InGo:A París [FudouxKidou][KxS] -Cap 06-

Fudou estaba tirado de cualquier manera sobre su cama, en el suelo había un pequeño maletín con los bártulos necesarios para sobrevivir una semana en el extranjero… un paquete de plátanos, algo de ropa limpia, especialmente interior, útiles de limpieza personal pero no demasiados, le mangaría a Kidou los que no tuviera y si no seguro que el hotel al que iban tendría.
Porque iban a ir a un genial hotel de ricachones. Fudou había extorsionado a Kidou hasta convencerle de que les pagara el alojamiento ahí.
Y además compartiría cuarto con Kidou… Eran habitaciones dobles y desde luego nadie le impediría dormir con Kidou y tocarle el culo mientras dormía.
Se giró en la cama para alcanzar un plátano, tenía hambre, los viajes siempre le daban hambre.
Llevaba esperando ese día con impaciencia, estaba seguro de que se lo iban a pasar de miedo en la capital francesa… con sus croissants, baguetes y esas cosas. Y sus Kidous con boinas, definitivamente lograría que Kidou se pusiera una.
Tiró la cáscara del plátano a la papelera que tenía en su cuarto de un certero tiro.
Revisando los plátanos que llevaba se preguntó si serían suficientes… Aunque podría comprar más allí, seguramente los franceses comerían plátanos…
Se estiró en la cama y movió los dedos de los pies que se le estaban enfriando. Lanzó un gruñido, odiaba cuando a la calefacción le daba por fallar.
Se levantó y salió de su cuarto, entrando en la cocina pesarosamente, su madre preparaba la cena y se giró a él con una sonrisa.
-Cuídate mientras estoy fuera –le susurró mientras le daba un abrazo a su madre.
Se moriría de vergüenza si alguien lo viera, pero su madre era el único familiar que le quedaban y ya le había hecho mucho daño antes de conocer a Kidou y los demás…
Su madre le pasó la mano por el pelo.
-Pásatelo bien en París.

Advertencias:
Puede que haya escenas subidas de tono al final

"un paquete de plátanos"

"Y además compartiría cuarto con Kidou… Eran habitaciones dobles y desde luego nadie le impediría dormir con Kidou y tocarle el culo mientras dormía."

"Se levantó y salió de su cuarto, entrando en la cocina pesarosamente, su madre preparaba la cena y se giró a él con una sonrisa."

Fudou leyó hasta bien entrada la noche. Había hecho el firme propósito de acostarse pronto puesto que de otra forma nadie podría levantarlo al día siguiente, pero había empezado con ese libro y simplemente no podía dejarlo a mitad. Cerró el libro a las dos de la madrugada y maldijo en voz baja la idea de ojearlo antes de dormir para que le entrara sueño.
Se tumbó en la cama y a pesar de lo que había pensado enseguida concilió el sueño, durmiendo el resto de lo que le quedaba de noche a pierna suelta y la boca abierta con respiración fuerte sin llegar a ser ronquidos.
Porque Fudou Akio no roncaba, y cualquiera que quisiera llevarle la contraria, incluso si tenía una grabación, era severamente castigado.
Soñó con plátanos gigantes que echaban fuego por la boca, porque tenían boca, y destruían París mientras él huía con Kidou, Shindou había sido comido por el plátano y Kirino se había tirado al río. El sueño acababa en un mundo de aritmética en el que en vez de flores había raíces cuadradas y exponenciales, ahí le declaraba su amor a Kidou para darse cuenta de que no era Kidou sino una mosca gigante con cuerpo humano que quería succionarle las entrañas.
Fudou se despertó alterado y sudando. ¿¡Qué mierda había sido eso!? Tenía la respiración agitada, parpadeó atontado. Con un poco de suerte podría dormirse de nuevo antes de que tuviera que levantarse.
Como si le hubiera leído el pensamiento el móvil, en el que tenía la alarma, se iluminó y comenzó a vibrar mientras sonaba la melodía de levantarse. Fudou fulminó el teléfono con la mirada y lo apagó.
-Mierda.
Tenía cinco minutos para levantarse y vestirse antes de que llegara Kidou.
El sonido de ruedas sobre el asfalto le llegó desde la calle y segundos después el timbre de la casa resonó en el silencio de la noche. Fudou maldijo todo lo maldecible. La madre de Fudou se asomó mientras su hijo era una maraña de camisetas volando.
-¿Ya te tienes que ir?
-Sí.
-No te preocupes pro el cuarto ya lo arreglaré yo –dijo ella viendo la cama sin hacer.
Fudou se irguió y le dio un beso en la frente a su madre antes de marcharse corriendo.
En la entrada tenía la maleta preparada pero antes de salir entró en la cocina para coger algo de comida. Luego abrió la puerta.
-Llegas tarde. Y es tu propia casa.
-Yo también me alegro de verte, Kidou-kun –gruñó Fudou dándole un empujón para salir.
-Adiós Akio. Yuuto, cuida de él –le pidió la madre saliendo a la puerta resguardándose en un fular.
-Haré lo que pueda –sonrió Kidou haciéndole una señal de despedida a la madre de su amigo y dirigiéndose junto a este al coche.
Los dos montaron en el automóvil y se perdieron de la vista de la mujer que cerró la puerta con un suspiro y volvió a la cama.
Fudou terminó su improvisado desayuno en el interior del coche, ante la mueca de disgusto de Kidou.
-¿No has tenido tiempo de desayunar?
-Casi has llamado antes de que me sonara la alarma –refunfuñó el castaño aplastando el envoltorio de plástico de unas galletas de arroz.
-Haberte despertado antes. Yo he tenido que madrugar más para pasar a buscarte.
-Pero lo has hecho por mí, siéntete honrado.
Kidou torció los labios y le dio un puñetazo en el brazo. Fudou soltó una exclamación de dolor
-Idiota –le reprochó Kidou girándose con aire ofendido.
Fudou sonrió, Kidou era muy teatrero cuando quería. Se acercó a él, quitándose el cinturón y le pasó el brazo por los hombros, juntando sus cuerpos.
-¡Ponte el cinturón no vayamos a tener un accidente! –le gritó el otro dándole un golpe en la frente y empujándolo hacia su lado del asiento, mientras sus mejillas se teñían de rojo.

Había hecho el firme propósito de acostarse pronto puesto que de otra forma nadie podría levantarlo al día siguiente, pero había empezado con ese libro y simplemente no podía dejarlo a mitad.

Porque Fudou Akio no roncaba, y cualquiera que quisiera llevarle la contraria, incluso si tenía una grabación, era severamente castigado.

-¡Ponte el cinturón no vayamos a tener un accidente! –le gritó el otro dándole un golpe en la frente y empujándolo hacia su lado del asiento, mientras sus mejillas se teñían de rojo.

Fudou se había recostado en un lado del coche, con la mano apoyada en la mejilla y el codo en la ventanilla. Mirando hacia el cielo que comenzaba a esclarecer.
A su lado Kidou repasaba un cuadernillo con notas y apuntes y mantenía los labios en una mueca de concentración.
Por supuesto Fudou no miraba el paisaje, le importaba bien poco que el cielo estuviera adquiriendo una tonalidad maravillosa. Sus ojos estaban clavados en el reflejo de la figura que tenía sentada al lado y que al parecer había decido pasar de él tras echarle la bronca por quitarse el cinturón en plena carretera.
La vista de Kidou no se desviaba de las notas.
-¿Qué lees con tantas ganas? –preguntó Fudou cansinamente mirando de reojo a su acompañante.
Kidou dio un respingo y se giró hacia a Fudou con una mueca de disgusto. Luego se recompuso. Por supuesto Kidou no le iba a decir nunca a Fudou que había empezado a repasar las notas de los sitios a los que quería llevarlos al día siguiente cuando se había imaginado a ambos paseando juntos por la ciudad para acabar solos en la habitación del hotel, ajenos a miradas indiscretas. En ese momento Kidou había perdido totalmente la noción de la realidad y sus mejillas se coloreaban ligeramente al imaginar a Fudou saliendo del baño, con el cuerpo húmedo todavía y solamente una toalla rodeando su cintura mientras con otra se secaba el pelo largo… Kidou se levantaba de la cama donde estaba recostado leyendo la guía de la ciudad y se acercaba a él… Obvias eran sus intenciones.
Pero en ese momento Fudou le había interrumpido cortando de golpe sus ensoñaciones. Kidou frunció los labios.
-Estaba repasando los sitios a los que iremos mañana… Hay que llevar todo bien programado para amortizar al máximo el día.
Fudou gruñó y volvió la vista a la ventana, al Kidou reflejado.
-Espero que no nos hagas seguir un ritmo endiablado. No quiero estresarme en mis vacaciones.
Kidou se encogió de hombros y le empezó a narrar las actividades planeadas. El murmullo de la voz de Kidou mezclado con el ronroneo del coche fue demasiado para Fudou, que habiendo dormido apenas aquella noche cerró los ojos y cayó en sueños sin poder remediarlo.
El chico de cabellos pardos tardó un buen rato en darse cuenta, extrañado por no ser interrumpido por los comentarios desagradables de Fudou, y sobre todo cuando un ronquido del volumen de un concierto de Rock le hizo dar un respingo, se giró hacia el castaño y lo encontró con la boca abierta y con un reguerillo de saliva como si fuera un mocoso de cuatro años.
Kidou hinchó los carrillos, ofendido y se cruzó de brazos recostándose en el asiento. Imaginando en esos momentos las formas más dolorosas de vengarse de tamaña afrenta.
Cuando llegaron al aeropuerto despertó a Fudou con una bofetada en la mejilla sin demasiada delicadeza.
-¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde? –preguntó sobresaltado el castaño abriendo los ojos de repente, al ver a Kidou puso una mueca aburrida y le bostezó en las narices.
Los dos salieron del coche y recogieron su equipaje dirigiéndose a la salida, donde habían quedado con sus dos adolescentes protegidos.
Los vieron a lo lejos abrazados el uno al otro. Kidou miró a Fudou y este le devolvió la mirada, ambos se volvieron la cara. Al llegar hasta a ellos les saludaron y Fudou no pudo evitar meterse con ellos.
Hacía mucho frío fuera, y aunque Fudou se intentó acercar a Kidou para compartir calor corporal este le rechazó de malos modos. Todavía seguía molesto porque Fudou se durmiera a mitad de su discurso.
El castaño se encogió de hombros y caminó a su lado, dedicándole una sonrisa a su estilo que hizo que Kidou le diera un pescozón divertido.
-Idiota –murmuró el entrenador del Raimon devolviéndole la sonrisa finalmente.

sobre todo cuando un ronquido del volumen de un concierto de Rock le hizo dar un respingo