Posts written by Stannaked.

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    ¡HE VUELTO! Hace siglos (casi dos años) que no participo en un reto del foro. Siempre que deseo participar en uno, de los tantos ships que tengo, nunca me decido por uno y se me complica la situación, PEEEEERO, esta ocasión tuve la oportunidad de escribir algo.

    Explorando sobre el mundillo de las ships, terminé por encontrar una ship de la cual no imaginé que me llegase a gustar o, tan siquiera, llamarme la atención. Sí, sí, hablo del kakavege. Ustedes se preguntarán, ¿qué carajos es un kakavege? Pues, debido a mi gran amor por Dragon Ball, esta parejita nace del Pelos Parados y del Vegetal (Goku y el Vegeta, para los amigos). Como dije, nunca me llamó la atención, pero luego de ver fanarts y todo eso, TERMINÉ por sucumbir. Además esto es para salir más de mi zona de confort a la cual ya estaba acostumbrada con anterioridad.

    Fue así que nació este escrito, ¿y qué mejor momento para tener algo romántico de estos dos pendejos? Es que, si hubiesen visto ese capítulo donde el Vegeta le dedica un poema al Gokú, UFFF. Eso es lo segundo más gay que he escuchado y visto en un shonen, ajsjdf.

    Ahora sí, a lo que venimos.

    El título es tan original que Elon Musk debe estar envidiándome por tan hermoso título, ajsj.

    Pareja: Vegeta Briefs/Son Goku.
    Contenido: Rated T.
    Advertencias: No creo que haya alguna advertencia, jsjdf.
    Género: Romance.
    Tipo: One-shot.
    Palabras: 1,548 palabras.
    Disclaimer: Los personajes son creación del poderoso Akira Toriyama, yo sólo los pedí prestados para hacer este escrito gay, jsdj.

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    ¿C I T A A R R U I N A D A?
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    ¿Acaso estaba haciendo bien? ¡Por el amor a Kami! Aquel infeliz. Cerró sus ojos para calmarse por unos instantes, pero le era casi imposible hacerlo cuando recordaba lo sucedido noches atrás. Y, sin pensarlo, un sonrojo acrecentó en sus mejillas y maldijo en sus entrañas que más que eso gruñó y, por los aires, soltó un “estúpido.”

    Recordaba lo que le había dicho Bulma años atrás. «El catorce de febrero es un día especial, donde las parejas conviven y se llevan buenos recuerdos con ellos» y, si era verdad lo que comentaba, aquella fecha se estaba acercando poco a poco y con ello esa celebración de la que tanto hablaba con tanto entusiasmo.

    Vegeta, el gran príncipe de los saiyajin, hombre de excelentes modales, terco y, en ciertas ocasiones (siempre), gruñón y malhumorado, por no decir más. Por primera vez sentía nervios por una fecha específica y no era para poco. Noches atrás, el imbécil de Kakaroto había pasado la noche con él, con el gran Vegeta. Sin decir más allá de grandes especificaciones, alguno de los dos terminó mordiendo la almohada (y más de una ocasión). Recordando aquel suceso, Vegeta rechinó sus dientes y maldijo nuevamente.

    En el planeta de Bills se encontraban, gracias a que llevaba las cápsulas que con tanta amabilidad Bulma le ofreció, podía recrear una espléndida comida para aquella fecha especial. Con la sonrisa triunfante dibujándose en su rostro, aceleró su paso.

    Y la pregunta, ¿por qué lo estaba haciendo? Efectivamente, por el estúpido de Kakaroto.

    —Vamos, Vegeta, no seas tan gruñón y diviértete un rato —su estúpida sonrisa le hizo voltear al susodicho.

    —No pretendo tener nada contigo, Kakaroto —dijo entre dientes. Había cruzado sus brazos y piernas, pues estaban en la cama. —Aún no entiendo cómo lograste llegar hasta «aquí».

    —Je. No seas malhumorado —se podía escuchar el puchero que estaba haciendo en esos momentos. —¿No crees que será divertido tener una cita?

    —Deja de llamarlo así, maldito.

    Claro estaba que ambos ya habían pasado los límites, aun así, aquel saiyajin orgulloso se negaba a tener algo con ese “clase baja.” No estaban en condiciones de negar nada, pues lo que ambos habían realizado horas atrás exclamaba lo contrario y, claramente, tener una cita sería lo más común de lo que ya habían hecho.

    En cama, desnudos, sudor por doquier, ¡era claro que se necesitaba de una cita!

    —¿No se supone que lo hacen ese tipo de parejas? —preguntó Kakaroto, reincorporándose y estando a la altura de Vegeta; sin embargo, el mismo saiyajin criado en la tierra, soltó un quejido. —Es más, Bulma me dijo que podías cocinar. La comida que preparas debe ser excelente, Vegeta.

    —Cállate, Kakaroto —Vegeta había soltado un bufido y se estaba hartando de aquella simple conversación. —Sólo para que dejes de molestarme con este tema, haremos eso, pero- —volteó un poco su torso para observar a Son Goku. —Esta será la única y última ocasión, ¿quedó claro?

    —Eres demasiado malhumorado, Vegeta —Goku dio por terminada aquella conversación con su frase y una sonrisa característica de él.

    Ahora, tenía que preparar una excelente comida. A sabiendas del hambre de la raza saiyan, debía hacer grandes cantidades y hasta proporciones. No sabía en qué momento terminó en todo este embrollo, tal vez sabía las consecuencias, pero jamás imaginó a Kakarato siendo uno de los protagonistas de todo ese embrollo.

    Tronó sus dedos, relajó sus músculos y comenzó a enlistar los ingredientes de los platillos que haría en orden. La cocina se había acomodado a una cocina terrícola (gracias a Whis) y no le era difícil acomodarse a tan gran cocina (era un espacio perfecto).

    Una hora pasó y tenía la mayoría de la comida. Dos horas más y había terminado con una grata sonrisa en su rostro. Había sudado cuan entrenamiento con el ángel, pero estaba más que satisfecho con lo que había creado; platillos que recordaba haber visto en aquellos programas de la tierra de cocina.

    —¿Qué es ese olor tan exquisito? —la voz ensoñadora de Whis había entrado en escena. El eco de la voz del ángel puso en alerta al saiyajin. —¡Oh!, pero qué suerte tenemos de tenerte aquí, Vegeta.

    El rostro de Vegeta estaba expectante de las acciones de Whis. Sabía que el ángel adoraba la comida terrícola, pero no podía permitir que comiera lo que había hecho para la estúpida cita con Kakaroto.

    No dijo una sola palabra, sólo quedaba observando a Whis admirando la cantidad de platillos recreados en la gran mesa.

    —Jo, jo. No me digas que esto es para Goku y para ti —no recordaba la gran velocidad del ángel, pues ahora ya estaba junto a Vegeta. —No sabía que tenías ese lado de apreciación.

    —No es nada de tu incumbencia —Vegeta terminó sonrojado por la gran astucia del ángel que volteó de inmediato cuando Whis se acercó más a él.

    —Tendría más cuidado con el señor Bills. Jo, jo —rió el ángel y se enderezó para dar pequeños pasos hacia la gran mesa donde estaban acomodados todos los platillos. —Dado a su gran olfato, le doy al menos… un minuto.

    Whis sonrió y, sin importarle, tomó uno de aquellos dumplings de frijol que había hecho Vegeta. El saiyajin gruñó y dio un golpe a la mesa que hizo temblar la cerámica de los platos, al contrario de él, Whis simplemente dio un gemido de total aprobación ante la delicia que había tocado su paladar.

    —Te quedan cuarenta segundos, Vegeta.

    Sudor comenzó a recorrer su cuerpo y no era por el calor ardiente que comenzó a hacer en aquella gran sala llamada comedor, no, no era eso, era por el temor de lo que Bills era capaz de hacer. Tragó con tanta dificultad que hasta comenzó a toser.

    Veinte segundos y los segundos seguían corriendo. ¿Qué debía hacer?

    Quince segundos y seguía parado sin hacer absolutamente nada y le eran eternos.

    Siete segundos y ya escuchó las pisadas del Dios de la Destrucción acercándose al comedor.

    —Vaya, pero ¿qué tenemos aquí? —sus orejas se levantaron al observar todos los platillos ordenados en la gran mesa de cristal. —¿Lo hiciste tú, Vegeta?

    ¿Qué debía responder? ¿“Esa comida es para mí y el estúpido de Kakaroto, no la toque”? Apretó sus labios sin siquiera permitir que saliera una simple palabra.

    Pero cuando abrió sus ojos, observó que Bills ya se había sentado y comenzado a tomar gran parte de todos los platillos. Poco a poco, cada platillo que le había costado su propio sudor estaba desapareciendo ante sus ojos.

    —¡Whis! Deberías venir, Vegeta hizo el mejor banquete que te puedas imaginar. ¡Qué delicioso está todo!

    Y no podía intervenir. En menos de media hora ya había desaparecido todo lo que había preparado. ¿Ahora qué le diría a Kakaroto? A pesar de la invitación de Whis a comer (supuso que estaba de buen humor debido a que Vegeta le había preparado tan delicioso banquete) tuvo que negarse y sentarse. Tenía sus ojos cerrados mientras intentaba resolver el problema que se había creado.

    Al levantarse y dirigirse a la habitación que compartía con Kakaroto, se sorprendió al encontrarse con un Kakaroto con pecho desnudo y una toalla blanca rodeando su cintura y cubriendo gran parte de su entrepierna, muy al pesar de Vegeta.

    —¡Vegeta! Escuché que habías preparado un gran banquete para la cita —su sonrisa era tan contagiosa que Vegeta frunció más su ceño.

    Maldito Whis,” pensó para sí mismo.

    —Kakaroto, ese banquete acaba de ser devorado por el señor Bills. Ya no habrá cita —y, aunque no le había agradado aquella idea en un principio, sintió un poco de pena por lo sucedido con la comida.

    —¿No habrá comida? —Kakaroto se sentó en la orilla de la cama. —Bueno, no todo debe salir perfecto. Todavía nos tenemos el uno al otro, ¿no crees, Vegeta? —al decir aquello, un gran crujido proveniente del estómago del saiyajin se escuchó en la habitación. —Y también el hambre.

    —Eres un insecto, ¿lo sabías? —rodó sus ojos, pero se permitió sonreír una vez que dio la espalda a Kakaroto. —Probablemente Bulma haya dejado algo más por ahí.

    Salió de la habitación. Tal vez Bulma dejó provisiones o similar, pues tenía conocimiento del gran estómago que poseía el Dios de la Destrucción. Al bajar y volver a la cocina, halló el pequeño estuche donde había resguardado las cápsulas. La mayoría ya estaba vacía, pero había una que no se había abierto en lo absoluto.

    Con el mayor silencio que pudo, volvió con aquella cápsula de color rojo a la habitación.

    Kakarato seguía semidesnudo, su justificación había sido que no podía moverse con tanta libertad como él deseaba y había volteado a ver a Vegeta con una mirada que reclamaba “y tú eres el culpable”.

    Al abrir la cápsula, el contenido eran pizzas.

    Aunque no era lo más elegante o las elaborado posible, al menos se podía notar la sonrisa que irradiaba Kakaroto. Molesto para el príncipe de los saiyajin, pero agradable para el mismo ambiente. Quizá Bulma tuvo razón en lo que había dicho con respecto a crear recuerdos.

    —¿Whis, eso que huelo es pizza?

    Se escuchó en el gran pasillo que conectaba la puerta de la habitación de los dos saiyajines. Ambos se miraron y, lo más deprisa que pudieron, comieron como bestias aquellas cajas de pizza.
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    Pero ¿quién fue el muerde almohadas? JASJD. Ya):

    Si alguien llega a leer este escrito, les agradezco en demasía< 3

    kakavege-goku
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    Apenas me doy cuenta que está este tema, y qué bueno que estuve de chismosa en los temas recientes del foro, si no, me perdía de este lindo tema y compartir mis canciones<tres

    Conste que no soy de esas personas que gustan de canciones románticas o similar, pero he escuchado una que otra que te parte el corazón y lloras por lo hermosa que es y desearías que te las dedicaran o similar. BUENO, no vengo a hacerla más de chachara y a dar las mejores songs que, a mi parecer, son chidas.
    • Stay With Me > Miki Matsubara; con tan sólo escuchar su voz es más que suficiente de lo que trata la canción.

    • La Incondicional > Luis Miguel; del sol de México y, JODER, ¿quién no amaría esa canción y cantarla a todo pulmón mientras intentas no sonreír por la magnífica lírica?

    • You're Beautiful > James Blunt; ¿qué más decir? Ya conocemos esta song, una de las más tristes y hermosas que hayas escuchado. ¿Quién no se ha enamorado a primera vista en el transporte público? Aunque bien sabes que nunca se hará realidad eso y sólo quedas con aquel sueño de que, probablemente, se haga realidad ):

    Esta es mi pequeña aportación a este lindo playlist que se realizará. Ando al pendiente de cuáles serán las siguientes songs que posteen los demás usuarios.
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    Bueno, he regresado por más. Hace siglos que no posteo nada aquí, ¿o es mi imaginación? No lo sé xd

    Hace rato que deseaba postear un tutorial, pero no me salía la inspiración, sin embargo, encontré un tiempecito en estos momentos que me dediqué a realizar un nuevo tuto, claro que yes. Un tuto de una firma que no se ha wachado con anterioridad, a la bestia. Y, ¡aquí estamos!

    Espero que disfruten de este tutorial, que la verdad es sencillo (eso espero). Aquí ocuparemos solamente una imagen. ¿Una sola imagen? Así como lo escucharon, una sola imagen, no es mentira. UFF.

    En esta ocasión realizaremos algo así:

    LA FIRMA PRRONA QUE HAREMOS

    GnTamE1


    Parece complicado, pero ¡no es así! Sí se puede< 3

    Vamos a la parte más interesante: EL TUTORIAL.

    EL TUTORIAL MÁS CHIDO DE TODOS LOS TIEMPOS (no lo es)


    SPOILER (click to view)

    EYGBxKA


    Pasaré a las notitas:

    Nota uno: tal vez dije que pondría los links de los recursos que ocupé, sin embargo, ¿y para qué mentir?, pues no los tengo guardados en mi dA, efe por eso):

    Nota dos: este es un tutorial para la hermosa de ArJei, sí que sí. La sorpresa ya no será tan sorpresa, jajda. Para ti, reina, que no se te caiga la corona.

    Nota tres: ¿apoco no la música está bien prrona? Chiale. Es para dar inspiración.



    Edited by Stannaked. - 1/2/2024, 20:44
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    Ay, no, pero qué genial. ¡Qué genial!

    Quedé: 0:

    No puedo dar buenos argumentos ni sé cómo comenzar una respuesta a un post tan maravilloso como este, pido perdón por tan poco ): Pero, en general, esa fue mi reacción, ajsjdf. No me esperaba que fueras mi Reina Maga (o Santa), jssa. Creo que comenzaré desde un inicio, porque siento que no terminaré de apreciar este bello post y palabras me faltarán para poder abarcar todo lo que deseo (desearía) comentar, pero ¡aquí vamos!

    Primero que nada: AMÉ con todo mi alma cada una de las imágenes para presentar los regalitos. Es que cuando llegó la notificación de este hermoso tema no paré de sonreír por la imagen del Gohan bb en SSJ y con todos esos arreglos de navidad... UFF, quedaron kajsjdf. Y no sólo al Gohan bb, si no también pusiste a Joe< 3 Si pudiese decir algo, diría: enamorada a primera vista, la vdd. Y, ¡¿cómo no?! El poderosísimo Goldblum. Lo logró. Ese maldito hijo de perra lo logró.jpg Bendecida con ese meme, jajsdf. E ItachiGod, no'mbre, ¿acaso quieres que muera de ternura aquí? No puede ser. Y, para rematar, el buenardo del sugar daddy de Ciudad Domino: Seto Kaiba. Yo quiero saber cuánto ataque tiene ese Muñeco de Nieve o la Casita de Jengibre, jajsd.

    Terminando de enamorarme de esas hermosas imágenes presentadoras (?) IDK, jasdj, ahora me iré directito a los regalos.

    Primero, no me esperaba una hermosa firma de Yaoi-san con el puppyshipping. Dime si estos dos no fueron hechos el uno pa'l otro. Niéguemelo.jpg Y es que el icon que hiciste de Kaiba con su Juaito Dragon (Kisara, mi amor</3), no pude evitar enamorarme de ese bello icon y de la firma< 3 No pude contenerme y ahora ya los ando presumiendo, como debe ser, sí que sí. De verdad, agradezco este hermoso regalo ;;

    Y, PUFF. ¿Esos wallpapers de mi nuestro pirata favorito? No'mbre. Ahora cada que desbloqueo mi celular ando viendo su hermosa carita hermosa. Conociéndome, no modificaré mis fondos de pantalla por un largo tiempo, tenlo por seguro< 3

    Ahora me voy con los libros. Sinceramente, he estado buscando buenas referencias de lectura para echarme, y ahora que tengo una buena referencia, podré decir que iré a comprar esos libros (domingo, espera a mamá x'd). Seguro que serán excelentes regalitos de mí para mí para este domingatzo. Siempre me han interesado los libros que tienen películas, ya sea que estén basadas en los libros o viceversa. Y, ahora que mencionas a Sandra Bullock, muy seguro me veré la movie (esa doña me roba el corazón< 3).

    Hablando de los libros, me leí el libro de Black Flag ;; (Ya estoy leyéndome el de AC III Forsaken; los problemas nunca dejan a los Kenway en paz;; ) muy seguro terminaré leyéndome los demás, sí que sí< 3

    Me daré una vueltecita por los recursos (las páginas x'd) que me has indicado. Necesito más fonts y más recursos, porque los que tengo no me son suficientes. En dA luego hay texturas hermosas (y yo aquí, recomendado, ajsjd, perdón): ), ya prontito te comparto unas texturas hermosísimas< 3

    Y, por último, ¡QUÉ GENIAL! Una vez que leí este post me fui directito al link del hermoso escrito, solamente para terminar llorando y riendo pr lo hermoso que fue, es y será< 3

    No puedo decir lo mucho que me han encantado cada uno de los regalitos que me has obsequiado. Lloro de felicidad. Meme para dar contexto del: ¡Qué genial!


    Sin más preámbulo, me retiro< 3

    Muchas gracias, Yaoi-san por tan hermosos regalos< 33333

    PD: Espero que también te la hayas pasado increíble estas fechas decembrinas. Que no haya hecho tanto frío por allá, que bien recuerdo cuando fue la pandemia que España quedó inundada de nieve por aquellos años. Sabes que te deseo éxito este año, para que este 2024 puedas cumplir más de tus metas y objetivos, sí que sí. Te deseo lo mejor, te deseo saludo, te deseo amor, felicidad, y esas cositas< 3 Sólo como dato curioso igual, por acá el 6 de enero también se festeja por los Reyes Magos, claro que yes. Me siento como cuando bajabas por las escaleras, veías las lucecitas del arbolito navideño y observabas con detenimiento los regalos que te habían dejado los Reyes Magos, sí, así exactamente me sentí< 3

    ¡Feliz 2024, mi chica Flamenco!< 3
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    qE0YEMA
    Porque los memes hacen la vida más agradable


    PERO. ahora sí. A lo que venimos, ¿no? x'd

    Primero que nada, y lo diré así, al chile. ¡Felicidades, ArJei! Espero que te lo hayas pasado de maravilla estas fechas decembrinas, así como también la Rosca de Reyes Magos del día de hoy. Que todas tus metas se puedan cumplir de manera exitosa, porque sé que eres una persona que sabe hacer las cosas y le salen chingón, claro que sí. Además de eso, que haya salud, porque he leído por ahí que andas en el gym que pronto harás la pose Jojo sin ningún problema (R.I.P las rodillas, jasj). Aun así, espero que este 2024 sea lo mejor para ti, ya sea educativa, personal y laboralmente< 3

    Segundo punto. Cuando me dijeron que me tocaba darte (uy, UFF), jajsd, pues me quedé: 0: No sabía qué regalarte, porque dije: si le hago un algo, ella lo puede hacer mil veces mejor, pero eso no impidió que fuera a ciertas páginas para buscar y rebuscar algún fanart que me gustara, dicho y hecho, se hallaron y pues, a darle.

    Sinceramente, y debido a esto, me atrasé sólo un poquito con el regalo (sólo un poquito, pido perdón por tan poco): ), además que hubieron ciertos atrasos que me impidieron estar en la compu ):

    Y ¡sí!, sí, te debo una respuesta de nuestro precioso rol (eso será un regalito aparte, wink, wink). Sin embargo, aquí ando, claro que yes.

    Ahora sí, ¡vamos por lo chido!

    Regalo NÚMERO UNO: una firma de los Jojo's, claro que yes. Amé por completo los fanarts que hallé que me enamoré por completo. Fue así que escogí a Jotaro. Deberé ser sincera, pues no conozco mucho de los personajes, así que pido perdón por tan poco):
    SPOILER (click to view)
    TcXCBmy

    CODE
    https://i.imgur.com/TcXCBmy.png

    Regalo NÚMERO DOS: aquí se complicó un poquito, porque cada fanart que encontraba, me enamoraba más y más del personaje y terminaba por no saber qué imagen editar, sin embargo, nada es difícil, jajs. Te presento, a Edward Elric, sí que sí.
    SPOILER (click to view)
    ECryuR4

    CODE
    https://i.imgur.com/ECryuR4.png


    Y un pequeño icon 0:

    QrHJbmV

    CODE
    https://i.imgur.com/QrHJbmV.png

    Regalo NÚMERO TRES: costó encontrar imágenes, pero, como mencioné, nada es complicado, UFF. Intenté darle un modo asthetic, pero no salió, chale. Me enamoré del resultado, yes. Un integrante favorito de ArJei de EXO.
    SPOILER (click to view)
    ZHgLnC1

    CODE
    https://i.imgur.com/ZHgLnC1.png

    Y, por último, pero jamás menos importante: regalo NÚMERO CUATRO: UY, mana. ¿Qué te digo? Aquí encontré muchas cositas, pero de las que más me enamoré, fueron de los fanarts de drarry. En vez de hacer una firma o avatar, quise hacer (también) un fondito de pantalla para el celular< 3
    SPOILER (click to view)
    fNeJb25

    CODE
    https://i.imgur.com/fNeJb25.png

    Y de aquí te publico los fanarts que me encantaron mientras buscaba ese hermoso fanart del fondito de pantalla:
    Uno.
    Dos.
    Tres.
    Cuatro.

    Diciendo esto, espero que estos regalitos te hayan gustado mucho, así como a mí me encantaron hacerlos. Sé que soy reiterativa, pero espero que este año sea el mejor para ti< 3

    Te deseo el mejor de los éxitos, bella ArJei.
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    animesher.com_yu-gi-oh-seto-seto-kaiba-1674618

    Invoco a la chica Flamenco en posición de ataque, para que me ataque de amor con este escrito que hizo< 3

    UFF. UFF. Y RECONTRA UFF.

    Es que no me lo esperaba, de verdad )': He llorado y gritado y reído, todo fue una confusión, jajs. Me pondré ahora con la respuesta a ese regalito que mi Reina Maga me ha dado para estrenar este día de Reyes, sí que sí, señor. ¿Qué mejor estrenándolo con este hermoso escrito? AY.

    ¿Por dónde empezar? Es que, AY. Mokuba es tan yo, jajsf. Y es que Kaiba siendo Kaiba y un hermano responsable es tan Seto Kaiba, jasj. Mokuba la revive lo que muchos deseamos: tener al daddy de todo Ciudad Domino.

    Pensar que a ambos les da pena decir que son novios es tan de Joey y Kaiba. ¡Por el amor de Dios! Si cuando Kaiba peleó contra el alemán ese (no recuerdo su nombre x'd) el Joey dijo que no le gustaba estar del lado de Kaiba, pero como buen novio, tenía que apoyarlo moralmente. Osiosi. Sólo por eso, volveré a verme ese arco de Yu-Gi-Oh!

    Me encantó la dinámica de Kaiba y Mokuba. Mokuba tipo: "hermano, estás pendejo, yo te ayudo"< 3 Todo un amor ahí. Pensé que el Kaiba (siendo Kaiba) terminaría llevándose al Joey al Caribe o algo así, pero me enamoré del detalle que le hizo a Joey< 3 Es que, ¿cómo no te puedes enamorar de Kaiba? UFF.

    ¿Y los suéteres feos? UY. De verdad, Mokuba fue el MVP de todo el escrito y, como buen hermano pequeño, apoyando la relación de su hermano. Sí soy.
    QUOTE
    —Puedes contárselo a tu jefe para que no te despida: «mi novio me secuestró la noche de Navidad». —Le miró por el retrovisor, sonriendo al ver su cara—. Te has puesto rojo, ¿te da vergüenza que diga que eres mi novio?

    —Me da vergüenza que lo digas delante de Mokuba.

    —Tranquilo, a mi hermano también le da vergüenza.

    Kaiba gruñó antes de arrancar el coche.

    Same.

    Igual. Me leeré el otro puppyshipping que escribiste para alegrarme mi día de Reyes, sí que sí.

    PD: yo tampoco supero el nombre de esta ship, ajsjf.

    PD2: en serio, muchas gracias por este escrito, me enamoré, en serio. Sabes que amo cómo escribes, eres la diosa todapoderosa para los escritos ): y lloro por lo hermoso que fue y es este escrito, tenkius. Prontito me verás para contestar ese hermoso post, sí, sí< 3
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    La tarde había sido terriblemente… ¿sorprendente? No sabría describir el inicio de su día. Alguien bien vestido había indicado que lo siguiera. Lo habían tratado como un perro, eso no debía dudarse por la forma en la que aquel hombre armado y traje de un color suave a ojos de cualquiera lo empujaba y aventaba a que Armin siguiera caminando por la calle abundada de gente que sólo le veía con temor en sus ojos. Tal vez por el hecho de que estaba siendo escoltado por un soldado o por lo que se avecinaba.

    ¿Dudaba? No. Sabía el destino que yacía en las frías palabras que el soldado le dijo antes de seguirle empujando con su arma por la espalda. Más presuroso estaba su sobrino que corría detrás de ellos, pues el soldado que lo estaba custodiando había olvidado una pequeña cosa. Los ojos de su pequeño sobrino irradiaban temor y miedo, pues pequeñas lágrimas brotaban de sus ojos azulados y hacia muecas para no soltarse a llorar en medio de la calle.

    Armin, por su parte, volteaba a ver al pequeño y decirle, sin palabra alguna más que con la mirada, que todo estaría bien. Extraño le pareció que escuchara su nombre antes de llegar, precisamente, a la cafetería y dar el primer paso a la entrada. Un solado corpulento, con cara de pocos amigos (cualquier alemán llevaba esa cara, al parecer un requisito forzoso), lo detuvo justo en la entrada de la pequeña y elegante cafetería por nombre Odette. Su arma de color negro como los ojos de aquel soldado le intimidaba al pequeño Ludwig quien se protegió detrás de las piernas de su tío.

    —¿Lengyel? —había pronunciado casi escupiendo su gargajo atorado. No gustaban de pronunciar nombres o siquiera apellidos judíos, pues el rostro de aquel soldado se había desfigurado un poco al tratar de decir su apellido de manera “civilizada”. —Acompáñeme.

    Se notaba el esfuerzo que estaba dando el soldado de no restregar su rostro en el lodo o tirarse un balazo ahí mismo. Aquella acción le hizo sonreír de medio lado a Armin quien escondió rápidamente su rostro entre su codo y brazo para no ser detectado por los ojos de los alemanes que resguardaban el gueto, ¡y había funcionado!

    🎹


    Terminaron por enviarlo a un vagón de tren en las terminaciones de la estación ferroviaria de Varsovia; tal como un animal lo habían tratado. No llevaba nada de valor y aun así lo habían manoseado antes de poner pie en el vagón. La tristeza que en su rostro reflejaba no se comparaba a aquella que sentía por no poder enseñar lo que más le apasionaba en este mundo lúgubre y gris. A un costado suyo, su sobrino tomándole con fuerza el pantalón menos descocido y más pulcro que tenía guardado y que, con recelo, había optado por no ocuparlo mas que fuese para una ocasión especial. ¿Tal vez esta era una ocasión especial? ¿Su día de sentencia de muerte? Observaba cómo el color de la grisácea ciudad se teñía delicadamente de negro mientras la puerta del vagón del tren se cerraba con tanta lentitud, mientras cerraba sus ojos con una diminuta sonrisa amarga.

    ¿Así terminaría? Sin duda alguna así era cómo terminaría su vida. Su corazón no se impacientó en lo absoluto, pues ya sabía su destino, sin embargo, decirle aquel mismo a un pequeño de no menos diez años era sumamente cruel hasta para él. Una de sus manos la llevó directo al cabello de su sobrino y lo revolvió con cariño.

    —Todo estará bien, pequeño —comentó aún con aquella sonrisa que reflejaba su rostro y justo cuando el tren comenzó a moverse que todos dentro del vagón se tambalearon incluidos ellos.

    De verdad esperaba que todo fuese rápido y no cruel para su pequeño sobrino, todo menos a Ludwig. ¿Se perdonaría a sí mismo si le pasaba algo al hijo de su queridísima hermana? Momentos después, quizá una eternidad para ellos dentro del vagón, pero pocos minutos afuera. El tren había parado tan abruptamente que la mayoría de los judíos que estaban dentro comenzaron a cuchichear en voz baja, hasta algunos se alegraron bendiciendo al techo con ojos llorosos.

    Lo que no esperaba Armin era encontrarse con aquel soldado del café. Aquel que, hace pocas semanas, lo liberó de su infame destino. Apretó sus dientes y, a ceño fruncido, bajó del vagón. Hermman Von Hammersmark, recordaba. ¿Qué deseaba? ¿Qué quería? Pronto, tal como si lluvia fría recorriera su espalda, Armin recordó la propuesta dicha por él mismo horas atrás.

    «No habrá pensado en…», pensó el judío tomando con fuerza la pequeña mano de su sobrino y trago con fuerza. Los soldados que habían abierto el vagón lo cerraron inmediatamente, dejando atónitos a los acompañantes de Armin. Gritaron obscenidades, algunos maldijeron y escupieron, dejando en claro que Armin había dado la espalda a su gloria y propia libertad.

    Habrá escuchado, pero hizo caso omiso de cualquier palabrería, él también estaba haciendo lo imposible por sobrevivir en el “holocausto” creado por Alemania. Ni por un momento pensó en que estuviese haciendo algo malo u horrible y detestable, en cambio, estaba ganando tiempo, o eso parecía.

    Aunque deseaba responder ante la educación del alemán, respondió con un bufido. Cómo deseaba darle un gran puñetazo merecido a ese soldado, pues desde aquella ocasión que le salvó de ser arrastrado a un destino precario y su inesperada visita en el café Odette, una sensación de ira consumió a Armin.

    Sí, aquel soldado Hermman no tenía la mínima culpa de la -quizá- muerte de su familia, sin embargo, ese bastardo merecía conocer la defensa propia que tenían ellos como judíos (a terminología de ellos, “sangre corrupta”). Y su sorpresa seguía guiándole a un hoyo en el cual no podía salir (por el momento).

    Los dos hermanos gemelos se habían encontrado cara a cara instantes después de que aquel soldado Hermman hubiese “rescatado” a Armin y aunque no gustaba el agarre de aquel soldado, no podía rechistar ni un momento y al ver el rostro del gemelo, Herman, ¿correcto?, algo dentro de Armin se alivió por completo, hasta su propio sobrino se tranquilizó inmediatamente, pues el agarre a su pantalón se había relajado un poco más de la cuenta.

    🎹


    Al parecer su gran día no terminaba. Había regresado a su usual trabajo en la cafetería, tocando melodías que estuviesen acorde al ambiente que se centraba en el pequeño restaurante. Las personas eran variadas, pero jamás faltaban los soldados que portaban sus armas e intimidaban a cualquiera que los viese por más de cinco segundos.

    Ludwig tenía su mirada centrada en el piso, el pobre pequeño no soportaba mucho el ambiente de la cafetería, pero Armin no podía hacer mucho, y aunque deseaba darle una mejor vida, sabía que no estaba a su alcance.

    Hermman lo había vuelto a interceptar. ¿Odiaba aquello? Muy probablemente. Detuvo sus dedos de las teclas blanquecinas del instrumento, ahora sólo se podía escuchar los murmullos de las conversaciones y los golpes de las tazas de cerámica contra los platos del mismo material.

    […]sin lugar a dudas, eres un problema. Y ya sabes cómo soluciono los problemas. No deseo hacerte daño. Pero no sé cómo tratar contigo.” Las palabras del soldado le hicieron irritarse de sobremanera al judío. Iba a responderle ahí mismo, sin embargo, se contuvo. No era explosivo, pero las circunstancias lo ameritaban.

    —Si me lo permite, —comenzó con la misma tranquilidad con la que sus dedos pasaron rozando por las teclas del piano. —¿por qué rescatar a una “rata” como yo? Es curioso.

    Y Armin no era alguien distraído, tal como una pieza de una sinfonía, podía notar con claridad cuando una persona era atraída a su físico. Su madre le había comentado que había nacido con aquel rostro esbelto que su padre tenía en sus años de juventud, mientras los rizos habían sido de su parte, con una simple sonrisa comentó que Armin detendría muchas miradas hacia él.

    Su mirada se cruzó con la del soldado por escasos segundos y, tal vez con una sonrisa ladina, comentó:

    —Si me permite, seguiré con mi trabajo —su vista volvió al instrumento. Ambos estaban sentados en aquel banco que era específico para los pianistas, y aunque estuviese descocido de algunas partes como las esquinas, el terciopelo de color vino era suave, así como el cojín ocupado seguía siendo uno de los mejores asientos.

    🎹


    El tiempo pasó rápidamente. El nerviosismo de Armin aumentaba a cada segundo y el reloj de pared no estaba ayudando en lo absoluto, pues a cada segundo el tic-tac de las manecillas indicaban que el momento cúspide de su día estaba por terminar e iniciar uno nuevo.

    Los cómodos clientes (en su mayoría soldados) se retiraban con lentitud. La música no había cesado en ningún momento, el melodioso sonido de las teclas combinadas en notas era arte. Armin había cerrado sus ojos, pues estaba ensimismado por las melodías que sus dedos tocaban en aquellos momentos que no se percató que la luz del sol de afuera se estaba escondiendo poco a poco y la poca luz que entraba era la luz que emergía de la luna.

    Al tener los ojos cerrados, no se percató que una persona se había acercado a él de manera cautelosa. Pensó que sería aquel hermano gemelo del soldado Hermman, pues habían prometido ambos de que el día de hoy se iniciarían las clases de piano, pero al abrir sus ojos azulados se halló con alguien distintito.

    Un soldado de bigote prominente, ojos hondos y con ojeras que hacían que sus ojos se notaran pequeños. La mano gigante y pesada de aquel hombre de complexión corpulenta, la dejó caer en su muslo. Molesto, Armin iba a reclamarle, sin embargo, tal como de aquellas novelas románticas que leía su hermana hace años, el soldado gemelo de Hermman apareció.

    —Se lo agradezco —comentó una vez que ambos hombres quedaron “a solas” en el desértico café. —Admito que desde que estoy aquí, he notado las miradas poco discretas de algunos soldados. Me pregunto si aquello no es alguna falta —comentó Armin pensativo, refiriéndose al maquinador de aquella guerra.

    La conversación seguía a su ritmo, aquel soldado de nombre Hans era tan diferente a su gemelo, Hermman, pues con tan sólo la conversación que estaban teniendo era una donde Armin pudo sentir una sonrisa formándose en su rostro.

    —Mi hermana era una gran bailarina —aunque no gustaba sentir aquella sensación que le provocaba decir aquel verbo en pasado, no sabía con exactitud el destino de su hermana en aquellos momentos. —Había veces en las que yo tocaba el piano y ella, con sus pies delicados, volaba por encima del suelo —sonrió con algo de tristeza mientras pasaba su mano por la tapa de madera que cubría las teclas del instrumento.

    Era de saber que Armin era una persona sociable y sincero, siempre y cuando la otra persona también lo fuese con él.

    Y, cuando Hans acertó con un cumplido, Armin abrió sus ojos de manera sorprendida. Sinceramente, los gemelos tenían las diferencias marcadas cuando uno hablaba con ellos por separado a pesar de que tuviesen el mismo rostro, las carencias de uno el otro las complementaba.

    Pues la cercanía que tenía Hans y el tacto no se comparaba en lo absoluto en el poco tacto que tenía Hermman hacia con él. Sus vellos se erizaron, había tenido tiempo de no sentir una calidez como aquella ni mucho menos un tacto tan sutil como lo que hacía Hans en aquellos instantes.

    —Esta ropa… —acarició la tela de su gabardina. —Muchas gracias —completó con un deje de amargura en lo que iba a decir.

    Estaba perdiéndose de la verdadera crueldad de su vida y tampoco debía dejarse llevar por su emoción. Calmándose y volviendo su compostura, alejó con la mejor delicadeza posible al soldado de su circunferencia.

    Ludwig había sido recogido por sus vecinos, Armin había comentado que tenía cosas que hacer durante la tarde después de su horario de trabajo, a pesar de que su sobrino no deseaba retirarse de su tío, el cansancio se notaba en sus pequeños ojos azulados y un bostezo de hizo presente cuando el pequeño comentó “No quiero irme, tío Armin.

    —La música es algo que no se puede esconder y da esa vibración anhelada —no se consideraba una persona sabia, pero cuando se trataba de música, se notaba que era un as. —¿Ha tocado con anterioridad alguna pieza? Me encantaría escucharle y saber por dónde partir.

    Pese a realizar su estudio del soldado alemán y saber desde dónde partir (llámese intermedio o avanzado, hasta lo más básico), tenía emoción de saber más allá de él con un simple toque de una melodía e intenciones hacia Armin.

    —Por favor, sea libre de cometer lo que usted guste —dijo abiertamente y dándole más espacio de lo necesario, acomodándose el judío hasta la esquina de aquel banco.

    Y la melodía comenzó a tocarse de manera nostálgica, dejándose escuchar unas brillantes notas alegres. Armin, al escuchar aquello, se dejó llevar por su propia emoción que sus propias manos comenzaron a acercarse a las teclas del piano que el dueto sintonizado en la desértica cafetería Odette se podía escuchar a las afueras.

    Sus dedos se habían sintonizado con la melodía tocada, que su entorno se volvió más cálido a la par que los dedos de Armin chocaban a cada segundo con los del soldado, creando fricción en cada nota tocada. Armin no recordaba cuándo había sido la última vez que despertó aquel sentimiento de emoción y alegría dentro de sí.

    El tormento súbito había aparecido cuando escuchó la tintineante campana que marcaba una hora en punto, pues el toque de queda se estaba aproximando y no deseaba arriesgarse a ser encontrado por otro soldado y ser interrogado con millones de preguntas y dudar de si su vida corría peligro, y aunque estuviese con cierta seguridad de estar a un costado con alguien de suma importancia como lo era Hans, no se podía fiar tampoco de los demás soldados.

    —Déjeme decirle que sus dotes son extraordinarios pese a que no haya tocado algo complicado —sus dedos se levantaron un poco de las teclas del piano. —A decir verdad, señor… me parece curioso que usted, teniendo esta apreciación, me resulte complicado asimilarlo con su puesto y rango —completó con una sonrisa torcida. —Además, curioso me parece que usted haya estado cuando su hermano fue a la estación ferroviaria —volteó un poco su rostro para mirar la pierna herida del soldado antes de subir su mirada hasta aquellos ojos verdosos. —No me es difícil contemplar lo que la música dice acerca de usted, señor. Por encantado que esté, dichosa la hora que es tendré que pedirle me disculpe.

    La soledad marcada en la cafetería era pacífica, empero lúgubre.

    —Si usted así lo desea, podemos mañana continuar con algo más práctico que un simple dueto, ¿no le parece?
    SPOILER (click to view)

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    Un "hey" muy conmovedor para saludar tanto a un Hans como a un Hermman.


    Reviví. No mentiré, tuve un horario horrible en el trabajo, desde las ocho de la mañana hasta las seis de la tarde que llegaba a casa, además de que no descansaba el fin de semana. La tuve horrible que no dejaba tiempo para escribir algo decente durante el tiempo que tenía, pues mis ojos estaban cansados de ver tanto la pantalla de la computadora ): Tal vez no es justificación, y lamento la demora que tomé en contestar este hermoso rol )':

    Todo mal, no, no. Pero ahora que ya tengo un horario medianamente normal, ahora sí me estoy poniendo las pilas con nuestros rolecitos< 3 Estoy planeando terminar mi respuesta de nuestros hermosos piratas para antes de este sábado (como un excelente regalo de Navidad, sí que sí< 3)

    EN FIN. Me pondré con lo mío, siento que Hans tiene esa melodía de melancolía, pero a la vez de alegría, no sé, ajsjdf. Se hizo algo tierno que Armin tocara junto con Hans alguna pieza (claro, puedes escogerla tú para inspirarnos a más duetos entre estos dos, jajs). Además, Armin no se fía mucho de los soldados alemanes, ni mucho menos se está fiando de Hermman.

    Aquí entre nos, Ludwig le agarrará cariño a Hans y huirá de Hermman. Hasta siento que el sobrino puede ser algo fundamental en la relación de Armin y los gemelos, tipo: le dé consejos o algo similar x'd

    Presiento que Hans, siendo el caballero que es, intentará persuadir a Armin a quedarse un poco más o bien acompañarlo hasta el edificio donde comparte vivienda con más judíos (algo que siento que desagradará a Hans(?)) por el toque de queda. No sé, ando dando ideas al azar, hasta el momento, Armin no tiene mucha participación en cuestión de diálogos con Hermman, pero espero y pronto comience a sacar su lado sincero y directo con él, UFF.

    Espero que te encuentres bien, que la última vez me comentaste que te encontrabas con gripe/catarro. De corazón, espero que te sientas mejor y que estés resistiendo este frío de diciembre allá< 3

    ¡Nos estamos leyendo!
    Sabes que cualquier cosita, me puedes decir para cambiarle a la respuesta.
  8. .

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    Saben que siempre me apunto a este tipo de actividades para el foro y siempre espero este día< 3

    Ahora sí, espero que muchos del foro se animen a participar, porque es una actividad que te hacen pensar en qué regalar o qué hacer, sí, sí. Cada día una persona puede innovar para poder dar un regalo hermoso. ¡Ahora sí! A lo que vengo, ¿no?< 3

    1. ANIME, no soy tanto de anime, sólo del viejito, ajjsdf. Recalcaré los animes que me gustan además de decir las ships de ese mismo anime. Primero comienzo con Yu-Gi-Oh!, me mama mucho el personaje de Seto Kaiba, el Joey Wheeler y, ¿cómo no? El prota, el trampas locas Yugi Muto. De aquí resalto el ship de puppyshipping. Me iré directo a Digimon, donde todos los niños elegidos me encantan (más Joe y su compañero Gomamon), cabe resaltar que me encanta Taichi, sin dejar de mencionar la ship que me encanta taito, uff, el Valor y Amistad. De ahí saltaré hasta Naruto, dejaré en claro que todos los personajes me encantan, pero ItachiGod, Naruto y Shikamaru me roban el corazón; con el narusasu hasta el tope. Además de ello, me doy el brinco hasta Dragon Ball, amo al pinche Son Gohan (y el Gran Saiyaman) así de simple, Vegeta le secunda y, por último aunque no menos importante, el pelos parados Kakaroto (maldita sea con el Goku Black, uff). Y, por último, se encuentra DRRR! (psst, shizaya).

    2. VIDEOJUEGOS, hace siglos que no jugaba, pero DIOS. El dinero sí que compra felicidad, jajs. Assassin's Creed, de plano el Edward Kenway, joder. Tá potente el asunto. También pongo a Bayek en la lista, no merecía que le hicieran eso, so sad. Doy un salto y pongo a Crash Bandicoot, ese marsupial ha estado conmigo desde mi infancia, ¿cómo no quererlo? Agrego un juego por ahí que tengo en mi lista de deseos, pero ya sé de lo que va, además de que mi precioso Tom Holland hizo una película de ello: Uncharted, pero la cuarta entrega Uncharted: A Thief's End donde un Rafe Adler, UFF. 100/10. Y, sin olvidar mi preciado juego de PC VALORANT, ¿han visto a Harbor? Qué preciosidad, señores. Sólo tal vez ya no juegue dicho juego, pero el Left 4 Dead era mi amor en aquellos años, y mi nellis siempre quedará en mi corazón.

    3. PELÍCULAS, seré breve, creo que me estoy echando la biblia aquí. Rescato mi saga de MARVEL hasta la tercer fase. Fue la mejor época de todas y donde conocí mi amor por el stony, winterfalcon, clintasha, spiderio. Amo por completo las películas de Guardians of the Galaxy, Star Lord y Rocket son mis favoritos. Hablando de Star Lord, Chris Pratt hizo una saga de películas llamada Jurassic World, Owen Grady, UFF. Mi saga favorita y de la cual no me cansaré de ver jamás: Harry Potter, main Hufflepuff. Rescato la saga de James Bond con el papucho de Daniel Craig (00q al cien aquí) y sin olvidarnos de otras sagas como Indiana Jones, La Momia y Una Noche en el Museo.

    4. DISEÑO, me encanta abrir Photoshop y hacer cosas que salen de mi cabeza. De aquí solamente podré decir: texturas y fonts. Aunque luego hay hermosos PNG's, nunca le digo que no a nada.

    5. RANDOM, soy muy random, tengo un humor demasiado random igual. Memes, videos graciosos, hasta de curiosidades. Amo ver videos de terror, miedo, tipo Dross. Me encantan las curiosidades igualmente, así como las teorías conspirativas y demás. Me encanta ver reels en Instagram, ya sean edits de mis gustos o equis o ye cosa. Si tienen recomendaciones para películas, adelante, soy de acción, suspenso, de ese tipo de géneros. Si son amantes de la lectura, también estoy abierta a recomendaciones de libros, leo de todo (menos romántico, jajs).

    Creo que me eché la biblia aquí, pido perdón ):
    Espero que más personitas deseen participar< 3
  9. .
    Tal parecía que no había quedado su plan de un principio. Pues al llegar a la Old Avery y retirarse al cuarto que compartía con Morgan, supo que todo estaba yendo en declive. ¿Qué carajos estaba ocurriendo? Más bien dicho, ¿qué le estaba ocurriendo? No se había hecho promesa, porque sabía que nunca cumplía las promesas, pero después de lo sucedido con Jack era imposible volver a sentir ese ligero cosquilleo que causa su cuerpo cuando está junto a Morgan, y aquel beso dado de manera tan improvista y natural había quedado en claro para Oliver que, sinceramente, estaba cayendo por un marinero que no conocía y que, literalmente, conocía de hace menos de una semana.

    Se conocía se por medio, conocía su cuerpo y hasta sus dotes. Claramente, desde un inicio, hubo una pequeña atracción hacia el bucanero cuando se presentó en aquella taberna de muerte en Tortuga, hasta su mejor amigo, William, le había advertido meses antes que, si Oliver quedaba ensimismado por alguien más, juraría que caería él mismo por la borda para no ser derrotado en combate naval tan patéticamente. Y es que los planes de ellos no era liarse con alguna prostituta del Caribe o beber hasta la muerte por una victoria entre pésimos piratas, era algo más grande que se podía tentar.

    Oliver recuerda haberle comentado algo similar a William días atrás, antes de zarpar hacia la Habana. Estaban en alguna de las pequeñas islas que rodeaba Jamaica, cansados por estar días en altamar y tenían tiempo de no poner pie en tierra firme que no era la cubierta del Poseidón. Consigo, una botella de ron, la boquilla de la botella estaba babeada por las miles de bocas por las cuales pasó la botella que al parar con Oliver, este dio un sorbo tan grande que hasta la última gota se esfumó en su garganta.

    Resopló y tiró la botella a un costado de él, dejando que la arena blanquecina abrazara el ámbar. Estaban rodeando una fogata que se hizo con la madera de algunas palmeras muertas, los troncos de estas se ocupaban como asientos. Oliver jugó con sus dedos y era por nerviosismo o entusiasmo, cualquiera de las dos. Griffin, el contramaestre, se acercó a él con un rostro sonriente. A lo lejos se podía escuchar a su tripulación cantar las salomas en conjunto con las notas que hacían las guitarras tocadas por las manos presurosas de los marineros que sabían tocar dichos instrumentos.

    —¿Estás seguro de emprender este viaje, Oliver? —comentó Griffin cuando se sentó a un lado de su viejo amigo de infancia.

    La fogata quemaba los pescados que estaban incrustados en largas ramas caídas de los árboles. Se escuchaba quemar la piel grasosa de los pescados mientras el sonido de la guitarra seguía su cántico. Oliver, por su parte, admiró a lo lejos a su preciado Poseidón que se levantaba por las sutiles olas que hacía el mar a estas horas de la tarde, donde el sol se escondía poco a poco por el horizonte y donde se notaba ya las perladas estrellas que pintaban el cielo de color anaranjado y rojizo.

    —Nunca he estado tan seguro de esto, Griffin —relamió sus labios; la barba que le había crecido estos últimos meses le picaba, además de aparentar tener esa apariencia de un verdadero capitán temible. —Aunque parezca similar a lo acontecido con el Bengala, no será así. Hemos vivido más de lo que podemos imaginar, Griffin. Siento el oro ya en las yemas de mis dedos.

    —Entiendo la mayor parte del por qué nosotros lo hacemos, Jone; sin embargo, tu cabeza ya tiene un precio para el gobernador Swann y teniendo en cuenta el rumbo a la Nueva España, seguro que el destino que nos depara allá… —y Griffin señaló más allá del horizonte, donde algunas aves se podían distinguir aún en la caída del sol. —…será peor que el Bengala.

    —El optimismo nunca fue tu fuerte, Will, y henos aquí —se levantó de inmediato el capitán del Poseidón, alzando sus brazos y sonriendo a un destino incierto. —Contramaestre Griffin, no espero que se hunda el Poseidón, no sin antes dar una guerra digna.


    Habría recordado. ¿Habrán pasado más de dos meses de aquello? La conversación donde más seguro se mostraba Oliver Jones, un hombre que no temía de nada, y ahora, donde todo lo tenía planeado y al pie de la letra, se veía desmoronándose. La improvisación nunca fue una opción, al menos aquellas estrategias sacadas de la manga por parte del capitán del Poseidón los habían salvado más veces de las que se pudiesen contar. Ahora, sólo existía el temor de lo incierto e inesperado.

    ¡Seguro! Era una persona que se guiaba por su mero instinto y por los tantos años que había navegado junto a George Roberts II. Enseñanzas que hoy en día seguían en la piel de Oliver como tatuajes.

    Escuchado lo dicho por parte de Griffin al mandar al joven Jacob a una misión suicida. Había deseado tanto acompañar al joven, pero sabía que llamaría la atención con tan sólo su caminar y porte y optó por quedarse en la habitación compartida con Morgan Bones, tal vez por gusto o porque intuía que no sería bienvenido en la taberna donde los alegres marineros externos a la tripulación del Poseidón canturreaban a todo pulmón “Randy Dandy Oh”.

    Pensó en el HMS Providence y en lo que se estaría diciendo Morgan con ese tal Erick Wilson y su postura cuadrada y su egocentrismo que se podía notar a varias leguas de Nassau. Sabía de antemano que el capitán Wilson estaría pisándole los talones a Oliver una vez que salieran de Nassau y zarparan hacia la Nueva España. No gustaba de estar en compañía como aquella, para ello era la pequeña goleta de Dupont y el señuelo ya estaba preparado.

    «Ese maldito de Fairborne al final caerá», pensó Jones cuando observó cómo el HMS Providence se alejaba de poco en poco del muelle de Nassau. Un estrujo en su pecho se sintió, tal como si le hubiesen cortado de manera calculada y las gotitas de sangre, frías y húmedas, resbalaban por todo su pecho tibio. Tragó en seco y, por primera vez en vario tiempo, sintió preocupación por alguien en específico llamado Morgan Bones. ¿No era el temido Oliver Jones de quien se trataba? ¡Absolutamente! Sin embargo…

    Necesitaba unos tragos para poder quitar pensamientos impuros de su cabeza. Al bajar por la escalera y ver el gran brillo que proporcionaban las velas hizo que cerrara sus ojos al instante.

    —¡Capitán Jones! —un viejo Dupont se acercó a él con un gran tarro de ron en su mano derecha. El viejo pirata se tambaleaba de un lado a otro que el líquido que se encontraba en el tarro caía al piso de madera. —Espero que esté preparado para la hazaña del día de mañana y que no esté echándose atrás por temor —cerró un ojo. Se había acercado tanto al capitán del Poseidón que el olor a la caña de azúcar que ocuparon para hacer el ron, además de olor a pescado y otras cosas que no deseaba saber Oliver en aquellos momentos.

    —Estoy más emocionado por ver las caras de los malnacidos que están repartiendo patentes de corso para simplemente ser los principales en las islas de la Nueva España y ver caer un imperio —comentó Jones agarrando el tarro del mano del moribundo pirata y dándole un gran sorbo dejando con simples gotas antes de retirarse de aquel reducido lugar en el que ambos piratas estaban.

    Entre las tantas cabezas, encontró al fin al que deseaba encontrar: Griffin. Estaba a las afueras de la Old Avery y admiraba el muelle. Había soldados ingleses rondando más allá, donde se encontraba uno de los tantos fuertes de las islas del Caribe, a lo alto de una de las torres, la potente bandera inglesa se alzaba por los vientos y se pintaba de colores grisáceos por la oscuridad de la noche mientras el viento movía cuan hermoso vestido de una mujerzuela la bandera izada.

    Al final, estaban dando vueltas y escapando por la misma miseria en la que los había dejado Roberts hace un par de años atrás.

    En posición relajada, con sus dos manos posadas por encima de su fajín y sus brazos creando una singular forma de “L” (casi a noventa grados), comentó hacia la noche.

    —¿Piensas que Morgan delatará lo que nosotros ya sabemos? —la pregunta era tan sencilla como la respuesta, pero conociendo a Griffin, daría un gran sermón del cual no deseaba escuchar, al contrario de esto, escuchó un resoplido viniendo de su amigo.

    —Me resulta extraño, —y comenzó. —que la única interacción dada entre Edward y Bones sea cuando el primero está en peligro —la extraña peculiaridad de aquello cayó en cuenta de pronto en Oliver, abriendo casi de par en par sus ojos. —Y la protección dada de Bones hacia Edward no es algo común viniendo de un marinero como Bones teniendo un gran historial, además de que, la probabilidad de que alguno de los dos esté de lado del Imperio Británico es alta por la tanta relación y cercanía dada.

    Fue ahí donde su amigo se dio una ligera media vuelta para observar al capitán del Poseidón directo a sus ojos, tal como si estuviera percibiendo los sentimientos que Oliver resguardaba.

    —Jones, —murmuró el contramaestre. —si deseas que la Armada Británica trabaje para nosotros, es dar el cebo necesario y ya lo tenemos. Tú y yo sabemos que una conversación tradicional no es lo que habrá con Erick Wilson y Morgan Bones. Si deseamos cumplir las últimas palabras del capitán Roberts, debemos hacerlo.

    —¿Pretendes hacer un trueque? —preguntó Jones con una ligera sonrisa en sus labios.

    —Fairborne no es estúpido, Jones —completó el contramaestre cruzando sus brazos.

    El viento se arremolinaba en la arena de la isla, al igual que aquello, jugaba con los mechones de ambos bucaneros, dejando que sus chalecos de cuero y fajines volaran libremente. Ambos tenían razón con respecto a Fairborne y así como sabían lo que ocurriría, sabía que Oliver era la estrella principal de todo este embrollo y que, tanto Fairborne como Wilson, querían al capitán del Poseidón en su posesión.


    A pesar de tener tragos en su sistema, el cansancio trajo a su cuerpo recostarse en el camastro que se encontraba en la habitación compartida con el marinero Bones. La tela de las sábanas era rígida, pero el calor de Nassau hacia que sus ropas se pegaran por el sudor además de que la preocupación creciente en su interior no le había dejado dormir en todo lo que restaba de la noche. Carajo, Bones tenía a Jones al borde de hacer estupideces (y había aprendido de Jack Turner anteriormente).

    Las ojeras ya eran parte de su rostro, pero esta ocasión se notaban más que otras veces. Debía despertar temprano, Dupont lo estaría buscando a primera hora de la mañana, que apenas escuchó un ruido ajeno que estuvo a punto de levantarse, pero el cansancio y sus ojos pesados hicieron su trabajo que lo jalaron nuevamente a la comodidad (o lo que resultaba cómodo) sobre la cama que hizo un gesto por inercia al escuchar tanto ruido (no había bebido tanto como usualmente) que parecía tener una resaca.

    Sintió una brisa -y no del aire- tocar su rostro o, en este caso, su espacio íntimo, tan íntimo que abrió casi de par en par sus ojos de pronto para saber quién carajos se estaba atreviendo a tocar con tanta libertad a Oliver Jones de manera tan… ¿absurda? ¿Quién deseaba ser cortado por su cimitarra a tan altas horas de la plena madrugada? Apenas unos cuantos rayos de sol se podían notar en el horizonte, que apenas las gallinas no hacían ni un ruido siquiera.

    —Carajo, Bones, —se incorporó casi de inmediato, sintiendo su corazón latir a un mil por hora debido a la impresión de ver a Bones tan cerca. Sí, necesitaría un par de tragos más.

    La información proporcionada apenas estaba llegando al capitán pirata que movía su cabeza ligeramente para sacudir, de alguna manera, el sueño que seguía pegándose a su cuerpo y le impedía prestar atención alguna a lo que Bones estaba diciendo, sin embargo, al mencionar a Wilson capturó la atención del capitán instantáneamente que juntó sus cejas en un gesto de desagrado completo. Sabía que el joven Jacob había sido una gran adquisición, hasta sí mismo sacó un poco más su pecho, pronto haría los honores al joven marinero para tener un puesto reluciente en el Poseidón.

    Lo que llamó más la atención, fue la completa honestidad (o lo que se podía decir honestidad) de Morgan Bones al decir, con completa libertad, que ese tal Erick se atrevió a besarle. ¿Estaba celoso? No, seguro no estaba celoso, sólo rechinó los dientes y apretó de más sus puños y frunció su ceño más de la cuenta. No era una reacción normal, ¿o sí? Nunca se le había visto a Jones de aquella manera, y si fuese así, sólo fue una ocasión nada más.

    Poco le importaba si lo secuestraba ese tal Erick, al parecer también era plan tanto de Griffin como del mismo Jones hacerse la víctima en este tipo de casos para sacar provecho de la debilidad de las personas y, por mera suerte, había encontrado la debilidad de Fairborne.

    Quitándose su semblante de impotencia (en sus adentros deseaba golpear o darle un balazo en la sien a ese dichoso capitán Wilson), se levantó de la cama y observó por la ventana que se hallaba abierta por unos instantes. Los primeros rayos de sol apenas se veían visibles, aun así, la hora casi llegaba.

    —Bones, —una sonrisa al decir el nombre del marinero se formó, una sonrisa de gato encantadora y que, a su vez, presagiaba algo malo. —debo admitir que me sorprende la gran actuación que has demostrado hasta el momento, —su mano izquierda la llevó a uno de los mechones casi dorados de Bones y lo enredó justó detrás de la oreja; acto el cual fue sutil y complejo a la vez (al menos viniendo del capitán del Poseidón). —pero si tan dispuesto estás de salvar a alguien como Norrington, deberás escoger bien tus cartas y si escoges mal podrías hasta perder tu propia vida, ¿aye?

    De su fajín, donde tenía recelosamente guardada su faldriquera, a un costado, con una empuñadora casi de oro y un par de diamantes preciosos incrustados, relucía una hermosa daga que al sacarla su brillo fue incomparable. El metal del cual estaba hecho era importado desde India, o eso le había dicho el capitán francés del cual le había arrebatado la hermosa arma.

    —Espero que juegues bien tus cartas, Bones —sus ojos, que aún mantenían partículas de pólvora alrededor de estos, la mirada se asemejaba a un cazador acechando a la presa. —De la misma forma, dejaremos en el calabozo del Poseidón al marinero Norrington, así no tendremos merodeadores. La ambición es lo que mueve a este mundo, marinero Bones, y si aún no queda claro… —dejó en pausa sus palabras pues por la ventana circular de la habitación se podía observar a un Dupont con la tripulación del Poseidón cargando cajas para el viaje hacia Nueva España (indumentaria, insumos, etc.) —Pronto lo verás.

    Dicho aquello, al terminó de aquel discurso dado, tomó su chaleco y armas que aún seguían esparcidas por la habitación. Observó por breves segundos a Morgan a quien guiñó un ojo antes de salir de la habitación.

    Al salir de la Old Avery se notaba cierta tensión, pues la tripulación estaba dando abasto al Poseidón y caminaba lo más lento posible, pues no deseaban ser descubiertos aún por la Armada Británica que aún seguía alerta. Jones, por su parte, se encontró con el viejo marinero Dupont.

    —Lo más pronto que salgan de aquí, lo mejor para Nassau, Jones. No queremos que los habitantes sigan con miedo de verlo con este tal Morgan Bones —e hizo un chillido. —Tengo todo asegurado, capitán, hay una goleta a la espera del Poseidón.

    —Ya es momento, capitán Dupont.

    Tronó sus dedos, la sonrisa triunfante casi se dibujaba en sus labios. Griffin conocía el plan a la perfección, que al tocar la cubierta nuevamente del Poseidón se sentían en casa. Jones aspiró profundamente, nadie los había divisado, nadie los había siquiera volteado a ver. En Nassau todo estaba permitido, que muchos de los hombres ingleses cedieron ante la tentación que ofrecía Nassau en todo su esplendor.


    —¡Sabandijas! —gritó Jones a todo pulmón cuando todos sus hombres estaban a bordo del Poseidón. —Nuestro destino es Nueva España, pero primero debemos hacer que esos ingratos de corazón caigan, y de ser posible conseguiremos lo que anhelamos desde nuestros inicios. ¡No permitan que el Poseidón se hunda! Quien esté a favor, que grite AYE —y resonó todo el bergantín. —Y quien no lo esté, que diga un simplón “nay”.

    Las velas se alzaron increíblemente esbeltas mientras los rayos del sol de la mañana se permitían colarse por la tela blanquecina. Se alzó el ancla y, poco a poco, el Poseidón se retiraba sutilmente del muelle de Nassau, así como también la pequeña goleta del capitán Dupont.

    Sus manos se posaban firmemente en el timón de ébano que había mandado a construir. Le había costado unos tantos reales, sin embargo, la inversión había dado frutos. A un costado suyo, se encontraba el contramaestre que tenía sus brazos cruzados, alzaba el pecho y cerraba sus ojos por el viento que otorgaba el clima.

    —Norrington está siendo custodiado por Héctor, Jones.

    Héctor era un hombre corpulento, de varios tatuajes en su pecho, brazos y espalda. Habitualmente se le encontraba sin camisa alguna más que un simple chaleco de cuero de color marrón y un pañuelo que se enredaba en su cabeza y cubría su cabello negro. Se podía decir que era un marinero experimentado en pelea con dos espadas, pues las tantas cicatrices que portaba su pecho se le justificaba aquellas hazañas.

    —Sabes que la goleta nos dará tiempo de sólo un día, Oliver —Griffin comentó frunciendo su ceño. —Y sabes que vendrán a por ti.

    —Contramaestre Griffin, —Oliver dejó una mano posada en el timón mientras volteaba a ver su mano derecha. —Tengo el juego perfecto —y su mirada se fijó en el bucanero Bones, erizándole la piel de Oliver por aquellos escasos segundos donde encontró la mirada azulina de Morgan. —Manda a llamar al joven Jacob por mí, Will. Requiero saber qué fue lo que escuchó allá.
    SPOILER (click to view)

    tom-hardy-gun
    Jones listo para entrar en acción y golpear fuerte a Erick por tocar a su preciado tesoro


    ¡LISTO! De verdad, perdón. Ahora me pondré al corriente, apenas estoy acostumbrándome al nuevo horario que tengo, y por el momento no he tenido tiempo por eso, además de lo acontecido un par de semanas atrás que me atrasó en demasía las respuestas que debo, todo por ello, pido perdón por tan poco ):

    Espero que la respuesta haya sido de tu agrado, casi un mes y me releeí todas tus hermosas respuestas que quedé con más y más. Ahora sí, he vuelto con esas ganas y energía (malditas enfermedades que me atacan): )

    Quise adelantar un poco más las cosas, sí que sí. Pretendo que la goleta sea el señuelo perfecto para que al menos Fariborne piense que Jones está escapando o algo, no sé, jaja, quiero que nuestros marineros tengan al menos ventaja para que Jones y Bones tengan cosas de que hablar (if you know what I mean). Y, lo más probable es que Jones sí se sacrifique por la tripulación, pero todo por un bien común, que es hacerse amigo de Redford. Ya vi a Redford como todo un Coulson, jajsj.

    Y, ahorita Griffin ya está metiendo más cizaña a Jones de que la relación que tiene Morgan con Edward no es natural ni digna de compañeros de trabajo nada más xd Por lo que, sí, Jacob tomará la rienda de lo que le puede o no decir a Jones en estos instantes, hasta puede que Morgan lo amenace X)

    Todo será un caos para el pobre de Connor, ya lo vi teniendo dilema de qué hacer. UFF :f:

    Ya necesito ver a un Oliver todo secuestrado y ser rescatado por su príncipe azul, JSJJAJAJ xd que me he emocionado de más.

    PD: ya estoy preparando la siguiente respuesta de nuestro hermoso pianista y nuestro soldado, que me has dejado con querer más. Armin, no vayas a la luz, por favor, jaja< 3

    Espero que te encuentres bien, sí que sí< 3
    Nos estamos leyendo prontito que ya estaré al pendiente. UFF :f:
  10. .
    Sus manos habían temblado por la noticia que había recibido. Su celular seguía en posición mientras divisaba hacia lo lejos las luces de los grandes edificios de la gran ciudad situada a no menos de treinta minutos de donde estaba el apartamento. Tragó saliva y el sabor de su café quedó ahora amargo. Sentía la bilis llegar hasta su garganta que no pudo aguantar soltar un quejido. Su minino le había mirado algo extrañado, estaba sentado justo a un costado de sus piernas y sus grandes ojos verdes se atrevieron a visualizar más tiempo a Thomas.

    El silencio reinó. Deprisa, Thomas salió volando de la cocina, guardó inmediatamente su celular en alguno de sus bolsillos del pantalón y, sin pensarlo dos veces, cerró la puerta principal en un gran estruendo que no le dio importancia alguna. No importaba en lo absoluto que los vecinos se quejaran en la mañana siguiente o esa misma noche. Lo que importaba en estos instantes era llegar con la mayor rapidez que podía hasta el hospital.

    Su corazón estaba latiendo exageradamente rápido, ¿por emoción?, ¿por temor?, ¿miedo quizá? Fuese lo que fuese, un par de lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos mientras quitaba la cadena que rodeaba aquella bicicleta de colores vintage que tanto Christine había insistido en comprar. Y con tan sólo pensar en su nombre y en aquel recuerdo, una punzada en su corazón sintió insistente en crearle aquel vacío.

    Cerró sus ojos e intentó tranquilizarse. Muchos vecinos los conocían, desde que se habían mudado les encantó el ambiente que tenía el pequeño edificio que decidieron quedarse. Fue así que conocieron al señor Smith, un hombre de unos sesenta años, sonrisa simpática y todos en el complejo de edificios adoraban al señor Smith por los grandes gestos que en ocasiones realizaba: dar un simple saludo con una sonrisa de oreja a oreja o dar una barra de chocolate a los más pequeños.

    —¿Estás bien, hijo? —la voz del señor Smith hizo eco en el estacionamiento del complejo de departamentos, donde tenían bicicletas, motos o los autos de los vecinos.

    —Señor Smith, qué susto me ha dado —y no había sido mentira, puesta el estruendo que hizo la voz del viejo hizo que Thomas saltara un poco de su lugar, pues estaba en cuclillas y se balanceara un poco.

    —Al parecer estás en apuros, ¿la señorita Abbey se encuentra bien?

    Al escuchar el nombre de su prometida, bajó su rostro y sus manos al fin quitaron el candado que retenía la bicicleta que bajaron al mismo tiempo. Soltó un suspiro. No gustaba de llorar enfrente de las demás personas, el llorar es algo tan íntimo que es una sensación que se hace en privado nada más, pero pequeñas lágrimas hicieron su camino por sus mejillas e hicieron que el señor Smith descubriera un motivo el cual no deseaba que se supiera.

    —Lo siento, hijo. Seguro estará bien —posicionó su mano en el hombro de Thomas y le dio un pequeño apretón transmitiendo un pequeño alivio en el ojiazul. —Rezaré por la salud de ella y tuya.

    Al término de aquella conversación, Thomas subió a la bicicleta para pedalear lo más rápido que sus piernas le otorgaban en momentos de tristeza, adrenalina y de terror. Aunque el frío aumentaba a cada pedaleada y sus mejillas se enfriaban a cada vuelta, su motivación era llegar.

    📷


    ¿Qué había sucedido? Algo estúpido. Ese maldito hijo de perra la pagará caro si su amada prometida no salía con vida, pues un borracho se había pasado el alto en un señalamiento para el paso de peatones, seguro Christine no se había percatado de lo que estaba ocurriendo a su alrededor ya que estaba contestando un mensaje de, precisamente, Thomas. ¿Y aquello lo tomada como un culpable? Aunque no quería reconocerlo, tenía la culpaba del accidente.

    «Maldita sea, Christine», pensó mientras sus cabellos volaban con total libertad por el aire que brindaba la capital del mundo. A pesar de que algunos mechones interrumpían su vista, no le impedía seguir adelante. Su corazón estaba desesperado, sus sentimientos se estaban quebrando uno por uno y sintiendo su vida desmoronarse.

    ¿Acaso era aquello lo que le estaba deparando el futuro? ¿De verdad era desdichada la vida que tenía? Y, por ende, debía sobrevivir con la pesadez de aquello. Las risas ahora eran llantos que se escondían en sonrisas falsas mientras que lágrimas se esparcían como gotas de lluvia en un diluvio. ¿Qué carajos debía hacer? ¿Cómo carajos él debía actuar y reaccionar? Apretó el manubrio de la bicicleta, su respiración estaba agitada, mas no por el esfuerzo de andar en aquel vehículo, más bien era por aquella incesante pesadumbre que adornaba su corazón de una forma que apretaba a cada segundo que se acercaba al lugar destinado.

    Su respiración agitada, como si de una maratón se tratase. Un sudor inexplicable comenzó a brotar de la raíz de su cabello que sentía que el aire daba su mejor vibra y mojaba su espalda con aquellas gotitas de sudor que volaban por su rostro y caían libremente a su espalda.

    Las luces de la ciudad o de las calles pasaban con tal rapidez que no se podían distinguir si eran provenientes de las casas o de los propios autos, de verdad que aquello poco le importaba.

    Al llegar al fin al Lenox Hill Hospital, pues era el más céntrico de Nueva York, dejó la bicicleta en la entrada de la edificación, aunque más que tirada, la dejó botada en el pavimento, donde las personas que estaban esperando o entrando al hospital se le quedaron viendo con algo de extrañeza ante la poca reacción del objeto tirado.

    La chica de recepción, una becaria, al parecer se quedó sorprendida por la reacción y petición de Thomas. Primer día de la joven sin duda alguna, pues, con una sonrisa media y un ligero sonrojo en sus mejillas intentó calmar a Thomas pidiendo de favor que repitiera su petición.

    —Christine Abbey, tuvo que haber venido a este hospital —indicó Thomas con más lentitud que aquella primera vez y respirando agitadamente. —¿Podrías apoyarme a saber dónde está? —protestó una vez más.

    El rostro de preocupación de Thomas hizo que la joven se levantara de su asiento mientras revisaba la lista de aquellos enfermos o accidentados que habían llegado en las últimas horas. Y, pasando sus ojos cafés, la joven hizo una expresión que dejó más preocupado a Thomas. Su boca hizo una “o” perfecta, y posterior mirar con sus cejas juntas y bajar las hojas de su bitácora.

    —Lo siento, señor Thomas —pronunció la joven soltando un ligero suspiro y haciendo un además con su cabeza en forma de negación. —Uno de mis compañeros, encargado de la señorita Abbey le dirá más al respecto.

    Al parecer la joven no deseaba tener más problemas o tal vez no deseaba dar las malas noticias a un destrozado Thomas quien observaba a la joven retirarse rápidamente a una de las salas cercanas a la recepción.

    Aunque quería moverse para desquitar el palpitar de sus piernas por la gran carrera que hizo de Brooklyn hasta Nueva York, su cuerpo no respondía. Estaba esperando en el mismo lugar que la joven enfermera lo dejó y pensó que habían pasado más de tres horas, a pesar de que solamente pasaron menos de cinco minutos.

    Un chico de cabello castaño y ojos verdes se acercó a él, estaba acompañado de la joven de recepción y se retiró sin decir absolutamente nada más que mirar a Thomas con un deje de tristeza en su rostro antes de seguir atendiendo a las personas que iban a venían del hospital.

    Lo peor fue la noticia que no deseaba escuchar. Sus oídos retumbaron y su corazón palpitó con mayor rapidez, la sensación era como si le hubiesen quitado el aire y estuviera respirando bajo agua y no podía salir el abismo en el que estaba posicionado. Sus piernas temblaron y no quería desmoronarse, pero era inevitable. Como si un pedazo de su vida se hubiera arranco de su piel con tanta fuerza que quemara.

    Lágrimas no cesaron y crearon su paso. Se desplomó contra el piso frío, sus rodillas hicieron un ligero crac, tal vez la mañana siguiente tendría moretones y, muy probable, no podría levantarse por el dolor.

    Gritar, llorar, pedir que la revivieran. Cosas que eran desgarradoras e hirientes escuchar hasta para él mismo y, no, Christine no deseaba ver a Thomas de aquella manera.

    —Si alguna vez muero-

    —No digas eso, Chris —comentó Thomas con una de sus características sonrisas tristes que hacían sonreír a Christine.

    —Pero no sabemos lo que puede ocurrir, Tom —alzó sus hombros de manera despreocupada. Estaban en el sofá, habían terminado de ver una película que comentaba sobre aquel tema que toda persona teme. —No me gustaría que te desmoronaras por mí, Tom. Aunque eres demasiado blando, me gustaría que siguieras con tu vida y sabes que siempre te amaré, sea donde sea que esté.


    ¿Era un sueño? ¿Una pesadilla? ¿Con cerrar los ojos no se podía solucionar las cosas? ¿Por qué no sucede como en aquellos cuentos de hadas, donde todos tienen un final feliz? ¿Acaso este es su final feliz? No podía ser el final, esto no debía ser el final.

    Por última vez, vio a su amada. Estaba recostada en una cama totalmente blanquecina, sus mechones estaban cubriendo la mayor parte de su rostro, tal vez para cubrir sus heridas y lo demacrada que se encontraba su hermoso rostro.

    Su vestimenta estaba coloreada de rojo y de un color más allá del vino. Sus brazos tenían cortadas además de una gran herida donde se podía visualizar el hueso. Sus manos tenían aún el esmalte de color morado que se había puesto semanas atrás. Iba a colocarse sus uñas perfectas el día siguiente a este, entre Thomas y ella escogieron las hermosas uñas con detalles de color dorado.

    Aquella mañana, aquella estúpida mañana.

    —Cualquier cosa, te mando un mensaje. Emily es un poco tediosa en ocasiones, pero seguro no dejará trabajo excesivo —Emily era compañera de Christine, aunque también era su jefa.

    —Estaré esperando, Chris —y Thomas se había acercado a ella para dar un ligero beso en la frente de su prometida quien sonrió por lo cursi que llegaba a ser su prometido con ella.

    —Claro, Tommy —empujó a su prometido, dejando su mano sobre el pecho de Thomas.

    —Sabes que no me gusta que me digas así, Christy.

    Si tan sólo hubiera el momento de volver a observar aquellos ojos de color café con una pizca de miel por aquí y por allá, llenos de vida y alegría… daría su vida por ello.

    —No pude protegerte, Christine… lo siento tanto.
    SPOILER (click to view)

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    Porque siempre es mejor tarde que nunca(?)

    En serio, lamento la tardanza. Estas semanas fueron terribles para mí, que primero tengo un horario terrible, luego que me enfermo de la gripa y cuando estoy a punto de escribir, termino más enferma. La vida me indica que no quiere que rolee ):

    Pero aquí estoy, viva y coleando, como debe ser. Lamento si la respuesta quedó corta, pero ahorita no tenemos interacción con los hermosos Thomas y Niklas, que es ahí donde despegarán los sentimientos.

    Me enamoré de la forma en la que relataste a Niklas, y es justo como me lo imaginé. Un hombre frío y calculador, pero que esconde muy perfectamente sus sentimientos, mientras que mi Thomas tiene corazón de pollo para todo.

    Tuve que investigar lo que ocurría si alguien moría en la ambulancia, pero al parecer no puede suceder aquello, así que hice que Christine muriera justo en el hospital al llegar, obviamente, Thomas no alcanzó a despedirse de su amada, qué troste ): Además de eso, el hospital sí existe y, vaya que Thomas se echó casi una hora en bicicleta en llegar hasta el hospital, con razón llegó todo sudado.

    PD: se puede continuar ya estando en el velatorio de Christine)': ay, no, lloré. Esperaré ansiosa la respuesta.

    En fin, espero que te encuentres bien< 3
    Sabes que cualquier cosilla, aquí ando.

    Nos leemos< 3
  11. .
    ¿Recordar es algo bueno? Tal vez, pero cuando esos recuerdos son construcciones a esta terrible sociedad en la que vivían actualmente, cierto era que no era algo grato recordar lo que había sucedido.

    Despojarse de sus prendas, sus recuerdos más valiosos como eran fotografías de sus familias, tesoros preciados de alto valor en la sociedad, hasta lo más mínimo como un simple papel que dictaba tu estatus o tu simple nacionalidad, ahora quemados o tirados sobre un montón de basura. Exacto. Era algo terrible recordar.

    Al cerrar tus ojos esconderse en el limbo de la plena oscuridad y escudriñar en los recuerdos y sentir movimiento, escuchar las grandes ruedas de metal haciendo un tintineante sonido por las vías del mismo material. Habrían más de ochenta personas dentro de los vagones, con diferentes profesiones, músicos, profesores, hasta científicos, médicos, enfermeras donde cada uno, a su manera, iba cayendo al suelo sucio y -casi- podrido del vagón. Sin ventilación, el hedor era increíble pues provenían de los cuerpos inertes que estaban arrumbados en alguna de las esquinas del vagón.

    Los más pequeños eran los que sufrían más, pues las necesidades de ellos eran mayores a los de los adultos como tal, sin omitir que aquellos que iban enfermos eran los que más probabilidades de morir tenían.

    Habían comunicado que irían a un lugar mejor, donde se encontrarían con su familia y que no debían de temer de lo que estaba ocurriendo en aquellos momentos, y aunque algunos no se fiaban de las palabras de los soldados alemanes, era como una obligación que se tenía que acatar. Fue así como Armin y su pequeño sobrino, Ludwig, terminaron dentro de uno de estos vagones que los dirigirían a lo desconocido. El pobre Ludwig no sabía lo que acontecía a su alrededor, solamente veía a las personas sufrir y morir. La inocencia de los niños que había en el vagón se les fue arrebatada.

    Más de ochenta personas, con un calor sofocante y enfermedades estaban al borde de cualquiera. Los más sabios, o los que tenían un estudio en pedagogía fueron aquellos que calmaron las ansias y el temor de los menores con cuentos o con chistes que, al poco rato, se fueron esfumando.

    ¿Cuántos días? Más de una semana, la noción del tiempo no se podía notar, pues la poca luz que atravesaba era por los pequeños orificios que había entre los tablones de madera que componían el vagón. Armin protegía lo más que podía a su pequeño sobrino, quizá calmándolo con alguna melodía o meciéndolo; al no tener espacio para sentarse, abrazaba al pequeño en brazos y lo acercaba lo más que podía a su pecho.

    La poca falta de agua era visible para todas las personas del vagón, sus labios resecos y la pigmentación de la propia piel eran notables. Cuando se detenía el vagón, frenando increíblemente fuerte y haciendo que los demás se tambalearan de sus posiciones, se pensaba que habían llegado al fin al destino, pero contrario a aquellos pensamientos, solamente era para…

    —¿Qué suena, tío Armin? —había comunicado el pequeño con voz ronca por la falta de uso y tosiendo seco.

    A las afueras, una vez que se cerraban nuevamente las compuertas grandes del vagón y chirriando agudamente, a los segundos se escuchaban disparos. ¿Cómo le decías a un pequeño que se estaban escuchando disparos y que, muy probablemente, estaban asesinando a sangre fría a personas que no habían hecho nada?

    Armin sólo veía con ceño fruncido aquella puerta, tal vez esperanzado de no ser el siguiente en salir de aquel vagón. A pesar de que se abrían las puertas, los cuerpos de los difuntos por enfermedades o por la falta de disposición de seguir, se hallaban en un rincón que, entre todos los pasajeros, habían hecho.

    Y el hedor seguía a flote a cada respiración. Los vómitos o desmayos eran comunes, pues la comida y agua era escasa, no había recursos y muchas personas eran egoístas que solamente compartían sus pocas migajas entre ellos.

    Armin no se consideraba un hombre de cuerpo esbelto ni mucho menos, ni de mucha musculatura; sin embargo, gracias al trabajo en campo que llegaba a hacer como apoyo a su abuelo en sus días de adolescencia, podía tener cierto aguante en este tipo de situaciones, pero el cuerpo no podía soportar más. Sus ojeras se notaban, en su rostro se notaba el cansancio y sus piernas temblaban a cada paso que daba debido a estar tanto tiempo de pie sin poder moverse más de cinco centímetros de distancia.

    Sí, recordar era algo terrible.

    Gracias a un hombre, un soldado de la SS fue quien le salvó al darle un poco de agua (agua que terminó en un solo respiro). Si no hubiese sido por aquel soldado, su sobrino no estaría con él. Quién sabe donde estarían en aquellos momentos si no hubiese sido por él.

    Pero, ¡oh! No esperaba que aquel gran salvador fuese algo que desataría mayormente la tristeza de Armin y no por haberse salvado, si no por lo que realmente deseaba aquel soldado.

    Había escuchado rumores. Su familia no era aquella que estuviese inmiscuida en situaciones o problemas de sus vecinos, sin embargo, recordó escuchar algo sobre un comandante que había sido acogido por una familia vecina a ellos donde había relatado las asquerosas atrocidades que los soldados de la SS hacían a ellos, como judíos, más a las mujeres más jóvenes. En aquel momento, Armin temía de su hermana menor a quien volteó a ver con algo de preocupación. Recordó que su madre había comentado con despreocupación:

    —No se preocupen, todos estaremos bien.

    ¡Qué equivocada estaba! Las palabras escuchadas no tenían credibilidad y sus oídos no tenían mérito de lo que habían escuchado en aquel relato, pero cuando Armin comenzó a vivir por sangre propia, un par de lágrimas se derramaron a discreción, pensando que el tiempo en aquel despiadado e infernal mundo colapsado habría llegado a su culminación. Desgraciado haber pensado aquello.

    🎹


    Sus manos, un deleite para oídos sinceros y cómplices de una melodiosa armonía, hacía tocar con majestuosidad cada nota recreando la belleza del momento y de recuerdos que se ocultaban detrás de una sonrisa mediocre y ofuscada a la realidad que se vivía.

    Prendas que su momento tenía consigo, habían desaparecido con las demás pertenencias que tenía en aquella maleta que había hecho a la prontitud. Ahora, con simples pantalones manchados de suciedad, descocidos de las rodillas, en un tono opaco se notaba la tristeza del semblante de quien portaba la prenda. Llevaba puesto el mismo chaleco marrón desabotonado y una camisa gris por el uso y arrugada. Armin siempre intentaba fajarse dicha camisa cada que se presentaba en aquel café, donde sus horas eran dictaminadas por aquel que se hacía llamar su salvador.

    Si bien recordaba, aquel soldado tenía otros planes justo cuando habían salido de aquel lúgubre y tedioso vagón de tren de carga. Pensó en aquel momento que había sido salvado, pero el error de pensar aquello le costó varias risas a su persona, ciertos insultos denigrantes además de obtener uno que otro moretón en su rostro o hasta cicatrices en el dorso de sus delgadas manos, donde las uñas estaban mal cortadas y no se veía la delicadeza en dichas manos que denotaban los pianistas.

    —Tío Armin, ¿quiénes son ellos? —Ludwig preguntó aquella mañana. Armin disparó su vista a donde el soldado de la SS se encontraba; estaba dispuesto con otros acompañantes que, ciertamente, no le interesaba en lo más mínimo averiguar la procedencia de dichos personajes. Aunque intuía la calaña en la que pertenecía con tan sólo observar cómo sus miradas lascivas se fijaban en las mujeres del pequeño local.

    —Recuerda, Ludwig, si ellos se acercan a ti o dicen siquiera algo, no les hagas caso, ¿entendiste? —Armin se había puesto en cuclillas para estar a la altura de su sobrino. —Recuerda que el día de hoy-

    —El día de hoy es mejor que el día de ayer —el pequeño había interrumpido a su tío con una sonrisa que ya no presentaba el mismo entusiasmo que hacía varias semanas atrás, aun así, el pequeño hizo su mejor esfuerzo.

    —Ven acá —comentó Armin rodeando el pequeño cuerpo de su sobrino en sus brazos.

    El gueto donde pertenecían no era algo más que una zona de guerra, lamentablemente. A cada mañana, se notaban las calles llenas de personas denigradas y casi arrastrándose en el suelo por algo de comida o buscar entre los adoquines que se adornaban por las calles donde antes gente pudiente cruzaba con zapatos perfectamente boleados y brillosos o, para las mujeres, tacones altos que se escuchaban cuan eco.

    Ahora, el color de la zona del gueto A se hallaba vacía. Las nubes que avecinaban alguna tormenta inexistente coloreaban los callejones más oscuros con tenacidad y la atmosfera se tornaba sombría hasta para los ojos de los más pequeños. A pesar de no haber viento el sonido del aire chocar con los ventanales quebrados de los edificios recreaban una película de terror.

    El espacio pequeño que se disponía entre persona y persona era casi inexistente, donde se podían notar los cuerpos de los fallecidos en algún rincón donde eran comida para ratas o gusanos. Los soldados que resguardaban la zona no se inmutaban de absolutamente nada, queriendo decir que aquellos seres humanos no tenían un corazón latiendo dentro de sí.

    Recuerda Armin, una mañana gris, donde un pequeño joven que llevaba consigo un violín, desnutrido hasta por los huesos, los soldados sin importarles el estado deplorable de aquel joven le indicaban a latigazos que siguiera tocando y bailando para ellos.

    «Sólo somos del montón y diversión para ellos», pensó Armin al ver cómo caía el pobre joven de rodillas exhausto y respirando con tanta rapidez. Al alzar su rostro, se encontró cara a cara con un latigazo nuevamente, tirándolo de por medio por el fuerte golpe. ¿Se habrá levantado después de aquello? No supo la conclusión de la vida de aquel joven, pues los soldados le miraron con ceños fruncidos e intentando dar un paso hacia Armin y Ludwig, pero detuvieron su acto al notar que tío y sobrino se retiraban casi a paso veloz de aquella escena.

    El polvo se levantaba y la gente tosía, se tapaba su boca para no aspirar aquellas partículas que vagaban con tanta libertad en el aire. Las prendas de las personas fallecidas en el pavimento de las calles eran robadas luego por personas más necesitadas.

    Tomó asiento frente al gran piano, levantó la tapa que cubría recelosamente el instrumento. Cada día sonreía con melancolía al recordar a su madre. ¿Qué habría pasado con ella y su padre y su hermana? Rogaba cada día, rezaba cada noche por le bienestar de su familia y pedía perdón a su hermana por llevarse a su único corazón: Ludwig. Un par de lágrimas habían resbalado por su nariz y pudo saborear la gota salada que resbaló por su labio superior. Con la punta de la lengua solamente limpió aquella lágrima que habría caído directamente a una tecla del instrumento.

    Y comenzó por algo sencillo. Cada semana tenía un repertorio diferente, aunque la mayoría de las melodías se repetían, intentaba satisfacer a su “salvador”, Hermann.

    Estiró sus dedos, relajó sus músculos de todo su cuerpo y, solamente concentrándose en lo debido, sus dedos comenzaron a moverse a la tonalidad de Waltz in A minor, de Chopin. Cerró sus ojos para perderse en los paisajes que recordaba de pequeños, donde los océanos cobraban vida y los árboles danzaban al son de la melodía que tarareaba su madre. O el sabor de la manzana roja deshacerse en su paladar y cómo el jugo recorría su boca.

    Una sonrisa comenzó a formarse en sus labios. Lo único que se escuchaba en su alrededor era el melodioso murmuro que hacía el piano mientras sus dedos se colocaban a la perfección en cada nota, en cada tecla. Al terminar, inmediatamente comenzó a tocar Nocturne in E minor, OP. 72, No. 1.

    Aquella melodía desencadenaba la tristeza que albergaban sus sentimientos, la sombría situación en la que él se había metido. A ojos cerrados, al tocar en el clímax de la melodía, intentaba no tocar las delicadas teclas del instrumento con avidez, que representaba su emoción y no precisamente de alegría.

    Pero aquel ensueño no duró, pues cuan valde de agua fría abrió sus ojos al escuchar un sonoro “¡El capitán Hans Von Hammersmark sigue vivo!” y la gran melodía se esfumó como había llegado. Al parecer aquella acción no había gustado a los presentes que comenzaron a refunfuñar al instante, pero halló a aquel soldado que había entrado de manera algo improvista. ¿Acaso el soldado Hermann tenía un gemelo o por qué se parecía tanto aquella persona a él?

    Tragando con dificultad reanudó donde había quedado. Para culminar su emoción del instante, sus dedos comenzaron a tocar Nocturne in C minor, OP. 48 No. 1; reclamando lo que se le había arrebatado, lo que la explosión de tragedia había culminado en su vida y lo que ahora tenía. El aroma del café recién hecho se extendió por toda la cafetería y llegando hasta la nariz de Armin que aspiró y dándole un toque más amargo a la melodía que tocaban sus dedos.

    Pero el sonido cesó al sentir la presencia de aquel nuevo hombre que había entrado al restaurante. Quizá por miedo de lo que estaba por ocurrir o por la impotencia de no hacer nada, cubrió rápidamente sus manos en puños y los dejó encima del instrumento. Sorprendido estaba de la amabilidad con la que dicho hombre se había acercado a él, a diferencia de lo que, al parecer, era su hermano.

    —Libre es usted —consiguió a atinar antes de voltear su mirada con tanta rapidez debido a la mirada ajena que se había posicionado en él; ¿lo estaba analizando quizá?

    La mirada de Armin viajó por todas las mesas que ocupadas estaban por soldados de la SS y buscando con alerta a su sobrino, que al percatarse que todo estaba en orden, soltó un suspiro aliviado. Al parecer la nueva presencia le había dado un gran vuelco al corazón a Armin.

    Armin quedó atento a cada palabra que se decían los hermanos (ahora intuía aquello, pues ambos se acercaron y pudo notar la gran similitud entre ambos hombres). Sin duda alguna, si pudiera tener un poco más de libertad, con gusto obraría para aquel soldado que, si bien recordaba, su nombre era Hans, ¿no era cierto?

    Eran pocos los que de verdad conocían la gran belleza detrás de una melodía. Recordaba cuando su hermana, de nombre Ingrid, comenzó a enseñarle a tocar el piano que estaba posicionado en la sala de estar de aquella casa en la zona urbana de la ciudad Karlshure. Era un piano de pared de un color negro, elegante al ojo humano, estaba a un costado de una vitrina con copas de cristal y vajillas carísimas que sólo se ocupaban en momentos especiales. Su hermana y él quedaban horas distrayéndose por el hermoso sonido que emitía el instrumento.

    Al abrir la boca para articular alguna palabra, la cerró inmediatamente. De toda la conclusión, ¿qué podía decidir? Aquel soldado que el salvó de la deshidratación en aquel momento… a pesar de haberle dado las gracias y ser, ciertamente, un conejillo de indias para él solamente, no le había agradecido totalmente, además de que, si tomaba aquello sin esperar dar algo a cambio, muy probablemente a Armin le quitarían a su pequeño sobrino de su lado como un intercambio por sólo enseñar a tocar el piano. Indeciso, quedó por algunos segundos observando al hombre que estaba a un costado de él, así notó algo en una de sus piernas. ¿Estaba herido y por esas razones estaba ahí?

    Tampoco negaría enseñar algo que sabía de pies a cabeza. Tomó las riendas de la situación en la que se estaba poniendo y comentó que podía otorgar servicios comunitarios al soldado Hermann, esto debido a que las horas como profesor/maestro de piano comían sus horas de trabajo en el café, pero podía disponer de él cuando él lo necesitara sin tomar las tres horas de enseñanza.

    Y sin palabra o denigración alguna, la conversación quedó terminada.

    —El deleite para cualquier melodía es excepcional, —comentó Armin volteando a ver al soldado que tenía al lado. —y son los sentimientos de la persona.

    Aunque sabía que estaba hablando con el enemigo, su formalidad al hablar se notaba en cada palabra, mientras un par de mechones rizados se entrometían en su camino al bajar un poco la mirada para observar las teclas blanquecinas del piano de cola que habitaba en el café-restaurante.

    🎹


    —¿Quiénes eran esos hombres, tío Armin? —su sobrino preguntó, encogiendo sus hombros e intentando escudarse del aire frío de la noche con aquel abrigo enorme que le había prestado Armin para cubrirse del frío.

    —Al parecer sigue habiendo personas que aman la belleza del sonido —comentó con una mueca parecida a una sonrisa.

    Aquel soldado, Hans, tenía en su rostro algo que no se admiraba en el de su hermano gemelo, Hermann, con tan sólo un par de minutos en los que tuvieron contacto supo que aquel soldado se percibía diferente, ¿o tal vez fue aquella grandiosa idea que tomó al enterarse que alguien deseaba tomar clases de piano con un judío como Armin?

    —Mañana será un día mejor que el anterior.

    Al llegar al apartamento compartido, las luces estaban apagadas. Compartían con una familia de tres personas, un pequeño de tres años y la pareja no mayor a treinta. Armin y Ludwig se recostaban en una de las dos habitaciones del pequeño apartamento.

    Seguramente el día de mañana sería mejor que el día anterior, aquella frase su madre siempre la repetía como despedida cuando apagaba la luz de las habitaciones y retirarse cerrando la puerta con lentitud.

    Al recostarse, y aunque no tuvieran más cambios de ropa, intentaban sacudir sus prendas y colocarlas perfectamente (o lo más que se podía) dobladas a un costado del colchón que funcionaba como cama. Tenían dos cobijas para cubrirse del frío eterno de la noche que, al cerrar sus ojos, Armin dio un ligero beso en la frente de su sobrino antes de perderse en un sueño profundo.

    A la mañana siguiente y despertarse lo más temprano que podían, notaron el grisáceo cielo que alumbraba la ciudad. El sonido de las personas hacía gran eco en las calles más estrechas, las pisadas de las personas resonaban por los adoquines, las risas de, probablemente, soldados borrachos o por insultos que se escuchaban a metros de distancia.

    «Será mejor el día de hoy, que el día de mañana», repitió Armin para sus adentros, mientras vestía sus prendas. Tenían dos vestimentas que intercalaban día a día, esta vez, Armin portaba unos pantalones de vestir color caqui, unos zapatos de vestir (robados por la necesidad de calzado) y una camisa blanca de manga larga que intentó fajar en aquel pantalón caqui, y para el frío inminente, una gabardina de color negro que tenía los codos y mangas algo deshilados. Tal vez aquella gabardina pertenecía a un profesor, no recordaba. Tenía un olor fuerte a humedad o a cigarrillos, pero aquello poco le importaba a Armin.

    La emoción era desdichada. Al llegar al café, tenía la impresión de que la mayoría de las miradas se posaron en él debido a su peculiar vestimenta. Hoy tendría su primera clase y pudiese ser que deseaba tener una excelente presentación. ¿Quién deseaba presentarse desarreglado ante un soldado de la SS? ¡Absolutamente nadie!
    SPOILER (click to view)

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    Armin tipo: ¿en qué embrollo me metí?


    ¡Lamento mucho la tardanza! Ah. Tuve unas semanas medio raras para mí; terminé enfermándome, luego tuve un horario espantoso las semanas anteriores que no me alcanzaba para escribir absolutamente nada, hasta apenas esta semana que ya está todo más relajado y me que me puse a escribir esta respuesta< 3

    Desde que la leí quedé: ;_; ;_; Lloré por lo hermoso. Sé que siempre lo digo, pero me enamoró la redacción de cada párrafo, no, no. Me encantó que Hermann "salvara" a Armin y a Ludwig, pero poco se habla del maltrato que recibe Armin por parte de Hermann. Ay, no, ese ojito morado >_<

    Hans, ¡sálvalo! JAjajs.

    Respecto a lo que puede obtener Hermann, puede ser que también desee tener un trato como aprendiz de Armin para el piano o puede ser cualquier otra cosa, ay, espero que no se pase de la raya, no, no, todo mal ahí, jasj.

    Estoy esperando cómo será la relación que se forme con Armin y Hans; estoy pensando que Hermann terminará celoso por el trato que Armin le tenga a su hermano, UFF, que siento que se viene algo intenso. ¡Y peor! Si llega el padre de los hermanos, sí se pondrá bueno. Hasta siento que le pondrá mano encima a Armin cuando se entere que es judío ;_;

    Estoy leyéndome Los Hornos de Hitler para inspirarme en escribir</3 que hasta me parte el alma ):

    El nombre está perfecto, todo está perfecto. No le cambie nadita< 3

    Ay, la emoción me carcome. Sabes que si deseas que cambie algo con respecto a la respuesta, dímelo *^^*

    PD: las canciones que puse son, precisamente, las de la película El Pianista, mi tentación pudo conmigo y terminé poniéndolas, ay.
    PD2: me voy a poner con la respuesta de nuestros bellos piratas, Oliver y Connor< 3 que al leer la respuesta quedé con ganas de más, UFF, ese Erick se pasó de la raya, y que Connor se sincerara con Oliver, UFF, mis respetos :f:

    Nos estamos leyendo< 3
    Saludirijillos y que todo esté bien< 3
  12. .
    ¿Había detestado cómo le había visto aquel que se llamaba Erick Wilson? Sí, sin duda alguna. La forma de hablar y dirigirse a Oliver Jones le había parecido de lo más… ¿elegante? No era una forma adecuada, pero cierto era que esa forma de ser de Erick Wilson le repudiaba al capitán del Poseidón. Seguramente por aquellos días en Inglaterra y en aquel orfanato. ¿Era la manera de ser de la casera en la que se había quedado la mayor parte de su infancia y adolescencia?

    Había escuchado de un acompañante que llegó al Providence cuando estaba teniendo conversación con Stafford y con aquel fancy boy -no alcanzó el nombre del hombre de cabellos rubios y una cicatriz pronunciada en su labio. Había preguntado sobre té, aunque Oliver no respondió, sí lo hizo mentalmente. Recordó cómo la casera del orfanato preparaba té para cuando ellos se encontraban enfermos pues les hacía beber de la única vajilla elegante que había en la casona, a pesar de que les ardía la lengua por el líquido caliente al beberlo, su garganta les agradecía de aquel elixir.

    Ese recuerdo tal vez no le apetecía recordar, quizá al ver a Erick Wilson como persona con buenos modales y verse a sí mismo como una persona poco higiénica le hacía tirria. Sin embargo, enterarse de que Morgan Bones se había metido con él, con ese malnacido… Sí, en definitiva, odiaba y sentenciaba a Erick Wilson con su cimitarra. Pero no eran celos.

    —Déjame ser claro, Bones —comentó Oliver Jones, profundizando su mirada al saber medianamente la verdad que había detrás de todo este embrollo en el que él se había metido (por si fuera poco, sentía que Morgan Bones le había inducido a hacerlo por la simple presencia del bucanero en su navío). —Puesto que no lo he sido últimamente, poco me importa mi vida y la vida de Norrington, —había alzado un poco su mentón para dar ese énfasis que deseaba; que de verdad no le interesaba Norrington en lo absoluto. —pero haré tal excepción por la forma de preocupación.

    De acuerdo con lo que había escuchado en el HMS Providence, sabía que Erick Wilson lo tenía en la mira. Aquel «Oliver Jones es un hombre “muy apuesto” para ser encerrado en los calabozos de la cubierta de sollado, ¿no es así, “señor Bones”?» le había dado aversión a sobre manera. Pero, si se lo proponía, el capitán podría sólo con ese fancy boy; la forma de expresarse Morgan de Erick Wilson le dejó en duda la victoria del capitán.

    Abrió su boca para responder. No esperaba la desmedida acción, ni mucho menos había sido la mejor respuesta que había dado al marinero pues no esperaba que Morgan Bones dijera con tanta simpleza que Griffin lo odiaría más por dar una invitación que estaba más que claro que Oliver tomaría. Desde su dedo ensalivado por la boca de Bones y su dedo rozar con la casi delicadeza de su tacto -ampollas o ligeros cortes en sus yemas- le había hecho reaccionar tal como si estuviera dentro de un sueño vívido, de esos que tenía cuando adolescente.

    Seguro estaba sudando por toda su espalda y no precisamente por el calor. Gotitas de sudor brillaban por su frente y que se colaba también por su cuero cabelludo. El cosquilleo en su vientre que palpitaba hasta despertar parte de su hombría… La seducción no era problema para un capitán con artimañas como lo era Oliver Jones; sin embargo, estaba cayendo al abismo que ambos habían cavado. No era dado a excitarse con tanta rapidez, pero qué equivocado estaba.

    Soltó un sonido gutural una vez que sus labios se juntaron, solamente para saborear su propia sangre a los segundos de tan extravagante contacto. El líquido metálico resbaló, la herida de la noche anterior seguía sin cicatrizar totalmente. «Carajo, Bones». La mente del capitán estaba hecha un lío. Confiaba en Bones, confiaba en las palabras sinceras que le dijo sobre Edward y él (Jones juraba que esa no era toda la verdad) y esa cizaña de la última confesión le hicieron dudar al capitán; ver a ese fancy boy con Bones… mierda que no deseaba tener esa imagen mental, razón por la cual estaba anhelando volver a hacerlo y no era por el simple hecho de querer marcar un territorio (si con aquellas mujerzuelas con las que hizo promesa -ser pirata no es nada sencillo- no había cumplido una promesa, fuese implícita o hasta escrita bajo tinta); con Bones presentía que terminaría diferente, además de que existía una atracción entre ambos -se podía palpar, oh, sí que se podía palpar.

    Oliver Jones alejó su rostro una vez que su labio había quedado en completo descubierto e hinchado por el mismísimo Morgan Bones. «Bastardo», pensó. La misma mano que Bones ocupó para ensalivar los dedos de Jones, el capitán llevó su dedo índice para limpiar el hilillo de sangre con su lengua sin siquiera dejar de mirar al bucanero.

    Y sonrió, una sonrisa maliciosa de aquellas en las que Oliver Jones transmitía gusto y pasión por algo. Seguían tan juntos como hacía poco segundos atrás, Oliver no tenía intención de alejarse. Si este era el juego en el que Bones quería meter al capitán, justo lo había hecho de una gran manera y, prometía, que le daría un gran juego en el cual ninguno de los dos se aburriría fuese aquella noche u otra.

    —Hemos de tener un trato, Morgan Bones —y así, sin pudor alguno, Oliver se acercó peligrosamente al bucanero delante de él; las estaturas cuando estaban cerca se notaban con claridad, pero eso tampoco impidió al capitán pasar una mano por detrás de la cabeza de Bones y acariciar cuan minino los vellos de su nuca. —Créeme que este trato, —haló un par de vellos. —será una increíble conversación para William Griffin y para tu lío de faldas con Erick Wilson. Una que ansío escuchar.

    Encantado estaría de verse cara a cara con ese Erick Wilson, pero no era el momento de restregar en cara algo que, muy seguramente, no ocurriría o tal vez sí. Fuese aquí, en Nassau o en el calabozo del Providence.

    —Sabría que estaría de mi lado, marinero —el aliento que, combinado con especias de los caldos comidos antes de retirarse al Providence y la cerveza de cebada, estalló en el olfato de Bones. —Pensé que no funcionaría.

    Antes de que se preguntase algo más o que las palabras fuesen la cúspide de aquel momento, Oliver Jones empujó la cabeza de Morgan Bones hacia él para juntar ambos labios. El capitán había estado deseoso de compartir más que palabras con Bones desde la noche anterior y aquella sugilación había sido una pequeña advertencia, tanto para él mismo como para el marinero.

    Los labios rosados y gruesos de Morgan habían sido exquisitos de palpar con las yemas de sus dedos, pero estar bajo el efecto de éstos en un choque de labios era completamente diferente y hasta podría clasificarse como envidiable. Oliver tenía la decencia de haber besado más bocas que cualquier otro marinero de las Indias Occidentales, pero jamás se había demostrado atónito por tan maravillosa suavidad que transmitían los labios de Morgan contra los suyos propios. Tal vez sí, habían juntado sus labios aquella noche en el juego de cartas en un arrebato de venganza por haber perdido o por la victoria deseosa de mostrarse -aquello sólo fue una pelea de egos muy probable.

    Práctica y demostración. La calidad del beso hizo que Oliver cerrara sus ojos por escasos segundos donde bajó guardia por completo. De verdad estaba bajo el efecto del beso, que lo profundizó succionando la lengua de Morgan, contaminándose con la saliva ajena tibia. Había dientes, mordidas, tal como si estuviera arrebatando el alma del bucanero.

    Los dedos que estaban aún en la nuca de Morgan habían apretado más el agarre, halando y mezclando sus dedos, intentando enredarlos en el cabello -sedoso- de Morgan. Su cuerpo se movía por el deseo y necesidad. Había juntado su cuerpo con el de Morgan, podía sentir el calor que emanaba el cuerpo del marinero, sus latidos que se escuchaban y palpitaban por su pecho, y por cada bocanada de aire cómo se inflaba el pecho. Era una sensación que muy pocas veces pudo sentir.

    El capitán sentía sus propios labios sedientos de más. Ambas manos las llevó directo al cuello de Morgan, en donde comenzó a deshacer el nudo del pañuelo que había ocupado para ocultar la magistral obra que Jones había creado en la piel blanquecina de Morgan. Al separar sus labios -más a regañadientes- con sus dientes no tan perfectos mordió el labio inferior de Morgan en señal de venganza.

    Al deshacerse por completo de aquel pañuelo, los ojos azulados de Oliver habían brillado, tal como si hubiese encontrado un tesoro lleno de oro. Sus dedos llenos de pequeñas partículas de tierra y pólvora rozaron la piel -ahora expuesta- de Bones. Su dedo pulgar rozó a la perfección la sugilación que al tacto era más del montón de la extensa piel blanquecina de Bones; sin embargo, por un momento la estancia de su dedo en aquel punto exacto se sentía fresca.

    —Morgan Bones, —arrastró el nombre, sin dejar de observar aquel moretón; estaba rescatando el aire después de aquel beso. —si haces lo que dices, pretendo verlo con mis propios ojos. Si al contrario, tendré la decencia de entregar a Norrington o dejarlo a su libre albedrío igual que a ti.

    Había enredado el pañuelo en sus dedos. Sus ojos no dejaron de observar aquella mirada azul de Morgan, una hipnotizante y que recriminaba ocultar más de lo que le había confesado a Jones, pero ya había dado un gran paso al enterarse de dos cosas. No tendría más líos como hace años atrás, no obviaría su grata sorpresa cuando Morgan comentó que no tenía nada con Norrington. No dejaría que el Poseidón se hundiera por la imprudencia de un almirante petulante como Stafford Fairborne y su maldito perro fiel de Erick Wilson.

    —De ser cierto, que hayas tenido algún lío con Erick Wilson, espero que no tengas problemas más adelante —la invitación era cordial viniendo de un pirata, ni directa ni tampoco tan vulgar como solía serlo Jones. —Aunque tampoco me opongo a enseñar los placeres de la vida a un marinero que no ha tenido un buen adoctrinamiento a la vida pirata.

    Dicha mano cubierta por la tela bajó por el torso tibio del marinero Bones. Sin discreción, el pirata inglés había palpado el bulto que se escondía por debajo de la calza de Bones. Hasta su mismo cuerpo sintió el golpe de éxtasis del momento, y la mano se movía con total libertad que si no fuese por el descaro de la vergüenza que aún quedaba en su memoria hubiese continuado. Dejó su mano por más tiempo en aquel lugar, donde la punta de sus dedos amaba el tacto del lino; admitía que quería tomar esto directo al camastro que estaba posicionado en una de las esquinas de la habitación.

    Los ojos del capitán se dirigieron a los labios también hinchados del marinero y hubo un lapso en donde empujar a Morgan directo al camastro lo tentó, pero detuvo sus instintos primitivos y sus deseos. A pesar de no haber tomado ninguna gota de alcohol desde lo del Providence, se sentía embriagado; aquella sutileza con la que Morgan había quitado el pañuelo y pólvora de los ojos de Jones había sido un movimiento inesperado para Jones y, a pesar de ello, se había sentido conmovido; sin embargo, algo similar ocurrió con Jack Turner, que al recordar el nombre y la expresión dada por Morgan cuando dijo el nombre de uno de sus primeros amoríos del Caribe, separó distancia con el marinero.

    Era un efímero recuerdo. ¿Y si toda la tripulación del Poseidón terminaba igual que El Bengala por culpa de Oliver? Tampoco deseaba que el destino de Morgan fuese el de Turner. Ahora era un hombre más experimentado ante acercamientos más rigurosos. Al llevar su puño, que enredado estaba en el pañuelo, tosió ligeramente.

    —Por favor, Bones, —retomó compostura. —deberás hacer los honores, porque partiremos al salir el sol y, dada las circunstancias, no pretendo que des la espalda a la tripulación por un hombre como Edward Norrington —la mano que llevaba el pañuelo enredado, la acercó al rostro de Morgan para acariciar una mejilla. —E intuyo que esta no será la última vez que tengamos esta cercanía —relamió sus labios, el sabor dulzón que tenía Morgan era uno peculiar y difícil de descifrar; sus labios habían quedado hormigueados por la hinchazón, pero un gusto que quedará grabado en estos por un largo tiempo.

    Recapituló lo que había ocurrido allá, en el Providence, y no quedó bastante convencido de lo dicho entre todos aquellos personajes. Sin duda ambos, Fairborne y Wilson, deseaban algo del capitán -diferentes objetivos entre sí. Uno lo deseaba muerto, o eso comentó Morgan, mientras otro quería la información sobre el tesoro y los dos harían lo que estuvieran en sus manos para poder obtener lo que querían de Oliver, pero él también obtenía lo que quería (y tendría que ensuciarse las manos).


    Zarparían por la mañana, William lo estaría esperando a las afueras de la Old Avery aquella noche para tener claro lo que harían una vez que el sol comienzara a salir a la mañana siguiente. La noche se había puesto, la gran luna se paraba por encima de todos y el hermoso reflejo que se notaba por el borde del horizonte en el agua oscura era una excelente pintura. No había ninguna nube, pero el viento hacía volar las hojas de los árboles más grandes y hacían un sonido relajante y silbante. William Griffin se encontraba a las afueras de la taberna más famosa de Nassau a brazos cruzados y mirando hacia el puerto de la isla, donde los bergantines de los capitanes piratas o corsarios no se comparaban con la gran reciedumbre que portaba el Providence de la Armada Británica; que, al notar la presencia de su amigo, el contramaestre galés se dio la media vuelta y encontrarse cara a cara con Oliver Jones.

    —Espero que esa “plática” haya llevado a algo bueno, Jones —puntualizó el contramaestre a los labios del capitán. Apretó un poco su mandíbula, juraría que mataría a Morgan Bones por todo lo que estaba ocasionando, y no sólo al Poseidón, también a su entrañable amigo, Oliver. —Los muchachos están dispuestos a zarpar cuando el sol se ponga a primera hora del día, ¿algún plan para quitarnos de encima el Providence y compañía? Una vez que zarpemos, ellos estarán atentos a cualquier movimiento.

    —Estoy consciente de lo que puede suceder, eso no quiere decir que no podamos tomar un elemento sorpresa a distracción solamente —el capitán llevaba una botella de vidrio de lo que era ron en su interior y dio un sorbo. —El capitán Dupont nos asistirá y una pequeña goleta, eso no significa que no tenga una reserva —se refería a lo que tenía planeado con Morgan.

    Había hablado con Dupont con anterioridad. Una vez que miró a la distancia el galeón de la Armada Británica, se acercó al pirata de cabellos grisáceos y barba extensa que cubría todo su cuello y era de un color cenizo como su cabello. Era tuerto, pero su ojo lo había reemplazado por uno de madera, sus dientes podridos que se veían al sonreír y al parecer le faltaba la punta de su lengua. Lo había conocido gracias a la influencia de parte de Thatch al llegar a Nassau. La primera vez que lo vio William había intentado no vomitar por la pestilencia que emanaba el viejo pirata. Y sin duda estaba dispuesto a sacrificar lo que fuera por la seguridad de sus compatriotas y Nassau.

    —Debes ser consciente, Oliver, no tendremos otra oportunidad más que esta, ¿entendiste?

    Y lo entendía a la perfección. No deseaba que ninguno de esos elegantes británicos pusiera sus manos en lo que le pertenecía a Oliver. Sabía de antemano que, en estos momentos, él era de uno de los blancos más importantes a capturar y que no estaría solo una vez zarpen de Nassau. Desde lo de Morgan y los soldados aquella tarde el gobernador Swann ya lo tendría en la mira, por estas razones estaba Fairborne en Nassau, atracado en uno de los puertos de la isla.

    Bones funcionaría como un simple cebo para que la pequeña goleta pudiera hacer su actuación final y preceder como un escape, mientras el Poseidón se escabulliría por debajo de las narices de aquellos británicos y no verse en la penosa necesidad de rajar gargantas y salpicar más sangre, aunque tentado Oliver estaba de poder hacerlo.

    Optarían por tener a Norrington como rehén para generar un trueque más adelante, lo dejarían en el calabozo del Poseidón donde no pudiese comunicarse con absolutamente nadie. Así mataría a dos pájaros de un tiro: haberse acomodado en la promesa con Morgan sobre dejar a Edward en paz y salvar su propio pellejo (y el de la tripulación por igual) y deshacerse de cualquier comunicación de la Armada Británica de parte de Edward.

    —Por el momento, no podemos disfrutar de mucho tiempo, debido a que estamos siendo vigilados en todas partes y debemos ser precavidos de no matar a nadie. Dupont tiene el cargamento listo en la goleta para hacer los honores a primera hora mañana —Oliver sorbió otro poco del alcohol que habitaba en la botella. —Diles a los demás que estén preparados, que de ser necesario podremos derramar sangre británica —se adentró a la taberna, dando un golpecito en el hombro del contramaestre galés y dejando que la noche abriera paso a los deseos carnales de los demás.

    Aye; pero debes estar seguro de Morgan Bones. Aunque confíes en él, no lo podré hacer yo —el contramaestre comentó antes de que su amigo pirata se adentrara a la taberna una vez más. Esperando que el día de mañana no tuvieran contratiempos.
    SPOILER (click to view)

    5nmP


    ¡Llegué! < 3
    Estos días has sido de locos que no tuve oportunidad de terminar la respuesta hasta apenas hoy; la releeí como diez veces, pero siento que pasé por alto algo ): No, no, todo mal, pido perdón ):

    Se armó la carne asada y Oliver estuvo listo... bueno, no tanto x'D Hace tiempo no tiene cercanía con un hombre, hay que entenderlo también y por recordar al pobre de Jack (que no quiero imaginarme lo desgarrador que será para él enterarse ;_; )

    Sobre la propuesta de que aborden barcos, I'M IN! Count me in! Lo más seguro es que lo hagan justo después de zarpar hacia el puerto de Veracruz en México para ir tras el Santa Lucía (que seguro les llevan ya ventaja).

    Después de su metódica e ingeniosa huída de la garras de Stafford, puede que se delaten solitos por el abordaje a un navío de la armada X) Tanto que trabajaron para perder de vista de Fairborne x'd Por alguna razón esta última escena me la saqué de Black Flag, jajsj, muchas referencias increíbles aquí X)

    Y sobre la idea de un pequeño Halloween o similar, UFF. Creo que festejarán su huída con una gran fiesta en el Poseidón, para que Connor vaya con sus mejores arapos e impresione más al capitán :*: :*: Que ya no será difícil para que caiga, UFF.

    Connor ahora se disfrazará de un guardaespaldas de su enemigo. Una historia mejor no puede haber xd

    PD: me alegro que te haya gustado la ficha, ay, tanto tu MP como esta notita me hicieron el día cuando los leí ;_;

    Nos leemos prontito< 3
  13. .

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    〈 T O O G O O D A T G O O D B Y E S 〉


    📷Thomas Wright

    bkOuYTv



    🎼Niklas Abbey



    Niklas [Nicholas] Abbey
    37 años (13-11-1986) | Bisexual [Heterosexual]* | 1.88 cm
    Danés/Inglés | Paris – Francia
    Divorciado
    Compositor musical – Director de orquesta




    The Sound of your Name



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    Lo justo sería empezar por él.

    Thomas llegó a su vida un día cualquiera siguiendo la estela de su hermana y, con la timidez de su juventud, se hizo un hueco entre el éter y el ánima hasta que, sin darse cuenta, había decorado pasillos enteros en su corazón en donde sólo se respiraba su perfume. Verlo se convirtió en éxtasis y crisis – pánico y júbilo, fundidos entre sí hasta crear un bloque indistinguible e indivisible -, demasiado cegados por las ingenuas emociones para notar el rumbo que sus roces y juegos tomaban; encerrado en una glamorosa infelicidad se dedicó a sentir cuan poco se le permitía y Thomas era más sentir del que un simple corazón inexperto podía soportar.

    Las perezosas tardes explorando callejuelas ocultas se tornaron alegría y cada una de las risas de su amigo repicaban como campanas en su mente, de hierro fundido fortalecido con siglos de uso cuando el sol se escondía detrás de los edificios y de delicado bronce al encontrarse de pasada una mañana de verano, tanto así que Niklas sólo podía tocar pensando en él.

    Thomas fue musicalidad pura y él quiso tocarlo hasta dejarse la piel en cada una de sus notas.

    En el allegro de su fantástica, maravillosa, revolucionaria unión, intentaron ignorar los primeros arpegios del réquiem que siguió prontamente su separación. Con la maleta hecha a trompicones, se marchó con la peste de un corazón inmerso en añoranzas, una cariñosa despedida a Christine y una última mirada atrás que no alcanzó a encontrar entre la muchedumbre del aeropuerto a aquel que más quería.


    Piano Sonata Nº1, “Familia”, en D menor



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    El dinero jamás fue un tema de preocupación dentro del hogar de los Abbey. Su padre se ganaba muy bien la vida con su trabajo y como un benevolente dictador, marcaba el dónde y el porqué de cada cambio sufrido en su familia, tanto si era una nueva ciudad para vivir, un mejor instituto para educar a sus hijos, o, en el caso de su primera mujer, el cuándo apartarla de su costado sin dejar pendiente ningún asunto entre ellos. Su segundo matrimonio no se hizo esperar, y cuando nació la pequeña Christine, Niklas pasaría a estar permanentemente bajo el yugo paterno, para el poco agrado de la madrastra de turno. Su propia madre, Freja Bisgaard, una artista de exquisitos talentos había cedido la custodia sobre su niño al reconocer, con aplomo y dignidad, que tenerlo sólo era un lastre para su carrera.

    Quedó como primogénito del apellido Abbey, fue educado con mano firme con el padre dictador hasta aprender a ocultarle cada uno de sus pensamientos, pero encontró misteriosamente consuelo en la distante indiferencia de la madre de Christine, quien observó desde los costados su progreso con perezoso interés y disfrutó en dejarle migas de pan que le guiaron irremediablemente a convertirse en lo que su Hugo Abbey odiaba más: un artista. Irónico, siempre pensó Niklas; ¿cómo podía odiar lo que él mismo disfrutó en poseer? ¿No fue su madre una artista también antes de conocerlo? ¿O era una cuestión de posesión y poder, encontraba placer en poder imponer su dominio sobre las inclinaciones y deseos de sus allegados?

    Quizás sí, quizás no. Algunas respuestas jamás llegarían puesto que sus respectivas preguntas tampoco serían evocadas.

    Al principio intentó dejar su talento en las sombras, ennegrecido por la etiqueta vulgar de pasatiempo, y se esforzó en ingresar en una universidad de prestigio, a una carrera tan aburrida como respetable según los estatutos del dictador. Comenzó, intentó y conoció entretanto a Thomas y su pura esencia le hizo imposible seguir negándose la verdad. Marchó del hogar familiar casi a la fuga.

    Su triunfo en la música fue recibido con divididas opiniones en el núcleo familiar.

    Christine sería avasalladoras sonrisas que apenas le entraban en el rostro mientras que sus padres sólo le otorgarían silencio. Su madrastra le obsequió un anillo, hecho enviar por correo, el día de su primera función como director. De él no se hablaría más excepto por las incesantes historias que Christine contaría a quien quisiera escuchar, siempre enalteciéndolo, repitiendo su nombre hasta la saciedad, pues la distancia era mucha entre ellos y creía que si seguía rememorándolo, algún día dejaría de sentirse tan… abandonada.


    Réquiem de los sentidos


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    La música es eterna.

    Es belleza hecha sentido. Posee el poder de estremecer las entrañas a un descreído o de arrebatarle el llanto con violencia a un estoico; sume al alma en un plano existencial que divide la carne de lo intangible y hace volar a quienes se dejan llevar por ella. Es cálida como el sol de verano posado sobre los expuestos duraznos del árbol y estremecedora como presenciar el desgarrador momento en que un corazón es roto en mil pedazos.

    Niklas nunca fue bueno para expresar sus sentimientos; no en palabras, por lo menos. La música se convirtió en herramienta y en lenguaje, era su manera de liberar lo que llevaba aprisionado entre las costillas, cada pequeña nimiedad emocional que le sofocaba en los largos silencios de su solitario vivir. En medio de la vorágine, conoció a Najma entre ensayos; al cabo de un año se casarían por civil en una ceremonia discreta a la que sólo invitó a Christine como testigo. Compuso una de sus más afamadas piezas al día siguiente, rememorando las complicadas emociones que cruzaron el semblante de su hermana durante la firma, desde la incomprensión hasta el gentil rechazo, sin atreverse a preguntar el porqué de ese sentir tan latente.

    - Creía que…- Christine meció la cabeza, dulces mechones escapando de su improvisado moño, sin atreverse a decir lo que pensaba. <<creía que amabas a otro>> – Nada, déjalo estar. ¿Entonces fue una farsa?

    - No, no realmente – Niklas se había convertido en un hombre diferente en su larga ausencia de la familia, se le notaba más firme en sus decisiones y más cómodo en su soledad – Amo a Najma, y sé que ella me ama a mí. El matrimonio fue tan sólo una manera de garantizar que no le arrebataran el visado

    - ¿Qué son ahora entonces?

    Christine era más sensible, más delicada en estos asuntos. Notaba la fragilidad de los momentos con precisión y los trataba con mimo. Niklas sopesó su pregunta.

    - Amigos – saboreó la palabra hasta darse por satisfecho. Sí, eran amigos.


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    - Niklas, creo que estoy enamorada – Su pequeña le había llamado en mitad de la noche (maldita diferencia horaria) y él contestó a medio despertar, sin entender una sola palabra de lo que le decía, tan sólo capaz de oír el desespero de la música de su voz.

    - Okay

    - Es de Thomas.


    Silencio.

    En la música, era tan importante saber controlar los silencios, darles el lugar de honor que se merecían, plantándolos en medio de una fase u otra para ayudar a las transiciones, pero en el mundo real, en las cuestiones de carne y entrañas, los silencios podían llegar a ser ensordecedores.

    - Okay

    - ¿Okay?

    - Sí


    Eran una nota discordante; una cuerda desafinada en la gran orquesta. Niklas sabía que era él el causante de la discordia en la pieza, el elemento odioso en la perfección, y se quedó en vela sin saber parar el chirriar desafinado de su corazón. Christine estaba enamorada de aquel que él todavía se negaba a olvidar.

    Oh, Thomas.

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    Extras




    • Najma es su mejor amiga y la persona con la que mantiene la relación más honesta.

    • Siempre estuvo para Christine, a pesar de las distancias.

    • Es un cinéfilo.

    • Hace apariciones en orquestas pequeñas o en escuelas de música a lo largo del globo.

    • Ha compuesto para varias películas de éxito y sido galardonado por la banda sonora.

    • No ha vuelto a Nueva York desde que marchó de joven.

    • Es de mente inquieta; su inteligencia le ha dado más de una habilidad extra, entre ellas idiomas.

    • *De su familia, sólo Christine conocía su sexualidad.



    📷


    —¡Listo! —había visto la pantalla de la cámara Canon con una ligera sonrisa formándose en sus labios y luego dirigir su mirada a la joven que tenía enfrente.

    Estaban en una sala de estudio. Habían contratado a Thomas para una sesión fotográfica, esto debido a la influencia que tenía en la revista de Entertainment Weekly. A partir de esto, su correo electrónico comenzó a llenarse de varios correos que requerían de sus servicios, y aunque no deseaba ser una persona maleducada, contestaba cada uno de dichos correos. ¿Si tenía alguien que le ayudaba a esto? Sí, pero siempre prefería leer cada uno de los correos antes de poder decidir. Y no es que su asistente hiciera mal su trabajo, al contrario, sin embargo, gustaba leer bien a lo que se estaba metiendo antes de contestar un “” a cualquier propuesta.

    La chica que estaba delante de él, le mostró una sonrisa tímida antes de ver un ligero sonrojo por encima de su maquillaje, haciéndole tener unas mejillas más rosadas de las que tenía con anterioridad.

    Para Thoma era algo coqueto, por no decir habitual. A cada cuadra que volteaba, veía como muchachas, jóvenes de unos treinta o hasta escolares le miraban con una sonrisa y luego escondían su rostro entre la plática que se había interrumpido por su simple presencia. No se dejaba mentir tampoco, sabía que tenía lo suyo, sin embargo, su corazón pertenecía a una mujer que le había robado el aliento en sus años universitarios, que bien se habían conocido muchísimo antes, pero una cosa llevó a la otra y ahora terminaron comprometidos.

    Con sus ahorros había comprado el anillo de compromiso más hermoso y sencillo que podía haber en cualquier joyería. Christine Abbey, una mujer extraordinaria y bastante capaz; terminó de estudiar economía y, por estas razones, tenía la decencia de trabajar en Wall Street como una experta bróker. Tal vez por esas razones no se veían tanto, pero aquello no le importaba en lo más mínimo a ambos, pues cada receso de su vida adulta la disfrutaban para ellos dos solamente. Sus “recesos”, como le solían llamar, favoritos eran las noches de películas luego de un largo día de trabajo o un juego de mesa (el favorito de Thomas: Monopoly) -el cual siempre perdía Thomas por una gran ventaja. Las risas jamás faltarían en aquellas noches de desvelo, cuando a la mañana siguiente, cuando comienza a escucharse el ajetreo de la ciudad, significaba que era momento de volver a aquella vida.

    ¿Estaban cansados de su vida? ¡Para nada! Nunca faltaban los mensajes entre la jornada laboral o las llamadas de improviso mientras era hora del lunch. Los “te extraño” eran comunes, y cada que se decían, para Thomas le erizaban la piel, tal vez por emoción o por simple necesidad de estar con Christine antes que el día acabase.

    Para algunos la distancia es una espeluznante pesadilla, pero para Christine y Thomas les era atrayente. De esta manera, al encontrarse nuevamente, se abrazarían como nunca lo había hecho y como si su vida dependiera de aquello, una sensación que llenaba a ambos.

    Cuando le pidió matrimonio en Central Park, la sonrisa de su amada había iluminado el día. Aquella fotografía mental quedaría para la posteridad. Con tal memoria recapitulándose en su mente, sonrió mientras juntaba todas sus cosas en la pequeña maleta de trabajo y aquella muchacha, a la que le había tomado fotografías para la sesión, se acercó curiosa.

    —Señor Wright, —comentó con una voz dulce y melodiosa, se notaba que estaba por cumplir los veintiún años. —encantadoras las fotografías que toma; he visto su trabajo y es excepcional. Le agradezco muchísimo por haber participado en mi sesión —la chica se notaba nerviosa, sin embargo, aquello no le impidió preguntar. —¿Está usted casado?

    No le había sorprendido en lo absoluto aquella pregunta (no era que se preguntara muy a menudo), no temía por la curiosidad de las personas con las que trabajaba; una vez escuchó de una mujer, al go mayor, que era realmente guapo para estar soltero. Al terminar de guardar los lentes de la cámara, cerró el cierre que hizo el único sonido entre ambos y, al jalar la correa de la dicha maletita, Thomas, con aquellos ojos azulados, miró a la chica con una sonrisa sincera. ¡Joder!, no paraba de sonreír.

    —Comprometido, sí —dijo con orgullo mientras cruzaba la correa de la maleta por su pecho. —Seguro te encantarán las fotografías, en un par de días más verás el resultado publicado.

    Le habían contratado para hacer una sesión fotográfica de maquillaje y vestimenta para quinceañeras, al parecer se comenzó a popularizar dicha “fiesta” debido a la cantidad de hispanohablantes que habitaban Nueva York (más mexicanos). La chica llevaba un vestido ampón de color rosado con detalles de, lo que parecía, diamantina dorada en zonas estratégicas del propio vestido con figuras que aparentaban estrellas, además de que un hilillo del mismo color (dorado) se veía bordado creando un hermoso diseño en cascada que venía desde el corsé, asimilaba un diseño barraco o similar. El cabello de la chica estaba amarrado en un perfecto rodete, algunos mechones de cabello se dejaban caer a los costados del rostro de la joven.

    —Nuevamente, ¡muchas gracias, señor Wright! —la joven, con un tinte en sus mejillas rosado, una sonrisa y un desvío de mirada del fotógrafo, comentó para luego retirarse del lugar y encontrarse con su madre que, igual que su hija, le había dado las gracias a Thomas.

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    La tarde ya se había acomodado en la gran ciudad de Nueva York, los tintes anaranjados y rojos se hallaban en el cielo si veías hacia arriba al cielo que, poco a poco, se oscurecía con el pasar de los minutos. Era un perfecto día de verano, era un día de agosto y las personas seguían su rutina diaria. Era un jueves, una semana antes del gran día de ambos (Thomas y Christine), tal vez por estas razones su sonrisa no se desvanecía por nada en lo absoluto, pues su corazón, al recordar más la cercanía de aquel día, palpitaba con más intensidad que el día anterior.

    Sacó su iPhone, al desbloquearlo, abrió la aplicación que había estado buscando: Spotify. Entre Christine y él habían creado una lista de reproducción con canciones que solían escuchar en sus años de adolescencia, a pesar de que tenían diferentes gustos en géneros musicales, ambos escuchaban las canciones que se recomendaban entre sí. Recordaba que Christine le había dicho «¡Podemos hacer nuestra lista de reproducción con canciones viejitas!» Lo único que necesitó su novia (en aquellos momentos) fue una sonrisa para convencer a Thomas.

    Al abrir la lista de reproducción, soltó una sutil risa en medio de la calle, donde la gente que pasaba por delante o detrás de él, le empujaba con ímpetu quizá por la prisa de las personas. Antes de salir del edificio donde había sido la sesión fotográfica, se había colocado sus Airpods mientras bajaba los escalones.

    Sus ojos miraron cada una de las canciones, recordando diferentes momentos que pasó con Christine, sin embargo, su pulgar paró su movimiento en la pantalla táctil y observó con detenimiento aquella canción. Shape of my Heart, de Backstreet Boys. Su corazón había parado, o eso había sentido; su estómago dio un vuelco y pensó que vomitaría ahí mismo, en la calle.

    Recordaba que aquella canción la había cantado en un karaoke con… el hermano de Christine, Niklas en aquellos años donde estaban adentrándose a la vida de un adulto. Apretó un poco el celular que tenía en su mano, sin quererlo, había vuelto a bloquear el celular, sin siquiera poner una canción. Cerró sus ojos para poder calmarse, hacía tiempo que no lo recordaba, pero por alguna razón, últimamente estaba pensando constantemente en el hermano de Christine. Cómo odiaba aquello.

    Era como un libro abierto para su prometida que, una noche, seguro había sido la semana anterior, Christine, poniéndose un poco de crema en sus delgadas manos y uñas pintadas de un color rosado, se sentó en la cama matrimonial y contempló a Thomas por escasos segundos.

    —¿Estás bien, Tom? —siempre ocupaba el diminutivo de su nombre cuando se preocupaba la castaña. —Sabes que puedes contarme lo que ocurre —su mano la había posado sobre la mano de Thomas que estaba posada por encima de las sábanas blancas y colcha de un color azul marino.

    Aquel día, un hombre con un nombre casi idéntico al del hermano de Christine lo había contactado por teléfono y aquello lo dejó pensando y rememorando dolorosos recuerdos. Tampoco deseaba que su amada se preocupara por algo trivial como aquello, ni mucho menos deseaba entrar en conversación sobre una persona que, probablemente, no tenía tanta comunicación como antes.

    Respondió con un simple: “sí, estoy bien, no te preocupes, Chris”, y aquella conversación se había olvidado. Jamás pensó que volvería a recordar a Niklas de aquella manera.

    Nuevamente apretó el botón para desbloquear el celular y seleccionar una nueva canción. De los audífonos comenzó a resonar el violín y entonación de Paradise de Coldplay. Metió su celular en uno de los bolsillos de su pantalón de mezclilla negro. Su atuendo era uno completamente sencillo y podías notar que era un fotógrafo por la forma de vestir. Thomas tenía una teoría, y esa teoría radicaba en la forma de vestir de las personas, si vestías de tal manera, el carácter y profesión se notaban a la distancia.

    Con un pantalón de mezclilla negro, una playera blanca y una gorra negra, era el atuendo de aquel día para Thomas. Muy sencillo, pero se sentía cómodo y conforme, tampoco iría con ropas elegantes a una sesión fotográfica que duró no menos de tres horas.

    Se adentró al metro de la ciudad para llegar a su hogar en Brooklyn. Christine había enviado un mensaje para avisar que aquel día llegaría más tarde de lo habitual. Ninguno de los dos tenía auto, esto debido a la gran cantidad de tráfico que siempre había, preferían mil veces estar en el transporte público que estar horas atrapados en el tráfico -aunque ambos sabían manejar.

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    La casa se sentía solitaria, a excepción de su pequeño minino de apenas un año. Era un minino atigrado, le habían puesto Garfield debido al gran parecido con el dibujo animado. Thomas dejó sus cosas en el pequeño mueble que tenían cerca de la entrada al departamento, entre ellas fueron sus llaves y un par de centavos que tenía como reserva cada que salía.

    —Hola, pequeño —había cargado a su minino una vez que este se acercó a él maullándole y ronroneando una vez que Thomas lo cargó. —Espero que te hayas portado bien, ¿eh? —acercó su nariz a la pequeña nariz rosada del minino.

    Las horas corrieron. Tal vez pasaron más de cinco horas desde que Thomas había llegado a casa, la noche había inundado la ciudad y desde las ventanas del apartamento se notaban las luces encendidas de la ciudad que se notaban a lo lejos. Por su parte, Thomas tenía una taza de café con leche, cuando tomó su celular pues estaba sonando con insistencia. Era un número desconocido, y aunque deseaba que fuese Christine, al contestar supuso que aquella llamada no iba a ser la única que tomaría durante toda la noche. Dejó su taza de café en la mesa de madera que tenían como comedor, su corazón estaba latiendo con rapidez y su cabeza le estaba matando por la información que había obtenido hacía no menos de treinta segundos.

    —Carajo, carajo…
    SPOILER (click to view)
    ¡Que empiece el drama!

    Sí, sí. Me dio tiempo de abrir el rol, iba enviar un mensaje, pero no medio tiempo de hacerlo. Apenas pude abrir la computadora para seguir escribiendo la idea de cómo comenzar el rolcito.

    Me encantaría que Niklas y Thomas (también Christine), el trío, los tres mosqueteros, hayan ido a fiestas o salir solamente entre ellos. Se me hace divertido que, en los tiempos de adolescentes o hasta universitarios, ellos fuesen a los karaokes de la zona. Y es que la canción de Shape of my Heart de los BSB es tan perfecta y queda a la perfección también para este par que se me hizo imposible no ponerla como una pequeña referencia ahí.

    La muerte puede ser por asalto o por accidente automovilístico; en este caso, puede ser que un borracho o similar no se diera cuenta sobre las personas que andan caminando como buenos peatones. Tengo planeado que Christine muera cuando llegue al hospital, ups.

    Funfact: Thomas sí tiene carro, pero está en casa de sus padres quienes viven en Queens, sin embargo, como un buen hijo le otorga dicho privilegio a sus padres quienes lo ocupan más que él. Además de que ocupa más la bicicleta (es más ecológico), mi hermoso hipster ):

    Cualquier cosa que desees que cambie o similar, soy toda oídos < 3

    Saludirijillos y nos estamos leyendo pronto.

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  14. .

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    Ay, hiciste que la herida de Dragon Ball GT, cuando Piccolo se despide de Gohan ): Joder.

    Con tan sólo un par de palabras me hiciste sonreír y recordar cómo este dúo siempre ha sido el mejor, digo, ¿has visto Dragon Ball Super Hero? Uff. Alto dúo se echaron Piccolo y Gohan <tres

    En fin, me ha gustado mucho el escrito, como dije, me hiciste recordar dicha escena de Dragon Ball GT. Es curioso, porque no hay muchos escritos de Dragon Ball por aquí, así que, agradezco haber leído esto, osiosi. Nunca he visto Dragon Ball, pero sí Dragon Ball Z y algo de GT, entonces sí sé ese dolor de Gohan al perder a su padre (niégenmelo, Piccolo es el padre de Gohan, el Goku sólo es un secundario xd).

    Cien de diez a este escrito< 3

    Saludirijillos. Muchas gracias por el escrito, ay. Mi corazón de pollo ;;

  15. .
    Siempre me ha fascinado la historia que ronda con los asesinos o etcétera. Este caso es el único que me ha llamado demasiado la atención, además de que hicieron una película sobre ello. Este caso es uno de los más enigmáticos de todo Estados Unidos, ¿por qué? Una historia simple, pero interesante. Acompáñenme a ver esta historia acerca del Asesino del Zodiaco.

    Quizá no sea una leyenda, mito o esté dentro de mitología; sin embargo, se considera un excelente archivo para conocer más acerca de esto.

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    ASESINO DEL ZODIACO


    En 1968, dos parejas fueron asesinadas en California. Un hombre, que se autodenominó el asesino del zodiaco, reivindicó las muertes a través de cartas y llamadas telefónicas a la policía y la prensa.

    Iniciaría así un laberíntico caso que enloqueció a la policía californiana durante años y que hasta hoy permanece irresuelto.

    Las víctimas
    El 20 de diciembre de 1968, una pareja de adolescentes que paseaba por las afueras de Vallejo, California, fueron asesinados a tiros. El asesino no dejó huellas y la policía no pudo reconstruir el crimen ni entender el móvil.

    En julio de 1969, Darlene y Mike, habían aparcado el coche en la misma zona. Se les acercó un hombre que los deslumbró y les disparó varias veces.

    Una hora después del ataque, llamó a la policía local para alertarlos sobre el incidente y reconocer su responsabilidad en ambos ataques. Gracias a ello, Mike sobrevivió. Pese a la llamada y al retrato hablado hecho por Mike, el caso no pudo resolverse.

    En busca de reconocimiento
    En agosto de 1969, tres diarios recibieron una carta escrita a mano y sin remitente. En ella, un hombre confesaba ser responsable de la muerte de los adolescentes. y exigía que su carta apareciera impresa en la primera plana. De lo contrario, amenazaba, cometería más asesinatos.

    Estaba firmada por el Asesino del Zodiaco. Como sello, había trazado un círculo atravesado por una cruz. Además, cada sobre contenía la tercera parte de un código que presuntamente revelaba su identidad.

    La policía no logró detenerlo ni descifrar el acertijo, por lo que los diarios recibieron una nueva carta con más amenazas. Días más tarde, dos profesores consiguieron completar el código. No era más que el comienzo de un texto en el que el asesino se jactaba de la diversión que obtenía matando.

    El zodiaco ataca de nuevo
    Tal como lo prometió, el Zodiaco atacó de nuevo. En septiembre apuñaló a una pareja que descansaba en las costas de Napa. Antes de huir, escribió un mensaje en la puerta del coche y cuando estuvo a salvo, llamó a la policía para reivindicar su responsabilidad. Sus víctimas fueron encontradas con vida, aunque la chica falleció en el hospital.

    Dos semanas más tarde, un taxista fue asesinado a tiros en San Francisco. Esta vez, el Zodiaco no dejó rastros en la escena, pero escribió una nueva carta a la prensa para adjudicarse el crimen. Como prueba, incluía un pedazo de la camiseta ensangrentada del taxista. En ella, amenazaba con atacar un autobús escolar.

    Silencio
    La policía tenía un retrato hablado del homicida, sus huellas digitales y un sinfín de pistas desprendidas de sus cartas. Pese a todo, no conseguían rastrearlo.

    El Zodiaco continuó reivindicando asesinatos y burlándose de la policía durante años. En 1974, se detuvo súbitamente. Antes de desaparecer, se había adjudicado un total de 37 muertes, aunque solo 5 fueron confirmadas.

    Archivo abierto
    La policía californiana y los medios de comunicación han recopilado pistas y especulado con la identidad del asesino por décadas. Se han elaborado tres teorías serias sobre su identidad.

    Durante las investigaciones, la hermana de una de las víctimas declaró que un hombre llamado Lawrence “Kane” Kaye había estado molestando a su hermana días antes del homicidio. Kane fue el sospechoso más parecido al retrato hablado.

    Robert Graysmith, cartonista en el diario que mayor comunicación tuvo con el Asesino del Zodiaco, asegura que es Arthur Leigh Allen, un criminal detenido en 1974 por abuso infantil. Según sus investigaciones, Allen se refería a sí mismo como “Zodiaco” y había aparecido en casa cubierto de sangre el día del tercer asesinato.

    En 2014, Gar L Stewart publicó un libro en el que aseguraba que su padre, Earl Van Best era el asesino. Como pruebas demostró su parecido con los retratos hablados y algunas coincidencias en los códigos de las cartas.

    Pese a su fortaleza, ninguna de estas teorías ha sido comprobada por lo que hasta hoy, nadie ha sido castigado por aquellas muertes.


    Si les gusta este tipo de casos o este caso en específico, les recomiendo bastante ver la película de "Zodiac", es interpretada por Jake Gyllenhaal, Mark Ruffalo y Robert Downey Jr. En esta misma cinta explican la metodología que tenía el asesino, así como también la obsesión de Robert Graysmith de encontrar al asesino.

    Sin embargo, igualmente, les recomiendo ver un podcast llamado Leyendas Legendarias, el cual lo pueden encontrar en Youtube o en Spotify. En su canal de Youtube o en las listas de reproducción, habrán diferentes casos interesantes, entre los que destacan este tipo de casos (asesinos), como también de OVNIS, fantasmas, etc.
    Leyendas Legendarias.

    Les dejo la primera parte del caso del Asesino del Zodiaco.
    SPOILER (click to view)

2324 replies since 20/4/2013
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