo llevara. Chiaki era un ladrón que quería robarle al Omega que había buscado durante toda su vida. No iba a permitir tal cosa.
    Kai se puso en medio entre los dos, no iba a permitir que le hicieran daño a su novio. Se puso en posición defensiva, como le habían enseñado en las clases de defensa personal. Si alguien que iba armado te atacaba había maneras de defenderse, hasta de desarmarlo. Y en esos momentos él estaba preparado para eso. Con un movimiento, le quitó el arma a Eiden y aprovechó para darle un golpe que lo dejó en el suelo. Luego cogió el cuchillo y lo apartó del pelirrojo.
    ―Kai, ¿Estás bien? ―le preguntó el castaño viendo como este cogía el cuchillo que le había quitado al otro Alpha.
    ―Sí. Al final las clases de defensa personal han servido para algo ―Kai sonrió y cogió el móvil para llamar.
    Al parecer ningún vecino estaba en casa o no querían meterse, así que Kai llamó a la policía para explicar lo que había pasado. Realmente no sirvió de mucho. Pusieron la denuncia y se llevaron al pelirrojo lejos de allí, aunque no estaba preso ni nada. Lo que había hecho, solo era un intento de asesinato sin testigos. Era su palabra contra la del otro. No podían culparlo ni inculparlo, así que solo lo dejaron en su casa después de archivar la denuncia.
    A pesar de todo eso, Eiden había cambiado de opinión. Kai era demasiado violento para su gusto. Después de su actuación había visto claro que sí que era cierto lo que el moreno le había dicho. Kai era el seme de la relación y era más fuerte que él mismo. No podía creerlo. Era un Omega, pero le había ganado cuando él estaba armado. Con estas ideas en la cabeza se dio por vencido y decidió buscar a otro que fuese más con el estereotipo que todos conocían. Uno más débil, sumiso y uke, que Kai.
    En ese momento Kai sintió una especie de vacío en su pecho, como si un lazo se hubiese roto. Según lo que le había contado Chiaki quería decir que todo había acabado. Eiden había decidido dejar de lado su “amor predestinado”, los había liberado de su persona. Ahora ya habían roto los lazos con ambas parejas destinadas, y solo tenían que preocuparse de ellos mismos. Chiaki lo había marcado, era solo suyo, y no tenían nadie que se opusiera o quisiera poner trabas.
    ―Ya está, Chiaki.
    ―¿El que, amor?
    ―Se ha roto el lazo con Eiden, acabo de notarlo.
    ―¿En serio? ―preguntó algo feliz de saber eso.
    ―Te lo aseguro.
    ―Genial, no quiero volver a verlo… me he asustado mucho por todo.
    Chiaki había llorado en cuanto se habían quedado solos. La tensión, el miedo, todos los sentimientos, que durante el momento no habían salido a flote, habían empezado a fluir al relajarse un poco. No quería volver a pasar por algo como eso. Había tenido miedo de morir o de que le pasara algo a Kai. Había sido un momento terrible. Aunque el sentimiento de culpa por no haber podido hacer nada en esos momentos y dejarle todo el trabajo a Kai, era aún más horrible. Seguía siendo un Alpha bueno para nada. Aún no era digno de Kai. No. Realmente no tenía nada que ver. Se amaban y eso ya le hacía digno de ser su pareja. Eso era lo que Kai le había enseñado. El moreno era capaz de defenderse solo y de defenderlo a él.
    ―¿Sabes una cosa, Kai?
    ―Sé muchas, pero a cuál te refieres.
    ―Te amo, y nunca me arrepentiré de mi decisión. No volveré a dudar más sobre ello. Porque yo puedo hacer unas cosas y tu puedes hacer otras. Nos complementamos. No importa quien haga qué. Si tu eres más seme o yo más uke. Si tu sabes artes marciales y yo no. Cada uno de nosotros somos a nuestra manera y es lo que nos hace especiales.
    ―Chiaki, me acabas de dejar impresionado. ¿Cuándo has madurado tanto?
    ―Quizás las últimas experiencias me han hecho crecer como persona.
    ―Yo también te amo, Chiaki, y tampoco me arrepentiré de ello, nunca. Dalo por echo ―le respondió cogiéndolo por la nuca para acercarlo y darle un buen beso en los labios.
    FIN
  3. .

    Capítulo 16


    Por la mañana después de dormir varias horas, Kai se despertó sintiendo su cuerpo algo extraño. Era el celo. Sabía que le llegaría ese día. Hasta el momento nunca había fallado en puntualidad. Notaba su cuerpo caliente. Cierto, el día anterior no se había tomado el inhibidor. Lo había hecho apropósito. Quería que su celo estuviera bien definido para que Chiaki lo pudiese marcar y no hubiese ningún tipo de error. Después de todo ese día iba a ser especial. No llevaba el cuello puesto y tenía las feromonas del celo a tope. Todo estaba listo. Notó como se humedecía por atrás. Perfecto, le sería más fácil a Chiaki, entrar si estaba mojado. Lo único que debían tener en cuenta era el tema del condón.
    “Chiaki, ven ya, te necesito. No olvides los condones”
    “Voy”
    El castaño fue rápido hacia la casa de su novio. La puerta estaba cerrada con llave. Supuso que estando el chico durmiendo y teniendo el celo, habían decidido que lo mejor era cerrar para evitar problemas. Pidió la llave a su madre y regresó para abrir la puerta. Entró y las feromonas de Kai lo invadieron con más fuerza. Siendo que sus habitaciones estaban bastante cerca se notaban un poco, pero al entrar en la casa, eran algo aterrador. Su cuerpo empezó a calentarse al notar ese olor tan dulce. Notaba como su respiración se entrecortaba y como su celo poco a poco iba llegando. No era como la vez que conoció a Shun, pero el pensar en lo que pasaría en cuanto llegara a la habitación tenía un efecto similar.
    ―¿Kai? ―pronunció el nombre del chico mientras llegaba a la puerta y la abría poco a poco.
    La concentración de feromonas que había en la habitación era mucho mayor que en el resto de la casa. El rostro del castaño se puso completamente rojo por el calentón que tenía en esos momentos. La visión de Kai desnudo en la cama masturbándose lentamente fue algo que lo superó. Se acercó rápidamente a la cama y sustituyo la mano de su novio por la suya. También cambió la velocidad, empezando a mover su mano mucho más rápido que el moreno. Este gimió de puro placer antes de que el castaño lo besara apasionadamente.
    ―Recuerda ponerte el condón ―le dijo cuando Chiaki se separó un momento de él para quitarse su ropa.
    ―Creo que lo recuerdo… tengo la mente en blanco… ―fue todo lo que pudo responder el chico.
    Con toda la concentración del mundo empezó a ponerse un condón, intentando ponerlo bien. Su mente estaba bastante nublada, no podía pensar del todo con claridad, pero cuando pudo asegurar que este estaba bien puesto, no dejó pasar ni un segundo de más. Mientras él hacía eso, Kai se había dado la vuelta dejando su trasero bien expuesto para que Chiaki lo penetrara. Este no tardó en cumplir su deseo. De una fuerte embestida entró y empezó a moverse lo más lento que podía. Tampoco quería hacerle daño.
    ―Muérdeme, Chiaki ―le pidió Kai enseñando bien su cuello.
    Chiaki tragó saliva. Se acercó a ese cuello tan delicioso que tenía delante y sin pensarlo mucho cumplió con esa petición. Su mente no paraba de repetirle que tenía que morderlo y embarazarlo. Con el condón no podría dejarlo embarazarlo, pero al morderlo si podía marcarlo y hacerlo suyo. Kai dio un grito al sentir como esos dientes se clavaban en su piel. Su cuerpo se tensó durante unos momentos para luego relajarse. En cierto modo, dejando de lado el dolor de la mordida, las reacciones del cuerpo habían sido como las de un orgasmo. Kai se preguntó el porqué.
    ―Chiaki…
    Este al escuchar su nombre dejó de morderlo. Había dejado su marca claramente visible. Ahora era suyo. Kai no podría pertenecer a nadie más ni podría tener sexo con alguien más que con él. Era algo para toda la vida. Vio como Kai acercaba su mano a su entrepierna y lo vio un poco curioso. Había parado unos momentos de moverse. No quería hacerle daño de nuevo, y no sabía si Kai estaba bien o no.
    ―¿Estás bien? ―preguntó mientras se contenía para no moverse a pesar de la excitación.
    ―No lo sé… he tenido un orgasmo cuando me has mordido, pero no me he corrido… Ha sido extraño… ―mientras escuchaba la respuesta miró la marca y al ver la sangre dio una lamida a la zona―. Aaaaah… ―gimió Kai al notar la lengua en esa zona sensible.
    ―¿No te duele?
    ―No, no, puedes seguir, voy muy cachondo ahora mismo.
    ―Bien. Si duele dímelo ―a parte de estar excitado estaba preocupado, al fin y al cabo, le acababa de morder lo suficientemente fuerte para que saliera sangre de la marca.
    ―Sí, pero muévete ya.
    Después de esta orden Chiaki empezó a moverse nuevamente, esta vez más rápido que antes y también más profundo. Estaba en su límite de cordura. Kai lo ponía muy caliente y no podía evitar perder el raciocinio. Sus movimientos eran cada más bruscos, y solo escuchaba gemidos por parte del moreno. Este se estaba sintiendo tan bien como él. Entre movimientos tocó un poco el miembro de Kai, y este se corrió casi al momento. Fue abundante. Se notaba que el celo estaba activo, porque había salido mucha más cantidad de la normal.
    ―Chiaki, más ―pidió el moreno lleno de placer.
    El castaño se cambió el condón que ya estaba lleno y volvió a entrar en su interior, esta vez de cara. Quería poder besarlo con total libertad, sin tener que preocuparse por si le rompía el cuello en el proceso. Lo besó durante todo el acto. Los besos eran muy importantes también en una relación. No solo el sexo. Y el castaño lo deseaba todo de su novio. Lo amaba lo suficiente para decidir marcarlo y condicionar sus vidas para siempre. Cuando por fin se corrieron los dos, por segunda vez, se calmaron un poco y aprovecharon el momento para descansar unos minutos.
    ―¿Estás bien, Kai?
    ―Realmente sigo un poco caliente. El celo es algo agotador en este sentido.
    ―Cuando acabemos de tener sexo y quedemos satisfechos se te pasará, o eso he leído. Que una vez marcados, los omegas dejan de tener el celo después de tener sexo con su Alpha.
    ―Eso ayudará bastante, me ahorro pastillas y días de sufrimiento.
    ―¿Sabes? Me debes una ronda como uke. Me dijiste ayer que me harías el amor, pero con el celo… te he atacado.
    ―Es verdad. Perdona, te importa si lo dejamos para mañana cuando estemos más calmados… Te necesito dentro de mí, hoy.
    ―Claro, no te preocupes, pero no lo olvidaré.
    Kai rio un poco al escuchar su comentario, a su compañero le gustaba ser el uke más que el seme. Lo había notado y lo sabía desde hacía mucho. Era algo que le parecía lindo y adorable a sus ojos. No podía negar que lo amaba más que a nada. Lo abrazó para besarlo y poco a poco se puso encima de él. Se sentó en su abdomen mientras lo miraba unos momentos. Realmente era hermoso, con su pelo castaño tan largo y esos ojos verdes tan bonitos. Siempre que le miraba se quedaba perdido en él. No se pudo resistir y volvió a besarlo. Sus labios también eran adictivos y no podía evitar querer besarlo casi todo el tiempo. Mientras lo besaba empezó a notar como el calentón regresaba a su entrepierna. Estar junto a Chiaki era lo mejor del mundo.
    ―Voy a empezar otra ronda ―le dijo, cogiendo el miembro del castaño con su mano para ponerle el condón y luego llevarlo a su entrada― aaah… se siente genial…
    ―Estás muy caliente por dentro…
    Kai empezó a moverse de arriba abajo, con algo de cuidado de no hacerle daño a Chiaki, pero este decidió que ese ritmo era muy lento y lo ayudó a ir más rápido. Quería sentir más de ese interior que envolvía su miembro, y necesitaba más velocidad. Esa posición ya otorgaba bastante profundidad solo hacía falta ir un poco más rápido y eso hizo. Empezó a mover también las caderas al ritmo de los movimientos, para sentir más.
    Unos movimientos más tarde ambos se corrieron por tercera vez. Cada vez que se corrían, se iba calmando más el celo de ambos. El celo era algo que no podían evitar. Kai seguiría teniéndolo toda su vida y Chiaki se vería arrastrado. Tener sexo era lo mejor para calmar un celo. Y el celo solía pedir mucho sexo para calmarse. Era como una rueda durante ese período. Así que después de esa ronda llegaron algunas más hasta que ambos quedaron exhaustos. Descansaron un poco para recuperarse de todo el ejercicio. Realmente estaban agotados, pero el celo había desaparecido. Solo había durado un día gracias a la mordida y al sexo. También se sentían satisfechos después de un mes de abstinencia.
    ―Por hoy, ya no puedo más ―dijo Chiaki mirando a Kai quien estaba tumbado a su lado.
    ―Yo tampoco y mi celo ya ha desaparecido ―respondió este bastante feliz― mañana aparte de cumplir mi promesa podríamos salir a algún lado.
    ―Es invierno y hace frío… ¿Dónde quieres ir?
    ―Hmmm… en realidad no lo había pensado, solo quería dar un paseo después de estar un mes estudiando casi sin descanso.
    Salieron a dar una vuelta corta y regresaron a casa. Kai ya estaba bien del celo, realmente después de todas esas rondas había desaparecido. Tal como habían leído y escuchado, un Omega al tener sexo con su Alpha dejaba de tener el celo casi de inmediato. Eso para Kai era una maravilla, no tendría que quedarse días y días en esa habitación, encerrado por miedo a que alguien lo quisiera violar. Sólo tendría que encerrarse una mañana o un día con Chiaki y hacerlo varias veces para poder calmar el celo y poder seguir con su vida normal.
    En esos momentos se sentía muy feliz de ser el Omega del castaño, por varios motivos. Uno de ellos era que por fin no tendría que preocuparse de que otros Alpha quisieran algo con él, y sólo Chiaki se vería afectado. Otro de ellos, era porqué al fin el castaño había confiado en sus palabras y sus sentimientos y había decidido unirlos de por vida. Y el último porque el celo sería mucho más tranquilo y rápido. También esperaba que ahora Eiden lo dejara en paz, ya no podría ser suyo, ninguna marca podría reemplazar la de Chiaki, y él tampoco se dejaría morder por otro.
    Al día siguiente ya descansados, tanto de los exámenes como del sexo del día anterior, decidieron tener una cita. Se habían encontrado en la casa de Kai y estaban pensando en que hacer. Una cita normal de vez en cuando también estaba bien y después de tantos problemas que habían tenido se lo merecían. Disimuladamente Chiaki miró el cuello de Kai para ver la marca. Ambos habían hablado con sus padres al respeto y estos habían respetado esa decisión. Sabían que lo habían pensado mucho y que no lo habían hecho al azar o por error. Los chicos ya tenían 18 años y tampoco podían decir nada. Si les habían dejado libre albedrío cuando eran más jóvenes ¿cómo iban a decirles algo ahora que ya eran mayores de edad?
    ―¿Entonces que te parece ir al cine? Hay una película de misterio que me gustaría ver y allí estaremos calentitos.
    ―Seguiríamos encerrados… Pero podemos dar una vuelta antes y una después.
    ―Te gusta caminar al aire libre, ¿eh, Kai? Ayer también fuimos a caminar un poco después de que se te calmara el celo.
    ―Sí, siempre me ha gustado eso de salir a pasear, a la playa, montaña o así, pero tranquilamente. Sin preocupaciones ni estrés… para eso ya están los exámenes.
    ―Es verdad. Me parece bien. Mientras te acuerdes de cumplir tu promesa conmigo.
    ―¿Quieres que juguemos durante la cita? Hace mucho que no lo hacemos. Seguro que la película será más interesante de ese modo.
    Chiaki se sorprendió un poco por la idea de Kai, hacía tanto que no jugaban de ese modo… Pero le hacía algo de ilusión, en realidad. Sería su primera vez jugando con objetos sexuales y vestido como chico. Se preguntaba si no se notaría mucho de ese modo… Las faldas podían disimular un poco, pero los pantalones eran algo más ajustados. El tema del miembro tendría que ser como siempre, mantenerlo atado para que no se corriese a mitad juego. El juguete… quizás deberían de usar uno pequeño o algo. Se descartaba el vibrador con colita de perro, serviría para otra ocasión.
    ―Después me harás el amor, ¿cierto? ―preguntó con una sonrisa el castaño―. Sabes que me pongo muy cachondo con estas cosas.
    ―No te preocupes, luego voy a hacerte todo lo que quieras.
    Chiaki aceptó y Kai pensó en que podrían hacer, como jugar mientras miraban una película en el cine. Quizás podrían usar de nuevo el rosario, las bolitas iban dentro y no se notarían en el pantalón… pero no vibraban, dependían del movimiento para dar placer y sentados en el cine no habría mucho. Quizás podrían usar ese vibrador que usaban en la secundaria y preparatoria. Era pequeño, con forma de huevo y masajeaba directamente la próstata. Tenía un mando a distancia que Kai podía usar para cambiar la vibración o apagarlo. Siempre le había gustado y excitado eso a Chiaki, y sus reacciones eran increíbles.
    ―¿Qué te parece volver a usar el vibrador pequeñito que tiene mando a distancia? Te gusta mucho ese.
    ―Lo que quieras por mí estará bien. Es cierto que me gusta ese juguete.
    ―Entonces antes de salir te lo pondré, ¿Te puedes quitar el pantalón?
    El moreno empezó a buscar el juguete, si no recordaba mal lo tenía en un cajón que era casi exclusivo para ese tipo de cosas. Siempre tenía los juguetes bien guardados y cuidados para que durasen y se pudiesen usar con tranquilidad. No quería que ninguno le hiciese daño a Chiaki, eran para dar placer, no lo contrario. Lo encontró y lo desinfectó de nuevo antes de ponerle un poco de lubricante. Se giró y vio que su novio ya tenía el pantalón bajado y se estaba preparando para abrir su trasero y que pudiese colocar bien el juguete. Sonrió por ello. Se acercó con el vibrador ya preparado y lo empezó a introducir en el trasero de Chiaki. Con el dedo lo llevo hasta el fondo, siempre vigilando que no se quedara también el cordón para luego sacarlo. Una vez listo el castaño se giró y lo miró con ojitos de perrito abandonado.
    ―Quieres que te ponga también algo en el miembro para no correrte, ¿verdad?
    ―Por favor, es que sino no aguantaré hasta llegar a casa.
    ―Lo sé. También lo tengo preparado.
    Cogió la pequeña correa que servía para atar el miembro del chico y la apretó un poco sin hacer daño. Luego el miembro se haría un poco más grande y ya le apretaría más. Echo esto, el castaño se puso bien su ropa para poder salir de la casa. Kai aprovechó ese momento para darle al botón de la vibración. Quería comprobar que funcionase. Un saltito por parte de Chiaki, que no se lo esperaba fue una buena respuesta a su pregunta. Sonrió y lo paró.
    ―¿Te diviertes? ―le preguntó su novio cuando la vibración paró.
    ―Estaba probando si funcionaba bien, pero sí. Para que mentir.
    ―Podías avisar, al menos.
    ―Me gustan tus reacciones cuando no te lo esperas. Que quieres que te diga…
    ―Está bien, si te gusta no tengo nada más que decir.
    Kai se acercó a su novio para darle un beso, antes de cogerlo de la mano para sacarlo de la casa. Estaba muriéndose de ganas de salir de la casa, al fin. Entre los estudios y el celo, llevaba mucho tiempo encerrado en su casa, o en la escuela. Cuando al fin estuvieron en la calle, se sintió liberado de todo. Cerró un momento los ojos y sonrió, antes de mirar a Chiaki.
    ―Entonces, vamos hacia el cine.
    ―Que contento estás de salir de casa.
    ―La verdad es que sí. Me encanta salir a pasear, y más si es contigo. A veces me apetece salir, pero pienso que tú no puedes, y solo es más aburrido.
    ―Pregúntamelo, quizás pueda acompañarte.
    ―Está bien.
    Siguieron conversando mientras caminaban hacia el cinema. Kai se veía bastante feliz en esos momentos. No tenía tantas cosas en las que pensar como antes, y estaba más bien relajado. Tenía un momento de tranquilidad con su novio y eso le alegraba más de lo que uno podría imaginar. Durante el trayecto no encendió el vibrador en ningún momento. En esos momentos simplemente quería disfrutar del momento con Chiaki. Al llegar a su destino, compraron las entradas, las palomitas y bebidas y fueron a la sala de espera. Aun quedaban unos minutos para que acabara la película anterior.
    Fue en ese momento cuando Chiaki notó como el vibrador empezaba a moverse en su interior. Su cuerpo sintió un pequeño escalofrío por ello. De vez en cuando notaba como le tocaba en su punto sensible. Evitar que saliera algún pequeño gemido era algo difícil en esos momentos, se sentía bien y saber que alguien podía descubrir el juego le excitaba más. Sabiendo eso Kai aumentó la vibración del pequeño juguete. Chiaki lo miró con esos ojos verdes tan bonitos, y que tanto le gustaban a Kai, algo sorprendidos. No esperaba que su novio empezara el juego en la sala de espera. Allí había luz y todo el mundo podría ver sus reacciones.
    ―K-Kai…
    ―¿Quieres que pare?
    ―H-hay luz…
    ―Es cierto ―respondió el moreno, apagando la vibración.
    ―Tampoco hacia falta apagarlo, con la vibración anterior podía aguantar bien.
    ―Pervertido…
    Dijo eso, pero realmente encendió de nuevo la vibración para que el otro chico pudiese disfrutar de ella. Eso sí, esta vez la puso más flojita. Chiaki tenía razón, tampoco hacía falta pasarse en un sitio público con luz. Realmente en la escuela lo habían hecho a menudo. Quizás Chiaki se sintiera más seguro allí, aunque realmente era más peligroso. En la escuela todo el mundo los conocía y sería algo que se recordaría. En cambio, allí nadie los conocía y no los volverían a ver, probablemente. La mente humana, no siempre pensaba las cosas con lógica. Todo eso no importaba mucho en esos momentos.
    La luz de la sala se puso verde, dando entender que ya podían ir y sentarse en sus sillas. Sin apagar la vibración instó a Chiaki a levantarse y seguirlo. Sabía de sobras que su novio podía con ello. No era la primera vez, aunque hacía bastante tiempo que no usaban ese juguete. Un año como mínimo. En la universidad, no estaban juntos y no tenía sentido. Y habían jugado con otros juguetes que Kai había ido comprando a medida que conseguía ahorrar.
    Al entrar en la sala buscaron sus asientos, la filera y la butaca. Consiguieron encontrarlo después de un poco de búsqueda. Kai le había pedido a su novio que fuese él quien buscase los asientos. Un pequeño reto mientras llevaba la vibración encendida. Formaba parte del juego. Al castaño le costó un poco, pero finalmente lo consiguió. Se sentaron y Kai le dio su bebida. Él se había encargado de las bebidas y las palomitas, tampoco quería que algo se cayese o ponerle más presión al chico.
    Al mirar a la pantalla vieron que habían empezado los anuncios previos a la película. Bien, aún tenían algo de tiempo antes de que empezara. El moreno apagó la vibración. La idea no era que se acostumbrara y ya no sintiera nada en un rato. Y como aún había luz en la sala, no podía aumentar las vibraciones. Pensó que era un buen momento para comentarle a su novio otro reto. Así que giró su rostro para mirarlo y llamó su atención.
    ―Chiaki. Durante la película, a pesar de las vibraciones, quiero que te centres en la película. De vuelta a casa, quiero que me hagas un resumen de esta, con una crítica sobre que te ha gustado más y que no te ha gustado.
    ―¿Es un examen?
    ―No, aunque si no puedes hacerlo, al llegar a casa, habrá un castigo.
    ―¿Un castigo?
    ―Sí. ¿Tienes algo que decir al respeto?
    ―No puedo imaginarme que clase de castigo, pero daré lo mejor de mí. La película me interesa.
    ―Eres tan buen chico. Siempre cumpliendo con mis peticiones, te ves tan adorable… me dan ganas de hacerte el amor.
    ―Cuando lleguemos a casa, me lo has prometido antes.
    ―Sí. Mi reto es aguantar hasta casa sin hacerte nada. Y créeme que es bastante difícil ―escuchó una pequeña risa del castaño, a quien le parecía divertido que eso fuese llamado reto.
    La película era bastante entretenida. Hasta Kai lo notó, a pesar de no ser muy fan de las películas, que esa estaba bastante bien. Tenía buena trama y no estaba nada mal. Chiaki por su lado, intentaba concentrarse, pero le era bastante difícil. Estaba viendo la película lo más concentrado posible, intentando dejar de lado esas vibraciones que subían y bajaban de intensidad. Kai lo conocía muy bien. Conocía a su cuerpo mejor que él mismo. Sabía cuando era el momento para cada cosa y el placer era tal que en algunos momentos había pasado por su cabeza dejar la película y tirarse encima de su novio. Había tenido que recordar las palabras del moreno para mantenerse cuerdo.
    El vibrador en esos momentos estaba a máxima potencia, tocando en el punto justo, dándole la sensación de que se iba a correr en cualquier momento. No podía, obviamente, porqué llevaba puesta la correa que le impedía tal cosa. Lo agradecía des del fondo de su alma, sino fuese por eso tendría sus pantalones manchados de semen. No era la primera vez que notaba ese placer intenso que le llevaba a pensar se correría en cualquier momento. Sabía perfectamente que después de este placer venía el dolor de no poder correrse. Miró a su novio quien parecía concentrado en la película y se mordió el labio. Quería que lo hiciera suyo en ese mismo momento.
    ―Chiaki, la película. Recuerda el reto.
    ―S-sí. Perdona.
    Volvió a mirar la pantalla intentando concentrarse en ella, la película le gustaba. Era la segunda parte de una que había visto anteriormente y que le había gustado. Por eso quería ver esta, aunque realmente se estaba enterando solo de la mitad, si es que llegaba a eso. Esas vibraciones lo tenían completamente desconcentrado. Y justo en ese momento pararon en seco. Al sentir eso Chiaki dio un leve suspiro, entre alivio y decepción. Quería correrse y liberarse de esa presión que sentía en su miembro. No había sido capaz de comer casi ninguna palomita. Tampoco había bebido demasiado. Estaba más concentrado en el juego e intentar mirar la película que en otra cosa.
    Ahora que no había vibraciones de por medio, se acomodó un poco en el asiento y miró la pantalla intentando concentrarse en eso y no en el miembro que pedía atención entre sus piernas. Kai le estaba dando tiempo para que pudiese relajarse un poco y concentrarse en la pantalla. Así que se puso a ello. El tiempo que le dio el chico fue bastante largo, lo suficiente para que se calmara bastante y cogiera el hilo de la película. De hecho, solo encendió el vibrador en la mínima potencia durante un rato y luego no volvió a usar más el vibrador, después de ese momento. A Chiaki le pareció extraño, pero no dijo nada. Aprovechó para concentrarse en la película que tampoco tardó mucho más en acabar.
    Al salir, Chiaki llevaba en sus manos su bebida, mientras Kai llevaba las palomitas y su bebida. Por su parte si se había bebido la suya. Más que nada para bajar el nudo en la garganta que notaba al ver a su novio tan adorable y no poderlo tocar por el momento. El moreno, estaba pensando que quizás ese no era momento de dar una vuelta, sino de ir directo a su casa y follar con Chiaki como si no hubiese un mañana. El paseo podía esperar al día siguiente.
    ―Vamos a casa, Chiaki.
    ―¿No querías dar un paseo? ―preguntó este un poco confundido.
    ―Ahora mismo… solo tengo en mente llevarte a la cama.
    ―Entonces, está bien. Vamos. ¡¡Yo encantado!! ―fue la respuesta entusiasta del castaño, quien le dio la mano a su omega deseando llegar a la casa.
    El camino esta vez fue un poco más silencioso y rápido que la ida. Ambos tenían ganas de llegar a casa y a Kai le daba igual si Chiaki había cumplido con su parte del reto. En todo caso ya le preguntaría más tarde sobre eso. Su mente solo pensaba en una cosa. En lo cachondo que estaba por ver a Chiaki disfrutando de las vibraciones y en como solucionar los problemas que tenían ambos. Acababan de tener sexo el día anterior, y no solo una ronda, tuvieron muchas para parar su celo, pero ya estaban de nuevo con los motores a tope.
    Al llegar a casa, Kai llevó al chico a su habitación rápidamente y lo tumbó en la cama antes de lanzarse sobre él. Empezó a besarlo desesperadamente, parecía que no se hubiesen visto en años. El castaño aceptó gustoso esa desesperación de su novio por besarlo y le respondió de igual forma. Parecía una competencia por ver quien iba más cachondo después del jueguecito.
    ―K-Kai…
    ―Quieres más, ¿eh? Voy.
    Kai puso el vibrador al máximo y volvió a besarlo mientras se restregaba, rozando sus entrepiernas por encima de la ropa. Esta vez no pensaba entretenerse demasiado con juegos extra, con el juego durante la cita ya le parecía suficiente, y hasta demasiado. Suponía que Chiaki no le pediría tampoco, extender el juego previo. Podía notar que estaba más que cachondo él también. Se separó del castaño y empezó a quitarles la ropa a los dos. Era lo mejor que podía hacer en esos momentos. Al estar sin ropa, le quitó también la correa, y vio ese miembro que estaba tan erguido de nuevo. Se lo acercó a su boca y se lo metió de golpe en él. Escuchó un gemido por parte del chico y también como le ponía las manos en la cabeza para acariciar su cabello.
    ―Kai… me corro…
    Iba tan cachondo que realmente no tardó demasiado en correrse. Después de unos pocos movimientos del moreno, por su miembro, este dejó escapar todo el semen que había acumulado durante la cita. La satisfacción que invadió el cuerpo de Chiaki en ese momento fue total. Se sentía en la gloria. Kai se bebió el líquido blanquecino que pudo. Había más cantidad de lo usual.
    ―Chiaki, tenías reservas de semen, ¿eh?
    ―Tanto juego…
    ―Voy a entrar.
    ―Bien.
    Apagó el vibrador que estaba dentro de Chiaki y con cuidado lo sacó de su trasero para poder entrar él. Estaba muy necesitado. Seguramente él también tenía semen de más, llevaba mucho rato cachondo. Había tenido que centrarse un poco en la película para relajarse, ya que su novio era demasiado erótico. Cada movimiento o sonido de su parte era excitante. También había apagado el vibrador para ver si su novio se calmaba y de paso también él. Le había costado mucho no saltarle encima en ese momento. Y ahora que tenía vía libre no iba a desperdiciar el momento.
    ―Estás bien dilatado, así que no voy a esperar.
    No había acabado de decir la frase que ya tenía la punta de su miembro entrando por el trasero de Chiaki. El castaño gimió un poco satisfecho de volver a sentir el miembro de su omega dentro de él. Amaba cuando Kai era el seme. Le gustaba más que ser él el seme, ser el uke se sentía increíblemente bien. No era un Alpha corriente ya que él no tenía la necesidad de dominar a su Omega. Él solo necesitaba sentirse amado por el otro. Y Kai le daba eso aparte de lujuria. Como en esos momentos cuando lo embestía con fuerza llegando a ese punto que le volvía loco y que tenía algo sensible. No pudo evitar gemir por ello y mover sus caderas al son de los movimientos del moreno. Hasta que este se corrió en su interior, y poco después el castaño le siguió.
    ―Uff… me siento como otra persona después de esto. Estaba muy cachondo.
    ―Yo también lo estaba ―le respondió a Chiaki abrazando a su novio quien estaba sobre él.
    ―Me lo puedo imaginar. Hacía tiempo que no jugábamos fuera de casa.
    ―Eso es cierto.
    ―Estoy muy cansado después del calentón y del sexo.
    ―Descansemos, entonces.
    ―Las sábanas… Las hemos vuelto a manchar, seguro…
    ―Tenemos tiempo antes de que lleguen tus padres.
    ―Hagámoslo ahora y ya nos lo quitamos de encima.
    Kai salió del interior de su novio y se levantó para empezar a quitar las sábanas en cuanto se levantase el otro chico. A Chiaki le costó un poco, pero hizo lo que le tocaba. Y de paso se fue al baño a limpiarse un poco. Mientras tanto, Kai cogió las sábanas y después de pasarles una toallita húmeda, las puso para lavar. Y buscó unas nuevas. Las empezó a colocar encima de la cama, esta vez con la ayuda de Chiaki que ya había acabado de limpiarse, tiró un poco de spray para quitar los olores y, después de vestirse un poco, se tumbaron en la cama y se taparon. Hacía frío y en cuanto entraron en calor no tardaron mucho en dormirse.
    Continuará…
  4. .

    Capítulo 15


    Los exámenes y los trabajos de antes de las vacaciones habían llegado. Un período complicado para todos los estudiantes. Kai y Chiaki habían tenido muy poco tiempo para verse, en estos últimos días, por su culpa. Estudiar y hacer trabajos durante y después de las clases se había convertido en algo cotidiano. Parecían no acabar nunca. Ambos estaban colapsados de trabajo, agobiados y cansados. No tenían tiempo para nada, casi ni para dormir. Las horas de sueño se habían tenido que reducir para conseguir acabar todo a su debido tiempo. Ni siquiera tenían libres los fines de semana. Ese mes estaba siendo una tortura, pero viéndolo des del lado positivo, ya estaba acabando y entonces tendían un mes de vacaciones después de todo el estrés del semestre.
    El hecho de haber tenido el juego sexual justo antes de empezar este traumático mes de estudios, les había ayudado a estar más relajados y poder concentrarse mejor. Era un mes de abstinencia, algo a lo que no estaban acostumbrados, pero ese juego les había ido bien. Y ambos eran conscientes de que, al acabar el mes, habría otro juego de estos. Se lo merecían. Un poco de descanso de tanto estudiar y un poco de placer en pareja, la mejor combinación posible. Ambos deseaban acabar con esta tortura para poder divertirse.
    Chiaki había acabado el último examen y estaba saliendo de clase, cuando notó una punzada en el pecho. Delante de él estaba Shun junto con otros chicos. Sus miradas se cruzaron por un momento. Shun la desvió a los pocos segundos. La sensación en el pecho seguía allí, pero no había ninguna otra reacción más. No estaba entrando en celo como la primera y única vez que se habían visto. Eso era un alivio.
    ―Hola ―saludó Chiaki cortésmente― ¿Qué haces por aquí?
    ―Hemos acabado los exámenes y el profesor nos ha dicho de ir a su despacho, que al parecer está por esta zona.
    ―Ya veo. ¿Cómo te ha ido todo?
    ―Esto… Chiaki… me gustaría hablar un momento a solas contigo.
    ―Si es solo un momento…
    ―Gracias.
    La situación era algo incómoda, solo era la segunda vez que se veían y no tenían mucho de que hablar. La primera vez había sido muy extraña, debido a un celo muy extraño que ambos habían tenido y no habían podido hablar de nada. Tampoco es que Chiaki quisiera hablar mucho con él. En cierto modo lo veía como si le estuviera fallando a Kai. Teniéndolo a él ¿Por qué tendría que hablar con su destinado? A parte le daba miedo tener otro celo y hacerle daño a Kai de nuevo. De momento no había ningún síntoma de que eso fuese a pasar, pero ¿y si al pasar más tiempo con él, estos empezaban a aparecer? Tendría que salir corriendo.
    ―¿De qué quieres hablar? ―le preguntó cuando estuvieron solos.
    ―Siento mucho no haber podido hablar más contigo la otra vez. Realmente yo esperaba encontrar a mi destinado y tener una historia como en los cuentos de hadas, pero tu tienes pareja… y el primer encuentro no fue el mejor, tampoco.
    ―Realmente no, me trajo muchos problemas.
    ―Oh, perdona… creo que solo yo me alegré de encontrarte. De todos modos, me sentía mal por como había ido todo ese día.
    ―Siento no poder corresponder a tu fantasía. De veras amo a mi pareja, y ni mi pareja predestinada puede cambiar esto.
    ―No te preocupes, no he venido a esto. Realmente creo que solo quería tener una pequeña charla antes de despedirnos. Estoy seguro de que el destino aguarda algo bueno para mí también.
    ―Espero que sí. Aunque creo que este destino está equivocado. Si estuviese en lo cierto, tendría que habernos unido a Kai y a mí.
    ―Quizás… o quizás el destino en realidad no existe, sino que es algo que creamos nosotros mismos. Tú estás creando tu destino con Kai, yo espero crear mi destino también. Si no puede ser contigo, está bien. Tampoco nos conocemos, no creo poder amar a alguien solo porque el destino así lo quiera. Me enamoraré de alguien que también me ame, y conseguiré ser feliz.
    ―Mucha suerte con eso, en realidad me haría ilusión que así fuera. Aunque no te ame es cierto que hay un vínculo entre tu y yo, uno que hace que quiera que seas feliz.
    ―Gracias. Si no tuvieras novio seguro que pensaría en ti de otra forma. Realmente me gusta que seas tan amable y considerado.
    ―Perdona.
    ―No te preocupes, estoy feliz de haber podido hablar contigo con normalidad. Me voy a ir ya, que me esperan mis compañeros. Adiós, Chiaki ―se despidió tal y como había prometido y se fue.
    Chiaki notó un pequeño vacío justo en ese momento y como algo se rompía y lo liberaba. ¿Qué es esto? ¿Qué está pasando? Se preguntó mientras llevaba sus manos a su pecho. Respiró hondo. Se sentía inesperadamente tranquilo y calmado. Como si esta conversación hubiese servido para sacar a Shun de su destino. Eso fue lo que pensó, pero no entendía muy bien ese pensamiento. Una lágrima resbaló por su mejilla y se perdió en el aire.
    ―Ya está ―fue todo lo que pudo decir.
    ―Sí, por fin hemos acabado los exámenes ―escuchó la voz de un amigo de clases― que alegría. Oh. ¿Estás llorando? Tampoco es para tanto, aunque lo entiendo ―Chiaki se echó a reír ante esas palabras y se limpió la mejilla.
    ―Pues sí, es que me siento liberado, y por fin tendré tiempo para estar tranquilo y descansar, junto a Kai.
    ―Ojalá yo también tuviese pareja para poder irme a descansar junto a ella ―se quejó el otro chico― ¿No conoces a alguien que necesite pareja, verdad que no?
    ―¿Eres beta, verdad?
    ―Sí, lo soy.
    ―¿Te gustan los chicos omega?
    ―No tengo nada en contra de ellos, pero no sé si podría hacerlo feliz, porque no podría marcarlo y siempre sufriría por el celo.
    ―También es verdad.
    En ese momento sonó la melodía de Kai, en el móvil de Chiaki y este descolgó casi al instante. Estaba realmente ansioso por esa llamada. Al colgar se despidió de su amigo y se fue casi corriendo hacia la parada del autobús para ver a su novio. Se sentía muy feliz. Había acabado los exámenes, había hablado con Shun debidamente y ahora iba a estar con su novio después de un mes de casi no verse. ¿Qué podía salir mal? Cuando llegó el bus, Kai estaba en él junto con un pelirrojo que parecía insistirle en algo. Parecía algo incómodo. Se acercó a la pareja de chicos y se puso al lado de Kai.
    ―¿Quién eres y que quieres de mi novio?
    ―Así que tu eres el que se ha atrevido a quitarme mi omega. Desgraciado.
    ―¿Pero que dices? Kai no es de nadie, y él puede decidir con quien quiere estar.
    ―Pero bien que le has puesto un collar.
    ―¿Podemos discutir estas cosas en otro sitio? ―preguntó Kai preocupado porque estaban molestando a los otros pasajeros del bus― vayamos a un sitio donde estemos solos.
    ―Bien.
    Bajaron del bus y se fueron a otro sitio, en el campus había varios sitios donde poder estar tranquilos y poder hablar. Eiden parecía dispuesto a seguir con la discusión, pero en ese momento Kai decidió empezar con su explicación. No podía entender que el hombre de casi 30 años estuviese montando ese espectáculo y menos que fuese esa la persona por la que había reaccionado.
    ―El collar me lo he puesto yo porqué está por empezar mi celo. Y el único que puede abrirlo con su huella es mi padre.
    ―¿Tu padre? ―dijeron ambos alphas a la vez.
    ―Pues sí, pensé que sería lo mejor, mi huella era demasiado peligrosa.
    ―Eso es cierto, pero… ―Eiden parecía estar un poco en shock.
    ―Pero nada, fue mi decisión. Al igual que yo decidí ponerme el collar hoy por si acaso. No quiero que me muerda alguien que no sea Chiaki.
    ―Chiaki… ¿y yo qué? Soy tu predestinado.
    ―Pero ni te amo ni te conozco, y tampoco tengo intenciones de ello. Además, Chiaki es mi novio desde hace años y sí lo amo. Diría que es normal mi decisión.
    ―¿Tu decisión? Tu solo deberías dejarte marcar por mí y ser mío. Yo te cuidaría.
    ―¿Ah? ―exclamó Kai con una ceja enarcada― que demo…
    ―¿Pero de que vas? Eres un maldito Alpha que no tiene en cuenta los sentimientos de los omegas. Kai nunca podría estar con alguien como tú. Egocéntrico de mierda.
    ―Chiaki… ―Kai solo había visto así al castaño esa vez del centro comercial, estaba sorprendido, se veía muy genial, y aún no se acostumbraba a verlo de ese modo.
    ―¿Y tú qué? Eres solo un cobarde que no se atreve a marcarlo. ¿Tienes miedo de que sea demasiada responsabilidad? Mocoso.
    ―Quizás sea un mocoso para un viejo como tú, pero como mínimo respeto sus decisiones. Y lo amo, no como tu que quieres imponerte porqué sí.
    ―A ver, calmaos los dos. La discusión es inútil. Yo tengo muy claro a quien amo y también que es lo que quiero. Por lo tanto, no tiene ningún sentido seguir con esto.
    ―Pero…
    ―Un momento, Chiaki, no he acabado de hablar ―el castaño asintió―. Eiden, no quiero tener nada contigo. Yo noté como somos predestinados, pero igualmente no me interesa el tema. Nunca me ha interesado. Ser destinado o no, es una cosa que no tiene que ver con quien amas. No sé que pensaba el destino al unirnos, pero se equivocaba. Diga lo que diga mi destino es Chiaki, porque así lo he decidido yo.
    ―Kai… pero si también lo has sentido debes notar el lazo que nos une.
    ―Bueno, es cierto que noto algo en el pecho, pero lo único que quiero es que encuentres a alguien más y nos dejes tranquilos. Mi idea de hoy era pasar todo lo que queda de día, tranquilamente, con Chiaki. Y tu estás interfiriendo en mis planes ―dicho esto Kai cogió de la mano al castaño y se alejó un poco―. Adiós, Eiden, hasta nunca y no me busques más.
    El pelirrojo vio como ambos se iban, el moreno estaba arrastrando al castaño quien estaba algo sonrojado. ¿Cómo podía ser que escogiera a ese afeminado antes que a él? Eso le daba rabia, pero tal y como eran las cosas, no le quedaba mucho más remedio que aceptarlo. Eso o convertirse en un acosador. No podía permitirse ese lujo. Si lo denunciaban perdería el trabajo y la plaza de profesor sustituto que había conseguido después de muchos intentos. Suspiró resignado. Quizás sí, que había algo malo en el destino. ¿Había sido un error?
    Kai y Chiaki por su lado, ya habían llegado al tren e iban en dirección a su casa. Tenían un mal sabor de boca después de esa conversación. Chiaki se sentía extraño, ya que tenía una mezcla de sentimientos. Un poco de amargura por los sucesos con Eiden, pero mucha felicidad por todo lo demás y por las palabras de Kai. Se sentía como en una nube algo amarga.
    ―Chiaki, has estado muy genial ―rompió el silencio el moreno mirando a su novio― cuando estabas discutiendo con Eiden, dijiste unas palabras muy geniales. Creo que me he enamorado más de ti, si es posible.
    ―K-Kai… No me digas estas cosas porqué me dan ganas de abrazarte y estamos en público.
    ―Perdona ―respondió el moreno entre risas― hoy me gustaría que hiciésemos muchas cosas cuando estemos juntos. Quiero que me hagas el amor, pero también quiero hacértelo a ti. No sé decidirme.
    ―Yo pensaba en que hoy serías tu el seme, la verdad.
    ―¿Qué te parece si primero te hago el amor, y luego me lo haces tu a mí? Creo que me está llegando el celo… Quizás podría ser una buena oportunidad…
    ―¿E-eh? ―respondió el castaño entendiendo lo que estaba diciendo Kai, realmente era él quien había prometido tal cosa.
    ―Si lo ves muy pronto, podemos esperar a otra ocasión ―añadió el moreno rápidamente al ver la reacción de su novio.
    ―No, está bien. Lo hablamos la otra vez, y yo te lo prometí. Cumpliré con mi palabra.
    ―¿Estás seguro?
    ―Sí. No quiero hacerte sufrir más. Esta vez, voy a portarme como el Alpha que soy.
    ―Uau, ya vuelves a lucir genial ―le elogió Kai haciendo que el otro se sonrojara― entonces será un placer que me muerdas.
    ―Oh… pero, ¿Qué hacemos con el collar? Tiene que abrirlo tu padre.
    ―Eso es una mentira. Tiene puesta la huella de tu madre, y ella está en casa, así que le pediremos que lo abra. Quedaba un poco raro decir que tenía la huella de mi futura suegra en mi collar.
    ―Pe-pero eso es como decirle que voy a morderte… ¿Y si no está de acuerdo?
    ―Realmente lo hablé con tu madre. Ella no tiene ningún problema en que estemos juntos.
    ―Ya, pero es diferente.
    ―No realmente, ella me entiende, sabe que realmente es lo que quiero. Le expliqué que estoy preparado para ello, que no me arrepentiré. Ella me contó todo lo que implica, como si no lo supiera, ya, pero no me hizo dudar ni un segundo de que esto es lo que quiero. Ella lo notó y nos apoya. Y también he hablado con mis padres al respeto.
    ―¿En serio?
    ―Obviamente, se enfadarían si hablo con Chio y no con ellos.
    ―Eso es verdad…
    ―Después de una larga charla estuvieron de acuerdo en que si es mi decisión tampoco pueden hacer nada al respeto. Es mi vida, al fin y al cabo.
    ―Yo… no lo comenté con nadie… perdona.
    ―No pasa nada, creo que Chio le habrá contado algo a Akio… es una intuición.
    ―Al final lo saben todos…
    ―Perdona, es que… me pareció lo más prudente.
    ―Está bien. Tampoco es nada malo. Solo estoy sorprendido.
    Se hizo un silencio entre ellos dos, cada uno pensaba en sus cosas. Tenían un poco de tiempo antes de que el tren llegara a su estación y, sobre todo, Chiaki, necesitaba aclarar sus ideas. De repente se acordó de ese vacío que había sentido en el pecho al despedirse de Shun. Se preguntó si Kai también lo había sentido. Así que decidió preguntar.
    ―Kai, yo he hablado con Shun, hoy.
    ―¿Te lo has encontrado?
    ―Ha sido casualidad, pero él quería hablar conmigo. Hemos quedado bien y ambos nos hemos despedido. Ha sido una buena conversación.
    ―Me alegro, entonces.
    ―Al acabar la conversación he notado un vacío y como si el lazo que me unía a Shun desapareciera.
    ―No lo entiendo.
    ―Sabes que Shun es mi destinado, creo que ahora ya es “Shun era mi destinado”. Creo que al decidir los dos que no somos destinados, hemos dejado de serlo. Yo te quiero a ti, y él me ha dicho que también quiere encontrar a alguien a quien amar. Creo que eso ha hecho romper nuestro lazo.
    ―Pues yo no he sentido nada así. ¿Crees que Shun lo haya sentido también? Sería bueno si Eiden y yo también rompiésemos el lazo.
    ―¿Te ha hablado más veces?
    ―No, realmente hoy ha sido el primero y espero que también el último.
    ―No sé… ese chico no parece ser de los que se conforman rápido.
    ―¿Lo dices como psicólogo?
    ―Pues… creo que más bien, me lo dice mi instinto.
    Kai rio y asintió con la cabeza. Quizás era un sentido de Alpha, o quizás simplemente es que era así. Él también sentía que Eiden insistiría más que Shun. Se sentía contento por el hecho de que Shun no fuese tras Chiaki, la verdad, estaba un poco preocupado. Había preguntado varias veces sobre él al castaño. Quizás ya no le haría falta preguntar más. Eso era un alivio. Ahora solo quedaba resolver el problema con Eiden. Cuando Chiaki lo mordiera quizás todo acabaría. Dejaría de segregar feromonas para otros Alphas y él perdería el interés, o eso esperaba.
    ―Espero que en cuanto me marques pierda el interés y nos deje en paz. Así de paso aparte de ser tuyo también me podré olvidar de él. Será un dos por uno.
    ―Dicho así… no sé que pensar…
    ―¿Porqué? Es algo bueno, ¿no?
    ―Sí, pero parece que quieras usar la mordida para alejar moscardones.
    ―También, en parte por eso lo haremos, ¿no? ¿O es que quieres que me muerda alguien más?
    ―No, no, no quiero eso, obviamente.
    ―Chiaki basta de dudas. Al final se me van a pasar las ganas de hacerlo, hoy… después de todo lo que ha pasado…
    ―Perdona.
    ―Aunque pensándolo bien. Mañana no tenemos universidad, mis padres trabajan y mi celo ya estará en su apogeo, sería un día perfecto para ello. ¿Qué te parece si hoy descansamos y mañana nos pasamos todo el día haciendo el amor?
    ―¿Sabes que estamos en el tren, todavía, no?
    ―Hemos llegado ―observó Kai― y si, lo sé, pero no hay mucha gente por aquí.
    ―Es verdad, pero me da un poco de vergüenza hablar de estos temas.
    ―Está bien, está bien ―respondió Kai dando un bostezo― ¿Entonces qué opinas?
    ―Creo que está bien. Estamos muy cansados, de tanto examen…
    ―Perfecto. Entonces en cuanto lleguemos a casa, comeré algo y me iré a dormir, me siento agotado. Aunque primero pediré a tu madre que abra el collar.
    ―Me parece bien, yo haré lo mismo. También estoy muy cansado ahora mismo ―Chiaki bostezó, también.
    Eso de que los bostezos se contagian al parecer era cierto, porqué ambos estuvieron bostezando un largo rato, hasta que llegaron a casa. Kai entró junto con Chiaki a casa del castaño, y allí encontraron a Chio sentada mirando la televisión. Hacían un programa sobre cosas científicas y esas cosas le gustaban.
    ―Hola mama.
    ―Hola Chio.
    ―Hola chicos, ¿Cómo ha ido el día? ―preguntó mirándolos un momento.
    ―Bien, por fin hemos acabado los exámenes. Ahora comeré algo y me iré a dormir, que estoy muy cansado ―le respondió Chiaki mientras bostezaba de nuevo― necesito recargar energía.
    ―¿Y tú, Kai?
    ―Haré lo mismo que Chiaki ―bostezó él también corroborando sus palabras― los exámenes agotan.
    ―Es el trabajo de todo estudiante, luego veréis que el trabajo de los mayores es igual o más agotador.
    ―Que ánimos, mama ―respondió el castaño, a lo que su madre rio un poco.
    ―Chio, ¿Podrías abrir el collar? Para ir a dormir no es muy cómodo y creo que no voy a necesitarlo más.
    ―Oh… está bien, supongo que lo habéis hablado.
    ―Sí. Lo hemos hablado y ambos estamos de acuerdo en que es lo mejor ―respondió esta vez el castaño, sorprendiendo un poco a los otros dos.
    ―Entonces, adelante. Os deseo lo mejor ―Chio sonrió al ver a su hijo tan determinado, cuando normalmente era tan inseguro.
    ―Gracias, Chio, aunque lo dejaremos para mañana, que yo me voy a casa a descansar. Hoy no puedo con mi alma.
    La castaña se acercó a Kai y puso su huella en el collar, el cual se abrió de inmediato. Después de eso, los dos muchachos fueron a comer y a dormir, tal y como habían dicho. Se durmieron muy rápido. Estaban muy cansados de tanto examen, tanto trabajo, tanto trasnochar y tanto estrés.
    Continuará…
  5. .

    Capítulo 14


    Hacía unos días que todo estaba tranquilo, Chiaki y Kai no habían tenido más problemas. Ni predestinados, ni pastillas, ni celos… nada… Por suerte, parecía que había una calma entre tanta tormenta. El cuerpo de Kai también lo agradecía, sin pastillas no había tenido efectos secundarios. Se sentía mucho más tranquilo y había planeado algo. Le había comentado a su novio que la siguiente vez haría de seme y se lo haría hasta que no pudiese más. Tenía que cumplir con sus palabras así que había decidido hacer algo diferente. Un juego sexual que siempre había querido intentar. Esperaba que su novio lo disfrutase, sabía que no se negaría a sus pedidos, pero de paso quería hacer que él se sintiera bien.
    Estaba todo preparado. Había comprado algunos juguetes nuevos y ese día ninguno de los dos tenía clases. Se había asegurado de que sus padres no estarían en casa y deseaba poder pasar el tiempo con Chiaki. Lo había invitado a su casa para ello y en esos momentos lo estaba esperando en su habitación, arreglando las cosas para el desastre que pensaba hacer. No iba a mentirse a sí mismo, tenía pensado hacer un buen desastre en la habitación. No iba a ser un juego tranquilo.
    ―Kai, he llegado ―escuchó la voz de su novio entrando en la habitación― habías dejado la puerta de tu casa abierta, es peligroso.
    ―Estaba esperándote y te he mandado un mensaje para avisarte de ello.
    ―Lo he leído por eso he podido entrar, sino estaría esperando fuera.
    ―Está bien, no te preocupes por ello. ¿Has cerrado?
    ―Sí.
    ―Perfecto no quiero que nadie nos moleste en el día de hoy.
    ―¿Kai?
    Chiaki miró algo desconcertado como el moreno se le acercaba. Parecía que iba a besarlo así que también se acercó para corresponder al beso. Juntaron sus labios en un apasionado beso que le dejó sin aliento por unos momentos. Cuando se separaron la mirada de Chiaki era adorable, a ojos de su novio. Sonrió contento por cómo se veía, y también por su reacción, parecía dispuesto a tener diversión con él, aunque tampoco es que Chiaki se resistiera nunca a sus encantos. Estaba duro. Sólo por un beso se había puesto tan duro.
    ―Voy a darte lo que debo, Chiaki. Hoy no hay nadie en casa y ambos tenemos libre en la universidad.
    ―¿Darme lo que me debes? ―el castaño estaba algo confundido.
    ―¿Recuerdas la vez que me encontré con mi destinado?
    ―Sí… Ah… hoy harás de seme ―respondió emocionado por la idea.
    ―Tengo un pequeño juego que me gustaría probar. He comprado algunas cosas…
    ―¿Un juego?
    ―Sí. En el que tendrás que confiar en mí.
    ―Sabes que confío en ti ―respondió de inmediato y antes de ver como su novio se acercaba a él con un antifaz― ¿Me vas a poner esto?
    ―Sí. Quítate la ropa, anda.
    ―Está bien.
    Chiaki se sonrojó un poco. Estaba algo nervioso ya que hacía tiempo que no hacía de uke y aún más que Kai no le proponía un juego de estos. Obedeció. Empezó a quitarse la ropa como su novio le había pedido. En parte estaba impaciente y tenía curiosidad por saber que pasaría. ¿Qué juego habría preparado Kai? En cuanto se quitó la última prenda de ropa de su cuerpo, quedó a la vista su miembro ya erguido. Miró con algo de timidez a su novio y esperó su siguiente orden. Le dijo que se pusiera de rodillas en el suelo y obedeció. Fue entonces cuando Kai le vendó los ojos con el antifaz. En cuanto perdió el sentido de la vista se sintió un poco inseguro, pero la voz de Kai le ayudó a calmarse.
    ―¿Todo bien? Parece que estás bastante excitado.
    ―Hacía tiempo que no jugábamos así, también me noto un poco impaciente, en verdad.
    ―Eres todo un pervertido.
    ―Gracias, tú también.
    Kai puso su mano en la mejilla del castaño y le subió un poco el rostro para poder darle otro beso apasionado. Su novio realmente era adorable y lo amaba más que a nada. Por eso ese día había decidido que lo consentiría con todo lo que tenía. Mientras lo besaba bajó su mano un poco más por su cuerpo acariciando su cuello y su pecho. Llegó a sus pezones y los apretó suavemente. El castaño jadeó un poco entre el beso. Kai se separó y sonrió un poco.
    ―Ponte a cuatro patas.
    Se fue a su mesita y cogió las cosas que ya había preparado. Cogió el lubricante y preparó un poco el agujero del castaño con sus dedos. Hacía mucho que no tenían sexo, y no quería hacerle daño. Escuchó unos jadeos por parte del otro chico y eso le hizo sentir algo de alivio. Al parecer no le dolía a pesar de tanto tiempo sin hacer nada. Cuando creyó que ya estaba suficientemente dilatado, cogió uno de los juguetes, le puso un poco de lubricante y lo metió en el trasero de Chiaki. Este notó como algo frio entraba en su cuerpo y emitió otro gemido.
    Su novio se estaba tomando su tiempo con el juego. Al parecer estaba preocupado por si le hacía daño. Kai era tan tierno a veces… y se portaba tan bien con él… pensar en eso le hizo sonrojar bastante. El moreno le estaba demostrando su amor justo en ese momento. Con todos esos cuidados… No iba a quejarse, en realidad le gustaba que le tratase como si fuese a romperse. Sólo se preguntaba qué era lo que tenía en su trasero. Sabía que no era nada que pudiese hacerle daño, pero estaba frio.
    ―K-Kai…
    ―¿Te duele?
    ―N-no, no me duele.
    ―Bien. Sigamos entonces.
    Se acercó a la mesita de nuevo y le puso algo que parecía una diadema en la cabeza. Fue a levantar la mano para tocarlo, pero Kai lo paró. Cogió su mano y la dejó en el suelo de nuevo. El castaño entendió así que bajó la mirada manteniendo sus manos en el suelo. Cuando su novio le acarició la cabeza se sintió bastante satisfecho por ello. Kai le estaba mostrando que lo estaba haciendo bien. Subió su cabeza para notar más la caricia haciendo que el moreno riera un poco. Era una reacción perfecta para los juguetes que había preparado.
    ―Que buen perrito te has vuelto. Sin saberlo estas cumpliendo con tu papel.
    ―¿Perrito?
    ―Sí, te he puesto una cola y unas orejas de perrito que te quedan muy bien. Y tu reacción es ideal.
    ―Guau, guau.
    ―Perfecto, amor. Lo estás haciendo genial.
    ―¿Te gusta cuando ladro?
    ―Realmente estás adorable. ¿Qué tal lo llevas?
    ―Muy tranquilo.
    ―¿Quieres más? No te preocupes, te voy a dar más caña.
    ―E-está bien.
    En esos momentos Chiaki empezó a notar como algo vibraba en su trasero. Al parecer era una cola con vibración. Sus jadeos empezaron a aumentar a medida que la vibración iba en aumento y encontraban ese punto que le daba tanto placer. Hacía mucho que Kai no le ponía algún objeto de ese tipo. Antes eran frecuentes en sus juegos en el colegio, pero desde que habían empezado la universidad, todo había cambiado. Estaba muy emocionado. Una nalgada le desconcentró un poco de la emoción que sentía en esos momentos para hacerle dar un saltito.
    ―Aaah…
    ―Chiaki, ¿Te he hecho daño?
    ―N-no… Solo no me lo esperaba.
    ―Entonces, ladra cuando te de una nalgada ―le respondió dándole otra, dejando su marca en ese trasero blanquecino de su novio.
    ―Guau.
    ―Si te hago daño sólo dímelo.
    ―Bi-bien. Guau ―respondió al notar la mano de su novio picar contra su trasero, nuevamente.
    ―Uau, estás todo mojado… ¿Tan bien se siente?
    ―S-sí… Quiero correrme…
    ―No, aún no, espera un momento mi perrito. Ten paciencia.
    ―Guau. Guau.
    ―Buen chico.
    Kai empezó a quitarse su ropa, también. Aún la llevaba puesta y se estaba ensuciando con sus flujos. Estaba muy duro, caliente y también mojado. Ver a su novio de este modo y ese tipo de juego le estaba poniendo muy cachondo. En cuanto quedó desnudo se sintió tan aliviado que no pudo evitar suspirar. Chiaki levantó la cabeza algo preocupado por ese suspiro. ¿Le pasaba algo a su novio? ¿Había hecho algo mal? La duda le estaba haciendo sufrir.
    ―¿K-Kai…?
    ―Perdona, todo está bien, pero estoy muy caliente ―el moreno se sentó en la cama justo delante de su novio que estaba a cuatro patas no muy lejos de allí―. Gatea hacia delante, lentamente.
    ―N-no veo…
    ―Está bien, ves hacia delante, no te preocupes.
    Chiaki obedeció y movió sus manos del suelo para empezar a moverse hacia delante. Fueron unos pasos lentos y algo vacilantes. Al ver eso Kai pensó que era muy adorable y tierno. Le acarició la cabeza en cuanto estuvo suficientemente cerca y eso le dio algo de confianza al castaño. Finalmente Kai le dijo que parara y en cuanto lo hizo y se concentró pudo notar un olor característico cerca de su rostro. Era el olor de la hombría de Kai y de sus flujos seminales.
    ―¿K-Kai?
    ―Lame mi miembro ―le ordenó simplemente mientras le ponía la punta en su boca.
    ―Vale ―respondió antes de empezar a lamer como siempre lo hacía.
    Kai le había enseñado hacía mucho como debía hacerlo. Como le gustaba que se lo hiciera, y él lo había aprendido todo. Quería saber la mejor manera de satisfacerlo así que intentaba aprender todo lo que le enseñaba y lo ponía en práctica cuando este se lo decía. Rápidamente empezó a escuchar como este jadeaba y gemía ante su tacto. Le gustaba escuchar ese tipo de sonidos de su novio, se le hacía muy tierno y adorable, y le hacía saber que tanto le gustaba a su novio lo que le estaba haciendo. Finalmente se corrió en su boca y lo apartó de él.
    ―Uau, gracias, Chiaki, realmente estaba muy caliente.
    ―De nada… hmmm… ¿Ahora puedo correrme?
    ―Ahora te ayudaré a correrte, no te preocupes mi perrito.
    ―Guau, guau.
    ―Buen chico.
    El moreno separó a su novio de la cama y le hizo sentarse en el suelo como si fuese un perrito. Se acercó a él para besarlo y de mientras llevó su mano al miembro del otro chico para masturbarlo. Realmente estaba muy excitado y se corrió casi al instante de ser tocado por Kai. Ese juego era realmente delicioso, pero él lo que quería era que se lo follara su novio. Que le metiera su cálido y grueso miembro dentro de su trasero. Y para ello haría lo que fuese necesario.
    ―Guau, guau.
    ―¿Qué quieres Chiaki?
    ―Que me-metas tu miembro dentro de mí… por favor…
    ―Llámame amo una vez y lo haré.
    ―Por favor amo, fóllame ―suplicó deseoso de que le cumplieran su deseo.
    ―Muy bien, que buen chico eres.
    ―Guau, guau.
    Kai se masturbó un poco para volver a ponerse duro y quitó la cola de perro del trasero de Chiaki para poder entrar él de forma segura. En cuanto Chiaki notó ese cálido miembro en su interior, en comparación con ese juguete suspiró aliviado. Era mucho mejor el miembro de su novio que cualquier juguete. Ser el seme no estaba nada mal, pero ser el uke con Kai era mucho mejor. Lo echaba de menos cuando este tardaba en hacerlo suyo. Tendría que decirle que no se tardara tanto la siguiente vez.
    El moreno empezó a moverse en el interior de su novio con movimientos rítmicos, primero lentos, acostumbrándose a ese cálido y húmedo interior, y luego más rápido buscando el punto de placer del chico. Era tan placentero tener sexo con Chiaki que no podía evitar emocionarse e ir más rápido. El otro chico parecía disfrutarlo, también. Estaban en su clímax de nuevo. Parecía que podían correrse de nuevo en breves. Se sentía tan bien… que al final ambos se corrieron sin poder resistirse.
    ―Te amo, Chiaki.
    ―Yo también te amo, Kai.
    Kai salió de su interior y se dejó caer al suelo para poder respirar un poco. Estaba bastante agitado de tanto sexo y le faltaba un poco de respiración. Chiaki estaba igual que él en realidad. Y aún llevaba el antifaz y las orejas de perrito que le había puesto antes. Se veía muy sexy sonrojado por el esfuerzo, jadeando agitado y con esos elementos aún puestos en él. Kai decidió que era hora de acabar con el juego. Y se acercó a él para quitarle ambos juguetes. Chiaki parpadeó un par de veces antes de acostumbrarse a la luz nuevamente y le sonrió feliz. Luego se acercó a él y se acurrucó un poco junto a su novio.
    ―¿Estás bien, Chiaki?
    ―Cansado, pero si, echaba de menos estos juegos.
    ―Es cierto, últimamente han pasado tantas cosas, que no hemos tenido tiempo.
    ―Es verdad. Demasiadas cosas… y todo son más bien preocupaciones, más que otra cosa.
    ―Supongo, pero ha pasado casi un mes y nada más ha sucedido.
    ―A ver si dura. Me gusta más cuando estamos así tranquilos. Y podemos disfrutar del momento solo nosotros dos.
    ―La verdad es que yo también lo prefiero ―le dijo el moreno mirando a su novio― por cierto, ¿Te parece bien si nos limpiamos y nos tumbamos en la cama? Estaremos más cómodos.
    ―Me parece bien.
    Una vez en la cama los dos limpios y vestidos, se pusieron cómodos finalmente. Se merecían esos momentos de tranquilidad los dos juntos y sin nada de qué preocuparse. Estaban felices y ambos se sentían realizados. Querían descansar después de tantos problemas y poder tener un momento de placer y de amor. Pero no sabían muy bien de qué hablar en esos momentos.
    Ambos se mantuvieron callados, metidos en sus pensamientos. Kai siempre había intentado mantener sus pensamientos limpios y tranquilos. Confiaba en su relación con Chiaki, no tenía dudas al respeto, pero no podía sacarse a ese hombre de la cabeza. ¿Por qué había aparecido? ¿Cómo había podido sentir algo como eso? ¿Qué fuerza tan increíble podía llegar a hacer sentir así a una persona? Ser predestinados era algo muy impresionante. También le sorprendía que Chiaki hubiese encontrado el suyo. Y que ninguno de los dos hubiese vuelto a aparecer en sus vidas. Lo agradecía, en realidad. Solo que no podía sacárselo de la cabeza.
    ―¿No has vuelto a ver a Shun? ―le preguntó de repente a Chiaki.
    ―No, realmente no. Supongo que si no voy por su zona del campus, no lo veré de nuevo. El campus es muy grande.
    ―Eso está bien.
    ―Sí, porque no tengo ningún interés en volver a pasar por eso.
    ―Tienes razón, es muy extraño el sentimiento de tener un celo así de fuerte y repentino.
    ―¿Tú tampoco has vuelto a ver a Eiden?
    ―No, por suerte no. Da mucho miedo esa sensación… La sensación de no poder controlar mi cuerpo y también la de falta de protección. Pensar que si alguien me hubiese encontrado en ese estado habría podido pasar algo indeseado y que yo no podría controlarlo… En esos momentos no tenía fuerza para resistirme. Ese celo fue realmente fuerte.
    ―Yo también tengo miedo de que pase eso de nuevo y te hagan algo.
    ―No me gusta esa sensación. Hay pocas cosas que me den miedo, pero en ese caso lo sentí en todo mi cuerpo y en toda mi alma. Cuando llegó tu madre me sentí tan tranquilo que al poco me desmayé del alivio.
    ―¿Fue por eso?
    ―Me encontraba muy mal y estuve consciente solo para mantenerme a salvo de posibles alphas o betas que viniesen atraídos por mí. Pero… después de llegar tu madre sentí que podía relajarme. Dicen que el quedarse inconsciente es una manera de evitar el dolor, cuando este es muy fuerte.
    ―Siento mucho que tuvieses que sufrir tanto y no poder ayudarte…
    ―Si te hubiese llamado te habrías visto afectado por mis feromonas. Podrías haber entrado en celo de nuevo. Y eso habría sido peligroso.
    ―Es cierto.
    ―Lo primero que pensé fue llamarte a ti… Te quería a ti. Tenía ese pensamiento del celo, y a pesar de que fue con otro chico yo te deseaba a ti. Pero era peligroso. Tu celo podía ser un problema, quizás la segunda vez si me habría quedado embarazado. O habría tenido que tomar de nuevo el anticonceptivo.
    ―Tienes toda la razón. Solo que me siento un poco inútil en estos casos. Soy tu novio pero no puedo hacer nada. Solo podría hacerte daño en vez de ayudarte.
    ―Las feromonas son un problema. Y el celo aún más. Es mucho más problemático de lo que habíamos pensado. Esto se podría evitar si me marcaras.
    ―¿Ma-marcarte? Aún somos jóvenes.
    ―Lo sé. Sé que no quieres aún. Sé que aún no estás preparado y que da miedo tal responsabilidad y tal lazo. Te esperaré, de verdad. Sólo que yo también siento miedo, aunque por otros motivos. Yo tengo miedo de que mis feromonas atraigan a otro alpha. Que me hagan algo en contra de mi voluntad… o peor que me marque otro alpha cuando tenga un celo incontrolado. No quiero tener miedo… eso me hace débil, lo sé. Y por mucho que intento evitarlo, es inevitable.
    ―Lo siento, Kai.
    Chiaki se acurrucó un poco en los brazos de Kai. Se sentía realmente mal. Sabía que su novio no quería eso y que solo estaba intentando expresarle sus sentimientos. Lo entendía. Él también tenía miedo. Él tenía miedo de que le hicieran algo otras personas. Mientras que él tenía miedo de ser quien hiciera daño al moreno. Quizás no tendría que pensarlo tanto. Quizás solo tendría que ayudar a su omega. No era malo, luego solo tendría que hacerlo feliz para siempre. Pero… ¿Y si Kai luego se arrepentía de ello?
    ―Kai… ¿Tú estás seguro de que me amas y me amarás para siempre?
    ―Por supuesto.
    ―¿Y si te marco no te arrepentirás con el tiempo?
    ―No lo haré.
    ―¿Cómo puedes estas tan seguro de ello?
    ―Porque te amo.
    Esa respuesta hizo sonreír a Chiaki. Su novio siempre decía las cosas claras, y eso era algo que le gustaba mucho de él. Tenía las cosas claras, al parecer. Y siempre parecía tener las cosas más que claras. Se portaba muy bien con él y no parecía tener dudas respeto a su relación. Quizás era verdad que no debía preocuparse tanto y que era mejor actuar. Si ponía a sus padres de ejemplo, estos no se habían arrepentido nunca del enlace.
    ―Kai, si quieres y me lo permites, te marcaré en el próximo celo.
    ―¿Estás seguro?
    ―Por mi está bien… realmente para un alpha no es tanto como para un omega. Me preocupas más tú. ¿Tú lo estás?
    ―Yo sí. Confío en ti. Sé que me vas amar para siempre y que vas a estar a mi lado. Y yo te amo. Nunca me arrepentiré de eso, así que no tengo dudas.
    ―Está bien, entonces podemos hacerlo ―respondió Chiaki mirando al moreno muy fijamente―, dejaré mis miedos atrás, voy a dejar de dudar sobre el futuro.
    ―Gracias, Chiaki. Te amo.
    ―Y yo a ti.
    Continuará…
  6. .

    Capítulo 13


    En la universidad no era raro que en algunas clases los grupos se dividieran o juntasen con otros grupos. Eso se debía a que había muchos estudiantes de varias carreras que hacían la misma asignatura y los dividían por nombre y no por carrera. Y dependiendo de donde se hiciese y la capacidad de las aulas. Ese día se había dicho que harían unas conferencias y varias personas de varias carreras diferentes irían a ella. Se había convocado en el auditorio y se había llenado. Había mucha gente y también mucho ruido. Kai se sentía un poco incómodo con tanto jaleo. De por si era un chico bastante tranquilo, y ese tipo de ambientes le agobiaban. Por suerte cuando empezara la conferencia todo el mundo callaría. Las personas no le molestaban, pero si tanto ruido.
    Las luces, a excepción de las del escenario, estaban a media luz. Se veía un poco oscuro todo. Kai miraba enfrente hacia la mesa que había justo en el centro del escenario. Algunas personas ya estaban allí sentadas y otras estaban preparando sus cosas para cuando les tocara su turno. A su lado estaba uno de sus compañeros de clase, alguien con quien solía hablar a veces. Al otro lado había un asiento vacío donde había dejado sus cosas por el momento. De repente sintió un olor que le sobresaltó.
    ―¿Qué es este olor? ¿De dónde viene? ―se preguntó Kai, mirando a todos lados.
    ―¿Qué te pasa Kai? ¿Te has puesto nervioso de repente?
    ―No lo sé, noto un olor muy extraño… pero agradable…
    ―¿Un olor? ―le volvió a preguntar su compañero de clase.
    ―Sí, ¿Tú no lo notas?
    ―No noto nada ―respondió después de olfatear un poco el aire.
    ―¿Serán cosas mías?
    ―Kai, ¿Me dijiste una vez, que eres Omega, verdad?
    ―Sí, no lo escondo. Tampoco lo voy diciendo por allí, por eso…
    ―Ya, es que pensaba que quizás, eso del olor tuviese que ver con ello…
    ―¿Cómo si estuviera mi destinado cerca? ¿O hubiese un Alpha en celo? Creo que los Omega no reaccionamos como los Alpha al celo del otro… Lo sé, porqué mi novio se puso en celo el otro día y no reaccioné de ese modo. Sí es cierto que noté un leve aroma y que me excitó, pero este olor es muy penetrante y diferente.
    ―Será tú destinado…
    ―No puede ser, a mí no me interesa el tema… ¿Por qué tendría que aparecer de repente?
    ―Estas cosas pasan cuando pasan… ―le comentó este― ¿Tienes alguna idea de quien podría ser?
    Kai suspiró y negó con la cabeza. ¿Qué coño pasaba con ese destino tan cruel? ¿Primero el destinado de Chiaki y luego el suyo? ¿Era una broma o qué? Por suerte el aroma no estaba cerca y podía mantenerse cuerdo, por el momento. Una voz des del micrófono llamó su atención hacia el escenario. Empezaba la conferencia. Fue bastante normal, seguía notando ese olor y esa sensación de hormigueo, pero no le impedían concentrarse en la conferencia. Hasta que uno de los conferenciantes, un chico pelirrojo, que rondaba casi los 30 o eso parecía, se levantó de su asiento y empezó a hablar mientras caminaba por el escenario. En ese momento el aroma se hizo más fuerte y empezó a notar como su cuerpo se calentaba. Estaba seguro de que en esos momentos estaba desprendiendo un olor que atraería a los Alphas. Buscó su supresor de emergencia en su mochila y se lo inyectó en el brazo.
    ―¿Es ese hombre? ¿Un hombre que me lleva 10 años más o menos, es mi destinado? ―se preguntó a si mismo con algo de burla.
    Su cuerpo a pesar del supresor seguía caliente, no podía dejar de temblar y volvía a sentir esa voz que decía que quería quedar embarazado. Eso en el fondo le alegró. Significaba que no estaba embarazado del día que Chiaki lo anudó. El anticonceptivo había funcionado. Se lo había tomado a tiempo. Se sintió fatal al día siguiente, pero no arruinaron su futuro con un bebé a tan temprana edad. Dejando de lado ese pensamiento de alivio seguía teniendo un pequeño problema con un celo que había llegado de improvisto. Sus celos eran muy regulares y poco intensos. Nunca le habían causado problemas desde que tomaba sus pastillas. Pero ese día… estaba siendo una tortura.
    ―Creo que voy a salir, me llevo mis cosas. Perdona, ¿Luego me puedes pasar los apuntes?
    El chico que estaba a su lado asintió con la cabeza. Ya había notado algo raro en Kai, a pesar de ser Beta, podía notar los cambios en los Omega. El moreno le agradeció y salió lo más rápido que pudo. Ahora entendía perfectamente a Chiaki. Era mucho peor de lo habitual. El supresor no servía de nada. Tenía que ir a un lugar donde estar solo hasta que se le pasase todo esto, o hasta que pudiese ir Chiaki a recogerlo… No, quizás no era la mejor idea en estos momentos. Su novio se excitaría por sus feromonas y tendrían un problema quizás peor. Cogió su teléfono mientras buscaba un sitio donde esperar y llamó a la única persona en quien podía confiar en esos momentos.
    ―¿Kai, ha pasado algo? ―se escuchó la voz femenina casi al momento.
    ―Hola, Chio… Necesito que pases a recogerme, por favor. He entrado en celo y el supresor no me hace ningún efecto. No puedo regresar solo.
    ―Está bien. Cojo el coche y vengo. Cuando llegue te llamo, busca algún lugar donde puedas estar solo.
    ―Gracias, Chio, te debo una.
    Últimamente le estaba dando muchos problemas a la pobre mujer. Tanto por los efectos de la pastilla como ahora con el celo, o con la discusión con Chiaki de esa vez. Siempre estaba allí cuando la necesitaban y se lo agradecía, pero le sabía mal depender tanto de ella. Como sus padres trabajaban no podía llamarles, así que en momentos así Chio era como su madre. Finalmente encontró un sitio apartado, donde podía intentar calmarse. Respiró profundamente mientras esperaba la llamada de Chio y se distrajo como pudo. Parecía que poco a poco iba desapareciendo un poco esa fuerte sensación. Las voces pidiendo un Alpha no desaparecían, pero los temblores sí. Ya era algo.
    Cuando finalmente llegó la madre de Chiaki y lo subió al coche se sintió mucho mejor. Más tranquilo y para que mentir, con menos miedo. La tensión de estar solo en un lugar donde podría encontrarlo algún Alpha era aterradora. Se abrazó un poco a si mismo notando su cuerpo extraño, e intentando controlar algunos jadeos que querían escapar de sus labios. Notaba la mirada de reojo de Chio, cuando llegaban a algún semáforo, quería explicarle un poco que había pasado. Estaba seguro de que en estos momentos no era el celo, sino el supresor. Estos solían producir importantes efectos secundarios. Estaban hechos para emergencias cuando el celo era muy fuerte, para calmarlo rápidamente. Llevaban una gran cantidad de feromonas de Alpha que calmaban al Omega en poco rato. Los efectos secundarios eran algo así como cuando bebes alcohol, la resaca del día después, y variaban en cada caso.
    ―Chio, de nuevo te traigo problemas. Lo siento.
    ―Está bien. ¿Qué ha pasado?
    ―He encontrado mi destinado… realmente parece una broma… primero Chiaki encuentra el suyo y ahora yo encuentro el mío. Al menos ambos son hombres… Si hubiesen sido chicas, algo fallaría… ―dijo riendo un poco―. Ambos somos gays.
    ―Se supone que un destinado es casi imposible de encontrar.
    ―Eso he leído… pero… parece que no es cierto…
    Dicho esto Kai quedó inconsciente en el coche. Chio pensó que ese chico cada dos por tres estaba mal por algún tema relacionado con los medicamentos. No pudo evitar pensar que todo sería más sencillo si su hijo se hacía compañero de Kai de una vez. No era una decisión que tuviesen que tomar apresuradamente y menos después de que ambos encontraran su destinado. Quizás… sólo quizás… era una señal del destino que decía que no podrían ser felices juntos. La castaña dejó al chico en su cama, y volvió a repetir el ritual. Avisar a Akane y a su hijo. Aunque esta vez a Chiaki no le dijo nada hasta que ya acabó las clases. No quería que se escaqueara de la universidad de nuevo.
    ―Estos chicos… A ver qué pasará entre ellos a partir de ahora.
    Al cabo de unas horas Kai se despertó y se encontró en su cama. Tenía dolor de cabeza, simplemente. Se levantó un poco sintiendo que se encontraba mucho mejor. No tenía ningún síntoma del celo ni del supresor, solo un leve dolor de cabeza. Fue al baño y se lavó un poco la cara. Al salir escuchó voces y fue hacia allí. Encontró a Tooru y a Chio.
    ―¿Papa? ―preguntó al verlo allí.
    ―Hola hijo. Hoy mama tiene mucho trabajo y no puede venir pronto.
    ―¿Y tú?
    ―Ya he acabado por hoy. ¿Cómo te encuentras?
    ―Un poco harto, ya, de los medicamentos. Que si inhibidores, pastillas, anticonceptivos, supresores de emergencia… menos mal que no suelo resfriarme a menudo.
    ―Tienes que ir con más cuidado. Últimamente tienes muchos problemas, debes cuidar más de tu cuerpo.
    ―No es mi culpa. Ha aparecido de repente. Creo que se ha presentado como Eiden, al inicio de la conferencia… desprendía un olor… Aunque creo que él es un investigador que solo ha venido a hacer una conferencia hoy. Nunca había visto ese pelo rojizo por la universidad.
    ―Ya veo…
    ―No entiendo porque ha tenido que aparecer, la verdad… tampoco porque apareció Shun. ¿Es una especie de prueba? Porque si es así, pueden venir las pruebas que quieran que eso no cambiará mi amor por Chiaki.
    El temperamento tranquilo de Kai estaba desapareciendo poco a poco. Él mismo era consciente de que estaba perdiendo la compostura ante todos esos problemas. Su cuerpo y su mente empezaban a resentirse. Por fuerte que fuese no podía evitarse. Suspiró para encontrar algo de calma, al dejar salir todo lo que tenía en su interior. En estos momentos solo sentía que necesitaba ver a Chiaki. Su cuerpo ya estaba bien, no tenía ningún síntoma y era probable que no desprendiera ni olor ni feromonas. Miró la hora. Chiaki no debería tardar mucho en llegar. Su espera sería interminable. Lo necesitaba en ese mismo momento. Sabía que si lo veía se le pasarían todos estos sentimientos tan agobiantes.
    ―¿Chiaki sabe que estoy en casa?
    ―Sí, está de camino ―respondió Chio con una sonrisa.
    ―Gracias. Tengo ganas de verle y hablar con él.
    ―Es comprensible. Ve y descansa un poco.
    ―En verdad tengo hambre.
    ―Ahora te preparo algo y te lo traigo ―le dijo su padre― tu ve a descansar ―luego se giró hacia Chio y añadió―. Gracias por cuidarlo cuando estamos ocupados, ya puedo encargarme yo a partir de aquí.
    ―De nada, para eso estamos, para ayudarnos los unos a los otros. Y por el momento me iré a casa, entonces. Supongo que Chiaki vendrá directamente aquí, pero sino lo mandaré en cuanto llegue.
    ―Gracias, Chio ―le agradeció Kai de nuevo.
    Chio le sonrió y después de despedirse de nuevo se fue a su casa. Kai se fue a su habitación y su padre se puso a preparar algo de comida para el chico. Por otro lado, Chiaki estaba impaciente mientras iba de camino a casa de Kai. Le había escrito un mensaje, del cual no había obtenido respuesta alguna. Se preguntaba si el moreno aún no había despertado. Hasta que vio la luz parpadeante de su móvil.
    “No tardes mucho, te estoy esperando en mi habitación, tengo cosas que contarte”
    “Está bien. No tardaré mucho, ya, estoy casi saliendo del tren”
    “¡Genial!”
    “Hasta ahora”
    “Hasta ahora”
    De nuevo Chiaki acabó corriendo por la calle para llegar lo más rápido posible a casa de su novio. Parecía que últimamente era algo normal. Tanto que Kai se encontrase mal como que él tuviese que correr a su encuentro. Se preguntaba que le había pasado esta vez. Su madre solo le había dicho que había vuelto antes a casa porque no se encontraba bien, y que se había quedado dormido. No sabía nada más. Y que Kai quería hablar con él. Todo era muy extraño y estaba empezando a temerse lo peor. Después de que lo había anudado, él había tomado un anticonceptivo… ¿Y si no había hecho efecto? ¿Y si iban a ser padres? Eso les afectaría mucho en todos los sentidos. Tendría que tomar la responsabilidad. A los 18 años, en primer año de la universidad… iba a ser difícil. Tendría que trabajar y estudiar al mismo tiempo, sus padres seguramente ayudarían y su madre podría cuidar del niño mientras ellos estuviesen en la universidad o el trabajo…
    Se quedó quieto por unos momentos. No veía muy atractiva la idea en este momento. Había pensado en una futura familia con Kai, siendo él Omega, era posible y eso le parecía maravilloso, sí... En un futuro. Cuando todo fuese más estable en su vida. Ahora no era el momento. ¿Kai aceptaría abortar si se lo pedía? ¿Qué pensaría él al respeto? Kai… Empezó a correr de nuevo para llegar junto a él lo más rápido posible. Le había pedido que no tardase mucho, no podía quedarse quieto en ese momento. De todos modos, era algo que tendría que hablar y solucionar con él. No era una decisión que pudiese tomar unilateralmente.
    Cuando finalmente llegó a la puerta estaba sin aliento. Había corrido bastante rápido para saber qué era lo que pasaba realmente. Quería salir de dudas. Tocó el timbre mientras intentaba recuperar el aliento y le abrió el padre de Kai. Lo saludó y fue directamente a la habitación del moreno. Este al verlo le saludó y lo invitó a sentarse en la cama a su lado. Parecía aliviado de verlo. Chiaki no podía evitar sentirse nervioso e impaciente.
    ―Hoy he entendido que sentiste el día que encontraste a Shun.
    ―¿Cómo?
    ―En la conferencia ha venido un chico pelirrojo que parece ser mi destinado.
    ―¿Te ha hecho algo?
    ―No, de hecho, no hemos ni hablado. Me ha dado el celo por sus feromonas cuando ha empezado a hablar durante su conferencia y me he ido. He pedido a tu madre que viniese a buscarme y he vuelto a casa. Pero el supresor me ha dado una reacción adversa. Me he desmayado en el coche de vuelta a casa y no me he despertado hasta hace poco.
    ―Tu destinado… ―Chiaki bajó la cabeza.
    ―No empecemos con las dudas y las inseguridades, Chiaki.
    ―Ya, ya, lo sé. Ha sido la impresión. Perdona. ¿Cómo te encuentras ahora?
    ―Mejor, solo me duele un poco la cabeza.
    ―¿Qué harás?
    ―Nada, en principio no debería de verlo más. Solo ha venido para una conferencia.
    ―¿De verdad?
    ―Es un hombre 10 años mayor que yo, no creo que tengamos muchas cosas en común ―Kai rio un poco y luego miró a Chiaki― siento preocuparte tanto últimamente.
    ―No tienes que disculparte, la otra vez fue por mi culpa.
    ―En cierto modo me he alegrado de entrar en celo, porqué eso significa que no me dejaste embarazado la otra vez. El tema me tenía un poco preocupado.
    ―Yo también había pensado en esa posibilidad. Me estaba planteando que hacer si era eso de lo que me querías hablar.
    ―Ahora mismo sería una putada, la verdad, aunque no querría abortar, probablemente. Me siento aliviado de que no haya pasado. Quiero que podamos escoger el momento para tenerlo, cuando nos sintamos preparados para ello.
    ―Yo pienso igual, aunque no me alegra que hayas encontrado a tu destinado.
    ―¿A ti como te va con Shun?
    ―No he vuelto a verlo. No lo digas como si tuviésemos algo él y yo…
    ―Cómo estudiáis cerca no sé si os habéis encontrado por casualidad o no.
    ―No, he evitado ir por la zona de su facultad. Me voy hacia la dirección opuesta, la verdad.
    ―¿Y él no te está buscando?
    ―No lo sé, ni me importa. No tengo interés en él.
    ―Ya ―Kai miró fijamente a su novio y finalmente se decidió― ¿Podrías hacerme el amor?
    ―¿Eh? ―preguntó Chiaki algo descolocado por esa repentina pregunta.
    ―Se me ha pasado el celo por el supresor, pero no me siento aún tranquilo del todo, y hace mucho que no lo hacemos. Ya estoy perfectamente de la otra vez. Sé que te dije que no lo haríamos más hasta nueva orden, así que, me gustaría que lo hiciésemos.
    ―¿Quieres ser el uke?
    ―Hoy sí, quiero sentir cuánto me amas. Que me beses, que me abraces, que me toques y que me hagas sentir que soy solo tuyo. Por favor. ¿Lo harás?
    ―Por supuesto, que sí. Pero a la próxima me toca a mí ser el uke.
    ―Está bien, no te preocupes. La próxima vez te lo haré hasta que ya no puedas más.
    ―Me parece perfecto.
    Dicho esto, Chiaki recostó a su novio a la cama y lo besó en los labios tiernamente. Sus manos empezaron a acariciar su cuerpo suavemente, dejando leves cosquillas por donde pasaba. Kai se estremeció por las cosquillas y por instinto paró la mano de Chiaki. Era bastante sensible a las cosquillas. Después de eso la soltó y Chiaki siguió acariciándolo y jugando con su cuerpo mostrándole todo su amor en cada uno de sus actos. Sólo eso, reconfortó a Kai más que cualquier otra cosa. El castaño estaba dedicando toda su alma en hacerlo sentir bien y amado. No podía pedir más. Lo hicieron lentamente, disfrutando de cada momento, de cada toque y movimiento, hasta que no pudieron soportarlo más. Sus cuerpos pidieron cada vez más y tuvieron que acelerar los movimientos.
    Cuando ambos llegaron al orgasmo se quedaron juntos, abrazados mientras se seguían besando. No había sido tan brusco como otras veces, o como cuando Kai hacía de seme. Ambos quedaron satisfechos de todos modos. Kai pudo olvidarse de todo lo que había pasado ese día y Chiaki estaba feliz de haber podido compensar al moreno de algún modo. Sentía que poco a poco estaba enmendando su error de esa vez.
    Continuará…
  7. .

    Capítulo 12


    Al día siguiente Chiaki se despertó con el sonido de la alarma, y la odió con toda su alma. Había dormido muy poco. El sentimiento de culpa lo había mantenido despierto durante varias horas, en contra de su voluntad de dormir para poder dejar de torturarse. Era consciente de que no serviría de nada y solo quería descansar para poder ir a clases el día siguiente. Apagó el despertador con pereza, viendo que era más tarde de lo habitual. Recordó que ese día no iría a clases con Kai. Seguramente este ya estaría en la universidad. En algún momento del día tendría que hablarle, no quería estar distanciado de él durante mucho tiempo. No creía tener derecho de estar junto a Kai, pero como mínimo quería pedir perdón e intentar redimirse con él. Le parecía lo justo.
    Se levantó de la cama y miró los mensajes de su móvil para ver si había alguno de Kai. Tenía sentimientos encontrados. No se creía merecedor de un mensaje por parte del moreno, pero en el fondo era lo que más anhelaba. Tuvo una desilusión al ver que no había ninguno. Quizás Kai también pensaba que no merecía ese mensaje, o quizás estaba enfadado o triste porque después de violarle la tarde anterior hoy le había dado plantón y le había hecho ir solo a clases. Ahora que lo pensaba bien, Kai podía estar vulnerable después de lo de ayer. ¿Podía ser que le hubiese pasado algo? Salió corriendo de su habitación para ir en busca de su madre.
    ―Mama, ¿ha venido Kai a buscarme?
    ―No, no ha venido. Pensaba que quizás habíais hablado y él se había ido por su cuenta.
    ―Oh… está bien ―respondió girándose para regresar a su habitación.
    ―Chiaki, tienes el desayuno listo.
    ―No tengo hambre.
    ―Ayer tampoco cenaste, al menos come algo antes de irte.
    ―Lo pensaré, de momento voy a cambiarme.
    Así que al final había sido Kai quien había decidido plantarlo a él. Se lo merecía. Después de todo sí que había hecho enojar al moreno. Era lógico. Nadie en su sano juicio perdonaría como si nada a un novio como él. Era lo peor y al final Kai se había dado cuenta y se había hartado. Comprensible. Solo le daba problemas, lo hacía preocupar y lo había hecho rebajarse al nivel de dejarse violar para complacerlo. Era lo mínimo que merecía, que Kai lo despreciara y no quisiera saber nada más de él. Se puso a llorar de nuevo. Él pensaba que no tenía más lágrimas, pero al parecer sí le quedaban.
    Se esforzó por dejar de llorar y vestirse. Tenía que intentar dejar esos pensamientos negativos y dejar de llorar. Había decidido cambiar. Tenía que demostrarle a Kai que podía cambiar y ser digno de él. Y quizás si iba a la universidad podría verlo y hablar un momento con él. Ni que fuese para explicarse. A pesar de todo lo ocurrido, aún eran novios. Esta vez se negaba a ser quien cortara con Kai. No podía hacer eso de nuevo. La otra vez lo había hecho porqué pensaba que era lo que quería el moreno y este se enfadó con él. No quería volver a traicionarlo y tampoco se veía con fuerzas para hacerlo. Sentía que estaba siendo egoísta, pero iba a dejar que Kai decidiese que era lo que quería.
    Con esto en mente se vistió y preparó para ir a las clases. Comió un poco, aunque no mucho. No se veía capaz de comer nada sin acabar vomitándolo así que se excusó para salir de casa lo más rápido posible sin haber comido mucho. Su madre notó eso y suspiró en cuanto este salió por la puerta. Recogió las cosas y decidió hacer caso a su instinto de madre. Cogió las llaves de la casa de al lado, sus propias llaves y salió de su casa para ir a la otra. En cuanto entró por la puerta notó que algo no iba bien. Ya tenía ese presentimiento de antes, pero un ruido en el baño le hizo constatar que estaba en lo cierto.
    ―Kai, estás en casa, ¿verdad? Soy Chio, he venido a ver cómo estas ―dijo mientras se acercaba hacia el baño, no quería asustar al menor.
    Al llegar se encontró con el moreno vomitando en el baño. Estaba de rodillas al suelo con su rostro en el váter. Con una de sus manos se aguantaba la cabeza y con la otra el estómago. La mujer se acercó a él y le puso una de sus manos en la frente. No tenía fiebre. Algo era algo. Cuando se le pasaron las náuseas al moreno, lo acompañó al comedor y lo sentó en el sofá. Al parecer estaba algo mareado y le costaba caminar.
    ―Hola, Chio, gracias por la ayuda ―dijo Kai en cuanto se notó la cabeza un poco menos mareada― me he sentido algo mal desde esta madrugada.
    ―¿Se lo has comentado a tus padres?
    ―Hoy no los he visto.
    ―¿Y por mensaje?
    ―Me cuesta mucho ver bien las letras y no puedo escribir… quería mandarle uno a Chiaki para decirle que no iría a la universidad, pero no he podido.
    ―Ya veo. ¿Estás muy mareado?
    ―La verdad es que sí. Quizás sea por el anticonceptivo, ayer me lo tomé por primera vez…
    ―Podría ser ―afirmó Chio pensando que sí podía causar ese tipo de reacciones adversas― si es así, en un rato se te pasará. Me quedaré contigo de mientras.
    ―Está bien. Me siento mejor si no estoy solo, ahora mismo. Realmente me hubiese gustado que Chiaki también hubiese venido, quería hablar con él.
    ―Chiaki ha estado bastante deprimido desde ayer, ¿pasó algo?
    ―En mi opinión no fue nada grave, pero Chiaki se siente culpable, y probablemente esté un poco enfadado conmigo.
    ―¿Por qué? ―preguntó la mujer tanteando el terreno a ver si podía enterarse de algo.
    ―Ayer Chiaki entró en celo, lo dejé aliviarse conmigo, pero me anudó. No me lo esperaba. Y realmente dolió más de lo que había imaginado. Chiaki está enfadado porqué le dejé que aliviase el celo conmigo en vez de mandarlo a casa a patadas. Y se siente culpable por haberme anudado y haberme hecho daño. Al menos creo que es así como se siente. Ayer me dijo algo que me dio a entender esto.
    ―Ya veo… Entiendo por qué mi hijo está de este modo.
    ―Yo ya le dije que no pasaba nada. Lo hice solo porque yo quise, porqué sé que el celo es muy duro y que teniendo sexo se pasa más rápido y mejor. Pero él solo me dijo que me estaba rebajando al nivel de los otros Omegas y que estaba perdiendo masculinidad. No lo acabé de entender. Él me ayuda a mi cuando entro en celo ¿Por qué yo no puedo hacer lo mismo? ¿Por qué yo soy Omega? No tiene sentido. Yo tengo el mismo derecho que él a ayudarle, aunque él entrase en celo por culpa de su destinado. Hacerlo conmigo sirvió igual. ¿No tengo derecho a decidir si quiero hacer algo por él? Cuando hago eso lo hago porqué quiero, no lo hago porque sea Omega, lo hago porque lo amo. Toda esa mierda de los prejuicios no la entiendo, pero parece que Chiaki se deja guiar por ellos. Entonces… ¿Para evitar ser como los demás Omegas solo tengo que dominarlo y darle órdenes? ¿Qué tipo de extraño y retorcido amor es este? Le gusta cuando lo domino porqué según él soy yo mismo en esos momentos, eso significa que solo puedo ser así… ¿No puedo ser yo mismo cuando me preocupo por él? Según él también le gusta cuando lo hago, pero después se enfada justo por eso mismo. No lo entiendo. Aunque lo amo no sé qué tengo que hacer con él ahora mismo ni que es lo que espera de mí. Chiaki es idiota.
    Kai cerró los ojos y sintió como una lágrima caía de uno de ellos. Se había tumbado en el sofá y ahora que no tenía náuseas y se había quitado sus pensamientos de su cabeza se sentía más tranquilo y relajado. Empezaba a notar que su cuerpo se relajaba y su mente no daba tantas vueltas. Quizás podría dormirse. Levantó su mano para limpiarse la lágrima que le había llegado casi hasta la oreja y se dejó llevar por el sueño.
    Chio observó el chico. Le preocupaba el estado de este, tenía muchas cosas que hablar con Chiaki, pero su estado no era apto para ese tipo de cosas. Parecía más tranquilo después de sacar todo lo que llevaba encima. Esperaba que al despertar no se sintiera muy mal por todo lo que había dicho en estos momentos de debilidad. Chio sabía aprovechar estos momentos para sonsacar información y vaya si había funcionado.
    ―Descansa, cariño ―le dijo antes de darle un beso en su frente como si fuese su propio hijo―, lo necesitas.
    Quizás sería mejor mandarle un mensaje a Akane para que supiera sobre eso, al fin y al cabo era su madre. A ella le gustaría que le avisaran si su hijo se encontraba mal. Realmente tendrían que tenerlos vigilados. En este estado podrían hacer cualquier tontería de la que podrían arrepentirse más adelante. Se preguntaba si tendría que decirle también a Chiaki el estado de Kai. Al parecer el moreno quería que su novio estuviera allí y su hijo había tenido una desilusión al pensar que Kai se había ido sin él. Quizás se estaba metiendo donde no la llamaban, pero decidió mandarle el mensaje a su hijo explicándole que el moreno no se encontraba bien y estaba durmiendo en el sofá.
    Chiaki no tardó en responder por varios motivos. El primero era raro que su madre le mandara mensajes, el segundo había el nombre de Kai escrito en el mensaje, el tercero era porqué se había preocupado al saber que este se encontraba mal. Si ese era el caso necesitaba ir de inmediato con él. No podía dejarlo solo en un momento así. Suficiente había hecho ya para que este le odiara. Su madre le había dicho que Kai quería que fuese con él y estuviese a su lado. Si era lo que el moreno quería, no podía negarse a ello. No porqué fuese una orden o algo así, sino porqué era su deber. Se encontraba mal, probablemente, por su culpa así que no podía negarse a cuidarlo si era lo que él quería.
    Salió de clase en esos momentos, sin importarle lo más mínimo la mirada del profesor. No era una clase de asistencia obligatoria y su novio era más importante. No se iba a morir y podía ir más tarde a casa del moreno, pero tampoco le apetecía estar en una clase en la cual no estaba prestando atención cuando podía ir hacia casa de su novio. En parte se preguntaba porque su novio quería que estuviese con él. Debería de estar enfadado en vez de echarlo de menos. Eso era lo de menos, en realidad, lo único que tenía en mente era que Kai se encontraba mal y le necesitaba. Ese era más que suficiente motivo para saltarse una simple clase de la que podría pedir los apuntes más adelante. Kai también se había ido de su clase por él, la tarde anterior. Era lo mínimo que podía hacer.
    Cogió el primer tren y en una hora llegó a su casa. Había ido casi corriendo por la calle. Llamó al timbre una vez y su madre le abrió la puerta. Fue hacia el comedor y dejó las cosas en una silla antes de acercarse a Kai, quien estaba sentado en el sofá mirándolo. Se sentó a su lado y el moreno no tardó nada en apoyarse en él buscando algo de cariño de su parte. Siempre se ha dicho que la enfermedad nos hace vulnerables y Chiaki experimentó eso de primera mano. Miró un momento a su madre, confundido, mientras ella solo le sonreía.
    ―Bienvenido Chiaki, te echaba de menos.
    ―Lleva así toda la mañana. ¿A qué se ve tierno? En cuanto se encuentre mejor se le pasará.
    ―Kai, ¿Estás muy mal?
    ―Me siento un poco mejor, pero sigo muy mareado. ¿Me llevas a la cama? ―preguntó con voz floja.
    ―Claro ―respondió Chiaki.
    Lo apartó con suavidad y se levantó para poder ayudarlo. Lo llevó hasta la cama y lo ayudó a tumbarse en ella. Kai se veía muy vulnerable en esos momentos, pero también muy tierno. Su sangre Alpha no podía evitar verlo con otros ojos. Ojos de depredador. Meneó un poco la cabeza para evitar esos pensamientos y esa mirada. Kai no se encontraba bien. No era momento de pensar en ese tipo de cosas. Por tierno que se viese no podía hacer nada con una persona enferma.
    ―Me voy para que puedas descansar.
    ―No… ahora que por fin estás aquí no te vayas, por favor. Abrázame.
    ―¿Estás seguro?
    ―Sí ―Kai le respondió con una sonrisa y le tiró un poco de la ropa para que se tumbara a su lado.
    ―Está bien.
    Chiaki se tumbó a su lado y Kai se acurrucó en su pecho con una sonrisa. El castaño no entendía nada. Le habían cambiado el novio o algo por el estilo. Ese no era su moreno. ¿Quién era ese chico tan tierno y adorable? Nunca había visto a Kai tan Omega como en ese momento. ¿Tendrían algo que ver sus palabras con ese comportamiento extraño que tenía Kai? ¿Podía un mareo afectar de tal forma a la personalidad de alguien? No tenía respuesta para esas preguntas. Cada vez tenía más preguntas y menos respuestas. Todo era un caos en su mente. Miró atentamente a Kai en sus brazos, abrazándolo con una tierna sonrisa. Parecía feliz.
    ―¿Quién es este Kai? ―preguntó en voz baja mientras veía dormir al moreno.
    No habían tenido tiempo de hablar que Kai ya se había dormido. El castaño no tenía claro que era lo que quería decir, pero tendría que esperar a que regresara el Kai de siempre. No podría hablar con ese chico que tenía el mismo cuerpo que su novio y nada más. Su personalidad era lo contrario. Se preguntaba si era a causa del mareo. Junto su frente con la del otro chico y notó que no tenía fiebre. No eran delirios. ¿Entonces? No entendía nada. Estaba muy confundido, sí, pero tampoco podía negar que le gustaba esta otra faceta de Kai. Quizás porque de todas maneras era Kai.
    ―Kai, te amo ―le dijo en un susurro mientras lo veía dormir―, aunque no sé si seré capaz de perdonarme, intentaré dar lo mejor de mí para no repetir lo de ayer. Lo siento.
    ―¿En serio? ―preguntó el moreno mirándolo con sus ojos oscuros―. Yo te he perdonado y me gustaría que tú también lo hicieras, y que aceptases mi perdón.
    ―¿Kai? ―preguntó sorprendido.
    ―Sí. No creo que hicieras nada malo. Tú no lo hiciste queriendo ni siquiera eras consciente de lo que hacías. Puedo entender que no te haya gustado hacerme daño, y lo comparto. No me gusta que me hagas daño, del mismo modo que odiaría hacerte daño a ti.
    ―Entonces…
    ―No estoy de acuerdo en la parte de que no sabes si serás capaz de perdonarte. Quiero que te perdones y que intentes entenderme. Yo tengo todo el derecho de querer cuidarte y protegerte como crea conveniente. He leído cosas sobre el celo de los Alphas. Solo se pasa teniendo sexo con un Omega, y no iba a dejar que tuvieras sexo con nadie más. En parte lo hice por egoísmo, por mi sentimiento de querer monopolizarte.
    ―Pero…
    ―Déjame hablar, cuando acabe puedes hablar tú, por favor. Necesito que entiendas como me siento. Confío en ti, sé que no te irías a tener sexo con otro Omega, pero entonces tu celo no se habría ido fácilmente. Un celo muy largo o continuado es perjudicial para el cuerpo y la salud mental de la persona que lo sufre. Te amo, Chiaki, y por eso no quería que te pasara eso. Es cierto que no pensé en que me anudarías, pero estaba preparado para ello. Y tampoco fue tan traumático. Si no quieres que eso pase de nuevo, buscaremos una manera de evitarlo. A la próxima te ataré y llevaré yo el control de la situación, así no podrás hacerme daño. Sólo te pido que no te sientas culpable por eso todo el tiempo y que no me evites.
    ―Así que me atarás… Podría ser una solución, aunque eso no evitará que pueda anudarte.
    ―Es cierto, no lo podré evitar, pero podré controlar el movimiento y adaptarlo para que no me duela.
    ―¿Estás seguro de que podrás?
    ―Tengo fe en mi fuerza física. Sé que puedo someterte. Tú también lo sabes. Lo he hecho varias veces y nunca te he escuchado quejarte ―le respondió Kai con un tono travieso que hizo sonrojar un poco al castaño.
    ―Está bien. Necesitaré un poco de tiempo, por eso.
    ―No hay problema. Sólo me gustaría saber cómo te sientes tú. Aún no me lo has explicado.
    ―¿Yo? Sinceramente, me siento culpable y el peor novio del mundo.
    ―Razona tu respuesta.
    ―¿Qué es esto? ¿Un examen? ―respondió Chiaki riendo un poco―. A ver, para empezar me molesta haber entrado en celo por Shun, creo que ya es una traición hacia ti. También me molesta el haberte hecho daño, es algo que cuando lo recuerdo me duele a mí. Tampoco entiendo por qué eres tan comprensivo y no te enfadas nunca. ¿No hay nada que te moleste? ¿No te molesta que haya conocido a Shun? ¿Ni siquiera te preocupa un poco? Dijiste eso de que si hubiese tenido sexo con él ahora estaría esperando un hijo con otro y tendría que responsabilizarme, como si no importase. Realmente eso me hizo sentir mal, me molestó mucho. Y luego me besaste tiernamente antes de que me fuera, como si no hubiese pasado nada. Como si no te hubiese hecho daño ni nada. Eso tampoco lo entiendo. Deberías al menos enfadarte o algo en algún momento. Pero por encima de todo me molesta no entenderte después de tanto tiempo. Y encima hoy pensaba que no querías verme y que te habías ido sin mí, me ha deprimido eso. No te he mandado ni siquiera un mensaje y eso que yo te estaba dejando plantado. Sin avisarte he cambiado mi horario para no verte, pero esperaba que vinieras a buscarme igualmente. Y soy yo quien te hizo daño ayer. Aunque suene egoísta me he sentido aliviado de saber que estabas enfermo y no me habías echado de tu lado por lo de ayer. Después me he preocupado, pero mi primer sentimiento ha sido el de alivio y eso me parece muy cruel y egoísta. Estoy muy enfadado conmigo mismo. La verdad. Y aún no me acostumbro a vestir como chico y comportarme como tal. Se me hace raro. Estoy seguro que mis compañeros me ven como un afeminado. Me provoca ansiedad cuando estoy solo o cuando estoy inseguro de lo que he dicho o de mi comportamiento con los demás.
    ―Uau, menudo caos de sentimientos. Intentaré responderte a lo que recuerde. Sí, me preocupa que hayas conocido a Shun y lo del hijo no lo dije como si nada, al contrario lo dije aliviado de que eso no hubiese pasado ―respondió Kai pensando en las palabras del castaño―. Quería venir a buscarte, pero no era capaz de salir de casa en la condición en la que me encontraba. Así que iba a mandarte un mensaje, algo que me ha sido imposible. Lo siento. Tampoco sabía que no te habías acostumbrado, conmigo lo llevas bastante bien.
    ―Pero no te disculpes, acabo de decir cosas egoístas.
    ―¿Qué gano si me enfado? ¿Quieres que corte contigo? ¿Ese es el castigo que quieres? Aunque eso me haga daño también a mí… Sí realmente quieres un castigo puedo pensar en uno, en algo que no me afecte o me haga daño también a mí. ¿Qué te parece comprarme algo o llevarme a un sitio con todos los gastos pagados?
    ―¿Qué eres la novia despilfarradora de un hombre multimilionario?
    ―¿Quién sabe? Pero sería un buen castigo también, digo yo. Y eso a mí no me dolería.
    ―A mi bolsillo sí le dolerá.
    ―Por eso es un castigo. Ya que quieres uno, puedo pensar en algo.
    ―Supongo que está bien, no tengo mucho derecho de quejarme.
    ―Y yo creo que te regalaré una sesión de meditación, necesitas algo que te ayude a despejar tu mente. Tienes demasiado caos en ella.
    ―¿Meditación? ¿Quieres que medite?
    ―Yo lo hago a veces y me ayuda a sentirme mejor mentalmente.
    ―Bien, si quieres que lo haga, lo haré. Buscaré por internet algún método.
    ―Sería bueno que dejases de ser tan negativo y dejes de ponerte más presión, con sentimientos de culpa y odio hacia tu persona. Eso me haría feliz y creo que con la meditación podrías avanzar un poco en el tema.
    ―Lo intentaré.
    La puerta de la calle se escuchó desde la habitación de Kai. Esto sobresaltó a los chicos. Seguidamente se escucharon los pasos de alguien por la casa y la voz de dos mujeres que hablaban. Acto seguido la puerta de la habitación se abrió y entraron Akane y Chio. La primera estaba un poco nerviosa y tenía cara de preocupación y de haber venido bastante rápido.
    ―Mama, ¿Qué pasa?
    ―¿Cómo te encuentras, cariño? Me ha dicho Chio que has estado muy mareado todo el día.
    ―Estoy bien, se me ha pasado bastante. Solo tengo un leve mareo ahora mismo. He dormido mucho y Chio me ha hecho una infusión y me ha dado un yogurt para el estómago.
    ―Menos mal. He estado bastante preocupada durante todo el día. He venido en cuanto he acabado el trabajo.
    ―No tenías que preocuparte tanto.
    ―Y tú deberías avisarme cuando no te sientas bien.
    ―Chiaki, ¿Qué te parece si nos vamos a casa? A Kai le conviene descansar y Akane ya ha llegado a casa.
    ―¿Kai?
    ―Está bien, supongo. Mañana nos vemos de nuevo. Ya iré a clase, seguramente.
    ―Bien, entonces, hasta mañana. Te quiero.
    ―Y yo a ti.
    Se dieron un beso y Chiaki se levantó de la cama de Kai para irse con su madre hacia su casa. Chio sonreía ante la escena. Al parecer los chicos habían arreglado las cosas por si solos sin necesidad de que nadie les ayudara. Sólo un mini empujón y ellos habían hecho lo demás. Se sentía orgullosa de los dos. Acababan de superar una primera crisis y se habían sincerado. En gran parte habían hablado de casi todo.
    ―¿Han ido bien las cosas con Kai?
    ―Sí. Tengo hambre, ahora…
    ―Normal. Vamos a casa y te preparo algo para comer.
    ―Gracias. Por cierto, me gustaría que me enseñaras a cocinar, aún no me sale bien del todo y un día me gustaría cocinarle a Kai.
    ―Está bien. Podemos practicar en algún momento.
    ―Bien, me pondré las pilas. No seré su esposa, pero si su esposo y quiero poder prepararle la comida algunas veces.
    ―Que buen esposo serás. Kai seguro estará feliz de que le cocines.
    ―Sí, eso espero ―respondió con una sonrisa el castaño― y ahora a comer.
    Continuará…
  8. .

    Capítulo 11


    Cuando Chiaki se despertó encontró la habitación desierta. Miró bien y se dio cuenta de que no estaba en la suya sino en la de Kai. Le extrañó estar solo, pero después de mirar la hora se sorprendió aún más. Era muy tarde y se encontraba solo en la habitación de su novio. Él estaba desnudo, y la cama algo desarreglada. Olía a semen. Eso le llevó a recordar lo que había ocurrido unas horas antes. El miedo llegó en el mismo momento que esas imágenes. La había cagado bien grande. Había anudado a Kai, aunque había logrado no morderle, no sabía cómo. Recordaba que por su mente había pasado esa idea varias veces, y que en algunos momentos lo había intentado. Pero algo se lo había impedido. El collar. Dio gracias, interiormente, por ello. Kai era un chico responsable y había tenido cuidado con todo.
    El condón ya no estaba a la vista, probablemente Kai se había encargado de hacerlo desaparecer. La pregunta principal era ¿Dónde estaba Kai en estos momentos? Se dio la vuelta en la cama para levantarse y arreglarse un poco cuando entró el moreno. Con la toalla en sus hombros, rodeando el collar que aún llevaba puesto, ropa limpia y un vaso de agua en sus manos. Le miró seriamente. Chiaki no esperaba una mirada dulce después de lo sucedido. Kai tenía motivos de sobra para estar enfadado.
    ―Veo que estás despierto ¿Cómo te encuentras, bestia salvaje?
    ―¿E-eh…? ―al escuchar ese apodo Chiaki se sintió morir, su novio estaba más molesto de lo que él pensaba―. Perdón. ¿Tú cómo estás?
    ―Me duele todo. Cierta persona lo hizo sin parar hasta quedar satisfecho y dormirse. Hasta me anudó con su miembro y no dejó de moverse a pesar de que le dije que me dolía.
    ―Yo… lo siento, Kai. No quería hacerte daño. El celo me dominó por completo, no me hizo nada de efecto el inhibidor. Sé que no es excusa. Perdona.
    Chiaki estaba por llorar en esos momentos, pero se había prometido que tenía que ser un buen Alpha. Y ya la había cagado suficiente por culpa de sus feromonas. No podía permitirse el lujo de cagarla más. Tendría que hacer todo lo posible por redimirse, en caso de que Kai le dejara hacerlo. Quizás simplemente lo echara de su lado para siempre. Le había hecho daño así que no sería algo que Chiaki pudiese recriminar. Ante estos pensamientos, acabó llorando. El moreno lo vio y suspiró. Ya esperaba algo así.
    ―Chiaki, realmente no estoy enfadado. Yo te dije que podías hacer lo que quisieras. Cierto que no esperaba que me anudaras, y eso dolió muchísimo. No entiendo como podéis tener algo tan doloroso allí, por mucho que sea para aumentar la posibilidad de embarazo, es demasiado.
    ―Kai…
    ―Eso sí, no vas a volver a tocarme de nuevo hasta nueva orden. Y vas a tener que explicarme que es lo que provocó tu celo de Alpha.
    ―Yo… esto… en la universidad… fui a dar una vuelta… y yo…
    ―¿Encontraste tu omega predestinado, cierto? ―ante esas palabras Chiaki levantó la cabeza con los ojos muy abiertos.
    Kai se arrodilló delante de él y acarició sus largos cabellos castaños. Suspiró de nuevo. Era lo que había imagino. Por eso el castaño había tenido un celo tan repentino, sin más explicación. De por si era muy extraño que un Alpha entrara en celo, por lo tanto, no era muy normal que de repente le pasara a Chiaki. Pues al final no era tan ínfimamente probable, había ocurrido muy rápido.
    ―¿Qué ha pasado exactamente?
    ―Lo he ayudado cuando ha entrado en celo ―respondió al principio, aunque luego se dio cuenta de que la frase podía entenderse de otra forma― no he hecho nada malo. Solo lo he apartado de un grupo curioso, lo he llevado a una sala privada de la biblioteca ―el rostro de Kai ahora era un poema, aunque normalmente intentaba mantenerse más o menos sereno― le he inyectado el inhibidor que siempre llevo para ti y me he ido. Lo prometo.
    ―No te preocupes, te creo. Si hubieses tenido sexo con él lo habrías anudado. Y sin condón ni collar… Le pertenecerías a él en estos momentos.
    ―N-no digas estas cosas… ―le respondió Chiaki dolido por esas palabras.
    ―Es cierto, lo habrías embarazado y marcado. Mira mi cuello.
    Kai se quitó la toalla de los hombros y Chiaki pudo ver varias mordeduras alrededor del collar. El castaño abrió los ojos asustados por lo que había hecho. ¿Ese era el poder del celo? Se negaba a ceder ante él de nuevo. El pobre de Kai había pagado las consecuencias cuando no tenía ninguna culpa. Debería de haberse encerrado en su habitación. ¿Por qué no lo pensó en su momento? ¿Y porque Kai no se lo dijo o le obligó a ello cuando llegaron?
    ―Kai, ¿Por qué me has dejado violarte? ¿Por qué no me mandaste a casa ayer? Seguramente podrías haber evitado algo como esto… Como la bofetada del baño.
    ―Porqué sé que tan doloroso es un celo. Es algo regular en mi ciclo. No quería dejarte solo de esa manera. Y yo en ningún momento lo he considerado una violación. Te di mi consentimiento para ello.
    ―Kai, que seas omega no significa que tengas a rebajarte a hacer estas cosas.
    ―¿De qué hablas?
    ―Siempre se ha dicho que los Omega solo sirven para que los Alpha los follen y embaracen. Tú siempre has estado en contra de esto. Cuando nos han dado las clases de orientación sexual, para que entendiésemos más o menos, lo que somos, tú siempre te has mostrado indiferente ante eso. Siempre has decidido por ti mismo, has ignorado tu condición de Omega mostrando que eres fuerte y que la sociedad se equivoca ―Chiaki estaba siendo sincero y hablando sin tapujos, algo que no era muy frecuente y hacía ver lo serio que era respeto a lo que decía―. Yo siempre te he apoyado al respeto y te he admirado por decir esas cosas sin importarte lo que piensen de ti. Ellos no saben que eres Omega pero igualmente siempre te miraban cuando exponías esas ideas en público. A mí me gusta que hagas lo que quieras, por eso me gusta cuando te ves tan masculino y me dominas, dejando de lado que me excita. Porqué eso lo haces porqué eres tú y porqué quieres. Pero últimamente, estas cambiando ―hizo otra pausa y miró fijamente a su novio―. Siempre me has mimado, has sido cálido y siempre has sido preocupado con todo, eso es cierto, pero des del celo, has dejado de ser tan masculino. Anteriormente no me habrías dejado hacerte daño de este modo.
    Kai se quedó sin palabras después de escuchar las de su novio. ¿Había cambiado? Quizás al sufrir celos periódicos, había empatizado con él. ¿Por qué Chiaki pensaba que era menos masculino? ¿Y por qué se preocupaba por esas ideas preconcebidas? Kai no entendía como había llegado a este punto de la conversación ni que tenía que ver con todo lo demás. A él le preocupaba más el hecho de que Chiaki tuviese a su predestinado en la universidad. El dolor tarde o temprano desaparecería y él ya sabía que sería algo parecido. Con la única cosa que no contaba era con que le anudase. Ni con la gran cantidad de semen que había dejado salir. El condón se había roto en algún punto, y había tenido que tomar un anticonceptivo por si acaso. Era mejor prevenir que curar.
    ―No sé qué responderte. Quizás tu hubieses preferido que te diese una paliza, y si no hubieses sido tú lo habría hecho ―le respondió el moreno― yo sigo siendo yo, y te dejé aliviar tu celo conmigo porqué así lo quise. Entiendo que hubiese sido más efectivo con ese omega que has encontrado, pero conmigo también ha funcionado.
    ―No es eso a lo que me refiero ―Chiaki bajó el rostro dejando que sus largos cabellos le taparan el rostro― no hablo de Shun. Hablo de ti. Te he hecho daño y tú me has dejado que lo haga. Aunque entiendas el sufrimiento del celo es diferente. Tu celo no me hace daño a mí, pero el mío te ha dejado lleno de dolor por dentro y de mordidas por fuera. Y no sé si me escondes algo más…
    ―No me has hecho sangre en ningún sitio, no tengo moratones ni nada, solo mordidas varias y algún chupetón ―aclaró el moreno sentándose a su lado en la cama―. Así que ese omega se llama Shun. Ya veo. Habéis tenido tiempo de daros vuestro nombre.
    ―Nos hemos presentado solamente y le he dejado claro que no tenía intenciones de hacer nada con él. Ni de sexo ni de relación. Que ya estoy con alguien y que lo amo.
    ―Bien. Entonces, está todo claro. Me pregunto si la próxima vez que lo veas tendrás otro celo… Sería problemático.
    ―No voy a verlo más. No iré más a la otra facultad.
    ―Pero eso no tiene porqué impedir que lo veas, estudiáis juntos dentro de lo que cabe. En el mismo edificio. Nunca se sabe…
    ―Yo no quiero volver a verlo.
    ―Ya…
    ―En serio Kai, es verdad que mi celo ha sido por su culpa… No puedo negarlo… aunque en mi cabeza yo solo pensaba en ti. Mientras estaba en clase mi mente pensaba un poco en Shun de vez en cuando porque no entendía la situación, pero mayoritariamente estabas tú en mi cabeza. Y cuando recordaba las veces que lo hemos hechos, me he empezado a calentar más y más… Quizás el inicio ha sido por culpa de Shun…
    ―No te preocupes, Chiaki, lo entiendo. Y te creo. Yo sé que me amas y confío en ti.
    ―Ahora mismo yo no confío en mí mismo. Por cierto, es muy tarde, creo que es mejor que me vaya.
    En esos momentos Chiaki se levantó de la cama, segundos antes que Kai y se dirigió hacia la puerta. El moreno lo detuvo un momento acorralándolo contra la puerta y le dio un beso de despedida, por el cual el castaño se echó a llorar de nuevo y salió de la casa entre llantos. Así cruzó el poco espacio que había entre puerta y puerta y llegó a su casa donde se encerró en su habitación. Sin comer ni nada, solo se echó encima de su cama a llorar.
    Kai lo vio irse y después de suspirar se volvió a sentar en la cama. Esta vez no fingió que no le dolía+. Estaba solo así que no tenía por qué. Estando Chiaki había hecho un esfuerzo para que no se culpara de más. Lo conocía suficientemente bien para saber que ya estaba culpándose por todo lo ocurrido. En verdad se preguntaba si hubiese sido mejor dejar a Chiaki en su casa esa tarde. Para el castaño quizás hubiese sido lo mejor. Quizás se había equivocado al querer ayudar al Alpha. Lo que no acababa de entender eran esas palabras que le había dicho sobre estar cambiando. ¿Algo de lo que había hecho iba en contra de su voluntad? ¿Acaso no estaba haciendo justamente lo que él quería? Chiaki lo ayudaba a él con su celo, ¿Por qué él no podía hacer lo mismo? En su opinión no era él quien estaba equivocado.
    ―A ver si mañana puedo hablar con él. Hoy será mejor que lo deje calmarse.
    Se tumbó en la cama y se quedó dormido al poco rato. Estaba muy cansado y su cuerpo no estaba acostumbrado a este tipo de cosas. Por otro lado, en la habitación de la casa del al lado, Chiaki estaba sin poder pegar ojo. Él había dormido después del sexo, estaba descansado a pesar de todas las emociones y del calentón anterior. Y la culpa tampoco le habría dejado dormir. ¿Cómo había sido capaz de hacerle esas cosas a Kai? ¿Y por qué él le había dejado hacerlo? Le había dejado el cuello lleno de marcas de mordisco, eso iba a tardar en curarse. Y lo había anudado… Era la primera vez que anudaba a Kai, y lo había hecho por el celo que le había causado otro chico. Kai no podía estar de acuerdo con eso. Si fuese él no le habría gustado… ¿Podía ser que Kai lo hubiese dejado violarlo para que no se fuese con Shun? ¿Y desde cuando sabía Kai que se había encontrado con él?
    Había demasiadas cosas en su cerebro. Muchas preguntas sin respuesta. Muchas dudas. Muchos sentimientos negativos. No sabía cómo abordarlo todo, y lo peor del caso era que necesitaba a Kai para que le respondiera a todo eso. Y no sabía si Kai se daba cuenta de sus propios cambios. Había parecido sorprendido cuando se lo había comentado. Pensándolo bien, Kai no había cambiado tanto… Si se ponía a buscar las diferencias entre el Kai de antes y el de ahora, no encontraba tantas. Quizás le estaba cogiendo el gusto a ser el uke, porqué a veces se lo pedía sin más, pero también se comportaba como un seme en otras ocasiones y seguía teniendo ese pequeño punto de pervertido y sádico. En el fondo seguía siendo el mismo.
    ―Le he dicho cosas sin sentido… Kai debe estar enfadado conmigo… Soy tonto ―se dijo abrazando la almohada con más fuerza― aunque… pensándolo bien, Kai nunca se enfada. A pesar de todo se ha mostrado tan amable y comprensivo como siempre. No se ha molestado por nada… Creo que solo lo vi molesto cuando dudé de sus sentimientos y corté con él hace un año, ya…
    Eso era algo que intrigaba un poco a Chiaki. Era consciente que el carácter de Kai no era del tipo enojón, pero su novio se había encontrado con su destinado, había entrado en celo, lo había intentado violar en el baño de la universidad y finalmente se había dejado violar en casa. Otra persona seguro que estaría enfadada, en cambio Kai solo se había mostrado comprensivo y amable como siempre. Lo había intentado consolar y a pesar de los comentarios iniciales no le había echado nada en cara, como tal. ¿Por qué se lo permitía todo sin enfadarse? Era del tipo que le gustaba complacer, eso lo sabía. Siempre se preocupaba de que estuviese bien y se sintiera a gusto. Hasta le había cosido el bañador de chica para ese verano, por si estaba incómodo como chico. Pensaba en todo. Sabía que era porque le amaba. Kai lo amaba lo suficiente para pensar en todos los detalles y tener en cuenta cualquier cosa que pudiese molestarle y preparar un plan B, y él lo había violado porque había entrado en celo por culpa de otro chico. Era de lo peor.
    Con esos pensamientos se había puesto a llorar de nuevo. Había escuchado que su madre le llamaba para cenar, pero solo se negó a salir cuando esta fue a su habitación cansada de llamarlo en vano. A regañadientes se fue hacia el comedor para cenar con su esposo. Se preguntaba qué era lo que había pasado. Había escuchado algo de ruido en la entrada de casa hacía unas horas y luego su hijo había llegado llorando a casa. Se había encerrado en la habitación y no quería cenar. ¿Habría discutido con Kai? No podría saberlo a menos que preguntara y dudaba que su hijo le explicara nada en esos momentos.
    Cuando ya estaban acabando de cenar, escuchó unos pasos que se dirigían al comedor. Chiaki apareció por la puerta, con los ojos rojos de llorar y su rostro triste. Parecía estar abatido. Lo analizó un poco y llegó a la conclusión de que definitivamente había pasado algo con Kai. Esa reacción no podía ser por nadie más. Su marido también lo miró y luego la miró a ella quien se encogió de hombros. Ella tampoco sabía nada sobre el tema.
    ―¿Ha pasado algo, Chiaki? ―preguntó entonces Akio, ya con la duda en su mente.
    ―No, padre, nada importante ―luego se giró hacia su madre y añadió― mañana iré más tarde a clase, si viene Kai dile que se vaya sin mí.
    ―¿Y las clases?
    ―Yo no tengo a esa hora, voy solo para acompañar a Kai, mañana no iré.
    ―Oh, ya veo… está bien, pero… ¿No se lo puedes decir tú por mensaje?
    ―No tengo ganas de hablar con él… ahora mismo ―respondió dubitativo―. Gracias, me voy a dormir.
    ―¿No tienes hambre?
    ―No. Hasta mañana.
    ―Hasta mañana ―le dijo su padre cortando a su esposa, en cuanto el chico se fue la miró―. Déjalo, Chio. A veces es bueno que estén solos y afronten sus problemas.
    ―Es cierto… aunque me pregunto que habrá pasado con Kai.
    ―No sé si lo llegaremos a saber nunca, sólo espero que sepan llevarlo como personas adultas.
    ―Yo también lo espero.
    Después de recoger la mesa, se sentó junto a su esposo y en esos momentos vio que su móvil vibraba. Tenía una llamada de la madre de Kai. En seguida se preocupó. ¿Sería que el otro chico estaba igual que su hijo? Respondió el teléfono levantándose del sofá en el mismo momento. Se sentía algo nerviosa en esos momentos. La conversación con Akane fue bastante intensa y un poco larga. Había cosas que comentar sobre los dos chicos. Acordaron mantener a los chicos algo vigilados durante los siguientes días para ver si la cosa iba a mejor o peor, si era la segunda opción habría que intervenir ni que fuese mínimamente.
    Le comentó un poco de la conversación a su esposo y este solo asintió. No sabía cómo podrían intervenir. Ellos ya les habían dado su bendición y habían hecho todo lo que estaba en sus manos como padres. Su relación era cosa de ellos mientras no hubiese un abuso o algo por el estilo. No creía que fuese el caso. No veía a ninguno de los dos chicos queriendo hacer daño al otro expresamente. Hasta el momento parecía que no tenían ese tipo de relación. Y después de escuchar lo que le había comentado Chio, estaba seguro de que el problema era, más bien al contrario.
    ―Ya van a la universidad, dejadlos que arreglen sus cosas por ellos mismos. Se aman, así que encontraran la manera de salir de este agujero.
    ―Espero que tengas razón, cariño. De verdad que lo espero.
    Continuará…
  9. .

    Capítulo 10


    Habían pasado unos meses desde que habían iniciado la universidad. Chiaki estaba en la facultad de Psicología, la cual estaba junto a la de Filosofía y Letras. Para llegar a ella el castaño se bajaba una parada antes que Kai. La universidad era la suficientemente grande para tener varias paradas de tren por todo el campus. También había un transporte de bus para desplazarse de una facultad a otra o para llegar del tren a una facultad, según la ruta que fuese mejor a cada persona. Los primeros días Chiaki se había perdido un poco por la facultad. Ahora empezaba a conocerla mejor, aunque a veces aún se perdía un poco cuando tenía que ir a algún sitio nuevo.
    Ese día, después de dar varias vueltas acabó en la cafetería de la facultad de Filosofía y Letras. Era la primera vez que iba allí. Normalmente, con sus compañeros de clase solía ir a la de Psicología. Estaba sólo y aburrido y había decidido dar una vuelta. Kai no estaba disponible en ese momento, ya que tenía clases. Había visto que coincidían en algún descanso que otro y aprovechaban para quedar. Uno u otro iban hacia la otra facultad con el bus. Al principio había sido un poco caótico, pero ya se habían acostumbrado después de unos meses de rutina.
    Se notaba un poco extraño aún con su ropa de chico. Todas las personas que le habían conocido en la universidad le habían visto sólo con ropa de chico y eso le ayudaba un poco, pero seguía notando muchas miradas en él. Se seguía preguntando porque le miraban tanto. ¿Sería que se veía raro con esa ropa? Kai le había dicho que se veía demasiado bien. Debía creer en sus palabras. Suspiró. A pesar de todo se sentía incómodo tener tantas miradas puestas en él. No le gustaba ni tampoco lo entendía. ¿Qué ganaba la gente con verle tan fijamente?
    En un principio pensaban que no podrían verse casi nunca, pero habían encontrado la manera de verse de vez en cuando a horas perdidas y hasta algunos días podían regresar juntos a casa. El castaño estaba feliz por ello. Kai era más independiente y no parecía preocuparse tanto por el tema. Le alegraba poder ver a Chiaki, pero no le preocupaba tanto pasar un tiempo sin verle. Había otras cosas para hacer. Estudiar para el futuro, por ejemplo.
    Mientras pensaba en todo eso, Chiaki notó algo extraño en su persona. Un sentimiento que nunca había experimentado y que había llegado repentinamente. Primero un dolor en el pecho y unas fuertes palpitaciones. Después un leve temblor y un calor que se iba extendiendo por su cuerpo. Decidió salir de allí e ir a tomar un poco de aire. Justo en la parte trasera de la cafetería había una salida hacia unos jardines así que se dirigió hacia allí y se sentó en una zona de hierba que no estaba ocupada. Respiró con calma y notó que todas esas sensaciones se calmaban.
    ―¿Qué ha sido esto? ―se preguntó a sí mismo cuando estuvo más calmado.
    Era Alpha así que no podía ser un celo. ¿O sí? Una vez había leído que muy de vez en cuando los Alpha también podían entrar en celo. En esos momentos, necesitaban el cuerpo de un Omega para calmarse. ¿Por qué de repente parecía que estaba a punto de entrar en celo? No tenía claro si realmente era un celo o no. Él no había necesitado el cuerpo de un Omega para calmarse, ni había tenido sexo con un Beta ni con nadie. Solo se había dedicado a respirar y mantener la calma. Eso le había funcionado.
    ―Un Omega en celo ―se escuchó que decía alguien por los alrededores.
    ―¿Un Omega? ¿Qué hace un Omega en la universidad? ―se escuchó otra voz.
    ―Seguro que es un error.
    Chiaki miró a su alrededor algo preocupado. Nadie se estaba refiriendo a él, como era lógico, pero no dejaba de preocuparle. No podía ser Kai, él estaba en clase y no le tocaba su celo todavía… Aunque… ¿Y si era él? Mejor asegurarse por si acaso. Se levantó del suelo y se acercó con precaución. Al ser Alpha tampoco podía ir sin más. Buscó un inhibidor que tenía en la mochila por si acaso y se lo inyectó en el brazo. Después se acercó hacia la multitud. Cuando vio a un chico rubio arrodillado en el suelo su cuerpo volvió a tener esa extraña sensación. Y sin poder evitarlo se acercó al chico y se lo llevó lejos del gentío. Escuchó algunas voces que se quejaban o que se lo querían impedir, aunque ante su mirada todos se callaron y le dejaron hacer. Al parecer no había muchos Alphas por la zona. Todos por allí eran Betas en esos momentos.
    Una vez estuvieron en un sitio más íntimo sacó otro inhibidor, este para Omegas, que llevaba por si Kai lo necesitaba y se lo inyectó en el chico rubio. Este le miró un momento y sus ojos verdes toparon con los de Chiaki. El castaño notó como su cuerpo reaccionaba intensamente, mucho más de lo que había reaccionado con Kai. Tragó saliva e hizo un esfuerzo por desviar la mirada y apartarse de él. Al estar al aire libre las feromonas del celo del rubio no le afectaban tanto, se dispersaban en el aire, pero a pesar de todo eran fuertes en él. No recordaba haber reaccionado nunca de esa forma por ningún Omega en celo.
    ―Gracias ―le dijo el chico― me llamo Shun, ¿y tú?
    ―Yo soy Chiaki ―fue todo lo que pudo responder el castaño, aún sin mirarlo.
    ―Encantado ―se notaba por la voz que no estaba calmado del todo, el chico seguía excitado por el celo― Chiaki, creo que somos predestinados.
    ―¿Qué?
    ―No es mi época de celo… realmente nunca he tenido celos muy fuertes a pesar de ser Omega y con un poco de medicina iba tirando, pero ha sido verte y mi cuerpo ha reaccionado…
    ―Eso no significa nada ―le negó Chiaki al rubio.
    ―Aún con el inhibidor noto que no me estoy calmando, y eso es porque estás cerca…
    ―Entonces debería de irme. No creo en tus palabras, pero si por un casual fuese cierto, lo mejor es que me vaya.
    ―Es una opción. Puedes irte. Eres libre de hacerlo. Yo supongo que estaré bien.
    A pesar de toda esa charla Chiaki no se había movido de donde estaba. No quería dejarlo solo y que le pasara algo. Si estaba en celo no podría tener fuerza suficiente para poder huir o defenderse. Y a pesar de no haber muchos Alphas por los alrededores, si había Betas. A estos no les afectaba el celo, pero tampoco le hacían ascos a tener sexo con un Omega en celo. Se decía que era muy placentero incluso para los Betas.
    ―¿No te vas?
    ―No podría estar tranquilo pensando que alguien podría hacerte algo… Estoy en contra de las violaciones a los Omegas.
    ―Eres un buen chico ―Shun sonrió y meditó un poco sus palabras― entonces, no vas a querer hacerlo conmigo aunque yo esté de acuerdo, ¿no?
    ―Exacto, ahora mismo quien hablaría por ti sería el celo no tú, y de todos modos yo tengo pareja.
    ―Oh, ya sales con alguien… Qué pena.
    ―Te voy a llevar a un sitio donde puedas estar solo, aquí hay una biblioteca con salas para estudiar. Puedes quedarte en una hasta que te haga efecto el inhibidor. En cuanto te deje allí me iré y así podrás relajarte ―le respondió Chiaki simplemente.
    ―Eres un buen chico ―le volvió a decir el rubio incomodando un poco a Chiaki― me gustas.
    El castaño no respondió, pidió una sala de estudio y dejó allí al Omega antes de salir corriendo de la biblioteca ignorando unos avisos que le dieron los trabajadores del lugar. Solo quería huir de allí. ¿Quién era Shun? ¿Y por qué de repente aparecía en su vida y le hacía reaccionar de esa forma? ¿No solía ser casi imposible encontrar a la persona predestinada? ¿No era lo suficientemente extraño como para que se considerara un mito? ¿Entonces… porque aparecía el suyo cuando todo iba tan bien en su vida?
    ―Tiene que ser mentira, seguro que hay alguna otra explicación ―se dijo a sí mismo, esta vez en voz alta, mientras corría por el campus.
    Una música le hizo parar de correr y prestar atención. Era la alarma de su móvil que le recordaba que tenía que regresar a clase. Dio un suspiro y miró los alrededores para ver donde estaba. Por suerte al echarse a correr lo hizo en la dirección correcta. Se había acercado a sus aulas. Quizás su instinto le había llevado a correr hacia la parte que él conocía y consideraba “segura”.
    Le costó concentrarse en la clase, sus pensamientos iban de Shun a Kai y de Kai a Shun. No podía detenerlos. En su mente todo era un caos. Él amaba a Kai, pero su cuerpo había reaccionado muy fuerte ante la presencia de Shun. Ante el rubio había negado rotundamente el hecho de que eran destinados, pero realmente no lo veía tan claro. Él también lo había notado. Sus reacciones, su celo… Todo había sido por Shun. Nunca por Kai… aunque Kai tuviese su corazón, al parecer no podía conseguir esas reacciones en su cuerpo. Y al contrario. Aunque Shun no tuviese su corazón sí tenía ese poder para hacerle entrar en celo. ¿Qué significaba todo eso? Y otra pregunta más ¿Debía comentarle este suceso a Kai? ¿Cómo reaccionaría al saber que había encontrado a su destinado y de sus reacciones?
    ―”¿Y si me odia por ello? ¿Qué debería de hacer? Seguro que le molestara que me ponga tan caliente por otro… pero realmente solo quiero hacerlo con él… y no he hecho nada malo” ―se dijo a sí mismo, aun sabiendo que Kai no era de los que se molestaban fácilmente.
    Sin darse cuenta empezó a jugar con el pelo de su coleta, buscando una manera de distraerse. A pesar del inhibidor aún sentía su cuerpo caliente. Pensar en Kai no ayudaba. Al pensar en que quería hacerlo con él había recordado algunas cosas de las que habían hecho en el pasado y eso le había calentado aún más. Quería hacerlo con Kai. Era Shun quien le había hecho reaccionar, pero su cuerpo no mandaba, su corazón y su mente pedían a Kai. Que extraño le resultaba aquello.
    Consultó que día era y que horario tenía el moreno. Estaba de suerte era el día en que este salía temprano. Solo le quedaba una clase. Aguantaría hasta entonces. Cogió el móvil y le mandó un mensaje a su novio para decirle que se verían al acabar su clase. Sí, iba a saltarse sus dos últimas clases, no podría aguantar hasta entonces y luego se haría demasiado tarde para ver a Kai.
    “Kai, vendré a recogerte después de tu última clase”
    “¿Te pasa algo? ¿Y tus clases?”
    “Me las voy a saltar. Te necesito”
    “Si te encuentras mal puedo ir ya a buscarte”
    “No quiero que pierdas clases por mí, no te preocupes.”
    “Como no voy a preocuparme si me hablas de repente para decirme que me necesitas, Chiaki…”
    “Perdona”
    “No te preocupes. Salgo de clase y vengo ya a buscarte.”
    “Gracias”
    Cuando salieron de clase ambos se fueron a la parada del bus de sus respectivas facultades. Chiaki se excusó con sus compañeros de que no se encontraba bien y estos asintieron. Se sentó en el banco del bus y esperó a que Kai llegara a recogerlo. No tardó mucho, sólo un siglo, según la concepción del tiempo de Chiaki. Se notaba tan necesitado que todo se le hacía eterno. Sobre todo esperar a Kai. Se moría por verlo y por hacerlo suyo. Se notaba con la cabeza nublada e iba perdiendo la consciencia de sus actos poco a poco.
    ―Chiaki ―escuchó que le llamaba una voz muy conocida, así que levantó la cabeza y al ver al moreno se lanzó hacia él.
    Sin más lo arrastró hacia el baño más cercano, escuchando como su novio le hacía algunas preguntas extrañado por su comportamiento. No podía entender que estaba pasando. Chiaki tampoco estaba muy consciente de sus actos y mucho menos en condiciones de poder explicar lo que pasaba. Al llegar al baño se encerró junto a Kai en uno de ellos y lo asaltó. Lo besó sin previo aviso y empezó a besarlo dejándolo acorralado contra una de las paredes del baño.
    ―Chia-ki… ―dijo el moreno entre los fervientes besos de su novio― que… pasa…
    ―Te necesito ―fue la única respuesta que recibió― por favor.
    Kai notó en el tono de voz del castaño desesperación y suplica. No sabía muy bien que pasaba, realmente no tenía ni idea. Sólo sabía que algo no estaba bien con Chiaki. No parecía él mismo. Cuando acercó su mano hacia el miembro del castaño este estaba más duro que una piedra. No era normal que su novio perdiese la cabeza de ese modo. ¿Podía ser esto el celo de un Alpha? Él también perdía un poco la cabeza cuando estaba en celo. Si era cosa del celo Chiaki se calmaría en cuanto lo hicieran y se quedase satisfecho. Pero ese no era el momento.
    ―Perdóname Chiaki ―le respondió Kai antes de darle una bofetada.
    ―Eh…
    ―Chiaki, ¿Me oyes?
    ―¿K-Kai…? ¿Dónde estamos?
    ―Has vuelto en sí, menos mal. Así que me has hecho salir de clase porque estás en celo… ¿Te has inyectado el inhibidor?
    ―¿Ah? Sí, me lo he inyectado. Perdona.
    ―¿Crees poder aguantar hasta casa? Allí te dejaré hacerme lo que quieras.
    ―Lo intentaré.
    ―Y cuando te hayas quedado más tranquilo, tendrás que explicarme que ha pasado, ¿de acuerdo?
    ―Sí, perdona.
    ―Bien, entonces vamos rápido antes de que te dé por atacarme de nuevo.
    ―Lo siento…
    ―Está bien, está bien. No hace falta que te disculpes más. Además yo también tengo que disculparme por darte una bofetada. Lo siento.
    ―Me la merecía.
    Salieron del baño y regresaron a casa. Fue un camino largo y tortuoso, sobre todo para Chiaki, el cual estaba sufriendo intentando aguantar el celo. Fue todo un reto, pero finalmente llegaron a la habitación de Kai. Sus padres no estaban y podrían estar tranquilos y hacerlo sin ninguna preocupación. Kai tumbó a Chiaki en la cama y empezó a desnudarlo para empezar con la acción. Aunque antes de todo decidió coger el collar que Chiaki le había regalado. No sabía cuándo este podría perder el control de nuevo, como en la universidad.
    En cuanto lo tuvo puesto se acercó de nuevo a la cama y se puso entre las piernas de Chiaki para empezar a lamer ese miembro que estaba más que despierto. Escuchó unos suaves suspiros de placer por parte del castaño. Tenía un olor y un sabor fuertes de haber estado aguantando tanto rato. Y el miembro estaba ya húmedo de antes de quitarle la ropa.
    ―Veo que estás muy caliente.
    ―Lo siento.
    ―Deja de disculparte, ya te he dicho que no hay problema.
    Cogió un condón y se lo puso antes de seguir. Sabía lo que quería Chiaki. Ese día quería entrar en él, quería ser el seme, y no iba a oponer resistencia. De vez en cuando estaba bien cambiar. Las feromonas de Chiaki poco a poco le habían puesto algo cachondo. No era tanto como la reacción del celo del Alpha hacia el Omega, pero los Omegas también podían excitarse por un Alpha en celo. Y Kai poco a poco había ido reaccionando, se notaba muy poco pero Chiaki iba desprendiendo un leve olor que le excitaba. Estaba húmedo por atrás. Se sentía preparado. Así que simplemente se sentó encima de él y lo montó. El gemido de Chiaki al notarse dentro de Kai fue increíble. El moreno nunca lo había escuchado de esa forma.
    Al parecer activó alguna cosa más que el gemido, porqué de nuevo Chiaki perdió un poco el control. Sacó su miembro de Kai y dio la vuelta a las tornas. Dejó a Kai en la cama debajo de él. Le dio la vuelta para dejarlo de espaldas y en cuanto lo puso en 4 entró rápido y certero, aunque también con un poco de violencia. El moreno dio un fuerte gemido tanto de placer como de dolor. Fue una mezcla de sensaciones que hasta el momento no había experimentado. Chiaki solía tratarlo con mucho cuidado. En un momento determinado después de un rápido vaivén notó algo diferente y algo doloroso en su interior. Al principio no supo entender que era, pero al poco lo entendió. Chiaki lo había anudado.
    ―Chiaki… duele… ―se quejó un poco notando como ese vaivén seguía.
    El miembro de Chiaki se había agrandado de manera que impedía que saliera de su interior. Cuando eso pasaba los Alphas dejaban ir más semen del normal para dejar embarazado al Omega. El condón no aguantaría tal cantidad. Posiblemente ya se hubiese roto y todo. Unas pequeñas lágrimas de dolor salieron de los ojos de Kai. Era consciente de que ese dolor no acabaría hasta que Chiaki estuviese satisfecho y exhausto. Y también de que si él estuviera también en celo no le dolería, pero habría quedado embarazado en un 100% de posibilidades. A pesar del dolor, agradeció no estar en celo. No quería quedar embarazado y menos en este momento.
    Estuvieron así largo rato, Chiaki se corrió más de una vez, Kai solo una. El dolor no le ayudaba a sentirse excitado. Cuando finalmente todo pasó y Chiaki salió de su interior, Kai suspiró aliviado. El castaño se durmió en seguida, estaba agotado. Llevaba cachondo gran parte del día y después de todo ese sexo se había relajado. Kai vio cómo su novio dormía y decidió ir por una ducha. Notaba como su cuerpo dolía. Tanto por dentro como por fuera. Había sido tan intenso que le había dejado hecho polvo. Cuando le había dicho que podría hacer lo que quisiera con él no se esperaba que lo anudara sin siquiera avisar ni nada.
    Durante la ducha se fijó en que no había sangrado. Quizás era cierto que los cuerpos de los Omegas estaban hechos para soportar que los anudasen, aunque no dejase de ser doloroso. Salió de la ducha y regresó a la habitación donde estuvo observando a Chiaki. ¿Qué le habría pasado? Era muy extraño que un chico tan dulce como él se pusiera de ese modo. ¿Era ese el poder del celo de los Alphas? Realmente daba miedo. ¿Y por qué había tenido este celo? ¿Había sido por qué sí? ¿Había pasado algo que lo habría detonado? ¿Habría un ciclo de celo para Alphas?
    Demasiadas preguntas. Decidió buscar información por internet. Encontró varias respuestas. El celo de los Alphas podía llegar por varios motivos. Mucho estrés o ansiedad, la cercanía del Omega predestinado, falta de sexo por un muy largo tiempo… De todas las opciones que fue leyendo no había ninguna que le cuadrase con Chiaki. A no ser que hubiese conocido a su Omega predestinado. Eso no podía saberlo, pero era una opción muy poco probable. ¿Entonces? No tenían sexo tan a menudo como antes, por falta de tiempo. De acuerdo, se había reducido el número, pero lo hacían al menos una vez a la semana. Normalmente durante el fin de semana. Así que tampoco hacía tanto tiempo. Tampoco estaba estresado ni nada por el estilo. ¿Quizás había reprimido mucho sus pensamientos y preocupaciones y habían nublado su mente? ¿Quizás aún no se sentía cómodo del todo cuando vestía como chico? Todo era muy confuso y no podría tener nada claro hasta que el castaño despertara y se lo contara.
    Continuará…
  10. .

    Capítulo 2


    Habían pasado unos meses des del campamento, todos habían mejorado pero había dos que estaban más raros de lo normal. Se peleaban hasta más de lo normal. Habían llegado a un punto de no retorno en el que no podían ni verse. En cuanto se encontraban todo el mundo se iba de las pistas. Sabían lo peligrosos que eran cuando se encontraban y se peleaban entre ellos. Muchos sabían que esos dos eran rivales de toda la vida, pero nunca se habían llevado tan mal como en ese momento y los que los conocían no podían entender que era lo que les pasaba para estar peleándose de esa manera.
    ―Momo-sempai ―le preguntó Ryoma a su sempai― ¿Pasó algo?
    ―¿Algo? ¿Por? ―respondió malhumorado mientras se disponía a morder su hamburguesa.
    ―Te noto enojado.
    ―Eso no es cierto.
    ―Ah… ¿Tiene que ver con Kaido-sempai?
    ―¿Por qué nombras a esa Víbora? ―fue su respuesta mostrando aún más enfado que antes.
    ―Se os ve tensos.
    ―Hoy estás muy hablador, Ryoma ―le comentó Momoshiro en parte para despistar la conversación― ¿Estás preocupado por mí? ―le preguntó ahora burlón consiguiendo un pequeño sonrojo en el menor.
    ―No…
    ―No eres muy convincente, este no es diferente de los anteriores.
    ―¿Ha pasado algo con él?
    ―¿Sigues con el tema? Eres un mocoso persistente.
    ―Hmmm…
    La mirada de Ryoma decía que a pesar de su indiferencia tenía interés en lo que pasaba. Una parte de él estaba feliz por ello, des de un principio le había caído bien ese pequeñín, por eso ahora le hacía un poco de ilusión saber que lo consideraba lo suficientemente cercano para preocuparse por él. Solo lo había visto preocupado por Karupin, su gato, y por eso le emocionaba pensar que quizás también estaba preocupado por él.
    ―Estoy bien, no es nada, estoy feliz de que te preocupes por mí.
    ―No estoy preocupado ―fue la simple respuesta de Ryoma.
    ―Sí, claro, por eso me estás preguntando ―se burló un poco aunque luego sonrió― gracias.
    ―Hmmm…
    Últimamente el mayor estaba algo raro, realmente estaba pasando algo, pero este no soltaba prenda. Ryoma se sentía más preocupado de lo que esperaba por ese cambio en el mayor. No era el Momoshiro que él conocía, más bien parecía otro. No le gustaba eso. Tenía la impresión de que tenía que ver con Kaido, ya que se ponía de peor humor cuando lo veía, pero no podía entender el porqué. Y una parte de él se sentía algo celoso de toda la atención que Momoshiro le estaba dando a Kaido aunque solo fuese inconscientemente.

    ------------------------

    Kaido en esos momentos estaba en su rutina de entrenamiento, corriendo por la ciudad. Solía correr más de 50 Km al día, había ido aumentando su tiempo de carrera al día y también los quilómetros, ya que quería aumentar su resistencia y la velocidad. Para ello estaba siguiendo el plan de entrenamiento que Inui le había hecho y gradualmente iba aumentando el número de quilómetros que corría al día en el mismo tiempo que lo hacía antes. Al pasar junto a la hamburguesería donde estaban comiendo Momoshiro y Ryoma no pudo evitar verlos allí comiendo en tan buena sintonía y con esa sonrisa en su rostro. Se paró un momento para mirarlo antes de girar el rostro y seguir corriendo sin perder más tiempo pero con algo en su cabeza.
    ¿Qué había sido eso que había pasado esa noche? Habían pasado algunos meses, pero lo que había pasado había quedado grabado en sus mentes. Él y Momoshiro haciéndolo… Hasta se habían declarado o algo parecido. Era cierto que no habían quedado en ser pareja ni nada, pero la conversación llevaba a pensar en que podían repetir lo que había pasado esa vez. Ciertamente no entendía nada de lo que había pasado ese día. Algo le decía que se habían dejado llevar por el momento. El haber perdido, el ser rivales pero a la vez compañeros de equipo, el tener que ayudarse el uno al otro… Y finalmente el haberse quedado solo con Momoshiro herido de las manos y en cierto modo algo vulnerable.
    Pensándolo bien ahora veía claro que había sido un error el hacer eso, el dejarse llevar no había llevado a nada bueno, al contrario, en esos momentos se odiaban a muerte. Nunca habían sido propiamente amigos, pero eran rivales se conocían y a pesar de todo podían convivir si era preciso, en esos momentos eso era impensable. De solo pensar en todo eso se estaba poniendo de malhumor.
    En cuanto acabó ese campamento de tenis todo fue de mal en peor, y ahora eso seguía así, ninguno de los dos era capaz de saber si esto algún día podría cambiar pero el ambiente era tenso entre ellos y de solo pensar en todo lo que había pasado se ponían más tensos. Sólo que en estos momentos su tensión era por otro motivo, des de un callejón oscuro estaba sintiendo que alguien le observaba y se le acercaba. No tenía miedo, era el gran Kaoru Kaido pero de todos modos algo de precaución no estaría nada mal.
    ―Kaido ―escuchó una voz conocida proveniente de esa sombra y se relajó dejando de correr al instante― te he estado observando, te has peleado con Momoshiro, ¿verdad?
    ―No te importa ―fue su respuesta seca.
    ―Des de que le has visto has empeorado tu ritmo y se te ha puesto la cara llena de arrugas, das miedo.
    ―Cállate ―Kaido empezaba a enfadarse.
    ―¿Vas a gritarle a tu sempai? ―le preguntó Inui con una sonrisa sacando un vaso de bebida de saber dios donde― ¿Quieres probarlo?
    ―¿Uh? ―Kaido tragó saliva― lo siento, sempai.
    ―Bien, entonces, ¿Qué es lo que ha pasado?
    ―Nada…
    ―Kaoru Kaido, no puedes mentirme ―de nuevo el menor tragó saliva.
    Inui daba mucho miedo cuando se ponía así pero no quería que supiera lo que había pasado en ese campamento. Se negaba a que alguien lo supiera, aunque Inui podía ser muy persuasivo cuando usaba sus batidos extraños. Y en ese momento el mayor aún estaba con ese vaso en la mano. Así que no iba a negarse a cumplir con la petición del mayor e iba a… huir rápidamente en dirección contraria.
    ―No podrás huir ―le dijo Inui corriendo a su lado― yo también he entrenado.
    ―No me sigas.
    ―Entonces cuéntamelo todo.
    ―No pasó nada.
    ―Mentira.
    Ambos siguieron corriendo hasta que llegaron a un parque un buen rato más tarde. Ambos estaban un poco cansados por esa carrera pero seguían juntos de todos modos. Kaido no había podido deshacerse de su sempai y este seguía allí queriendo saber que había pasado. Tenía la libreta en una mano y el zumo en otro. Como el vaso estaba tapado no había caído el líquido. Cuando se pararon para descansar Inui siguió mirándolo esperando que este le dijera que era lo que había pasado. Kaido volvió a tragar saliva pero al parecer no le quedaba más opción.

    ---------------------

    Al día siguiente Inui los citó a los dos a la pista de tenis aunque sin decir que el otro también iría. Cuando llegaron se encontraron con el otro, con Inui y con… Ryoma, que había ido junto con Momoshiro. Este lo había invitado ya que iban a una cancha de tenis daba por hecho que era para jugar y había pensado en invitar al menor. Al verse el ambiente se puso tenso. Kaido y Momoshiro cruzaron una sola mirada y los recuerdos de ambos llegaron. Tensión. No se podía evitar. Inui lo observaba todo sabiendo más o menos lo que había pasado, se le veía muy tranquilo.
    ―Veo que ya nos hemos reunido todos aquí ―dijo mirándolos a los tres, sin apartar la mirada de Ryoma quien se la devolvió― Alguien de aquí no había sido invitado pero da igual.
    ―Lo siento Inui-sempai, lo invité yo.
    ―Bien ―fue toda su respuesta antes de sacar la libreta― entiendo que después de haber tenido una aventura entre vosotros ahora la cosa esté más tensa que antes, pero no por eso debéis perjudicar el equipo con vuestra pelea.
    ―¿Ah? ―preguntó Ryoma abriendo mucho los ojos al escuchar eso notando como en su interior algo se rompía.
    Y después de muchos años el peli-verde sintió que tenía ganas de llorar, ¿Qué significaba eso de que Momo se había liado con Kaido? ¿Cuándo había sido eso? Él siempre estaba con Momoshiro y nunca lo había visto tener ningún tipo de interés en Kaido, a no ser que fuese para pelearse. ¿Tan ciego había estado al no ver eso? Se decía que del amor al odio solo había un paso.
    ―Inui-sempai, ¿Cómo sabe eso? No me digas… Víbora, imbécil has sido tú quien se lo ha contado, ¿verdad?
    ―Cállate, yo no quería.
    ―¿No? Pero bien que lo hiciste, idiota.
    ―No me llames, idiota.
    Siguieron discutiendo ajenos a las lágrimas de Ryoma que resbalaban por sus mejillas sin ser él mismo consciente de lo que esas significaban. Su corazón roto. El chico que para él era más un amigo, como un hermano, resultaba que ni siquiera era eso. En esos momentos se había dado cuenta de que en realidad sentía algo más por él de lo que se esperaba. Y el escuchar que había tenido una aventura con Kaido le había ayudado a darse cuenta de sus sentimientos, a pesar de que él no se había dado cuenta de que esas lágrimas fluían de sus ojos, si notaba como su pecho estaba roto en varios pedazos.
    ―Echizen, ¿Estás bien? ―le preguntó Inui quien sí se había percatado de esas lágrimas.
    ―Sí.
    ―Ya veo.
    Inui al parecer lo había entendido todo, sabía lo que significaban esas lágrimas y entendía por qué fluían en ese momento. En parte por eso no había dicho que se fuese, sabía que era importante que Ryoma se enterara también. Tenía la idea de que esos dos sentían algo, por eso la revelación de que Momoshiro y Kaido se habían liado era tan extraña para él. No veía porque Momoshiro tendría que hacer algo así, siendo que él tenía la impresión de que sentía algo por el novato del equipo.
    ―A mí también me sorprendió, pero por el bien del equipo es mejor que lo resuelvan.
    ―¿Ry-Ryoma? ―preguntó Momoshiro quien al girarse para ver a Inui se dio cuenta de que el menor estaba llorando aún con sus ojos algo abiertos por esa revelación― ¿E-Estás bien?
    Pero Ryoma no respondió estaba tan metido en esos sentimientos que le abrumaban por dentro que no podía ni siquiera mediar palabra al respeto. Inui lo observaba todo desde un lado, sobre todo al chico del pañuelo que en esos momentos miraba hacia otro lado. Parecía molesto. Realmente él también lo estaba, tanto esfuerzo ayudándolo a mejorar y entrenando con él para que luego se fuese con otro. Era verdad que ayudándolo también conseguía datos para su libreta, pero eso no era todo, tenía otras intenciones que Kaido y saber que este se había tirado a los brazos de otro tampoco era de su agrado.
    ―Creo que Ryoma está conmocionado, deberíamos llevarlo a casa ―respondió Inui por el menor― Momo, llévalo tú.
    ―Sí, creo que será lo mejor.
    Momoshiro como pudo consiguió que un Ryoma lloroso empezara a andar, parando delante de un banco donde lo acabó sentando. No podrían llegar a casa del menor en esas condiciones. Lo dejó sentado en ese banco y fue a las máquinas expendedoras para sacar la bebida preferida de este y llevarle la lata. Quizás eso lo animara un poco. Realmente estaba asustado, era la primera vez que lo veía de ese modo. Ni siquiera cuando lo habían lesionado o cuando había estado perdiendo un partido se había visto tan perdido como en ese momento. Ryoma era fuerte y por lo general no solía desmoronarse ante nada, Momoshiro no podía entender porque en esos momentos el menor estaba llorando casi sin parpadear ni mostrar ninguna expresión.
    ―Esto… ―empezó a decir pero en cuanto Ryoma lo enfocó con su ojos las lágrimas aumentaron.
    ―¿Te gusta Kaido-sempai? ―fue lo que preguntó el peli-verde sin más dejando al otro con expresión de “¿de qué cojones hablas?”
    ―¿Cómo me va a gustar esa víbora?
    ―Pero lo hiciste con él…
    ―Solo dos veces.
    ―¿Dos?
    ―La primera fue por el momento y la segunda porque tenía que devolverle el favor.
    ―¿Le pagas favores con sexo?
    ―No, ¿De qué hablas?
    ―Es lo que has dicho…
    ―No… ―Momoshiro no sabía cómo explicarlo sin perder el orgullo pero viendo los ojos llorosos del menor no le quedaba de otra que hablar del tema, no entendía por qué pero sabía que debía― la primera vez yo tenía mal las muñecas y fue él quien dominó… entonces… en la segunda vez cambiamos para demostrarle que yo no soy pasivo, y que la primera vez fue solo por lo de la lesión.
    ―Entiendo…
    ―Menos mal ―el mayor suspiró de alivio.
    ―Me voy a casa.
    ―¿Ah? Espera que te acompaño.
    ―No es necesario, puedo ir solo.
    ―Pero… Ryoma…
    ―Adiós, sempai.
    El menor se giró y lo dejó allí mirando su espalda, que cada vez se alejaba más. Momoshiro sintió algo extraño en su interior. Esa extraña escena le había dado algo en lo que pensar y no lo entendía. Recordó varios momentos, sobre todo esa supuesta cita con Ann, la novia de Kamio, donde invitó a Ryoma para que fuese con él. La chica le caía bien y le parecía mona pero no quería quedar a solas con ella. Ryoma al principio no quería ir y le había hecho algunas preguntas que en el fondo le habían hecho algo feliz. Parecía que estaba interesado en ese tema, y solo con él pasaba eso. Pero ahora tenía la impresión de que había traicionado al menor y no entendía ni el cómo ni el porqué.

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    Inui y Kaido seguían en el mismo sitio, el moreno observaba al castaño y este miraba hacia otro lado, sin saber muy bien que hacer. Era una situación muy incómoda y no recordaba haber vivido nada igual. Aunque en esos momentos por su mente pasaba ese momento en el que Inui le había llamado para una cita... Se había puesto muy nervioso y rojo al escuchar eso, al menos al principio ya que todo resultó ser un malentendido. Se sonrojó por el recuerdo. Esa vez no sabía que debía hacer si acudir o no, o que decirle al respeto. Quizás si hubiese sido verdad no habría cometido el error de liarse con su rival y perder esa relación que tenían por extraña que fuese.
    ―Kaido, equivocarse es de humanos, pero debes aprender a enmendar esos errores.
    ―¿Cómo?
    ―Encuentra el amor verdadero y verás que eso queda en el pasado.
    ―¿Amor? ―preguntó ahora sorprendido.
    ―Sí, puede que no tengas que buscar tanto para encontrarlo.
    ―No entiendo de qué me estás hablando, pero se hace tarde.
    ―Sólo piensa, y darás con la respuesta. Estaré esperando.
    Kaido lo miró sin entender nada, y menos esa última frase, ¿Qué tenía que esperar? Nunca había logrado entender a Inui pero no era necesario, él era él, simplemente. Su sempai y su “entrenador” particular, aunque no hubiesen quedado como tal, siempre le ayudaba con las rutinas o a perfeccionar alguna técnica que no le salía de principios, como el bumerang snake. Se fue de allí algo sonrojado al pensar en esos extraños entrenamientos que el mayor le había propuesto. Entrenar en un rio con agua para que la toalla quedara empapada y así poder perfeccionar la técnica. En esos momentos el mayor lo había visto sin camiseta y no le había importado, ahora quizás no sería lo mismo. Había descubierto que le gustaban los chicos y que el ser uke era bastante más placentero que el ser seme. Muchas cosas habían cambiado en su punto de vista y perspectiva.
    ―Creo que ya entiendo lo que quería decir Inui-sempai.
    Se sonrojó un poco más y empezó a correr para hacer parte de su rutina de ese día, la cual en esos momentos había quedado algo aparcada. Podía ser que el mayor le hubiese dicho que él era su amor verdadero, pero… si no era eso... Podría volver a equivocarse y cometer el mismo error dos veces iba en contra de los principios de un Kaido. Tendría que volver a hablar con Inui sobre el tema, pero eso sería más adelante. En esos momentos no se veía capaz de ello.
    ―Shhhhhhhu…

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    Al día siguiente en el entrenamiento todo estaba siendo muy raro, Tezuka lo observaba todo como siempre, y en un momento arrugó una ceja al ver lo que pasaba. Inui parecía el de siempre, pero le había parecido extraño que se hubiese olvidado de sus batidos especiales. De acuerdo que eso no era algo malo, al menos no habría bajas ese día, pero no era propio de Inui, siendo tan meticuloso como era que se hubiese olvidado algo, y no estaba del todo concentrado, solo miraba a Kaido de reojo.
    Kaido estaba nervioso, sus golpes no eran tan precisos como lo solían ser normalmente, la serpiente había ido fuera en varias ocasiones, y eso era raro en él, dejando de lado que cada vez que su mirada se cruzaba con Inui se sonrojaba. Algo le hacía pensar que había pasado algo entre ellos y también con Momoshiro, el cual ya no estaba peleando con Kaido. Realmente ninguno de los dos se había dirigido la palabra, y no se habían peleado en todo el día. En parte eso también era bueno, pero perder la rivalidad de ese modo y encima siendo que ambos habían empeorado desde entonces.
    Momoshiro estaba en la pista intentando aparentar que todo iba bien, pero sus smash no eran los de siempre, ni tampoco su juego lo era. Estaba muy desconcentrado por ser él, quien por lo normal solía estar muy concentrado en sus partidos. Y parecía que ni siquiera se molestaba por sus propios errores.
    Por último Ryoma estaba en otro mundo. Claramente no estaba ni jugando, con lo mucho que le gustaba el tenis y lo impaciente que se ponía cuando no jugaba y ese día no había tocado una pelota con su raqueta. Tenía la mirada perdida y no parecía que le importara nada más a su alrededor. Hasta su padre se había dado cuenta de que le pasaba algo a su hijo y que no tenía relación con el tenis en sí.
    ―Ryoma si no vas a jugar sal de la pista de tenis ―le dijo Tezuka con su voz seria.
    Ryoma sin decir nada salió de la pista, cosa que sorprendió a todos los que iban a replicar por las palabras del capitán. No era normal que Tezuka echara a alguien de la pista sin más. Era entendible ya que el menor no estaba haciendo nada más que ocupar sitio y ya, pero de todos modos sorprendían tantos sus palabras como al reacción de Ryoma. Definitivamente algo estaba pasando.
    ―Sea lo que sea que te pase déjalo fuera de la pista, durante un partido lo único importante es el tenis.
    Esas palabras del capitán hicieron que Ryoma abriera un poco los ojos y que se disculpara pero solo se sentó a los pies de uno de los árboles que había cerca de la pista para ver jugar a los demás. Sobre todo se concentró en Momoshiro y en Kaido, y las lágrimas tendían a querer salir de nuevo. Sólo que esta vez no iba a permitirlo. No iba a llorar de nuevo por Momoshiro, solo tenía que superarlo y volver a jugar al tenis que tanto le gustaba. Sí, definitivamente eso haría. Cogió su raqueta y una pelota y empezó a darse autopases contra una pared.
    ―Ryoma-kun ―escuchó que le hablaba la voz de una chica, Sakuno, para ser más exactos― ¿Estás bien?
    ―Sí.
    Sakuno ya no sabía que más decir, en verdad, aunque le gustaba mucho el chico no era capaz de entenderle o de saber qué era lo que tenía que decir cuando hablaba con este. Se cogió las manos, un poco nerviosa, mientras pensaba en las siguientes palabras que pronunciaría. Ryoma nunca se enfadaba, pero no quería molestarlo de todos modos.
    ―Esto… no pareces el de siempre… Ryoma-kun nunca deja de jugar al tenis…
    ―¿Y?
    ―Yo… estoy preocupada… ―confesó sonrojándose mirando hacia abajo.
    ―Estoy bien.
    ―Ryoma-kun…
    Toda esa escena fue vista por Momoshiro, quien al ver como la chica se acercaba a Ryoma y hablaba con él sintió algo que no había sentido antes, a pesar de que no era la primera vez que hablaban a solas. Hasta habían tenido alguna cita que otra la chica y Ryoma. Él los había seguido en una ocasión. No le había gustado mucho la escena pero era algo inevitable, y como sempai iba a velar por él. Lo que no esperaba era que en esos momentos sentiría eso en su pecho. Era extraño, pero tenía muchas ganas de ir allí y apartar a esa chica de Ryoma. Quería ser él quien ocupara el tiempo del menor.
    ―Momo-sempai, cuidado ―le gritó uno de los chicos de primero.
    Al estar distraído había olvidado el partido y acababa de recibir un saque directo en toda su cara, haciendo que quedara inconsciente durante unos minutos. El ruido que provenía de las pistas hizo que tanto Sakuno como Ryoma acabasen acercándose, para ver qué pasaba. El peli-verde se sorprendió al ver a su sempai en el suelo pero no se acercó, solo se fue sin más. Sabía que Momoshiro era suficientemente fuerte para que eso realmente no fuese nada grave.

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    Después del entrenamiento Kaido decidió quedarse para hablar con Inui pero no sabía por dónde empezar con la conversación. Aún no tenía claro ni siquiera que era lo que pasaba o si estaba en lo cierto. La frase de Inui dejaba entender algo pero si estaba equivocado sería una vergüenza. Por eso quería preguntar y hablar con el mayor. El chico de gafas lo estaba mirando fijamente a través de estas como analizando lo que podría pasar. Esta vez había dejado su libreta de datos de lado, era algo que no tenía nada que ver con los datos de tenis.
    ―Esto… sempai…
    ―Dime, Kaido.
    ―¿A qué te referías con eso de amor verdadero? ¿Y de que está cerca?
    ―Aún no lo has entendido, Kaido.
    ―Por eso te pregunto.
    ―Debes encontrar la respuesta por ti mismo.
    ―Cállate y respóndeme.
    Inui respondió con una risita por esa respuesta del menor, no se podía responder y callar a la vez. Se notaba que estaba nervioso por el tema. Bien era el momento de seguir con su plan. No tenía más remedio que avanzar si Kaido no tenía ni idea de lo que estaba pasando. Sonrió y le miró de manera más seria.
    ―Tengamos una cita.
    ―¿U-una cita?
    ―Sí, así lo entenderás. Así que vamos.
    ―¿A-Ahora?
    ―Sí, nos cambiamos y nos vamos a una cita.
    ―Y-yo…
    ―Vamos.
    Inui se fue hacia el vestidor para cambiarse y Kaido lo siguió, según le había dicho el sempai tenían una cita. Estaba nervioso pero no tenía más remedio que ir, y así podía entender a lo que Inui-sempai se refería con sus palabras anteriores. No podía imaginárselo, realmente era algo muy extraño pero había estado tan metido en eso que no había podido concentrarse en el entrenamiento y eso no era bueno. Tenía que solucionar ese problema cuanto antes para poder jugar como siempre lo había hecho.
    ―¿Dónde vamos? ―le preguntó Kaido a su sempai siguiéndolo por las calles de la ciudad.
    ―A una cita ―respondió consiguiendo un sonrojo por parte del chico del pañuelo.
    No hablaron de nada más durante un largo rato, solo fueron a comer unas hamburguesas y dieron un paseo por la ciudad como si realmente fuese una cita normal. Algo que Kaido no esperaba pero que en cierto modo le resultó más cómodo de lo que pensaba. No se estaba tan mal con ese chico callado pero que a la vez gustaba de cotillear y molestar a los demás.
    ―Entonces, Kaido, ¿Has entendido algo?
    ―Yo… te gusto…
    ―Eso es cierto, pero no es solo eso.
    ―¿A qué te refieres?
    ―¿Quieres ser mi pareja?
    ―¿De dobles? ―preguntó algo dudoso.
    ―No, de vida.
    ―Pareja de novios… Pero somos hombres…
    ―Momoshiro también lo es.
    Con eso Kaido solo se puso de malhumor pero se quedó callado. No hacía falta que le recordaran esos momentos que había vivido con el moreno. Miró al otro chico sin saber muy bien qué hacer ante eso. Así que le había dicho lo de la cita para declararse. Él aún no tenía claro cuál era el sentimiento que tenía por el moreno, o si tenía algún sentimiento en realidad.
    ―Me niego.
    ―¿Te niegas?
    ―Sí.
    Inui se acercó a él y le besó sin más, después de esa respuesta no le quedaba más opción que avanzar un poco más rápido. Él era consciente de que Kaido aún no tenía claros sus sentimientos pero no iba a dejar que se escapara. Iba a ser suyo sí o sí. No iba a permitir que se fuese con otro, no tan fácilmente. Lucharía por ese chico, sabiendo que era gay no iba a contenerse. Kaido abrió los ojos por ese contacto de labios, pero se quedó como de piedra y no pudo separarse ni reaccionar al respeto. No se esperaba ese beso de repente.
    ―¿Q-que? ―dijo en cuanto logró separarse del beso.
    ―Un beso, una demostración de que te quiero.
    ―¿Ah?
    ―Te voy a dejar un tiempo para que puedas pensar en el tema, nos vemos.
    Después de ese beso Inui se fue como si no hubiese pasado nada, dejando a un Kaoru sonrojado, sin entender muy bien que debía de sentir. Él también se fue hacia su casa pensando en eso que había pasado. Era todo muy extraño. Después de explicarle que se había liado con Momoshiro, todo se había precipitado. Inui de repente estaba haciendo cosas que no entendía y entre ellas se le había declarado y besado. Era increíble. No lograba entender nada de nada. Pero ese beso tampoco se había sentido tan mal. Era diferente que con Momoshiro, quizás había confundido ese sentimiento de rivalidad con el amor. Y quizás esos sentimientos de admiración y respeto hacia su sempai eran algo más que eso. Al fin y al cabo solían pasar mucho tiempo por el tema de los entrenamientos y esas cosas.

    -----------------------

    Esa noche Momoshiro decidió ir a las canchas de tenis callejero para jugar un poco, necesitaba desahogarse y jugar un poco para ver si así podía conseguir recuperar su concentración. No podía seguir como hasta ahora, tan perdido en una pista de tenis. Allí encontró a Ann Tachibana quien acababa de llegar viendo que no había nadie en esos momentos. Al ver a Momoshiro sonrió y se acercó a él.
    ―Hola, Momo, ¿jugamos?
    ―Bien, me parece bien.
    ―No te contengas.
    Momoshiro le sonrió y sacó su raqueta para empezar a jugar pero su juego no era el de siempre y eso la chica lo notó en seguida. Ella conocía la manera de jugar de Momoshiro por los partidos que este había jugado contra su hermano y los chicos de su instituto. Pero ahora no jugaba de esa misma manera y se molestó. No tenía por qué subestimarla solo por ser una chica. Al fin y al cabo tenían la misma edad. Ambos estaban en segundo, pero él era hombre y ella mujer. Si no jugaba en igualdad era discriminación de sexo.
    ―Te estás conteniendo.
    ―No es cierto.
    ―Sí lo es, este no es el juego del Momoshiro de siempre.
    ―¿Ah? ― preguntó ahora algo confundido.
    ―Estás jugando diferente, desganado. ¿Es que no soy rival para ti?
    ―No es eso.
    ―¿Entonces?
    ―No lo sé ―dijo sonrojándose y dejando el juego de lado.
    ―¿Te sonrojaste? ¿Males de amor? ―le preguntó ahora dejando también el tenis de lado.
    ―¿Amor? ―en su cabeza solo vino el rostro del menor lleno de lágrimas que había visto el día anterior.
    ―Sí. Estás enamorado y por eso no puedes concentrarte en el partido.
    Momoshiro se quedó pensativo después de esas palabras por parte de la chica. Enamorado… él… no podía ser, él solo estaba por el tenis, aunque le gustaban las chicas bonitas. ¿Chicas? Bueno, en esos momentos lo único que tenía en la cabeza era a Ryoma. A Ryoma y sus lágrimas, las cuales le habían dolido más que las lesiones que a veces se sufrían al ser deportista. Era increíble lo mucho que le podía llegar a molestar ver a ese mocoso orgulloso llorar, y también verle tan desanimado que hasta había dejado de jugar al tenis. Y todo había pasado des de que Inui le había dicho que él y Kaido se habían enrollado. ¿Tendría algo que ver eso con la reacción del menor?
    ―Creo que tengo que hablar con una persona ―le dijo a la chica antes de ir a guardar las cosas― gracias y hasta otra.
    ―Suerte ―le respondió la castaña con una sonrisa antes de quedarse sola en la pista de tenis.
    Momoshiro se fue de allí en su bicicleta yendo directamente a casa de Ryoma sin saber muy bien por dónde empezar cuando le viera. Solo con la idea de que tenía que hablar con él y hacerle sentir mejor. Tenía la impresión de que esas lágrimas eran por él. No había hablado mucho con Kaido así que dudaba que pudiese ser por el víbora y no tenía nada que ver con Inui. Al menos quería pensar que eran por él, ya que gracias a Ann se acababa de dar cuenta de sus sentimientos por el menor. Le gustaba Ryoma, y eso era algo de lo que no se había percato aunque ahora le parecía bastante evidente. Se sentía un poco tonto por no haberse dado cuenta de ello y haber tenido sexo con Kaido al dejarse llevar por el momento.
    Al llegar a casa de Echizen llamó a la puerta y le abrió el mismo chico quien al verlo abrió un poco los ojos y cerró la puerta, en el mismo momento. No quería verlo, era evidente que lo estaba evitando des del día anterior, ¿Es que Momo no podía entender ese tipo de indirectas? Que poco le había gustado eso de que Momoshiro hubiese tenido una cita con la hermana pequeña de Tachibana, o que esta le pudiese llamar en cualquier momento. Estaba un poco molesto por esa amistad que mantenían, esa chica y Momoshiro, pero ¿para qué? Después resultaba que este prefería a los chicos y se iba a la cama con Kaido.
    ―Espera, Ryoma ―le llamó el chico desde fuera― lo siento.
    Ante esa disculpa Ryoma volvió a abrir la puerta, sólo un poco, pero lo suficiente para ver como el mayor se había inclinado al disculparse. Era una disculpa formal y parecía sentida. Tenía que admitir que era un poco desconcertante, no entendía por qué de repente el mayor se disculpaba pero iba a escuchar lo que este tuviese que decir.
    ―Lo siento, no quería hacerte llorar por culpa de mi ineptitud al darme cuenta de mis sentimientos ―siguió diciendo― pero hoy Ann me ha ayudado a darme cuenta de que me gustas. Yo te quiero Ryoma.
    ―No suena muy convincente después de haber dormido con Kaido-sempai dos veces.
    ―Lo sé, pero eso fue un error del momento. Prometo que no volverá a pasar.
    ―No es la mejor declaración que he recibido.
    ―Ryoma Echizen, yo te amo, ¿quisieras ser mi novio?
    ―Esto está algo mejor.
    ―¿Entonces?
    ―Está bien, pero ni se te ocurra volver a verte con Kaido-sempai.
    ―Gracias, Ryoma ―le dijo abrazando al menor quien se sonrojó un poco y cerró los ojos.
    ¿Qué más podría haber respondido? Llevaba tiempo observando a su sempai y se había dado cuenta de que sentía algo por él. Cierto que no había acabado de entenderlo hasta que se enteró de que había estado intimando con Kaido, pero eso le había dolido. Cuando Momoshiro había dejado el equipo después de perder su puesto de titular él lo había observado y se había preocupado. A los tres días había regresado, y con fuerzas renovadas, sabía que Momoshiro era fuerte, y a pesar de todo se había preocupado. Después se había molestado por su cita con Ann, y al saber lo de Kaido sus sentimientos habían despertado por completo. Y en esos momentos tenía a Momoshiro declarándose de una manera sincera. No tenía otra respuesta que un sí.

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    Al día siguiente Kaido no había podido ni podía dejar de pensar en las palabras del mayor. Realmente estaba muy sorprendido por esas palabras. Habían entrenado mucho juntos e Inui se había preocupado de seguir su entrenamiento para reajustarlo y evitar que se hiciera daño. Sabía que Inui se había preocupado mucho por él, y por eso le tenía tanto respeto y había aceptado jugar a dobles con él. Si era con Inui no le importaba jugar dobles en vez de individuales, aunque le gustaba más jugar solo. Quizás debería de tener en cuenta eso, su decisión de jugar dobles con Inui, tenía algún fundamento. Dejando de lado la confianza que se tenían, gracias a esos entrenamientos, se sentía cómodo con el mayor. Tenía la impresión de que ya tenía una respuesta pero ahora le daba vergüenza pensar en ella. Con un pequeño sonrojo se dirigió hacia su sempai. Ya había acabado el entrenamiento y ahora tocaba ir a casa o hacer el entrenamiento especial que Inui sempai le había propuesto.
    ―¿Qué pasa Kaido? ―le preguntó Inui cuando lo escuchó detrás de él.
    ―Vamos.
    ―Quieres ir a entrenar juntos, aún no me has dado tu respuesta.
    ―Sólo vamos ―respondió algo sonrojado.
    Inui sonrió por ello, realmente ya se esperaba la reacción del mayor, no solo lo había observado en la pista, también fuera. No por nada le gustaba el chico del pañuelo, después de tanto observarlo, ya fuese por los entrenamientos o porqué le parecía interesante había acabado por enamorarse de él. Le había hecho feliz que al final Kaido hubiese aceptado jugar a dobles con él. Se fueron de la pista para ir los dos a algún otro sitio. Ya se esperaba lo que pasaría, conocía demasiado bien al menor.
    ―¿Entonces has estado pensando en mis palabras y tienes una respuesta para mí?
    ―S-sí.
    ―Me gustaría escuchar lo que me tienes que decir.
    ―Seamos compañeros de vida.
    ―¿Lo dices porqué yo te gusto o porque te he dado pie a que lo hagas para olvidar a Momo?
    ―Por las dos cosas.
    ―Es decir que me quieres usar para olvidarlo.
    ―N-no. Me gustas.
    ―Quiero escucharlo correctamente.
    ―Yo… He entendido que si acepté jugar a dobles contigo es porque me gustas.
    ―¿Entonces lo de Momo?
    ―Fue solo un error que quiero olvidar.
    ―Yo te haré olvidar ese error, en tal caso ―fue la respuesta del moreno quien se acercó a él para besarlo como había hecho el día anterior.
    Kaido esta vez correspondió al beso que le daba el mayor. Al fin y al cabo acababa de aceptar tener una relación con él y estaba del todo seguro de sus palabras. Aún se le hacía algo incómodo porque no se esperaba ese desenlace pero le gustaba, era una experiencia extraña y muy diferente a como había sido con Momoshiro. Ahora todo quedaba en manos del tiempo quien dictaría si su decisión había sido la adecuada.

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    Habían pasado unos años, ya ninguno de ellos estaba en el Seigaku, todos se habían graduado y el único que seguía con el tenis profesional era Ryoma. El que menos quería ser profesional era el que había llegado más lejos. Fuese por unas cosas u otras los demás habían tenido que dejarlo. Hablando de él, tenía que viajar para las competiciones pero siempre que tenía unos días libres venía a visitar a Momoshiro, con quien aún mantenía su relación. En estos momentos justamente pasaba unos días en casa junto a su novio, con quien se había ido a vivir hacía tiempo. En realidad eso era relativo porque aunque vivían juntos él pasaba más tiempo fuera de casa por los torneos que en ella. Le verdad era que en esos momentos estaba pensando en retirarse del tenis profesional. Ya había conseguido su meta, había ganado a su padre, dejándolo con la boca abierta ya que no es lo esperaba. Y en esos momentos su principal preocupación era el embarazo que estaba teniendo por culpa de Momoshiro que no se había puesto el condón la última vez. A sus 18 años y ya estaba esperando hijos, a eso se le llamaba velocidad. Momo estaba en la universidad estudiando, no le gustaba mucho estudiar pero desde que sabía que Ryoma había quedado embarazado de él, se había puesto las pilas, tenían una familia por mantener.
    Por otro lado Kaido e Inui aún no vivían juntos pero si seguían como pareja. Habían pasado 5 años más o menos desde entonces y al parecer la cosa funcionaba mucho mejor de lo esperado. Inui estaba estudiando su carrera al igual que Kaido. Se veían a menudo y seguían entrenando para no perder su condición física. Ambos estaban en el club de tenis de la universidad e iban a los torneos que podían, siendo aún pareja de dobles, pero era diferente, ambos habían decidido cuál sería el camino que querían seguir y no era el tenis profesional. Ahora solo les quedaba avanzar por ese camino que habían empezado juntos.
    FIN

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    Ahora sí, el final de la historia, jeje, hace años escribí esta segunda parte y se quedó en mi pc, no me acordé de colgarla, xd
  11. .

    Capítulo 9


    Había pasado un tiempo desde la excursión a la montaña, Kai había ido a casa de su novio aprovechando que los padres de este habían salido para disfrutar el final del verano en pareja. Así que habían decidido que era un buen momento para avanzar en su relación. Tenían un paso pendiente. Chiaki estaba un poco nervioso, sería su primera vez como seme. Hasta el momento siempre había sido el uke, y debía admitir que se sentía muy bien serlo. Pero había prometido ser el seme antes de que llegara el siguiente celo de su novio.
    ―Chiaki, ¿Estás preparado?
    ―No lo sé, ¿Y tú?
    ―Yo sí, tengo ganas de que me hagas tuyo de esta manera.
    ―Sinceramente, cuando tú me lo haces se siente muy bien.
    ―Entonces, hazme sentir igual a mí. Quiero sentirte, Chiaki.
    Kai lo abrazó y le dio un pequeño beso de ánimos. Chiaki realmente parecía nervioso y él quería ayudarlo a relajarse. Poco a poco ese beso se fue haciendo más fogoso y sus cuerpos, poco a poco, empezaron a reaccionar a esos besos que se sucedían y a esas caricias que lentamente se iban extendiendo por sus cuerpos. Las ropas poco a poco fueron desapareciendo dejando paso al contacto de la piel de ambos chicos. Los roces les hacían entrar en calor. Sus cuerpos ardían por dentro y por fuera, por el fuego que iba creciendo en su interior. Un fuego llamado deseo. Ambos deseaban al contrario con todo su ser. Ese calor poco a poco se iba extendiendo por la habitación, junto con el olor de las feromonas de ambos.
    ―Kai… ―suspiró Chiaki cuando este le acarició su abdomen y llegó a su pecho.
    Pellizcó un pezón de este y ese suspiro se convirtió en un pequeño gemido. El moreno sonrió por ello y volvió a besar a su novio con deseo. Podía escuchar una voz en su interior que decía que hoy por fin sería el día. Que, por fin, Chiaki iba a poseerlo. La emoción en su cuerpo era inmensa. Ese pensamiento le encendía deseos nuevos. Hasta el momento siempre había sido él quien poseía al castaño, y le gustaba hacerlo. A pesar de todo, también quería experimentar lo que se sentía al entregarse al otro. Chiaki siempre parecía disfrutarlo mucho y le decía que se sentía muy bien, eso le daba curiosidad.
    ―Chiaki, tócame ―le pidió abrazándose a él por el cuello con sus brazos, acercó sus labios a su oreja, susurró sensualmente― por favor, hazme sentir bien.
    El castaño tragó saliva ante eso. Estaba muy caliente. Su mente le pedía a gritos que hiciese suyo a ese moreno, que le tenía locamente enamorado. Esas palabras solo le ayudaban a seguir el ritmo de sus pensamientos. Se sentía algo inseguro, pero realmente quería hacer sentir bien a Kai. Este siempre lo hacía para él y quería corresponderle de esa misma manera. Quería darle el mismo placer que este le daba cuando lo hacían. Las dudas estaban allí. Siempre estaban allí. Las ganas también. Se estaban haciendo compañía en estos momentos, o más bien estaban teniendo una batalla para saber quién sería el ganador.
    ―Está bien ―respondió finalmente tumbando a Kai en la cama debajo de él― lo intentaré, si no lo hago bien, dímelo.
    ―Lo harás bien, estoy seguro.
    Con esas palabras animó un poco más a su Alpha, quien empezó a jugar con uno de sus pezones. Había decidido poner en práctica lo que este le hacía a él. El cuerpo de Kai reaccionó muy bien, parecía muy sensible. Lamió el pezón y le sopló, consiguiendo que el moreno se estremeciera al sentir su aliento en la zona mojada. Se sentía algo frío. El pezón se puso más duro y Chiaki aprovechó para metérselo en la boca y succionarlo un poco antes de morderlo.
    ―Aaah… Chiaki ―gimió por la sensación a la vez que su cuerpo se arqueaba.
    El moreno reaccionaba adecuadamente, y eso le daba confianzas al Alpha. Poco a poco se fue aventurando y llegó hacia el trasero de Kai, el cual estaba un poco humedecido. Estaba seguro de que Kai no estaba en celo, si lo estuviese él reaccionaría a sus feromonas, pero a pesar de todo estaba un poco húmedo. Se preguntó si siempre le había pasado. No le dio mucha importancia en ese momento y solo aprovechó para meter el primer dedo. Entró rápida y suavemente. Estaba bien preparado, quizás se debía a ser omega. Realmente la gente solía decir que el único talento de los Omega era abrirse de piernas para los Alpha. Nunca había pensado de esa forma, le parecía despreciable esa manera de pensar. Pero se tenía que admitir que era genial lo rápido que se preparaban. Sería menos doloroso para él en su primera vez.
    ―Es genial lo preparado que estás, me gusta ―le dijo antes de besarlo.
    Metió un segundo dedo y lo ayudó a dilatar, aunque vio que no era necesario. Finalmente los sacó y llevó su miembro a la entrada de Kai. Este asintió ante la duda de Chiaki, y movió sus caderas para indicar que estaba de acuerdo. Finalmente, el castaño se armó de valor y poco a poco empezó a empujar su miembro hacia dentro. La sensación de sentirse en esa cavidad húmeda y cálida fue mejor de lo esperado.
    ―AAAh… Kai… ―gimió cuando estuvo completamente dentro― se siente muy bien dentro de ti.
    ―Muévete, se sentirá mejor ―le respondió este con una sonrisa satisfecha por sus palabras.
    ―Bien.
    Chiaki obedeció y empezó un pequeño vaivén suave. El moreno se impacientó un poco y le rodeó con sus piernas para ayudarlo a moverse de un modo más rápido y profundo. Chiaki gimió por ello seguido por Kai, quien empezó a gemir cuando este tocó un punto en su interior que le hizo enloquecer de placer. El castaño se sintió motivado por esos gemidos y siguió buscando ese punto, notando como el otro chico se retorcía de placer entre sus brazos.
    Ambos se sentían genial en esos momentos, el placer recorría sus cuerpos y también la felicidad de estar unidos, por fin, de esta manera. Kai había deseado esto desde hacía unos largos meses, y Chiaki desde hacía años, aunque no lo había comentado nunca. El castaño se sentía satisfecho tal y como estaba su relación en esos momentos. Solo con tener a Kai como su pareja ya le hacía feliz, no tenía interés en cambiar nada, por si acaso. Ese era su pensamiento. Su instinto, por otro lado, le pedía cambiar las tornas. Él también quería hacer suyo al moreno, y en estos momentos lo estaba cumpliendo. El gozo y el placer se mezclaban haciendo de este momento, el mejor momento de su vida.
    ―Kai… se siente genial…
    ―Lo mismo digo… Chiaki… más… ―le respondió el moreno entre gemidos.
    El castaño no se hizo de rogar y empezó a moverse más rápido y profundo consiguiendo que ambos estuviesen a punto de correrse. Con unos movimientos más ambos notaron como el calor llegaba a esa zona. Kai se corrió primero, solo unos segundos antes que Chiaki, quien dejó escapar todo en el condón que llevaba puesto.
    ―Ah… ―jadeó después del orgasmo notando su cuerpo cansado por el esfuerzo.
    ―Puedes dejarte caer encima de mí ―le dijo Kai abrazándolo por la espalda, atrayéndolo hacia él poco a poco.
    Chiaki lo hizo. Lentamente se fue apoyando en Kai, dejando descansar su cuerpo encima del moreno, quien lo abrazó con una sonrisa. Le dio un beso donde pudo, y se quedó quieto esperando que ambos descansaran y recuperaran el aliento. Kai no podía estar más contento, y parecía que Chiaki también lo estaba, algo que le hacía más feliz. Al final el castaño había tenido menos dudas de las que él esperaba y había tomado las riendas como todo el Alpha que era. Ahora era su turno de hacer su parte.
    ―Has estado genial ―le premió Kai, a su novio― se ha sentido muy bien. Me gustaría repetir como uke.
    ―¿En serio? ―respondió este con la mirada brillante― ¿Lo he hecho bien?
    ―Sí, me ha encantado. Eres el mejor.
    ―Podemos repetirlo, por mi está bien ―dijo Chiaki emocionado― aunque también quiero ser uke a veces. Me gusta como lo haces.
    ―Por supuesto, podemos ir turnando.
    ―Me parece genial. Te amo, Kai.
    ―Y yo a ti.
    Chiaki salió del interior de Kai en ese momento y se tumbó a su lado acurrucándose en su pecho. Le gustaba estar así, ese era su refugio y se sentía completamente protegido. Kai le envolvió con sus brazos. Se quedaron así un largo rato hasta que finalmente el moreno decidió romper ese silencio.
    ―Tenemos que limpiar las sábanas y hacer de nuevo la cama.
    ―Tú sí que sabes romper un buen momento… ―se quejó el castaño sabiendo que su novio tenía toda la razón del mundo― que pereza…
    Kai rio ante sus palabras. Realmente el chico parecía estar muy cómodo en esos momentos. Los padres de Chiaki se habían ido y quizás tardarían en llegar, o quizás no. Eso era algo que no sabían. Les habían dado su bendición, sí, pero no estaban seguros de que tuvieran permiso para ensuciar las sábanas y no hacer nada al respeto. Seguramente no estarían felices por ello. Y Kai realmente prefería hacerlo antes de que llegasen. Se moriría de la vergüenza si los pillaban a mitad.
    ―Si quieres luego de limpiarnos y limpiar las sábanas podemos volver a la cama a acurrucarnos, pero prefiero limpiar mientras tus padres no llegan.
    ―Tienes razón.
    Como si de un niño pequeño se tratase, Chiaki se levantó a regaña dientes. Kai le siguió y empezaron con la limpieza. Nuevamente, el moreno pensó que quizás saldría más a cuenta hacerlo en el suelo. Para la próxima lo propondría. Esta vez, era su primera vez como uke y no quería hacerlo en el suelo. Por eso no había dicho nada, quizás había sido un poco egoísta. No había podido evitarlo. Le había gustado hacerlo en la cama, y no le dolía nada. Limpiar no era un problema. Solo que perdía tiempo de estar acurrucado con Chiaki y eso no le gustaba.
    Después de limpiar ambos se tumbaron en la cama, esta vez vestidos y preparados por si llegaban los padres del castaño. En estos momentos Kai ya podía dejarse llevar por el momento sin tener que pensar en ese tipo de responsabilidades. Eso le daba mucha pereza. Le gustaba relajarse de este modo con su novio. Tenía la intención de aprovechar todo el tiempo posible.
    ―Kai, gracias.
    ―¿Por?
    ―Por tu ayuda. Me has dado un empujón justo antes de empezar.
    ―No he hecho mucho en realidad, todo lo has hecho tú. Y lo has hecho muy bien.
    ―Me gusta que a pesar de ser un pervertido y un sádico, seas tan dulce y amable.
    ―No sé si sentirme ofendido por lo de sádico o por lo de dulce ―dijo juguetonamente.
    ―Mejor por ninguna de las dos cosas, porqué me gusta que seas así.
    Kai sonrió ante esas palabras, no podría molestarse con el castaño por tan poca cosa. Solo le gustaba jugar a hacerse el ofendido y eso Chiaki lo sabía de sobras. El moreno subió un poco el rostro de su novio y buscó sus labios para darle un tierno beso. Quizás fuese tal y como lo había descrito el castaño, pero esas facetas solo se las mostraría a él.
    ―Mientras te guste no tengo nada que objetar. De todos modos, tú eres el único que conocerá está parte de mí.
    ―Eso espero, no me gustaría verte de este modo con otra persona… ―Chiaki pareció algo triste ante la perspectiva.
    ―No tienes que preocuparte ni ponerte triste. Y menos aún si acabo de decir que eso no pasará… ―aclaró Kai con un pequeño suspiro― Chiaki, yo quiero pasar el resto de mi vida contigo, sé que somos jóvenes y que quizás no sea muy confiable, pero no dudo de mis sentimientos por ti. A los 10 años ya era consciente de mis sentimientos por ti y no han cambiado en estos 7 años. Creo que es tiempo suficiente para poder creer que serán para siempre.
    ―Kai… ―con lágrimas en los ojos el castaño se lanzó a los labios de su novio, dándole un beso, a la vez que un golpe por el ímpetu.
    Cuando Kai se quejó el golpe ambos se echaron a reír. Esa escena había sido muy graciosa. El moreno limpió las lágrimas del contrario y le sonrió. Él no tenía ni la menor duda de los sentimientos de este. Sabía que Chiaki lo amaba y era consciente de todo lo que había hecho por él. De sus sentimientos, de sus cambios… de todo… Por eso no necesitaba que el castaño les respondiera a sus palabras. En el fondo Kai era dulce con Chiaki, aunque solo lo era con este.
    Cuando los padres llegaron a la casa, ambos salieron a recibirlos con una gran sonrisa. Ambos padres se miraron unos momentos, notando un cambio en ese par. Parecían más felices de lo usual. Por un momento sintieron un escalofrío. ¿Podría ser que…? Disimuladamente miraron el cuello de Kai, no parecía tener ninguna marca, eso les alivió. No estaban en contra, solo pensaban que era demasiado pronto. Primero deberían de acabar la universidad, tener un trabajo, un hogar propio, ser independientes y, sobre todo, estar completamente seguros de que eso era lo que querían.
    ―¿Ha pasado algo bueno? ―preguntaron algo curiosos, finalmente.
    ―No, solo hemos estado todo el día juntos, y eso es suficiente.
    Ambos padres notaron que escondían algo tras esa respuesta, pero no indagaron más. Era la intimidad de los chicos. Mientras no hubiesen cometido ningún error todo estaría bien. Después de hablar un poco con los padres, Kai regresó a su hogar y Chiaki a su habitación. Esa noche, ambos durmieron como nunca. Cansados y satisfechos, además de felices. Ninguno de los dos había imaginado que un cambio de rol podría hacerles tan felices. Ahora lo estaban descubriendo y pensaban que no sería mala idea repetir. Con eso en sus mentes se durmieron.
    Los siguientes días, fueron tranquilos. Con algunas salidas, algunos momentos de sexo, y finalmente la preparación para regresar a la etapa escolar. Iban a empezar la universidad y eso era un nuevo mundo. Nueva gente, nuevos horarios, habrían muchos cambios. Chiaki empezaría la carrera de psicología, mientras que Kai empezaría ingeniería. No se podrían ver durante las clases. Irían a facultades diferentes, así que solo podrían verse cuando estuviesen en casa o en algún momento puntual. En resumen, muy poco tiempo.
    ―Casi no podremos vernos ―comentó tristemente Chiaki mientras preparaban las cosas.
    ―Cierto, no estudiaremos juntos.
    ―Sí.
    ―Estaremos en el mismo campus universitario, pero en facultades un poco lejanas. Es muy grande el campus. Supongo que no podremos vernos demasiado por allí...
    ―¿Te apuntarás a algún club? ―preguntó Chiaki interesado.
    ―No, no sé qué clubes hay, pero igualmente no lo haré, porque entonces tendré menos tiempo para verte.
    ―Kai… Te echaré de menos.
    ―Nos veremos cada día, vendré a verte, aunque sea a media noche.
    ―Eres tan tierno ―exclamó el castaño lanzándose al cuello del moreno.
    ―Me lo dices muy a menudo, que soy tierno.
    ―Porque es la verdad.
    ―Intentaré acostumbrarme a ello.
    Chiaki le dio un beso y se acurrucó en su pecho como si fuese un gatito. Le gustaba estar así con su novio. Se sentía tan protegido y tan bien. Le preocupaba que alguien más descubriera esa parte de Kai. ¿Y si alguien más se enamoraba del moreno? ¿Y si encontraba su destinado? Entonces, Kai lo dejaría por esa persona… No quería que eso pasara. Le daba miedo ir a la universidad y separarse del moreno. Sin darse cuenta empezaba a tener miedo y a odiar la universidad, aunque ni siquiera la había empezado.
    ―No te enamores de nadie más. Prométeme que no me dejarás, aunque conozcas a tu destinado.
    ―Chiaki, ¿de nuevo?
    ―Es que me da miedo que eso pase y me dejes.
    ―Eres demasiado inseguro… ―Kai suspiró y pensó en que decir― no te preocupes, no creo que haya persona más destinada para mí, que tú. Así que no pienses en esas cosas.
    ―Gracias.
    ―Me preocupa más el hecho de que tu atraigas a miles de personas y que no te dejen tranquilo, tú no te das cuenta, pero las personas en seguida se fijan en ti.
    ―No lo creo, soy bastante normalito.
    ―No es cierto, eres muy guapo, y siempre has tenido gente que quería estar contigo. Te coqueteaban incluso delante de mí. Como Noah, o las chicas de la playa, los chicos del centro comercial… y tendría varios ejemplos más.
    ―¿Tú crees?
    ―Sí, así que tienes que cuidarte bien. No estaré yo para protegerte, tendrás que hacerlo tu solo. Por lo tanto, preocúpate más por ti que por mí.
    ―Si tú lo dices, iré con cuidado. No quiero que te preocupes por mí.
    ―Buen chico.
    Kai le acarició la cabeza al castaño y este sonrió. Estaba feliz por esas palabras, como siempre, su novio se preocupaba por él. Era tan tierna esa parte del moreno… no quería que nadie más la conociera. Se esforzaría por ser suficiente para Kai y que este no tuviera necesidad de hacerlo con alguien más. Después de repasar este pensamiento se dio cuenta de que el moreno no estaría feliz por el cauce de estos. Volvería a decirle que no tenía que preocuparse por eso, que todo estaría bien y que a él le gustaba tal y como era. Se sonrojó por esos nuevos pensamientos y se acurrucó un poco más, esta vez algo avergonzado y feliz.
    Su novio tenía razón, tenía que dejar de ser tan negativo y tan inseguro. Debía de avanzar, por Kai y por el futuro. En el trabajo también tendrían que conocer otras personas y no podía ir con esas inseguridades por el mundo. Sería bueno para todos que dejara de pensar en ese tipo de cosas y se centrara más en avanzar. Una de sus “misiones” durante la universidad, aparte, de sacarse la carrera, era aprender a crecer como persona y como Alpha, para poder tener un buen futuro, junto a Kai. Ese sería su nuevo propósito.
    FIN
  12. .

    Capítulo 8


    Pasaron unos días después del incidente con Noah. Kai había ido al médico para pedir las medicinas para el celo, ahora que le había llegado el primero tendría que tomar ciertas pastillas para evitar algún desastre. No se podía evitar, cuando se era omega se tenía que ir con mucho cuidado con el tema, pasarse con el medicamento era malo para salud. Y no tomarlo hacía que los Alpha quisieran atacarte, al menor síntoma de celo. Kai pensaba que todo eso era un rollo, tener que recordar el tiempo de tomar las pastillas y el tener que estar siempre preocupado por si el celo le llegaría o no. No sabía si tendría un celo regular o no.
    ―Paso de preocuparme, la cosa es llevar las pastillas y el collar a mano por si pasa algo usarlos rápidamente ―se dijo a si mismo decidido.
    Se había comprado una riñonera para poder poner las cuatro cosas esenciales. De paso aprovechaba para llevar el móvil, la cartera y las llaves. No cabía mucho más en ella, aparte del collar y las pastillas. Era lo suficientemente grande para llevar eso, pero lo suficientemente cómodo para que no le molestase y para que pudiese encontrar las cosas rápidamente. El médico le había asegurado, que mientras no viese a su persona predestinada, las pastillas tendrían el celo a ralla y que no tendría demasiados problemas para llevar una vida normal. También le había dicho que si no era así, solo tenía que regresar y buscarían un medicamento más adecuado o unas dosis diferentes.
    ―Mama, voy a ir a ver a Chiaki ―le comentó a la mujer que lo había acompañado al médico.
    ―Está bien, pero no te olvides de tomar el medicamento.
    ―He puesto una alarma en el móvil, cada día a la misma hora. Cuando me llegue el celo ya veré como lo hacemos para las otras pastillas.
    ―Bien, nos vemos más tarde.
    ―Sí.
    Dicho esto el moreno tocó el timbre de la puerta de al lado de la suya. El castaño le abrió la puerta y le sonrió en cuanto le vio. Le dejó pasar y fueron a la habitación, después de saludar a los padres de este. Kai le explicó lo que le había contado el médico tanto de las pastillas como de la persona destinada. Era un tema que en estos momentos sí que les interesaba un poco. Después de ser conscientes de la reacción de ambos durante el celo del moreno, habían tenido dudas.
    ―El doctor me ha dicho que no tiene nada que ver con ser destinados, que si lo fuésemos mi celo no habría tardado tanto en llegar.
    ―¿En serio?
    ―Sí, pero también ha dicho que cuando amas a alguien su celo te afecta más. Porque aparte de las feromonas, la parte física de la ecuación, también influye el amor, la parte emocional.
    ―En terminología de gamer, sería un x2 ―constató Chiaki, al escuchar la explicación de Kai.
    ―Correcto. Tú sueles ser más resistente al celo de los otros omega, porque me amas a mí. Digamos que ese sentimiento bloquea un poco tu reacción, aunque no tu instinto físico.
    ―Tengo la reacción física, pero mi mente lo bloquea por qué no eres tú, entonces podría ser un x0,5.
    ―Sí.
    ―No sabía que el amor podía influir tanto en las reacciones del celo.
    ―Al parecer es un estudio que se ha hecho recientemente y aún no se explica en las escuelas ―ambos se quedaron un poco pensativos y Kai aprovechó eso para añadir― también le he preguntado porque solo pensaba en ti durante el celo y me ha dicho que es por lo mismo. Que mi cuerpo deseaba un Alpha, como omega en celo, pero que mi mente solo quería que fueses tú porque te amo.
    ―Al parecer no somos destinados, pero tampoco es necesario.
    ―Eso parece. Nuestro amor podría rivalizar con el de los destinados y ganar ―convino Kai orgulloso de ello―así que puedes morderme sin más porqué vamos a estar juntos para siempre.
    ―K-Kai…
    ―¿Aún tienes dudas?
    ―No, pero… aún somos muy jóvenes, quiero esperar un poco más.
    ―Es algo que debemos hacer cuando ambos estemos preparados, esperaré a que lo estés.
    ―Gracias y perdona.
    ―No te preocupes, tonto, todo está bien.
    ―Sí.
    Kai besó a Chiaki para darle un poco de ánimos. No lo había hecho con esa intención, pero con sus palabras había presionado a su Alpha. El castaño respondió al beso de Kai, dejando que este marcara el ritmo. Como siempre se sentía una carga para el moreno. Siempre era él quien tenía dudas, quien lo hacía esperar y quien recibía más atenciones por parte de su novio. Este era tan amable, que nunca se enfadaba con él. Siempre esperaba a que él estuviese preparado y se adaptaba a su ritmo. Quizás el moreno lo estaba malcriando demasiado, pero era algo que agradecía enormemente.
    A pesar de todo Chiaki quería que su novio fuese feliz, y si eso implicaba forzarse un poco a mejorar, lo haría. Por él estaba haciendo los cambios. Porque él le daba fuerzas con su apoyo incondicional. Porque sabía que era lo mejor para el moreno, estaba sacando su valor para decirle al mundo quien era en realidad. Y le estaba costando. A pesar de todo, los cambios no eran fáciles, y estaba haciendo esperar a Kai. Como de costumbre, él no se quejaba y solo estaba junto a él, ayudándolo.
    ―Te quiero, Kai.
    ―Yo también te quiero.
    ―Esto… siento hacerte esperar… pero necesito más tiempo, para poder cambiar y ser un Alpha digno de ti.
    ―No entiendo el significado de “un Alpha digno de mí”. Porque para mí eres perfecto tal y como eres.
    ―No es cierto. Soy muy lento, siempre tengo dudas y miedos. No puedo apoyarte como tú lo haces conmigo y ni siquiera sé si podré serte de ayuda en un futuro.
    ―Creo que te exiges demasiado. Está bien ser lento, porqué significa que no haces las cosas porqué sí o porqué te dejas influenciar. A mí no me molesta esperar. A parte, aunque sea lento vas avanzando y te esfuerzas. Yo he visto como has ido cambiando estos días. Te vistes de chico más a menudo y no estás tan nervioso, te comportas más como tú mismo. Se nota que haces tu mejor esfuerzo en ello. Y aunque seas lento, lo importante es el querer esforzarse y eso lo haces.
    Chiaki escuchaba las palabras de su novio, las cuales, como siempre, conseguían salvarle. No sabía cómo lo hacía, pero siempre sabía que decir para que él se sintiera mejor. No podía imaginar su vida sin el moreno. Se abrazó a su novio y escondió su rostro en su cuello. Estaba sonrojado y algo lloroso. No sabía si era por ese sentimiento de inferioridad o si por las palabras de su novio, pero en esos momentos no podía estar en un mejor sitio que allí.
    ―No entiendo como hemos llegado a esto, si solo venía a contarte mi visita al médico ―comentó Kai mientras abrazaba al castaño.
    ―Yo tampoco lo sé.
    ―Creo que aún queda un rato antes de la cena, ¿quieres que juguemos un poco?
    ―¿A qué? ―preguntó Chiaki separándose de él.
    ―A ver… vamos a ver los juegos de la play que tienes, a ver cuál nos apetece a ambos.
    ―Bien.
    Mientras jugaban entró el padre de Chiaki a la habitación y les informó de que era mejor que dejasen de jugar para ir a cenar y dormir. Al ver la hora ambos chicos se extrañaron. Era muy pronto, aún. El padre les explicó que irían a la montaña al día siguiente. Habían acordado eso con los padres de Kai, y que para llegar a una buena hora tendrían que madrugar. Eso sorprendió a los chicos.
    ―Entonces, acabamos esta pantalla y me iré.
    ―De acuerdo.
    Y sonó la alarma del móvil de Kai, la cual asustó a los presentes. Incluido al moreno. Se levantó y fue a la cocina a buscar un vaso de agua. Era la hora de la pastilla. Sólo era el primer día y ya se le estaba haciendo algo pesado. Después de lavar el vaso regresó junto a Chiaki. Ambos terminaron con el juego y se despidieron con un beso.
    Al día siguiente, se levantaron realmente pronto. A las 5 de la madrugada los padres los levantaron y los hicieron poner en pie. Sin más se vistieron y cogieron el coche. Ambos se durmieron en el coche durante el viaje. Al cabo de unas horas los despertaron para desayunar. Habían parado en un pueblo que había de camino y habían encontrado un sitio donde tomar el desayuno y algún café que otro. Estaban todos bastante somnolientos, y los que conducían debían de evitar dormirse al volante.
    A partir de ese momento el trayecto fue más animado. Entre cantar y hablar, se notaba que todo el mundo estaba más despierto. No era nada raro que sus padres planearan mínimo una visita a la playa y otra a la montaña, pero normalmente no iban a una tan lejana. Ambos chicos estaban un poco sorprendidos y tenían algo de curiosidad.
    ―¿Dónde vamos?
    ―A la montaña, esta vez hemos decidido ir a una más alta.
    ―Pero… ¿porque tan lejos? ―insistió Kai.
    ―Estuvimos mirando y esta nos pareció interesante.
    ―Es una montaña… todas son parecidas.
    ―Esta tiene algo especial, ya lo veréis.
    Los chicos se miraron pensando que eso era algo extraño, pero no le dieron más vueltas. Siguieron su viaje hablando y cantando como antes, hasta que finalmente llegaron al aparcamiento del pie del camino de la montaña. Allí se repartieron las mochilas y empezaron a subir por el camino. Kai a parte de la mochila llevaba su riñonera con sus pastillas, mejor tenerlas a mano por si acaso.
    El camino fue tranquilo, sin contratiempos. Con momentos de subida y otros más llanos. Algunos disfrutaban más la subida y el paisaje que otros, pero al final todos llegaron a la cima del camino. Kai siempre se preguntaba que tenía de bueno hacer estas excursiones tan agotadoras. Era una costumbre de cada año, y a pesar de todo no se acostumbraba.
    Cuando por fin se fijó en el lugar, se dio cuenta de que había un pequeño templo. No se le veía muy popular, estaba algo descuidado aunque tampoco parecía que tuviese que derrumbarse. Se veía baste nuevo, en realidad. Se acercaron y leyeron la nota informativa.

    Templo en honor a Hinata,
    la Diosa del Amor Homosexual
    y las relaciones intergenero.
    Quién haga una ofrenda aquí,
    conseguirá la bendición
    para un amor eterno y feliz.


    Ambos se miraron después de leer esto. ¿De verdad sus padres los habían traído a un lugar como este? Miraron a los cuatro adultos y estos sonreían, entre divertidos y traviesos. Después volvieron a mirarse y sonrieron. Ya que estaban no perdían nada por hacer una ofrenda y un rezo a esta Diosa desconocida. Kai no creía que fuese necesario eso, porqué su amor eterno y feliz ya estaba más que demostrado, pero no estaba de más tener la bendición de una Diosa.
    Al acabar de rezar regresaron con sus padres que esperaban a cierta distancia. Suponían que tendrían que darles las gracias. Se habían preocupado por ellos y los habían llevado para darles más seguridad. Ellos también habían vivido esos momentos algo turbulentos de su relación. De algún modo les afectaban estas cosas como padres y madres de ambos chicos. Y también habían querido dar su ayuda y apoyo de algún modo. Los chicos se sintieron agradecidos por ello, quizás más Chiaki, quien se sentía más inseguro de los dos.
    ―Muchas gracias por esto ―les agradeció el castaño con una sonrisa.
    ―Gracias ―fue el agradecimiento de Kai― realmente me ha sorprendido encontrar este templo.
    ―Es una Diosa poco conocida y su templo ha sido construido hace poco, pero espero que os dé su bendición ―explicó el padre de Kai acariciando la cabeza de su hijo.
    ―Ya soy mayorcito, padre… ―se quejó este.
    ―Somos conscientes de todas las dudas que habéis tenido estos días, por el cambio de Chiaki y el celo de Kai, y queríamos ayudar de alguna forma ―la madre de Kai se acercó para abrazar a su hijo.
    ―Mama, tu también…
    Chiaki se rió por las quejas de Kai, y se puso a llorar de la alegría de saber que tanto sus padres como los de Kai aprobaban su relación. Siempre había dudado sobre eso y pensaba que los mayores eran algo reticentes, pero al parecer ya no era así, y ahora se sentía mucho más seguro. Se acercó a su madre y se abrazó a ella entre lágrimas de alivio y felicidad.
    ―Chiaki tiene tu misma edad y no le importa.
    ―Pero él es así, yo soy diferente.
    ―Sí, Chiaki es más dulce que tu ―le dijo su madre al moreno.
    ―¿Y que con eso? A mi me gusta que lo sea, pero yo no puedo ser como él.
    ―K-Kai…
    Los padres de ambos rieron por la escena, y decidieron dejar de tomarles el pelo a los niños para iniciar un paseo por el lugar y buscar un sitio donde comer antes de regresar. Se habían levantado pronto porqué era excursión larga y tendrían que darse prisa si querían llegar a casa no muy tarde. A pesar de todo había valido la pena porque los niños estaban más animados y era el objetivo de la salida.
    Después de la comida emprendieron el camino de regreso hacia el coche. Había sido la mejor salida a la montaña en años, según Kai. Aunque a él no le gustaba mucho ir a la montaña. No le veía el punto a cansarse para nada. Él era más de ir a dar una vuelta, y a la playa. Al menos allí podía refrescarse en el mar cuando tenía mucho calor. Y recordar la última salida le hacía sonreír. Sobre todo por el juego que había mantenido con Chiaki.
    ―¿Porque sonríes, Kai? ―le preguntó su novio viéndolo con curiosidad.
    ―Pensaba en el día de la playa, y en que por primera vez me ha gustado una salida a la montaña.
    ―Me alegro de que lo hayas pasado bien el día de hoy ―Chiaki después de decir esto le sonrió alegremente.
    Cuando por fin llegaron a casa se sentían realmente cansados. Había sido un día cansado, pero también lleno de emociones que les hacían sentir felices. Sus padres se preocupaban por ellos, por su relación y su futuro. Los querían y los animaban a seguir con sus sentimientos y sus sueños. No podían desear más. Además, estaban seguros de que su relación duraría para siempre, con marca o sin marca. No era esencial que Chiaki mordiese a Kai. Y tampoco había prisa, tenían muchos años más por delante. Con esos pensamientos ambos se fueron a dormir, cada uno en su casa.
    Continuará...
  13. .

    Capítulo 7


    Al acabar el celo de Kai, este salió de su casa, al fin, y se dirigió a casa de su querido novio. Tenía muchas ganas de verlo. Durante todo su celo, lo había visto muy poco. Chiaki se aseguraba de no pasar mucho rato para mantenerse calmado. Ahora que ya había pasado ya podría verlo sin que este huyera de él. Los padres de Chiaki lo saludaron y lo dejaron pasar con una sonrisa. Era lo habitual. Hablaron un poco, le preguntaron cómo estaba y después le dijeron que Chiaki estaba en su habitación.
    ―¿Puedo pasar? ―preguntó abriendo la puerta y asomando solo su cabeza.
    ―Kai ―exclamó el castaño feliz― pasa, ¿Estás bien, ya?
    ―Sí, mi celo ha terminado.
    ―Que bien ―Chiaki se acercó a Kai y lo abrazó fuertemente, sentía que debía de recargar energías― te he echado de menos.
    ―Y yo a ti.
    Kai aspiró el olor de Chiaki, y pudo hacerlo sin notar como se humedecía o se le acrecentaba el celo. Al ser su primer celo, aún estaba dubitativo. Sus padres al ser beta no podían ayudarlo, ya que no sabían tanto del tema. Así que se basaba en la experiencia. Sí, definitivamente su celo había acabado. Y estaba con ganas de salir a dar un paseo.
    ―Chiaki, salgamos.
    ―¿Dónde?
    ―No importa, llevo varios días encerrado en casa, y son vacaciones de verano, quiero ir a algún lugar contigo.
    ―Como quieras, pero primero quiero darte algo.
    ―¿A mí? ¿El que?
    ―No sé qué opinarás de esto, la verdad, solo… es que tuve miedo cuando te llegó el celo, miedo de mí.
    ―No te entiendo.
    ―Hablé con mis padres, y yo no quiero quitarte tu vida, tu oportunidad de escoger y no quiero que en un futuro te arrepientas de nada.
    ―Chiaki, le estas dando muchas vueltas al tema ―le respondió entendiendo un poco más por donde iban los tiros.
    ―La cuestión, que quiero que te pongas esto cuando estés en celo, por favor ―le dijo al fin acercándole una caja.
    Kai vio a su novio y después la caja. Por las palabras de este había entendido perfectamente a lo que se refería. Era un collar. Tenía miedo de morderlo en contra de su voluntad y se lo había comprado. No sabía si sentirse agradecido o si enfadarse. Él ya le había dicho a Chiaki que no había problema en que él lo mordiera. No era el celo quien hablaba, era él. Desde que le habían dicho que era omega, que se había mentalizado y había estado de acuerdo en que el castaño lo marcara. Al parecer este no estaba seguro. Realmente podía entender que era una carga demasiado pesada, pero por otro lado pensaba que quizás Chiaki tenía dudas.
    Tenía toda la razón de ser, porque a pesar de saber que eran Alpha y Omega no habían comentado nada sobre el tema anteriormente. No habían hablado porque realmente querían esperar a que fuese necesario. Empezar a darle vueltas a las cosas cuando aún no pasaban solo acrecentaba los problemas y ya habían tenido suficientes en estos últimos años. Por cada cambio de Chiaki, había habido lágrimas del castaño por estar “masculinizándose”. Todo un drama. Sólo quedaba sumarle el tema de Alpha y Omegas, cuando aún no había llegado el momento. Pero ahora sí había llegado. El primer celo había causado estragos en esos días y tocaba solucionar los malos entendidos y los problemas.
    ―¿Me amas? ―le preguntó Kai, cogiendo la caja y abriéndola para ver ese collar.
    ―Claro que te amo.
    ―En este caso, pon tu huella.
    ―¿Qué? ―preguntó Chiaki algo asustado― No. No. No. Justamente este collar es para protegerte de mí.
    ―Pero yo no quiero que me protejas de ti mismo. Yo también te amo.
    ―Somos muy jóvenes aún, ¿y si cambias de opinión? ―preguntó Chiaki de nuevo― si te marco y luego quieres dejarme, no podrás.
    ―¿Y si no quiero dejarte?
    ―Esto es lo que dices ahora…
    ―Chiaki, confía en mis sentimientos.
    El castaño miró hacia abajo. Siempre estaba preocupado por su relación. Él estaba dispuesto a cualquier cosa por su novio, pero eso le asustaba. Ya habían tenido pequeños problemas por ello antiguamente, y al final todo acababa en miedos infundados. Otra vez le debía una disculpa a su novio por dudar de él. Estaba seguro que al final Kai se cansaría de él por inseguro.
    ―Lo siento.
    ―Está bien, no pasa nada.
    Kai se le acercó y lo abrazó de nuevo. Esta vez el castaño apoyó su frente en el hombro de su novio y se quedó quieto intentando no llorar. Siempre acababa igual, lloriqueando por cualquier duda, y con el moreno dándole consuelo. Debía de cambiar eso. Si quería poder ayudar a Kai, tenía que dejar todas esas inseguridades de lado y volverse un Alpha confiable.
    ―Entonces, ¿Qué hacemos con el collar, Chiaki?
    ―¿Podemos pensarlo mientras no llega tu próximo celo? ―respondió este con voz floja.
    ―No sabemos cuándo será esto, sabes que al final el celo tiene un ritmo propio según el omega… y no sabemos si mi celo será regular o no.
    ―Tienes razón.
    ―Chiaki, no te voy a obligar a ello. Si no quieres, pondré la mía, simplemente.
    ―Perdona, Kai. Al final solo te traigo problemas.
    ―No te preocupes, no es ningún problema, pero a cambio, el día que me lo quite, tú me morderás, ¿de acuerdo?
    ―Eso es trampa, porque podrías hacerlo en tu próximo celo ―se quejó un sonrojado Chiaki mirando a su novio con un puchero.
    ―Tienes razón ―respondió Kai aguantando la risa al ver a su novio de ese modo― eres tan lindo.
    El moreno no pudo más y se acercó a Chiaki para darle un buen beso. Poco a poco lo fue tumbando en su cama. Dejó el collar en cualquier sitio y se dedicó a besar a ese hermoso castaño que tenía debajo de él. Chiaki se abrazó a él y correspondió a los besos con un fervor que sorprendió un poco a Kai. Interiormente sonrió pensando que eso se debía a la abstinencia. Durante estos días no se habían visto casi nada, y lo que eran abrazos y besos los justos y necesarios.
    ―Hmm… Kai… más…
    ―¿Quieres que lo hagamos?
    ―Si tú quieres por mi está bien ―respondió mirando a los ojos a su novio.
    ―Entonces, ya sabes lo que va a pasar. Te voy a comer enterito.
    Kai volvió a besar a su novio, degustándolo como si hiciese siglos que no probaba su boca. También aprovechó para meter mano y desnudar al castaño, quien se dejó hacer. Sus besos fueron bajando para encontrarse con un cuerpo muy receptivo. Los pezones de Chiaki reaccionaban más rápido de lo normal. Lamió, mordió y succionó uno de los pezones, pasando su lengua suavemente durante el mayor tiempo posible. El cuerpo debajo de él se retorcía por el placer. Le encantaba cuando reaccionaba así. Con un camino de saliva se acercó al otro pezón para darle el mismo trato que su gemelo. Con su otra mano fue apretando el primer pezón, el cual estaba bien erecto y duro, preparado para la acción.
    En cuanto acabó con su pecho volvió a subir para besarlo de nuevo. Necesitaba esos besos. Después de tantos días casi sin ninguno, lo que más necesitaba era recuperar los besos perdidos. Chiaki también los necesitaba, se le notaba. Estaba ansioso por sentir más besos y más caricias por parte de Kai. Abrió un poco las piernas para dejarle más espacio al moreno y este se apartó un momento de sus labios.
    ―Chiaki, ¿no te gustaría ser el seme?
    ―Ho-hoy no ―respondió este con firmeza― te necesito dentro, por favor.
    ―Como quieras.
    Kai sonrió ante la respuesta de su Alpha y siguió a lo suyo. Volvió a besarlo como si no hubiese un mañana, a la vez que llevaba uno de sus dedos a la entrada del castaño. Solo la rozó, sin más, acariciando dicho sitio consiguiendo un pequeño estremecimiento por parte de su novio. Era tan adorable. Parecía buscar más de ese contacto. Eso le enternecía mucho a la vez que le ponía más cachondo.
    Finalmente soltó sus labios y dirigió su rostro hacia abajo. El miembro de Chiaki hacía un buen rato que estaba duro a la espera de recibir atención por parte del moreno. Cuando notó un lametón por parte de este, el miembro dio un salto como pidiendo más. Esta parte de Chiaki también estaba deseosa de más. Con ese movimiento casi se había metido en la boca de Kai, por sí mismo. El moreno sonrió y cumplió metiéndolo en su boca de lleno para empezar el vaivén por toda su extensión.
    Los gemidos de Chiaki se escuchaban algo apagados. Este se había tapado la boca con la almohada para evitar que sus padres lo escucharan. No sería agradable tal cosa. Kai no pudo evitar pensar que cada cosa que hacía el castaño se le antojaba más tierna que la anterior. Era algo inevitable y dudaba de que algún día quisiera cambiar su novio por cualquier otra persona. Nadie podría ser tan adorable como el castaño.
    Soltó el miembro de su novio, que aún seguía prisionero en su boca, y lo miró con una sonrisa. Ahora venía lo bueno. Él también estaba duro. A pesar de que llevaba días en celo, y que se había corrido en varias ocasiones, no era lo mismo sin Chiaki. Su cuerpo estaba reaccionando por el castaño, sin ningún celo de por medio. Como había pasado habitualmente. Con las sensaciones de siempre, y no esa locura que le había invadido durante los días anteriores. Todo se sentía tan normal en esos momentos. Y lo agradecía.
    ―Chiaki, te amo.
    Después de dilatar un poco el trasero de su novio y de desnudarse, se introdujo en él. No hacía tanto tiempo que lo habían hecho por última vez, y Chiaki estaba muy acostumbrado. Llevaban varios años siendo sexualmente activos, y hasta el momento el castaño siempre había sido el uke. Su cuerpo estaba impaciente y lo había recibido perfectamente. Le había dejado entrar envolviéndolo perfectamente, amoldándose a su forma, ya conocida. Dio un jadeo de placer al estar dentro del castaño. Siempre era maravilloso notar esa sensación apretada pero suave a la vez. Empezó a moverse por esa estrechez, a la vez que las caderas de Chiaki le seguían el ritmo.
    Ambos sentían que se volverían locos, pero era una locura distinta a la de los otros días. Era algo que se podía controlar. Algo que ambos disfrutaban. Nadie sufría allí, solo había placer. Tanto el placer físico como el placer emocional de sentirse uno con la persona amada. Los movimientos fueron aumentando sin que ninguno de los dos pudiese evitarlo, perdidos como estaban en ese placer que se brindaban mutuamente. Muy a duras penas se recordaron de mantener sus voces bajas para que no los escucharan los padres del castaño. Finalmente, ambos se corrieron.
    Pasados unos segundos en los que ambos recuperaron la respiración, Kai se acercó a su castaño para besarlo en los labios. Este se había apartado la almohada para poder respirar mejor y se había encontrado con los labios de su novio. Siguieron besándose un rato más hasta que finalmente Kai salió del interior de Chiaki y se tumbó a su lado. Se sentía realizado. Había sido mucho mejor que el trabajo manual que se había sentido obligado a realizar durante esos días de celo.
    ―Chiaki, para el próximo celo, quiero que me comas tu a mí.
    ―Preferiría hacerlo una vez antes, si no te importa. Es que no quiero que nuestra primera vez al revés sea por el celo.
    ―Por mí está bien, esperaré impaciente por el momento.
    ―Gracias.
    ―De nada. Te amo, Chiaki.
    ―Y yo a ti, también te amo.
    Descansaron un poco para recuperar fuerzas. Ambos habían quedado sin ropa y estaban algo sucios por el semen y el sudor. No les incomodaba eso. De hecho, el olor que quedaba en el ambiente en esos momentos era algo excitante y les embriagaba. Pero ya lo habían hecho y el plan no era encerrarse en la habitación para follar como conejos. Kai quería salir a pasear.
    ―Al final, ¿Salimos a dar una vuelta o no?
    ―Sí, nos limpiamos y vestimos, y salimos.
    ―Gracias.
    Kai se levantó de la cama dispuesto a limpiarse para poder vestirse. Chiaki lo siguió un poco dudoso. Aún no sabía cómo vestirse. Se limpiaron bien y ambos empezaron a vestirse. Kai con más seguridad, cogiendo su ropa que estaba tirada por el suelo y la cama, y Chiaki mirando su armario. Miraba sus vestidos y su ropa de chico alternativamente. En cuanto el moreno acabó de vestirse se fijó en ese detalle.
    ―¿Aún tienes dudas? ―le preguntó abrazándolo por la cintura desde atrás.
    ―Sí…
    ―Chiaki, estás muy guapo como hombre, quizás demasiado, para mi gusto. Es por eso que atraes la mirada de las personas, no debes tener miedo.
    ―Gracias, Kai.
    El castaño se soltó y se puso a buscar la ropa para ponerse en estos momentos. Un pantalón y una camiseta. De mientras Kai buscó el collar que le había regalado y se lo puso. Lo cerró con su huella dactilar. Ahora solo lo podría abrir él. Era algo renuente a llevarlo por la calle, era algo así como anunciar a todo el mundo que era omega. Después de mirarse en el espejo, decidió quitárselo. Lo llevaría en el bolsillo y en caso de necesidad se lo pondría. Por el momento quería seguir haciendo su vida con total normalidad.
    ―¿Por qué te lo quitas? ―le preguntó Chiaki a medio vestir.
    ―No quiero ir diciendo a todo el mundo: mírame soy omega y tengo miedo de que me muerdan ―respondió Kai simplemente― si veo que me llega el celo me lo pondré.
    ―Entiendo.
    ―¿Estás vestido, ya?
    ―Sí, deja que me ponga los zapatos.
    ―Vale.
    Chiaki acabó de vestirse y por fin salieron a la calle. Kai vio la luz del sol con una sonrisa. Se había cansado de estar en su habitación sintiendo esa extraña excitación casi todo el tiempo. Salir a la calle con total normalidad, era un placer en esta vida. Era maravilloso. El castaño a su lado, lo vio sonreír y eso le hizo algo feliz. Sin preguntar ni nada le cogió la mano al moreno, en un acto de valentía. Este se sorprendió un poco al principio. No se esperaba que su novio hiciese tal cosa. Se acercó y le dio un beso en los labios.
    ―Me hace feliz que vayas avanzando poco a poco, no esperaba que me cogieses de la mano, vas vestido como un chico.
    ―Lo sé, pero he decidido cambiar, ni que sea poco a poco, y este es un primer paso.
    ―Eres el mejor.
    Cogidos de la mano empezaron a andar sin rumbo por las calles. Hablaron de cosas sin importancia, riendo de tonterías y pasando el tiempo en pareja, como Kai había pensado hacer algún día. Cuando Chiaki vestía como chica, era lo normal, pero cuando vestía de chico, todo solía ser algo más sombrío. Ese día el castaño se estaba superando a si mismo. Hablaba con naturalidad y no parecía tan nervioso. Kai estaba muy sorprendido por ese avance tan grande, después de todo el drama del día de la playa y de las compras.
    ―Kai, ¿Qué haces cogido de la mano de un chico? ¿Estás traicionando a Chiaki?
    Ante esas palabras ambos chicos se giraron hacia la voz, que provenía de un chico que salía de una tienda. Era Noah. La primera reacción que tuvo el castaño fue la de esconderse detrás de Kai. El moreno solo rodó los ojos y suspiró. Llegaba la hora de dar explicaciones. Bien, ya que no se podía evitar lo haría directamente. No tenía lógica intentar darle vueltas al tema.
    ―No estoy engañando a Chiaki, porque este chico es Chiaki.
    ―Te crees que soy tonto, ¿Verdad? Cómo voy a creerme que la preciosa Chiaki es este chico… Es solo una excusa.
    ―No lo es. ¿Verdad Chiaki?
    ―Esto… ho-hola, Noah.
    ―¡¿CHIAKI?! ―gritó incrédulo el otro castaño con los ojos como platos.
    ―S-sí.
    ―Me estáis tomando el pelo, ¿verdad? No puede ser, mi dulce Chiaki es un chico… ―Noah estaba empezando a llorar, y Kai suspiró ante ese drama que estaba llegando.
    ―Chiaki nunca ha sido tuyo, primer punto, y segundo, sí puede ser, porque siempre ha sido así.
    ―¿Pero entonces porqué vestía como chica? No lo entiendo ―preguntó lloriqueando por el shock.
    ―Es una historia larga, si quieres vamos a tomar algo y te lo explicamos todo.
    Noah aun llorando asintió con la cabeza. Kai volvió a suspirar. Ahora que Chiaki había hecho esos avances, con la llegada de Noah, volvía su inseguridad. Su cita se había ido al traste por culpa de ese castaño enamoradizo. Suerte que venía con ánimos después de haber tenido ese momento íntimo con Chiaki antes de salir. Sólo ese pensamiento consiguió animarlo para lo que vendría.
    Por otro lado, el lindo castaño de ojos verdes tenía una mirada de podría asustar a cualquiera. Kai podía intuir como se sentía este, incluso que estaba pensando en salir corriendo directo a casa. Así que lo cogió de la mano, de nuevo, por instinto. Ese era un paso más hacia delante. Quizás no era el momento y no estaban preparados, pero había surgido de ese modo. Noah había aparecido de la nada y ahora tocaba dar ese paso.
    ―Chiaki, sé fuerte, es solo un paso más.
    ―S-sí… ―su voz no sonaba muy convencida― lo intentaré.
    ―Buen chico. Te amo, recuerda esto, voy a estar a tu lado todo el tiempo.
    Noah estaba un paso delante de ellos llorando, mientras ellos se intercambiaban esas palabras en un murmuro. No había más opción. Ambos lo sabían. Llegaron a una cafetería cercana y se sentaron en una de las mesas que estaban libres. Kai tomó la mano de Chiaki y este aún incómodo y algo dudoso se armó de valor. Respiró hondo y después de mirar a Noah inició su explicación. Le dijo todo. Desde lo del disfraz hasta la situación actual. En algunos puntos había temblado un poco su voz, pero había podido continuar hasta llegar al final.
    ―No puede ser, ¿Has hecho todo esto por Kai? ¿Por qué?
    ―Porque lo amo.
    ―Pero… Es muy normal, del montón… no destaca en nada…
    ―Eso lo dirás tú, para mí no es así. Él es el más guapo, y me gusta por como me cuida, me protege, me ama y porque a pesar de todo, es un pervertido que se preocupa por mí y tiene en cuenta mis sentimientos. Siempre me apoya en todo lo que necesito ―explicó entre enfadado y lloroso.
    ―Bu-bueno, tampoco es para ponerse así.
    ―Creo que esto viene de que el otro día, cuando fuimos a comprar, unos chicos se metieron conmigo por protegerlo. Querían llevarse a Chiaki para que jugara con ellos y yo me puse de por medio y casi me pegan, pero Chiaki salió en mi defensa con unas palabras similares.
    ―Es que no sirves ni para protegerlo. Menudo novio más inútil.
    ―Escucha, ¿Eres mi amigo o mi enemigo? Porque estoy pensando que solo eras mi amigo para acercarte a Chiaki.
    ―Era uno de los puntos, sí. No me caes mal ni tengo nada en tu contra, pero mi interés siempre ha sido Chiaki.
    ―¿Ah? ―respondió el castaño volviendo a la conversación― ¿yo?
    ―¿No lo habías notado?
    ―La verdad es que no, ¿pero por qué?
    ―Siempre te lo estoy diciendo, no paro de alagarte, e incluso siendo un chico eres mi tipo.
    ―Yo amo a Kai.
    ―Lo sé, por eso no he avanzado más.
    ―Perdona.
    ―Está bien, aunque estoy un poco decepcionado, después de todo lo que me has contado, me veo incapaz de intentar algo más.
    ―Tampoco tendrías opción.
    Chiaki respondió eso de manera tan convincente que Kai casi se sonrojó por ello. A la vez que le dio un poco de pena Noah, después de todo parecía verdaderamente interesado en el castaño. De acuerdo que no se lo iba a ceder, pero después de ese rechazo le estaba dando hasta pena. Aún tenía cosas en las que pensar, como por ejemplo: ¿Qué tipo de amistad se suponía que era la suya si él solo quería quitarle la pareja? De acuerdo, tendría que aprender a escoger mejor a sus amigos al parecer.
    Finalmente, Noah se fue dejándolos a los dos a solas. Lo agradeció enormemente, no podía engañarse al respeto. En estos momentos no tenía ningunas ganas de seguir viéndolo. Chiaki también pareció más relajado en cuanto este se fue. Kai lo miró fijamente y le sonrió para darle ánimos. Él respondió a su sonrisa con otra.
    ―Creo que tengo que escoger mejor a mis amigos.
    ―Sí, eso parece.
    ―Lo siento, creo que has tenido un momento poco agradable.
    ―Está bien, tocaba hacer el paso.
    ―¿Cómo te sientes?
    ―Quiero regresar a casa y meterme en la cama.
    ―Creo que eso es un “no muy bien en estos momentos” ―tradujo Kai acariciando la mejilla del castaño― vayamos a casa, entonces.
    ―¿Y tú? ¿No querías dar una vuelta?
    ―Creo que ya es suficiente por hoy, podemos salir de nuevo mañana.
    ―¿Estás seguro?
    ―Sí, tranquilo, ya me ha tocado el aire.
    ―Gracias, Kai.
    ―De nada.
    Continuará...
  14. .
    Buenas!! Por fin cuelgo el capítulo 6, espero que os este gustando, nos vemos pronto!
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    Capítulo 6


    Después de la llegada del celo de Kai, y de que ambos regresaron a sus respectivas casas, los chicos no volvieron a contactar el uno con el otro en todo el día. Necesitaban un momento a solas. Cenaron con sus respectivas familias y después de hablar un poco con ellos cada uno se fue a su habitación para descansar. Había sido algo que no esperaban que pasara en esos momentos. Y les había cogido por sorpresa.
    Después de haberse inyectado el supresor, Chiaki se sentía mucho más calmado de su pequeño celo, pero tenía la mente echa un lio. El celo de los omegas podía llegar entre los 12 y los 18 años, y ellos ya tenían 17, casi 18. A pesar de que el resultado de Kai había sido “omega” durante la prueba, hasta el momento nadie se había dado cuenta de eso. En la escuela te decían que no revelaras a nadie tu condición de género, excepto a las personas de la familia o a la escuela o el trabajo. Era algo que casi nadie cumplía, pero tanto Kai como Chiaki lo habían escondido, de todos exceptos ellos mismos y sus familias. En la escuela todos creían que ambos eran beta. Pero no era así.
    A pesar de que Kai había nacido de una pareja de betas él era omega, algo que realmente había preocupado un poco a sus padres. Era bien sabido que los omegas no eran bien vistos y que solían tener muchos problemas. Los Alpha solían despreciarlos y solían aprovecharse de ellos para su diversión. Un omega sin marca era una fábrica de feromonas para atraer a Alpha. Realmente el cuerpo de un omega era lo que proporcionaba la mayoría de los problemas que ellos mismos tenían, pero para eso existían los supresores e inhibidores.
    A partir de ahora Kai tendría que tomar una pastilla diaria para poder mantener sus feromonas bajo control, y los inhibidores durante su celo. Después estaban los supresores de emergencia, que eran unas inyecciones muy potentes que provocaban efectos secundarios graves en los omegas, y normalmente les impedía salir de casa durante su uso. Todo se complicaría un poco y tendrían que empezar a tomar precauciones como no olvidar las pastillas y controlar el ciclo del celo.
    Pero a Chiaki lo que le preocupaba más era como había reaccionado él. Por un momento había pensado en realmente coger a Kai y violarlo fuertemente. Quería hacerlo. Era su novio, pero nunca lo habían hecho siendo el moreno el uke, si lo hacía estando loco por el celo podría hacerle daño y no quería eso. Había tenido que golpearse varias veces para evitar perder la razón. El dolor lo había mantenido cuerdo, al menos momentáneamente. Finalmente lo había llevado a casa sin hacerle daño, pero sus pensamientos no habían sido para nada normales.
    Le había costado resistirse a esa voz interna que solo le decía que tuviese sexo con Kai, que lo follase y lo embarazase, que lo cogiese y lo mordiese. Ahora que estaba consciente venían a su mente todas esas palabras y le hacían sonrojar. Realmente él quería hacer todas estas cosas con el moreno, desde siempre. No necesitaba esa voz para pensar en eso. Y nada le haría más feliz que morderlo y hacer a Kai suyo, para siempre. Solo que quería esperar a hablarlo con él. No iba a morderlo unilateralmente. Aunque llevasen siendo novios desde hacía muchos años no quería que luego Kai no se arrepintiera de algo.
    Por otro lado, Kai, estaba un poco extraño. Notaba su cuerpo muy caliente, pero era diferente de cuando jugaba con Chiaki. Siempre le había excitado mucho dominar a su novio, con los juguetes y los juegos. Y ambos estaban de acuerdo. El castaño se ponía muy cachondo y parecía disfrutarlo, algo que le hacía feliz y le ponía más aún. Pero esta calentura era diferente. Estaba por todo su cuerpo y lo llevaba a querer masturbarse pensando en el castaño. Nunca antes le había pasado eso. Siempre había podido aguantarse las ganas de hacer este tipo de cosas, pero en este caso no podía.
    Se había corrido ya varias veces y hasta había jugado con su trasero, algo que nunca había hecho. Se le hacía extraño, pero teniendo en cuenta que en varias ocasiones había pensado en tener a Chiaki como su seme, desde el inicio de las vacaciones, empezaba a comprender que quizás era su instinto de omega. Iba un poco tarde, pero al parecer sus feromonas habían empezado a hacer su trabajo. Era omega. Era el omega de Chiaki. Sabía que su novio no le había hecho nada, pero no pensaba ser el omega de nadie más. No le importaba ser omega mientras su pareja fuese Chiaki. Y él sabía que Chiaki era Alpha, aparte de porque le había mostrado sus resultados y sus padres habían hecho una fiesta por ello, porque se le notaba.
    Todo el mundo miraba al castaño. Atraía las miradas con su carisma, y era casi perfecto. Guapo, atractivo, con el pelo sedoso, inteligente, bueno en los deportes… podía hacer casi cualquier cosa que se propusiera con relativa facilidad. Cierto que era algo llorón y que a veces parecía un niño, pero esa faceta solo la mostraba con Kai. En el centro comercial se había portado como un miedica hasta que había sido necesario. Su manera de comportarse era bastante afeminada, pero era porque él había practicado para ello. El moreno estaba seguro de que Chiaki tendría mucho éxito cuando vistiera como chico y se mostrara más como Alpha. Y aunque eso no le gustaba mucho confiaba en el castaño.
    De tanto pensar en Chiaki su cuerpo empezó a reaccionar de nuevo, su cuerpo tembló y empezó a humedecerse. Algo le decía que ese medicamento le hacía efecto solo a medias. Tenía momentos en los que estaba relajado, y luego volvía a sentirse caliente, de nuevo. Era su primer celo, así que tampoco sabía si eso sería normal en su cuerpo o si se regularizaría con el tiempo. Finalmente, después de correrse una vez más se quedó dormido en la cama, agotado de tanto pensar y correrse.
    Kai se despertó cuando escuchó la puerta de su habitación abrirse. Se dio la vuelta y vio que era el castaño. Se sonrojó de repente por cómo se encontraba. Tenía las sábanas revueltas y pegajosas, y él se encontraba desnudo encima de estas. Chiaki sólo cerró la puerta detrás de él y se acercó a la cama. Llevaba una pastilla y un vaso de agua en las manos. Su rostro estaba serio y sus ojos un poco apagados. Kai notó eso y dejó su vergüenza de lado sentándose en la cama. Tenía su miembro erecto, pero no notaba ese calor en su cuerpo.
    ―Tú madre me ha dicho que te tomes la medicina.
    ―Gracias ―fue la respuesta del moreno mientras cogía la pastilla y el agua― esto… perdona por lo de ayer, Chiaki, no sabía que me llegaría el celo…
    ―Quien debe disculparse soy yo, lo siento.
    ―¿Por? No hiciste nada malo, ni me tocaste ni nada…
    ―No lo hice, pero quería hacerlo… y la manera cómo te dejé en tú casa, prácticamente hui de ti.
    ―Está bien, es normal, fue duro para ti también. No pasa nada, yo estoy agradecido de que me trajeras a casa y me protegieras de los otros Alpha.
    ―Yo… quería violarte y morderte… era lo que mi mente me repetía una y otra vez…
    ―Pero no lo hiciste.
    ―No… y fue difícil resistirme.
    ―Si lo hubieses hecho tampoco habría pasado nada, Chiaki, si eres tú está bien.
    ―No quiero hacerte daño.
    En esos momentos el castaño empezó a llorar, haciendo que Kai se sintiera un poco mal. Lo cogió del brazo y lo atrajo hacia él. Chiaki acabó sentado encima del regazo desnudo de Kai y se abrazó a este por el cuello. Las lágrimas fluían sin parar, y cada vez el abrazo se hacía más fuerte. Algo que en esos momentos no estaba ayudando al moreno. El pobre estaba aún con el celo a flor de piel y tenía a su Alpha sentado en sus piernas. Notaba como empezaba a humedecerse de nuevo por el trasero. Escondió su rostro en el hueco del cuello de Chiaki e intentó resistir un poco. Fuerza de voluntad. Eso era lo que necesitaba en esos momentos.
    ―Empiezas a oler más fuerte ―fue lo primero que dijo Chiaki cuando se separó de él.
    ―Lo siento, mis feromonas se descontrolan teniéndote tan cerca.
    ―Es porque soy Alpha.
    ―No lo sé, pero queda más romántico pensar que es por ti, ¿no crees? ―Chiaki sonrió mientras asentía con la cabeza― ¿Puedo besarte?
    ―¿Estarás bien?
    ―Creo que sí, me he tomado la pastilla, y… bueno, si eres tú…
    ―No quiero hacerlo, no aún.
    ―¿Por qué? Eres mi novio.
    ―Pero quiero asegurarme de que no es tu celo quien habla. No quiero que luego te arrepientas.
    ―No me arrepentiré de nada si eres tú, te lo aseguro.
    ―Gracias, siempre me salvas con tus palabras ―le agradeció el castaño viendo al chico con sus ojos algo rojos de haber llorado antes―. Esperaré un poco... si estás de acuerdo, el próximo celo lo pasaré contigo.
    Chiaki se levantó del regazo de su novio y se fue hacia la puerta de la habitación. Iba un poco cabizbajo y se notaba que su cuerpo temblaba un poco. Era el olor de Kai, estaba empezando a afectarlo. A pesar de que no era tan fuerte como el día anterior, habían estado muy juntos los dos, y poco a poco Kai empezaba a desprender más feromonas. Como antes había dicho, tener cerca al castaño le aumentaba el celo.
    ―Espera, Chiaki, ¿Te vas?
    ―Sí, no creo poder aguantar mucho más sin atacarte…
    ―¿Volverás?
    ―Lo intentaré, pero tus feromonas me afectan demasiado, nunca me había pasado con ningún otro omega.
    ―Eso es porque soy tu novio, soy tu pareja destinada.
    ―Quien sabe, de momento me voy, nos vemos.
    Dicho esto, Chiaki salió de la habitación y cerró la puerta. En cuanto hubo una barrera entre él y Kai, suspiró y se relajó un poco. No había entrado en celo todavía, pero casi. Quizás sí que era su pareja destinada. Había escuchado que era distinto en parejas destinadas. Que se atraían desde que se veían, que se buscaban y necesitaban. Que solo podían ser felices con ellos. Y que las feromonas se volvían más intensas entre ellos. También se decía que era algo que se notaba des del primer momento, algo parecido a un amor a primera vista.
    Ellos se habían conocido a los 5 años y no se habían separado de nuevo. Sus padres no lo habían logrado. A pesar de que tanto los padres de uno como del otro no estaban de acuerdo en un principio. Los padres de Chiaki no estaban de acuerdo en que su hijo se travistiera y menos aun cuando se supo que era Alpha. No lo veían normal que un Alpha, quien tenía que ser superior en la jerarquía y tener un buen futuro jugase a ser una mujer normal, solo por Kai. Querían que fuese un Alpha orgulloso que se pudiese casar con una mujer Alpha y ser feliz.
    Realmente no les importaría tanto que estuviese con Kai, si se portase como un Alpha. Pero vestir de mujer y ser el uke, los padres intuían que era el pasivo en la relación. Un Alpha como él… De todos modos, ya lo habían asumido, no había nada más que hablar, su hijo amaba a Kai, y este ama a Chiaki, fuese travestido o no. Eso les daba la esperanza de que Chiaki volvería a ser un hombre normal, había empezado el cambio hacía unos días, gracias a Kai, y no querían que se arrepintiese de ello. Así que esos pensamientos estaban quedando en el pasado. Sólo querían la felicidad de su hijo.
    Por otro lado, los padres de Kai, pensaban que su hijo debía de encontrar una buena novia con la que ser feliz, no estaban muy de acuerdo en las parejas del mismo sexo. Kai había dicho que él quería estar con Chiaki, y aunque no estaban de acuerdo lo veían como un juego así que no habían dicho mucho. Esperaban que con el tiempo eso cambiaría. Todo cambió cuando salió que Kai era omega y Chiaki Alpha. En esos momentos vieron que no había más remedio que dejar que fuesen pareja. Kai no encontraría a alguien que lo amase tanto, siendo omega tendría una vida muy complicada si no encontraba pareja. Y Chiaki había demostrado con creces su amor por su hijo.
    A pesar de que ambas familias querían lo mejor para sus hijos, habían respetado sus decisiones. El padre de Chiaki era Alpha y se había casado con una omega con quien era muy feliz. Sabía que no siempre se encontraba la felicidad en lo que uno consideraba lo mejor, pero habían intentado mantener la esperanza. Algo que había desaparecido del todo durante ese verano. Por algún motivo su hijo les había dicho que quería a Kai cuando estos tenían 12 años y que querían ser como papá y mamá. Habían empezado a tomarse de la mano y a imitarlos en algunas cosas, poco a poco, su relación había ido a más y ahora, a sus 17 años, estaban convencidos de que seguirían juntos para siempre.
    No sabían si habían notado algo al verse a los 5 años, porqué eran muy pequeños y no eran conscientes de esas cosas. Pero su inconsciente les había hecho permanecer siempre juntos desde entonces. Su relación era algo que no entendía la gente, pero ellos eran felices. Todo eso llevaba a Chiaki a pensar que sí, que eran destinados. Eso le hacía muy feliz, ya que él quería vivir para siempre con Kai. Y para ello, tendría que hacer un cambio importante en su vida.
    ―¿Te vas ya, Chiaki? ―preguntó el padre de Kai sorprendido.
    ―Sí, el celo de Kai me afecta demasiado… No puedo estar mucho con él, porque si no mis instintos me dominan.
    ―¿Es muy fuerte su celo?
    ―No lo sé, pero, aunque está tomando las pastillas yo no puedo resistirme ―el castaño sonrió un poco y añadió―. Kai dice que es porque somos destinados, y que él también nota como su cuerpo se siente más caliente y le aumenta el celo al verme.
    ―Podría ser que los seáis, sería más fácil de entender estos sentimientos que tenéis ―dijo la madre quien estaba escuchando.
    ―Pero solo es una leyenda ―añadió el padre.
    ―Lo sé, pero es muy romántico de parte de Kai el decir eso. Me ha hecho feliz ―respondió Chiaki en verdad feliz, se le notaba―. Bueno, me iré ya a casa, siento las molestias.
    ―Tranquilo, vuelve cuando quieras.
    ―Gracias.
    Y finalmente Chiaki salió de la casa de Kai. Tenía cosas en las que pensar. Tenía que empezar a hacer esos cambios por el bien del moreno. Sabía lo difícil que era la vida de un omega. Incluso marcados tenían una vida complicada, ya que no perdían el celo, sino que simplemente lo enfocaban en su pareja. Gracias a la mordida en la nuca, el omega empezaba a emitir unas feromonas que solo su Alpha podría oler. Eso era bueno cuando la pareja era para siempre. De ese modo los otros Alpha no sentían ningunas ganas de hacerlo con el omega, por el instinto de las feromonas.
    En el caso de los Alpha, en su mayoría solo buscaban morder a su compañero. Pero había algunos Alpha que querían hacer un harem de omegas y mordían a varios. Como Chiaki aún no había mordido nunca a nadie, no entendía el tema del vínculo que se establecía por la mordida. Sus padres seguramente sabrían algo más que él. Sinceramente no le había interesado mucho el tema hasta el momento. Morder un omega que no estaba en celo no servía para nada. Ahora que Kai había tenido su primer celo le interesaba más el tema. No había hablado con su novio del tema, no en condiciones normales, como mínimo. Pero quería informarse.
    ―Llegué ―dijo en cuanto entró por la puerta de casa y buscó a sus padres con la mirada― tengo unas preguntas, ¿puedo?
    ―Claro que sí, pregunta ―respondió su madre bastante preocupada.
    ―¿Que implica el vínculo Omega-Alpha, de cuando un Alpha muerde la nuca de un omega?
    ―¿Has mordido a Kai? ―preguntó el padre un poco sorprendido y contrariado.
    ―N-no, aún no, quiero esperar a que él me diga si está de acuerdo.
    ―¿Entonces?
    ―Es que... ayer… cuando lo traía a casa, mi mente solo repetía unas palabras en mi cabeza, “Muérdelo. Hazlo tuyo” y aunque quiero que sea siempre mío, no sé si es lo correcto morderlo ―luego miró a sus padres y volvió a hablar―. Y bueno… padre, tú marcaste a mi madre, y quería saber más del tema.
    Sus padres se quedaron callados unos momentos y se miraron entre ellos. Era algo complicado de hablar con tu hijo. Normalmente se hablaban de estas cosas en las escuelas, pero había detalles que no siempre estaban bien explicados. Quizás Chiaki quería una explicación más real basada en la experiencia, que no en los libros o los rumores. La mayoría de los profesores eran beta así que no podían explicarlo según su experiencia personal.
    ―Sinceramente, para los omegas implica más que para los Alpha ―empezó a decir su padre.
    ―Es cierto, cuando un Alpha te marca, tu cuerpo y tu mente pasa a ser suyo. Durante el celo solo deseas a tú Alpha, y solo segregas feromonas para él. Es decir, no puedes tener sexo con nadie más. En algunos casos, cuando un omega marcado intenta tener sexo con otra persona, ya sea porque su Alpha lo ha abandonado y ha encontrado a alguien más o por el motivo que sea, su cuerpo no acepta a la otra persona ―su madre miró a su hijo y sospesó las palabras que iba a decir, a pesar de eso pensó que lo mejor era decirlo tal cual― puede hasta provocar malestares físico y rechazo hacia la otra persona, llegando a afectar a la mente del omega, aunque eso solo pasa si es otro Alpha, con los beta, no se sabe del todo. La marca no desaparece a no ser que el Alpha muera, de ese modo el omega queda libre para otra relación, pero si no muere y solo lo abandonan, el omega pasa a tener una vida mucho peor que antes de ser marcado.
    ―Da algo de miedo, esto ―declaró Chiaki cuando su madre hizo otra pausa.
    ―Y no sólo eso, cuando el omega entra en celo, no puede depender de nada que lo ayude, al estar marcado las medicinas convencionales no son tan efectivas y pueden tener celos irregulares que les impidan llevar una vida normal ―entonces su madre sonrió un poco― pero por suerte no es igual para todos. Yo conozco a una mujer, que fue violada y marcada en su primer celo. Quedó embarazada y tiene un hijo. Es muy fuerte. No tiene compañero, pero su celo es normal, lo pasa mal porque su cuerpo tiene los síntomas del celo y no puede buscar compañía de otra persona. De todas formas, se las ha arreglado para cuidar de su hijo, un chico magnífico, y para conseguir un trabajo que le permite pedirse días de descanso cuando lo necesita, así que lleva una vida normal.
    ―Me alegro, la verdad ―suspiró Chiaki aliviado.
    ―Para los Alpha realmente… solo notamos las feromonas de los otros omegas más flojos y ya. Por ejemplo, yo podría notar el celo de cualquier omega que pase por mi lado, y podría excitarme por esas feromonas, pero no perdería la racionalidad. Los Alpha pueden tener varios compañeros omegas, sin ningún problema ―explicó su padre, ya que la madre había acabado con su explicación.
    ―No me parece justo. Los omegas al dejarse morder lo dan todo. Su cuerpo, sus sentimientos, su alma y su vida, y en cambio nosotros los Alpha solo notamos las otras feromonas más débiles. ¿Porqué? No es justo. Yo no quiero robarle su vida a Kai.
    ―Chiaki, eso lo dirá el tiempo, también tiene sus cosas buenas, si el Alpha que te marca pasa el resto de su vida contigo, el que te marque es la muestra más grande de amor, que se puede hacer como pareja. Yo fui feliz cuando tu padre me marcó y aún lo soy.
    ―¿De verdad?
    ―Sí, te lo aseguro. El hijo de la mujer de la que te hablo, hace poco marcó a su pareja y viven juntos. Según me ha dicho mi amiga son felices juntos. El chico le pidió a su hijo que lo marcara porque quería ser suyo para siempre.
    ―Más le vale al hijo de tu amiga no abandonar al pobre chico que le ha ofrecido todo su ser.
    ―No creo, dicen que son destinados.
    ―Kai también me ha dicho esto, que nuestros cuerpos reaccionan con el otro porque somos destinados.
    ―Lo que debes tener claro ―volvió a hablar su padre, quien llevaba un rato callado― es que es un paso que no puede hacerse porque sí. Ambos debéis estar muy seguros de lo que queréis y de que es lo mejor.
    ―Después de hablar con vosotros no sé si es lo mejor, no dudo de nuestros sentimientos. No es por eso, es solo que… Me parece demasiado injusto para Kai, que él me de todo y yo no le dé nada a cambio.
    ―Tú puedes darle muchas cosas, aunque no sea por el vínculo, hay muchas cosas que puedes darle. Mira los padres de Kai, ambos son betas, no se han marcado, pero se aman tanto como nosotros. No es tan importante la marca como el sentimiento. En nuestro caso ―su madre miró a su esposo― que él me mordiese simplemente ha implicado que no tengo que preocuparme de que otro Alpha quiera violarme durante mi celo. Pero no ha cambiado nada más.
    ―¿De verdad?
    ―Sí, porque él me ha dado todo lo que yo necesitaba y más, sólo con su amor y sus acciones.
    ―Y hasta aquí la charla de hoy ―finalizó el padre de Chiaki quien se levantó del sofá y cogió a su esposa de la mano― piensa en esto mientras nosotros vamos a la habitación un rato.
    ―¿Ah? Creo que voy a salir a dar un paseo.
    Cogió las llaves de casa y salió corriendo de allí antes de escuchar algo que no quisiera. Tenía una idea de lo que iban a hacer. Quería comprar algo para Kai, algo importante. Así que salió a la calle. En esos momentos recordó que estaba vistiendo como chico. Se había puesto cómodo ya que solo iba a ver a Kai, y no había pensado en que luego saldría solo. Había pensado que se quedaría en casa a la espera de que el celo de Kai pasara. Algo nervioso y sonrojado empezó a caminar por la calle. Aún no se acostumbraba a vestir como chico.
    Se dio ánimos a sí mismo, era por Kai, debía hacerlo. Su novio siempre le apoyaba y ahora era su momento de hacer algo por él. No quería que nadie marcara a Kai. Tampoco él quería hacerlo por error. Compraría un collar para Kai. Así el moreno podría escoger cuando quitárselo y para quien. Esperaba que se lo quitara para él, pero a la vez no quería que lo hiciera. Le daba algo de respeto y de miedo después de lo que había dicho su madre.
    ―Hola, bienvenido a la tienda de collares para omega ―le saludó un chico quien llevaba un collar puesto y le sonreía amablemente.
    ―Hola.
    ―¿Qué tipo de collar desea?
    ―N-no lo he pensado…
    ―Tenemos de varios tipos, de los de llave, numéricos, dactilares y hasta digitales.
    ―¿Digitales?
    ―Sí, se abren a través de una aplicación del cual solo tendrá la contraseña el usuario.
    ―No conozco este modelo.
    ―Es nuevo, va con un sistema de conexión con un móvil u ordenador donde se descargará una aplicación y allí le pedirán un número de contraseña y unos datos. Sólo la persona autorizada que sepa los datos podrá abrir el collar.
    ―Parece complicado y peligroso, al ser eléctrico.
    ―Tiene todas las garantías.
    ―Prefiero algo más normal, uno dactilar, quizás.
    ―Los dactilares solo pueden abrirse con la huella digital que se haya marcado en primer lugar.
    ―Creo que me llevaré uno de estos, sí. Creo que será el más seguro.
    ―Entendido.
    El chico cobró el collar y lo entregó guardado dentro de una bolsa, con la misma sonrisa que al inicio. Chiaki salió de la tienda y volvió directo al edificio. Seguía sin sentirse cómodo por la calle y notaba demasiadas miradas en él. Eso le daba algo de miedo. Sin que se notase que tenía prisa, caminó rápido para evadir algunas miradas.
    ―¿Y este olor? ¿Son feromonas de omega? Pero es un olor diferente a Kai. Es como las feromonas que solía oler antes, normales.
    Su cuerpo tembló un poco por el olor y sabía que si se quedaba mucho rato podría pasar algo, pero no lo notaba tanto como con Kai. Con Kai era demasiado exagerado. Esas feromonas lo alteraban casi al momento de un modo que le costaba mucho controlarse. Mientras que este olor era excitante y le alteraba, pero era resistible. Podía irse de allí sin tener que golpearse. Se preguntaba por qué él podía, mientras que otros alphas se volvían unos perros locos y violentos con esos pobres omegas. Sería que tenía mucha tolerancia o quizás era que él le pertenecía a Kai. Sonrió ante esa idea y siguió su camino hasta llegar a su casa.
    Continuará...
  15. .
    Hola! Que tal? Alguien lee esto? Bueno, por si acaso aviso.

    En este capítulo aparece un nuevo punto que no había salido en la historia, espero que os guste!!
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    Capítulo 5


    Kai estaba aburrido en su casa, así que como siempre había decidido ir a pasar el día con su novio. Estuvieron jugando a videojuegos en la play durante toda la mañana. Era algo que habían hecho desde pequeños y les entretenía. Después de jugar durante varias horas decidieron que era hora de descansar. El moreno se sentó en la cama apoyándose con la espalda en un cojín, y Chiaki aprovechó para poner su cabeza en el regazo de este. Notó como una mano de su novio le acariciaba su largo cabello y cerró los ojos, disfrutando del contacto. Le gustaban esas muestras de cariño por parte de Kai.
    ―¿Sabes? Creo que tendríamos que ir a comprarte más ropa de chico.
    ―¿Por qué?
    ―Tienes poca, y dijiste que en la universidad vestirías como un chico.
    ―Es cierto, pero…
    Chiaki apretó un poco su mano en la rodilla de Kai, sabía que el moreno tenía razón, pero le costaba hacerse a la idea. De reojo miró hacia su armario donde pudo ver, colgando, el vestido que llevaba el día anterior. Le ponía triste el pensar que esa etapa acababa. Le gustaba vestir como chica y siempre se sentía feliz cuando los chicos lo miraban. Se había esforzado mucho por aprender todo lo necesario y ahora, tenía que cambiar de nuevo. Entendía que su cuerpo había cambiado, ya no era tan femenino como antes, y no quería cambiar de sexo. Había leído que los cambios de sexo producían cambios en las hormonas y eso a veces afectaba al apetito sexual. Eso le preocupaba y tampoco quería perder su miembro. Le gustaba cuando Kai jugaba con él. Sólo le quedaban las operaciones y el moreno se había negado a que se las hiciera.
    ―No te deprimas Chiaki, ya verás que irá bien.
    ―Se me hace extraño.
    ―Hay ropa para chicos que no está mal.
    ―Pero no es sexy ―respondió este― no me verás con los ojos de siempre.
    ―Eso no es cierto, tú siempre te verás sexy para mí, o ¿Es que yo no te lo parezco?
    ―Nunca he dicho esto.
    Chiaki se giró para mirar hacia arriba y poder ver a su novio directamente, para él su novio era el chico más guapo del mundo. Tal y como debía de ser. Kai siempre le decía eso “para mí tú eres el chico más guapo” y entendía ese pensamiento porque él opinaba lo mismo de Kai. Le parecía un poco extraño que Kai pensara eso de él, el castaño se veía simplemente como un chico afeminado sin más.
    ―Me imagino que no quieres, y creo entender el porqué, pero es tu decisión.
    ―Lo sé.
    ―¿Quieres cambiarla?
    ―No ―dijo con la voz apagada volviendo a cambiar de posición― tengo que aprender a ser un chico.
    ―No es muy difícil, a decir verdad, simplemente tienes que seguir el instinto.
    ―Instinto…
    Chiaki no acababa de entender a que se refería su novio, ¿Qué tenía que ver el instinto con ser un chico? No quería preguntar en estos momentos, quería dejar de hablar sobre ese tema, le ponía triste hablar de eso. Aún no se había hecho a la idea de que debía volver a ser un chico. Llevaba muchos años como chica, a pesar de haber nacido como un chico. No entendía muy bien por qué no quería vestirse de chico, si realmente él no se veía como una chica. Ya no tenía miedo. En estos momentos llevaba puestos solo un pantalón corto deportivo y una camiseta de manga corta. No iba arreglado ni llevaba puesta ropa femenina y se sentía cómodo.
    ―No me entiendo ―dijo en voz alta para que el moreno lo escuchara―ahora mismo estoy vestido con ropa de chico y estoy tan tranquilo. En un principio me vestía como chica por ti, pero en casa siempre he llevado pijamas de chico. Cuando tú me ves vestido de chico no me importa, pero en la calle me siento desnudo.
    ―Es falta de costumbre, cuando sueles llevar un tipo de ropa, el día que no lo llevas te sientes raro. Llevas muchos años vistiendo como chica y ahora te es raro ir de chico, simplemente.
    ―¿Tú crees?
    ―Sí, pero es cierto que te miran mucho.
    ―¿Verdad? ¿Se me ve raro?
    ―Yo diría que más bien es que te queda demasiado bien.
    ―¿A qué te refieres? ―preguntó Chiaki un poco confundido.
    ―Que te ves tan guapo que la gente no puede evitar mirarte.
    ―No creo que sea eso…
    ―Yo sí lo creo, por qué es lo que he visto.
    Por mucho que el moreno le dijera esas palabras, él no podía ni imaginarse que fueran ciertas. No podía creer que los chicos y las chicas le mirasen tanto por ser guapo. Él no era guapo, al menos en su opinión. Era más bien del montón. No dijo nada más al respeto. Si Kai lo pensaba así, intentaría creerlo. Le hacía feliz que el moreno pensara, que era tan guapo como para que la gente se le quedara mirando. Aunque él tenía claro que solo quería que lo mirara Kai.
    ―¿Cuando quieres que vayamos a mirar ropa? ―preguntó finalmente el moreno rompiendo de nuevo el silencio― aún es pronto, podríamos aprovechar la tarde.
    ―A-Ahora… ¿Y la comida?
    ―Después de comer, no tenemos prisa.
    ―Bueno…
    Chiaki no parecía muy convencido pero el moreno lo decía por él. Estaba acostumbrado a obedecer lo que le dijera su novio y no le molestaba, pero ahora le parecía un poco precipitado todo. Kai sonrió y acercó un poco su rostro, para depositar un beso en la cabeza del castaño. Le parecía muy tierno su novio, y no podía evitar pensar en eso, en momentos como este.
    Finalmente les llamaron para comer. Tuvieron una comida tranquila junto a los padres del castaño, y avisaron de que irían de compras. Cuando comentaron que sería ropa de chico para Chiaki se pusieron tan contentos que accedieron a darles una cantidad de dinero que ayudara a poder comprar algo más. Desde siempre la pareja había estado muy preocupada por su hijo. Ellos sabían por qué el castaño había decidido hacerse pasar por una chica. Todo era culpa de Kai. Por su culpa su niño se había vuelto un travestido.
    ―Me alegra tanto que por fin hayas dado el paso ―decía la madre más feliz que nadie.
    ―Bueno…
    ―¿Que te pasa hijo? ―preguntó su padre quien notó el tono de voz del castaño.
    ―Aún no estoy convencido del todo, tengo algo de miedo ―respondió Chiaki mirándolos algo triste― pero dice Kai que él me apoyará en mi decisión y que me ayudará, realmente ha sido idea suya.
    ―¿De Kai? Pensé que le gustaba que vistieses como chica.
    ―Y me gusta, pero también me gusta cuando viste como chico, a mí Chiaki me gusta por él mismo y no por la ropa que lleve.
    ―Oh, que bonito ―dijo la madre emocionada.
    ―Espero que me lo cuides bien, siempre ―añadió el padre conmovido por esas palabras.
    ―Por supuesto.
    Con estas palabras los padres del castaño dieron a entender que aceptaban, por fin, plenamente a Kai como pareja de Chiaki. Hasta el momento, a pesar de ser buenos con él habían tenido alguna que otra duda sobre el moreno. Los dos chicos eran amigos desde pequeños, siempre habían estado juntos y se llevaban muy bien. No tenían nada en contra del moreno, pero les costaba hacerse a la idea de que su hijo hiciera tantos cambios por él. Habían aceptado que ambos fueran pareja, porque no había más remedio, pero en estos momentos estaban aprobando su relación. Habían aceptado que la relación era como la suya, que los niños se querían. Y es que llevaban muchos años jugando a ser novios, según su manera de verlo, y parecía que iban en serio. Ahora que estaban por empezar la universidad, ya podían tomarse las palabras de los chicos más en serio.
    ―Me alegra que os queráis tanto, espero que seáis muy felices juntos ―agregó la madre unos momentos más tarde― no pensé que duraríais tanto, pensaba que era un juego, pero veo que no. Así que espero que esta relación no acabe pronto.
    ―No acabara pronto, mama, estoy seguro de que este amor es para siempre.
    Chiaki se veía muy confiado con sus palabras, eso reconfortó un poco a Kai quien a veces se preocupaba por este tema. El castaño era algo miedoso y por algún motivo solía pensar en negativo en estos aspectos. Era algo bueno que por fin viera la relación como algo seguro. No parecía tener dudas ni miedos, al respeto. Kai asintió con una sonrisa orgullosa. Y con esto acabó la conversación y también la comida, así que se fueron a la habitación del castaño para que este pudiese cambiarse de ropa. Chiaki se vistió como un chico, con la poca ropa que tenía de este estilo y salieron de la casa.
    ―¿Puedo cogerte de la mano? ―preguntó Kai, algo dudoso.
    ―Estoy como chico…
    ―¿Y?
    ―¿Y si te ve alguien conocido?
    ―A mí no me importa.
    ―Pero…
    ―Si ahora vas a vestir como chico siempre, ¿significa que no podré volver a cogerte de la mano?
    ―No…
    ―Chiaki, dame la mano ―le ordenó Kai, al final.
    El castaño obedeció y le dio la mano algo avergonzado. Kai sonrió y se acercó al chico para darle un beso en los labios. Chiaki se sonrojó y se separó antes de mirar hacia todos lados por si acaso. Al moreno le dieron ganas de reír, pero se contuvo para no molestar a su chico, el cual parecía estar un poco susceptible. Caminaron por la calle camino al centro comercial. Era el mejor lugar para comprar casi todo lo relacionado con ropa. No había demasiadas tiendas por el vecindario y las pocas que había tenían ropa para personas mayores.
    En el centro comercial fueron a la zona de ropa de chico, como ropa interior sí tenía, fueron directos a las otras secciones. Se separaron un poco para mirar la ropa que había y que ellos creían que le quedaría bien a Chiaki, cuando unos chicos se acercaron al castaño. Este los miró un poco confundido al ver lo cerca que estaban de él. Eran dos y le sonreían de una manera que él conocía muy bien. Era la misma sonrisa que ponía Kai cuando pensaba en algún juego.
    ―Hola, guapo, ¿te gustaría dar una vuelta con nosotros?
    ―Esto… yo… estoy con alguien.
    ―¿En serio? Entonces, solo tienes que decirle que se venga con nosotros o que se vaya.
    ―No puedo hacer eso, él es…
    ―Oh, vamos, solo queremos pasar un rato contigo.
    ―¡Chiaki, ven! ―escuchó que le llamaba Kai.
    Aprovechó eso para salir corriendo hacia su novio y esconderse un poco detrás de él. Los dos chicos no se dieron por vencidos y lo siguieron. Se quedaron delante del moreno y fruncieron el ceño. ¿Quién era ese chico que le daba órdenes a esa belleza? Al parecer no estaban de acuerdo con eso. Así que se encararon con él y se pusieron algo chulitos.
    ―¿Y tú quién eres, eh, feo? ¿Quién eres para decirle a esta belleza lo que tiene que hacer?
    ―Soy su novio.
    ―Ja, como si me fuese a creer que alguien tan vulgar como tú es su pareja.
    ―Es la verdad.
    ―No puede tener tan mal gusto, así que vete de aquí y déjanoslo a nosotros.
    ―Chiaki no es un objeto, y él no quiere ir con vosotros. Lo estáis asustando.
    ―Eso es porque no nos conoce. Vamos, feo, aparta de nuestro camino y no seas tan arrogante. Él necesita a alguien mejor, alguien más bello y que esté a su nivel… ―el chico calló de repente y se puso la mano en la mejilla― Pero ¿qué? ¿Cómo te atreves a darme una bofetada?
    ―No voy a consentir que sigáis insultando a Kai ―dijo Chiaki interponiéndose entre esos chicos y su novio― Kai es maravilloso como persona. Lo importante está dentro y aunque vosotros digáis que es feo, para mí es el más guapo del mundo.
    ―Chiaki.
    ―Yo lo amo, así que no tenéis nada que decir ni nada que ofrecerme que sea mejor que él. Iros.
    ―Serás zorra.
    Dicho esto, los dos chicos se fueron, dejando solos a la pareja. Después de tanta adrenalina los dos estaban algo temblorosos. No era algo habitual. Chiaki solía atraer a gente, pero nunca a chicos tan insistentes. Por lo general aceptaban rápidamente la derrota cuando el castaño se abrazaba a él. Kai abrazó a Chiaki por la espalda y se quedó un rato así. Luego se separó y buscó la mirada del castaño.
    ―Gracias, Chiaki, has estado muy varonil.
    ―Solo me he movido por instinto, no he podido dejar pasar lo que decían de ti.
    ―Veo que te estás convirtiendo en todo un hombre.
    ―Gracias, supongo.
    ―Yo también te amo, Chiaki.
    Lo cogió por la nuca justamente en esos momentos y le dio un beso en los labios al chico. Le había gustado como lo había defendido de esos chicos y las palabras que había dicho. Cada día se sentía más afortunado de tenerlo a su lado. Y con esas palabras tan varoniles le había sonrojado y le había hecho muy feliz. Le tocaría acostumbrarse a ese otro Chiaki. Otra vez le vino a la cabeza la posibilidad de que el castaño fuese el seme en alguna ocasión, quizás no sería mala idea si se veía tan genial como en estos momentos.
    ―Vamos a seguir con la ropa.
    ―Vale.
    Pasaron la tarde así, mirando ropa y comprando lo que creyeron necesario. Después de ese incidente todo había ido normal, sin más problemas. Habían decidido que era suficiente y habían ido a tomar algo antes de regresar a casa. Estaban algo cansados después de tantas emociones. En un momento determinado de la tarde Kai tuvo un mal presentimiento. Algo iba a ocurrir fuera de lo normal. Y así fue, poco a poco empezó a sentir calor por el cuerpo, su corazón latió más rápido y fuerte, tanto que hasta dolía un poco. Le faltaba aire y su respiración empezó a agitarse. Llevó sus manos a su pecho y se encogió un poco en su silla.
    ―¿K-Kai?
    Chiaki en seguida notó esos cambios. Su cuerpo estaba viéndose afectado por esos mismos. Su corazón empezaba a latir más rápido por la excitación que le estaba provocando el olor de Kai. Su cuerpo estaba empezando a estremecerse ante esas sensaciones y notaba las ganas que tenía su cuerpo de acercarse al otro. Su racionalidad le decía que debía ir con cuidado, que no debía dejar que ese olor le afectase, pero no podía resistirse. Esa racionalidad, poco a poco, iba desapareciendo y la excitación ganaba terreno.
    ―Mierda ― se quejó levantándose de su silla y acercándose a Kai, quien no lo miraba― lo siento.
    Chiaki había pasado cerca de alguno que otro omega en celo, no era la primera vez, y aunque con todos había reaccionado bastante, hasta el momento había podido controlar un poco sus instintos. Muchos Alpha le habían dicho que era bastante tolerante y tenía mucho aguante. A pesar de todo, en estos momentos su instinto de Alpha, le estaba diciendo esas palabras que él no quería escuchar. Sabía que en algún lado de su ser tenía muchas ganas de hacerlo, pero siempre había reprimido eso. Él quería que Kai decidiese, quería complacerlo y no forzarlo.
    ―”Fóllalo. Viólalo. Embarázalo. Muérdelo.” ―esas eran las palabras que resonaban en su mente mientras él intentaba negarse a sus impulsos.
    ―¿Chiaki? ―escuchó la voz de su novio que le llamaba.
    Intentó volver a encontrar su racionalidad, la encontró durante unos segundos, cuando pudo ver la cara asustada del moreno. Se quedó quieto unos momentos, hasta que al final con ambas manos se dio un manotazo en sus mejillas, dejándolas rojas. Quizás no era suficiente, pero esperaba que sirviese un poco. Cogió las bolsas de ropa y la mano de Kai. Esta vez le tocaba a él arrastrar a su novio por las calles.
    A Kai le habían dicho que era omega cuando se había hecho la prueba, pero no le llegaba el celo. Tenía casi 18 años y aún no había tenido su primer celo. Todos pensaban que quizás era un error y que en vez de omega era beta. Sus padres eran betas, así que no sería extraño. Ahora se daban cuenta de que no había sido un error. Simplemente había tardado mucho en tener su primer celo. No sabían el porqué, pero cada persona era un mundo y no todos eran igual de rápidos para las cosas. A veces hay personas que se desarrollan más pronto y otras más tarde. Simplemente Kai había sido más lento que la media.
    Hasta el momento habían vivido normalmente sin preocuparse. Chiaki era fuerte y resistía el celo de los omegas mejor que otros Alpha y Kai aún no había tenido su primer celo. Como Alpha, sabía que algún día llegaría este momento y que sería más duro que normalmente. No era solo el celo de Kai, estaban sus sentimientos. A pesar de hacer el rol de uke, había pensado en ser el seme en alguna ocasión. Como Alpha sabía que eso era lo normal. Normalmente un Alpha nunca decidía ser uke de un omega, pero él amaba tanto a Kai que eso no le importaba. Y se sentía muy bien ser el uke. No tenía ningún orgullo que salvar. Era una entrega voluntaria por amor.
    En estos momentos su mente era completamente contraria a esta voluntad. Le decía que debía de follar y embarazar a Kai. Tenía que morderlo y hacerlo suyo de por vida. Siempre le habían dicho que no debía de morder un omega en celo. Que eso significaba un cambio radical en la vida del pobre omega. Él no quería hacerle eso a Kai, aunque no entendía todas las implicaciones posibles a esas palabras. Tenía que resistir, aunque fuese difícil.
    ―Lo siento, Kai, me está costando… Mi celo… tu celo…
    ―E-está bien, yo estoy escuchando u-una voz que me di-dice que quiero qu-que me folles y me embaraces… Chiaki…
    Esas palabras fueron una tortura para el castaño. Él estaba pensando en no hacer nada que Kai no quisiera, pero en estos momentos, el moreno le estaba diciendo que quería. Desde luego, era cosa del celo, pero él también había entrado en celo por culpa de Kai e iba muy caliente. No se lo estaba poniendo fácil. Estaba preocupado porqué sabía que si lo hacía en este estado no podría controlarse. El moreno no estaba acostumbrado a ser el pasivo si lo violaba en este estado podía hacerle daño. Chiaki no quería eso. Él sabía que su misión como novio era llevarlo a casa y alejarse de él hasta que se le pasara, lo sabía y era lo que quería hacer, aunque su cuerpo y su mente en estos momentos no estaban totalmente de acuerdo.
    ―N-no te haré nada, no en este estado…
    Había dicho esto, pero no estaba seguro de poder cumplir tal cosa. Tenía muchas ganas de hacerlo. Quería follarlo duro hasta que no pudiesen más. Y su racionalidad de nuevo se iba perdiendo. Esas bofetadas habían perdido su efecto. Necesitaba algo más que le distrajera de sus instintos. Cuanto lamentaba no tener un supresor en esos momentos, al menos le sería un poco más fácil aguantar y soportar ese dulce olor. Ese aroma que en estos momentos lo estaba volviendo loco sería más controlable, más pasable.
    ―E-está bien si eres t-tú…
    ―No lo está… te protegeré, Kai, incluso de mí mismo ―le respondió el castaño con esfuerzo.
    Chiaki se había mentalizado para ese momento, él mismo había imaginado la escena y se había dicho lo que tenía que hacer. Que debía de resistir y como debía de proceder en ese momento. Pero ahora lo que estaba viviendo, notaba que era más difícil de hacer que de imaginar. Ese olor, ese instinto, esos pensamientos. El celo tanto de omega como de Alpha, se estaban mezclando y le hacían perder la cordura por completo. No podía creer que realmente las cosas estuvieran siendo tan difíciles. Con los otros omegas no le pasaba tan fuerte. Sabía que era porque era Kai. Había su amor metido en todo esto. No solo era el instinto de Alpha que le hacía querer follar a un omega, era el amor que sentía por Kai, quien también estaba en el juego. Estaba siendo realmente complicado, pero lo iba a conseguir. Por Kai, justamente por ese amor que sentía por el moreno, lo haría. Protegería al chico, de todos, incluso de sí mismo.
    Después de lo que les pareció una eternidad y después de que Chiaki se diera algunos golpes más para poder llegar a casa sin violar a su novio, ambos llegaron a su destino. Chiaki dejó a Kai en casa con sus padres y él se encerró en su habitación sin dar ninguna explicación a sus padres. Estos estaban algo preocupados por cómo había llegado el castaño más no dijeron nada. Este solo buscó un supresor de celo y se lo inyectó rápidamente en su pierna. Se tumbó en su cama y esperó que hiciese efecto y se le pasara el celo.
    Por otra parte, Kai, fue llevado a su habitación por sus padres. En estos momentos su excitación era demasiada. La madre del moreno fue en busca de los medicamentos para omega que tenía guardados. Ya no se lo esperaba, era un celo muy tardío así que lo había guardado en algún cajón y no recordaba cual. Finalmente, después de mucho rebuscar lo encontró y se lo dio a su hijo. Ahora solo quedaba esperar que se calmase un poco. No era fácil. Ninguno de ellos lo habían vivido en sus carnes, pero no por eso estaban desinformados sobre el tema. La madre de Chiaki era omega, al fin y al cabo. Al saber que Kai también lo era le habían preguntado varias cosas para poder saber que hacer en un futuro. Por suerte el celo entre familiares de sangre no tenía ningún efecto y menos en betas.
    Continuará...
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